A todos los niños del mundo, con el deseo
de borrar en parte el sufrimiento de muchos
y como ejemplo de los demás.
A Dios, por su inspiración.
A Norma, por su apoyo.
A todos mis hijos, por la gracia
que Dios me dio con ellos.
PROLOGO A LA PRIMERA EDICION
(1977)
Se
dice que un hombre, para dejar huella de su paso por el mundo, debe tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro. Quizás
estas conclusiones provengan de alguien que pretendía que todos y cada uno de nosotros luchara por una superación, inminentemente
demostrada, en la creación de un libro, pero, conozco gente que, sin escribirlo, ha dejado una profunda huella de su paso
por esta azarosa, pero al fin bella vida.
Por
mi parte, considerando que no cumplo con los requisitos indispensables para marcar mi huella en el tiempo, pretendo hacerlo
siguiendo el consejo de aquel que dijese lo que comentamos arriba. Tengo tres hijos, a cual más hermoso (vista de padre, quizás),
he plantado muchos árboles y, ante la confianza de ustedes, me permito presentar mi libro.
Mi
condición de periodista abotagaba mi mente con referencia al tema sobre el cual desarrollaría mi obra. Pasaron fugaces ideas
sobre política, economía (de lo cual sé un bledo), historia (algo que me agrada), y mil cosas más, sin que me decidiera por
cualquiera de ellas.
En
ocasiones, cuando me faltaba material de algún reportero transcribía a la máquina pequeños cuentos cortos que alguna vez imaginaba,
o contaba a mis retoños. A ellos, les encantaban, a la gente que me favorecía con su lectura también. Y como se trata de dejar
una huella de mi paso por este mundo, de la cual puedan enorgullecerse mis propios hijos, pensé...por qué no dejar ese legado
a todos los niños de México?.
Para
esto, conté con el decidido apoyo de mi buen amigo y compañero, al mismo tiempo que mi jefe inmediato, Raúl Rodríguez Peñalva,
Director General del Diario "El Correo de México", quien entusiasmado con "El pequeño y el soldado", cuento en el que considero
haber puesto todo mi amor, me ofreció editar en sus propios talleres este pequeño libro que ahora tienen en sus manos, me
impulsó, y prácticamente, me obligó a realizarlo.
Me
habló con firmeza y blandiendo un tono sentimental a su voz, sobre la lectura con la que cuentan actualmente nuestros pequeños,
de la añoranza por aquellos cuentos de hadas que todos nosotros leímos, de un "libro blanco" que pudiesen hojear los hijos
de todo el mundo sin manchar sus tiernas manecitas, del orgullo que representaría para los míos el poderles leer, con el tiempo,
estos mismos cuentos a los suyos.
Y
así, un día, empezó a tomar forma Alma Mía...Para ti !.
Vaya
pues mi dedicatoria a todos los niños del mundo; a aquel que pasa las noches abrigado por una frágil hoja de papel periódico,
acurrucado en el quicio de una puerta; a aquél que duerme en una pequeña camita que, en todas partes, es la esperanza de un
mundo nuevo, de una vida mejor, del sueño dorado de todos y cada uno de nosotros: la paz mundial. En fin...Alma mía...para
ti!
(11 de abril
de 1977)
PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION
Casi
veinte años debieron pasar para que pudiese yo pagar la deuda que tenía con un gremio que me ha acogido por treinta. Hace
diecinueve años, Raúl Rodríguez Peñalva me impulsó a escribir mi primer libro, este mismo que usted tiene ahora en sus manos.
Mucho otros más escribí durante este tiempo. Y, aunque Raúl, al paso de los años, cambió y dejó de ser el mecenas del periodismo
para volverse un mercenario, la acción aquella no se olvidó.
Ahora,
casi veinte años después, nace Editorial Sagitario, una editorial destinada a pagar esa deuda que, por la vida misma, dejó
de ser con Raúl, para convertirse en una deuda con el periodismo mismo, con mis compañeros periodistas y escritores. Editorial
Sagitario será el medio para que, todos aquellos que no pertenecen al Jet Set
literario, que no pudieron alcanzar las puertas de las grandes editoriales, (a quienes manifiesto mi rotundo respeto, pero
que hicieron elitista su labor de difusión cultural), puedan ver publicados sus escritos, con el único requisito de que sean
útiles a una sociedad que abandona poco a poco el bello arte de la lectura, tengan un mensaje que ayude a mejorar la humanidad,
y cumplan con un fin importantísimo: aportar un granito de arena a la literatura mexicana, sin importar su condición humilde
o falta de recursos materiales, que no literarios.
Pago
así mi deuda multiplicadamente, con la ayuda de Dios, y con la confianza de mis compañeros que así verán cristalizadas sus
muy válidas aspiraciones.
Por
un creo que muy justificado y vanidoso capricho personal, quise que la primer obra publicada por Editorial Sagitario fuese,
precisamente, esa pequeña obra editada hace casi veinte años: Alma mía...para ti! Nuestro esfuerzo se ha dividido en dos grandes
colecciones: Vida y Obra, que comprenderá las creaciones de plumas reconocidas y Nuevos Valores, que dará cabida a todos aquellos
que nunca han publicado nada.
Valga
pues, nuestra muy sana intención, para que la literatura mexicana se vea enriquecida con las obras de esos quizás grandes
escritores que lo único que necesitan es una oportunidad. Si de todos los que participen, alguno, uno sólo, crece hasta llegar
a ser inmortal, el esfuerzo habrá valido la pena.
(Enero de
1996)
PROLOGO A LA TERCERA EDICION
(2005)
A
veintiocho años de su primera edición, y casi diez de la segunda, esta tercera edición se constituye, por así decirlo, en
una conmemoración al tiempo y a la historia.
Cuando
se imprimió por primera vez, era apenas un incipiente escritor que -con todo y ya tener para entonces 14 años en el periodismo-
veía con entusiasmo su primer libro editado. Pero va de historia, que tampoco cuento en la segunda edición, y es que no era
precisamente este pequeño libro el primero preparado y programado por mi para ser publicado.
En
realidad, Yo El Daminificado, una denuncia sobre los abusos y corrupción generados en el seno de las autoridades responsables
de atender a las zonas dañadas por el sismo del 73 era -y es, aunque perdida- mi primera obra. Su formato era de novela. Toqué
-como ya lo he comentado en otras de mis obras- las puertas de las grandes editoriales, y todas se negaron a publicarla.
Fue
ahí, en ese momento, en que surge el gusanito de, algún día, crear una editorial en la que se le abrieran las puertas a los
escritores noveles, a los desconocidos pues.
Es
así, cuando en 1996, al alcanzar el sueño de crear Editorial Sagitario, que Alma Mía... para Ti! retoma el camino y se convierte
en la publicación No. 1 de nuestra casa editora, todavía plagada de sueños y entusiasmo.
Ahora,
los sueños y el estusiasmo se fueron por un caño. Cuando escuchaba a los editores experimentados comentarme que estaba loco
al trabajar con escritores noveles, consideraba que lo decían por envidia o simplemente por no tener las agallas para publicarle
a un desconocido, para no arriesgarse. Pero no... cuánta razón tenían!
Hoy,
me he visto obligado -como editor- a cerrar las puertas de ese financiamiento abierto a todos, me he visto obligado a ser
selectivo, tanto en la calidad literaria, como en la calidad moral del escritor.
La
verdad de la vida azotó mi orgullo mucho más fuerte que la palabra de otros con mayor experiencia. Sin embargo, a las puertas
de nuestro décimo aniversario, renuevo los votos que hiciera de apoya a los nuevos valores de la literatura, ya no sólo de
casa, sino de fuera, mas con ciertas condiciones, en forma restringida y organizada. No más ilusiones de descubrir a un nuevo
Altamirano sólo por la piel morena o el hablar tartajeado; no más justificaciones a la ignorancia acompañada de rutiliante
título universitario, sólo por el afán de tener una obra más en el catálogo, no más a la ingratitud que convierte al hombre
en el cuervo que te sacará los ojos.
El
2006 marcará un nuevo camino editorial. Sufro al pensar cuántos se quedarán en el sendero, pero no es posible cargar con todos
como si fueran inválidos, porque al final de cuentas, lo son de mente y espíritu. Un abrazo fraterno, desde hoy mismo, al
que realmente siente la palabra escrita como el verbo y cree firmemente que una golondrina no hace verano.
Salud en la
nueva ruta.
Dr. Ltt. Fco. Xavier Ramírez S.
EL PEQUEÑO
Y EL SOLDADO
Aquel
día era un día especial; no era como todos los demás, era diferente, era 30 de abril, día del niño. Por eso el pequeño papelerito
corría feliz y confiado, sabiendo que era el día en que se mostraba cariño a todos los niños, el día tan esperado por él,
que a pesar de su corta edad, no tenía a nadie en el mundo.
Es
decir, tenía a sus padres, pero como si no los tuviera. Hacía tiempo que no los veía y no los veía por que le maltrataban.
Y
así, corriendo sobre las nubes de sus felices pensamientos, sorteando los carros que cruzaban raudos por el zócalo, pasó frente
a un edificio grande y bello, un edificio por el que le gustaba pasar: Palacio Nacional.
De
pronto, se detuvo ante la gallarda figura del soldado que se encontraba de guardia y, con su infantil candor, le preguntó:
-
Oye...cuando sea grande podré vestir como tú..? Te ves muy guapo con tu uniforme,
sabes?
-
¡!¿?
-
Por qué no me contestas...?
El
gallardo mílite, con el rabillo del ojo, lo observó pensando:
-
Vamos pequeñín, ¿no sabes que no nos está permitido hablar cuando estamos de guardia? Corre, vete a tu casa, claro que cuando
seas grande puedes vestir como yo.
-
No me vas a contestar...?
Recalcó
el pequeño con los ojos rasados en lágrimas.
-
Ya te hice enojar, verdad...? o es que...tu tampoco me quieres?...te juro que siempre me voy a dormir y tempranito pues...a
trabajar de nuevo...
Y
dentro de aquella alma de acero, enfundada en el orgulloso uniforme, el soldado mentalmente replicaba:
-
Vete pequeño, si te ve el teniente se molestará y quizás te ofenda, vamos...vete..!
Y,
como si adivinase sus pensamientos, el teniente al mando salió y dirigiéndose al muchachito espetó:
-
¡Largo de aquí...no estés molestando...muchacho mugroso...! Al tiempo que amenazaba con golpearlo.
-
Por qué señor..?...estaba saludando a mi amigo...no estoy haciendo nada malo...además...ahora es día del niño...
-
Me importa muy poco el día que sea...largo dije....LARGO!
Y
el pequeñín se alejó diciendo en muy baja voz:
-
Por que nadie me quiere?...por qué no puedo hablar con alguien sin que me grite y me maltrate...?
