Fco. Xavier Ramírez y sus obras

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Ricardo se estacionó al lado del camino para ver los libros. Entre otros, estaban sendos ejemplares de Los Documentos del Mar Muerto, los Evangelios Apócrifos y dos ejemplares en inglés de los Pseudoepígrafes.

-Pero... esto es un tesoro! dijo asombrado Ricardo.

-Creo que el tesoro no son en sí los libros, dijo Norma, sino lo que contienen y el efecto que esto tiene en ti.

Ricardo la vio con ternura. Se inclinó y le dio un beso en la mejilla.

-Aunque no se compara con el tesoro que es tenerte... y emprendió el camino a casa.

 

Ricardo revisó los libros que le regalara el padre Julián en cuanto llegó a su casa.

Entre ellos venía “El Libro Eterno” en dos tomos, obra del rabino Yekutel Klein, y traía una hojita señalando un apartado casi al final del primer tomo. Al abrirlo, notó algunos párrafos marcados. La pequeña hoja que servía de separador rezaba: “Espero te sirva de algo. Julián”

Klein hacía referencia a una tesis del Doctor Joshúa Heschel, catedrático de mística del Seminario Teológico Judío de Estados Unidos, que proporciona una visión fundamental de la búsqueda de Dios por el Hombre.

En esta búsqueda emprendida por el hombre común y corriente, dice el libro, la emoción, el ingrediente básico de la religión, desempeña un papel mucho más importante que el raciocinio intelectual. Lo místico, lo desconocido, surte en la vida del hombre religioso un efecto mucho mayor que lo empírico y lo racional... a menudo oímos acusaciones contra la Biblia, formuladas por críticos y por numerosos antisemitas, en las que se señala la venganza del Dios de la Torá. Con gran desconsuelo de mi parte -dice el autor- también las he oído en labios de rabinos. Ven estos párrafos de modo más bien superficial y no han buscado la verdad que los mismos representan. En su propósito censurador se nombran a sí mismos jueces de la Torá. No hacen intento alguno por hallar el propósito fundamental de estos párrafos, ni tampoco son intelectuales apologéticos. Se avergüenzan de que en “su” Torá encuentren cosas desagradables y, sin embargo, no aciertan a ver que la crueldad se debe al hombre y no a Dios, que estas advertencias son autoinfligidas y resultado del desconocimiento de Dios.

Cuando se dice a un paciente que la enfermedad que sufre es incurable, se acusa de crueldad al médico por decir la verdad. Entonces se pasa por alto la enfermedad en sí. A menudo la verdad y su descubrimiento son de efectos devastadores, pero el ocultamiento no cambia la realidad. Es mejor que el hombre acepte la verdad, no que escape de ella. La prevención, se dice, es la mitad de la curación. Si esto es cierto respecto a cosas físicas, ¿por qué hemos de temer enfrentarnos a este mismo principio en los problemas espirituales? La advertencia del médico debe vérsela como un acto de bondad y amor para el paciente, y no como una amenaza. Puesto que quiere salvar vidas, lo acertado y prudente es que formule advertencias que prevenga enfermedades. Si la enfermedad está ya presente, busca curarla mediante la administración de medicación adecuada...

La búsqueda de Dios por el hombre la intentaron, antes que nadie los judíos, y siempre desde entonces, esta búsqueda ha pasado de una generación a la siguiente. En cada nuevo intento, si el hombre busca la verdad encuentra a su Dios. Hay una verdad que el corazón reflexivo puede captar, del mismo modo que hay una verdad que puede encontrar la mente verdaderamente inquisitiva.

Para mantenerse puro, el judaísmo ha llamado en su ayuda a la razón, que compone el credo judío. Sin embargo, la sola razón no puede probar todas las verdades religiosas. El hombre que busca a Dios y que encuentra a Dios, ha descubierto también lo anterior y ha llegado a la conclusión de que el hombre no ha de buscar el motivo de todos los actos de Dios. Si en nuestra búsqueda de Dios, le encontrásemos a medio camino, tanto Dios como el hombre nos sentiríamos satisfechos, aunque el esfuerzo del individuo debe buscar la realización de una personalidad ideal. El hombre no es un simple robot físico gobernado por leyes puramente mecánicas. Es hijo del Dios vivo. Si en la búsqueda de Dios por el hombre, éste se descubre a sí mismo como colaborador activo de Dios en la tarea de creación, entonces se ha encontrado a sí mismo y ha encontrado a Dios.

En el descubrimiento de Dios, al que están totalmente entregados el alma y la mente, tiene que haber una aceptación de la vida en su totalidad. No toda la vida es un lecho de rosas. Y tiene que haber el reconocimiento de que en todo cuanto hacemos hay una reacción para cada acción del hombre. En el proceso de su búsqueda, el hombre puede descubrir a Dios y, gracias a éste descubrimiento, puede descubrirse a sí mismo. Se ve a sí mismo tal como realmente es. Este conocimiento hace que las advertencias bíblicas sean una guía eficaz para la historia personal del hombre, lo mismo que para las metas y finalidades de la nación que tienen que llevar a la conservación personal del hombre y a la del pueblo.

 

Ricardo cerró el libro y se quedó pensando.

 

 

Carlos llegó a su casa y le preguntó a Sonia si había llamado su padre.

-Sí, ya llegaron, dicen que desde anteayer...

-Ah canijos... y por qué no nos avisaron?

-Ay tú, pues de seguro porque querían poner todas sus cosas en orden...

-Bueno, llámales y diles que nos vemos mañana en la noche.

-Y por qué no les llamas tú?

-Porque ya me voy...

-A dónde que más valgas?

-Oh, por ahí, luego te cuento.

Tomó unos disquetes y salió apresuradamente.

 

Frente a su computadora, Carlos copiaba varios artículos que había encontrado en Internet. Su amigo y socio le preguntó:

-Qué tanto haces Carlangas?

-Copiando unos artículos padrísimos que encontré.

-Sobre?

-Sobre los documentos del Mar Muerto.

-Híjole! ahora sí me dejaste de a seis... se puede saber de dónde te salió lo mocho?

-Mocho... baboso! Son para mi papá que nos está contando una Cristonovela.

-Una Cristonovela?

-Bueno, en realidad un día se me ocurrió preguntarle quién demonios es Cristo y desde entonces lo visitamos todos los días y nos cuenta a su manera, por cierto una manera bien padre, la historia sagrada.

-Mocho... mocho... dijo el amigo burlón.

-Que mocho ni que la fregada! Te invito buey...

-Yooo...? A escuchar platiquitas de santos?

-No son de santos, animal, es la verdadera historia de Jesús.

-Cómo está eso de que la verdadera historia de Jesús? Qué hay otra?

-Mira, a mí no me es fácil explicarlo, pero precisamente mañana empieza mi papá a platicarnos quién fue en realidad Cristo.

-Realidad para quién? Para tu papá?

-No, una verdad brotada a través de la investigación de cientos de hombres, religiosos y no, que han estudiado a lo largo de dos mil años tanto los cánones como los documentos apócrifos.

-Ay carajo, ya hasta hablas como cura!

-Oh, no estés fregando! Si quieres ir, dime, si no vete al demonio!

-Charros... tampoco es para que te enojes. Qué? Deveras es en serio?

-Deveras!

-Sale pues, anótame en la lista de asistentes.

-No te vayas a rajar a la hora de la hora porque a mi jefe le puede molestar.

-No, si te digo que voy, es que voy. Nada más una cosa. Si no me gusta el asunto, lo dejamos por la paz. De acuerdo?

-Bueno.

 

La llegada a la casa de Ricardo fue una verdadera fiesta.

-Hola suegros, dijo Sonia alegre, cómo les fue?

-Bien hija, contestó Norma, muy bien!

-Dónde está el viejito, preguntó Carlos.

-Ahorita sale.

-Mire Norma, le presento a mi socio y amigo, lo invité para que se le quite un poco lo diablo...

-Fidel Vargas, para servir a Usted señora.

-Mucho gusto joven, pase, tome asiento por favor.

-Gracias, gracias.

-Hola familia, saludó Ricardo con la cara resplandeciente.

-Hola, contestaron todos a coro.

-Pinche viejito, dijo Carlos cariñoso, te sentó el descanso, hasta se te ve otra cara...

-Sí, verdad?

-Hola suegro, dijo Sonia abrazando a Ricardo.

-Hola hija. Te ves bien.

-Es que volver a esta casa es un descanso para mi. Ya no aguantaba a Carlos. Todos los días me preguntaba al llegar: ya llamaron?

-Que bueno que se nos extrañe!

-No, si no te creas, dijo Carlos a la defensiva, si no extrañaba al viejito sino a su Cristonovela...

Norma rió de buena gana y, acercando a Ricardo al joven invitado dijo:

-Ya que Carlitos no tiene la cortesía, déjame presentarte al joven, es amigo y socio de tu hijo.

-Ah, mucho gusto joven. A qué debemos el honor de su visita?

-Pues Carlos me platicó de sus reuniones y, la verdad, quise ver si son tan amenas como me cuenta. Yo no soy, y lo advierto a tiempo, muy religioso que digamos, pero creo en Dios, aunque, como muchos, a mi modo...

-Ah vamos, pues bienvenido. Y tienes razón, como muchos, pero lo importante es que no se ha perdido la base, la creencia en Dios.

-No... pos no... dijo un poco turbado Fidel.

-Bueno, reclamó Norma, y las galletas del día?

-Ahhhh... y tú que dijiste! No las trajeron! Pues no, advirtió Carlos, aquí están con todo y unas botanitas porque hoy es viernes; mañana no se trabaja, y el viejito está bastante atrasado en eso de la contadera, así es que tiene que ponerse al día.

-Carlos! reclamó Sonia.

-Oh, vaya, quien les manda irse casi un mes de parranda! Con toda seguridad ya ni se acuerda en qué nos quedamos.

-Por el contrario, dijo Norma, la verdad es que una buena parte de nuestras vacaciones se la pasó en tremenda plática con un sacerdote del que nos hicimos muy amigos.

-Deveras? Así es que ni siquiera en tus vacaciones te pudiste olvidar del asuntito!

-No, habían muchas cosas que me daban vueltas en la cabeza y, aunque ustedes no lo crean, el padre Julián me despejó, directa o indirectamente, casi todas ellas; bueno, al menos las más importantes, terció Ricardo.

-Pues que se sirvan las cocas y empiece la sesión, dijo en son de broma solemne Carlos.

Sonia sirvió los vasos, mientras que Norma traía de la cocina una cafetera.

-Alguien quiere café?

-Yo señora, por favor, dijo Fidel, no soy muy afecto a la coca, pero sí al café.

-Y qué te revoloteaba en esa cabecita loca y canosa Jefe?

-Mucho de nuestra última plática. Sobre la virginidad de María. Me entró un temor tremendo de estar confundiéndolos.

-Pues qué la Virgen María no era virgen? preguntó asombrado Fidel.

-Mira, para que a los demás sirva de recordatorio y a ti de información, retomaremos de entrada el tema.

Mucho se ha hablado de la virginidad de María. Principalmente los detractores de la iglesia, o de la religión, son los que usan el argumento de que no fue virgen, como si -suponiendo sin conceder- el sólo hecho de no serlo la convirtiera en pecadora.

Sin embargo, cabe aclarar que por principio de cuentas no se debe analizar la virginidad de María como algo netamente físico; la virginidad es símbolo de pureza y una mujer pura puede ser catalogada como virgen en muchos aspectos. Además, y como base de todo, debe hacerse notar que las traducciones de los primeros documentos sagrados, hechas del hebreo antiguo al griego, o al latín, o viceversa, pudieron dar pie a muchas confusiones.

Los autores que han estudiado el caso no logran ponerse de acuerdo en varias cosas. Por ejemplo: si el título de virgen es sólo eso, un título. Debemos recordar que se llamaba a las niñas dedicadas a servir a Dios en el templo con ese nombre o título: virgen. La virgen María, la virgen Ana, la virgen etc. título con el que bien pudo habérseles seguido nombrando al alcanzar la mayoría de edad; por otra parte, Trifón, célebre historiador y rabino, señala que la traducción podría ser ha-almah, que no necesariamente significa virgen sino muchacha, mientras que Monseñor Roland Knox afirma que almah significa doncella y que se refiere “más a una época de vida que a un estado de vida”, tesis con la que yo en lo personal comulgo.

Y así, encontramos una infinidad de afirmaciones. Lo importante, obviamente, en realidad no es si María fue virgen físicamente hablando, lo que bien puede darse porque a lo largo de la historia la medicina conserva casos de mujeres que han sido embarazadas sin contacto físico, y aún han dado a luz sin que se rompiera el himen. Himen elástico le llaman en medicina. Ahora bien, ni por esto esas mujeres fueron vírgenes en el sentido religioso de la palabra, ni María podría perder de alguna forma su divinidad por no serlo. Esto, que ya no un misterio de fe, sí es un asunto sobre el que nadie puede opinar con absoluta autoridad, por lo que debemos dejar de darle vueltas y aceptar a María como Madre de Jesús, del Hijo de Dios, del Dios mismo revivido. Lo demás son meras especulaciones.

Pregunto finalmente y de nueva cuenta: desde el punto de vista físico, virgen o no, quién le puede quitar a María el ser la Santa Madre que fue? Creo, como hombre, no como religioso, que quien intente insinuar que María fue una pecadora porque no fue virgen, se olvida de que es hijo de mujer y que por ese hecho esa mujer fue madre. La grandiosidad de ser madre es, pues, privilegio de mujer, que no de pecadora.

Para acabar con el tema, sólo quiero decirles que, aún quitándole la divinidad a María -sin conceder- el simple hecho de ser la Madre del hombre que cambió en menos de mil días el pensamiento de toda la humanidad -y conste que digo TODA- es ya en sí un hecho glorioso. Amén.

-Ah bruto! dijo asombrado Fidel. Qué forma de decir las cosas tiene usted Don Ricardo! Y, ni hablar, tiene usted toda la razón del mundo.

-Mooomento... gritó Carlos a guisa de merolico, que yo tengo una sorpresita para el jefe...

-Sorpresa?

-Sí, sorpresa. Resulta que estaba navegando por Internet y me encontré con algo interesante. Unos comentarios sobre los documentos del Mar Muerto.

-Hombre, que bueno!

-Y pues, los bajé y los copié para ti. Aquí está el disquete.

-Gracias hijo. Ya los veré con calma. Aunque aclaro que el contenido de los documentos será materia de análisis mucho más adelante.

-Bueno, bueno, dijo Sonia, pero nos habíamos quedado en la llegada de María al templo, no?

-Así es. Dejado pues a un lado el tema de la virginidad de María, que por cierto hemos de tocar nuevamente pero muy de refilón durante nuestra historia, regresemos a su vida.

-Viene!

-Antes debemos recordar que nuestro relato se basa en la narración que hace Santiago, el hijo de José, y que contiene el evangelio del Pseudo-Mateo.

María era la admiración de todo el pueblo. A la edad de tres años caminaba con un paso tan seguro, hablaba tan perfectamente, y ponía tanto ardor en alabar a Dios que se podría haber considerado no como una niña, sino como una persona mayor, y podía permanecer en oración como si tuviera treinta años. Su rostro resplandecía como la nieve hasta el punto que casi no se le podía mirar fijamente. Ella se esforzaba trabajando la lana, y todo lo que las mujeres mayores no podían hacer, ella, siendo tan pequeña, podía hacerlo.

Nadie la vio jamás enfadada, nadie la oyó decir nada malo. Todas sus palabras estaban tan llenas de gracia que se podía reconocer la presencia de Dios en sus labios. Siempre estaba ocupada en rezar o en meditar sobre la ley, y se preocupaba por sus compañeras, vigilando que ninguna de ellas pecara siquiera de palabra, que ninguna de ellas alzara la voz riéndose, o que buscara perjudicar a una compañera o la desdeñara. Bendecía a Dios sin cesar; y para no distraerse de las alabanzas a Dios saludando a alguien, cuando alguien la saludaba, respondía a modo de saludo: Gracias sean dadas a Dios. De aquí es de donde viene la costumbre de responder “Gracias a Dios”, y después solamente Adiós, cuando los hombres se saludan. A menudo se veía a los ángeles conversar con ella, y ellos la obedecían con gran afecto. Y si algún enfermo la tocaba, volvía a su casa curado.

Así creció María y se acercaba a la edad en que la mujer en esa época debía ser entregada en matrimonio. El sacerdote Abiathar ofreció muchos regalos a los pontífices para que le entregaran a María como esposa de su hijo, pero María lo rechazó diciendo: Es imposible que yo conozca varón, ni que varón me conozca. Y como los sacerdotes y todos sus parientes le decían que a Dios se le honra con los hijos y se le adora con la descendencia, ella les respondía que desde el principio estaba demostrado que también se honraba a Dios con la castidad.

-Oye, eso no iba contra la ley? Si mal no recuerdo precisamente a su padre le reprochaban el no haber tenidos hijos y por ende no amar a Dios...

-Así es, por eso los parientes y los sacerdotes insistían. Ella se aferraba argumentando. Finalmente dijo en tono rotundo: Yo he aprendido desde mi infancia en el templo del señor que una virgen puede ser grata a Dios; es por lo que he tomado la decisión en mi corazón de no conocer jamás a hombre alguno.

Ella ya tenía catorce años y ponía a los sacerdotes en otro predicamento: la tradición no permitía que una mujer viviera en el Templo de Dios...

-Oye, cómo estuvo eso? reclamó Carlos.

-En aquella época se consideraba a toda jovencita de más de quince años una mujer entera. Y vamos de nuevo a las costumbres. Cuando se habla de que una mujer puede “manchar el templo”, que no una virgen; cuando se dice que una virgen pasa a ser mujer, es obvio que se está hablando de el momento en que la jovencita empieza a reglar. Por eso María pudo permanecer en el templo cuando niña, pero llegados los catorce años, había que hacer algo!

Se decidió enviar un heraldo a todas las tribus de Israel para que se reunieran en el templo. Abiathar le dijo entonces a todos que desde que el templo había sido construido por Salomón se habían alojado en él vírgenes, hijas de reyes, de profetas, de grandes sacerdotes y de pontífices que, cuando alcanzaron la edad legal, buscaron esposo y agradaron a Dios siguiendo la costumbre de las que les había precedido, pero María había encontrado una nueva manera de agradar a Dios prometiendo permanecer virgen, por lo que había que decidir a quién entregarla para que la guardara. Los sacerdotes tiraron suertes entre todas las tribus y la suerte recayó sobre la de Judá. El sacerdote entonces dijo: Todo el que no tenga esposa que venga mañana y que traiga una vara en la mano...

-Por fin...? habían o no aceptado que no la entregarían en matrimonio? Porque eso de pedir que se presentaran los que “no tenían esposa” era tanto como buscarle marido, no? señaló Sonia.

-Efectivamente, parece que le hubiesen puesto un cuatro... agregó Carlos.

-Pues, desgraciadamente sí... verán por qué. Cuando los que se presentaron entregaron sus varas, el sacerdote consultó con el Señor y El le dijo que velaran las varas en el Santo de los Santos -podemos suponer que en lo que hoy llamamos altar mayor o el nicho del Santísimo o algo similar- y que los hombres se fueran y regresaran al día siguiente. De la extremidad de una de esas varas saldría una paloma que volaría al cielo; a aquel que se le manifestare este prodigio, es a quien debería otorgarse la protección de María.

Al día siguiente, el sacerdote entregó todas las varas y de ninguna salía la paloma anunciada. Un ángel se le apareció y le dijo: Aquí hay una varita muy pequeña que no has tenido en cuenta, cuando la hayas entregado verás aparecer el signo.

-Era la de José, de seguro, no? exclamó nuevamente triunfante Carlos.

-Bueno, ya lo dedujeron todos. Así es, el mismo José se había considerado como descartado porque era viejo y, además, por miedo de verse forzado a recibir a la joven. Recuerden que ya tenía varios hijos y el haber quedado viudo no le presentaba un panorama muy halagador como para sumar otras bocas más a la mesa.

-Cuáles bocas más? Sí sólo sería María! anotó Norma.

-Ahora lo sabrás. Resulta que cuando el sacerdote le entrega la vara a José, surge de esta una bellísima paloma que, tras revolotear largo rato por la bóveda del templo, se dirigió al cielo.

Todos felicitaron a José, a quien los sacerdotes le dijeron: Recíbela, porque eres el único elegido por Dios entre toda la tribu de Judá. Sin embargo José todavía estaba reticente; no quería recibir a María. Finalmente y tras largas discusiones, José dijo a los sacerdotes: Ciertamente no puedo menospreciar la voluntad de Dios, pero seré el guardián de la niña hasta que podamos saber quién de mis hijos, por la voluntad de Dios, pueda tomarla por esposa. Que se le dén, mientras esperamos, algunas jóvenes de entre sus compañeras para que moren con ella.

-Ándale, no quería agregar más bocas a la mesa y pide que le agreguen algunas amiguitas... dijo Sonia.

-No es precisamente así. Era parte de sus costumbres que, mientras la doncella no fuese casada, le acompañasen algunas otras que preservaran el que fuera tocada. José sabía esto, recuerden que también era sacerdote y sabía en la que se metía, por eso su reticencia.

Pero cual no sería su sorpresa cuando Abiathar le dice: Le entregaremos algunas jóvenes para que la consuelen, hasta que llegue el día fijado para que la recibas; porque ella no podrá unirse en matrimonio con nadie más!

-Zócalos!!! dijo Carlos. Se fregó el viejito!

-Carlos! reclamó Norma.

-Bueno, digo, lo que pasa es que todavía no sabía que se había sacado la lotería, no? Eso de ser el padre de Jesús fue el premio mayor, no? respondió tratando de justificarse.

-Cinco jóvenes fueron a vivir con María: Rebeca, Séfora, Susana, Abigea y Zahel. Habiéndoles dado los sacerdotes seda, jacinto, escarlata, púrpura y lino, echaron suertes entre ellas para saber los deberes que cada una debería hacer y tocó a María la púrpura, destinada a hacer el velo del templo. Las demás, jugueteando con el hecho de que a pesar de ser la más joven había merecido el púrpura, comenzaron a llamarle Reina de las Vírgenes. Un ángel se apareció ante ellas y les dijo que esas palabras no serían una burla, sino una profecía realmente cierta. La vida de María corría santamente, pero ya pronto vendría el suceso que armaría el primer alboroto relacionado con su virginidad...

-Cuenta... cuenta... dijo Carlos.

-Lo siento jóvenes, dijo Norma, la que hoy corta el relato soy yo, ustedes quedan en su casa porque ya me voy a dormir, mañana tengo que levantarme temprano...

-No suegra... nosotros también nos despedimos porque sufrimos del mismo mal. Sólo este viejito puede darse el lujo de desvelarse, con eso de que se levanta a la hora que quiere...

-Charros.... charros... que estás hablando de mi jefe! reclamó en forma jocosa Carlos.

-Tengan ustedes buenas noches entonces, dijo Ricardo.

-No, pos yo también me despido, dijo Fidel que había permanecido absorto en toda la plática.

-Ayyy Jesús, bromeó Carlos, y éste de dónde salió? Yo creí que se había muerto...

-Gracioso...

-Bueno, pues buenas noches...

-Buenas noches a todos...

Ricardo cerró la puerta y le dio el último sorbo a su taza de café. Norma levantaba los trastes sucios cuando tocaron a la puerta.

-Perdón, dijo apenado Fidel, me regresé porque quería preguntarles si puedo traer a alguien mañana...

-Claro que sí, dijo Ricardo secundado con un gesto de Norma.

-Bueno, pues gracias y.... buenas noches de nuevo.

-Chao...

Cuando cerró la puerta Ricardo, Norma le dijo bromista:

-Crece tu público...

-Duérmete... no que te tienes que levantar temprano?

-No me cambies la plática...

-Vamos, qué importa si alguien está interesado y desea invitar a otro más?

-Nada, pero al paso que vamos esto se va a convertir en una romería...

-Y qué vieja?

-Que entonces hay que poner a alguien que lave los vasitos sucios y levante el tiradero antes de que se vayan...

-Tienes toda la razón del mundo... por ahora, yo seré el que lo haga.

-Tonto, lo digo en broma...

-Lo sé, pero de todas maneras tienes razón. Hoy los levanto yo. Mañana veremos a quien le toca...

 

 

Al día siguiente, cuando tocaron a la puerta, Norma no cabía en sí de la sorpresa. Una muy buena amiga de ella, a la que tenía años de no ver, estaba parada en la entrada.

-Lupita...!

-Norma... que gusto de verte!

-Pasa amiga... qué te has hecho?

-Pues nada y mucho. Fíjate que me vine a vivir a Acapulco desde hace tres meses, y desde entonces te estoy buscando.

-Caray... vaya que es una sorpresa. Y tu marido?

-Bien gracias. El se viene en cuanto liquide algunos negocios que tiene en Mérida. Sólo nos adelantamos los chicos y yo.

-Que bueno... me da mucho gusto, deveras.

-Y tú...?

-Nada, lo de siempre, dando mis clases y viendo a los hijos crecer...

-Ricardo?

-Como siempre. Dedicado de tiempo completo a sus libros. Ya sabes...

-Vaya... pues por ustedes la vida no pasa.

-Un cafecito?

-Sí gracias, tenemos tanto que platicar...

-Naturalmente. Desde que fuimos a Mérida no te había vuelto a ver.

-Pero ya ves... ahora no me vas a sacar de tu casa...

-Que bueno... voy por el café, permíteme...

Mientras Norma estaba en la cocina, tocaron a la puerta. Lupita se levantó y abrió.

-Diga?

-Ayy buey... creo que me equivoqué de casa...

-No Carlos, gritó Norma desde adentro, pasa. Te presento a mi amiga Lupita...

-Hola...

-Mucho gusto...

-Ella es mi esposa Sonia...

-Buenas noches señora...

-Pasen, pasen por favor... y perdonen lo metiche...

-Ni digas Lupita, afirmó Norma que salía con la charola en la mano, estás en tu casa...

La puerta principal se abrió y entró Ricardo que igualmente se sorprendió de ver a Lupita, a quien saludó muy cordialmente.

-Lupita... que gusto tenerte por esta tu casa...

-Hola viejito... ya tenía rato de no verte...

-Y Jorge?

-En la blanca Mérida haciendo maletas.

-Por qué?

-Nos venimos a vivir a Acapulco!

-No me digas! Que bueno, felicidades! Sean ustedes bienvenidos.

-Gracias.

-Ya te presentaron...? mi hijo Carlos y su esposa...

-Sí, ya tuve el gusto...

No bien tomaban asiento cuando el timbre repiqueteó de nueva cuenta. Carlos abrió para dar paso a Fidel, que venía acompañado de dos personas más.

-Buenas noches... me permití traer a mi novia Gloria y a su hermana...

-Claro, claro, pasen por favor, dijo atento Ricardo.

-No te lo dije?, señaló Norma a Ricardo.

-Sí, verdad? Parece que así va a ser!

-A ser qué? preguntó Lupita.

-Verás. Mi marido comenzó a platicar con Carlangas porque éste tenía algunos problemas, ya sabes, de esos que tienen los jóvenes de su edad, y terminó platicándole la vida de Cristo. Sólo que nos la ha hecho larga y ya Carlos bautizó las reuniones de cada noche como La Cristonovela.

-No me digas! Caray, esto parece interesante. Y ya es la reunión ahorita?

-Bueno, dijo Ricardo, es la hora acostumbrada; sin embargo, tu presencia cambia el itinerario. Atención todos, quiero presentarles a Lupita. Ella es una buena amiga nuestra a la que teníamos años de no ver. Así es que...

-Nooo, de ninguna manera, dijo amable Lupita, yo no puedo ser causa de que se rompa la secuencia de la telenovela...

-Cristonovela...! dijo Carlos bromeando, Cristonovela!

-Bueno, de la Cristonovela. Además, vine a visitarlos, no a cambiar sus planes. Sólo una condición pongo: que me incluyan en la rueda.

-Bravo! Así se habla, dijo el alborotador de Carlos.

-Bienvenida señora, afirmó medio solemne Sonia.

-Vamos, por favor, sin formulismos que puedo considerarme parte de esta familia, o no?

-Claro, claro, dijo Ricardo. Y ya que estamos en confianza quiero decirles que, dado el cúmulo de vasitos y desperdicios que deja una reunioncita como ésta, sugiero que nos vayamos turnando para que, al terminar y antes de retirarnos, ayudemos a levantar y lavar trastes. Lo pido como un favor. No quiero pecar de mal anfitrión, pero recuerden que, como ustedes dicen a cada rato, ya estamos viejitos, y el trabajo se acumula...

-Vaya...! Hasta que lo reconociste, piche viejito! gritó Carlos festivo.

-Cállate, dijo Sonia, mi suegro tiene razón, no podemos dejarle el tiradero a mi suegra. Así es que el primer turno te toca a ti!

Todos rieron por la puntada de Sonia, pero estuvieron de acuerdo en ayudar. Acercaron algunas sillas del comedor para iniciar la tertulia y Lupita le dijo a Norma:

-Te voy a pedir que mañana me pongas al tanto de lo que ha pasado de la Cristonovela... porque no quiero perderme ningún capítulo!

-La verdad es que tú bien conoces la historia sagrada, dijo Ricardo, sólo que he querido explicarla a Carlos... y ahora a los demás, de manera que la entiendan, aclarando dudas, respondiendo a sus preguntas...

-Perdone señor, interrumpió Silvia, la hermana de la novia de Fidel, cuando dice despejar dudas... puede uno preguntar?

-Claro, en el momento en que quieras! Se trata de que no se queden con duda alguna. Si no supiera responder a su pregunta, lo investigamos. De acuerdo?

-De acuerdo...

-Bueno, pues empezamos... mientras María se amoldaba a la vida en casa de José, éste atendía sus obligaciones. Como recordarán, el oficio principal de José era el de carpintero, pero no un carpintero cualquiera, como los de ahora, no, en ese entonces el ser carpintero era una profesión, la ebanistería era un arte. Pues bien, el trabajo de José, en esa época, estaba en Cafarnaúm adonde había ido a atender un pedido muy especial y por ende tenido que alejarse de su casa por algunos meses. Mientras tanto, sucedió lo que ya todos ustedes conocen: un ángel se aparece a María y le anuncia que será la Madre del Salvador, recibiendo la visita regular del ángel por todo lo largo de su embarazo.

Al volver José a su casa...

-Que se arma la gorda... dijo Carlos.

-Y vaya que se armó!. Al encontrar encinta a María, José, temblando en su desesperación gritó: Señor Dios, recibe mi alma, porque prefiero morir que seguir viviendo! Le alarmaban varias cosas, la primera de ellas era lo que habrían de decir los sacerdotes!, una más lo que diría la gente, sobre todo porque sabían que él había estado fuera nueve meses!

-Perdón, cómo sabe usted que fueron nueve meses los que él estuvo fuera?, dijo Gloria.

-Aclaro, para los que no lo saben, que estoy narrando lo relatado por Santiago, el hijo de José, conforme lo registra el evangelio del Pseudo-Mateo...

-Pero eso no lo dice la Biblia...

-No, el evangelio del pseudo-Mateo es parte de los documentos antiguos que no han sido considerados por las leyes canónicas como parte de la historia sagrada, sin embargo, no porque la iglesia no los reconoce oficialmente dejan de existir.

-Pero... dijo Silvia, entonces existen? son válidos? reales?

-Claro que sí! Entendamos algo, Pablo puede considerarse el estructurador de lo que ahora conocemos como iglesia. En aquel entonces no se conocían todos los documentos sagrados, los apóstoles se había desperdigado sobre la tierra, y cada cual regaba la palabra. Los evangelistas escribieron los evangelios muchos años después, entre 70 y 100 años después de la muerte de Cristo. Los copistas tuvieron la suerte, o la mala suerte, de copiar esos documentos y aún de traducirlos, pero en algunos casos no los tuvieron completos. Por otro lado, la iglesia misma, por necesidades sociales, políticas, religiosas y aún de conveniencia, según la época, dejó fuera algunas partes porque, o no las consideraron de importancia evangelizadora, o no les convenía conforme al momento que se vivía. No hay que criticarles. Así es la facultad humana de auto-protección. Aunque algunos de los aquí presentes ya lo saben, les diré a los demás que lo dicho por los escritos apócrifos -que no significa falsos sino secretos- y los pseudoevagelios, ha sido confirmado en gran parte tanto por estudiosos e investigadores, religiosos y no, como por otros documentos que han ido apareciendo, como los del Mar Muerto; es más, me permito decirles que algunos de estos documentos también llevan el nombre de Proto-evangelios, que significa Los Primeros Evangelios.