...mientras
el niño se alejaba...el teniente se sorprendió al dar vuelta y notar que...de los ojos del valiente que no se arredraba para
dar la vida por su patria, rodaban dos lágrimas de desesperación y de cariño.....
NOCHE DE REYES
El
bullicio era atronador; los chiquillos correteaban incansablemente negándose a ir a la cama, ilusionados con ver a sus personajes
favoritos: Melchor, Gaspár y Baltasár, los tres Reyes Magos que año con año les hacían infinidad de obsequios, absteniéndose
solamente con aquellos que se habían portado mal.
Días
antes, en el fondo de la vecindad, tras una desvencijada puerta, una viejecita atiborraba dos grandes tinas con ropa que,
a leguas, se notaba era ajena.
Con
inmenso trabajo, trasladó las tinas al quinto patio y, colocándolas junto a los lavaderos, empezó a fregar.
Así,
fregando y echando jabón y agua, pasó todos esos días. Las vecinas le obsequiaban con una amarga sonrisa, cada vez que pasaban
junto a ella, dejando traslucir sus pensamientos.
Tulita
sabía perfectamente que se condolían de ella. Hacía diez años que su hija muriera en sus brazos, dejando un retoño que ahora
era su adoración...el padre...quien sabe qué fue del padre...
La
víspera de Reyes, Tulita quitó los trastos viejos de la mesa y extendió sobre ella una cobija que delataba la pobreza en la
que vivía. Encendió el fogón, y puso las planchas de fierro encima de las coloridas llamas. Una a una, las prendas fueron
alisadas perfectamente y, tras doblarlas con cuidado, Tulita salió a recorrer media ciudad cargando tremendo bulto.
Por
fin...el cansancio venció a la chiquillería y poco a poco, uno a uno, fueron desapareciendo bajo las raídas cobijas de sus
camastros.
¡Y
amaneció! Si el alboroto del día anterior era fenomenal, el de ahora le superaba con mucho. Todos intercambiaban exclamaciones
de asombro ante los juguetes recibidos por obsequio de "los reyes".
Sin
embargo...dentro de la tremenda barahúnda...se notaba un silencio desgarrador. Alguien faltaba. Se sentía su ausencia.
Era
Betín, el hijo de Tulita. Pero...esperen, quizás aún no se ha levantado. Ya ven que se estuvo despierto hasta muy tarde, hasta
que su "madrecita" regresó agotada por el tremendo esfuerzo que significó lavar y planchar los cerros de ropa ajena y que
quien sabe por qué motivos insistió en terminar esa misma noche.
Lentamente,
picados por la curiosidad, los vecinos abrieron la puerta desvencijada que cubría le entrada del cuartucho.
Esperaban
el momento propicio para lanzar un amistoso grito que levantara a Betín para que viera sus juguetes...juguetes que asomaban
apenas sobre la mesa que sirvió de testigo de la agotadora jornada del día anterior.
Mas...callaron
todos al escuchar un débil sollozo...un sollozo que reflejaba una soledad tremenda.
Y,
al abrir por completo la puerta, observaron a Betín acurrucado a los pies del destartalado camastro en el que yacía frío,
pero con una sonrisa de felicidad, el cadáver de mamá Tulita.
NOVILLERO
Se
hincó ante su madre que, temblorosa le dio la bendición, pensando muy en sus adentros si no sería esta la vez que tanto temía.
Si esta presentación, en la que recibía la alternativa, no sería la última.
El,
silencioso, correspondió con un beso en la santa frente, y se retiró acompañado de los amigos que le alentaban y felicitaban
por la gran oportunidad que, también muy adentro, todos ellos esperaban.
La
viejecita no quiso asistir; no, de ninguna manera, ella sabía perfectamente que una madre o una esposa nunca deben asistir
a la presentación de un torero. ¡Ah, por que su hijo ya era torero!.
Una
vieja amistad de su padre, fallecido entre las cornamentas de un astado, le brindaba la oportunidad. Una oportunidad que de
ninguna manera podría desperdiciar, aunque, como siempre, se siente inseguro, temeroso, falto de confianza.
La
plaza estaba a reventar, se presentaban dos grandes figuras; él, el novillerito que pretendía igualarlos, tembló ante la grandeza
de sus compañeros de suerte. ¡Eran mucha pieza, verdad de Dios!
Tocó
su turno, recibió la alternativa de uno de los grandes, no era cosa de dejarlo mal parado, no, imposible hacer una cosa así.
La gente aullaba por presenciar al nuevo "fenómeno". Unos, esperando ver el nacimiento de una estrella, otros, con el placer
morboso de verlo fracasar o ensartado por uno de los grandísimos cuernos del gigantesco animal, al menos, así lo veía él en
ese momento.
Y
el llamado se repitió, allá como entre sueños, escuchó una voz que decía: "vamos hijo...demuéstrales quien es el chiquillo
de Triana.."
De
pronto, se plantó en el medio de la plaza; no veía a nadie, sólo escuchaba un tremendo murmullo que se convirtió en atronador
sonido brotado de miles de gargantas, cuando se abrieron los toriles.
La
viejecita no se despegó un segundo del reclinatorio que estaba situado al pié de un altarcillo que homenajeaba a la Virgen
de la Macarena. Sus rezos se repetían cansadamente...de pronto, allá a lo lejos, escuchó un clamor...era le gente que salía
de la gran plaza.
Se
asomó a la ventana, ansiosa por saber que pasaba...no podía ser algo bueno, era demasiado pronto para que la corrida terminara.
La
gente corría, unos lloraban, otros gritaban incoherencias que la humilde viejecita no entendía.
El
grueso de la gente se dirigía hacia su ventana...los ojos llorosos no le permitían ver...temía lo peor.
Pronto
llegaron...lo traían sí...la corrida no había terminado, la gente no lo había permitido, simplemente le había levantado en
hombros y le llevaba a su madre...había nacido una estrella!
PAYASIN
El
alboroto de la chiquillería indicaba que Payasín había llegado. Las señoras se reían burlonas del hombre que disimulaba su
harapienta persona pintarrajeándose la cara y haciendo mil muecas que, después de todo, le dejaban algunos centavos que la
chiquillería le aventaba al piso, una vez que él terminaba sus grotescas actuaciones.
La
chamacada se arremolinó en su derredor, mientras él, solemnemente, depositaba en el piso varias destartaladas cajas de cartón,
a punto de desbaratarse, que contenían las mil y un cosas con las que acompañaba sus presentaciones.
Poco
a poco, la gente se fue juntando, formando un cuadro para reírse y olvidarse del diario trajín.
Lo
primero que sacó de entre sus cachivaches fue un muñeco, tan andrajoso como él, pero de una caritilla tierna y dulce que arrancaba
suspiros de su infantil auditorio.
-Vamos
a ver Don Cosme...cómo se saluda?
Y
el muñeco hacía una leve inclinación de su cabeza, mientras abría la inmensa boca manipulado por su propietario, a la vez
que se oía una voz que a leguas disimulaba la entonación de Payasín.
-Buenos
días pequeñines, ya tenía yo ganas de volver a verlos...a ver...cómo han estado..?
Y
la chiquillería respondió a coro: "Bien...bien...Don Cosme.."
En
ese momento, Payasín, a pesar de lo blanco de su pintura, mostró una lividez tremenda en el rostro, en tanto fijaba la vista
en un automóvil último modelo que se detenía a un costado de la multitud, obligando a todos a voltear la cara hacia ese lugar.
Solemnemente,
el chofer bajó del coche, y cumpliendo un elemental deber, abrió la portezuela por la que bajó un joven elegantemente vestido.
Lentamente,
se abrió paso entre la absorta multitud, y tomando de su cartera un billete, lo extendió al payaso que, con los ojos rasados
en lágrimas, rechazó amablemente.
Tras
la nueva insistencia y nuevo rechazo, aquel joven dio la vuelta, abordó su lujoso auto y partió, partió en la misma forma
en que había llegado, silenciosamente, solemnemente.
Una
señora, conmovida por el acto del payaso y conociéndolo, conociendo su necesidad, se acercó diciendo:
-Qué
le pasa Don Ramón..? -nombre real de nuestro humilde personaje- por qué el rechazo de ese dinero que tanta falta le hace...
y por qué esas lágrimas..?
-Por
nada...por nada...
contestó
el payaso, preparándose para hacer reír a la chiquillería.
Otra
persona, en un susurro que alcanzaron a oír muchos de los presentes, dijo a su compañero:
-Llora
el payaso...lora lágrimas reales, por que el que le ofreciera el dinero, en vez de éste, cariño y comprensión debiera darle,
por que al fin y al cabo...es el deber de un hijo para con su padre y éste...éste pobre payaso...es un gran padre!
NOCHE DE ANGUSTIA
Pasaba
el tiempo inexorable, mientras en la hermosa camita la rosa fresca de la familia se debatía entre la vida y la muerte. Los
padres, cabizbajos, lanzaban al cielo un rezo que clamaba angustioso por el restablecimiento de la pequeña.
El
doctor, pocas esperanzas había dado. Las medicinas se amontonaban sobre le buró, como silenciosos testigos de la intensa lucha
por salvarla de la muerte que la ciencia pronosticaba.
Su
respiración era lenta, acompasada; su carita otrora sonriente y cariñosa, presentaba una tranquilidad tan grande como la angustia
de sus progenitores.
La
noche era clara, hermosa, alumbrada por una luna que más parecía alegrarse de la desgracia que sentir pena por la nena. Las
aves nocturnas cantaban a coro una marcha que se antojaba tétrica en esos momentos.
Dos
hermanitos más grandes que ella, acurrucados en un rincón, se negaban a ir a dormir, uniendo sus infantiles rezos a las plegarias
de ellos.
Esperaban
el fatal desenlace en cualquier momento, el doctor, pocas esperanzas había dado.
La
madre, anegada en lágrimas...el padre, con el entrecejo fruncido por la impotencia, y el corazón contrito por la pena.
Poco
a poco, el silencio fue haciendo presa de la noche, y solo a lo lejos se oía el croar de viejas ranas que anidaban en el estanque.
Una nube compasiva tapó la luna, que lanzó un gesto de desagrado.
Su
respiración era acompasada, lenta, su carita otrora sonriente y cariñosa, presentaba una tranquilidad tan grande cómo la angustia
de sus progenitores.
El
Doctor...había dado pocas esperanzas... la medicina seguía en el buró.
Así,
lentamente, se fue muriendo; poco a poco, como quien no quiere irse y se despide muchas veces. Como quien tiene miedo de lo
que pueda pasar.