Así pues, quién mejor conocería la vida de María con José que uno de los hijos de éste: Santiago. El es que relata lo que les cuento, por eso podemos saber que José estuvo fuera nueve meses.

-Gracias...

-Bien, pues el caso es que José se alarmó de tal suerte que las otras vírgenes, compañeras de María, habrían de intervenir en su defensa, asegurando que hombre jamás la había tocado, pero José pensaba en esconderse y repudiarla.

Había decidido levantarse por la noche y huir e ir a vivir a un lugar escondido. Pero la misma noche un ángel vino y le dijo: José, no temas tomar a María por esposa, porque lo que ella lleva en su seno es obra del Espíritu Santo. Dará luz a un hijo que será llamado Jesús, porque liberará al pueblo de sus pecados.

José, levantándose convencido, dio gracias al cielo, se acercó a María y le dijo: He pecado porque he sospechado de ti.

-Disculpe Don Ricardo, dijo interviniendo Fidel, pero no se le hace muy infantil pensar que un hombre, dolido por que encuentra a su esposa embarazada, tiene un simple sueño y con eso basta para que quede convencido de que no le han engañado?

-Que bueno que tocas ese punto, porque me das la oportunidad de regresar a las costumbres de la época. En ese entonces los hombres eran más sensibles a la espiritualidad, a la religión pues, no estaban contaminados como ahora lo estamos por el supuesto realismo de la ciencia, por la incredulidad que nos arroja el aparente saber que todo tiene una explicación material. Tanto entonces, como ahora, Dios nos habla. Sí, no pongan esa cara de asombro porque, aunque lo nieguen públicamente, todos ustedes han tenido la experiencia de hablar con Dios. Lo que pasa es que algunos, después de que pasa el apuro o la aflicción, creemos que en “realidad” estábamos hablando con nosotros mismos. Ponemos en duda el haber hablado con Dios... hasta que nos pasa otra cosa, y volvemos a hacerlo. Somos descreídos por naturaleza. El existencialismo en que hemos caído nos ha hecho insensibles a la espiritualidad, pero, y observen bien lo que les voy a decir: ante un mundo que nos ahoga, ante un mundo que se hunde y nos agobia, todos, absolutamente todos, estamos regresando, buscando de nueva cuenta, por inercia, por instinto, esa espiritualidad. Si no, explíquenme por qué los libros esotéricos están de moda? Por qué la proliferación y existencia de tantas nuevas sectas y “religiones”? simplemente porque el hombre busca una seguridad espiritual. Desea firmemente, y muy dentro de sí, regresar a la verdad.

-Eso es cierto, dijo Lupita, los libros sobre superación personal, ángeles, y espiritualidad, así como los esotéricos se venden como pan caliente de unos años a la fecha.

-Quieres decir que a cualquiera le habla Dios? dijo Carlos.

-Naturalmente! Dios está en todas partes y en cada uno de nosotros. Dios es el poder de la creación. Hay miles de casos conocidos públicamente, y millones que no se conocen pero ha sucedido, en que una misteriosa voz o un suceso fortuito evitó la muerte de alguien.

-Dios... dijo Gloria, a mí me ha pasado!

-Cuenta...

-Hace unos años salía para León y, cuando me iba a subir al autobús, algo me dijo que no me subiera. Yo misma no entendía por qué había dejado partir el camión, hasta que me enteré por la televisión que se había ido a un barranco.

-Exactamente lo mismo que cuando una madre despierta azorada porque sabe, muy en sus adentros, que algo le pasó a su hijo que andaba lejos...

-Sí, dijo Norma, incluso he visto programas sobre eso...

-Bueno, dijo Fidel que comenzaba a destacarse como el más incrédulo, pero los científicos afirman que son casos de telepatía...

-Dile como quieras pero, si reconocemos que existen, con todo y lo contaminados que estamos, repito, por la ciencia y sus argumentos explicativos, quiere decir que si dejamos fluir ese sentimiento de sensibilidad, y válgase aquí la redundancia, podremos tener más contacto con la espiritualidad, con Dios, en pocas palabras.

-Bueno, insistió Lupita, cabe decir que incluso ya algunos están escribiendo, y en forma muy seria, sobre los ángeles...

-Cierto, es el principio de una carrera que ya se ha corrido. Primero fue la ciencia contra la espiritualidad, ahora es la espiritualidad contra la ciencia. El hombre quiso explicarse muchas cosas, y lo logró descubriendo la ciencia, pero ésta no ha sido suficiente para explicar lo que llaman “fenómenos paranormales” y el hombre ahora se pregunta: por qué?

-Por qué? dijo Fidel.

-Porque, sobre todo tu generación, ha perdido incluso la capacidad de asombro. Cuando yo era niño y se habló de una caja en la que se veía a la gente, ninguno podíamos creerlo, hasta que pudimos observar la televisión. Los inventos se fueron sucediendo tan frecuentemente y con tal rapidez, que ahora ya nos les apantalla, como dicen ustedes, que hayan clonado a una oveja, o que se haya descubierto vida vegetal en Marte. Por ende, no aceptan que la ciencia no pueda explicar los fenómenos paranormales y buscan otro camino, algo que les despeje sus dudas.

-Bueno, Don Ricardo, y antes quisiera aclarar que no pretendo entrar en polémica, pero... si ya no nos asombra nada, como usted afirma, quiere decir que el hombre ha alcanzado la capacidad de entender la vida, e ahí el caso de las clonaciones que no es otra cosa que crear vida...

-Momento...! en parte es cierto, pero no olvidemos que no es vida creada, es copia de otra vida creada con anterioridad. Es como el literato que pretende darse fama plagiando el escrito de otros. No sé si Dios pueda permitir algún día al hombre ser creador de vida, pero la clonación no es, definitivamente, crear vida, es copiarla!

-Sin embargo, y es a lo que me iba a referir, el hombre ha encontrado el camino de explicarlo todo...

-No, no todo, volvemos a lo que el hombre mismo, al no poder explicarlo, llama fenómeno paranormal. Debemos reconocer que si Dios dio al hombre, primero que nada el don del raciocinio, y con éste el de la comprensión, la investigación, el entendimiento, y ha sabido aprovecharlo creando la ciencia, digamos la parte práctica de la vida, también debemos reconocer que, a pesar de la profusión de la religión, el hombre ha abandonado el don de la espiritualidad. Es como si un atleta ejercitara siempre sus piernas porque es corredor, pero olvidara sus brazos y llegara a tenerlos tembeleques y flácidos. No se preguntaría, en un momento determinado, por qué los tiene así? Por qué, si hace mucho ejercicio? Creo que el hombre, sin denigrar a la ciencia misma y aunque hay que dudar un poco de sus supuestos beneficios, debió atender a los dos aspectos simultáneamente y con el mismo énfasis.

-Bueno, eso sí...

-Lo ves? Ves que fácilmente te puedes convencer de que no es realidad todo lo que sabes? Todo lo que sabemos, mejor dicho. Esa es la importancia de la duda, que provoca la necesidad de despejarla, de saber lo que no sabemos, de encontrarnos con lo desconocido... hasta conocerlo... por eso mismo, hay que conocer mejor a Cristo!

-Sólo una cosa más, indicó Fidel, si esos documentos existen, si tienen validez, si la iglesia los ocultó...

-Un momento... no he dicho que la iglesia los ocultó todos. Aunque puede considerarse así. Algunos de estos documentos, escritos por los primeros teólogos de la iglesia, y otros de suma importancia, bien cierto es que se perdieron en el tiempo; los que no, fueron usados para sentar las bases del catolicismo y aún de otras ramas de la propia religión...

-Las sectas?

-No, dije ramas... es decir, variantes del mismo catolicismo que fueron siguiendo las normas aplicadas por sus cabezas. Recuerden ustedes que los apóstoles se dividieron, y al igual que ellos, lo hicieron otros más, como los hermanos de Jesús y el propio San Pablo, a quien puede calificarse como el verdadero creador de una religión organizada y con bases. De tal suerte, los cristianos no pensaban igual que los judíos, por ejemplo. Los primeros se basaban en la palabra de Cristo, mientras que los segundos eran más apegados al viejo testamento, a la Torá. De ahí surgen entonces las iglesias de oriente, la celta, que tenía su base en Irlanda, etc. Pero eso será materia de comentario cuando lleguemos al punto. Para no alargarnos, ni perder el hilo, mañana regresaremos al nacimiento de Cristo.

-Mañana? Qué ya nos vamos? dijo Lupita mostrando interés en la plática.

-No, tú no, dijo Ricardo, pero estos jovencitos nos van a permitir descansar y platicar contigo un poco.

-Bueno, dijo Carlos, pues aquí se rompió una taza... y cada quién para su casa!

-Muchas gracias Don Ricardo, dijo Fidel.

-De qué muchacho...

-Pues por contestar preguntas que nadie sabe, o se atreve a contestarnos...

-Es cierto, dijo Silvia, no cualquiera se atreve a hablar de la religión como usted lo hace...

-No es atrevimiento hija, es simplemente la verdad. Una de las cosas que busca ahora la iglesia, bajo el papado actual, es eso, abrir sus puertas a la verdad, pero la gente es tan difícil de cambiar en sus hábitos, unos hábitos fomentados y fincados por la propia iglesia, que lo debe hacer poco a poco. Pero ustedes mismos pueden notar la cantidad de cambios que ya se han dado en estos últimos veinte años.

-Eso sí, dijo Lupita, la iglesia actual no es la misma de hace veinte años, dices bien.

-Bueno, pues que pasen ustedes buenas noches, agregó Fidel.

-Anda hijo, que descansen.

 

Una vez que se retiraron todos, Norma preparó la mesa y sirvió una suculenta cena para agasajar a su amiga.

-Así es que te vienes a vivir a Acapulco... comentó Ricardo.

-Sí, de hecho ya estamos viviendo aquí desde hace varios meses, lo que pasa es que había perdido la dirección y el teléfono de Norma y no les pude localizar antes.

-Que bien, y los hijos?

-En casa, saben que vine a verlos y ya se habrán dormido. Pero no hay problema, al fin que ando de solterita.

-Pues ya sabes, lo que se te ofrezca.

-Gracias Ricardo. Por cierto, que linda plática. Fíjate que tenía años que no escuchaba hablar de religión, sobre todo en la forma en que lo haces. Me apunto para venir todos los días, si ustedes lo permiten, claro.

-Faltaba más Lupita, repito que ésta es tu casa...

-Oye, dijo Norma, qué te parece si nos vamos mañana de compras y a tomar un cafecito al Vips de la Gran Plaza?

-Bueno... me agradaría. He estado como monja, bien encerrada. Las únicas salidas fueron a la escuela para inscribir a mis hijas y para comprar algunos muebles que nos hacían falta.

-Pues está dicho...

-Ricardo, tengo una duda...

-Sí, dime...

-Dijiste que se habían formado varias ramas de la religión, pero que no eran las sectas. Cuáles son?

-Huyyy, es largo de contar porque, como siempre lo digo, debemos conocer los sucesos que motivaron esto. Pero no te preocupes, en su momento he de platicarlo largo y tendido. Es importante conocerlo para saber que muchas de estas religiones profesamos, salvo algunas diferencias, las mismas creencias, y para comprender por qué nuestro Papa lucha tanto para lograr la unificación de esas iglesias. Mira, como simple ejemplo, te has dado cuenta que cuando el Papa oficia misa siempre está juntó a él el Jerarca de la Iglesia Ortodoxa?

-Cuál es?

-Uno que siempre está a su derecha con una toga y tocado negros...

-Haaa, sí...

-Bueno, pues esto sucede desde no hace más de tres años. Y aunque no se ha dado el anuncio oficial, bien puede interpretarse como una alianza ya concretada entre la iglesia ortodoxa y la romana, no?

-Vaya... tienes razón.

-Bueno, pues hay mucho más de fondo, pero ya platicaremos de esto, y que conste que no es porque no quiera comentarlo ahorita, sino porque considero que habría que hacerlo dos veces y, ya que vas a estar viniendo...

-Como quien dice, aguántate! no?

-Algo así, dijo Norma siguiendo la broma.

-Bueno, pues yo me retiro porque hay que descansar y dejar descansar. Nos vemos mañana Normita?

-Sí, ya quedamos. Yo te hablo y paso por ti.

-Pues buenas noches...

-Buenas noches Lupita, que descanses y salúdame a las chicas...

-Gracias Ricardo, de tu parte...

 

 

Ricardo se levantó temprano y salió a ver algunas cosas concernientes a la edición de sus libros. Poco antes de llegar al centro, le pareció ver a alguien conocido caminar por la Costera. Observó por el retrovisor y vio la inconfundible figura del sacerdote con quien había hecho tanta amistad. Dio la vuelta en redondo y regresó al punto en donde el cura caminaba plácidamente.

-Hola Padre... gritó desde el interior del auto.

El Sacerdote volvió la cara y se agachó haciéndose sombra con la mano. Al reconocerlo, sonrió gustoso y se acercó a la portezuela derecha.

-Mira nada más a quien tenemos aquí... no te vas a morir, te lo aseguro! Venía pensando en ti, precisamente...

-Pues heme aquí Padre... pero hágame el favor de subirse porque si no me van a multar...

-Y adónde demonios me vas a llevar? dijo el cura recalcando lo de “demonios” en alusión a la expresión de Carlos sobre la que Ricardo le había comentado.

-Para empezar qué le parece si nos tomamos un cafecito?

-Bueno, pero que sea un desayuno completo porque acabo de llegar y tengo hambre...

-Claro que sí, Padre, claro que sí...

Enfiló hacia el Vips y metió el auto al estacionamiento. Una vez acomodados en uno de los apartados, Ricardo preguntó:

-Y qué hace en Acapulco Padre?

-Vine a ver al Señor Arzobispo... y pensaba de paso buscarte...

-Vaya Padre, pues que bueno! Dios los cría y ellos se juntan...

-Así es, hijo, los caminos del Señor tienen variantes insospechadas...

El tiempo pasó rápido. Como siempre, ambos disfrutaron la plática, aunque en esta ocasión no versara precisamente sobre el tema que les había apasionado la última vez que se vieron. Comentaron sobre la situación, la violencia, la inseguridad y todos esos temas de actualidad que están en boca de todos.

-Bueno hijo, pues gracias por el desayuno y, abusando, espero que me lleves al hotelito en que siempre me hospedo...

-De ninguna manera Padre, si tiene la necesidad de quedarse mi casa es la suya, le ruego que acepte mi hospitalidad.

-Vaya con el niño! Ahora hasta a tu casa me vas a meter, dijo el cura en son de broma.

-Si Usted lo acepta Padre.

-Claro que sí hijo, nada me honraría más que pasar una noche -o dos, quizá- en casa de un hombre como tú.

-Que sea menos Padre...

-No, en verdad, me honras con tu ofrecimiento, sobre todo porque espero tener la suerte de que esta noche sea una de esas noches de plática que me has comentado...

-Huyy Padre, pues no es suerte, Usted sabe muy bien que nos reunimos todas las noches, aunque me da un poco de miedo que Usted sancione mis comentarios...

-Ya veremos a qué te haces acreedor, dijo el sacerdote lanzando inmediatamente después una carcajada.

 

Ricardo no cabía en sí de lo nervioso que estaba. En cuanto llegó a su casa le comentó a Norma el encuentro que había tenido y la invitación hecha al cura amigo.

-Huyyy, dijo Norma, ahora sí va a estar larga la velada!

-Vamos, no bromees! Lo que me da pavor es que voy a estarle viendo la cara al Padre Julián y me va a dar pena tocar algunos puntos tan abiertamente como lo hago a solas...

-Y qué? El sabe ya tu forma de pensar, lo que has aprendido, lo que crees y cómo lo crees. O qué? Mientes en algo? No, verdad? Entonces no hay porque tenerle miedo al señor cura.

-No es miedo, es pena. Recuerda que él sabe mucho más que yo sobre esto. Es como si pusieran a un alumno a dar clases frente a su maestro.

-Mira Ricardo, yo nunca te he visto menos que otros, eres un hombre muy inteligente, te gusta estudiar y lo que dices lo afirmas con conocimiento de causa siempre. No te apoques porque va a estar el Padre Julián presente, al contrario, tómalo como consejero, hazle participar. Así te sentirás mejor.

-Mi amor, tú siempre tienes la forma de animarme. Gracias... y que venga el curita!

 

Por aquello de las dudas, Ricardo llamó a Carlos y le pidió le dijera a su amigo Fidel que, dada la presencia del sacerdote, midiera un poco su curiosidad y que, cualquier duda, la despejarían otra noche.

-Qué? replicó Carlos entre bromista y asombrado, quieres que le diga a Fidel que no te haga preguntas? A qué le tienes miedo? A que el cura te contradiga? O a que te desmienta?

-No, Carlos, por favor, no malinterpretes; lo que quiero es que no me vaya a meter en aprietos ante el Padre Julián...

-Por favor, papá, en todo caso al que podemos poner en aprietos es a él. Que nos conteste algunas preguntitas sobre el por qué la iglesia ha callado o tergiversado tantas cosas...

-Nooo Carlos, por favor, Julián es un buen amigo y tampoco me gustaría que pensara que le invité para sentarlo en el banquillo de los acusados!

-Bueno, bueno, no te preocupes, le pasaré tu recado a Fidel... pero que conste que si la riega no es mi culpa, estamos?

-Estamos... y gracias¡

 

Todo podía imaginarse Ricardo, menos la forma en que se desencadenarían los acontecimientos esa noche.

Entró a la recámara y preguntó a Norma si ya había preparado la habitación para el sacerdote.

-Ya, viejo, ya. Cálmate, por Dios!. Pareces quinceañera que espera su primera cita...

-Oh, no me cotorrees!

-Ven, vamos a ver una película en tanto llegan los demás.

-No, de ninguna manera, quedé de ir por el Padre a las siete y ya van a dar... dile a los muchachos que regreso luego!

En ese momento tocaron a la puerta. Los muchachos le habían ganado a Ricardo.

-Hola, pasen por favor, dijo amable Norma.

-Doña Norma, traje unas galletas para la reunión, indicó Silvia, ya nos tocaba poner algo, no?

-Gracias Silvia, las pondré en unas charolitas, aunque de antemano les aviso que hoy habrá cena para todos... hice unos taquitos ahogados... y pozole.

-Que bueno que vino el padre, exclamó Carlos, ojalá y venga todos los días...

-Carlos!, reclamó Sonia.

-Bueno, por lo visto esta no es mi noche!

Ricardo salía en ese momento y agregó:

-Podrías callarte y ser un poco más respetuoso?

-Qué dije?, chilló Carlos.

-Mucho y nada! Te suplico que te comportes mientras está aquí el Padre Julián!

 

Cuando regresó Ricardo con el Padre Julián ya estaban todos reunidos. Les presentó uno por uno e invitó al sacerdote a pasar a su habitación para acomodarse en tanto servían unos refrescos.

-Andele Padre, dijo Carlos en son de broma, y se viene lueguito porque nos lo vamos a comer vivo...

Ricardo se puso rojo como tomate. La cara se le congestionó y vio a Carlos con una mirada de desaprobación, pero el cura se defendió solo.

-Eso es lo que piensas muchachito...! Si ya sabía que tendría que lidiar con ustedes, y sobre todo contigo que ya me ha hablado mucho tu padre de ti. Yo soy el que te va a comer vivo, escuintle del demonio! contestó sonriente el cura.

-Anda... hasta que encontraste la horma de tu zapato... dijo Sonia festiva.

-Bravo Padre, así se habla! terció Lupita aplaudiendo.

-Me las vas a pagar, dijo Ricardo a Carlos en un tono menos molesto.

-Ahhh no, reclamó Carlos ya recuperado de su asombro, ya veremos de que cuero salen más correas...

-Esto se va a poner interesante... y creo que me va a gustar!, dijo el Padre Julián a Ricardo palmeándole el hombro al tiempo que entraban a la habitación que le habían asignado.

 

Mientras Ricardo acompañaba al sacerdote, Norma interpeló a los asistentes.

-Recuerden que el Padre Julián, a más de amigo de mi marido, es nuestro huésped, así que les suplico portarse bien con él.

-Ya en serio, dijo Carlos, todo es broma. No pretendo ser grosero y mucho menos indiscreto con el curita.

-Pues eso espero, dijo Norma medio seria.

-Oye, intervino Lupita, no te pongas así. Las cosas están tranquilas. El mismo padre las tomó a broma...

-Pues sí, pero debemos ser un poco más respetuosos...

-Ok, ok, dijo Carlos conciliador.

Fidel levantó la mano pidiendo la palabra como lo acostumbran los chamacos en la escuela.

-Qué pasó Fidel? interrogó a su vez Norma.

-Puedo hablar?

-Claro que puedes... por qué es la pregunta? Alguna vez se te ha coartado la libertad de decir o preguntar algo en esta casa?

-No... pero Carlos me dijo que su papá le había pedido que no hablara yo mientras estuviera el curita aquí...

-Qué...? Vaya, vaya, pues parece que a mi marido sí le intimida la presencia del Padre Julián!

-Pues ahora se friegan... yo no vine a intimidar a nadie y si es así... se friegan, porque yo quiero participar en las sabrosas charlas que me han dicho que tienen y... ahora se aguantan, espetó el sacerdote divertido fingiendo un enojo que estaba muy lejos de sentir al tiempo que entraba a la sala.

-Nooo... padre, no, dijo todo avergonzado Ricardo que venía tras él. Lo que pasa es que le supliqué a Carlos que le pidiera a Fidel que fuese un poco más... cómo decirlo...

-Mire padre, intervino Carlos, lo que pasa es que en las pláticas Fidel se ha caracterizado por hacer las preguntas más comprometedoras y mi papá...

-Ya entiendo. Tu papá le pidió que se callara para que no pudiera yo ser testigo de lo que contesta... pero no, yo le pido a Fidel que hable, que pregunte lo que le venga en gana. No estoy aquí como cura, sino como amigo, así es que les pido a todos nuevamente que se “sientan como en su casa...”

Todos soltaron la carcajada y Ricardo, que mientras tanto no sabía en dónde meterse, movió la cabeza de un lado a otro y comentó:

-Ya estaría de Dios que no me escapara del juicio divino!

-Claro que no, dijo Julián, además este no es un juicio, es una simple charla para despejar las dudas de los asistentes, según me contaste. Así es que dejen de darle vueltas al asunto y entremos en materia...

-Padre, intervino Norma, yo les pediría que antes de comenzar pasaran a la mesa, la cena ya está servida y se va a enfriar...

-A eso me refería yo, dijo el padre festivo.

 

Mientras disfrutaban un exquisito pozole, muy de la región suriana, los asistentes no dejaban de cuestionar al padre sobre cómo se hizo cura, qué tal era su pueblo, cómo le iba ahí y mil cosas más sobre su vida. Ricardo había dejado de callar a los demás y les dio apertura total pues bien se pudo observar que el sacerdote era un hombre mucho más especial de lo que le había calificado durante su estancia en aquel poblado.

-Dígame padre, es válido pregonar la paz entre los seres humanos y al mismo tiempo afirmar que los que no pertenecen a la santa iglesia católica son seres equivocados, enemigos nuestros, con los que hay que acabar?, preguntó Carlos.

Ricardo se quedó tenso, pero ahora no por pena, sino por ver qué contestaba el sacerdote.

-Por Dios hijo, exclamó el cura, que barbaridades dices...?

-Yo no padre... las dice, y repetidamente, en cada homilía, un sacerdote de la parroquia a la que vamos a misa. Mi papá nada más mueve la cabeza cada vez que le oye...

-Pues tu papá tiene razón! No se puede calificar a los creyentes de otras sectas, o ramas, o religiones, como nuestros enemigos y mucho menos pregonar que hay que acabar con ellos! Por Dios! Si nuestro ministerio es de amor, de perdón, de tolerancia. Cristo mismo se sacrificó antes que enfrentar al hombre como su enemigo. No entiendo como alguien puede usar el púlpito como tribuna para difundir tales barbaridades. No podrían haberse equivocado? O quizá tergiversar sus palabras?

-No Julián, dijo solemne Ricardo, no hay equivocación alguna. El sacerdote usa cualquier resquicio de su homilía para incitar a la gente contra los “enemigos” de la iglesia. Por cierto que a quienes más les tira es a los Testigos de Jehová y a los sacerdotes de una iglesia del centro que siguen la corriente de la teología de la liberación, a quienes asegura ya les han excomulgado.

-Pues que barbaridad! Si es verdad lo que me dices eso no es correcto! me imagino que se refieren a los sacerdotes de San Camilito, creo, pero ni a ellos ni a sacerdote alguno que haya seguido, antes y aún ahora, la teología de la liberación se le ha excomulgado. Imagínate, la iglesia se quedaría sin más de la mitad de sus soldados. No, no puede ser! Están seguros de lo que me dicen?

-Totalmente, replicó Ricardo mientras el resto de los comensales guardaba un silencio sepulcral.

-Pues deberé platicar con el Señor Arzobispo de esto...

-Entiendes ahora la preocupación que tengo? por qué los fieles abandonan las filas de la iglesia? No puedes decir que amas cuando pregonas el odio...

-No, claro que no, pero eso no es justo. No se puede calificar a la iglesia por el desvío de unos cuantos...

-Ni de la iglesia misma, padre? preguntó Fidel entre tímido y decidido.

-Tampoco! La iglesia ha tenido sus desviaciones, lo reconozco, pero también ha cambiado. No sé si Ricardo ya les ha hablado suficiente sobre el tema. Tengo entendido que ya ha hablado sobre ello, pero yo quisiera agregar que las manifestaciones divinas en el individuo deben ser, al igual que en la iglesia, congruentes con una palabra: Amor. Eso es lo que vino Cristo a enseñarnos. Si en su momento los hombres han equivocado el camino, han sido los hombres, porque la palabra es la misma, la fe, la creencia no puede estar sujeta a los actos humanos. Es verdad que la iglesia norma la vida cristiana, pero eso no obsta para que el individuo guarde su propia compostura. Tan es así que ya se ve el nuevo camino apostólico marcado por el Papa. Quizá para los fieles no es tan notorio, pero para nosotros sí. Vemos llegar un nuevo tiempo a las puertas del milenio. Juan Pablo II está dejando un camino más llano para el entendimiento inter-eclesial...

-Perdón padre... que es inter-eclesial? interrogó curioso Fidel.

-Entre iglesias. Muchas corrientes, por llamarles de alguna manera, tienen como base la fe en Cristo, otras en Dios mismo conforme al viejo testamento, unos más reconocen a uno y otro, pero no aceptan a los santos y a las vírgenes, pero todos, absolutamente todos, creen en Dios. Y que conste que estoy hablando sólo de las corrientes católicas, ya no de otras religiones como el brahmanismo que, al final de cuentas, también algo tiene que ver con Dios. Juan Pablo II busca desesperadamente la unificación eclesial, es decir, la unificación de las iglesias que son, al final de cuentas, hijos Dios. Tiene en mira una sola religión, la verdadera y única, que esta sea la conjunción de todas. Dime, qué religión no cree en un Dios? Todas! Llámele como le llame, es Dios.

-Algo así nos ha dicho mi papá, pero nunca me imagine oír en la boca de un cura...

-Por qué? No somos todos hijos de Dios? pues entonces... mira, cuando amanece, algunos vemos la mañana como algo hermoso, escuchamos el cantar de las aves tempraneras y el sol representa la luminosidad que nos augura ese mismo día, otros sin embargo se levantan sin ver siquiera a través de la ventana, no gozan del radiante sol ni del murmullo que acompaña al amanecer. Estos últimos, como los ateos, los incrédulos, no por no creer en las bondades de la mañana la hacen desaparecer. Así es Dios, no porque algunos no creen en El va a dejar de existir. El no creyente es como el enfermo y, al enfermo no se le mata, verdad? se le cura, se le atiende. Así debemos actuar, no ver a los no creyentes como enemigos a los que hay que acabar, como dice el sacerdote que señalan, sino curarlos de su ignorancia, darles la fe como remedio a su incongruencia. Qué tiene de malo que escuches esto de boca de un cura? Porque me ves viejito, como le dije alguna vez a tu padre, crees que soy arcaico? que pienso igual que mis compañeros curas del medievo o como los destrampados del renacimiento? No! Soy un sacerdote que siente su vocación a fondo, con seguridad, me formé como cura por un llamado de Dios, no por compartir una vida asegurada o cómoda. Soy, como la gran mayoría de los sacerdotes, respetuoso del canon, de los mandamientos emitidos por la iglesia como organismo, pero no por eso dejo de ser un ser pensante, analítico, estudioso, respaldado siempre, claro, por la bondad divina y su inspiración. Veo a los demás como hermanos y trato de predicar con el ejemplo. No soy un santo, simplemente soy un hombre que cree en su vocación y en su fe.

-Bravo padre, así se habla, dijo cascabelero Carlos impresionado por las palabras del cura.

-No cabe duda que tienes una fe bastante bien cimentada mi querido Julián, agregó Ricardo asombrado.

El sacerdote bajó la cabeza con humildad y se persigno dando gracias a Dios en voz alta y conminando a los demás a hacerlo.

-Bueno jóvenes, dijo Ricardo, la noche se fue como agua y ya es tarde, así es que vayamos a descansar que mañana será otro día-

-Y nuestra dosis de Cristonovela? reclamó Carlos.

-Por hoy ya estuvo bien...

-Pero el padre se va a ir y...

-No se preocupen, dijo el sacerdote, yo no me voy a ir hasta pasado mañana, así es que mañana por la noche aquí nos veremos... para ver de qué cuero salen más correas, como dice Carlitos.

-Ayyy padre, dijo Sonia, como queriendo disculpar a su marido.

-No tengas cuidado, vayan con Dios y mañana nos vemos...

-Hasta mañana a todos...

-Hasta mañana hijos, que descansen.

Y la palomilla voló a sus respectivos nidos.

 

 

Por la mañana, Ricardo dejó al Padre Julián a las puertas de la arquidiócesis y enfiló el auto a la plazuela Sor Juana Inés de la Cruz, en donde se encontraban dos vendedores de libros usados.

Bajó del auto y saludó a uno de ellos.

-Hola, tendrás algo sobre religión?

-Quihubo licenciado? Cómo ha estado?

-Bien gracias...

-Mire, aquí no tengo nada importante, pero si me indica qué cosa quiere puedo dar una revisada entre las cajas que guardo en la casa...

-No, nada en especial, señaló Ricardo, pero si encuentras algo referente a los evangelios o a los documentos del Mar Muerto mucho te lo he de agradecer...

-Huyyy, pues no creo que encuentre nada interesante después de saber los tesoros que Usted guarda en su biblioteca...

-Bien, no te preocupes, pero... si encuentras algo no dejes de avisarme...

-Está bien licenciado, dijo el librero mientras le extendía la mano para despedirlo.

Ricardo se quedó pensando al tiempo que abordaba de nueva cuenta su auto.

-Tiene razón. Para qué me bajaría yo a preguntarle algo que de antemano sé que no tendría?

La idea de encontrarse con algún amigo que le despejara un poco la mente le llevó al Vips, lugar en donde se reunían casi todos los periodistas y uno que otro político.

Al entrar, se topó de frente con su compadre el líder.

-Hola mi querido Ricardo, que milagro? Tú ya no vienes por estos lares...

-Hola mi estimado amigo; vine a despejarme un poco platicando con los amigos...

-Pues sentémonos y a darle rienda suelta al chisme, dijo sonriendo el diputado.

En ese momento se acercó un reportero que Ricardo conocía bien.

-Hola Don Ricardo. Me permite tomarme un café con Usted? tengo algo que proponerle.

-Claro, dijo Ricardo, si no le molesta al diputado...

-Faltaba más, dijo su amigo...

-Y que quieres proponerme? interrogó Ricardo una vez que les hubiesen servido sendas tazas de café.

-Pues mire Usted Don Ricardo, resulta que me acaban de nombrar Director del semanario en el que trabajo y quiero darle más calidad al contenido. Mi propuesta es que nos escriba algunos artículos, aunque, como siempre, no hay presupuesto para pagar a los colaboradores...

-Ah vamos!, dijo riendo Ricardo, como siempre! Pero no te preocupes, te mandaré una colaboración semanaria. Nada más que ya sabes como escribo...

-Y vaya que eres venenoso, agregó el diputado.

-Eso no importa Don Ricardo, dijo el reportero. Usted sabe que sus colaboraciones son bienvenidas porque siempre afirma los hechos con los pelos en la mano. Yo tengo plena confianza en Usted y su profesionalismo.

-Hombre, pues gracias, y ya se dijo. Así es que desde mañana te envío alguna cosita...

-Gracias Don Ricardo, y ahora me voy porque tengo mucho que hacer... gracias nuevamente...