Una
cortina de luz empezó a bañar el alféizar de la ventana, la obscuridad ofrendaba su vida...la ofrendaba lentamente, como quien
no quiere irse y se despide mucha veces. Como si en el cielo alguien cediera ante los rezos de padres y hermanos. Como si
fuera un intermedio común y corriente. Como si la vida fuera tan fácil de conceder.
Así
la noche se fue muriendo lentamente, como quien no quiere irse y se despide muchas veces.
El
sol, en lo alto, daba testimonio del milagro, reflejándose en los ojos de la nena, en la sonrisa temblorosa de los padres,
en las lágrimas felices de los niños.
Así,
lentamente, abrió los ojos, como quien no quiere irse y determina no hacerlo. El doctor...el doctor...ya está olvidado.
LA CUNA FIEL
Vivía
en las entrañas de la tierra y cierto día, las manos del hombre le sacaron para purificarla. Las altas temperaturas a que
fue sometida le templaron el carácter y le hicieron fuerte a los embates naturales.
Por
último, las mismas manos le dieron forma en el yunque forjador y la hicieron esbelta y resistente, para que más tarde, un
artífice del metal creara con ella un mueble, un mueble destinado a vigilar el descanso de la ternura hecha hombre, del futuro
del mundo: un bebé.
Sí,
aquel metal que estaba bajo tierra, ahora era la amorosa cuna que cobijaba a un pequeñuelo de sonriente faz, que por desgracia
había ido a parar a aquel orfanatorio, un pequeño frágil pero hermoso varoncito enérgico, que mostraba su templanza desde
tan temprana edad.
Una
madrugada, la tierra se cimbró, ríos enteros saltaron de sus cauces, grandes montañas se desgarraron, la ciudad entera clamaba
piedad al cielo, mientras sus edificios, otrora fuertes y seguros, se desmoronaban como castillos de naipes.
En
el orfanatorio, el caos no era menor, las estanterías con pequeña ropita y biberones escandalizaban al caer por los suelos,
los bebés lloraban, y enfermeras y afanadoras se lanzaban en loco correr a la calle, poseídas por el pánico, olvidando en
su desesperación a todos aquellos infantes que quedaban a su propio riesgo, un riesgo tan frágil como el del cristal más puro
y delgado.
Sin
embargo, la cuna no se inmutó y, tras hablar con sus compañeras, trazó el plan a seguir....pasaron las horas, la calma renació
entre la población y se empezó la penosa tarea de rescatar a muertos y heridos.
Alguien
recordó el orfanatorio y, en unión de muchos más, bajo la guía del conserje del mismo, llegó hasta los escombros; ¡oh desolación!
El techo habíase derrumbado, mas cuando se iban a retirar desconsolados, escucharon el llanto de un pequeño.
¡Vive...vive...!,
gritaron a coro, y el conserje, hombre maduro y arriesgado, se lanzó entre los escombros para encontrar que, sosteniendo el
techo desplomado, protegiendo la vida de cien pequeños, estaban brazo con brazo y a punto de ceder, la cuna fiel en unión
de sus compañeras.
(En
recuerdo al milagroso suceso en el que cien bebés se salvaran, durante el terremoto de Managua, gracias a que sus cunas pudieron
sostener el peso de la loza desplomada)
POESIA
-Sabes
madre? -Pensaba la pequeña- te voy a hacer un poema!
-Un
poema que diga lo que tú eres, que diga cómo me duermes en tus brazos cantando quedamente.
-Un
poema que diga como observas mi incierto caminar, y el color de tus mejillas cuando escuchas mi llanto.
-Un
poema que cante a la vida el glorioso esplendor de tu cabello, frágil y claro, con el que juego cuando me cargas.
-Un
poema para ofrecerte algo de lo mucho que me has dado desde antes de conocerte, para recompensar en parte tu dulzura y amor,
tu dedicación y esfuerzo, tu placer y sufrimiento.
-Un
poema plagado de sentimiento, desbordante de cariño, rebosante de infantil agradecimiento.
-Un
poema en que se fundan tu vida y la mía, para volver a ser una, para no separarnos jamás.
La
madre, que le miraba embelesada, extendió los brazos y, adivinando el pensamiento de su pequeña, dijo:
-Dime
amor mío...que piensas? Dilo sin miedo que yo sé comprender tus ansias, que cada palabra tuya es un poema.
Y
la pequeña, al tiempo que era alzada de la acogedora cuna, balbuceó su poema glorioso:
-Ma....má....!
LLAMAS DE CARIÑO
La
casita, si a eso se le podía llamar así, era de cartón corrugado y pintado con chapopote. Estaba enclavada en una de las populosas
colonias perdidas de la gran metrópoli y, aunque humilde, en ella reinaba la paz y el cariño.
Eran
sus habitantes una familia venida del campo, que abandonara las tierras de labor con la esperanza de encontrar una nueva vida.
La formaban él, ella y sus cuatro pequeñines a quienes prodigaban todo el amor que sólo padres como ellos pueden dar.
Aquellos
cuatro retoños eran la fe en el futuro de los amorosos padres y el motivo gigantesco de su titánica lucha, eran, en sí, la
vida misma de la feliz pareja.
El,
dedicado a la dura tarea de la albañilería, ella a la difícil tarea del cuidado del hogar; ellos, aprovechaban profundamente
la alegría de sus primeros años de vida.
Pero...la
existencia es injusta y se ensaña con mas acritud en donde la humildad es más grande, aunque más feliz.
Una
tarde, cuando ella llevaba alegre la comida a su cumplido cónyuge, al llegar a la obra en turno que fuese santuario del trabajo
de él, alcanzola una vecina que, a gritos, comunicábale que su paupérrima pero limpia vivienda, era pasto del fuego.
Corrió,
corrió con el corazón apretujado por la angustia y, sin decir más, se lanzó entre las llamas, de donde sacó, uno por uno,
a sus amados hijos; pero no eran sólo ellos los que le preocupaban, eran también las escasas pertenencias que poseían.
Mientras
tanto, avisado de la desgracia, él llegó en el momento en que la débil casucha se derrumbaba y, con la misma devoción que
ella mostrara para con los pequeños, se arrojó entre las ruinas para quedar, en postrero abrazo, unido para siempre con su
amor.
EL ZAPATITO TRISTE
Diariamente,
Arturín se levantaba temprano para ayudar a su tío a repartir el periódico. Diariamente, se ponía sus pantalones viejos, pero
muy limpios, tanto como la camisa blanca que a todas horas conservaba su blancura.
Diariamente,
se lavaba la carilla de pillo, se alisaba perfectamente los cabellos con el peine, y se ponía el raído suéter.
Pero
un día, cuando estaba a punto de salir de su casa, sintió que uno de los pies le molestaba, por lo que se detuvo a revisar
si alguna piedrecilla se le había colado. No, en el interior del zapato no había nada.
Poco
más adelante, volvió a sentir la molestia, sólo que en esta ocasión era en el otro pié. "Vaya, que raro, -pensó Arturín- que
será?"
Repitió
la operación anterior, esta vez con el otro zapato y...al igual que la primera vez, nada, absolutamente nada.
"En
fin -dijo encaminándose a su trabajo- ya Dios dirá". Sin embargo, durante toda la mañana, las molestias se estuvieron repitiendo
a intervalos en los que él revisaba y volvía a revisar sus zapatitos, sin obtener respuesta al misterio.
Por
la tarde, ya libre y con deseos de jugar, tras haber ingerido sus alimentos, salió a reunirse con sus compañeros de travesuras,
pero....¡oh desgracia!...las molestias se repitieron constantemente, por lo que no pudo estar tranquilo.
Llegada
la noche, le informó a su mamá lo que había pasado todo el día.
"Que
raro, -afirmó la madre- mañana no vas a trabajar, te llevaré con el médico".
Cuando
habían apagado la luz, entre la penumbra, escuchó unos débiles sollozos. Prestando atención hacia el lugar de donde salían
estos, descubrió que provenían de debajo de su camita.
"Quien
anda ahí? -Susurró temeroso Arturín- salga inmediatamente!".
Y
uno de sus zapatitos se adelantó para que él pudiese verlo, diciéndole: "Soy yo, querido amito, lloro por que me encuentro
muy triste".
Arturín,
sin salir de su asombro, increpó: "Y por que estas tan triste?...acaso te maltrato demasiado?"
-"No
amito, caminas poco y eso me hace duradera y descansada la vida...pero...tu tienes toda tu ropita limpia, te aseas diariamente...pero...a
mí...a mí me olvidas...no me aseas y eso me acaba más rápidamente, lo que me hace duro y molesto, aparte de que mi esfuerzo
es mucho mayor y me obliga a maltratar tus piecitos que son, para mí, lo más hermoso del mundo".
El
pequeño, cuidando de no ser visto, enjugó una lágrima, y prometió al zapatito: "Desde mañana te asearé cuidadosamente, y no
permitiré que te maltraten piedras ni objetos que me gusta patear. Cada mañana ayudaré a prolongar tu vida con la crema y
la grasa que distribuiré ampliamente con la ayuda del cepillo y una pequeña brochita.
Desde
mañana, serás mi primera tarea a realizar".
Y
el zapatito, satisfecho, regresó a su lugar cesando al momento los sollozos que...aquí entre nos...no se volvieron a escuchar.
VIDA DE PERROS
Que
qué vida llevan los perros?...pues verán, algunos opinan que muy cachetona, otros que de la patada. En parte, estos últimos
tienen la razón; sino, recuerden aquel dicho que dice: "al perro más flaco de le cargan más las pulgas".
Pero,
veamos realmente lo que sucede. De todos los perros del mundo sólo unos cuantos tienen la suerte de contar con una cómoda
casa en la que es el "amorcito" de los niños, y el mejor amigo del hombre; la mayoría, la inmensa mayoría, viven en la miseria,
durmiendo en el quicio de un zaguán o entre los arbustos de un solitario parque. Por las mañanas, muy temprano, pululan en
los alrededores de los mercados, las carnicerías y otros lugares en los que tienen la esperanza de encontrarse un alma caritativa
que les dé un mendrugo, o la suerte de poderse robar, sigilosamente, un buen bocado.
En
las temporadas de frío, ni quien se acuerde de ellos, pero en la de calor se le vienen encima los humanos pretextando que
pueden padecer hidrofobia.
Realmente,
viven solitarios de cariño; los únicos representantes de la raza humana que les dan una que otra muestra de amor son los niños,
siempre y cuando no lo note algún familiar de la criatura; si esto llega a suceder, tienen que salir huyendo, so pena de ser
azotados e insultados, sólo por haber recibido una pequeña muestra de afecto.
Que
los canes son peligrosos?, vamos..! pero si las más de las veces ellos son los que se asustan al paso de un desconocido; pero
la desgracia se cierne sobre la raza canina; ese titubeo al toparse en la calle con un humano, la mayor parte de las ocasiones,
es tomado como un pretendido ataque. "Maldito perro salvaje, vio usted como me gruñó, si no me ve tan decidido estoy seguro
de que me muerde"...ja...el pobre can ruega por no volver a toparse con ese "asustado" hombre.