-Anda muchacho, que te vaya bien... y mucha suerte en tu nuevo cargo de Director...

La plática entre el diputado y Ricardo se hizo intensa, dando rienda suelta a los comentarios sobre la situación socio-política del puerto, hasta que Ricardo vio el reloj.

-Dios mío, pero si ya son las tres de la tarde... me vas a perdonar.

-No tengas cuidado. La plática estuvo buena mi querido compadre. Ve con Dios, dijo finalmente en tono de broma el líder.

 

En el camino, una loca idea iba formándose en la cabeza de Ricardo. Sonrió para sí mismo y llegó feliz a casa un poco tarde para la hora de la comida.

 

Los asiduos asistentes llegaron temprano. No habían dado las seis de la tarde y ya estaban todos presentes. La presencia del Padre Julián daba más que buen motivo para hacerlo.

-Vaya, dijo admirado Ricardo cuando salió de su recámara tras despertar de su acostumbrada siesta vespertina. Ahora sí se va a caer el cielo! Mira que Julián sí hace milagros!

-Charros jefe, dijo Carlos, no le quites emoción al asunto. Si venimos temprano es para aprovechar lo más que se pueda al curita...

-...aunque me gustaría más que me llamaras Padre Julián, dijo el sacerdote al entrar a la sala, haciéndose el enojado.

-Ok... padre Julián, bromeó Carlos contoneando las caderas.

-Pero si a ti te va a llevar el demonio... dijo Sonia entre molesta y jocosa.

-Bueno, bueno, intervino Norma, el caso es que ya están todos aquí y podemos empezar para aprovechar, como ustedes dicen, la presencia del padre Julián, pero Lupita sabe que nos reunimos más tarde y creo que sería una grosería no esperarla...

-Eso se cree usted, señaló Fidel, pero Carlos se encargó de llamarnos a todos por teléfono para citarnos aquí a esta hora, así es que la señora Lupita no debe tardar en llegar.

En ese preciso momento llamaron a la puerta. Era Lupita que llegaba toda azorada.

-Ayyy, mil perdones pero todavía no me acostumbro al calor de Acapulco y me quedé dormida, pero ya estoy aquí... hola a todos...

-Hola... corearon los presentes.

-A ver, déjenle al padre Julián el sillón unitario para que no lo incomoden... pidió Ricardo.

-Sí, eso sí te lo acepto, señaló Julián burlón, porque como buen viejito si alguno me encaja el codo... me duele!

Todos soltaron la carcajada y de inmediato se escuchó la voz de Ricardo pidiendo silencio.

-Miren, hoy quiero hacer un breve retroceso en nuestra charla para que quede bien fincado el asunto relativo a la virginidad de María. Quisiera pedirle a Julián, si me lo permite, que nos dé su opinión al respecto.

-Bueno, tú ya la sabes, dijo el sacerdote, pero no sé si les hayas comentado a ellos lo que te dije, o qué hayas comentado tú a tu vez.

-No importa, dijo Lupita, al fin que yo no alcancé ese episodio de la Cristonovela y bien quisiera saber qué opina usted...

-Bien, si todos están de acuerdo -y que conste que siento esto como un cuatro bien puesto por Ricardito- les diré lo que pienso, y perdonen si yo también me voy un poco atrás.

El sacerdote hizo una pequeña pausa, cruzó los dedos de las manos, las recargó sobre su barbilla y de repente exclamó: ¡Cómo respeta Dios a los hombres! No los salva sin que ellos mismos lo quieran. El Salvador ha sido deseado y acogido por una madre. Una jovencita acepta libre y conscientemente ser la servidora del Señor, y llega a ser la Madre de Dios.

¿Cómo podré ser madre...? se pregunta ella. Si recordamos que María está comprometida y a punto de casarse, su pregunta no tiene sentido, a no ser que ya antes de la visita del ángel hubiera decidido mantenerse virgen. Mucha gente se extraña ante tal decisión de María: ¿Cómo pudo pensar mantenerse virgen en el matrimonio? Más aún, en las iglesias no católicas muchas personas, al leer en el Evangelio la expresión “hermanos y hermanas de Jesús” concluyen sin más que María tuvo otros hijos después de Jesús. Creo que ya aclararon ese punto, según me dijo Ricardo. Pero lo grave es que esta gente esté tan deseosa en negar la virginidad de María; no se dan cuenta que están desvirtuando toda la obra de Dios, porque con la venida de Jesús empieza una humanidad nueva; los hijos de la tierra, hijos de la raza humana pecadora, pero también los hijos de Dios renovados por su gracia. Llamamos gracia a este poder que tiene Dios para sanar nuestro espíritu, infundir en él la disposición para creer, hacer que sintonicemos con la verdad y que el gesto de amor verdadero nazca de nosotros en forma a la vez espontánea e inesperada. Llamamos gracia a eso que se desprendió del Dios vivo para germinar en nuestra tierra.

La gracia de Dios germina en nosotros cuando nos entregamos a El sin reserva. Lo bueno es entregar a Dios un corazón que no se ha desgastado en amores vanos, una mente que no se ha encerrado en sus prejuicios; lo bueno es llegar a Dios con un alma virgen. Se llama virgen al pueblo de Dios cuando depone sus propias ambiciones para poner su porvenir en manos de Dios.

Para un hombre o una mujer creyente, no es cosa excepcional renunciar definitivamente al sexo. Hay un sinnúmero de ejemplos de jóvenes que, desde muy temprano han intuido que este camino evangélico es un camino más directo. ¿Acaso María era menos inteligente que ellos, menos capaz de sentir las cosas de Dios? ¿No podía captar por sí misma lo que dirá Jesús respecto a la virginidad elegida por amor al Reino? Y después de ser visitada en forma única por el Espíritu Santo, que es el soplo del amor de Dios, ¿necesitaría todavía las caricias amorosas de José? ¡Que torpeza inconsciente en las razones chatas de aquellos que no han recibido la Tradición de los apóstoles, la cual proclama que María fue y quedó siempre virgen! ¡Que manera de rebajar las maravillas de Dios a lo que ellos mismos son capaces de comprender y practicar!

Virgen debía ser aquella que, desde el comienzo, fue elegida por Dios para recibir a su propio Hijo en un acto de fe perfecta. Ella, que daría a Jesús su sangre, sus rasgos hereditarios, su carácter y su educación primera, debía haber crecido a la sombra del Todopoderoso, cual flor secreta que nadie hiciera suya, y que hubiera renunciado a todo menos al Dios vivo. Y, en adelante, sería el modelo de todos, pues cualquier creyente, en un grado distinto según la misión de cada uno, renuncia a muchas cosas para arriesgarse en un camino en que la única recompensa es Dios.

María fue la que participó a la Iglesia primitiva los secretos de la concepción de Jesús. ¿Cómo expresaría una experiencia tan interior, y cómo la relatarían? pues Dios no suele comunicarse con sus grandes santos y profetas mediante visiones, o, si las hay, no es lo más importante. Todo se decide en un encuentro íntimo de persona a persona. Dios graba sus palabras en lo más profundo de la mente, y su gracia fecunda el espíritu de sus servidores para que le den la respuesta total que El esperaba.

Por tanto, Lucas, al escribir, tuvo que usar figuras y palabras sacadas de las páginas de la Biblia que permitían entender mejor el encuentro de María con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; encuentro que no se podía decir con palabras humanas.

Al hablar con el arcángel Gabriel, el evangelio nos da a entender que para María todo empezó con la certeza de estar en el lugar y a la hora en que se decidía la suerte del mundo. María no sólo ocupa un lugar único en la obra de nuestra salvación, sino también porque ella es la maravilla única que Dios quiso realizar en los comienzos de una humanidad reconciliada. Al lado del Hijo de Dios hecho hombre, ella es la criatura que Dios elevó y acercó a sí mismo para poder con ella, comunicarse al mundo.

María descubre con gozo que su virginidad es fecunda; ella, que renunció a tener hijos y dar vida, como lo desean todas las mujeres, está comunicando la vida del Espíritu Santo, que es el espíritu de Jesús. María ha pasado a ser Templo de Dios.

-En la pequeña salita reinó un silencio reverente ante las palabras del sacerdote. Nadie se atrevía a romper ese silencio-

Ricardo me refería que les platicaba la historia conforme al protoevangelio de Santiago, continuó Julián. Pues bien, sea pues éste el relato. Cuando Anás, el escriba, vino a buscar a José para indagar porque no había acudido a la asamblea, éste le respondió que estaba cansado del viaje de regreso y había decidido descansar ese día. Pero Anás se volvió y vio que María estaba encinta.

Se fue corriendo y acusó a José ante el sacerdote de “haber pecado gravemente contra la ley”. El sacerdote preguntó a qué se refería, y Anás le dijo: “El ha mancillado y consumado el matrimonio con la joven que recibió del templo del Señor sin hacerlo saber a los hijos de Israel. Envía a tus siervos y sabrás que la joven está encinta”. Así lo hicieron y, al comprobarlo, llevaron a María y a José para ser juzgados.

“Por qué has hecho esto? preguntó el sacerdote a María, por qué has envilecido tu alma y olvidado a tu Señor? tú que fuiste educada en el Santo de los Santos, tú que recibiste el alimento de las manos de un ángel, tú que has escuchado los himnos sagrados y has bailado ante el Señor, ¿por qué has hecho esto?” Y María lloró y dijo: “Por mi Señor, mi Dios, que soy pura ante Él y no conozco varón”.

Y el sacerdote dijo a José: “¿Por qué has hecho esto?” Y José dijo: “Por mi Señor, mi Dios, estoy limpio de toda relación con Ella” Y el sacerdote dijo: “No pronuncies falsos testimonios y di la verdad; consumaste el matrimonio a escondidas, sin revelarlo a los hijos de Israel y no te has inclinado ante el Todopoderoso para que bendiga tu raza”. Y José no dijo ya nada.

Y el sacerdote dijo: “Devuelve a esta virgen que recibiste del templo del Señor” Y José lloraba. Y el sacerdote dijo: “beberéis el agua de prueba del Señor, y El hará aparecer vuestro pecado ante vuestros ojos”.

Antes de continuar, señaló Julián, quiero hacer la aclaración de que “el agua de prueba” se refería a una prueba considerada de acción divina. La mujer a la que su marido acusaba de adulterio, era sometida ante los Jueces a la prueba del agua que consistía en hacerle tomar el agua del Señor a la infractora y mandarla a la montaña por un plazo determinado; se supone que, si era culpable, Dios le castigaba permitiendo que sufriera algún tipo de daño durante su estancia en la montaña; si no lo sufría, era indicación de que no había pecado, de que era inocente pues; pero aquí la acusación la hace el Gran Sacerdote, y la prueba se impone a María y también a José. Esta escena ha sido representada frecuentemente por el arte bizantino, y la podemos encontrar también en Santa María de Venecia, en un mosaico del siglo XII.

Cogiendo, pues, el agua del Señor, el sacerdote se la dio a beber a José y lo mandó a la montaña, de la que volvió indemne. Se la dio a beber entonces a María y la mandó a la montaña y también regresó indemne. Así, todo el pueblo supo y admiró que no se había revelado ningún pecado. Y el sacerdote dijo: “Si el Señor Dios no nos ha permitido ver el pecado del que se os acusa, yo tampoco puedo condenaros”, y los dejó marchar absueltos. José tomó a María y volvió a casa lleno de júbilo y glorificando al Dios de Israel.

Quien tenga oídos... que escuche!

El silencio seguía reinando en la sala. Sólo se oía el profundo suspiro que Norma exhalaba al final de cada parte del relato.

Tras una larga pausa, Julián dijo finalmente:

-Recuerdo las palabras de Martin Luther King: “Aunque muy a menudo no se ve en la Iglesia más que un poder hostil a cualquier cambio, en realidad Ella mantiene un ideal poderoso que empuja a los hombres hacia las más altas cumbres y les abre los ojos sobre su propio destino. De los lugares candentes de Africa hasta los barrios negros de Alabama, he visto a hombres que se levantaban y sacudían sus cadenas. Acababan de descubrir que eran hijos de Dios y que, a los hijos de Dios, se les hace imposible someterse a ningún yugo”. Amigos míos, ustedes están descubriendo que son hijos de Dios. Que la verdad es una y ninguna al mismo tiempo. Que si bien hubieron grandes pensadores antes de la llegada de Cristo, y sus palabras dieron pie a las bases filosóficas que nos norman en la sociedad, debemos reconocer que en la espiritualidad no hay más verdad que la del hombre mismo en su encuentro con Dios. Lo demás, mis queridos hijos, son especulaciones sobre una realidad que estamos muy lejos de afirmar o negar. Pero... cómo puede existir el hijo sin la madre? Cómo puede negársele grandeza a la madre que tuvo tal Hijo? Es el Espíritu el que importa.

Julián se santiguó y se levantó silenciosamente del sillón en que le habían dado acomodo. Los demás seguían callados. Sin decir más, Julián se acercó a la mesa, tomó un bocadillo y exclamó:

¡Vamos... ya hace hambre!

Como si hubiesen despertado de un letargo, todos, al unísono, se levantaron como impulsados por un resorte y se acercaron a la mesa.

El primero que osó decir algo fue, indudablemente, Fidel.

-Caray padre, me dejó estupefacto con sus palabras. La verdad!, pero...

-Ahí vas!, dijo Carlos.

-Déjenlo que hable, indicó el cura con la boca medio llena.

-No, es que es muy difícil entender algunas cosas, sobre todo para quienes nos hemos alejado de la religión...

-Te has alejado de la religión, afirmó el padre Julián, pero no de Dios, lo que te da la oportunidad de tener un alma receptiva. De tal suerte, eres tú, y nadie más que tú, el que debe entender en tu yo interno lo que consideres que debes entender. De ahí la frase: el que tiene oídos que escuche!

-Ya ves? Eso te sacas por naco... interrumpió Carlos de nueva cuenta.

-No, hijo, no. No es nacada, dijo el sacerdote, porque nacada significa, si no estoy mal informado, ignorancia. Y Fidel  no tiene nada de ignorante. Es un muchacho con muchas ganas de saber y ya el querer saber le da una preparación muy por encima de los necios, de esos que no quieren entender. Esos son los que verdaderamente quedan en la ignorancia.

El hombre tiene, por derecho divino, la facultad del libre albedrío. Esta facultad divina le permite decidir entre lo bueno y lo malo, entre lo cierto y lo falso, entre la verdad y la mentira. Así pues, es nuestro corazón, fiel intérprete de nuestra espiritualidad, quien nos dice si es cierto o no lo que pensamos.

-Mi padre ya nos había hablado sobre eso. Nos dijo que somos nosotros mismos los que nos podemos engañar o asegurar. Y yo pienso que así es, de ahí la famosa conciencia, afirmó Carlos.

-Realmente Ricardo ha sabido guiarlos, indicó el padre, no cabe duda de que están en buenas manos.

-Gracias Julián, replicó Ricardo, favor que me haces...

-Nooo... perdóname, pero en materia de evangelización no hago favores.

-Bueno, intervino Lupita, ya que se ha dado la interrupción, a mí me gustaría saber que tanta realidad hay en el nacimiento de Jesús, porque he leído y escuchado que no fue en un pesebre, como se dice.

-Calma, calma, que eso será materia de la reunión de mañana.

-Nooo... nooo. dijeron todos a un tiempo. Aún es temprano y el padre Julián se va mañana!

-Pues no se les va a hacer, comentó sonriente el curita.

-Cómo? dijo Ricardo sorprendido.

-Pues que el señor Arzobispo me ha dado indicaciones de que visite al sacerdote que me mencionaron y, con esto, es posible que mi estancia se prolongue por otros días más. Quizá por más de una semana.

-Bravo! gritó Carlos con un entusiasmo sincero.

-Mira tú, y a éste qué mosca le picó? exclamó sorprendida Sonia.

-Bien, pues ya que Julián se queda, les invito a todos a que levantemos la sesión, lavemos los trastecitos y nos retiremos a descansar, dijo Norma

Mientras Lupita, Norma y las muchachas se hacían cargo de la limpieza, ayudadas por Carlos y Fidel, el padre Julián tomó del brazo a Ricardo y lo llevó al pequeño estudio en que éste trabajaba.

-Tengo la impresión de que quieres decirme algo, comentó Ricardo.

-Sí, primero que nada reclamarte amistosamente el que me hayas colocado... mejor dicho, nos hayas colocado en una situación tan comprometida. No esperaba que me hicieras hablar sobre el tema.

-La verdad es que sí planee esto. En realidad quería que con tu intervención confirmaras lo que he dicho, tanto para ellos... como para mí en especial.

-Dudas...?

-... un poco.

-Pues ya te dije en otra ocasión que no debes dudar. Me sentí comprometido porque si expresaba algo que chocara con lo que tú les habías dicho podría, entonces sí, causar confusión en sus entendimientos. Gracias a Dios parece que no fue así.

-Realmente no, concordaste con mucho de lo que he comentado. Sin embargo, era yo mismo el que quería confirmar mis argumentos, y lo has logrado de perlas. No cabe duda que tienes el maravilloso don de la palabra.

-Tú también, mi querido Ricardo, tú también...

-Julián, pasando a otra cosa, espero que aceptes mi hospitalidad por todo el tiempo que tengas necesidad de quedarte...

-Naturalmente, dijo entusiasmado el sacerdote, ningún lugar mejor que éste para llegar a descansar haciendo adobes...

-De ninguna manera mi querido curita, usted llegará, se meterá en su recámara, y descansará efectivamente mientras yo...

-Y qué dijiste? Este ya se perdió de tus amenas pláticas, no? Pues no! Estaré presente en todas y cada una de ellas... por aquello de que se te atore la carreta...

Ambos rieron de manera franca y cordial.

 

 

La bondad divina se manifiesta de muy diversas maneras, decía Julián a Ricardo a la hora de desayunar. He sido testigo, a lo largo de mis 50 años de sacerdocio, de muchas de estas bondades. Por eso te digo que no dudes. Cuando hablas, la inspiración divina te acompaña. Como hombre bien puedes cometer errores, pero con la inspiración divina es difícil. Y mi querido Ricardo, tú la tienes cuando hablas de religión. Recuerda que es el espíritu el que debe hablar, no la mente. Sólo recuerda eso.

-Sea como dices, afirmó Ricardo, pero no dejo de pensar que bien puedo equivocarme en mis expresiones. No tengo duda en lo que digo, sino en cómo lo digo.

-Aunque afirmo rotundamente que guías bien a tus hijos y a los demás, me permitiré escucharte los próximos días para que las dudas se te despejen finalmente. La finalidad de la Iglesia es, como dices, regresar a esa verdad que debe estar permitida para todos. Sin dogma, pero con apertura. Debemos respetar ese don de albedrío que el Señor puso en cada uno de nosotros. Pero debemos recordar que nosotros los sacerdotes, dedicados a la causa divina, también somos hombres, con los mismos defectos que los demás, y por ende propensos a errar el camino. Ya tú ves el escándalo que se ha desatado ante la pederastia de algunos. De suerte que el propio Juan Pablo II, nuestro Santo Padre, ha tenido que declarar que no se solapará a quien cometa tales -y otras incluso- infracciones. Creo que esto, en lugar de dañar a la Iglesia -y por ende a la religión- le hace un bien...

-Un bien?, preguntó asombrado Ricardo.

-Claro tontín, si analizas un poco las cosas, ya es tiempo de que también el ambiente clerical se saníe. De que todos aquellos que han convertido el apostolado en negocio, en tapadera de sus perjurios o sus excesos, salgan de las filas clericales. De depurar un poco -o un mucho- las filas de los siervos del Señor. Reconozco que hay muchos más de los que el escándalo ha descubierto, tanto como que otros más, inocentes de todo cargo, serán señalados por los enemigos de la Iglesia, pero ese es el precio que habremos de pagar para desechar a los infractores. Recuerda que el propio Jesucristo fue difamado.

-Sin embargo esto mina la moral popular, o no?

-Claro, claro. Pero debemos entender que la moral popular ya está más que minada. Yo mismo he escuchado a muchos fieles que, habiendo solicitado un servicio religioso, un bautismo por ejemplo, salen de las oficinas parroquiales echando pestes porque se les cobró tal o cual cantidad por hacerlo. Eso no debe ser. La prestación de un servicio, incluso la aplicación de un sacramento, no debe tener precio; la voluntad popular será la que, con su caridad, dé o no a la iglesia una ayuda para su sostén, pero de eso a cobrar con base en una “tarifa” no es correcto, lo sé bien, pero por desgracia así se hace ya generalmente.

Mira, en mi pueblo, yo no pido nada fijo; la misma gente me entrega, por su propio gusto, un pollo, una reja de huevo, una cadena con su medallita, un guajolote, en fin, de todo un poco. Claro que algunos me dan dinero en efectivo, pero sin tasar un servicio, ellos mismos consideran cuánto dar a la iglesia. Ahora bien, si pensamos que un pollo cuesta en el mercado un promedio de cuarenta pesos, se puede considerar que su aportación es más que buena. Imagina si yo les dijese que por bautizarles al chamaco les cobro esa misma cantidad; Jesús, ponen el grito en el cielo! cuarenta pesos! Padre, es una fortuna!. Ahora piensa en el guajolote que, conforme al mercado, llega a valer hasta doscientos pesos. No, hijo, no. La voluntad de la gente se manifiesta mejor cuando no es coaccionada. Eso te lo puedo asegurar.

-Vaya con el economista!, dijo jocoso Ricardo.

-Pues esas y muchas cosas estoy seguro que van a cambiar. Juan Pablo II lucha por ello a brazo partido. Entiendo, como tú, que las iglesias, como templos pues, tienen muchos gastos de mantenimiento, pero también existen muchos orfebres y artesanos que, tratándose de un trabajo para el templo del Señor, a veces hacen el trabajo no sólo gratuito, sino que hasta se encargan de conseguir los materiales necesarios. Otros, menos piadosos, cobran, pero no se puede comparar lo que le cobran a la iglesia con lo que le cobran a un particular, aunque de todo hay en la viña del Señor.

-Y las agrupaciones?

-Unas van por el rezo, otras para ayudar verdaderamente a su parroquia, hay de todo. En mi pueblo, por ejemplo, mis queridas amigas del Movimiento Familiar Cristiano, a más de llevar la palabra de Dios a los hogares y auxiliar a los necesitados, bien hacen sus buenas obras en favor de la parroquia. Sin embargo, no falta quien las califica de beatas y molestas, aclarando que a algunas de ellas incluso yo les retorcería el pescuezo, pero así es esta vida. Hay quien da con amor y hay quien exige en vez de pedir.

Pero ya se hace tarde y tengo que cumplir con algunas obligaciones impuestas por el señor Arzobispo, así es que, Dios te bendiga y que tengas un buen día.

-Hasta la noche Julián, que tú también tengas un buen día, dijo sinceramente Ricardo.

-A propósito, dijo el cura antes de salir, “el que esté libre de pecado... que arroje la primera piedra!

-Ja ja ja já... rió Ricardo abiertamente ante la ocurrencia de su amigo.

 

Una sorpresa más habría de alegrar a toda la familia esa noche. No bien acababan de llegar Carlos y Sonia, cuando tocaron a la puerta.

-Abre por favor Carlitos, dijo Norma, debe ser Lupita. Yo estoy ocupada en la cocina.

Al abrir, Carlos pegó un grito que asustó a los demás.

-Mira nada más quien llegó! Nada menos que la bruja del 85...

Norma y Sonia, asombradas por el grito, salieron de inmediato a ver de qué se trataba. Ricardo dejó el libro que leía aventado sobre el escritorio y también fue a ver qué sucedía.

-Es la Jazmina, jefe, ahora sí se va a caer el cielo a pedazos...

-Cállate loco, dijo Sonia al tiempo que abrazaba a Jazmín, mientras Carlos se hacía cargo de las maletas que llevaba la jovencita.

-Hija de mi vida... dijo Norma con la voz entrecortada por el llanto.

-Mamá... cómo estás? replicó Jazmín abrazando a su madre y dejando correr también las lágrimas.

-Qué pasa... qué pasa, reclamó Ricardo asombrado por el rebumbio.

-Es tu hija, dijo Norma volteando.

-Vaya sorpresa, dijo Ricardo a quien la cara se le alegró de golpe, y qué haces aquí? por qué no avisaste que llegarías para irte a recoger?

-Ayyy papá, tú siempre con tus cosas, exclamó Jazmín, y la sorpresa? para qué crees que se hizo?

-Bendito sea Dios, clamó Norma, Carlitos, por favor lleva las maletas a su recámara.

En ese momento llegaba Lupita que saludó también alegremente a la joven.

-Hola chamaca, mira nada más que crecida estás, a ver, déjame verte bien, pero si ya eres una damita!

-Gracias Lupita, y Usted? qué hace aquí?

-Pues ya vivo en Acapulco. Qué te parece?

-Que bueno, dijo Jazmín que tomó a su padre de la mano y le jaló hacia sí para darle un abrazo. Ricardo se quedó estupefacto. Aunque amaba a Jazmín con toda su alma, el carácter de ella no le permitía acercarse mucho y, prácticamente, nunca le había abrazado con tal entusiasmo.

-Chamaca de mi alma! Quien iba a pensar que llegaras así, de sopetón. Y dime, cómo van las clases en Guadalajara?

-Ayyy, ni me digas, ya sabes, las matemáticas y la física siguen siendo mis cocos, pero ahí la llevo.

-Que bueno que veniste. No sabes cuánto te extrañamos.

-Las que más me van a extrañar son las monjas. Fíjate que todavía las traigo tarugas, sobre todo a la madre Elena, la superiora.

Con el entusiasmo, habían dejado abierta la puerta y Julián, que había llegado en silencio, observaba toda la escena recargado en el dintel de la puerta.

-Vaya, vaya, otra Carlitos. A ver, cómo está eso de traerlas tarugas?

Jazmín se quedó sorprendida al ver la sotana del padre y no supo que contestar. Norma, como siempre, intervino inmediatamente.

-Mira Julián, te presento a mi hija Jazmín, estudia en la Universidad con las madres carmelitas.

-Pues vaya que tienen ustedes unas joyitas por hijos!. Perdóname hija, pero ni soy el diablo ni el cura regañón que supones, soy amigo de tus padres y, espero, ahora amigo tuyo. Bienvenida!

-Caray padre, Usted sí que la saca a uno de onda! Cura tenía que ser, mi amigo!

-Con la gracia de Dios y para tu desgracia, chamaca del demonio, exclamó con satisfacción y contento el sacerdote al tiempo que le abrazaba con afecto.

-Eso lo veremos, dijo Jazmín.

-Bravo, ahora ya tengo aliada, apuntó Carlos haciéndose el gracioso.

Poco después llegaban Fidel y acompañantes que, obviamente, también fueron presentados a Jazmín, a quien, enmedio de una tacita de café ponían al tanto de las reuniones cotidianas.

-Vaya con el viejito, comentó, así que ahora te me has vuelto seminarista!

-Evangelizador, aclaró el padre, evangelizador que no es lo mismo.

-Pues será la tía de las muchachas, pero no me lo esperaba.

-Pero cuenta, cuenta, decía el padre con cierta sorna, que hay de las tarugas?

-Ayyy padre, ya deje el tema por la paz, dijo apenada Jazmín, que deveras va a creer que no quiero a mis maestras. Sí las quiero, pero como me hacen ver mi suerte, pues... les pago con la misma moneda. Pero son bien padres!

-Ahhh, ahora ya no son monjas, son padres! exclamó fingiendo asombro el sacerdote.

-No seas malo con ella, pidió Ricardo, ya sabes como son los jóvenes de ahora...

-Huyy el padre a la defensiva! No, si no soy malo con ella, es ella la que no nos ha bajado de tarugos, no? agregó jocoso Julián.

-Perdón padre, dijo Jazmín todavía medio avergonzada.

-No hija, perdón sólo se le pide a Dios. La verdad es que aún no me conoces y soy igual o peor de bromista que tu padre. En realidad me da mucho gusto conocerte y saber que te llevas tan bien con las madres que te atreves a jugar así con ellas. Ya quisiera yo que todos nuestros alumnos nos trataran así, con ese cariño que demuestran tus palabras. No creas que no entiendo. Perdóname tú a mi por hacerte pasar un mal rato... deveras.

La sonrisa afloró en los labios de la jovencita y abrazó amorosa al cura.

-La paz sea en esta casa, como dice mi papá...

-Sea, contestó el cura.

-Bueno, intervino Silvia, aclaradas las paradas porque no damos inicio a la Cristonovela?

-Pues me van a perdonar, dijo Norma, pero la llegada de mi hija significa mucho para mí, y quiero pedirles a todos que, por hoy, hagamos un paréntesis y me permitan agasajarla como se debe. Carlos, podrías pedir unos tamales de pollo aquí abajo? Sonia, ven ayúdame a hacer café y chocolate. Silvia, ponte la mesa, por favor.

-Esa canción sí me gustó, dijo sonriente el padre Julián en tanto jalaba una silla y se sentaba a la mesa. Pero que no sean las damas las únicas con tarea en esta casa. A ver, dijo en tono de orden, Ricardo, pon música en ese moderno tocadiscos que tienes, pero que sea música para poder platicar; Fidel, arrímate la otra mesa y más sillas, la carga es mucha para esta pobre solitaria; que yo habré de supervisar las acciones de todos desde esta venerable silla, comprendiendo todos que, a mis años, no me es permitido hacer tarea pesada alguna!

Todos rieron con franqueza y se dedicaron a obedecer las amigables órdenes del cura.

-Tú ven acá, dijo imperativo Julián a Jazmín, siéntate y cuéntame de tus aventuras escolares.

-Huyyy padre, se va a quedar de a seis! satirizó la niña hecha mujer.

-Dime, te gusta la carrera que elegiste?

-Y cómo sabe cuál es?

-No sé, pero te pregunté por la que elegiste, ya tú me dirás cuál es.

-Bueno, pues en realidad sí. Cuando estaba en la prepa no me decidía por alguna, pero observaba que mi padre, secretamente ansiaba que alguno de sus hijos siguiera sus pasos. Alguna vez nos contó que había pensado que sería Carlos, porque de niño le había dado por escribir cuentos, pero no fue así finalmente. Cuando yo escribí uno, muy de niña, él ya tenía la computadora y hasta me lo ilustró con unas hormiguitas y lo editó en forma de librito. Me acuerdo que se llamaba El Lápiz Loco, creo. Pero tampoco seguí escribiendo y vi muchas veces su desánimo por esto.

La verdad es que, como frisaba en los 16 cuando estaba por terminar la prepa, y salía mucho a las discoteques, lo que me atraía era ser modelo, o edecán, o bailarina en uno de esos antros, como les decíamos nosotros, pero también me llamaba la atención la carrera de relaciones públicas y comunicación.

Pasó el tiempo y me decidí por ésta última. Si, cuando llegue el momento, y las circunstancias así lo exigen, me veo en la necesidad de continuar con la carrera de mi padre, pues al menos ya estoy preparada. Sin embargo quiero decirle, francamente, que no la estudio tanto por seguir sus pasos, sino porque me gusta...

-Vaya, pues que buenos pensamientos tienes! Espero que, como tú dices, cuando llegue el momento, seas la continuidad de la obra de tu padre, a quien admiro y respeto. Y... que dicen las madres? Creo que debes tener una asesora, o no?

-Sí, aunque para serle franca no es mi asesora con la que tengo mayor confianza. Es la madre Elena, la superiora, la que me escucha y me presta más atención. Nos hemos vuelto las grandes amigas. Con decirle que cuando me fui, conseguí un departamento en la zona estudiantil, que habitaban otras muchachas, para vivir con cierta seguridad. A mis papás les dio cosa saber que había decidido irme sola, aunque bien que me los estuve preparando como dos años antes diciéndoles que quería estudiar fuera. Ahora, y a una invitación expresa de la madre Elena, me fui a vivir al internado que ellas tienen en la universidad, pero no entre las otras muchachas, sino en un área separada en la que viven otras más, pero cada una tiene una especie de departamentito, pequeño, pero independiente.

-Así que estás a gusto?

-La verdad sí. No esperaba que las cosas se dieran así, sobre todo porque yo era un relajo, pero ya ve, todo acaba por cuadrar, como dice la madre Elena.

-Pues que bueno, eso debe hacer muy felices a tus padres...

-Pues no se crea, hasta ahora ellos saben que sigo en el departamento de las muchachas. No les he dicho que ya vivo en el internado. Sobre todo porque es muy caro. Pero yo no pago nada. La invitación de la madre Elena incluía un pequeño puesto en la biblioteca, como administradora, y de esa forma la vivienda no me cuesta nada.