Pero
en fin, la vida es cruel y hay que admitirlo; la raza canina tiene fe en que algún día puede ser, verdaderamente, el mejor
amigo del hombre.
Que
piden?. Bueno, el pliego petitorio consta de los siguientes puntos: 1o.-Que se acaben las desconfianzas existentes. 2o.-Que
se termine con la persecución arbitraria de que son objeto. 3o.-Que no se continúe con la discriminación efectuada al colocar
en sus cuellos una denigrante placa... y 4o.-Que cada familia se haga cargo del cuidado y manutención de un can, cuando menos.
En suma, poca cosa en realidad.
Que
ofrecen? Algo que los humanos buscan desesperadamente. Algo que gobiernos enteros piden a gritos. Algo que pretenden obtener
de ellos mismos y creo que nunca lograrán obtener: mutuo entendimiento, cariño, comprensión y, principalmente: protección
y amistad!
O
es que hay alguien más fiel que un perro? Los mismos humanos lo dicen en su dicho aquél: "Es fiel como un perro".
¡Ahh!,
que quién soy yo para meterme en estas cosas?... bueno...les diré...caray, lo siento, la próxima vez tendremos mayor oportunidad
de platicar, por lo pronto me voy por que ahí viene la perrera y no pienso pasar la noche en Salubridad..!....Cháo..!
¡¡¡MENTIRA!!!
¡¡¡Mentira....mentira...!!!
¡A mi papacito no se lo llevaron por ratero, no, se lo cargaron los méndigos de la judicial por que los vio feo..!
Así
gritaba Pedrito a sus compañeros de escuela, mientras sus voces se elevaban mas aún, burlándose de su tragedia.
Dos
días antes, cuando su padre, un obrero honrado y trabajador, regresaba de la fábrica en la que dejaba sus pulmones por un
mísero salario, le detuvieron dos hombres de mirada dura y aspecto siniestro.
-Quiúbas
guey...que armas portas..? -díjole uno de ellos.
-Ninguna,
acabo de salir de mi trabajo...por qué?
Contestó
molesto por la actitud de los facinerosos.
-Chale
tarugo...que estas hablando con la autoridad..!
-Autoridad..?
Identifíquense y díganme de que se me acusa... -exigió con todo su derecho el obrero.
-Por
lo pronto, de faltas a la autoridad, resistencia a particulares... y a ver que otra caraja cosa se nos antoja... guey!
-Párele...párele...yo
no he hecho nada!
-Me
vale...pa empezar cáite con lo que traigas guey..
Y
sin más, entre golpes y jalones, los dos "autoridades" le subieron a la patrulla, mientras venían corriendo a alcanzarle su
mujer y su hijo.
-Señores...por
favor...! clamaba suplicante la señora.
-Usté
cállese vieja méndiga o también nos la jalamos!
Acusación?...Ninguna!
Simplemente, había que demostrar que ellos eran la "autoridad" mientras un niño sufre las burlas de sus compañeros de escuela.
Poco
después, Pedrito habría de dejar la escuela, y no tanto por las burlas de que era objeto, no, sino por que había que trabajar
muy duro, sí, trabajar muy duro para sostener a la familia y juntar un chorro de pesos que "la autoridad" exigía para soltar
a su papacito, por que...no era cosa de permitir que cualquier buey ciudadano le faltara el respeto a la ley.
Y
mientras Pedrito llevaba a cuestas una pesada canasta, su mente mascullaba:
-Pronto
seré grande, pronto seré grande y todos me las van a pagar...todos!....todos!
EL SUEÑO
Entre
la obscuridad de la casa, brotaban voces de enojo, y entre ellas, la vocecita del pequeño que imploraba:
-Pero
papacito... por que me pegas?...te juro que yo no lo hice...fue mi primo el que tomara ese dinero...
-......
-Sí,
ya sé que lo merezco...pero...no acaso me prometiste llevarme con ustedes?...por que me dejan siempre?....si yo estudio a
todas horas..
-.....
-Gracias
por el traje de mi graduación, querido padre...sólo que te olvidaste que fue hace mucho....se te ha subido el dinero a la
cabeza?
-....
-Jamás
regresaré a la casa...tu actitud indolente me sacó de ella....no...no quiero tu dinero...
-Cuántos
consejos me llegaste a dar?....que yo recuerde, ninguno.....sólo golpes con los que desahogaste tu furia...furia encendida
por otros, no por mí....
-Quién
fue?....lo conocí en foto....no, no te preocupes, ya no lo recuerdo....sí, si lo sé....
-Por
qué no voy a verte?...parafraseando a mi hermana diré: Algún día lo sabrás....no, no te enfurezcas...ya todo ha pasado...
-Qué
importa si ya está hecho...quizás con el tiempo....recuerdas cuantas cosas prometiste hacer conmigo?
-Por
fin...ataco o no ataco....callo o no callo....acuso o no acuso...persiste la misma conveniencia?
Y,
cuando más bruscamente se agitaba el hombre que dormía, oyó una vocecita:
-Papá...papá...estás
dormido?
-No
hijita, para ti nunca, sólo soñaba tonterías....
EL SABLE DEL ABUELO
Todo
para el pequeño era terrorífico, se espantaba con la más leve sombra que miraba a su alrededor. Su vida era un eterno caos
y cualquier ruido fuera de lo normal, lo desquiciaba.
Un
día, al notar su turbación, la abuela le habló:
-Mira
hijo, en esta vida todo es sobresalto, pero también es alegría y no debemos tener miedo de enfrentarnos con nada.
-Sí
magüe, pero a mí me da mucho miedo todo, muchísimo miedo.
-Te
voy a platicar algo, si me prometes guardar el secreto.
-Sí...sí...te
lo prometo...
-Como
tú lo sabes, tu abuelo era General...
-Y
como se veía guapo con su uniforme...
-No
interrumpas...era un general muy estricto y muy valeroso. Siempre defendía a todo el que sufría y nunca negó su ayuda a nadie.
-Pero
mi abuelito murió hace mucho tiempo mágüe...y...yo no tengo a nadie que me defienda..
-Muchacho
tonto... no le dije que le iba a contar un secreto?
-Si...
Entonces
escúcheme bien por que no repito lo que digo...
-Sí...sí...
-Tu
abuelo está meritíto atrás de ti...
-Atrás
de mí...?
-Sí...atrás
de ti y con su sable en la mano preparado para defenderte a toda hora, por que....él me prometió, antes de morir, que siempre
estaría presto a hacerlo y...como tú sabes...él siempre cumplió su palabra.
Y
desde entonces, cada vez que el pequeño tenía miedo, recordaba a su abuelito, sable en mano, presto a defenderlo de cualquier
desgracia.
Pasaron
los años y ahora, siendo ya un hombre, siempre que tengo temor de algo, o me siento intranquilo, lo recuerdo y su recuerdo
me tranquiliza.
Que
un hombre no debiera creer en esas cosas?...quizás... pero...¿alguien tiene un abuelo que, sable en mano, esté presto a defenderlo?
LA GOTITA DE AGUA
Una
pequeña gotita de agua, a quien llamaremos Pitusa, se deslizaba feliz por el alero de un tejado, dejándose caer entre risas,
a todo lo largo de la canal que desembocaba en un viejo barril.
Ahí,
se reunió con sus hermanas y, mas tarde, con la ayuda del hermano sol, emprendía un largo viaje al cielo, para formar parte
de una bellísima nube.
Alborotando
como cualquier pequeñuelo lo suele hacer, poco después caía emocionada sobre los frescos campos de su patria, en donde ayudaba
al crecimiento y frondosidad de la simiente, pasando del suelo a sus raíces, transportada por el tallo hasta la diminuta hoja
en la que brotaba como una gota de rocío.
Pitusa
estaba contenta con su labor; era joven y hacía todo con alegría y desenfado. Si le correspondía caer en una calle asfaltada,
en donde se concretaba a esperar al hermano sol para regresar prontamente al firmamento, no le importaba; si esta vez le correspondía
saciar la sed de algún humano, tampoco le importaba; consideraba todas y cada una de sus misiones como la mas importante.
Pero
pasó el tiempo y Pitusa, la gotita de agua, empezó a sentirse mal; todo lo agobiaba, se veía andrajosa y, poco a poco, dejó
de importarle su trabajo.
Un
buen día, cuando se encontraba formando parte de un ancho y profundo río, se sintió elevada, junto con algunas de sus compañeras
que, por cierto, estaban en el mismo estado que Pitusa, para ser depositadas en un curioso frasquito.
De
pronto, una luz cegadora las envolvió y un lente de aumento se les acercó hasta casi tocarlas.
-No
sirve, está totalmente contaminada- escuchó que decían unas voces humanas.
Y
sin decir más, sintiendo el odio más profundo por la raza humana, Pitusa, la gotita de agua, lloró, lloró como ni el mismo
hombre lo hace, lloró por que sabía que había llegado su fin.
Sin
embargo, aún tuvo aliento para clamar:
-¡Necia
humanidad que creéis ser eternos! Que no comprendéis que al morir yo, mueren conmigo millones y millones de mis compañeras,
gotitas de agua que con el tiempo forman caudales que sirven para el bien y para el mal, gotitas de agua que poco a poco se
volverán inservibles, hasta que la humanidad llore por ellas y a falta de ellas muera.
!Vamos...acaben
con nosotros, que es tanto como acabar con ustedes mismos! ¡Háganlo sin pensar en el futuro y verán la sorpresa que se llevan!
Y
exhaló el último suspiro, sin saber que al mismo tiempo partían con ella aire, bosques, flores, la naturaleza entera....!
ATROPELLADO
Corría
veloz en pos de la pequeña pelota de esponja que había comprado con el producto de la venta de una cajita de chicles; era
tanta su felicidad que, al atravesar la gran avenida, descuidado por el reflejo de la alegría, olvidó los raudos vehículos
que transitaban a lo largo de ella y, allá a lo lejos, alcanzó a escuchar:
-Cuidado
pequeño... cuidado!
Tras
el grito tardío, el feroz golpe que lanzó su frágil cuerpecito varios metros adelante, cual pluma levantada por el caprichoso
viento.
Enmedio
de atroces dolores, el pequeño presintió la muerte, y recordando lo que escuchara decir en una ocasión a su abuela, meditó
y pensó en ponerse bien con el Creador.
-Aquella
vez que tiré el jarrón al suelo...no, eso no es un pecado..
-Niño,
te sientes bien?
-Ya
llegó la cruz..
-Ya
sé...cuando tomé los diez pesos del bolso de mamá...no, tampoco, fue una travesura infantil..
-Válgame
Dios, no recuerdo de momento....quizás...sí, el golpe que le di a mi hermanita y con el que le saqué sangre....pero...eso
fue sin querer...
-No
lo muevan...no lo muevan...
-Dime
pequeñín...quieres algo?...le avisamos a alguien..?
Y,
volviendo en sí, trabajosamente, balbuceando repuso:
-No
señora, no tengo a quien se le avise, gracias, y no, no necesito nada....hasta donde recuerdo...estoy bien con El..
Y
cerrando los ojos...se fue de este mundo sin ver las lágrimas de los que le rodeaban y que, sin conocerlo, ya lo amaban...
PETICION
Una
viejecita que habitaba una pequeña choza, fabricada con cartón en una de las colonias populares de la periferia de la ciudad,
al levantar una hoja de periódico que arrastró el viento, leyó atentamente con la media luz del farol callejero: "Visita el
Sr. Presidente nuestra ciudad".
De
pronto, su carilla arrugada se iluminó y apretando la ajada página noticiosa, caminó lo más rápido que sus piernas se lo permitieron,
en dirección a su hogar.
-Por
fin- pensaba agitada- por fin podré hablar con él.
Y
con cierta desesperación, de entre las sucias ropas de un viejo baúl, sacó unos amarillentos papeles que ostentaban en las
descoloridas hojas, varios sellos "oficiales".
Era
la viuda de un hombre que había ofrendado la vida por su patria, dejándola desamparada a ella y a sus tres pequeños que, de
hambre y frío, fueron muriendo uno a uno, quedando más sola que nunca.
La
noche se le hizo eterna; al amanecer, vistió sus mejores galas, y fue al crucial encuentro.
La
gente abarrotaba materialmente las calles, pero ella encontró la forma de acercarse a la tribuna en que el Presidente contemplaba
absorto el ceremonioso acto que se efectuaba.
-Señor
Presidente....señor Presidente...por favor... -gritó, cuando unas manos jóvenes y fuertes le detuvieron en su intento de subir
a la tribuna.
-Calma
abuelita...calma. El señor Presidente no puede atenderla ahora. Vamos, retírese por favor..
-Pero
es que necesito hablar con él...lo he esperado por años...
-Lo
siento abuelita, vaya a México, a la capital...ahí le atenderá gustoso..
-Señor...por
favor, sólo son unas palabras; yo no tengo dinero para ir a la capital...déjeme hablar con él...
-Bueno
señora...se retira o llamamos a la fuerza pública para que la detenga....
-Detenerme..?
Por qué..? Si sólo quiero hablar con el señor Presidente...!
Mientras
tanto, la ceremonia tocaba a su fin y la gente se arremolinaba en torno a la tribuna, de la que bajaban tranquilamente el
Presidente y su comitiva.
-Señor,
por favor, déjeme hablarle, soy viuda de un héroe.
-Ya
basta de cuentos...lárguese a pedir limosna a otro lado. Ustedes piensan que con acercarse al Presidente tienen solucionados
todos sus problemas; Vamos... largo de aquí!... que ya perdí mucho tiempo con usted...-y sin decir más se alejó en dirección
a una larga cola de autobuses, en el primero de los cuales se había subido ya el Presidente.
La
viejecita, abriéndose paso a codazos, se acercó al camión al tiempo que éste arrancaba.
-Señor
Presidente...señor Presidente...quiero hablar con usted...por favor...se lo suplico...soy parte de su pueblo...
Pero
el autobús, con un ronco rugir, se alejaba más y más de la ancianita que perdiera a su marido y a sus hijos por legarnos una
patria mejor.
-Señor
Presidente...señor presidente....
CHICLETCITO
Joven...
-decía cándido el pequeño al tiempo que ofrecía su modesta mercancía- ...no quiere usted un chicle?
-No
niño, no estés molestando -contestaba airado el presunto cliente.
-Señora,
cómpreme una cajita de chicles...sí?
Insistía
el displicente chiquillo con otra persona que tomaba despreocupada un humeante café en la mesa del lujoso restaurant, acompañado
de dos amigos.
-Por
qué no asistes a la escuela en vez de molestar con tus vulgares chicles niño? -espetaba como respuesta negativa, a la petición
del niño, la orgullosa dama.
Y
así, recorría diariamente todos los negocios del centro en donde, a duras penas, vendía algunas cajillas apenas suficientes
para comprar la siguiente caja.
Anochecía
cuando se acercó al niño un hombre de edad madura.
-Vendiste
algo? -exclamó furioso.
-Sólo
diez pesos....-contestó el niño.
-Pues
tráetelos que son p'al gasto -ordenó al tiempo que se los arrebataba de las infantiles manecitas, alejándose después mientras
decía rabioso:...y no intentes acercarte a la casa si no acompletas la venta!
Era
medianoche cuando una desvelada pareja observó que un niño, de escasos seis años, se acomodaba en el quicio del portón del
Departamento del Distrito Federal, y jalaba una arrugada hoja de periódico para
taparse mientras, con lágrimas en los ojos, extraía dos pastillas de chicle que substituirían el alimento cotidiano.
La
pareja lanzó un suspiro y, moviendo la cabeza, se alejó lentamente, abrazándose para cobijarse del intenso frío.
ZAPATITOS ROTOS
Vino
corriendo a recibirme, con los bracitos abiertos y el grito de ¡papá! en la boca, como lo hacía cada vez que yo llegaba.
Le
levanté en mis brazos, como también lo hacía día a día, y recibiendo un beso de su tierna boquita, sentí sus manitas acariciar
mi cara.
-Papito....ira...papo...pompas...si?
Decía
en su media lengua mientras me enseñaba sus zapatitos, rotos efectivamente, pequeñas
víctimas de sus travesuras, crueles verdugos de la coloreada pelota a quien perseguían por todo el patio.
-Sí
mi Riqui, mañana te los compro -dije riendo de la ocurrencia.
Y
al otro día, pude saber lo que significa un par de zapatitos nuevos; un humilde par de zapatitos que, indudablemente, llevarían
el mismo destino que sus antecesores.
Todavía
no bajaba la cajita en que venían, cuando él ya sabía lo que era.
-Papito...papos?
Sí...papos? -reclamaba a la par que arrancaba de un tirón la envoltura.
Su
carita irradiaba felicidad, una felicidad que nunca imagine ver en alguien y menos tan pequeño.
Alzaba
un zapato en cada mano, sonriendo victorioso a sus hermanos, enseñándoselos alegre a su madre y bailando sobre sus aún colocados
zapatitos viejos.
Mas
tarde, alguien le puso los nuevos y, ejemplo de ternura y agradecimiento, guardó los viejos amoroso en su cajón...para salir
corriendo tras la coloreada pelota que daba tumbos en el patio.
-Cuántos recuerdos se agolpan en mi mente, ahora que estas lejos, eres hombre y tienes la virtud de comprarte tus propios
zapatos-
TRAS LA PELOTA
Era
que se era una bella pelotita a la que llamaremos "Bolina"; era redonda, de una redondez hermosa, con grandes dibujos en toda
la superficie, y brillantes colores que podían hacer la felicidad de cualquier pequeñín.
Bolina
veía feliz las caritas de cuanto niño se acercaba al inmenso estante que la sostenía gallardamente para su demostración.
Sin
embargo, en su interior latía con fuerza el deseo de pertenecer a cualquiera de los infantiles rostros que se acercaban a
ella, de estar en sus manos, de servir como medio para arrancar una carcajada vocinglera que le manifestara que cumplía con
su misión en esta vida.
Una
noche, entre la obscuridad en que se encontraba el gran almacén, se oyó un suave repiquetear de campanillas, un tín-tín que
obligaba a abrir los ojos y contemplar una escena maravillosa.
Bolina
notó que era la única que escuchaba y veía la esplendorosa aparición. Una bella
dama, envuelta en finas gasas, se fue materializando lentamente, al tiempo que se acercaba a la fina pelotita.
-Soy
el Hada Nizarindani, la protectora de la niñez, y te he escogido para que acompañes a uno de mis amiguitos- dijo la bella
aparición.
-Gracias
hermosa señora -contestó Bolina asombrada- ten por seguro que haré todo lo que esté en mi redonda figura para hacerle feliz.
-Sólo
tengo que enterarte antes de lo siguiente -manifestó el hada- tu deber principal es proteger la vida de tu dueño, aún a costa
de la tuya, y para esto, es menester que prestes el juramento sagrado ante el Rey de las Pelotas.
-Ahora
mismo, si es preciso...-dijo Bolina- vamos, cumpliré con mi deber.
Y
tras larga caminata, llegaron al Reino de las Pelotas en donde, como se lo indicara el Hada Nizarindani, Bolina prestó solemne
juramento ante el rey de su estirpe.
Al
abrirse la tienda de nueva cuenta, Bolina pensó que había soñado cuanto narramos anteriormente; sin embargo, ante su asombro,
un pequeño de escasos seis años se acercó con sus padres y pidió que Bolina fuera suya.
Así,
Bolina llegó a ser propiedad de aquel pequeño que, por su mala costumbre, jugaba con ella en el centro de una gran avenida,
en el medio del camellón que la adornaba.
Bolina,
naturalmente, vivía en un constante sobresalto, ya que recordaba perfectamente el juramento emitido ante el Rey de las Pelotas.
Un
buen día, un amiguito de su dueño le pateó con demasiada fuerza y Bolina botó fuera del camellón, asustándose tremendamente,
pero su espanto aumentó cuando observó, con el rabillo del ojo, que su pequeño dueño se lanzaba tras ella sin tomar en cuenta
la avalancha de automóviles que se venían encima.
Bolina,
en un acto desesperado, rebotó en la defensa del primer coche que avanzaba y fue a caer en las manos del pequeño, salvándole
así la vida.
-Fiuuuu...
-respiró Bolina- de la que nos salvamos. Pero es necesario que hable yo con el Hada Nizarindani. Esto no puede continuar así.
Ojalá pudiera yo comunicarme con ella...
-Dime
cual es tu preocupación -contestó a sus pensamientos una bella voz- Que es lo que te pasa Bolina?...para qué quieres hablar
conmigo?
-Verás
bella señora, mi pequeño dueño tiene la costumbre de jugar conmigo en el camellón en que nos has encontrado en este momento,
y, por lo consiguiente, su vida y la mía están en un constante peligro.
-Y
que es lo que propones que se haga?
-Bella
dama, concédeme el don del habla para poder comunicarme con el pequeño y sus padres, por favor, dame tan sólo unas horas.
-Séa
pues lo que pides. Tienes de hoy a mañana para que hables con ellos... -contestó la hermosa Nizarindani que, sin decir más,
desapareció entre un intenso aroma a lilas.