-Huyyy pues tu padre, sobre todo, se va a poner feliz porque aparte de que no pagas, el hecho de saber estás enmedio de libros le va  a hacer dichoso...

-Ya lo creo! Pero no le diga nada, por favor, déjeme darle la noticia yo, poco a poco, para que no se infle, ya sabe...

-Claro que es a ti a la que le corresponde dar esa noticia. Yo, por mi parte, te felicito de antemano.

La llamada a la mesa interrumpió el breve diálogo y, una vez acomodados, dieron fin a todos y cada uno de los exquisitos tamales que habían servido.

Oye viejito, dijo Jazmín maleta en mano, no vayas a pensar que vine para abandonarte, pero voy de carrerita a México a ver a mi hermana y a los niños. Me das algo de dinero?

-Oye! Pero si acabas de llegar anoche...

-Sí, pero voy a estar como una semana, así es que aprovecho para visitar a Normita y por ahí comprarme algunos trapos... ya sabes que en México siempre se encuentran a buenos precios...

-Sea por Dios! contestó Ricardo medio decepcionado. Y ya le avisaste a tu madre? o va a ser una sorpresa como conmigo?

-Anoche estuvimos hablando, por cierto que te tiene algunas noticias, pero no te acalambres, no son malas, por el contrario...

-Bueno... y cuándo regresas?

-En tres o cuatro días, acaso una semana...

Tras darle algo de dinero, Ricardo se despidió de ella y la vio partir. Carlos y Jazmín eran sus consentidos, quizá por ser los más pequeños, aunque de pequeños ya no tenían nada.

 

-Bueno, ya estuvo bien de retrasos e interrupciones. Tenemos varios días en que llegamos y no llegamos al nacimiento de Cristo. Hoy le llegas viejito, por que le llegas... reclamó Carlos al iniciar la sesión de ese día.

-Tienen razón, dijo Ricardo, pero la verdad es que la serie de acontecimientos sucedidos son los que han marcado la pauta en las acciones de estos días; pero ya estamos en paz y, ahora sí, comencemos.

-Perdón, dijo Fidel, y su hija? No va a participar en las pláticas?

-De momento no, se fue esta mañana a México, a visitar a su hermana...

Hecha la aclaración, se disponía a comenzar cuando...

-A ver Ricardo, intervino Lupita, el otro día te decía que yo había oído o leído algo referente a que en realidad Jesucristo no nació en un pesebre. Que hay de eso?

-Bueno, algunos autores así lo han manejado, pero aquí podemos insistir en lo importante que es conocer el medio y las costumbres de la época que tratamos. No hace mucho, por ejemplo, vi en un programa de Discovery Channel algo respecto a eso. Explicaban, apoyados en una representación digital, que tanta razón tienen los que decían que había nacido en un pesebre como los que afirmaban que lo había hecho en una cueva. Y es cierto. Resulta que en la zona aledaña a Belén, los pastores habían adaptado infinidad de cuevas como pequeñas casas habitación para vivir en ellas la temporada de pastoreo. Pues bien, en esas cuevas, casi como en muchas casuchas de ahora, en una misma cueva vivían pastores y ganado, aunque con áreas muy bien definidas. Generalmente, en la parte del piso se alojaba a los animales, y la habitación propiamente dicha se acomodaba en alguna saliente superior, de tal forma que aunque en el mismo lugar, quedaran perfectamente aislados los pastores y sus familias del ganado mismo y, por ende, de sus gracias.

Como pueden ver, entonces, y agregando a esto esos importantísimos factores que inciden en las traducciones de uno a otro idioma, hablar de cueva, pesebre, gruta, y otro similar es, prácticamente, lo mismo.

Ahora bien, es el suceso del nacimiento de Cristo motivo de tres observaciones por demás interesantes. La primera, el hecho de que, como ya hemos citado anteriormente, a pesar de que la vida de la familia de José -ebanista de profesión e integrante del templo como sacerdote- era más de clase media alta, el parto en la cueva o pesebre no hace otra cosa sino cumplir con el precepto primero de la humildad que anunciaban los profetas, pues llegaron al pesebre sólo después de haber recorrido la ciudad entera de Belén sin encontrar hospedaje en posada alguna; seguido a esto, y conforme a la narración de Santiago, dos comadronas confirmarían la virginidad de María después del parto; y, por último, ya camino a Egipto, Jesús mismo se revela como hijo de Dios.

Pero vamos por partes. Los cuatro evangelistas reconocidos por el canon reaccionan así ante el nacimiento de Cristo: Mateo, apenas le concede un párrafo al suceso que va de la anunciación al nacimiento y, a éste último, tres líneas, no más. Marcos ni siquiera lo menciona, así como Juan. Ambos se dedican más a los hechos de Jesús que a su historia. Es Lucas el que le dedica un poco de más atención y, curiosamente, buena parte de su relato es similar, incluso en algunas frases, al relato de Santiago que nos estamos refiriendo, aunque no cita el episodio de las parteras. Recuerden que Lucas no era apóstol,  era un médico sirio que se convirtió al cristianismo cuando los primeros evangelizadores llegaron a su patria, y que se considera escribió su libro -su evangelio pues- aproximadamente 70 años después de la desaparición de Jesús de la tierra. Es el único evangelista que considera que la palabra debe verse desde el punto de vista histórico, y la iglesia reconoce que escribe basado en documentos que guardaban las iglesias más antiguas, especialmente las de Jerusalén y Cesárea. Es más, posiblemente se decide a escribir cuando conoce en Roma a Marcos y a Pedro. Sus viajes e investigación personal influyeron mucho en el relato, pero dejó fuera, conforme a los proto-evangelios y documentos encontrados en Cumrán y Nag Hamadi, muchos detalles que bien pudo considerar ilusorios o fanáticos. Por su parte, Santiago, a más de apóstol seguidor del Maestro, como él mismo reconoce, hermano de Jesús, hijo de matrimonio anterior de José y por ende testigo fiel de los sucesos que incluyen la infancia del Cristo. En una parte del relato, inclusive, se deja notar muy someramente, como si no quisiera quitar atención sobre el trío principal. Esa parte de la narración dice así: “Y ensilló su burra y sentó (José) a María, y su hijo llevaba a la bestia y José los seguía...”

Pues bien, si ahora sabemos que existía el relato de Santiago ya por esos años, y que bien pudo llegar a estar en manos de Lucas, es posible que eso haya permitido al evangelista narrar parte de la niñez de Jesús, tan influido por Santiago, que como dije antes, algunas de sus frases son idénticas a las de éste.

-A ver Don Ricardo, dijo Fidel, creo que ya me hizo bolas.... si Santiago fue apóstol y hermano de Cristo, por qué la iglesia no lo considera un evangelista más? Si incluso fue primero que Lucas...

-Porque, debemos recordar, la conformación de la iglesia como tal, la estructura misma de la organización, se viene dando muchos años después. Para ese entonces, por guerras -recuerden que tras la muerte de Jesús, las guerras de los judíos con los romanos se recrudecieron-, por conveniencia, o por descuido, muchos documentos se perdieron u ocultaron. Así, San Pablo y su gente, quienes realmente forman la primera estructura formal, lo hacen con base en los pocos y aún mutilados documentos que encuentran, rellenando algunos huecos a su leal e improvisado saber y entender y, obviamente, desechando algunas cosillas que no les convenía o interesaba formaran parte de “las reglas”.

Quiero recordar, referente a esto, que los documentos encontrados después, ya prácticamente en la época moderna, como los protoevangelios y los documentos del mar Muerto, estaban precisamente escondidos desde la guerra de los judíos, como lo atestiguan algunos de los mismos documentos, con el fin de preservarlos de la destrucción.

En otras palabras, si el documento de Santiago circuló en un principio, luego fue ocultado y por ende olvidado.

-Pero... entonces solamente Lucas habla del nacimiento. Así, si el relato de éste coincide con el de Santiago, aparecido ahora, quiere decir que es verdad lo aseverado por Lucas...

-Claro, pero curiosamente, esa validez se revierte. Es decir, que la similitud del documento de Lucas con el de Santiago también valida como verdadero el del propio Santiago y, por ende, todos esos detalles que Lucas no incluye en el suyo!.

-Cierto, muy cierto! interrumpió Julián que hasta el momento había permanecido callado. No cabe duda que todos los días se aprende algo. Yo mismo no había pensado en ese sentido. Y tienes razón Ricardo. No podemos tachar de falso el documento de Santiago sin hacerlo con el de Lucas....

-Así es. Ahora bien, aclarado esto, déjenme contarles la historia del nacimiento de Jesús conforme al relato de Santiago.

Aconteció que Cesar Augusto publicó un edicto ordenando un censo y a cada habitante acudir a su propia “patria” o región en la que nacieron, para cumplir con el requisito.

José, de Belén y María de la tribu de Judá de la casa y de la patria de David, se vieron obligados a viajar a Belén para empadronarse.

Durante el camino, María dijo a José: “Veo ante mí a dos pueblos, uno que llora y el otro que se alegra”. José, no entendiendo lo que su mujer le decía y creyendo que era producto del fatigante calor, el viaje y el embarazo, contestó: “quédate ahí sentada, sujétate a la montura y no digas palabras inútiles”. Pero un niño muy bello, vestido con un manto magnífico, se apareció ante ellos y le dijo a José: “¿Por qué has llamado inútiles las palabras que ha dicho María en relación a los dos pueblos? Ella ha visto al pueblo judío, que llora por haberse alejado de su Dios, y al pueblo de los gentiles que se alegra porque se ha acercado al Señor, siguiendo la promesa hecha a nuestros padres Abrahám y Jacob; porque ha llegado el tiempo en que todas las naciones serán benditas en la posteridad de Abrahám”.

En el párrafo que sigue es Santiago el que se salta el peregrinar de José buscando hospedaje y habla ya de la gruta.

Al entrar María, la gruta se iluminó y resplandeció totalmente, como si el sol se hallara allí, y la luz divina iluminó la gruta como si fuera la hora sexta del día.

Llegado el momento trajo al mundo a un hijo que los ángeles adoraron desde el momento de su nacimiento y le rodearon diciendo “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”.

Mientras tanto, José había ido a buscar a una comadrona. Al volver, no con una sino con dos comadronas, María ya había dado a luz.

Aquí me quiero referir literalmente al texto original por la importancia de su relato: “Y José le dijo: Te he traído dos comadronas, Zelomi y Salomé, están afuera, delante de la gruta y no se atreven a entrar debido a esta luz tan viva. Y María, al oír esto, sonrió. Pero José le dijo: No te rías, sé prudente, no vayas a necesitar algún remedio. Entonces hizo entrar a una de ellas. Y Zelomí, tras entrar, dijo a María: Permíteme que te toque, y María se lo permitió, y la comadrona dio un grito y dijo: Señor, Señor, ten piedad de mí. He aquí ante mí lo que jamás se ha oído ni tan siquiera sospechado; sus senos están llenos de leche, y tiene un niño varón siendo virgen. El nacimiento ha sido sin hemorragia de sangre y el parto sin dolor. Ha concebido virgen, ha dado a luz virgen, y ha permanecido virgen.

Al oír estas palabras, la otra comadrona, llamada Salomé. dijo: No puedo creer lo que estoy oyendo a menos que lo compruebe yo misma. Y Salomé, tras entrar, le dijo a María: Déjame que te toque y compruebe si Zalomí dice la verdad. Y María se lo permitió y Salomé acercó la mano. Y mientras se acercaba y la tocaba, de repente su mano se secó, y se puso a llorar de dolor, desesperada, y a gritar: Señor, sabes que siempre te he creído y que he cuidado de todos los pobres sin pedir nada a cambio, que no he recibido nada de la viuda ni del huérfano, y que nunca un pobre se ha ido con las manos vacías. Y he aquí que soy desgraciada a causa de mi incredulidad, porque me he atrevido a dudar de tu virgen.

Y mientras hablaba así, se le apareció un joven muy bello y le dijo: Acércate al niño, adóralo y tócalo con tu mano y ésta sanará, porque El es el Salvador del mundo y de todos los que esperan en El.

Y se acercó al niño y, adorándolo, tocó el borde de las ropas que le envolvían y enseguida su mano sanó. Y saliendo fuera elevó la voz y se puso a proclamar los grandes prodigios que había visto, lo que había sufrido y cómo había sido curada, y muchos creyeron en sus palabras”.

De ahí viene lo que todos ustedes ya conocen. La adoración de los pastores y los animales, los ángeles, la nube sobre la gruta.... y la estrella que guiaría a los Tres Reyes Magos, que por cierto no eran reyes, aunque sí magos.

-Bueno, jóvenes, por esta noche está bueno. Yo creo que debemos descansar porque mañana hay que trabajar, dijo Julián.

-Cierto, buenas noches a todos, complementó Sonia.

-Oye Jefe, increpó Carlos, y cuándo vamos a llegar a lo mero bueno?

-Paciencia hijo mío, paciencia. Roma no se hizo en un día...

-Ya tú! reclamó Sonia. Siempre has de molestar a tu padre!

-Yoooo? ahora resulta que soy yo el que lo molesta? Vaya!

-No hijo, no me molestas. anda, que descansen.

-Vas a ver vieja canija, dijo Carlos en tono de broma.

-Pues cuando quieras! respondió ella en simpático reto.

-Caramba, exclamó el curita, me salieron bravos los gallitos...

-Buenas noches a todos, dijo Lupita a guisa de despedida.

 

 

El padre Julián entró en la pequeña estancia que hacía las veces de despacho y biblioteca de Ricardo, le saludó brevemente y tomó asiento a un lado del escritorio.

-Te veo preocupado, dijo Ricardo, qué tienes?

-Una pena muy grande. Pena por algunos de mis compañeros...

-Sucedió algo respecto a la queja del padre que ataca a los Testigos de Jehová?

-Pues... sí. Fijate que el señor Arzobispo me hizo el encargo, como tú ya sabes, de que habiendo sido el que presentara la queja y, sobre todo, viniendo de fuera, llegara a la Iglesia sede del suceso y averiguara lo que pasaba.

-Y...?

-Pues que al principio fui recibido de muy buena gana, pero en cuanto comencé a hacer algunas preguntas se pusieron a la defensiva, así es que opté por hablar abiertamente e informarles que el señor arzobispo había recibido la queja de que uno de ellos, en sus homilías, atacaba muy agresivamente a las sectas e incluso incitaba a la comunidad a “exterminarlos”. En esa iglesia hay tres sacerdotes: el párroco, que es un anciano enfermo que se hizo cargo de ella durante más de treinta años, solo, sin ayuda, hasta que la enfermedad que le aqueja le obligó a aceptar el auxilio de los otros dos. De estos, uno no es mala persona, aunque bastante influenciable. Inocente, incluso, diría yo. El otro es el peligroso. De carácter explosivo, finca su fe en el dogma de que sólo lo que nosotros creemos es lo bueno y los demás no sólo están errados sino que hay que considerarles enemigos y riesgo para la fe y, por ende, exterminarles. Así, como tú lo escuchaste de él y ahora de mi: exterminarles. No como mera metáfora. Llegó incluso a decir “matarlos”, y habla con encono, con rabia.

-Que barbaridad, dijo Ricardo asombrado, luego no es sólo materia de perorata...

-Por desgracia, no. Es uno de esos jóvenes de ideas revolucionarias equivocadas, porque las hay positivas, constructivas, pero no en su caso. Estuvo en Chiapas, quizá ahí fue donde se radicalizó su posición. Debemos recordar que ahí sí se matan por cuestiones de fe....

-Oye... me estás diciendo que...

-Nooo... espero que no. No se puede manipular lo mismo a un indígena que apenas habla el español que a un ladino ciudadano y mucho menos porteño. Son gente más despierta y, por fortuna, al mismo tiempo más omisa...

-Te refieres, en otras palabras, al valemadrismo, perdonando la expresión, a la indolencia...

-Así es. Por eso confío en que, mientras el señor Arzobispo decide qué medidas tomar, la voz del revolucionario curita siga cayendo en piedra.

-Pues ojalá así sea, porque de escucharle alguien, de verse motivados por su incitación, Dios nos libre de los problemas que veríamos en Acapulco, pero... no creo que nada más eso te preocupe. Hay algo más, verdad?

-Sí, el señor Arzobispo me dio a entrever que una de las posibles soluciones podría ser enviarlo a mi parroquia para tenerlo vigilado...

-Nooo...!

-Te imaginas? Dios, si es un pueblo tan tranquilo! Para qué demonios queremos a un agitador ahí! exclamó abiertamente molesto Julián, casi gritando.

-Julián... Julián... cálmate, urgió Ricardo verdaderamente asustado; jamás había visto enojado al sacerdote, y mucho menos hablar en esa forma.

-Que me calme? Por Dios Ricardo, si estoy a las puertas de ver a mi amado pueblo hecho pedazos! Tú sabes bien que en las poblaciones rurales anidan odios ancestrales entre familias, entre pueblos, que sólo basta atizarlos para despertarles de su letargo. En mi larga vida como sacerdote he visto por lo menos tres matanzas por linderos, por creencias, por restaurar la honra supuestamente agraviada, por venganza, y hasta por mero machismo. Sólo se necesita a un estúpido como éste y... bummm!

-Pero aún no ha sucedido, insistió Ricardo, apenado porque consideraba que había sido él quien lo metiera en el embrollo.

-Pero estoy casi seguro que sucederá!

-Y por qué no hablas claro con el Arzobispo? Una cosa es la obediencia y otra el sacrificio. Díselo! Dile que no puedes sacrificar a un pueblo por culpa de un irresponsable.

-Es que también es mi responsabilidad moral. Si él me ordena que intente cambiar su forma de pensar, de aleccionarlo, moralmente debo hacerlo. Jamás he rehusado una responsabilidad o un reto...

-Bien, bien, bien... aceptó Ricardo ya más calmado. Entonces, por qué no le pides al Arzobispo un tiempo de gracia, sin abandonar tu parroquia, y le atiendes aquí, en su misma parroquia en donde al parecer no ha podido hacer mucho daño. Sé que para ti, a tu edad, sería muy pesado el ajetreo de viajes constantes, pero...

-No es mala idea. Prefiero desbaratarme en cualquier viaje que llevar esa mala semilla a mi pueblo...

-Lo ves? Y pienso que pueden haber otras salidas. Ten paciencia. Me extraña...

-Tienes razón, perdón Ricardo, te juro que jamás me había salido de mis casillas como ahora, pero la desesperación me hizo cerrar los ojos a las soluciones y sólo veía las consecuencias.

-Además, dijo sonriente el anfitrión, así te puedo tener yo también más tiempo a mi lado. Te has convertido en mi guía espiritual.

-Mhhhhuuu... soy tu amigo, nada más.

-Ahora que, ya pensando con calma, hay muchas otras opciones como decirle que no puedes por tu edad, que nombre a otro más apto para el cometido, que lo mande a la conchinchina, y hasta de plano que no quieres tan tremenda responsabilidad!

-No, repuso el sacerdote lanzando un suspiro de resignación, no puedo. Me tiene mucha confianza. Incluso me dijo, y te lo guardas por favor, que llegaría un nuevo arzobispo que se haría cargo de la diócesis. Confía en mi. He sido su guía espiritual desde el seminario y no puedo dejarle así como así un problema tan complejo. Sería tanto como negar todo lo que le he enseñado. Comprendes?

-Sí, bastante bien. Pero, oye, cómo está eso de otro arzobispo?

-Olvida que lo dije, por favor, sí?

-Pero me tendrás al tanto y me contarás en su momento, no?

-Claro, claro. Pero vas a hacer un compromiso conmigo. Necesito tu ayuda.

-Por siempre Julián, ya bien lo sabes, contestó Ricardo orgulloso.

-Varias veces te he dicho que tienes una facilidad de palabra extraordinaria y una capacidad de análisis y respuesta sorprendentes. No creas que es adulación. Lo creo firmemente. Te reconozco ampliamente esas cualidades y, ahora, quiero hacer uso de ellas.

-En todo y por todo mi ya muy querido amigo. En qué consiste la ayuda?

-Pues se me está ocurriendo que, como parte de la terapia para Narciso -que así se llama el curita extremista- le invitemos a tus charlas cotidianas....

-Oye noooo! Eso no! Imagínate a ese revolucionario aquí! Capaz que Carlos mañana dinamita todas y cada una de las iglesias y sinagogas de México. No, francamente no. Nuestras charlas son familiares Julián, van dirigidas a Carlos. Si se han agregado otros es por mera casualidad....

-Sin embargo, y tú mismo lo reconoces, eres guiado. O no? No te has puesto a pensar que puede ser otro el objetivo? Cómo llegué aquí? Como lo hicieron los demás? De algo le ha servido tu charla a alguien? Ni tú mismo sabes cuales son los designios del Señor. Sus caminos, para usar una frase más que trillada, son sorprendentes. Además, cuando venga él no va a hablar, va a escuchar...

-Sí, cómo no! Si quiere hablar, puede hablar! Yo no le coarto a nadie la libertad de expresión. Lo de Fidel no fue una petición para que no hablara o dijera lo que sintiese, sino para que fuera moderado ante tu presencia. Pero respecto a ese curita.... nada más dice algo fuera de lugar y te juro que le va como en feria... porque en mi casa todo acepto, menos la irresponsable agresividad.... y si acaso se lanzara fuerte, pues ya veremos de qué cuero salen más correas....

Y Ricardo seguía hablando y hablando, mientras Julián se arellanaba en el sillón, con una sonrisa plácida ante la aceptación implícita de su entusiasta amigo.

 

 

Norma notó que Ricardo estaba nuevamente nervioso, como cuando esperaba la llegada del padre Julián. Le observó por buen rato y, aprovechando una oportunidad, se acercó a él con esa dulzura con que siempre lo había hecho.

-Mi amor...

-Sí, dime...

-De nueva cuenta te noto nervioso. Qué pasa?

-Hummm... si te lo dijera de seguro te negarías...

-A qué?

-No... si te digo a qué ya tendría que decirte todo, y la verdad es que yo quisiera que los acontecimientos se den por si mismos.

-Es grave?

-Francamente no sabría decirlo. Pero tengo miedo...

-Miedo? a qué?... nunca me has ocultado nada...

-No se trata de eso mi amor. No es nada de qué preocuparse en realidad. Pero...

-Mira, dejémonos de peros y desahógate, sí?

Queriendo y no, Ricardo le contó lo que había sucedido respecto al famoso curita Narciso, y la decisión de llevarlo a las ya populares charlas.

-... así es que, cómo la ves? Gruesa, verdad?

Norma no contestó de inmediato, comenzó a mover la cabeza y a dar vueltas de un lado para otro. Al cabo de unos minutos preguntó:

-Qué puede suceder? Crees que pudiera tener alguna influencia en los muchachos? porque a mí en realidad lo que me preocupa son los muchachos...

-No sé, en verdad que no sé... pero me apura más el tener que enfrentar sus argumentos que, como es lógico, serán desgarradores...

-Vuelvo a decirte que, en ese sentido, tengo plena confianza en ti. Pero no contestaste mi pregunta...

-Pues espero que no, aunque temo que los muchachos no están tan bien cimentados en su fe como para enfrentar una discusión de este tipo.

-Mira, déjale a Dios la respuesta. Encomiéndate a El para que te dé la inspiración necesaria y, quien quita y hasta el curita sea el que salga convencido de que su forma de pensar no va acorde a las normas de la nueva iglesia...

-Eso es lo que temo. Piensa un poco que si los mismos sacerdotes no han podido meterlo en cintura... qué puedo esperar yo!

En ese momento se escuchó la algarabía que hacían los muchachos al llegar.

-Holaaa... qué, no hay nadie? urgió Carlos.

-Anda, dijo Norma a Ricardo, cumple con tu compromiso y que sea lo que Dios quiera...

-Así sea... masculló Ricardo no muy convencido.

-Ahhh, aquí andan pilluelos, exclamó Carlos.

-Buenas noches a todos, dijo Sonia.

-Buenas noches hijos, pasen...

-Hola manita, saludó Lupita. Qué, por qué esas caras tan largas?

-Nada... nada... contestó Ricardo.

Norma hizo una seña apenas perceptible a Lupita, y ésta comprendió de inmediato que debía callarse; sin embargo, Sonia alcanzó a darse cuenta y, tomando del brazo a su suegra, la encaminó hacia la cocina.

-Qué pasa suegra?

-Nada importante en realidad. Ya se darán cuenta.  Tenemos un invitado nuevo.

-Anda!, crece la audiencia...

-Sí, pero es alguien muy especial. Por favor, si Carlos trata de repelar ante los comentarios de esa persona, a la que ya conocerás, apriétale el brazo o interrúmpelo, pero trata de que no hable...

-Ahh caramba, entonces sí es alguien muy especial. Acaso... otro curita?

-Mhhhuu... sí, un curita muy especial...

De la sala surgió la voz sonora de Julián, que llegaba en ese momento.

-Hola familia... cómo están todos? Miren, les presento a un buen amigo, el padre Narciso. Algunos de ustedes ya lo conocen...

Antes de que Carlos dijera nada, Sonia ya le había dado un buen pellizco en el brazo. La acción le tomó desprevenido y, asombrado, volteó a verla con sorpresa.

-Saluda mi amor... nada más saluda...

-Ehhh... sí, hola padre, cómo está?

-Bien gracias...

-Pasen por favor, dijo comedido Ricardo, están en su casa, ya lo saben...

-Gracias, contestó Narciso al tiempo que ocupaba el sillón que le había señalado el anfitrión.

Lupita, desde un rincón, observaba con curiosidad la llegada del nuevo invitado. Fidel y los demás sólo saludaron con la cabeza y se acomodaron en diversos lugares.

-Les voy a traer un cafecito, comentó Norma.

-Gracias señora, pero...

-Nada padre, en esta casa son bienvenidos todos y queremos que sientan, en verdad, que están en su casa. Además, no pensará que lo voy a envenenar, verdad?

No bien había hecho el comentario cuando se dio cuenta de que había dicho algo fuera de lugar; incómoda y roja de vergüenza dio media vuelta y se dirigió a la cocina. Lupita salió tras ella.

-Qué te pasa?

-Es largo de contar, luego te digo. Mientras ayúdame, por favor, ya me pegó Ricardo los nervios...

Julián, como siempre, salió al paso con diplomacia y presentó a Narciso más formalmente.

-Nuestro amigo fue invitado por mi para escuchar las amenas pláticas de Ricardo. Espero que, como conmigo, no se sientan incómodos y lo tomen como uno más de nosotros.

 

Narciso veía a todos con cierta desconfianza. Esa mañana, cuando Julián llegó a verlo, le sorprendió que comentara que el señor Arzobispo le había encomendado algunas tareas en la ciudad y por ende debería quedarse unos días más, por lo que había decidido visitarlo y, como argumento principal, señaló:

-La verdad es que no conozco a mucha gente aquí, y me gustaría frecuentarlos más.

-Está bien, contestó el párroco, por mi parte puede Usted, incluso, alojarse aquí, con nosotros...

-No gracias, sería mucha molestia; además, estoy de invitado con el único amigo que tengo en Acapulco, y sería incorrecto abandonar su hospitalidad. Podría pensar que no me acomodó su casa.

Narciso no se sentía muy a gusto con Julián. Sabía que su estancia bien podía obedecer a alguna investigación ordenada por el arzobispo. En el momento en que iba a salir de la casa curial, Julián exclamó:

-Por cierto Narciso, fíjate que mi amigo Ricardo, a raíz de una situación muy especial de su hijo Carlos, comenzó una serie de pláticas, primero con él, luego con el resto de la familia, y ahora su auditorio es ya numeroso. Su forma de contar la historia sagrada es en verdad amena, sin embargo, me gustaría que me acompañaras con el objeto de observarlo y poder contar con algunos comentarios tuyos sobre su forma de ver la religión. Podrías?

Narciso vio primero al párroco, como pidiendo permiso o auxilio para que lo sacara del compromiso, pero el sacerdote prácticamente aceptó en su nombre.

-Claro padre Julián. A Narciso le hace falta salir un poco. Se la pasa encerrado en la parroquia y ésta es una buena oportunidad para que se distraiga.

Narciso no pudo ocultar su incomodidad, pero aceptó con la cabeza.

En el camino, Julián le dio a entender que no estaba muy de acuerdo con algunas de las cosas que Ricardo decía, pero que la amistad le impedía contradecirlo. Que la opinión de Narciso sería de vital importancia para tomar una decisión y, dejarlo seguir, o pararlo en seco.

-Mira Narciso. Después de que Su Eminencia me encargó visitarte por las razones que tú ya conoces, pude darme cuenta de que eres un hombre con una fe bastante bien fincada; es por eso que pido tu auxilio. Está bien?

-Está bien padre, contestó seco el sacerdote.

-Sólo te voy a pedir un favor, Ricardo es un amigo muy querido, si ves algo que no creas que es conveniente, por favor no lo externes abruptamente. Por fuera analizaremos el tema y podremos tomar decisiones, correcto?

-Bueno.

 

-A qué horas empezamos? reclamó Carlos con su siempre bromista agresividad.

-Momento, dijo Ricardo, dejemos que se acaben de servir los refrescos y el café. No se vale que nuestras damitas, tan amables como siempre, se pierdan parte de la plática por atendernos.

-Bravo, gritó Lupita queriendo romper el hielo, así se habla viejito.

-Perdón, dijo Narciso, y que tiempo dura la plática?

-Mucho y poco padre, intervino Carlos, hay veces que nada más nos da atole con el dedo y otras hasta nos picamos alcanzando altas horas de la noche...

-Válgame Dios, dijo Narciso, yo tengo que llegar temprano a la parroquia...

-Ni te apures, aclaró Julián, que te dieron permiso de llegar a la hora que sea necesario; ya le pediremos de favor a Ricardo que nos haga el servicio de llevarnos en su coche...

-Con mucho gusto padre...

-Bueno, ya estamos aquí, dijo Norma tomando asiento a un lado de Ricardo.

-Señores, bromeó Carlos, que arranque el capítulo chorrocientos de la muy afamada Cristonovela...

Narciso se revolvió en el asiento.

-No te espantes amigo, dijo Fidel, así le llamamos a las pláticas de Don Ricardo por que había ofrecido contarnos la historia de Cristo, pero como la ha alargado tanto... pues... ya la bautizamos así...

-Pero eso es una herej....

-...una broma, querido amigo, una inocente broma de estos aprendices de cristianos que necesitan de nuestra guía, intervino presuroso y conciliador Julián.

Ricardo se puso rojo de pena, una pena mezclada con coraje. Estuvo a punto de decirle que si no le gustaba, a él tampoco le gustaba que Narciso estuviera en su casa, que no comulgaba con sus arengas soliviantadoras, pero una mirada severa de Julián le puso quieto.

Los demás no sabían qué decir. Sentían que algo andaba mal, pero no sabían a ciencia cierta qué. Carlos era el único que había reconocido al sacerdote, y varias veces estuvo a punto de decirlo, pero Sonia, siguiendo los consejos de su suegra, le contenía.

La reunión no tenía muy buenos augurios.

-Bueno, ya platicamos del nacimiento de Cristo, de la llegada de los reyes magos y de la adoración de que fue objeto por parte de pastores y animales. La estancia de la familia de Jesús en Belén no puede definirse por completo. Algunos autores manejan la orden de Herodes de matar a todos los recién nacidos como inmediata, pero hay alguno que habla de “dos años después”. Vamos a dejarlo como creo que es más lógico. Una estancia corta que se ve interrumpida por la agresión de Herodes. Si consideramos que José y María no vivían en Belén, es natural creer que el trámite del censo no les llevó arriba de una semana. Lo mismo a Herodes, que esperaba el regreso de los Magos de Oriente a quienes había encomendado le informaran en dónde se encontraba ese al que llamaban Rey de los Judíos o El Mesías y, al ver que éstos no regresaban, dio la orden de asesinar a todo recién nacido. Si José ya preparaba el regreso a casa, vio la necesidad urgente de no sólo precipitar esa salida, sino de ir a otra parte. Pongámonos en el lugar de él. Si yo sé que es a mi hijo al que buscan asesinar, tendría temor de llevarlo a casa, buscaría salvarlo llevándolo a donde no lo buscaran. Así lo hizo José, por eso parten a Egipto en vez de volver a sus propiedades.

-Pero... cómo sabían que era a Jesús a quien querían matar?

-Recuerda que los magos le dicen a José que Herodes había sentido amenazado su trono al saber que la gente decía que había nacido el Rey de Reyes, el Rey de los Judíos, y Herodes era, precisamente, el Rey del pueblo judío designado por los romanos. Claro que para nosotros Herodes enloqueció, pero para las costumbres de la época no era más que una reacción podríamos decir que normal. Ahora bien, cuando José se entera de que los soldados andan asesinando a recién nacidos, no le costó mucho deducir que era a su hijo al que pretendían desaparecer.