-Psstt....pssstt...Carlitos...aquí...soy
tu pelotita...-chisteó.
El
pequeño Carlitos, asombrado, se acercó.
-Hablas...mi
pelotita habla! -gritó entusiasmado- mi pelotita habla!
-Vamos...
vamos...-señaló Bolina- no armes tanto escándalo y escúchame. No te has dado cuenta de que si juegas conmigo enmedio de la
calle corres el riesgo de perderme? -Indicó sapiente la pelotita- Te gustaría que un coche me apachurrara y ya no tuvieras
con que jugar?
-No!...de
ninguna manera -contestó Carlitos- yo quiero que tu sigas jugando conmigo siempre...eres muy bonita.
-Entonces...por
qué jugar en donde corremos peligro los dos? Por qué no mejor corretear en un parque...o en el patio?
-Por
que tu sabes que papá no lo acepta... y mamá no me soporta dentro de casa.
-Vamos,
llévame dentro que quiero platicar con tus padres -ordenó Bolina.
Y
el pequeño Carlitos así lo hizo. Una vez dentro, tocó la oportunidad de que papá acababa de llegar y estaba platicando con
mamá.
-Papá...papá...
-clamó el niño- mi pelotita quiere hablar con ustedes.
-Vamos
hijito, vete a jugar afuera, no ves que papá viene cansado? -contestó la señora.
-Tanto
que no le importe la vida de su hijo, -dijo Bolina entre molesta y gruñona- o... es que no lo quiere?
Ante
tal exclamación, los padres de Carlitos miraron asombrados a Bolina.
-Pero...pero...
hablas... ¡una pelota que habla!
-Una
pelotita que tiene la obligación de velar por la vida de su hijo -señaló nuestra redonda amiga.
-Cómo
dices? -Preguntó mamá- que la vida de nuestro hijo peligra?
-Sí,
peligra a diario y durante todo el día...y todo por que a ustedes les importa más un rato de tranquilidad...por que prefieren
que él juegue en la calle a escuchar risas plagadas de una felicidad que debiera ser la felicidad de ustedes. Por que a pesar
de quererlo, le ponen en manos de la muerte. Por que prefieren mandarlo a jugar afuera que llevarle a un parque.
Y
así, horas enteras, Bolina y los padres de Carlitos platicaron, mientras éste dormía tranquilamente.
Al
otro día, Carlitos correteaba feliz por un inmenso parque, tratando de alcanzar a Bolina que, silenciosamente esta vez, lanzaba
una mirada de comprensión a los padres.
Y
desde arriba, en el reino de las pelotas, el Hada Nizarindani y el Rey, preparaban una gran fiesta para la responsable pelotita.
EL PECADO
Cuando
la vi, palideció; sus escasos cuatro años no le permitían ocultar su culpabilidad. Me llamó la atención su rubor; el temblor
de sus mejillas y la caída lánguida de sus párpados, la delataban.
Me
acerqué silencioso y le di un beso. Mesé su fino cabello y, sin el menor asomo de enojo pregunté:
-Qué
pasa reinita?...te regañó mamá?
-No
-Te
caíste jugando...?
-No
-¡Ya
sé...-dije festivo- te enojaste con alguno de tus hermanitos..!
-No
Temerosa,
pero decidida, me tomó de la mano y se encaminó al mueble del comedor en que guardábamos los dulces que les dábamos ya como
premio, ya por gusto.
-Me
comí los chocolates que guardaba mamá..
-Vamos
mi reina, y por eso tu carita mostraba temor..?
-Sí...por
que me dijo mamá que me pegarías por esto.
Y
abrazándola recordaba cada vez que llegaba mi padre. Cada vez que temblaba...cada vez que me fui alejando más de él.
Recordaba
que lo había perdido y él...él me había perdido a mí...y yo...yo de ninguna manera quiero perder un hijo, por que un hijo
es lo más bello del mundo...lo más sublime...la vida misma rediviva...el futuro...la eternidad.
Y
estreché más mi abrazo, como si quisiera fundirme en uno con ella, como si con abrazarla pudiera decirle que nunca le daré
motivo para que se aleje de mí...como si en ese momento ella se fuera a ir...como si nunca le fuera a ver mas...
Usted...usted
cambiaría a su hija por una caja de chocolates..?
Yo...yo
compraré mil cajas más de lo que sea con tal de no perderla, por que al fin y al cabo...ella...soy yo!
GRANITO DE CAFE
Cafetín
era un granito de una planta cafetalera, perteneciente a una finca de Córdoba, Ver., que había nacido fuerte y vigoroso.
Entre
la populosa población granífera se comentaba ampliamente el tema de su destino; por principio, todos estaban orgullosos de
haber nacido en ese lugar.
-Oyeron
lo que dijo últimamente el patrón?
-No,
que dijo?
-Pues
que el gobierno le había dicho que estabamos destinados a dar gusto al paladar refinado de la mesa mexicana.
-Hombre,
pues yo me sentiría orgulloso de lograr llegar a la humeante taza de una familia mexicana humilde...
-Yo
no...-gritó veleidoso grano- yo debo estar en la de un hombre grande, político o millonario; ellos sí saben apreciar nuestro
sabor!
-Momento
-clamó Cafetín- sea donde sea, pero en una mesa mexicana. En el paladar de un compatriota. Ya es tiempo de que le hagamos
la guerra a los garbanzos.
-Sí...síííí...-apoyaron
los granitos de café.
Días
después, empezó el movimiento en la finca.
En
grandes canastos fueron vaciados con sumo cuidado Cafetín y sus amigos.
-Ahora
sí, compañeros, unidos a las mesas nacionales..!
-¡Bravo...
!-gritaron a coro.
Sin
embargo, los camiones que los transportaban posiblemente equivocaron la carretera, ya que en lugar de dirigirse a la capital,
enfilaron rumbo al puerto jarocho.
-¡¿Que
pasará...?!...-preguntó Cafetín.
-No
sabemos...no sabemos...-contestaron sus compañeros.
Y
mientras se preguntaban que pasaba, un barco los llevaba tranquilamente a países extraños, alejándolos de su patria que tanto
los necesitaba.
EL CUMPLEAÑOS
Acercábase
mayo, mes de las flores, los regalos a mamá y mil festividades más. Pero...para Pablito, era un mes como cualquier otro, aunque
tristemente recordaba que, también, era el mes de su cumpleaños.
Sin
embargo, estaba seguro de que nadie lo felicitaría. Tenía mas de dos meses de haberse extraviado de la mano de sus padres,
cuando asistían a una visita a la fastuosa Basílica de Guadalupe.
Contaba
con escasos ocho años, durante los cuales, esa trágica visita había sido la única vez que abandonara su pequeño pueblo, enclavado
en la sierra norte de Puebla.
Ahora,
dormía en cualquier quicio, tapándose sólo con papeles viejos conseguidos al azar; trabajaba de "diablero" en la Merced y
comía en donde se le hacía bueno.
Pasaron
los días y, el Diez de Mayo, lloraba doblemente su tragedia, recordando a su madrecita en su día y la soledad de su cumpleaños.
Pero,
no podía dejar las cosas como estaban. Estaba decidido a todo. Al ver pasar a un policía, le preguntó:
-Oiga
mi azul...si un chamaco se pierde y no sabe como regresar a su casa... que puede hacer?
-Huyyy...pos'ta
difícil...sólo que se supiera la dirección de su casa.
-Yo...yo
me sé el nombre de mi pueblo...San Mateo..
-Tú,
pero creo que los demás no...y mucho menos donde es... o, sabes acaso en que Estado está?...que carretera se toma?... que
camiones viajan para allá?
-Sólo
sé que es en Puebla..
-Pos
fácil buey...tómese un camión que vaya para allá... mire, aquí cerca salen los de la Flecha. Andele ca...nijo...córrale...tenga,
yo le doy pa'l pasaje..
Y
ni tardo ni perezoso, Pablito abordó el autobús que corría a Puebla. Ya allá se informaría como llegar a San Mateo.
-Bruto
de mí...desde cuando hubiera yo preguntado...pero...pos...le sacaba a que me fueran a encerrar..
Y
mientras su pensamiento volaba entre reproches y alegría, el ómnibus volaba sobre la carretera.
De
pronto, un letrero en forma de cruz, un tren que se próxima, la imprudencia de un chofer irresponsable...un golpe...y todo
terminó!
Segundos
después, alejándose del pequeño cuerpo desmembrado de Pablito, el tren repetía constantemente:...félizcumpleaños...félizcumpleaños...félizcumpleaños.....félizcumpleaños...
ABUELITA Y EL DIABLO
-No
levantes eso del piso, niña cochina, que no ves que ya lo besó el diablo...?
-Por
qué abuelita?
-Por
que ya lo besó el diablo te digo...
La
chiquilla, azorada, soltó lentamente el dulce que había caído de su envoltura y preguntó:
-Y...si
lo levanto...que me pasa?
-Te
enfermas, te duele el estomaguito y te da calentura.
-Y
me duele mucho?
-Claro
que te duele mucho...por eso, cuando algo se nos cae al suelo, no se debe levantar nunca.
-Ahhhh
Pasaron
los días y la abuelita continuaba con sus quehaceres, mientras la niña meditaba sobre el fenómeno que le había platicado la
viejecita.
Cierto
día, al salir de la cocina al patio...¡ZAZ!...abuelita cayó cuan larga era, soltando un ¡AY! De dolor.
-Hijita....hijita!...ayúdame
por Dios...
La
niña, que en su recámara jugaba, escuchó la lastimera petición y salió de inmediato, sorprendiéndose al ver a su abuelita
en el suelo.
La
contempló por un momento, y lanzándose hacia ella, le brindó su infantil ayuda, levantándose enseguida la anciana. Le ayudó
amablemente a ir a la cama y...una vez ahí...con picaresca voz, la niña le dijo a la abuela:
-Sabes
abuelita..?
-Qué
cosa mi cielo..?
Que
me vas a tener que hacer un tecito de los que tú preparas muy bien..
-Por
qué mi niña?
-Por
que como te acaba de besar el diablo y te levanté.....
PLEITO INFANTIL
Jugaban
tres pequeñas en medio del gran patio de una casona y, jugando jugando, una empujó a otra, lo que causó el enojo de ésta.
-Te
voy a acusar con mi papá...-exclamó ofendida.
-Y
qué...yo le digo al mío que te pegue...-contestó la primera.
-Y
mi papá le pega al tuyo por que es más grande y más fuerte.
-Eso
crees...pero papá puede con cien hombres malos.
-Ay
sí...ni que fuera Supermán...pero el mío busca un palo y le pega al tuyo.
Conforme
hablaba una y otra, salieron a relucir mil y una cualidades ficticias de sus respectivos padres. La tercera pequeña guardaba
silencio y observaba.
Una
de las contrincantes volteó y le dijo a la niña:
-Verdad
que tu papá ayudaría al mío a pegarle al papá de ella?
A
lo que contestó la chicuela:
-Nunca...ni
al tuyo ni al de ella, por que mi papá es un hombre inteligente, por que sólo los tontos se pelean y discuten acaloradamente...por
que mi papá es hombre.
Las
dos pilluelas quedaron sorprendidas y, olvidando momentáneamente la disputa, preguntaron:
-Si
tú dices que tu papá es hombre, por que no pelea y defiende a sus hijos como el mío?
-Sí...sí...por
qué?
-Porque
papá educa a sus hijos en forma que se puedan defender...hacerle frente a la vida con templanza y responsabilidad; por que
para defenderse no se necesita gritar, sino meditar lo que tiene y debe uno hacer. El es hombre y sí nos defiende, por que
es defender a un hijo el enseñarle a respetar a los demás y hacerse respetar él mismo. Por que mi papá...es mejor que los
de ustedes...
-No
es cierto...mi papá le pega al más fuerte...
-Ejele...el
mío les pega a los otros.....
Uffff....
CARLITOOOOSSS...!
-Han
visto a Carlitos? -Preguntó la madre angustiada a sus vecinos.
-Por
favor...quién ha visto a Carlitos..?...¡Carlitooss! En donde estás mocoso del demonio?
Pero
nadie contestaba a su cada vez más angustiada voz.
-Carlitos...
por Dios... no te escondas... ven Carlitos... ven...
Y
el barullo alarmó a la vecindad; todos corrían de un lado a otro buscando al pequeño. Alguien penetró en casas contiguas ante
el asombro de sus propietarios, buscando bajo las camas, atrás de los roperos, a un lado de los muebles, pero...nadie encontraba
a Carlitos.
La
madre lloraba, la familia gritaba desesperada el nombre del pequeño desaparecido; el vecindario mismo sufría la pena de ignorar
su paradero.
-¡La
calle! -Gritó alguien- en la calle tal vez !
Y
todos se lanzaron a la calle.
-Carlitos....carlitooooss....!
clamaba la abuela, dejando correr las lágrimas libremente.
Pasaron
los minutos, convertidos en una eternidad para madre, abuela y vecinos.
De
pronto, en una esquina, un gachupín de aspecto pulcro, dueño de una gran tienda, llamó a la abuela y le preguntó si buscaba
a un niño.
-Sí
señor, buscamos a mi Carlitos que se ha perdido...usted sabe...
-Ya
no llore señora, lo tenemos en la tienda, esté tranquila, está bien...ya no sufra.
Y
lanzándose en loca carrera a la tienda, encontraron al pequeño feliz entre empleadas, riendo inocentemente y celebrando sus
caricias, ignorante de la pena causada por su escapatoria.
Y,
al ir la abuela, pequeño en brazos, al hogar desolado, todo el vecindario respiró tranquilo, desahogó su angustia, y mil manos
se estiraban tratando de tocarle mientras voces amorosas gritaban... Carlitos!
(Bendito
gachupín ratero, comerciante acaparador; bendito el barco que te trajo de tu patria para robarle al mexicano...y salvar a
un niño!)
EL PEQUEÑO LIMPIABOTAS
Llegó
una tarde, al amparo del carpintero tornado en filántropo que le recogiera a él y a sus dos hermanitos. Llegó sucio y maloliente,
mechudo y simpático.
Tímido
al principio, volcó su gracia más tarde, haciéndose querer de todos. De propia decisión, tras las reiteradas indirectas a
su voluminosa cabellera, pelose al rape, acentuando así su gracia innata.
Y
así, lleno de tinta, jugando y trabajando, se fue metiendo poco a poco en el corazón de un hombre, un corazón tan grande como
su abdomen. Sí era el chofer, el compañero, el amigo de todos, con una fuerza tan grande como sus sentimientos, el hombre
rudo que, ante la gracia del pequeño, se doblegaba.
Y
poco a poco también, tomáronse cariño ambos...o quizás uno solo..
Si
reía el pequeño, él reía; si tornábase triste su carita, la de él meditabunda; si alguien se pasaba en sus ligeras bromas,
él se pasaba en las pesadas, como débil venganza de la ofensa ilusa..
Una
tarde, quizás en broma, quizás en juego, el pequeño limpiabotas metido a aprendiz de imprenta, le llamó "papá", haciendo rodar
de sus varoniles ojos lágrimas traidoras a su sentir externo.
Motivo
más grande no pudo haber existido para agrandar el paternal cariño y, aquel hombre, rudo y pendenciero, tornose calmado y
cariñoso.
Más
no todo es dulce en esta vida, y la inquietud natural del pequeño errante, le hizo una mañana abandonar la calma. Fugóse primero
su hermanito y, más tarde, él, llevándose al segundo.
....Y
aquél corazón de tan grande cuita, volviose más pequeño que la más frágil venita.
A MI HIJA, EN RESPUESTA A
UNA EXPRESION BONDADOSA.
Aquel
día en que fuimos a ver a tu tío, cuando nos encontramos con el pequeño a quien compadeciste, decidí enseñarte a valorar los
bienes materiales y, muy en especial, el alimento que tan escaso está en el mundo.
Para
cuando tú leas esto y sepas apreciar su contenido, quizás ya te hayas olvidado de lo que pasó, por eso, voy a recordártelo.
Llegábamos
a la casa de tu tío, y tras preguntar por él, nos aprestábamos a retirarnos cuando, junto al coche, pasó un pequeño de escasos
seis años, cargando un gran costal que le doblaba en tamaño y que, seguramente, contenía papeles, dado su aspecto y el poco
peso del saco.
Al
ver esto, tuviste una expresión bondadosa: "Pobre niño, verdad papá?"
Una
expresión que, para serte franco, me sorprendió. Me sorprendió debido a que sólo contabas con cuatro años de edad, y no quise
preguntarte el por qué de ello, temiendo que no me lo pudieses explicar.
Sin
embargo, en esa expresión brotó tu infantil ternura, y la quise aprovechar para encaminarla hacia el cuidado de nuestros limitados
bienes.
Pues
bien, mi pequeña Nani, tienes razón. Pobre niño; pobre por que quizás no tiene unos padres que le puedan ayudar y enviar a
la escuela, en vez de permitirle realizar menesteres impropios de sus pocos años. Pobre, por que a lo mejor ese endeble cargamento
representaba su alimento del día, quizás...su único alimento del día.
Pobre,
por que mientras él se ve obligado a arrastrarse entre la basura, arriesgando su raquítica constitución física, familiares
tuyos y míos cercanos, demasiado cercanos, botan la comida que se les hecha a perder en el refrigerador; por que se compran
ropa lujosa para usarla una o dos veces, regalándola luego sin más argumento que "ya no me gusta".
Pobre,
por que nuestros familiares, que por cierto ni tú ni yo escogimos, hacen gala de ostentación mientras miles se mueren de hambre,
defendiéndose con una frase hecha: "que trabajen!".
Pero
en fin, lo que yo pretendo es que exista un testimonio escrito de que tu frasecita amable para con ese niño no pasó desapercibida
para mí, y de que tengo la confianza de formar tu vida basada en esa ideología, una ideología de defensa a tus congéneres,
de una defensa universal.
Y
recuerda, cada vez que quieras rechazar algo que tus padres te dan, o el alimento que con esfuerzos tienes, que existen miles
y miles de niños como aquél que compadeciste.
Tu Padre.
NUEVA PATRIA
El
barco llegaba a puerto; el sonido lúgubre de su sirena pedía al práctico que le ayudaría a llegar al muelle; la cubierta se
hallaba atestada de gente que veía con ojos llorosos su nueva tierra.
Todos
los que llegaban eran víctimas de el más grande de los inventos del hombre: ¡La sed de poder!. Todos huían de su patria en
aquél endeble barco, que estaría mejor entre la chatarra que sobre las olas del inmenso mar.
Al
acercarse al muelle, contemplaron una multitud que se congregaba para recibir a los hermanos en desgracia, a los que, por
sostener sus ideas de libertad, habían tenido que abandonar todo lo suyo.
Un
rapaz observaba en silencio el llanto de sus mayores, aferrado a la falda de la madre recién viuda.
-Madre...
-Que
pasa..? -contestó llorosa.
-Aquí
está nuestra nueva casa?
-Sí
mi pequeño, aquí está; estos lindos mexicanos nos brindan todo a cambio de nada; deberás quererlos como si fueran tus compatriotas,
y bendecir esta tierra que nos cobijará en tanto la nuestra es liberada.
Pasó
el tiempo, y aquel pequeño, a base de trabajo y esfuerzo, logró hacer una fortuna en su nueva tierra. En ella, vio nacer,
crecer a sus hijos, y hacerse hombres y tener hijos...
No,
el ya no era español, era mexicano, por que en México había hecho su vida.
Pero,
un día, los diarios dieron la noticia: Relaciones con España!...El Rey dictaba amnistía total!
Su
anciana madre lloraba: "ahora sí hijo mío...ahora sí podemos volver al terruño; podré morir en donde nací; podré ver a tantos
y tantos amigos..."
-Pero
madre...es que no os dais cuenta de que..
-De
qué hijo....de qué?
-De
que no abandonamos nada, de que nos obligaron a hacerlo y empezamos nuevamente aquí, y es aquí en donde tenemos todo... de
que nuestros hijos son mexicanos y sus esposas y maridos e hijos lo son también...de que ésta es nuestra tierra y no aquella
que sólo tuvo la gracia de vernos nacer y abandonarnos..
-Pero...
-Pero
nada, madre!...y vais a perdonarme, pero irnos sería también como volver a abandonar todo... y esta vez por nuestra voluntad...sería
traicionar estos brazos que nos cobijaron sin cobrarse nada más que un espetado "gachupín" de vez en cuando...y las más de
las veces dicho con cariño..
-Hijo...
-No
madre, no...que se vayan los demás...nosotros no podemos hacer eso. Estoy seguro que hasta el espíritu de mi padre ya está
aquí con nosotros y aquí se quedará por siempre, y yo...yo también madre. ¡Bendito sea México!
ROSITA TRISTE
Era
un lindo capullo, brotado en medio de un inmenso jardín, en el que sus compañeras daban el más hermoso toque.
Rosita
se sentía feliz de ser una florecita con tanta suerte, y se balanceaba alegre al ritmo del viento, mientras sus petalitos
se abrían poco a poco, para dar paso a la más hermosa flor de aquel gigantesco jardín.
Se
sentía orgullosa de su belleza y de las desafiantes espinas que le brotaron para su propia defensa; su color rojo sangre le
hacía verse señorial y podría haber jurado que no había nadie igual en todo el jardín.