Ricardo, al tiempo que hablaba, miraba de reojo a Narciso esperando alguna reacción de él. Pero éste estaba arellanado en el sillón, con los brazos abiertos sobre los laterales, y una sonrisa sarcástica en el rostro que le desagradó profundamente. No se aguantó más y espetó con una cortesía que rayaba en el reto:

-Ojalá y el Padre Narciso nos pudiese comentar que tiene de gracioso el pasaje que acabo de referír. Porque la sonrisa en su faz es enigmática.

-No Don Ricardo, no tome a mal mi complacencia. Lo que pasa es que me parece estar escuchando a mis catequistas, tan inocentes, tan poco preparadas...

La expresión final dio en el blanco. Ricardo se puso rojo como el tomate y estaba a punto de contestar cuando Julián intervino.

-Yo más bien creo que tú pones nervioso a Ricardo. Lo mismo le sucedió cuando yo me agregué a las pláticas. Como que le da pena hablar ante un cura. Claro que conmigo ya tomó confianza, pero contigo... todavía sufre. Sin embargo permíteme decirte que Ricardo no es nada ignorante o inocente. Sabe de lo que habla y hay veces que hasta habla de más. Si te lo diré yo! Pero... no crees Narciso que es muy pronto, apenas unas cuantas frases, para que puedas calificar a mi querido amigo? Espera... espera un poco y ya verás...!

-Nuevamente le pido disculpas Don Ricardo, procuraré no hacer más expresiones desagradables para Usted con mi rostro, afirmó Narciso.

Si bien Ricardo no dejó de notar más sarcasmo en las palabras del cura, ya no hizo mención de ello y continuó con un tema que sabía daría en pleno corazón de su retador.

-Bueno, sigamos. Parte de la infancia de Jesús se desarrolla en Egipto. El resto, ya en su tierra, bueno, en la de sus padres: Nazaret. Es ahí en donde el pequeño hace sus primeros milagros...

-Milagros??!!! casi grita Narciso. Milagros dice usted? Jesús no hizo milagros hasta las bodas de Canaan...

-Pues ahora el que me va a tener que disculpar es Usted, padrecito, porque Cristo hizo no uno, sino varios milagros cuando niño. Una cosa es que la iglesia no acepte esto, y otra que no los haya realizado, contestó Ricardo también levantando la voz.

-Ricardo, por favor, dijo Norma con voz apenas audible, recuerda que el padre es nuestro invitado...

-Perdón padre, dijo de inmediato Ricardo...

-Que perdón ni que ocho cuartos, arremetió de nuevo Narciso. Usted no tiene la más remota idea de lo que está hablando! Podría decirme a que secta pertenece?

Antes de que Ricardo pudiese contestar, Narciso se volvió a Julián y le reclamó ásperamente:

-Y Usted padre, puede decirme cómo es que tolera estas barbaridades? qué clase de cura es?

Julián no había movido un dedo para intervenir esta vez. Pero al reclamo del sacerdote respondió:

-Tan cura como usted, amigo mío, sólo que debemos ser tolerantes con los demás, al menos hasta saber de qué pie cojean, o no? Cómo demonios vamos a contradecir un argumento si antes no conocemos el fondo de éste? Cómo podemos defender la fe cuando no entendemos siquiera lo que piensan los demás. No Narciso, no. No podemos desgarrarnos las vestiduras por el simple hecho de que otro piense diferente, o de que, y escúcheme bien, conozca más que nosotros o cuando menos acepte algo que quizá nosotros sabemos pero por canon no podemos o debemos aceptar. Este es el momento preciso de escuchar. Primer conozcamos al enemigo... y después planeemos el contra ataque...

La voz de Julián había subido de tono también. Conforme hablaba se estremecía. Incluso hubo un momento en que se levantó de su asiento y la última frase la dijo señalando a la faz de Narciso. Sin embargo, tras esto, se enderezó, tomó aire, y dijo más calmado:

-Déjelo hablar. Escuchemos sus argumentos y ya después platicaremos usted y yo... por favor...

Nadie dijo una palabra. Todos estaban estupefactos. La única con la ira reflejada en el rostro era Norma. Le molestaba mucho que agredieran a Ricardo, y Narciso se había sobrepasado.

-Podría pedirles, dijo al fin ella misma, por favor, que dejáramos el resto de la plática para mañana? Siento que es necesario...

-Tienes razón, dijo Julián levantándose de su asiento nuevamente, vamos padre Narciso... buenas noches a todos...

-Buenas noches padre Julián, corearon todos sin moverse de su sitio.

Julián, al llegar a la puerta, se volvió y, como gesto amistoso, les dio la bendición; salió tras Narciso y cerró la puerta calladamente.

Pasaron varios segundos más para que se moviera el primero de los que quedaban. Fue Carlos.

-Si me hubiesen dicho que iba a estar este curita aquí yo no vengo, dijo molesto.

-Francamente ni yo, agregó Sonia.

-Un momento, dijo Ricardo, un momento. No quiero que se vayan aún. Les voy a contar el por qué estuvo aquí ese hombre...

Y Ricardo les narró rápidamente lo que había sucedido y lo que había aceptado hacer en favor de su amigo Julián.

-Pero papá... estás loco? Ese hombre más que un cura es un verdadero demonio...! despotricó Carlos.

-Y vaya que sí lo es... agregó Norma.

-Puede ser así, dijo Ricardo, pero creo que deben todos ayudarme. Ahora soy yo el que les pide ayuda. No podemos dejar a Julián solo en esto. Por favor...

-Mira viejito, intervino Lupita, la verdad es que es un verdadero reto, y me siento orgullosa de ser tu amiga por el simple hecho de haberlo aceptado. Creo que debemos ayudarle, dijo dirigiéndose a los demás.

-Yo también lo creo, comentó Fidel, sé que entre el padre Julián y usted, Don Ricardo, pueden con el paquete, nosotros sólo les podemos servir de acompañantes, pero pues... podríamos decir que como guaruras, no? Como pa’que le de miedo al curita.

Todos rieron ante la ocurrencia de Fidel y el ambiente se relajó.

-Bueno, pues ahora sí buenas noches, señaló Ricardo, y gracias a todos...

-Gracias a Usted Don Ricardo.

El único que iba con la cara larga era Carlos.

-Carlos, hijo, espero que no faltes mañana...

-La verdad es que vendré nada más por ti, pero si ese curita se vuelve a mandar...

Sonia le tomó del brazo más como solidaria acción ante sus palabras que para frenarlo.

-Hasta mañana a todos...

Cuando quedaron solos, Norma dijo a Ricardo:

-Mira amor, creo que debemos tomar las cosas con calma, sobre todo si en verdad estás dispuesto a enfrentarte al curita ese. Antes que nada, debemos mantener la calma. Hoy la perdimos. La perdiste tú, la perdió Julián, la perdió Carlos y hasta yo la perdí. Recuerda que el que se enoja... pierde!

-Muy cierto. La verdad es que desde su entrada yo ya estaba predispuesto contra el Narciso famoso, pero tienes razón: debemos mantener la calma.

De repente, Ricardo recordó que se había ofrecido a llevar a Julián y a Narciso en su coche a la parroquia. Con un rápido “ahorita vengo”, dejó a Norma, salió apresurado y alcanzó a verlos en la parada del camión.

-Julián... Julián... gritó para que le escucharan.

Julián volteó e hizo señas con la mano. Ricardo llegó jadeante.

-Perdón, me olvidé por un momento del ofrecimiento...

-No te preocupes Ricardo, dijo el padre Julián, yo sabía que necesitabas unos minutos para estar con tu gente.

Narciso se hacía el loco volteando para otra parte.

-Bueno, pues si me hacen el favor, vamos a sacar mi auto del estacionamiento...

-Vamos, exclamó conciliador Julián tomando del brazo a Narciso y guiándolo casi a fuerzas.

-Padre... musitó Narciso.

-Templanza, mi querido amigo, templanza...

 

Mientras sacaba el auto del estacionamiento, Ricardo tuvo una idea.

-Oye... dijo a Julián ignorando a Narciso, es aún temprano. Qué te parece si nos tomamos un cafecito por ahí?

-Yo lo siento mucho, intervino Narciso, pero tengo mucho que hacer en la parroquia. Les suplico que me dejen bajar, ya tomaré un taxi...

-Ahhh no padre, dijo Ricardo, a mi no me va a dejar picado... ahora la bebe o la derrama!

-Qué quiere decir con eso? reclamó Narciso airado.

-Que la verdad es que Usted y yo tenemos que comernos un pollito... y no le vamos a dar más vueltas al asunto... estamos? respondió entre serio y broma Ricardo, lanzando el reto.

-Bueno, aclaró el cura, qué de verdad se siente usted muy gallito?

Julián callaba mientras la clásica sonrisa de sorna se dibujaba en su rostro. Las cosas iban encajando.

-Pues acépteme el café y veremos de qué cuero salen más correas... respondió Ricardo.

-Saben una cosa?, dijo calmado Julián, creo que no es el momento preciso porque los ánimos están aún muy caldeados, pero qué les parece si lo dejamos para mañana? Es más, señores, la tarea de esta noche es, precisamente, la infancia de Jesús. Estamos? terminó parafraseando a Ricardo.

-Estamos, dijo retador Narciso.

-Estamos, afirmó Ricardo.

-Sólo una cosa, advirtió Narciso, que no sea para mañana, sino para pasado mañana. Tengo que prepararme, la verdad.

-Concedido, asentó Ricardo.

 

De regreso a casa, Julián le dijo a Ricardo:

-Espero que no hayas tomado en serio lo que dije “del enemigo”.

-No, claro, yo te entiendo.

-Pues vaya que no es una perita en dulce el Narciso, no?

-Sí, la verdad no esperaba esa reacción ni tan pronto. Yo pensé que me iba a dejar hablar y luego atraparme con mis propias palabras, pero le falló la táctica...

-Así son todos los radicales, primero hablan y luego piensan. Eso es lo que les diferencia de nosotros, mi querido Ricardo, y lo malo es que te dejaste llevar...

-Tú también, no lo niegues!

-Cierto, pero nada más de pensar en llevarlo al pueblo me enciendo...

-Pues, como dice Norma, hay que conservar la calma...

Tras dejar el carro en el estacionamiento, entraron a la casa festejando un chiste que Julián le había contado a su amigo.

-Qué pasó?, dijo Norma medio molesta, te saliste como loco y desapareciste...

-Nada mujer, nada. Lo que pasa es que recordé que había prometido llevar al santo y al diablo a su parroquia...

-Me dejaste preocupada...

-Perdón, dijo Julián, pero este loco le cumple hasta a sus enemigos, por lo que veo...

-Bueno, pues buenas noches... que ya mañana será otro día... dijo Ricardo sonriente.

-Buenas noches, dijo Julián palpando del hombro a Norma.

 

 

Ricardo, tienes a la mano los libros que te regalé? preguntó el padre Julián después de saludar a Norma con un beso de buenos días en la mejilla.

-Claro, están en la biblioteca... los necesitas?

-Sí, por favor, se los voy a llevar a Narciso...

-Ahhh, que chistoso! A él le ayudas y a mi que me lleve el diablo, no?

-Shhhh... ya se nombra muchas veces al maligno en esta casa, y eso no está bien. Mira, no es tanto para ayudarle, sino para que vea en qué te basas. Que se dé cuenta de que hay otros libros, otros evangelios, otros documentos que, si bien no son reconocidos como canon por la iglesia, existen. Es una forma de convencerlo de antemano para que prepares tus argumentos. Te recomiendo basarte en lo que estás leyendo. Ese, el de los evangelios apócrifos, te lo dejo. Los demás se los llevo a él para que, al buscar información que de seguro no va a encontrar en la parroquia, se dé cuenta de lo que digo.

-Tienes razón... ahorita te los traigo, dijo Ricardo al tiempo que le invitaba a sentarse a la mesa para desayunar.

-Oye Julián, inquirió Norma al ver salir a Ricardo, no crees que es demasiada tensión para mi marido?

-No hijita, no. Ricardo puede con eso y más. Estoy seguro de que le va a dar un buen revolcón a Narciso. Es más, espero que lo haga para que quede blandito y yo le dé la estocada final, contestó jocoso el sacerdote.

-Sólo espero que no vaya a ser al revés y entre Ricardo en esa desesperación que había entrado cuando fuimos a tu pueblo...

-Ahhh pero eso es lo de menos, ahora ya no tendría que ir hasta allá, pues me tiene aquí, no? concretó con voz de celebración Julián.

Norma sólo sonrió. Le gustaba la forma de ser del curita. Ella, que no confiaba mucho en los curas a pesar de ser una buena creyente, se sentía a gusto con Julián.

 

Cuando Julián partió a la parroquia, Ricardo se encerró en la biblioteca y comenzó a tomar notas sobre la infancia de Jesús, los documentos y sus detalles. Norma entró casi en silencio y se sentó a un lado a tejer.

-Nonis, me harías un favor?

-Sí, dime...

-Mira, llama a los muchachos y diles que hoy por la noche no habrá reunión, pero que se preparen para mañana porque será el agarrón del año...

-Por qué? preguntó dudosa...

-Porque Narciso aceptó ayer una confrontación de ideas para mañana en la noche. Yo le había dicho que hoy, pero pidió un día más para prepararse.

-Ahhh, con que esas tenemos eh?

-Anda, no seas mala, ve a llamar a los muchachos y si preguntan por qué, cuéntales todo.

-Bueno, dijo Norma sonriendo y moviendo la cabeza de un lado a otro.

 

El día fue corto para ambos. Cada quien en su trinchera se preparó lo mejor que pudo. En la parroquia, ante la sorpresa del párroco, Julián y Narciso no salieron para nada de la casa cural, metidos en un montón de libros y enfrascados en una apenas audible discusión. En casa, Ricardo hacía mil comentarios con Norma como si ésta fuera su público oidor.  El párroco no quiso preguntar de qué se trataba. Norma no quiso dejar solo a su marido.

Cuando llegó Julián por la noche, Ricardo le esperaba impaciente.

-Qué pasó? preguntó ansioso.

-Nada mi querido amigo, que ya tienes listo el cordero...

-Cómo?

-El pobre hombre ni siquiera conocía la existencia de los apócrifos. Bueno, sabía de su existencia, pero no los conocía. Lo único que sabía era que eran libros prohibidos por la iglesia... pero yo lo saqué de su ignorancia y, como soy un curita, y muy viejo, y chapado a la antigua, el señor comprendió que podría haber algo de verdad en todo esto...

-Entonces...? Ya no vendrá?

-Claro que vendrá! Dice que quizá no hubiese sabido discutir por su ignorancia sobre éstos, pero que ahora bien puede darte una revolcada...

-Anda!, dijo Norma celebrando la gracia...

-Ya veremos, dijo medio serio Ricardo, ya veremos...

 

 

Norma se encargó, más esmerada que nunca, de preparar una buena cena. Buscó entre los discos de su marido y puso el modular listo para tocar en cuanto se necesitara. “La buena música doma al más feroz de los animales” pensó para sí. Ricardo no había salido de la biblioteca en todo el día. Apenas probó el par de emparedados que le llevó Norma a mediodía. Julián, cumpliendo sus deberes, salió temprano a la parroquia. Al sonar las campanadas del reloj anunciando las siete de la noche, un toquido se escuchó a la puerta.

-Buenas, saludó Carlos espiando al interior, todavía no llega satán?

-Carlos! exclamó Norma, como quiera que sea es, a más de un sacerdote, un invitado; te ruego que le guardes el respeto debido, si quieres que él se vea obligado también a respetar esta casa...

-Perdón, lo dije por decir...

-Hola suegra, saludó Sonia al tiempo que le daba un beso en la mejilla.

-Qué pasó hija? Cómo estás?

-Bien, el que está que pela habas es Carlos. Dice que no se perdería este encuentro por nada del mundo...

-Oh vaya, es mi padre, no?

No bien cerraban la puerta cuando Lupita la detuvo y pasó muy salerosa.

-Hola manita, qué? Ya llegó el curita?

-No, aún no pero no deben tardar.

-Ahí viene Fidel, dijo Norma, pasen todos a la sala y tú Sonia, por favor ven a ayudarme.

-Sí suegra, con gusto...

Al entrar Fidel volteó para todos lados.

-Buenas... no ha llegado?

-Vaya con los pajaritos, dijo Ricardo que salía de su oficina, todos están pendientes del curita. Y yo? por qué nadie pregunta por mi?

-Charros viejito, dijo Carlos con su alegría de siempre, no seas celoso! Todos estamos de tu lado, pero bien vale la pena ver cómo te deja el tal Narciso...

-Gracias... muy amable...

-Bueno, yo creo que debemos establecer una estrategia, dijo Fidel como tomando el mando muy serio.

-Una qué? preguntó Carlos

-Una estrategia, zonzo, una forma de prepararnos para el ataque...

-Vamos muchachos, que no se trata de una guerra... lo mejor es que, conforme lo he planeado, todos participen hoy más que nunca. Que hagan preguntas, que despejen sus dudas...

-Huyyyy jefe, pues entonces te vamos a agarrar a dos fuegos... dijo Carlos

-No. Precisamente esa es “mi estrategia”... cuando ustedes pregunten algo, algunas de esas preguntas se las voy a endilgar a Narciso y, tras lo que él diga, yo lo acompleto... o lo rebato... me entienden?

-Caray Don Ricardo... yo no lo quisiera de enemigo...

-Y dale con el enemigo... qué no ven que así es precisamente como actúa Narciso, considerando enemigo a todo el que no comulga con su forma de pensar, esa forma de pensar que él siente o cree que es la de la iglesia?

-Tu padre tiene razón, intervino Lupita.

-Bueno, pues entonces te aguantas porque de que vamos a cuestionarlos... los vamos a cuestionar!

Dos toques muy ligeros indicaron que Julián estaba a la puerta. Al abrir, el primero en entrar fue Narciso, jovial, casi podría decirse que alegre.

-Buenas noches a todos, dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

-Buenas noches padre, contestaron viéndose unos a otros con extrañeza.

-Hola hijos, saludó el padre Julián. No lo van a creer, pero Narciso estaba dando lata desde las cinco de la tarde. Que a qué horas nos íbamos a venir? que si ya era hora... que se nos hacía tarde... bueno, me acatarró como no tienen una idea...

-Antes que nada, indicó Narciso, quiero pedirles una disculpa por mi comportamiento de anteayer. La verdad es que no quisiera que tuvieran una mala impresión de mí...

-Pues bienvenido padre, dijo sonriente Ricardo, pase por favor. Usted escoja el asiento para que no diga que lo sentamos en el banquillo de los acusados.

-No Don Ricardo, ni piense eso... por favor...

-Buenas noches señores sacerdotes, dijo Norma contagiada del buen humor que reinaba, como esta es una ocasión especial, primero pasaremos a la mesa a tomar un pequeño refrigerio, y después comenzará el debate...

-Ahhh vamos, dijo Narciso, por lo que veo piensan dejarme medio turulato a base de comida, verdad?

-Y música, dijo Norma al tiempo que encendía el modular.

-Vaya, esa es música de viejitos, comentó Narciso...

-Caramba, dijo Carlos casi gritando, hasta que estamos de acuerdo en algo...

-Pero es buena música, eso ni duda cabe, agregó Julián.

Ya a la mesa, Ricardo empezó con su primer estrategia. Recordando lo sucedido con Julián, comenzó a preguntarle a Narciso sobre su origen y sus estudios. Narciso no necesitó mucho para soltarse hablando sobre sí mismo. Era un radical, y como tal egocentrista. Así es que el primer paso daba sus buenos resultados. Julián, miraba de reojo a Ricardo con un gesto de complacencia.

-Pues mi buen Don Ricardo, yo vengo de la tierra. Es decir, soy hijo de campesinos. Nací en un pueblito remontado en la intrincada selva que ocupa los límites de los estados de Veracruz y Chiapas. Contra lo que pueda pensarse, no nos moríamos de hambre. La tierra era pródiga, tanto en lo cosechado por el hombre como en sus frutos silvestres. Bastaba levantar la mano para tener algo que llevarse a la boca. En cuestión de salud tampoco sufríamos mucho que digamos; no había más que un doctor que vivía como a 70 kilómetros del pueblo donde yo vivía, pero teníamos una curandera que es -o era- una maravilla. Se daba el lujo de curar lo mismo a un desbarrancado -por que vaya que hay barrancas en esa zona- que a un herido de bala -que son seguiditos porque ahí todo se arregla a balazos- de tal suerte que no nos hacía falta el doctorcito famoso.

Mi infancia corrió feliz; el campo era mi patio de juegos y los animales mis compañeros de aventuras. Con decirle que tenía yo una nauyaca del doble de grueso que las mangueras de los bomberos...

-Perdón por la interrupción, dijo Fidel, pero... qué es una nauyaca?

-Una serpiente, una serpiente tan grande que se come a los tigrillos enteros... sin mentirles, la mía tenía al menos 30 centímetros de grueso. Son animales, contra lo que piensan los citadinos, útiles para el campesino. Su dieta comprende sobre todo animales rastreros como la rata de campo, los mapaches y ese tipo de animalitos que, si bien no son dañinos al hombre, sí lo son para la siembra. Así que mi Nuya, como yo le llamaba, tenía a buen recaudo los sembradíos de la zona, entre ellos el de mi padre, como es lógico.

Había un sacerdote que venía cada dos meses a confesarnos y darnos la comunión. El pobre era más pobre que nosotros mismos. Cada que venía mi padre le regalaba un par de huaraches, de los que se usan por allá, con suela de vaqueta y correas de cuero. Era un buen hombre. El fue el que me metió la idea de ser cura. Me hablaba de Dios, de su creación, de sus consejos y normas... hasta que un día le dijo a mi padre: Laurencio, me llevo a tu hijo. Lo voy a meter a la escuela y luego al seminario, porque este cabroncito va a ser cura... y aquí me tienen.

-Vaya, que vida más interesante la suya, padre Narciso, dijo honestamente Ricardo.

-Y luego... qué paso? urgió Carlos.

-Bueno, pues ya en Jáltipan, pueblo perteneciente al Estado de Veracruz y donde tenía su parroquia el padre Simón -que así se llamaba el curita- comencé a estudiar en una escuelita de paredes de adobe y techo de ramas, pero que mi me parecía un palacio con su pizarrón y sus bancas. Me atrajo mucho el hecho de convivir con muchos otros chamacos de mi edad.

Así pasaron cinco años. Terminé la primaria con puro diez, lo que llenó de orgullo a mi padrino Simón. “ahora sí, dijo, nos vamos a ver a un amigo que tengo en el seminario de Puebla pa’que te metas a estudiar para sacerdote”

Les seré franco, después de vivir en Jáltipan, de ver como los desgraciados gringos -o lo que fueran, algunos dicen que suizos- estafaban y abusaban de los campesinos que se iban a trabajar a la azufrera, yo ya no quería ser sacerdote, sino líder obrero para reivindicar a esos hombres a quienes veía yo regresar todos cenizos y arrastrando los pies de cansancio a su casa.

Para ese entonces ya me había vuelto medio rebelde. Las órdenes dadas por cualquiera me caían en la punto de la nariz -excepto, claro, las de mi padrino, a quien yo adoraba- y me hacía rabiar el sólo hecho de escuchar a alguien gritarle a otro.

Comencé a tomarle gusto a las armas -por allá también son casi como la cobija, siempre colgadas a la cintura o al hombro- el que menos tenía llevaba cruzado el machete. Pero las que más me gustaban eran las carabinas. Ver una me hacía pensar en esos hombres de los que habla la historia y que dieron libertad a México. Cómo soñaba yo con una guerra que liberara de nuevo a mis compatriotas y yo al frente, con tremendos galones colgando de las hombreras y montado en un penco bien cuajado, azabache, como el de la canción... Bueno, pero creo que ya acaparé la charla...

-No padre, no, sígale, dijo Fidel embelezado.

-Mira Narciso, en esta casa hay una costumbre -dijo Julián- y es que todo el que llega a ella debe de confesarse...

-Oyeeee! reclamó Ricardo...

-Nooo? Si a mi también bien que me sopearon cuando vine por primera vez... dijo haciendo un guiño apenas perceptible por el propio Ricardo.

-Bueno, es que... uno quiere saber, primero por cortesía, pero luego se torna interesante y... pues...

-No se preocupe Don Ricardo, que yo bien lo entiendo... dijo condescendiente el cura.

-Y luego? preguntó Carlos.

-Pues entre que mi padrino me llevaba a Puebla y no, las cosas se pusieron feas. Un día, uno de los capataces de la azufrera, borracho, jaloneó a una amiga mía. La infeliz chamaca apenas tenía doce años, pero, ustedes saben, en esa zona a esa edad una niña ya es una mujer hecha y derecha. Muchas se casan incluso a los once. Pues resulta que cuando la tenía en el suelo pasamos un grupo de amigos, uno de los cuales traía una pistola que le acababa de regalar su tío; no tardamos más en ver el atropello que en lanzarnos sobre el capataz. Era un hombrón de unos treinta y tantos años, fuerte como un roble, y nosotros chamacos enclenques que frisábamos en los doce, así es que entre todos no podíamos con él. No bien se le había aventado uno de nosotros, cuando ya salía volando. Mi amigo, sumamente enojado por la impotencia, sacó su pistola y le grito: “No te muevas desgraciado, o te perforo!”, pero el capataz soltó una tremenda carcajada de burla que se convirtió en un rictus mortal cuando la bala entró en el pecho, directamente al corazón. Y ya sabrán, la policía, siempre vendida a los patrones extranjeros, nos comenzó a buscar. Sabían quiénes éramos y cuántos. Los cargos, parejos para todos, eran por asesinato. La pobre chamaca se vio obligada a declarar en contra nuestra tras una noche en el cuartel. Yo me escondí en la misma sacristía y, cuando llegó mi padrino Simón, tras tremendo sermón me indicó que no saliera para nada de su propio cuarto. Así pasaron casi diez días. La policía ya había apresado a otros dos de mis compañeros y, al parecer, se dieron por bien servidos y abandonaron la búsqueda de los demás. Una noche, mi padrino ordenó que hiciera mis maletas y, a escondidas, me sacó del pueblo en un camión lechero...

-Ahh pa’venturitas, señor cura, dijo Fidel.

-Sí verdad?, pero lo interesante de esta aventura, como tú le llamas, es que más que ninguna otra cosa fue la injusticia que se cometió, primero por el capataz, y luego por los policías. A uno de los muchachos que agarraron, precisamente al de la pistola, le aplicaron la ley fuga.

-Ley fuga? Qué es eso? preguntó Silvia.

-Sacan al preso de su celda, le dicen que lo van a llevar al penal grande y, en el camino, lo bajan y le dicen que no pueden encerrarlo, que su familia ya les dio dinero y que puede irse pero que le corra. Cuando éste se confía y pega la carrera, le disparan por la espalda y alegan que se intentó fugar y tuvieron que matarlo. Esa es la ley fuga y esa la justicia en esas tierras... y en muchas otras de nuestra querido México... hasta la fecha.

-Caray, padre Narciso, vaya que sufrió usted una amarga experiencia, dijo muy serio Ricardo.

-Y luego? insistió Carlos.

-Pues entré al seminario... el seminario de Puebla es grande, funcional, hermoso. Yo lo vi -a ese sí- como un palacio. Cuando llegamos mi padrino y yo, no dejaba de voltear a ver a los seminaristas, todos vestidos de negro y luciendo una seriedad casi sepulcral. La verdad es que me dio miedo, pero el edificio me atrajo. No lo conocen? Es inmenso, tiene al menos seis alas, unas destinadas al estudio, otras a los dormitorios y otras a los comedores y los baños. Ahí conocí a muchos amigos, algunos de mi edad, otros mayores. Venían de todas partes. Al principio, los maestros, todos ellos sacerdotes, me veían con cierta desconfianza pues mi padrino se vio obligado -por cuestiones morales- a confiarles lo sucedido y muchos de ellos pensaban que no era yo tan inocente como aparentaba. Uno de  ellos, incluso, me cuestionó un día frente a mis compañeros, así, de golpe: “Y qué se siente matar Narciso?” Yo sentí que el suelo se me hundía y metí la cara entre mis brazos. Me sentía arder de vergüenza. No supe qué responder y me solté llorando. “Ahhh, así es que aquí si muy mariquita, no?” dijo el hermano, “pues ya te estás fajando los pantalones y dejas de llorar”.

En cierta forma la actitud del hermano me ayudó. Los demás seminaristas me veían con temor. Todos me trataban muy bien, pero con temor. Muchos me comenzaron a contar sus penas con otros y me pedía que yo interviniera. Al principio no lo hice, pero un día uno de ellos me contó que otro le había quitado una cadena con la medallita que le había regalado su madre al ingresar al seminario. Me dio rabia y encaré al acusado. Cuando me le paré enfrente, al ver al otro tras de mí, el seminarista se puso como tomate, metió la mano a la bolsa del pantalón y sacó lentamente la cadena con la medalla. Yo no dije nada,  sólo le hice la seña de que se la entregara al otro y musitó una disculpa. Eso bastó para que me ganara el “cargo” de protector. Gracias a Dios nunca tuve enfrentamientos. Bastaba que los mirara feo para que doblaran las manos. El Padre rector nada más me sonreía cuando se enteraba de otra audacia mía.

Así pasaron los años y me ordené sacerdote. Mi primera misión fue a una pequeña iglesia de un pobladito mixteco, allá por Oaxaca. Un par de años después, me trasladaron a una parroquia adscrita a San Cristóbal de las Casas. Ahí sí que vi sufrir a la gente. Enfrentamientos entre razas, credos, y hasta por linderos. Había muertos a cada rato. Pero lo más duro era la cacería que hacían los evangélicos y los testigos de Jehová contra los grupos católicos que, cosa curiosa, en esa zona son minoría. -En ese momento, Julián hizo con los ojos una seña apenas perceptible a Ricardo- No sabe ustedes la rabia que me dio un día que, mientras almorzaba, llegó corriendo una señora que nos vendía pollo. Venía hecha un mar de lágrimas. Era tanta su desesperación que apenas se le podía entender lo que decía. Tras ella venía otro joven, descalzo, como casi todos los de por allá, que me hizo la seña de que lo siguiera. Salimos a caballo y al galope llegamos a un pequeño caserío apenas distante unos cinco kilómetros de la parroquia. El espectáculo era horrendo. Había muertos por todas partes, muchos otros heridos; unos mutilados a machetazos, otros más con los pechos floreados por las balas asesinas. No había uno sólo sano. Incluso el muchacho que me llevó, y lo noté en ese instante, tenía un balazo en el muslo que casi le arranca la pierna.

Casi tras nosotros llegó una partida militar. Qué pasó padre? preguntó el capitán. No sé... no sé nada todavía... acaban de traerme... contesté todo confundido. El ejército se encargó de levantar a los heridos y sepultar a los muertos. Yo sólo me concreté a darles los santos óleos y auxiliar a algunos heridos. Había de todo, mujeres, ancianos, niños despedazados con salvajismo.

Una señora, que estaba recostada contra un tronco, con la garganta cercenada por un machetazo, apenas pudo decir: “fueron los testigos de Jehová, los güeritos...” Esa sí fue una amarga experiencia. Por desgracia, a ésta le sucedieron muchas otras. La muerte reinaba en cada camino, en cada lindero, en cada casa...

-Padre... dijo Ricardo al ver sollozar a Narciso, si no se siente bien... podemos dejar el relato hasta ahí...

-No, perdonen ustedes, pero el recuerdo me muerde como una serpiente ponzoñosa. Arde el alma al ver como el hombre se mata entre sí por nimiedades. Ojalá y nos matáramos por algo bueno...

Julián arqueó las cejas y se levantó, acercándose a Narciso.

-Llora hijo, llora, es la mejor manera de soltar todo lo que traemos entre pecho y espalda...

Sin embargo, Narciso levantó la mirada y, recobrando la compostura, dijo a todos:

-Disculpen, tal parece que yo vine a ser la controversia en esta casa; primero el exabrupto de antenoche, y ahora el teatrito este...

-No padre Narciso, no lo diga de esa manera, arguyó Ricardo, no se le ve mal en esta casa en la que todos pasamos por momentos duros y exabruptos como el suyo... somos humanos padre... y le comprendemos... somos... somos sus amigos... concluyó diciendo como con trabajo, pero con mucha sinceridad.

-Nadie quiere más café?, invitó Norma para romper la tensión que había en ese momento.

-Yo sí... por favor, dijo el propio Narciso sonándose estruendosamente.

-Yo también mi amor, agregó Ricardo.

-Bueno, agregó Julián, ya que todos estamos unidos... pues venga el cafecito. Pero el mío con canelita... eh?

-Claro que sí Julián, dijo amablemente Norma.

-Pasamos a la sala? indicó el anfitrión.

-Pasemos, pero yo creo que vamos a tener que dejar el debate para mañana, mi querido Ricardo, porque ya se hizo noche y tengo que entregar buenas cuentas de mi protegido... sobre todo porque hoy no nos llevará Ricardo.

-Gracias padre Julián, dijo con sinceridad Narciso, sólo que antes nos tomamos ese cafecito que me ofrecieron...

-Ese es mi gallo, dijo Fidel asombrándo a los demás con su expresión.

-Vaya, dijo Gloria, ahora me resultaste gallero!

Todos soltaron la carcajada.

-Bueno padre Narciso, comentó Ricardo, entonces dejemos el debate para mañana. Qué le parece a la misma hora, ya entradita la tarde...

-Me parece bien, así tengo más tiempo para preparar mis argumentos.

 

 

La mañana se presentó luminosa. Ricardo salía del baño cuando Julián se le acercó.

-Qué te pareció lo de anoche?

-Bueno, ya que lo preguntas y dado que anoche no tuvimos tiempo de platicar, permíteme decirte que ahora comprendo la aversión que siente Narciso por los que no profesan nuestra religión y, sobre todo, contra los testigos de Jehová...

-Yo también... pero eso no justifica que use el púlpito para arengar a los fieles...

-No... claro que no! pero al menos ya sabemos de donde viene la rabia... y creo que podemos controlarlo, no crees?

-Sí, creo que sí...

-Bueno, qué te parece que nos desayunemos y preparemos algo para acercarnos más a él?

-Así sea...

 

Tomando el desayuno, Ricardo parecía ausente. Norma le miraba con cierta preocupación, pero no dijo nada. Julián, que ya le conocía, sabía que algo tramaba.

-En qué piensas?

-En Narciso. Creo que ya tengo una forma de llegar a sus sentimientos...

-Cómo?

-La verdad me sería difícil de explicar... pero, por qué no nos esperamos para esta noche?

-Como tú digas... ya sabes que confío plenamente en ti.

-Gracias mi querido amigo...

 

Mientras el sacerdote salía a su ya acostumbrada visita a la parroquia, Ricardo se encerró en su biblioteca, no sin antes advertirle a Norma:

-Por favor mi vida, podrías evitar que me molestaran? Voy a estar en mi despacho...

-Sí Ricardo, no te preocupes...

 

Lupita llegó como a las doce e invitó a Norma a salir de compras. Eso le permitió a Ricardo mayor privacidad. Como si alguien les hubiese avisado a los demás, por cerca de cinco horas no sonó ni el teléfono ni el timbre de la puerta.

 

Pasadas las seis y media, cuando llegaron todos, encontraron a Ricardo cómodamente sentado en su mecedora, leyendo muy tranquilo y con una expresión de satisfacción.

-Y ahora? Qué te pasa viejito...? dijo sonriendo Carlos.

-Nada.... nada... contestó misterioso Ricardo.

-Tú algo te traes, dijo Norma.

-Nada incorrecto, señaló, pero sí algo muy interesante... espero que todos me ayuden tal y como lo ofrecieron...

-Claro que sí Ricardo, dijo Lupita. Tú sólo dinos qué debemos hacer...

 -Miren, pienso provocar a Narciso en algún momento de la plática. Ustedes, Carlos, Fidel, Gloria y Silvia, se pondrán de su lado. Norma, Lupita y Sonia del mío. No le digan nada a Julián para que él adopte la posición que más considere conveniente, esa será mi medida.

-Bueno, dijo Fidel medio intrigado, pero de qué forma nos vamos a poner de su lado?

-De ninguna Fidel, de ninguna. Ustedes sólo defenderán los argumentos de Narciso. Creo que eso no les será difícil pues precisamente los escogí porque ustedes son los que siempre argumentan, siempre tienen dudas. En otras palabras, les doy la oportunidad de expresar todo lo que sientan, sin frenos. Entendido?

-Ahora bien, dijo Carlos con su sorna de siempre, eso quiere decir que te podemos hacer garras, verdad?

-Más o menos, contestó Ricardo.

-Bueno, dijo Lupita, pero y nosotros cómo te vamos a apoyar? Si estamos igual que ellos, ignorantes de casi todo lo que platicas, de todo lo que nos das a conocer...

-Ya lo sabrás. Primero que nada porque apelaré al sentimiento y, para eso, nadie mejor que una mujer madura, como ustedes...

-Anda, replicó Carlos, ya les dijo viejas...

-Vete a volar, espetó Sonia... dijo maduras! pero de madurez, no de viejez...

La charla siguió entre seriedad y broma hasta que, en punto de las siete de la noche, Julián entró del brazo de Narciso.

-Hola a todos, dijo el sacerdote.

-Buenas noches padre Julián, contestaron casi al unísono.

-Buenas, dijo Narciso con un gesto de confianza que contrastaba con la adustez con que llegara cuatro días antes.

-Bienvenido padre, exclamó Ricardo, pase por favor, ya sabe que está en su casa...

-Gracias Don Ricardo, gracias. Tal parece que así es. Me siento en confianza, y mire que es raro en mí.

-Pues qué bueno, agregó Norma, porque nos gusta tener amigos como Usted. Qué tal un cafecito? o prefieren un refresco...? está haciendo bastante calor!

-Tiene razón señora, le acepto el refresco, gracias.

-Y tú, Julián?

-Yo prefiero cafecito, gracias.

-Bueno, dijo Ricardo, creo que ahora sí vamos a tener nuestra charla cotidiana...

-Ya era hora viejito... exclamó Carlos, esta cristonovela se está haciendo eterna...

Narciso no dijo nada, ni su rostro mostró expresión alguna que condenara las frases de Carlos. Era buena señal.

-Bien, la última vez nos quedamos en que Jesús había hecho algunos milagros cuando niño... comentario que causó que Narciso casi me pegara...!

-Por favor, Don Ricardo... dijo apenado Narciso.

-No te preocupes, mi querido amigo, y perdón por el tuteo pero me siento un poco más a gusto así. Me lo permites?

-Naturalmente Don Ricardo...

-Pero tú también quítale el don...

-Está bien... adelante...

-Pues yo quisiera, antes de continuar, explicar el porqué me refería a esos milagros. Creo que ya Narciso debe haberse documentado sobre los evangelios apócrifos o pseudo evangelios y otro tipo de documentos de los que, con ustedes, ya he hablado.

-Así es...

-Bueno, pues no sé si lograste encontrar que es precisamente el protoevangelio de Santiago, al que me he estado refiriendo, el que narra no sólo la vida de José y María, sino también algunos aspectos no conocidos, o conocidos por pocos, de la infancia de Jesús...

Ricardo hizo una pausa a propósito para dar oportunidad a Narciso de que respondiera o comentara algo, sin embargo, éste se quedó callado y observando atentamente al charlista.

-...sin embargo, quiero decirles que, aunque esos documentos existen, han sido objeto de profundas investigaciones, traducciones y, por ende, con toda seguridad modificaciones que no nos garantizan el que llegaren a nosotros tan fieles como su original.

El texto del protoevangelio fue traído de Constantinopla por el célebre orientalista francés Guillaume Postel allá por 1550/60. Este hizo una traducción latina editada por Teodoro Bibliander. En 1564, Michel Neander dio también a Basilea, y al mismo impresor, la edición Princeps del texto griego, según un manuscrito que ha desaparecido. Se tiene registrado que, precisamente el manuscrito del que se sirvió Postel se perdió...

-Perdón Ricardo, interrumpió Narciso, pero eso quiere decir que son argumentos basados en una posible mentira. Es muy fácil decir que “existía” un documento que decía tal o cual cosa y luego argumentar que desapareció...

-Claro! Sin embargo, no estamos hablando de charlatanes, sino de científicos e historiadores plenamente reconocidos en su época y que no serían capaces de una jugada tan nimia. Entiendo que la iglesia luchaba por implantar el canon, pero eso precisamente nos da la oportunidad de pensar que, como lo registra la historia en muchos otros documentos que si bien no desaparecieron sí ocultó, fuera la responsable de la desaparición de ese manuscrito.

-Esa es una acusación que se ha repetido a lo largo del tiempo, dijo Narciso, pero que no ha sido probada!

-Claro que ha sido probada. Es más, la iglesia misma ha reconocido que existen algunos de estos documentos. Incluso el término “apócrifo” lo aplicó ella misma a estos, y con la mira -como ya les he platicado a los demás- de hacerlos pasar por “falsos” cuando en realidad el término mismo significa “secretos”. Pero no es el caso de discutir si existieron o no. El caso es reconocer que existen muchas variantes en las diferentes traducciones... no sólo de esos documentos, o del protoevangelio de Santiago, sino en la misma Biblia, en el mismo canon...

-Oye! Eso sí que no! No puedes afirmar eso... dijo Narciso ahora sí indignado.

-Claro que lo digo! Y te lo voy a probar muy fácilmente. No es verdad que en la actualidad existen varias versiones de la Biblia? No es verdad que la traducción de la vulgata es la que acepta la iglesia, mientras otras tantas son consideradas dolosamente traducidas? Si eso es en los tiempos actuales, en que tenemos técnicas que nos permiten la mínimas equivocaciones, imaginen ustedes en aquellas épocas en que los traductores eran muchas veces los mismos frailes -aquellos famosos escribanos- que profesaban la misma religión, sí, pero diferentes conceptos de ésta. Ahí está San Agustín, por ejemplo, o el mismo San Pablo, pilar organizador de la iglesia.

Si queremos conocer a fondo nuestra religión, debemos aceptar todo, lo bueno y lo malo. No sujetarnos a un dogma que, como tal, sólo nos permite saber lo que otros quieren. Ya no estamos en las épocas en que así sucedía porque la mayoría no sabía ni leer siquiera...

-Vamos, Ricardo, eso lo comprendo, pero de ahí a que la Iglesia...

-Mira, mi querido Narciso. Soy tan devoto y creyente como tú. Y conste que eres cura, pero me gusta conocer la historia de mi creencia. Saber porqué debo creer y en qué debo creer. Conocer la verdad no le quita lo divino ni a Jesús ni a la iglesia. Ahora bien, no se puede tachar de hereje a quien pretende saber más de lo suyo. Hereje es aquel que niega una creencia. Pero hasta ese término fue manipulado por la Santa Inquisición: todo aquel que no acataba las disposiciones de los prelados, fueran buenas o malas, eran tachados de herejes y hasta quemados en leña verde. La historia es cruel, pero arroja luz de verdad sobre las cosas. Cómo puedes calificar de intachable a una iglesia que estaba bajo la batuta, por ejemplo, de los Borgia; o aquella en la que los príncipes o reyes eran quienes nombraban, a su antojo y conveniencia, a los Obispos y Cardenales, muchos de los cuales eran sátrapas que nombraban sólo para alcahuetear al poder mismo. No Narciso, la iglesia como base religiosa es una, santa, católica y apostólica, pero como institución conformada por humanos es tan débil y frágil como éstos. Soy cristiano, creo en Dios y en sus designios, no en los de los hombres que han conformado verdaderas mafias en algunas épocas. Alabo a nuestro Santo Padre que ahora busca la unificación de la iglesia, sacar a la luz la verdad. Saber que cada una de las ramas -que no sectas- de la iglesia tiene una partecita de esa verdad, conjuntarla y llevarla a ser una... incluyendo a los evangélicos, a los sabatistas, a los mormones...

-Qué van a ser católicos esos malvados! exclamó furioso Narciso... cómo van a serlo cuando matan a los nuestros...

-Y nosotros no hemos matado Narciso?

Todos quedaron en silencio. Narciso mismo se fue sentando lentamente de nueva cuenta. No supo qué responder. Había una mueca de asombro en su cara.

-Nosotros...? Te refieres a....?

-Sí Narciso, a la iglesia -la institución, al cuerpo humano de la iglesia- ese que asesinó a millares de seres cuyo único delito era ser pobres, o víctimas de la ambición de otro. Revisa la historia. Simplemente da una analizada a la historia de la Nueva España. Fueron miles. Hasta la fecha se usa el término Torquemada para designar a alguien que abusa de otros en forma sangrienta, aplicando tormento para sacar una verdad falsa que esgrime como argumento.

No Narciso. Yo también pienso que matar a un prójimo, sea cual fuere la causa del rencor, no es la solución. Es cierto que es en la Biblia precisamente en donde viene la Ley del Talión: Ojo por Ojo, Diente por Diente. Es decir, si te roban, roba, si te violan, viola, si matan... mata! Pero fue Jesús, fue Cristo el que nos dejó una nueva ley, una nueva forma de vida, resumida en una palabra, una consigna: Amor!

Cómo puedes censurar a aquellos que matan, con causa o sin ella, si tú mismo llamas al asesinato? qué calidad moral tiene aquel que usa la espada para cobrar la afrenta, si cae en el mismo pecado o delito que a quien pretende sancionar?

Tomamos a chunga aquello de que debemos poner la otra mejilla. Incluso algunos dicen en son de broma: “Sí, Dios dijo que si te pegan pusieras la otra mejilla, pero no dijo qué hacer después...” y se refieren a cobrarse la afrenta con la misma moneda... Cómo puede ser eso? Si hablamos de una religión basada en el respeto, no es falta de respeto contestar igual? si hablamos de amor, no es falta de amor responder de la misma manera?

Jesús mismo, de pequeño, ordenó morir a un compañerito de su vecindario porque le destruyó una represita en la que jugaba con el agua, pero recibió la reprensión de su madre y le devolvió la vida. Jesús era niño, divino, sí, pero niño, capaz de rabietas como esa, pero nunca hubo maldad en sus acciones. A sus propios padres hablaba con energía. Recuerden aquello de “Por qué te preocupas de mí, madre? No sabes que debo atender los asuntos de mi Padre?” dicho con energía, sí, pero nunca con falta de respeto para sus progenitores.

Es largo y tedioso estudiar y poder distinguir qué cosa es buena y qué mala en la religión. No podemos, por ejemplo, condenar a muchos que, por necesidades de su propia época actuaban muy distinto a como lo hacemos nosotros. Un ejemplo de la diferencia que puede haber en el mismo concepto de moral es aquella anécdota en la que la esposa del Presidente de la República mandó que las bailarinas del Ballet del Senegal, que se presentaban en Bellas Artes, se pusieran brassieres, cuando en su tierra es lo más común que la mujer ande con los senos al aire. En México mismo, hasta no hace más de treinta años, en todo el sureste podía uno observar a las mujeres lavar en los ríos desnudas de la cintura para arriba, sin el menor recato, diría alguno, yo digo sin la menor preocupación, y no por eso sus hombres les faltaban al respeto. Eran las costumbres.

En fin... creo que debemos pensar un poco antes de aceptar a pie juntillas todo lo que se nos dice. Dios nos dio el poder analítico para saber conceptuar qué es bueno y qué es malo. Ya ponía el ejemplo de la conciencia, ese gusanito que a veces nos dice que hicimos algo malo, sin que nosotros pretendiésemos hacerlo pero estaba mal. Así es con el análisis. Hablar de los protoevangelios no es tampoco aceptar a la letra lo que dicen, sino usarlo como materia de estudio y comparatividad. Conocer tiempos y costumbres, modas, tradiciones, nos permiten saber con más cordura lo que sucedió y, sobre todo, por qué sucedió.

Ufff... pero creo que ya me extralimité... perdón...

-No Ricardo, no, dijo Julián que había quedado asombrado de su alocución, sobre todo porque había dejado perplejo a Narciso, tienes razón en todo lo que has dicho...

-Vaya que te exaltaste... dijo serio por primera vez Carlos.

-Vaya que sí, dijo por fin Narciso. Es increíble la forma en que analizas las cosas. La verdad, es que me has dejado... no sé cómo decirlo...

-Anonadado? preguntó Norma.

-Sí, la verdad, sí... ya ni tuve oportunidad de decir lo que tenía preparado... pero, sabes una cosa? me pareció que estabas refiriéndote a mi cuando hablabas...

-De ninguna manera mi querido amigo, contestó Ricardo conciliador, de ninguna manera...

-Bueno, pues por hoy ya estuvo bueno jóvenes, aquí se rompió una taza.... y cada quien para su casa... dijo Lupita oportunamente.

La despedida fue tan cordial como siempre. El único pensativo al salir era Narciso.

 

Al regresar Julián y Ricardo de su encargo cotidiano de llevar a Narciso a su parroquia, pidieron a Norma se sentara con ellos a tomar otro café.

-Creo que me perdí de algo... dijo Julián inquisitivo.

-La verdad... sí. contestó Ricardo. Mira, me puse a pensar en qué forma puedo hacer entender a Narciso que sus homilías no son buenas, pero al mismo tiempo sin que se sienta aludido...

-Y de ahí la perorata de hoy, no?

-Cierto, aunque te diré que en verdad yo esperaba un poco más de reclamos de Narciso...

-Bueno, te diré que mi colega no es ningún tonto...

-Vaya que se ve que no, intervino Norma.

-Pues bien, continuó Ricardo, creo que si llevamos la batuta en lo que se refiere a provocaciones el padre Narciso tendrá un poco más de análisis que hacer.

-Pero no te la vas a pasar peleando con él, verdad?

-No, de ninguna manera. La intención es que comprenda que la Ley del Talión pasó a la historia, aunque te diré que muchas veces a mi mismo me dan ganas de asesinar uno que otro taxista o camionero...

-Ahhhh... luego entonces eres tan débil como Narciso...

-Claro que sí... soy humano y sujeto a las debilidades y errores propios de la raza humana, pero trato de controlar esos impulsos lo más que puedo...

-Bueno, dijo Norma, tú nos pediste que interviniéramos y hasta formaste dos equipos, pero... ni chance tuvimos de intervenir... qué pretendes con eso?

-Todo en su momento mi querida amada...

-Pues mientras llega el momento, este sacerdote pueblerino se va a dormir... buenas noches.

-Buenas noches Julián, que descanses...

 

 

Narciso había llegado todo confundido a la parroquia. Por eso, al levantarse, fue directamente a la mesa en donde sabía que el párroco estaba desayunando.

-Buenos días padre...

-Buenos días padre Narciso. No le escuché llegar anoche.

-Bueno, la verdad es que llegué un poco cansado y me fui directo a mi habitación...

-Está seguro de que era cansancio? preguntó el párroco con cierta duda.

-La verdad es que no... más bien estaba confundido, bueno, estoy confundido!

-Por qué padre Narciso?

-Pues... la plática de Ricardo es medio especial y...

-Ahhh vamos... ya se tutean...

-Sí, desde anoche...

-Y...?

-Pues verá padre, me da la impresión de que no sé todo lo que debiera saber respecto a nuestro dogma...

-Claro! en el seminario nos enseñan el dogma, y repito: el dogma!, pero también nos enseñan a seguir estudiando, a investigar, a reafirmar nuestra fe...

-Yo no lo había visto así... de tal suerte que Usted está de acuerdo con...

-Un momento. Yo no puedo estar de acuerdo con algo que no conozco, y las pláticas, o el contenido de las pláticas de Don Ricardo no lo conozco. No mi querido amigo, no; yo lo que le digo es que lo que hizo usted la otra noche, abrir libros, buscar información, conocer más de lo que usted quiera y mande, es lo que debemos hacer. No encuentro bien que un sacerdote se quede anquilosado, que deje pasar el tiempo sin profundizar o actualizar sus conocimientos, como tampoco estoy de acuerdo con aquellos que buscan tanto que llegan a confundirse y reniegan de su propia fe. Recuerde a Lutero como ejemplo de los primeros, o a algunos representantes de la Teología de la Liberación de los segundos. Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no le alumbre...

-Pero... y si encuentra uno algunas cosas que le hacen dudar...

-Dudar? Dudar de qué? De que no todo lo que sabemos es todo lo que existe? De que hay cosas que no sabemos y debemos saber? O de que nuestra fe se tambalee por culpa de los nuevos conocimientos? Se duda cuando se tiene una fe débil. Esta, a su vez, se reafirma con el conocimiento. El secreto está en cómo estudiamos. Leer no es estudiar. Estudiar es analizar. Sacar conclusiones...

-Caramba, pues vaya que soy un ignorante...

-No, padre, usted no es ningún ignorante. Usted lo que tiene es temor de encontrarse con algo nuevo, quizá hasta diferente de lo que sabe. Pero... cómo vamos a enfrentar una creencia extraña o torcida, como la de esos a quienes usted tanto ataca, sin conocer sus propias debilidades? No, tenemos que conocer al “enemigo”, y que conste que no estoy de acuerdo con la palabrita. Saber que existen los siete pecados capitales no implica que un sacerdote caiga en cada uno de ellos para conocerlos, para saber de su existencia; pero conocerlos implica el saber de qué se tratan. Hablar de lujuria, analizarla, no es ser lujurioso, entiende?

-Sí padre. Ahora entiendo. Y... es posible entonces que se nos hayan escondido algunas verdades?

-Escondido? Vamos padre, ni a usted ni a nadie se le puede ya esconder algo. La verdad es clara, como el agua del río, pero debemos ir al río para conocerla sin, incluso, meternos en sus aguas.

-Pues no sabe Usted el bien que me hace padre.  Podremos tener otras sesiones de este tipo de charla?

-Claro, yo siempre estoy aquí, al menos hasta que me muera...

-No diga eso padre... y... gracias.

Narciso se levantó y, sin acordarse de desayunar, entró a la pequeña biblioteca que tenían en la parroquia. Abrió uno de los ejemplares que tenía sobre la mesa junto a otros muchos, y se enfrascó en su lectura.

Desde el comedor, el párroco le vio leer, tomar anotaciones, abrir otros libros y respirar muy profundo.

Narciso ni siquiera se dio cuenta de que el padre Julián había llegado. Este, al verlo tan absorto, regresó la mirada al párroco y, a una invitación de él, se fue a sentar a la mesa.

-Hola padre, le acompaño solamente porque mi querido amigo Ricardo ya me atendió temprano...

-No se preocupe por eso, padre Julián, mejor explíqueme qué está pasando. Narciso está muy cambiado en sólo unos días.

-Nada especial padre, simplemente creo que va encontrando su camino...

-Así parece... lo veo más calmado. Cuando llegó aquí era dinamita pura. Yo no sé cómo no me soliviantó a la grey de mi parroquia...

-Hablando de eso padre, por qué nunca comentó Usted nada con el Señor Arzobispo?

-Bueno, en realidad no veía peligro. Ya le digo que sus palabras, bendito sea Dios, caían en oídos sordos. Nadie le hacía caso...

-Eso es lo que Usted y yo podemos pensar; pero... y si alguno de esos fanáticos que nunca faltan sí le escuchase y decidiera comenzar a matar a otros?

-Creo que es exagerar padre Julián...

-No padre, no, él mismo nos contó como allá en Chiapas pudo ser testigo no de una, sino de muchas matanzas entre fieles de una y otra rama...

-Pero no va a comparar Usted a Chiapas con Guerrero...

-No? Está Usted seguro? Recuerde que aquí también “masca la iguana”...

-Pues entonces bendita y bienvenida sea su ayuda, Padre Julián. Yo no puedo oponerme a los designios del Señor Arzobispo, ni quiero hacerlo creame. Por el contrario... en lo que pueda ayudar, con gusto lo haré.

-Lo sé, padre, lo sé...

Julián, levantándose, se dirigió a la oficina parroquial.

-Hola padre Narciso... muy atareado?

-Hola padre Julián, no le escuché llegar. Sí, estoy leyendo algo sobre lo que ayer habló Ricardo...

-Y qué te parece?

-Bueno, en verdad hay mucho que discutir, pero de entrada quiero decirle que no esperaba yo encontrar tantas cosas que no conocía. Unas, reafirman lo que ya sabía, pero otras abren el camino de nuevas inquietudes. Por cierto, le agradezco que me prestara estos libracos viejos pero sabios.

-No me agradezca nada. Ya se dio cuenta de quiénes los escriben?

-Bueno, en realidad no. Sólo les he abierto y ya...

-No mi amigo, debemos enterarnos de quien escribe. En materia de religión hay religiosos que escriben y analizan la historia de la cristiandad, pero también los hay librepensadores, contrarios a la religión y aún hasta ateos que ven sólo la parte histórica o científica...

-No me va a decir que algunos de estos libros fueron escritos por ateos.... Dios! y yo leyéndolos...!

-Y?

-Cómo que y? Pues que es tanto como escuchar al enemigo...

-Otra vez lo de enemigo.. cuál enemigo? Mira. Qué haces cuando viene a ti un matrimonio con sus pleitos a pedirte santo consejo? Escuchas sólo al marido porque es hombre y tú también?

-Bueno, en realidad siempre escucho a las dos partes, para formarme un criterio, para poder sacar una conclusión, para saber quién tiene la razón y en qué...

-Lo ves? Así es también en esto! Debemos escuchar a todas las partes para poder sacar conclusiones. Debemos leer a todos los analistas o historiadores para poder tener puntos de comparación. Cómo podemos creer en la Sábana Santa de Turín sin la explicación del científico que comprobó, mediante profundos exámenes, que las manchas ahí plasmadas no eran otra cosa que la configuración del cuerpo de Jesús. Y, quién nos dice si no era ateo? Qué? ya por serlo, en el supuesto de que lo fuera, debemos dudar o dejar de creer en sus conclusiones? Si es ateo, o científico, si no es religioso... su palabra es falsa?

-No claro que no, pero...

-Nada, mi querido Narciso, eso simplemente te explica que debemos conocer todas las vertientes y opiniones, vengan de quien vinieren, para poder tener los elementos necesarios para nuestra propia conclusión.

-Otro que me apalea...

-Otro?

-Si... dos en una mañana. Primero el párroco y ahora Usted...

-Vamos... nadie te está apaleando. Por el contrario, queremos verte caminar solo. Es verdad que tienes algunos años ya como sacerdote, pero, francamente, creo que te habías quedado en el seminario...

-Pues la verdad es que sí, padre Julián, ahora me doy cuenta...

-Qué, vamos hoy por la noche a casa de Ricardo?

-Hummm... no me lo perdería por nada del mundo...

 

 

La tertulia había empezado como siempre. Llegadas, saludos, comentarios al margen. Narciso había levantado a Carlos del sillón reclamando su posición.

-Lo siento jovencito, pero éste es mi lugar...

-Ora sí, y desde cuándo? contestó Carlos chasqueando al cura.

-Desde el primer día que vine... así es que si me hace usted el favor... y le lanzó una mirada dura en broma.

-Ahhh nooo... a mí no me va a apantallar con sus miraditas padre Narciso... dijo Carlos en amistoso reto.

-Pues no sólo te apantallo... agregó el sacerdote tomándolo del brazo y levantándolo del asiento.

Las carcajadas de todos no se hicieron esperar. Narciso era un hombre fuerte, y Carlos más bien flaco así es que salió casi volando del sillón.

-Ya... ya... no es para tanto... dijo muerto de risa.

-Le gustó el sillón padre? preguntó Norma curiosa.

-No es precisamente que me haya gustado, se le sienten algunos resortes -comentó bromista- pero es que desde aquí no pierdo detalle de Ricardo cuando se desplaza por la sala...

-Ahhh... reclamó Ricardo, ahora es conmigo la cosa!

-No... contigo es de a deveras... chistó Narciso con una mueca jocosa de sonrisa.

-Bueno, intervino Julián, cuando los niños dejen de jugar podemos empezar...

-Sí, exclamó Norma, ya esténse quietos...

Lupita, con su gracia de siempre, señaló que no habían servido las cocas y se levantó para hacerlo. Silvia y Sonia fueron en su ayuda.

-Oiga Don Ricardo, preguntó Fidel, y qué paso cuando lo del templo... cuando se pierde Jesús y lo encuentran dándole su regañada a los sacerdotes...

-Bueno, en realidad no fue una regañada. Los sacerdotes estaban pasmados por los conocimientos del niño, por la profundidad de sus palabras...

-Un momento, exclamó Narciso, nos estamos saltando! Estábamos en la infancia de Jesús, en los famosos milagros...

-Cierto, muy cierto amigo Narciso...

-Entonces?

-Mira, yo creo que hay un punto que nos da una mayor perspectiva de lo que ya era Jesús cuando niño: los propios milagros realizados.

-Sí, pero antes dime: realmente consideras que el pequeño Jesús pidió la muerte de ese niño? Había maldad en él a tal grado?

Ricardo analizó la pregunta. Era el ansia de conocer la verdad? o era una trampa puesta por el sacerdote? Tenía que contestar.

-Conforme al evangelio de Santiago, la respuesta la da el propio Jesús-niño. Me gustaría, nuevamente, referirme al texto completo: “En otra ocasión, un hijo de Annas, sacerdote del templo que había venido con José, destruyó en presencia de todos y con gran cólera los laguitos que Jesús había hecho con sus manos, vertió el agua que Jesús había traído del torrente, ya que había cerrado la zanja por donde entraba el agua, y después lo destrozó. Jesús, al ver todo esto, dijo al niño que había destruido su obra: Semilla execrable de iniquidad, hijo de la muerte, laboratorio de satán, que el fruto de tu simiente no tenga fuerza, que tus raíces no tengan humedad, que tus ramas se vuelvan áridas y sin frutos. Al instante, en presencia de todos, el niño se secó y murió”.

José reclamó a Jesús su proceder y éste, respondiendo a José le dijo:

“No hay otro hijo más prudente que el que su padre ha instruido siguiendo la ciencia de su tiempo y la maldición de su padre no perjudica a nadie salvo a los que hacen mal”.

Entonces la gente se agrupó tumultuosamente contra Jesús y le acusaron ante José. “En ese momento, Jesús cogió por la oreja al niño muerto y lo levantó del suelo en presencia de todos; y vieron entonces a Jesús hablar con él como si se tratara de un padre  con su hijo. Y el espíritu del niño volvió a él y se reanimó. Y todos se sorprendieron mucho”

Como comprenderán, de haber existido maldad, Jesús jamás le hubiese vuelto a la vida. Pero volvemos a lo mismo: por qué ver sólo el aspecto negativo? ese que bien puede usarse para vituperar o denigrar. Por qué, por ejemplo no nos cuentan también del milagro de los pájaros, aunque por ahí ya se hace alguna referencia a éste...

-Cuál milagro de los pájaros, preguntó Lupita.

-Un día de sabbat, Jesús tomó limo de una fosa e hizo doce pájaros ante los ojos de todos. Pequeñas esculturas, vamos. La gente, que ya saben que a todo le encuentra peros, reclamó a José diciendo “no ves que el niño está trabajando en sabbat?” Y claro, José riñó a Jesús. El niño, entonces, batió sus manos y dijo a los pájaros: “volad... id y volad por todo el mundo y por todo el universo y vivid” Todos, obviamente, se quedaron sorprendidos... pero, volviendo a lo que decía, creo que hay un aspecto que nos da una verdadera dimensión de cómo era ya Jesús.

Cuando el niño aquel volvió a la vida, un maestro judío llamado Zaquías, viendo que poseía un conocimiento extraordinario de la virtud le dijo a José: “No quieres entregar a tu hijo para que sea instruido en la ciencia humana y el temor?” José le contestó que si él podía cuidarlo y enseñarlo se lo entregarían, pero Jesús, que había escuchado las palabras de Zaquías, le contestó: “Maestro de la ley, lo que acabas de decir, todo lo que has citado, debe ser cumplido por los que son instruidos según las leyes humanas; pero yo no estoy sometido a vuestros tribunales, porque no tengo un padre según la carne. Tú que lees la ley, y que la conoces, te quedas con la ley; pero yo, yo estaba antes que la ley. Aunque piensas que no hay nadie que te iguale a la ciencia, aprenderás de mí que nadie puede enseñar nada de lo que has hablado. Salvo el que es digno. Ahora bien, yo, cuando deje esta tierra, borraré cualquier mención a vuestra genealogía. Tú ignoras cuándo naciste; sólo yo sé cuando habéis nacido y el tiempo de vida que tenéis en esta tierra”

Lo que sorprendió a todos, debe sorprendernos a nosotros también, incluso haciendo a un lado la divinidad: Jesús contaba apenas con escasos cinco años! Jamás nada parecido fue dicho por otro, decían, ni siquiera por los profetas! ¿De dónde viene para hablar de esta manera? Y a sus preguntas y las nuestras, Jesús también dio respuesta: “Estáis asombrados de oír a un niño pronunciar tales palabras? entonces, ¿porque no ponéis vuestra fe en lo que os he dicho?” Y viene lo más sorprendente: “Yo estaba entre vosotros con los niños, y no me habéis conocido.Os he hablado como a hombres sabios y no habéis comprendido mi voz, porque estáis por debajo de mí y sois hombres de poca fe”.