Sin
embargo, un día, clavelito le contó una historia llena de pesar:
-Este
inmenso jardín es propiedad de un hombre déspota que a nadie quiere; muchas de nosotros no le veremos durante toda nuestra
vida, de nada sirve que nos ufanemos de estar bellas para nuestro amo, si él ni siquiera se asoma por aquí; todo este esplendor
es inútilmente desperdiciado.
-No
-dijo Rosita- no puede ser. A mí tiene que verme aunque sea una sola vez. Creceré...creceré todo lo que pueda para llamar
la atención del jardinero, y éste llame al amo para que me conozca.
Y
así lo hizo. Creció y creció hasta ser un ejemplar gigantesco y de una belleza indescriptible, lo que efectivamente atrajo
la curiosidad del jardinero, que le cortó y puso en un florero que fue a parar en el comedor del amo.
Pero...¡oh
decepción!, el amo no era sino un político ambicioso y fatuo que llegó, se sentó sin hablar, tragó, más que comer, y sin decir
una sola palabra o lanzar una miradita hacia donde estaba la rosa, se levantó de su sitio y se alejó mientras Rosita iba dejando
caer, uno a uno, sus tersos pétalos, rendida ante la realidad.
MI HERMANITO
-Papá...
es cierto que voy a tener un hermanito?
-Sí
mi reina, un hermoso nene que hará más grande la felicidad de esta casa.
-Y
es cierto que estás contento por ello?
-Claro,
por que un hijo es algo maravilloso.
-Pero...ya
me tienes a mí, no?
-Claro
mi amor, pero hasta para ti será buena la llegada de tu hermanito, por que así tendrás con quien jugar...
-Ya
tengo...que no te acuerdas de todas mis amiguitas de la escuela?...y las de aquí junto... y mis primas.. y....
-Naturalmente
cariño, pero tu hermanito será algo más cercano a ti; será un amor fraternal y eterno; será quien te acompañe el día que nosotros
ya no estemos en este mundo.
-Y
como es un hermanito?
-Primero,
será un lindo capullo que tú ayudarás a cuidar. Mas tarde, tu compañerito de juegos y quizás de escuela y, luego, un miembro
más de tu familia que te puede proteger, pues espero que sea hombre y...como tú eres mujercita, pues ya verás...
-Y
lo van a querer más que a mí?
-Nunca,
por que a los hijos se les quiere por igual.
-Y,
como tu papá quiere más a tus hermanos que a ti?
-No
mi amor, nos quiere igual.
-Tú
quieres que yo tenga un hermanito?
-Claro
que sí.
-Y
si ese hermanito trae tanta felicidad, por que veo que mamá llora y se queja?
-Por
que nuestras madres sufren desde el momento mismo en que nos traen al mundo, por eso es que nos quieren tanto.
-Y
cuesta mucho un hermanito?
-Huuuyyy....como
están las cosas ahora, sí.
-Como
cuanto?
-Como
diez mil pesos.
-Y
cuanto es diez mil pesos?
-Verás...con
eso, podría llevarte a Disneylandia.
-Sííí´..?
-Si.
-Sabes
que papá?
-Qué
mi amor?
-Que
ya no quiero a mi hermanito, mejor llévame primero a Disneylandia y después podemos comprarlo, no?
MAQUINITA DE VAPOR
Ahí
estaba, silenciosa, luciendo en todo su esplendor, montada con sus cabúses sobre los rielecitos de fino metal, como si estuviera a punto de iniciar un largo viaje. El foquillo al frente lucía como un pequeño sol
que se preparara a alumbrar el camino de la maquinita de vapor.
El
cristal del aparador reflejaba el ajetreo de la amplia calle en que se encontraba la juguetería, y el deambular de caras tediosas
que demostraban mas amargura de la que ser humano podría imaginar.
De
pronto, un chicuelo harapiento se acercó, y pegando su carilla al cristal, contempló la linda maquinita con ojos soñadores.
Entró
al establecimiento, y preguntó:
-Señor,
cuanto vale la maquinita que está...
-Ya
te lo he dicho mil veces, rediéz, todos los días vienes con la misma cosa hombre, es que no te das cuenta de que nunca podrás
comprarla?
-No
señor, ya estoy juntando...pronto podré comprarla, se lo juro, ya tengo cuatro pesos reunidos.
-Pardiéz...¡cuatro
pesos para mil doscientos que cuesta el aparatito!... ¡Debéis estar loco chico!
Y
el niño, tristemente, salió para volver a admirar el juguete que tanto deseaba.
Así,
diariamente, español y chicuelo discutían el mismo tema.
Un
día, el pequeño se llevó una sorpresa. La juguetería estaba cerrada!...pero... por qué?...no era día festivo, ni domingo....ni...ni
había motivo para que estuviera cerrada!
Durante
varios días, el niño vio con tristeza que nadie abría, hasta....una tarde en que a lo lejos, vio venir al español..
-Señor...señor...buenas
tardes...yo...usted...
-Dime
rapazuelo, tienes padres?
-Nnn..nno,
señor...no..
-Ni
familiares?
-No
señor...tampoco..
-Entonces
deja de dar lata y no molestes más...
-Por
qué señor?...si yo....
-¡Por
que si no tienes familiares estás igual que yo...que acabo de perderlos en doloroso accidente...bestia! ¡Y para que no estés
moliendo, la máquina es tuya...!...¡Y no sólo la máquina, sino todo lo que hay en la juguetería...y todo lo mío...y yo mismo!...si
tú lo quieres y....me quieres un poquitín... rediéz! que en buena hora pegaste tu mugrosa cara en mi aparador!
....decía
y decía con el rostro bañado en lágrimas, mientras el pequeño se le abrazaba al cuello.
UNA CHARLA AMENA
Cierto
día, Brendita llegó alegre de la escuela y al entrar, observó a papá arellanado en su sillón favorito, descansando de la ardua
labor diaria.
Lentamente
se acercó por detrás, y al tiempo que él se llevaba un vaso a la boca, le abrazó haciéndolo perder la compostura y derramando
el agua en el piso.
-Jesús
hijita, pero que haces...?
-Perdón
papacito, lo hice sin querer..
-Mira
nada más!... me hiciste derramar el agua!
-Ahorita
seco el piso con un trapo...pero...ya que hablamos del agua...yo quisiera preguntarte algo.
-Si
mi reina... que es lo que quieres saber?
-Verás.
En la escuela, la maestra nos ha dicho que el agua realiza un círculo natural. Es decir, la gota que cae al llover se filtra
por la tierra, ésta la purifica o la envía al subsuelo, o se evapora y eleva al cielo en donde se reúne con otras, formando
las nubes.
-Así
es...la que se evapora forma las nubes, y la que se filtra forma los mantos acuíferos en el subsuelo.
-Sin
embargo, en los periódicos, en la televisión, y en otros medios de difusión se habla insistentemente de que el mundo se quedará
sin agua debido, principalmente, a la contaminación....por qué?, si como dices y nos enseña la maestra, el agua es purificada
por los mismos elementos naturales.
-Tienes
razón al preguntar eso. Lo que sucede es que la gente que dice eso interpreta mal las explicaciones o declaraciones en los
periódicos y demás miembros informativos. En realidad SI hay que cuidar el agua, y no es tanto por que llegue a desaparecer,
sino por que la mayor parte de ella forma los mantos acuíferos, es decir, no se evapora, y como tu sabrás, la tierra, al filtrarla,
también poco a poco se contamina, perdiendo elementos valiosos que le permiten actualmente realizar esa función.
Además,
debemos de considerar que el hombre utiliza esa agua con mayor rapidez que el trabajo realizado por los elementos naturales,
por lo tanto, en muchas ocasiones por ejemplo, se localizan pozos en los que el agua está contaminada.
-Para
suplir el trabajo de la tierra se recurre a sistemas de potabilización, sistemas que hacen el agua de la calidad necesaria
para el uso de la humanidad.
-Entonces,
quieres decir que, a pesar de todo el trabajo que hace la tierra, debemos cuidar ese preciado elemento?
-Naturalmente...recuerda
lo que dice la abuelita cuando se refiere a mi carcachita: "Todo por servir se acaba".
-Sabes
una cosa papá?....tu sabes más que la maestra!
BALBUCEO EN LA NOCHE
Entró
sigilosamente por una ventana, la agilidad con que se movía en la obscuridad denotaba su experiencia; inició un rápido revisar
en cajones y armarios, separando en un bulto aquello que le podría dejar ganancias fáciles y rápidas.
Una
vez que hubo terminado la planta baja, se dirigió al piso superior, aprovechando en la subida para separar alguna que otra
cosilla.
La
planta alta de la lujosa residencia era el paraíso para los de su gremio; porcelana fina por doquier, cuadros valiosos de
connotados autores, alhajería antigua, etc.
El
corazón le dio un vuelco; la había hecho...esto era maravilloso y....lo mejor, sin nadie a la vista. Se había cerciorado perfectamente
de que los dueños salieran, como siempre lo hacían los jueves, para ir al cine. Llegarían tarde...había tiempo.
Cuando
más atareado se encontraba, escuchó algo que le parecía imposible: un balbuceo. Se acercó temeroso a la recamara de la que
provenía el extraño ruido y vio, con tremendo asombro, a un bebé jugueteando en su cuna que, al verle, le sonrió salundándole
con el pequeño sonido gutural que tanto conocemos todos nosotros..
-Pero...esto
no puede ser...-se dijo-...tan pequeñito y tan solo...no sé como pueden esos padres desalmados....!
Y
así, mascullando maldiciones contra los dueños de la casa, reanudó con renovados bríos su labor de despojo.
De
pronto, al abrir la puerta, un gato salió corriendo como loco tras un ratoncillo que le huía a sus filosas garras. En su alocada
carrera, el gatito, en malabar salto, alcanzó al roedor y...volcó un quinqué que había sobre la mesa, iniciándose de inmediato
el fuego.
Cuando
nuestro amigo se dio cuenta, abandonó todo y salió corriendo. Una cosa era que se birlara de vez en cuando una que otra cosilla,
y otra que se le acusara de incendiario.
Llevaba
dos calles corriendo, cuando recordó al bebé que le había sonreído amistoso, pero...no...él no podía regresar, total, la culpa
no era de él...no...no podía ser...
La
gente se agrupaba curiosa alrededor del incendio, mientras los bomberos hacían sus preparativos para atacar el siniestro.
Una
joven pareja se inclinaba sobre una camilla en la que yacía un hombre joven que sufría horribles quemaduras, pero sonreía
satisfecho.
-No
lo sé mi amigo, no sé como se dio usted cuenta de que en el interior estaba mi hijo, pero....gracias...mil gracias....
-Vamos,
vamos...no es nada...no es nada...yo...pasaba por casualidad y.....
FIN
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