-Creo que esto debemos analizarlo un poco, dijo Julián haciendo un guiño a Ricardo en obvia referencia a Narciso.

-Adelante Julián, aceptó Ricardo.

-Las palabras del niño encierran algo que tiene validez hasta la fecha: No habéis comprendido mi voz porque estáis debajo de mi y sois hombres de poca fe, dijo. Y es una gran verdad, incluso ahora. Cuántas palabras encierra la Biblia, los evangelios, la historia sagrada, que no queremos -y conste que digo queremos- comprender.  Hay un tanto de ignorancia, es verdad, pero también hay un mucho de necedad, quizá de orgullo. Me recuerda a aquel que decía “qué me vienen a enseñar ahora, si lo que sé lo sé por viejo” La reticencia a aceptar conceptos, consejos, nuevos conocimientos y hasta entender aquellos que ya conocemos pero nos negamos a comprender, es inmensa. Cómo me gusta ese ejemplo del aire: Has visto el aire? No! responde el interfecto, pero sabes que existe... claro! dice orgulloso. Crees que existe? naturalmente... vuelve a decir, crees que soy tonto como para no reconocer que existe el aire? pregunta entonces... por qué no crees que existe Dios, aunque no lo veas?

Debemos reconocer que los católicos estamos formados con un conocimiento muy raquítico de nuestra religión. La mayoría no pasa más allá del catecismo... y eso habría que preguntar quién se los enseñó, si estaba preparado el catequista para enseñarle... ¡los principios fundamentales de su creencia! Así, cómo no vamos a ser hombres de poca fe?

Nosotros los sacerdotes, incluso, podemos caer dentro de esta denominación... o no es así padre Narciso?

-Pues... en realidad, y ahora que me han abierto ustedes los ojos, debo reconocer que es así. No somos perfectos, salimos del seminario con un cúmulo de conocimientos, pero... y yo soy ejemplo vivo de esto... debemos seguirnos preparando...

-Claro! terció Ricardo. Filosofía y religión son temas dignos de análisis, de constante estudio, de renovación de conceptos, que no de cambios en lo fundamental, sino en el fondo, no en la forma.

-Pero no nos dejes picados como acostumbras, reclamó Carlos, qué pasó después?

-Bueno, no digamos que después, sino simplemente qué pasó. Pero yo creo que el padre Narciso, que ha estudiado como loco todos estos días el tema, bien nos puede hablar un poco sobre otros milagros de Jesús-niño...

-Caray... la verdad es que aún no estoy tan seguro de aceptar la confiabilidad de esos evangelios apócrifos... ya veo que existen, sí, pero... tengo algunas dudas sobre su validez...

-Bien, pero ya no estamos tratando si son válidos o no, mi querido curita, sino lo que dicen... lo que narran... tuviste oportunidad de leer el de Santiago, al que nos estamos refiriendo?

-Sí, el padre Julián me prestó el libro, pero, con toda franqueza, yo quisiera que fueras tú Ricardo el que siguiera con la narración...

-Sea pues... sólo que con el fin de que no se piense que son comentarios míos, quisiera remitirme nuevamente al texto tal cual... te parece Julián...?

-Así debe ser... de esa suerte no hay conjeturas...

-Bien... es natural pensar que no todos los días hacía el niño milagros, y si los hacía, son unos cuantos los que vienen registrados. Para no hacer tediosa la lectura, sí me permitiré resumir que tres veces fueron las que José y María entregaron a Jesús, a insistencia de vecinos y amigos, a maestros de la ley o la ciencia.  Resumiendo, la segunda fue nuevamente por la intermediación de Zaquías, pero sólo para llevarle ante Leví, el anciano que enseñaba las letras. Este se vio igualmente señalado por el niño en cuestión de que no podía enseñarle lo que ya sabía y aún más y, molesto por lo que él consideró la impertinencia del pequeño, tomó una vara y le golpeó la cabeza. Tras escuchar las palabras de Jesús, muy similares a las que vertiera al otro maestro, quedó estupefacto y dijo: “Yo, un anciano, he sido vencido por un niño; no puedo hallar ni el comienzo ni el fin de lo que afirma... de verdad os digo, y no miento, que según mi opinión lo que este niño ha hecho, sus primeras palabras y el propósito de su intención, todo esto, no me parece que tenga nada en común con los hombres. Ni siquiera sé si es un mago o un Dios”

La tercera ocasión no fue sino una copia de lo sucedido en las dos anteriores.

En referencia a los demás milagros registrados, ahora sí, me remito a la lectura del texto:

“Después de todo esto, José y María fueron con Jesús a la ciudad de Nazaret, y allí vivió con sus padres. Un día de sabbat que Jesús jugaba en la terraza de una casa con otros niños, sucedió que uno de ellos tiró a otro de la terraza al suelo y murió. Y como los padres del muerto no había visto esto, comenzaron a gritar en contra de José y María, diciendo: Vuestro hijo ha tirado a nuestro hijo al suelo y ha muerto! Y Jesús se callaba y no decía nada. entonces José y María se acercaron a Jesús precipitadamente y su madre le preguntó: Mi Señor, dime si has sido tú el que lo ha tirado. Y de repente Jesús bajó de la terraza y llamó al niño por su nombre, Zaón. Y éste le contestó: Señor. Y Jesús le dijo: He sido yo el que te ha tirado de la terraza al suelo? El niño contestó: No Señor. Y los padres del niño que estaba muerto se sorprendieron mucho y alabaron a Jesús por el milagro que había hecho. Y de allí José y María partieron con Jesús a Jericó”.

Más adelante narra: “Jesús tenía seis años, y su madre lo mandó con un cántaro a buscar agua a la fuente junto con otros niños. Y sucedió que, tras sacar el agua, uno de los niños le empujó, chocó con el cántaro y lo rompió. Pero Jesús extendió el manto que llevaba y recogió tanta agua como la que cabía en el cántaro y se la llevó a su madre. Y ella al verle, cada día se sorprendía más, soñaba y guardaba todo esto en su corazón.

Otro día, Jesús se fue al campo y cogió un poco de trigo del granero de su madre y lo sembró. El trigo germinó, creció y se multiplicó de una manera increíble. Después, él mismo lo cosechó y recogió tres medidas de grano que dio a sus numerosos parientes” Aquí cabe aclarar -señaló Ricardo- que si bien Santiago no señala la edad del niño en este suceso, Tomás si lo hace en su evangelio -apócrifo,claro- indicando que Jesús tenía, para entonces, ocho años.

Otro de los milagros relatados cuenta que “hay un camino que sale de Jericó y va hacia el río Jordán, al sitio por el que pasaron los hijos de Israel; se dice que allí es donde se paró el Arca de la Alianza. Jesús tenía ocho años, y salió de Jericó e iba al Jordán. Y había al lado del camino, cerca de la orilla del Jordán, una caverna en la que una leona alimentaba a sus pequeños; nadie podía seguir ese camino y estar seguro. Entonces Jesús, que venía de Jericó y al enterarse que una leona había parido en esa caverna, entró a la vista de todos. Los leones, al ver a Jesús, corrieron a su encuentro y lo adoraron. Y Jesús estaba sentado en la caverna, y los leoncillos corría de aquí para allá alrededor de los pies de Jesús, lo acariciaban y jugaban con él. Los leones viejos, en cambio, se mantenían a distancia, con la cabeza baja; lo adoraban y movían suavemente la cola ante él. Entonces el pueblo, que estaba lejos y no veía a Jesús, dijo: Si no hubiera cometido grandes pecados, él o su familia, no se hubiera ofrecido él mismo a los leones.

Y mientras el pueblo se dedicaba a pensar en todo esto y estaba triste, de repente, y en presencia de todos, Jesús salió de la caverna precedido por los leones y los leoncillos jugaban a sus pies. Los padres de Jesús permanecían a lo lejos, con la cabeza inclinada, y miraban; y el pueblo se mantenía también alejado por miedo a los leones y no se atrevía a acercarse. Entonces Jesús dijo al pueblo: Valen mucho más estas fieras que reconocen a su Maestro y lo glorifican, que vosotros, hombres, que habiendo sido creados a imagen y semejanza de Dios, lo ignoráis. Las bestias me reconocen y se vuelven mansas. Los hombres me ven y no me conocen.

Después Jesús atravesó el Jordán con los leones ante la presencia de todos, y el agua del Jordán se separó a derecha e izquierda. Entonces dijo a los leones de manera que todos oyeran: Id en paz y no hagáis mal a nadie; y que nadie os dañe hasta que no volváis al lugar de donde habéis salido. Y aquellos, saludándolo, no con la voz sino con la actitud de su cuerpo, volvieron a la caverna. Y Jesús volvió junto a su madre.

Antes de continuar con el relato, me gustaría saber qué piensan ustedes de esa parte que indica que se separaron las aguas del Jordán...

-Huyyy jefe... pues está canijo... dijo Carlos.

-Oye, intervino Norma, qué no es la misma situación de Moisés?

-Naturalmente... pero...? Narciso, tú no quieres opinar nada?

-En verdad que ya hablar de los milagros del dios-niño me saca todavía un poco de onda, pero me gustaría comentar... o mejor dicho, preguntar: porqué no se habla de esos milagros en el canon?

-Mira Narciso, señaló el padre Julián, en el canon no, pero sí se habla y se comenta y se conoce entre la clerecía. Yo conozco desde hace muchísimo el milagro de los pájaros. Sin embargo, en el caso muy particular del de los leones creo que no son los leones en sí lo que obligó a alguien en su tiempo a convertirlo en apócrifo -secreto pues-, creo que es precisamente la separación de las aguas del Jordán lo que hace que se calle...

-Exacto!, dijo triunfante Ricardo. Hablar del milagro del Jordán -en aquellas épocas- podría haberse visto como demérito para el propio milagro de Moisés en su huida de Egipto.

-Bueno jóvenes, dijo Lupita, pues esta noche ha sido fructífera pero ya hace sueño... así es que, si ustedes no disponen otra cosa, me retiro.

-No, creo que efectivamente ya es tarde... aceptó Norma.

-Pues a recoger vasitos y quincallas, exclamó alegre Julián, y todos le obedecieron...

-Ricardo, podrías hacernos el favor de llevarnos? preguntó Narciso.

-De mil amores, como siempre, exclamó amable el anfitrión.

-Bueno, pues que pasen todos muy buenas noches, dijo a guisa de despedida Julián.

-Buenas noches, corearon todos.

 

En el trayecto a la parroquia, Ricardo reconvino a Narciso.

-Caray padre Narciso, la verdad es que esperaba mayor diatriba contigo...

-Bueno, no es que no quiera debatir, la verdad es que recién me prestó el padre Julián los apócrifos y realmente me he quedado asombrado. Sobre todo después de ese argumento de que si desconocemos o negamos el evangelio apócrifo de Santiago sería tanto como negar el de Lucas que tiene frases prácticamente iguales. Es decir, como señalabas, negar uno sería desconocer el otro y aceptar uno implica aceptar ambos.

-Así es mi querido Narciso...

-Todo esto me ha puesto a pensar y a estudiar. Me asombra también que tanta gente, que no pertenece directamente a la iglesia, estudie nuestra religión...

-Es natural... dijo Julián, la presencia de Cristo en la tierra no sólo influyó en el pueblo hebreo, sino en toda la humanidad; de ahí que hombres de ciencia, investigadores, literatos y aún historiadores se interesen en saber qué tanto hubo de verdad y qué tanto se puede comprobar...

-Comprobar no creo, dijo Narciso, pues hay muchas cosas que quieran o no deben ser creídas a priori, es decir por dogma...

-Totalmente de acuerdo, señaló Ricardo, pero es interesante saber que las mismas investigaciones echaron por tierra el primer mito manejado por los detractores de Cristo: que éste no existió! Su presencia en la tierra ya ha sido más que confirmada.

-La sábana de Turín es uno de los mejores ejemplos, añadió Julián...

-Cada vez me convenzo más de que tienen razón, afirmó Narciso, es claro que el trabajo de toda esa gente ha beneficiado más a nuestra fe que el daño que pudiese haberle causado...

-Naturalmente! reiteró Ricardo, sobre todo porque no es gente aficionada o novata, son verdaderos hombres de ciencia. Está por ejemplo Renán, que es considerado como uno de los más grandes conocedores de la vida y suerte del pueblo judío y por ende de la historia de Cristo...

-Renán? cuestionó Narciso, ese no lo conozco... no está entre los libros que me proporcionó el padre Julián...

-Es que las obras de Renán vienen, generalmente, en francés... aunque hay muchas partes de sus trabajos editadas en otros idiomas, incluido el español...

-Perdón, podrían darme el nombre completo?

-Claro, Ernest Renán, de origen francés... ya murió, claro!

-Bueno jóvenes, pues yo me despido aquí y, nuevamente, gracias por todo...

-A ti, Narciso, buenas noches...

 

De regreso a casa, Julián no se pudo quedar callado.

-Pues vaya que has domado a la bestia, dijo jocoso.

-No te creas, mi querido amigo, yo pienso que aún falta mucho camino por andar... y espero que podamos recorrerlo en paz...

-Dios quiera... agregó el sacerdote.

-No se te hace raro que esté tan dócil? A mi se me hace que se está preparando para defender sus puntos de vista... su fanatismo o radicalismo, como le quieras llamar...

-Pudiera ser... sin embargo creo que, de todas formas, le ha servido para encontrar un nuevo sendero. No cabe duda que Dios sabe lo que hace...

-Y vaya si no!, celebró Ricardo.

-Oye, por cierto, preguntó el cura, y cómo van las cosas con Carlos? Lo veo muy tranquilo...

-Así parece. Tenía problemas en su trabajo y de pronto encontró otro que le permite realizarse ampliamente y con mejores ganancias. Esto, claro, redundó en la situación que prevalecía en su matrimonio. Que yo sepa, ya no hay peleas entre él y Sonia.

-Pues que bueno... a la que veo un poco tristona es a tu amiga Lupita...

-Tienes razón. Fíjate que ya lo había notado, pero con esto de Narciso no he tenido tiempo de hablar con ella...

-Pues habla, que por algo eres el paño de lágrimas de todos. Aprovecha esa facultad divina que Dios te concedió para hacer el bien a los demás...

-Gracias Julián... tus palabras son tónico para mi entereza...

-Y verdad... Ricardo... mucha verdad....

 

 

Al día siguiente, a media mañana, Ricardo se hizo el aparecido por la casa de Lupita.

-Hola... qué milagro que nos haces el honor!

-Vine a comprar algunas cosas por aquí cerca y pensé pasar a saludarte...

-Sí, cómo no! Crees que soy tan mensa? algo traes, pues nos vemos todos los días...

-La verdad sí. Y es que no hemos tenido la oportunidad de platicar sobre algo que me temo está sucediendo...

-Cómo qué, Ricardo?

-Algo referente a ti. Te he visto un poco triste, desmejorada. Incluso Julián se ha dado cuenta...

-Y por eso estás aquí, no?

-Pues... sí. Si en algo puedo ayudarte...

-Mmmhhh... yo quisiera contarte, pero creo que sería cargarte la mano. Eres uno de nuestros mejores amigos y, la verdad, me da pena molestarte con cosas personales...

-Si no te ofende que me entere, habla, ten confianza. O acaso quisieras hablar con Julián?

-Nooo, en realidad tus consejos me ayudarían mucho. Pero, como te dije, me da pena...

-Vamos Lupita... es grave la cosa?

-No sé cómo tomarlo...

-Problemas con alguno de los hijos?

-Sí.

-Bueno, si te animas, sabes que cuentas conmigo.

-Gracias Ricardo, en realidad eres muy amable, pero mejor lo dejamos para otro día... es que no tardan en llegar de la escuela los muchachos y no quisiera que se dieran cuenta de que te platico mis cosas....

-No hay problema Lupita, quieres que nos veamos en la casa más temprano?

-Si no tienes inconveniente...

-Ninguno, por favor, repito que estoy a tus órdenes... te espero después de comer, está bien?

-Ahí estaré sin falta... y gracias... no sabes lo bien que me hace platicar con alguien...

-Quieres que esté Normita presente?

-Sí... me gustaría...

-Bueno, pues nos vemos por la tarde...

-Anda, y nuevamente gracias...

 

 

Desde que llegó a su casa, Ricardo puso al tanto a Norma de lo que sucedía.

-Ya lo sabía, dijo ella con un gesto de resignación. Incluso ya le había dicho que hablara contigo, pero le da vergüenza...

-Sabes lo que le pasa?

-Uno de sus hijos... se le está descarriando...

-Pero en qué forma?

-Parece que es algo de drogas... pero no me creas! Yo prefiero que esperes a que ella te cuente todo...

-Así sea... contestó Ricardo resignado.

 

Terminaban apenas de comer cuando tocaron a la puerta.

-Hola amiga... cómo estás?

-Estoy, que ya es un decir... contestó Lupita.

-Pasa, pasa, quieres un cafecito?

-Sí, por favor...

-Pero con una condición... que quites esa cara de sufrimiento. No te vamos a sentar en el banquillo de los acusados!

-Gracias amiga, pero es que no sabes la pena que me da molestarlos...

-Oye! y para cuándo son los amigos? Ricardo...! Ya llegó Lupita...

-Pasa Lupita, pasa... indicó Ricardo al tiempo que salía de su estudio.

-Gracias... en verdad no te molesta...?

-Por favor, dijo Ricardo cortando la frase de Lupita. Ya te dije que somos tus amigos... a ver, cuenta...

-Pues es uno de los muchachos... ha faltado a clases, llega tarde, se pelea en la calle, y ha tomado unos moditos que me alarman...

-Vamos por partes... los padres siempre somos aprensivos. Muchas veces vemos moros con tranchete. Será que en realidad tiene problemas? O es sólo la adaptación propia del cambio de una ciudad tan tranquila y tradicionalista como Mérida a la antesala del infierno que es Acapulco y me refiero a sus oportunidades de libertinaje que atraen a los chicos...

-No lo creo Ricardo. Pienso que en verdad algo malo está pasando, pero no me permite hablar con él. Me contesta en una forma que jamás lo había hecho...

-Has revisado sus cosas?

-Sí, varias veces...

-Por qué?

-Pues para ver si encuentro algo... un diario, algunas revistas....

-... o marihuana?

En ese momento Lupita soltó el llanto. Norma le abrazó tiernamente e intentó calmarla.

-Mira mi querida amiga. En primer lugar puedo adelantarte que quizá una de las molestias del muchacho contigo es porque pudo haberse dado cuenta de que revisas sus cosas... eso no le gusta a ningún adolescente...

-Pero es que estoy desesperada! No tarda mucho en venir Jorge y qué cuentas le voy a dar?

-Ningunas... si el muchacho se está desviando es muy su problema, no tuyo...

-Oye! pero es mi responsabilidad!

-Claro, pero ya es un joven, ya sabe qué es bueno y qué es malo para él. Si aún tuviera 12 años, estaría de acuerdo. Pero tiene...

-18 años Ricardo... 18 años...

-Ves? Es todo un hombre... por otra parte, quizá no debiera preocuparte tanto. Ustedes les han dado muy buenos principios, y eso es lo que cuenta, en lo que debes confiar! Un joven con principios podrá tambalearse ante la tentación, pero jamás doblegarse a ella!

-He visto tanto....!

-Sí, pero no en jóvenes con bases morales bien sentadas. Eso es lo que importa! Ahora es cuando tú debes actuar de esa misma forma! Cómo puede confiar en ti, si tú le niegas tu confianza? Cómo puede hablar con su madre si ésta lo cree malo a priori! Lo estás calificando, o mejor dicho descalificando antes de saber la verdad! Por Dios Lupita! Perdona si te hablo así, pero considero que primero debes ubicarte tú, y después ver la forma de ubicarlo a él.

-Ricardo... perdona pero... no estás siendo muy duro con Lupita? dijo Norma con un dejo de molestia.

-No Normita, aclaró Lupita, tiene razón. Creo que he actuado más asustada que preocupada. En realidad todo son conjeturas... no sé nada en concreto...

-Lo ves...? qué te parece si platico con él? cuestionó Ricardo.

-Sería molestarte más...

-Por favor! deja de pensar en que molestas... lo hago de muy buen grado...

-Podrías...?

-Ahora mismo... si tú lo apruebas...

Lupita asintió con la cabeza.

-Es más, mira, para proteger tu propia imagen de madre, me haré el aparecido ahorita que no estás y platicando platicando a ver qué le saco... de acuerdo?

-No vaya a ser como el caso de Carlos con el viejo profesor, dijo ya más tranquila Norma.

-Puede ser... indicó Ricardo.

-Qué caso...?

-Que te lo platique Norma... yo regreso al rato. Si por casualidad llegara tarde, que Julián se haga cargo de la plática de esta noche, por favor...

 

Ricardo llegó a la casa de Lupita y tocó el timbre. Un joven vestido a la moderna y con un arete en la oreja le abrió la puerta.

-Hola, dijo Ricardo con amabilidad, cómo estás?

-Bien don Ricardo, pase por favor. Usted, cómo ha estado?

-Muy bien muchacho, qué cuentas?

-Nada, ya sabe... dijo medio cortante.

Ricardo evocó a Carlos en su adolescencia. No pudo menos que pensar que aquel joven no podía estar envuelto en problemas de drogas. Se le veía sano y con la cara limpia. Quizá lo único criticable era su forma de vestir, pero era la moda.

-Mi mamá no está, se fue a no sé donde. Con eso de que no avisa...

-Ah caramba! exclamó Ricardo, y desde cuándo los padres tienen que rendirle cuentas a los hijos?, terminó diciendo en tono de broma.

-No, don Ricardo, no es que tengan que rendirle cuentas a uno, pero uno también se preocupa... y sus ojos se llenaron de lágrimas.

-A ver... a ver... qué te pasa muchacho...?

-Nada don Ricardo, contestó recobrando la entereza.

-No, tú tienes algo y, a falta temporal de tu padre, a quien estimo mucho, creo que debo intervenir... no crees? Además, qué mejor que un amigo para desahogar nuestras penas?

Esta vez el muchacho soltó de plano el llanto, al tiempo que se abrazaba de Ricardo, sollozando lastimeramente.

-Llora hijo, llora... es una forma de descargar los pesares... dijo paternal mientras cerraba tras de si la puerta y le encaminaba a la sala. Lo sentó en el sofá y le ofreció traerle un vaso con agua.

-No gracias, creo que yo soy el que debiera ofrecerle a usted algo...

-Por mi no te preocupes... a ver, qué pasa?

-Es que he notado muy rara a mi mamá. Me trata como si todo le molestara, pero por otro lado siempre anda muy alegre y se sale todas las tardes, regresando a veces muy noche... tengo miedo Don Ricardo!

-Miedo de qué muchacho?

-De qué alguien le haya llegado y se vaya a separar de mi papá...

Ricardo soltó una sonora carcajada que molestó a Jorge hijo.

-Le causa risa?!

-Claro que me causa risa, dijo Ricardo ya más serio, no cabe duda que los problemas los creamos nosotros mismos por nuestra desconfianza, nuestras dudas, por el temor de hablar abiertamente, con respeto, sí, pero abiertamente. Sobre todo en lo que respecta a la familia. No pueden ni deben haber secretos... porque pueden malinterpretarse...

-Ay, don Ricardo, se me hace que usted está más loco que mi mamá....!

-No hijo, no.... mira. Te voy a contar un secreto, pero no se lo digas a tu mamá hasta que ella misma hable contigo, de acuerdo?

El muchacho, temiendo lo peor, puso cara de asombro y sólo asintió con la cabeza.

-Dios, dijo Ricardo, que pequeña es la vida y que torpes somos al desperdiciarla magnificando situaciones que no pasan de ser meras tonterías! Mira Jorgito, para empezar, te diré que no vine a tu casa a buscar a tu mamá, sino a ti por encargo de ella.

-A mi? y para qué?

-Pues así como tu estás preocupado por meras tonterías, así ella ha visto moros con tranchete y tiene temor por ti...

-Vaya! ahora resulta que yo soy la preocupación...!

-Espera... espera... mira, ella también te vio raro y de mal talante, así es que lo primero que pensó... ¡Y vaya que los padres siempre pensamos lo peor! fue que te andabas descarriando...

-Descarriando...? Cómo...?

-Sí, su imaginación voló tanto que penso que hasta podrías andar metido en problemas de drogas...

-Yoooo!!! Por Dios don Ricardo... pues vaya confianza que me tiene mi madre... es cierto que ahora me visto como se usa aquí, y hasta un arete me puse para seguir la corriente de los cuates... pero de eso a que yo me meta a la droga.... por Dios!

-Oye! Te duele que tu madre haya desconfiado de ti?

-Claro! ella sabe bien cómo soy...

-Y tú no sabes cómo es ella?

-Bueno....

-No hijo, los dos están sufriendo por el mismo error: la desconfianza!

-Pero entonces... usted sabe algo...?

-Claro! Ella notó tu desapego, brotado del temor de que anduviera con alguien, del celo de hijo, tu molestia contenida, tu no querer hablar con ella y pensó lo peor; a tu vez, notaste algo diferente en ella, desconfiaste, y tu reacción provocó la reacción de ella. Si no estuviésemos charlando ahora, en menos de un mes se matan entre sí... dijo bromista.

-Ok... pero entonces por que anda tan alegre y sale todas las tardes? por qué llega tan noche?

-Antes de que te lo diga, dime: por qué no se lo preguntaste en vez de hacer conjeturas?

-Porque pensé que me iba a decir que a mi qué me importaba, que era muy libre de salir...

-Y no lo es?

-Sí... pero...

-Pero tú quisiste ocupar el lugar de tu papá y te pusiste en la posición de hombre de la casa y, en vez de cuestionar.... pensaste!

-Bueno, creo que tiene usted razón...

-Bien, pues a donde va tu madre es a nuestra casa. Está participando en unas charlas que doy sobre la vida de Cristo... he notado que tu madre es una mujer muy segura de sí misma, responsable, honesta, amante de sus hijos, su marido y su hogar, y es de ahí, quizá, su alegría. Fijate bien... esa alegría de tu madre debiera llenarte de satisfacción en vez de desconfianza...

-En verdad va a su casa...?

-Claro, yo no soy tapadera de nadie, y mucho menos para una traición... es más, te invitó a que, desde ahora mismo, asistas a las charlas. Así tendrás doble satisfacción: tener en paz tu alma... y acompañar a tu madre.

-Pero, es que... aquí entre nos... yo no soy muy creyente... y no es que no crea, es que desde el famoso catecismo no he vuelto a leer nada sobre la religión... la última vez que escuché algo fue en sexto año... recordará que me enviaban a una escuela de jesuitas...

-Bueno... en realidad no es una charla para creyentes... es una serie de pláticas en las que analizamos, desde muy diversos puntos de vista, la historia de Cristo... su paso por la vida... y el legado tan inmenso que nos dejó no sólo a los católicos, sino a toda la humanidad...

-Y mi mamá...? No se molestará...?

-No hijo, cómo crees...! Te aseguró que va a saltar de gusto cuando sepa todo el enredo que ustedes mismos causaron....

 

Llegando a la casa de Ricardo, éste le pidió a Jorgito que esperara en el jardín mientras él entraba a hablar con su madre. Consideraba que era lo mejor para ambos.

-Hola!, dijo Ricardo ufano.

-Qué pasó? cuestionó Norma de inmediato.

-Habló con él?, preguntó Lupita.

-Claro, claro, dijo misterioso, sólo que la verdad aflora en el momento menos esperado...

-Ya Ricardo, déjate de tus cosas! exclamó Norma un poco impaciente.

-Pues nada, que como pensamos, no es más que otro caso como el del maestro, sólo que en esta ocasión estaba causando verdadero daño...

-Por favor Ricardo, urgió Lupita, déjate de rodeos y dime qué es lo que pasa...

-Nada... absolutamente nada... sentenció Ricardo sonriendo.

-Cómo que nada!

-Nada Lupita, nada! Simplemente que tanto tu hijo como tú se hicieron bolas con eso de la desconfianza... mira, para que estés más tranquila te diré que a él le sucedía exactamente lo mismo que a ti. Te notó rara, salías todas las tardes y regresabas noche, sin haberles platicado siquiera que venías a nuestra casa, y acomodó tus salidas con tu natural alegría y también pensó lo peor...

-Cómo que lo peor? dijo asombrada Lupita.

-Sí mujer, sí; la traicionera mente le voló y el celo de hijo le hizo pensar que andabas en malos pasos... vamos, tenía miedo hasta de que te fueras a divorciar de Jorge....!

-Pues vaya hijo que tengo...! Mira que pensar eso de mi!

-Y tú? No pensaste igual?

-Bueno... sí, pero es otra cosa...

-No Lupita, es exactamente lo mismo, celo por amor brotado de la desconfianza que, a su vez, brota por la falta de comunicación... dime, porque no les habías contado que venías a las charlas?

-Bueno, al principio porque no hubo tiempo, con eso de que andan todo el día en la calle, y luego porque me dio pena que pensaran que ya andaba de mojigata...

-Vaya! pues ahora el que se quedó asombrado fui yo! dijo Ricardo. Cómo que de mojigata?

-Ellos le llaman ratas de sacristía a las señoras que allá en Mérida se la pasan en la iglesia...

-Por Dios Lupita! pero no compares a las pías señoras esas con nuestras pláticas... no tienes de qué avergonzarte, por favor!

-Bueno, bueno... intervino Norma, y qué pasó?

-Pues nada, que nuestro público sigue creciendo...

-Qué quieres decir?.... acaso Jorgito...

-Así es, aceptó venir a las reuniones. Mira, le dije que así podría acompañarte y sentirse seguro de dónde andas....

-Oye!...

-Momento, no te adelantes a los acontecimientos por favor. La verdad es que bien puede servirle a ambos. A él para que centre sus pensamientos en algo positivo... y a ti para que lo tengas cerca. A los dos, para que aprendan a tenerse confianza y exista un poco más de comunicación entre ustedes...

-Tienes razón... dijo Lupita avergonzada, perdóname Ricardo... y gracias... muchas gracias... deveras...

-No tienes nada que agradecer mujer... dale gracias a Dios de que no fue en realidad algo que significara un verdadero peligro.

-Bueno, dijo Norma, y por qué no entró contigo?

-Le dije que esperara a que platicara yo con su madre, así les evitaría a ambos la incomodidad de una explicación. Ya sabe cada uno lo que el otro pensó. Así es que, borrón y cuenta nueva... estamos?

-Estamos! dijo alegre Lupita levantándose y dándole un beso en la mejilla.

No bien se lo hubo dado, volteó inmediatamente hacia Norma y le dijo toda apenada:

-Perdóname amiga... pero es que tu marido es un tipazo!

-Já, no te preocupes amiga, si lo sabré yo.

 

En el momento en que Ricardo abría la puerta para dar paso a Jorgito, alcanzó a ver que llegaban los demás de la pandilla.

-Pasa hijo, le dijo al joven al tiempo que hacía señas a los demás de que dejaba la puerta abierta.

Cuando Jorgito entró, hubo un momento de incertidumbre entre su madre y él, pero de inmediato se abrazaron con ternura.

-Hola hijo, dijo Lupita como si nada hubiese pasado, ya te sonsacó Ricardo para que vengas a sus pláticas?

-Qué quieres madre? Tiene un poder de convencimiento al que nadie se resiste... contestó el joven en tono de broma.

-Hola familia, gritó Carlos al entrar, ya llegó el terror de los catequistas...

-Con los catequistas podrás, pero con los curas te friegas! exclamó Julián saliendo del pasillo.

Ricardo se quedó mirando a Norma preguntando con la mirada. Ella simplemente asintió con la cabeza. Julián había llegado mientras Ricardo buscaba al muchacho y había estado escuchando todo desde su recámara. Antes de que nadie preguntara nada, Julián justificó:

-El padre Narciso llegará luego. Yo me tuve que adelantar por algunos asuntos que quería discutir con Ricardo... pero veo que ya los atendió y con muy buenos resultados, por lo que veo.

-Bueno, intervino Sonia, pues a abrir las galletas y ponerlas en los platitos... Carlos, ahora te toca a ti servir los refrescos...

-A sus órdenes jefe! contestó jocoso.

 

Narciso veía nervioso como el autobús se detenía en cada parada. Ya le andaba por llegar a casa de Ricardo. Ahora sí le traía una buena. Saltaba de gusto tan sólo al pensar que le iba a meter en un brete. Al pensar en la pregunta, sonreía para sus adentros. Por fin llegó a la esquina de su destino y bajó del camión casi sin esperar a que se detuviera. Caminó de prisa los metros que le separaban de la casa y alcanzó a entrar atrás de Fidel, su novia y la hermana de ésta.

-Hola a todos! exclamó contentó.

-Hola padre, contestaron casi a coro.

-Yo pensé que ya no venía, padre... comentó Norma.

-Qué qué...? No, esta noche no me la pierdo ni de chiste....! contestó el curita poniendo cara de pillo.

-Humm, éste algo se trae, dijo Julián dirigiéndose a Ricardo.

-Sí, verdad? contestó éste sonriendo.

 

Ya ubicados en sus respectivos lugares, Narciso pidió hacer uso de la palabra.

-Adelante padre, dijo cortésmente Carlos, está usted en su casa...

-Pues lo dirás de chía, pero es de horchata, contestó el sacerdote.

-No le hagas caso Narciso, dijo Ricardo, a ver... qué traes?

-Pues creo que ahora sí vas a bailar con la más fea mi ya querido amigo...

-Tú crees? cuestionó Julián.

-Claro que lo creo! A ver, mi querido Ricardo, tú alegas que la iglesia ha aplicado los conocimientos de la religión a la feligresía prácticamente como un dogma completo o total...

-Oiga padre Narciso, dijo interrumpiendo Fidel, porque no habla en español en honor de nosotros los ignorantes?

-Pues vaya que lo son! Lo que dije es que Ricardo afirma que la iglesia le ha metido a sus fieles la religión a fuerzas... eso es un dogma... sin embargo, tú, mi querido Ricardo, quieres que nosotros creamos lo de los evangelios apócrifos de la misma forma! Cómo es que quieres que tengamos la confianza de que lo que dices es verdad? Qué nos das para que te tengamos confianza? Porque así, a priori, no se puede alegar que el otro te obligó a creer en algo y por tu lado pedir que él se vea obligado a creer en lo que tú dices.

-Ya acabaste? preguntó Ricardo muy serio.

-Ya... a ver... échate ese trompo a la uña!

Todos quedaron expectantes a la respuesta de Ricardo.

-Ayy mi querido Narciso! Ya te habías tardado en presentar oposición! Pero, bueno, aunque estas pláticas no son precisamente un enfrentamiento, aclararé tus dudas al respecto. En primer lugar, yo no trato de que alguno de ustedes crea “a priori” lo que comento sobre los evangelios apócrifos y los documentos del Mar Muerto. Simplemente los cito porque en ellos está la diferencia entre lo que nos enseñaron y lo que nos faltó por aprender. En segundo lugar, yo he comentado que la iglesia ha ocultado mucha de esa verdad y, lo que nos han enseñado, ha sido más como dogma que como aprendizaje.

-Y el dogma no es un aprendizaje?

-Sí, pero incompleto y a fuerzas, como tú le dices. Recuerden que he dicho, y ustedes también lo han experimentado, que cuando intenta uno despejar alguna duda con un sacerdote, éste siempre contesta “son misterios de fe... y debes creer en ellos” lo que si bien puede ser aplicado en cierto momento, quizá, y aceptando sin conceder, cuando eres niño y no podrías entender algunas cosas, no es congruente hacerlo con un adolescente o un adulto que ya cuentan con el raciocinio, con la capacidad de análisis.

Ahora bien, tú hablas de confianza, pero... que confianza puedes tener en aquel que te oculta algo? Y la iglesia lo ha hecho por dos milenios! Confianza? Hace un momento hablaba con alguien de que la desconfianza brota de la falta de comunicación... y es muy cierto!

Lupita... me permites tomar de ejemplo tu caso para ilustrar mi respuesta?

-Si Jorgito no tiene objeción...

-No Don Ricardo, adelante, que bien nos lo merecemos...

-Bueno, gracias... resulta que Lupita y su hijo Jorgito sufrieron varos días por esa falta de comunicación que, a su vez, causó la desconfianza de uno en el otro. Lupita, por razones que no vienen al caso, no le comunicó a sus hijos que a dónde se iba todas las tardes era a nuestra casa, a estas pláticas; a eso, se sumó la alegría natural que tiene y, por ende, Jorgito comenzó a pensar que su madre le andaba dando vuelo a la hilacha, como decimos por acá, y hasta alcanzó a pensar que se divorciaría de su marido. El carácter de Jorgito se volvió agrio y hosco hacia su madre, lo que le hizo pensar a ésta que su hijo andaba en malos pasos... temblaba nada más de pensar que la droga le había hecha presa fácil. Total, que ambos se veían con miradas airadas, con rencor, con desconfianza, con recelo, pero ninguno de los dos tuvo el tino de despejar sus dudas directamente con el otro. Cuántos sufrimientos se hubiesen ahorrado de haberlo hecho. Cuando las aclaraciones se hicieron, cuando las dudas se despejaron, desapareció la desconfianza y la duda. Son ahora tan felices como antes, y espero que hayan aprendido, al igual que todos ustedes, que -como lo decimos mi socio Ramón y yo- lo mejor de todo es sacarse la espina antes de que se encone! En otras palabras, hablar, preguntar, cuestionar, despejar la duda. Ya bien lo dice el dicho popular: mata más la duda que la desilusión. Y vaya que los refranes populares son muy sabios!

Así, en materia de religión, la falta de comunicación es la base de la duda, de la desconfianza. Cómo puedes pedirme confianza -preguntó directamente a Narciso- cuando te hemos dado las armas para que pelees? O acaso te hemos ocultado algo? No te indicamos, tanto Julián como yo, a qué libros debías remitirte para conocer de lo que hablamos? Eso es comunicación! Ahí debe basarse tu confianza en nosotros, que no en lo que decimos, eso debes aprenderlo, investigarlo, analizarlo. Desconfiarías si te hablásemos de los evangelios apócrifos y no te dijésemos dónde encontrarlos. No Narciso. Además, platicar como lo hacemos es precisamente buscar la comunicación, esa comunicación que tanta falta hace en el mundo, en las familias, entre socios y amigos. Acaso no tienen ustedes libertad para preguntar lo que quieran?, para despejar sus dudas? Incluso les he dicho que si algo que pregunten no encuentra respuesta en nuestros conocimientos, podemos investigarlo. No somos perfectos, pero tratamos de conocer más aquello que anhelamos. Quizá por eso la pregunta inicial de Carlos “Quién demonios es Cristo” nos ha dado tanto de qué hablar. Quién fue realmente? Por qué no se nos ha contado mucho de lo que hizo y dijo? Ahí si podemos aplicar lo dicho: con qué confianza podemos creer en Él, si no lo conocemos? Conocerlo de más cerca, saber más de Él, es acercarnos con mayor confianza a su divinidad... y no sólo a su presencia en la tierra, sino a sus propios preceptos. Cuántas veces no encontramos a alguien que clama por la pureza y su propia alma es sucia como el lodo? Conocerlo es tenerle confianza, la posibilidad de amarlo más intensamente, pero ya no por que nos “ordenaron” amarlo, sino porque sabemos de lo que fue, y es, capaz. No encuentren pretextos para saber. Lo obscuro no es aprender, sino ocultar la verdad... o parte de ésta, al menos. A un sacerdote como tú le enseñan más a convencer que a enseñar. Ojalá y el cambio fuese más rápido. Ojalá y ya se pudiese aprender, en el catecismo por ejemplo, todo lo referente a la religión pero así, sin tapujos, sin pasajes ocultos u obscuros, con la verdad en la mano! La confianza renacería entre los fieles. ¿Sabías acaso que esos fieles que ahora tanto atacas, los Testigos de Jehová y otras sectas o ramas de la religión, se alejaron de la iglesia por desconfianza? Sí, que no te asombre! México mismo era prácticamente cien por ciento católico cristiano y, ahora, bien puedo afirmar que más del 30 por ciento de sus fieles han abandonado las filas de la iglesia romana. Desconfianza nacida de la falta de comunicación. Una comunicación que despeje las dudas sembradas a lo largo de dos mil años y que, por mucho que se alegue, no tienen nada de satánicas o contrarias a la fe. O tú ves acaso en las palabras de Santiago algo contrario a la fe? Nada verdad? Y afirmo sin esperar tu respuesta porque ya lo dijimos aquí: repeler la verdad de Santiago sería tanto como desconocer la veracidad de las palabras de Lucas. Pero así fue y ni modo! No podemos cambiar el pasado, pero sí podemos hacer un presente pletórico de realidad, de verdad, de sencillez. Que no se incone la herida... es mejor sacar la espina a tiempo!

 

Nuevamente Ricardo dejaba sin habla a los presentes. Nadie comentó nada cuando éste dejó de hablar. Narciso fue el primero en decir algo, musitó apenas un breve gracias con la cabeza baja. Julián fue el que rompió el silencio

-Otra vez te aplaudo, mi querido amigo. Contigo no se necesita más que escuchar.

-Tiene razón padre Julián, musitó Narciso, vamos a sacarnos la espina!

-Vamos, dijo Carlos con un dejo de seriedad, y vamos en serio! Cuánta razón tienes al decir que debemos hablar. Si eso lo hubiésemos hecho hace mucho tiempo, otro gallo nos cantaría. Gracias jefe.

-De qué hijo? No es más que la verdad universal y el amor a Dios lo que me impulsa a cantarles algunas verdades...

Fidel abrazó a Gloria y Lupita a su hijo. Norma se acercó a Ricardo y también le abrazó con ternura. Así terminó la noche.

 

 

Jazmín había llegado la noche anterior ya bastante tarde, de tal suerte que cuando su padre se levantó ella seguía dormida.

-Y la Yaz? preguntó Ricardo.

-Sigue dormida, contestó Norma.

-Bueno, y qué te cuenta de sus clases? Cómo va?

-Bien, ya te dije que incluso hizo amistad con la Superiora y le consiguió el departamentito en que vive y el trabajo en la biblioteca...

-Vaya, pues Dios quiera y tenga yo por fin un heredero de mis quehaceres...

-Sueñas mucho con eso, verdad? cuestionó Norma cariñosa.

-La verdad sí, dijo Ricardo lanzando un suspiro de esperanza.

-Recuerda que Dios sabe lo que hace, terció Julián que ya desayunaba.

-Sí, no cabe duda, pero tengo la esperanza de que...

-Vamos mi querido amigo, dime qué cosa no has querido que no te haya dado el Señor?

-Tienes razón, como siempre, exclamó Ricardo acomodándose a la mesa.

La mañana transcurrió tranquila. Julián fue a visitar al Arzobispo; Ricardo salió a hacer algunas compras, y Norma se quedó platicando con Jazmín, que ya se había levantado.

A la hora de la comida, les extrañó que Ricardo no llegara.

-Qué le pasaría a tu padre? comentó Norma.

-Se debe haber entretenido con algún amigo, ya lo conoces...

-Pero nunca falta a la comida, a menos que avise...

-Ya mamá, no te azotes! Mi papá sabe cuidarse...

En eso estaban cuando tocaron a la puerta. Jazmín se levantó y fue a abrir.

-Buenas tardes, dijo un hombre desconocido, ésta es la casa de Don Ricardo Alvarez Ayala?

-Sí, dijo medio asombrada Jazmín...

-Se encuentra?

-No señor, no está en este momento, pero... quiere dejarle algún recado?

-No gracias... como a qué hora calcula que regrese?

-Pues, en realidad ya debería estar aquí pero...

-Sería tan amable de decirle que le vino a buscar Rafael? Acabo de llegar de Morelia y quise pasar a saludarle...

-No tenga cuidado, yo le aviso... pero... deja alguna dirección o teléfono?

-No, él ya sabe cómo contactar conmigo. Gracias.

Poco después de retirarse el hombre, Ricardo llegaba a su casa.

-Hola familia, perdón por el retraso, pero me encontré con mi compadre Celerino y ya saben cómo habla...

-Hola padre... dijo cariñosa Jazmín.

-Hola amor, saludó Norma, ya estaba preocupada...

-Perdón nuevamente...

-Oye padre, te vino a buscar un señor Rafael, dice que llegó de Morelia y quería saludarte...

-No me digas... que sorpresa! Y tiene mucho que vino?

-Se acaba de ir.... yo creo que te cruzaste con él.

-Sigan comiendo, mientras me sirven voy a hacer una llamada...

Ricardo marcó el número de la casa de su amigo y contestó una voz de mujer.

-Hola, dijo Ricardo, sería tan amable de decirle al arquitecto que ya estoy en casa? que en cuanto llegue por favor me llame...

-Si señor...

Sin más, se encaminó al comedor.

 

No bien había terminado de comer cuando el teléfono repiqueteó.

-Ricardo, te habla Rafael, informó Norma.

-Gracias... Bueno!

-Hola mi querido amigo! dijo alegre la voz al otro lado de la línea.

-Hola Rafael... que bueno que veniste... cómo has estado?

-Pues un poquito aburrido... desde que vendí la funeraria me he dedicado a recorrer el mundo, tal y como me lo aconsejaste una vez, pero ya tengo tres meses en Morelia y, como mi hija se va a la Universidad a trabajar, paso la mayor parte del día solo, así es que se me ocurrió venir a Acapulco a visitarte.

-Qué bueno, de verdad no sabes que gusto me da! Te espero, o quieres que nos veamos en alguna parte?

-No, te voy a ver en una hora; está bien?

-Perfecto, te espero.

 

Antes de la hora, Rafael ya estaba sentado ante el escritorio de Ricardo.

-Así es que te has vuelto un trotamundos, dijo Ricardo con verdadero entusiasmo ante la visita de su amigo.

-Tú me provocaste! contestó el otro sonriendo.

-Claro, ahora me echas la culpa, verdad?

-Naturalmente, si yo tan tranquilo que estaba atendiendo a mis muertitos...

-Y qué tal?

-Fabuloso! Ha sido un cúmulo de experiencias inolvidable. He recorrido la mayor parte de Europa, me metí por el oriente hasta la China... oye! qué muralla! una cosa es verla en foto y otra estar ahí... es algo impresionante!

Las horas pasaron volando y los dos amigos seguían enfrascados en la charla hasta que Julián asomó a la puerta del pequeño despacho.

-Hola jóvenes!

-Hola Julián, pasa por favor, déjame presentarte a un buen amigo...

-Rafael Mendieta, arquitecto, para servir a Usted...

-Yo soy simplemente el padre Julián. Mucho gusto, el que es amigo de Ricardo, es mi amigo. Gusto en conocerle.

-Gracias, igualmente.

-Oigan, déjense de ceremonias. Julián, quieres tomar algo?

-Qué toman ustedes?

-Café...

-Bueno, pues me sacrificaré...

El resto de la plática sirvió para que Ricardo explicara quién era cada uno y se conocieran un poco más. Al padre Julián de inmediato le agradó aquel hombre que mostraba ser un profundo conocedor de la literatura, la música y la historia. La sensibilidad de Rafael y la calidez de Julián sirvieron de identificación mutua.

El tiempo pasó volando y la palomilla llegó a la hora acostumbrada. Rafael, que ya estaba al tanto de las pláticas de Ricardo, se sumó por esa noche.

 

-Así es que usted es el de la funeraria, dijo Jazmín un tanto asombrada. La verdad es que no le reconocí cuando llegó este mediodía... se ve usted un tanto más...

-Más viejo! casi gritó amistoso Ricardo.

-Viejos los cerros... contestó Rafael.

-Perdón, pero sí. Tenía años que no lo veía, señaló Jazmín.

-Pero todavía vivo... completó el arquitecto.

-Bueno, pues esta noche tenemos dos oyentes nuevos, dijo Ricardo a guisa de información a los asistentes, una es Jazmín, mi hija, a quien ustedes ya conocen, y el otro es un buen amigo mío de muchos años, el arquitecto Rafael Mendieta. Espero que Narciso no tarde mucho...

-Ya viene, dijo Norma, habló hace un momento por teléfono diciendo que ya salía para acá.

-Bueno, pues mientras llega, permitanme ustedes narrarles dos milagros más de Jesús-niño para terminar con esta etapa. Cuando Jesús vivía en Cafarnaúm, había un hombre muy rico llamado José que había sucumbido ante una penosa enfermedad. Al escuchar los llantos de dolientes y familiares, Jesús dijo a su padre: Por qué no le prestas a este hombre, que se llama igual que tú, el socorro de tu bondad? José, asombrado, le contestó: Qué poder? qué medios tengo yo para prestarle socorro?. Jesús le indicó: Coge el pañuelo que llevas en la cabeza, ve y pónselo en el rostro al muerto y dile ‘Que el Cristo te cure’. Y en seguida sanará y se levantará de la cama. José hizo lo indicado y, cuando el muerto resucitó, lo primero que hizo fue preguntar quién era Jesús. Este es el único caso que he conocido -quizá haya otros, pero no los he encontrado- en que Jesús prácticamente hizo que José realizara un milagro.

La verdad es que no tengo explicación del porqué Jesús lo hizo. Si llego a encontrarla, se los comentaré. Sin embargo, me parece que fue una forma tierna de no sólo mostrar a su padre terrenal la firmeza y alcance de su poder, sino de compartirlo de alguna forma con él. En fin...

El toque en la puerta distrajo a Ricardo, que se acercó a abrir. Era narciso.

-Mil perdones, pero tuve algunas cosas que atender...

-No hay cuidado Narciso, pasa; perdona tú que hayamos empezado sin ti...

-De ninguna manera.... adelante.... adelante...

Tras que Narciso se arellanó en su sillón favorito, Ricardo continuó.

-Les decía a los presentes -comentó dirigiéndose a Narciso a guisa de explicación- que les narraría los últimos dos milagros de Jesús-niño consignados en los evangelios que han sido objeto de nuestro análisis, con lo que culminaríamos esa etapa de su vida. Ya les hablé del primero, pero con el segundo estoy seguro de que tú serás el primero en protestar.

Ya vivían en Belén; un día José llamó a Santiago y lo envió al huerto a recoger legumbres para hacer un potaje. Jesús siguió a su hermano Santiago al jardín...

-Un momento, interrumpió Narciso, cómo está eso de su hermano? Jesús no tuvo hermanos! Ya estás como los herejes esos...

-Vuelves a la intransigencia Narciso; cuales herejes? no entiendes que creen en lo mismo que tú?

-No me cambies la plática! Tú dijiste “hermano” y Jesús no tuvo hermanos...

-Claro que los tuvo, intervino Jazmín... hace mucho que mi papá nos platicaba de eso, de que Jesús tuvo otros hermanos...

-Otros...? Ahora resulta que ni siquiera era uno solo, sino varios?!!

-Sí Narciso, así es... veo con tristeza que no has leído profundamente los evangelios apócrifos... señaló Julián.

-Usted también padre? Bueno! Una cosa es que les haya tolerado algunas cosas que al parecer son ciertas conforme a la historia, pero de ahí a que hablen de hijos.... María fue virgen...

-Ves? Tu intransigencia te ciega... nadie dijo que fuesen hijos de María!

-Entonces?

-Si me permites terminar con la narración de este milagro -que corresponde al cap. XLI del evangelio pseudo Mateo- te aclararé, con el siguiente y último capítulo lo correspondiente a la familia completa de Jesús...

-Pero sin pretextos... sin salidas de lado...!

-Y cuándo me has visto salirme por la tangente?

-Digo...

-Bueno, pues decía yo que Jesús siguió a Santiago, su hermano, sin que sus padres lo vieran. Al remover las plantas para recoger las legumbres, salió una víbora de un agujero y mordió la mano de Santiago, quien se puso a gritar del dolor. Jesús, que estaba al otro lado, corrió, le tomó la mano y no hizo otra cosa que soplar encima y refrescarla. Al instante Santiago sanó y la serpiente murió. Con los gritos, José y María acudieron al jardín y encontraron a la serpiente muerta y a Santiago perfectamente sano.

Quiero hacer la aclaración que -al menos en el ejemplar de los apócrifos que tengo- en este capítulo, cuando dice que envió a Santiago al jardín, señala a éste como ‘su primogénito’, lo que considero con toda seguridad un error tipográfico o de traducción, pues como el mismo Santiago lo consigna e incluso Tomás en el suyo, Santiago era ‘el benjamín’ o sea, el más pequeño... recuerden que de ahí lo de Santiago el Menor...

-Y dale... reclamó Narciso. Entre tanta mentira hasta tú te enredas... cómo va a ser ‘el benjamín’ si afirmas que María no tuvo otros hijos!

-Precisamente... y el último capítulo de Pseudo Mateo -XLII- describe perfectamente la conformación de la familia de Jesús, para que no haya dudas. Permíteme leerlo al pie de la letra: Cuando José iba a un banquete con sus hijos, Santiago, José, Judá y Simeón, y con sus dos hijas...

-Ahhh vamos, también tenía hermanas!!!

-Pues sí... pero te callas o te callo...

-No, pos’sí!

-... sus dos hijas, y Jesús y María, su madre, iban también, y la hermana de ésta, María esposa de Cleofás...

-A ver... a ver... ya me hiciste bolas, dijo Jazmín...

-Por no escuchar todo lo que se dice... o se va a decir... completo! Escucha, porque adelante viene la explicación a tus “bolas”... y la hermana de ésta, María, esposa de Cleofás, que el señor había dado a su padre Joaquín y su madre Ana, porque habían ofrecido al Señor a María, la madre de Jesús. Y esta María había sido llamada con el mismo nombre de María para consolar a sus padres.

-Ahhhh...

-Ahhhh.... ves cómo escuchando siempre se puede esperar la respuesta a muchas de nuestras dudas?

-Pues sí, intervino Narciso, pero veo ciertas imprecisiones... como por ejemplo el nombre de las ‘hijas’, te lo saltaste, o está como el ‘documento perdido’ del que hablabas el otro día?

-No, no me los salté, lo que pasa es que Mateo no da los nombres en ese capítulo -y he aquí que también no conocer antecedentes es parte de nuestra ignorancia- pero sí los da Tomás: Lisia y Lidia.

Pero lo importante de éste último capítulo de Mateo es que describe el respeto que había de todos ellos hacia Jesús, con todo y ser el menor, al que ya adoraban como lo que era: el Rey de Reyes. Dice a la letra: Siempre que estaban reunidos, Jesús los santificaba y los bendecía, y comenzaba el primero a comer y beber. Ninguno de ellos osaba comer, ni beber, ni sentarse a la mesa, ni partir el pan, hasta que Jesús, tras bendecirlos, hubiese hecho el primero estas cosas. Si por casualidad no estaba allí, esperaban que lo hiciese. Y cada vez que él quería acercarse a la comida, se aproximaban también María y José y sus hermanos, los hijos de José. Y estos hermanos, teniéndolo ante sus ojos como una luminaria, lo observaban y lo temían. Y cuando Jesús dormía, tanto de día como de noche, la luz de Dios brillaba en él. Sea alabado y glorificado por los siglos de los siglos... amén.

-Amén! contestaron todos en coro, como una reacción refleja.

Mientras Ricardo hablaba sobre la relación de la familia con Jesús, Narciso había abierto el libro de los evangelios apócrifos y buscaba con afán. Precisamente cuando Ricardo terminó, Narciso cerró el libro.

-Amén de mi parte también, dijo entre serio y sonriente. No cabe duda, mi querido Ricardo, de que sabes de lo que hablas... aquí está, efectivamente. La verdad es que no había llegado hasta ahí; me concentré en lo de los milagros del Dios-niño. Sin embargo, permíteme digerirlo un poco más a fondo y ya platicaremos.

-Bien, no hay problema, contestó Ricardo.

-Oye papá... a veces hablas de Santiago, a veces de Mateo, otras de Tomás... pues cuántos evangelios hay?

-Mira, son varios, por no decir muchos ahora con lo descubierto desde aquella famosa biblioteca hasta Qumram, incluso algunos de los que no he hablado para no entrar en honduras, como el de María...

-María? existe un “evangelio de María”? preguntó asombrada Norma.

-Sí, recuerden que “evangelio” quiere decir palabra, y que es posible que se le llamare evangelio a cualquier escrito referente a Cristo redactado por alguien que tuviese testimonio o sobre alguien que hubiese dado testimonio. Bien, está también el Evangelio Copto, y el Evangelio Arabe... a éste último nos referiremos en otra parte de nuestra charla ya pronto. Los evangelios reconocidos dentro del canon son los de Mateo, Lucas, Marcos y Juan. Pero se han encontrado también los de Santiago -al que considero como la mejor fuente tanto porque fue hermano de Jesús, como porque es redacción prácticamente contemporánea a él, aunque algunos detractores pretenden achacarle una originalidad de 200 años después de la muerte de Cristo pero, ni creo que Santiago los hubiera vivido, ni que alguien lo hubiese escrito a tan larga distancia con tanta seguridad y certeza. Recuerden que los demás sí se escriben muchos años después. Por el lado de Mateo, la explicación que da San Jerónimo -cuando le solicitan los obispos de Cromacio y Heliodoro que traduzca un evangelio apócrifo encontrado en hebreo del propio Mateo- es más que contundente: San Jerónimo contesta, a la propuesta de rechazarlo porque ‘contiene muchas cosas contrarias a la fe’, diplomática, pero firmemente: Me habéis encargado una ardua labor, bienaventurados obispos, al pedirme que dé curso a relatos que el mismo santo apóstol y evangelista Mateo no quiso publicar. Porque si no hubiera en éstos cosas secretas, seguramente las hubiera unido al evangelio que él mismo publicó.

-A ver Ricardo -y que conste que te lo pido ya con respeto, no en plan de diatriba- no entiendo algo. Si Mateo publicó él mismo su evangelio, cómo es que aparece luego otro con su nombre? cuestionó Narciso.

-Mira, cuando leemos debemos aprender a captar esos pequeños detalles que nos arrojan la verdad. Si te das cuenta, San Jerónimo reconoce, cuando dice  “que dé curso a relatos que el mismo santo apóstol y evangelista no quiso publicar”, en primer lugar, la autenticidad del documento, es decir, que es de Mateo; por otra, el objeto del ocultamiento que se pretende: las cosas secretas  contrarias a nuestra fe.

Claro que su análisis inicial no está del todo errado cuando dice que “si no hubieran en éstos cosas secretas, seguramente las hubiera unido al evangelio que él mismo publicó”; lo que nos demuestra que cuando Mateo publicó su evangelio ya había ciertos intereses creados en una iglesia que comenzaba su construcción. Lo que no sabemos es si Mateo, de motu propio recortó su evangelio, o lo recortó por instrucciones de otros. Creo lo segundo, dado que Mateo supo guardar bien su documento completo, y muchos, muchos otros más, al paso de los tiempos, supieron guardarlo. Por algo sería. El mismo San Jerónimo reconoce esto al señalar en su respuesta: “Pero escribió este opúsculo ocultándolo con las letras hebraicas y no se ha realizado hasta ahora su divulgación, aunque hoy día ese libro, escrito con sus propias manos -otra prueba de autenticidad- en caracteres hebraicos, se encuentra en manos de hombres muy religiosos que, a través de los tiempos, lo han recibido de sus predecesores”. Y que conste que San Jerónimo vivió entre los años de 350 y 420 en el que muere.

En otras palabras, y para contestar directamente tu pregunta, yo diría que no es otro -le llaman pseudo Mateo- sino el mismo, pero completo, sin cortes, sin censura. Claro que ahora, cuando se habla del apócrifo, se presenta sin lo ya conocido, sólo lo que falta, por lo que bien puede haber alguna confusión, pero de que es uno... es uno! Advierto igualmente que hay quienes piensan que son dos documentos diferentes, uno el publicado y que el otro fue escrito como complemento secreto. A pesar de todo, regresamos a lo que hemos dicho siempre: si fue secreto por ciertos intereses antes, porque negarlo ahora? Qué tienen de malo los ejemplos de los milagros del dios-niño, fuera de esa estulticia infantil exenta de maldad que, a la fecha, no se compara por ejemplo con cualquiera de esos muchachitos estudiantes que han masacrado a sus compañeros y maestros en las escuelas norteamericanas, si me vale y permiten la comparación. Fuera de eso, de los milagros infantiles, de la composición de la familia, es decir de la existencia de sus hermanos, de todo lo demás, no encuentro pretexto alguno para que continúen sin ser aceptados no sólo como parte de la historia de la religión, sino parte del canon mismo.

-Bueno Ricardo, debo aceptar que hay algunas cosas que también pueden ser malinterpretadas, si son manipuladas con cierta agudeza por los detractores de la iglesia... dijo Julián.

-Cómo cuáles?

-De  momento se me ocurre, ahora que se habla tanto del nepotismo...

-Qué es el nepotismo jefe? preguntó Carlos interrumpiendo.

-Nepotismo viene de la palabra Nepote, que significa pariente. Se dice que hay nepotismo cuando alguien, sobre todo un funcionario o dirigente, da preferencia a sus parientes o aprovecha su posición para beneficiar a sus parientes otorgándoles plazas o trabajos en la dependencia u organismo a su cargo.

-Gracias jefe...

-De nada... y ya no interrumpas a Julián...

-Decía yo que ahora que tanto se habla de nepotismo, por ejemplo, bien pudiera decirse o afirmarse que Jesús dio preferencia a sus parientes, al menos dos de ellos fueron de sus apóstoles...

-Pudiera ser, sobre todo si pensamos que la iglesia ha querido remarcar un supuesto distanciamiento de Jesús de su familia durante su vida pública. Recuerden aquel pasaje bíblico en que alguien le dice que le buscan su madre y sus hermanos y El contesta que sus únicos hermanos son los que están presentes, es decir, niega a su familia, lo que sí me suena un poco incongruente en quien pregona el amor. Creo que esta es, precisamente, una de las manipulaciones eclesiales e, incluso, una parte en la que se les escapa lo de “sus hermanos”, aunque muchos sacerdotes, cuando les he cuestionado sobre esto, afirman que también se les decía hermanos a los primos  o a los amigos más cercanos. Que en Tepito así sea, no quiere decir que en aquella época fuese así. Pero... creo que eso es materia de otra plática y por hoy ya deben estar cansados...

-Pero estuvo buena.... dijo Lupita

-Sí, dijo Silvia estirándose.

-Pues jóvenes, que Dios los bendiga... dijo a guisa de despedida Narciso.

 

Mientras los demás se despedían, Ricardo y Julián presentaron a Rafael con el otro sacerdote. Ricardo, que siempre llevaba a Narciso a su parroquia, les invitó a tomar un café.

­-Gracias Ricardo, dijo el cura, pero estoy un poco cansado... además, creo que ustedes tendrán mucho de qué platicar... así es que mejor los dejo.

-Bueno, pues otro día será... y tú Julián?

-Nooo... yo nunca desprecio un cafecito! así es que... jálenle jóvenes...

Rafael y Ricardo rieron ante la ocurrencia del sacerdote y abordaron el auto.

Ya en el café, tras dejar a Narciso, Rafael le preguntó al padre sobre su parroquia y, cuando éste le dijo en dónde estaba, Rafael señaló entusiasmado:

-Vaya que es pequeño el mundo... yo tengo ahí un compadre que trabajó conmigo cuando estaba en el gobierno de Arriaga, allá en Morelia.

-Y quién es?

-Un hombre muy humilde, pero con cierto poder económico...

-Ahhh.... no me digas que es Don Pedro...

-Así es... Pedro González, un hombre leal y muy trabajador...

-Y filántropo, agregó el sacerdote. Fíjate que la construcción de la barda perimetral y el atrio de la parroquia fueran costeadas íntegramente por él...

-Vaya, pues ya se volvió pío... porque hace años era más ateo que una parota...

-No me digas! cuenta, cuenta... que me lo voy a comer vivo ahora que vaya!

-Bueno, en realidad ateo no era, creía en Dios, pero era tan come-curas que Dios guarde la hora...

-Y tú, mi querido Rafael? Eres come-curas?

-Bueno... la verdad es que no tanto así, pero no comulgo con muchas cosas, como el materialismo que presentan algunos representantes de la iglesia...

-Pero no todos... afirmó Julián defendiéndose.

-En realidad, intervino Ricardo, Rafael no es muy apegado a la religión. Cree, sí, pero como muchos, a su modo...

-Claro... a su modo... o debiera decir a su conveniencia! reclamó Julián.

-A conveniencia no precisamente, indicó Rafael, pero no soy asistente regular a misa ni a otras muchas cosas. Yo hablo con Dios a solas. Le pido y le agradezco. Pero no me confieso ni comulgo. Sin embargo, no considero que por eso soy mal cristiano...

-No, en verdad no lo eres, señaló Julián, pero sí debieras escuchar un poco más la palabra...

-Pues la oiremos... yo había dicho que estaría con ustedes sólo por esta noche, pero me gustó el ambiente y la plática de Ricardo, así es que, si no tienen ustedes inconveniente, estaré noche con noche durante el tiempo que pienso pasar en Acapulco.

- Bienvenido, contestó Ricardo.

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