Fco. Xavier Ramírez y sus obras

Cristo.- Parte III

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La reunión no había empezado cuando llegó Carlos apurado.

-Jefe... fíjate que tenemos un pequeño problema. Sonia está enferma! Se siente mal. Ha estado vomitando todo el día, y no aguanta más. De tanto vomitar está mareada.

-Y qué esperas para llamar al médico? preguntó preocupado Ricardo.

-A eso vine... pero pasé a avisarles que no vamos a poder venir y... la verdad es que no quisiera perderme nada, ni ella... así es que te vengo a pedir que hoy se dediquen a comer pastelitos y café... aquí les traje dos charolas de pastelitos... para que no gastes...

Norma, que escuchaba callada, soltó la carcajada.

-Y ahora? Qué te pasa? preguntó extrañado Ricardo.

Julián, que también estaba pendiente de la plática, intervino cariñoso.

-Vamos Ricardo! No puedo creer que a tus años ya hayas olvidado la grave enfermedad que significan esos síntomas!

-Grave! exclamó Carlos.

-Muy grave, dijo Norma ya muy seria.

-De qué demonios hablan? cuestionó Ricardo.

-No te preocupes, le dijo Norma, que Julián te explique en lo que yo acompaño a Carlos a ver a Sonia...

Sin decir más, tomó sus llaves de encima de la cómoda y salió prácticamente jalando a Carlos.

-Vamos, le dijo apurada...

Ricardo, mudo, miró extrañado a Julián.

-Vaya que si serás bruto, le dijo bromista el sacerdote.

-Qué?

-Que vas a ser abuelo, idiota!

-Quééééé!

-Sí tonto! Qué no sabes lo que significan los ascos y el mareo en una mujer?

-Vaya! sólo acertó a decir el escritor.

 

Cuando los demás llegaron, la comidilla de la noche fue el embarazo de Sonia. La más entusiasmada era Jazmín con eso de tener otro sobrino.

-Te estás quedando, dijo Lupita graciosa a la chamaca.

-Eso cree... contestó Jazmín misteriosa.

-No me vayas a salir con tu domingo siete, dijo serio Ricardo.

-A lo mejor... a lo mejor...

No habían terminado de aclarar paradas, cuando llegaron Norma, Carlos y Sonia. Carlos traía una bolsa de la que sacó tres botellas de sidra.

-Señores, vamos a brindar esta noche...

-Y por qué brindamos? preguntó Julián haciéndose el ignorante.

-Pues... porque este viejito se hace más viejo cada día...

-Estás feliz, verdad? dijo Ricardo dándole un abrazo.

-Claro que lo está, dijo Norma. hubieras visto los brincos que pegó cuando le dijo el doctor lo que era.

-Pues vamos a brindar, indicó Julián, pero no por tu viejo, ni por ti, ni por tu mujer, a la que felicito ampliamente, sino por ese ser que viene... porque arribe a un mundo mejor del que tenemos ahora...

Todos levantaron las copas que Silvia y su hermana se habían prestado a servir, y brindaron con alegría.

-Bueno, dijo Julián, ahora que vas a ser padre podrás comprender muchas de las preocupaciones de tu propio progenitor. Espero que seas tan centrado y buen padre como él.

-No padre, me pide mucho. Nadie es como mi padre. Es un padre a toda....

-Jovencito! dijo jocoso Julián, que estás en presencia de dos sacerdotes!

-Gracias hijo, dijo Ricardo con los ojos llenos de lágrimas, recordando aquel tiempo que dejaran de hablarse porque Carlos había sido muy severo con su hermana Niza y poco después se enteró de que había caído en las garras de la droga. Su reclamación hizo que se alejaran una buena temporada.

-No tienes que darlas padre, es la verdad. No sé que haríamos sin ti, tus consejos, y hasta tus diabluras.

-Sí, si ya hasta su nieta lo calla! comentó Norma.

-Cómo está eso? preguntó curioso Julián.

-Pues nada, que el otro día que fue cumpleaños de las gemelas, las hijas de Normita, Ricardo les cantó el “sapo verde eres tú...” y Estefanía, que estaba al teléfono, dijo que cantaba muy feo. Ricardo tomó la bocina y le dijo en tono de broma que era de los ganadores de “La Academia” y la niña le dijo “Ayyy... mejor cállate abuelito...”

Todos soltaron la carcajada.

-Ven ustedes, añadió Ricardo bromista, ya nadie respeta a sus mayores...

-...su mayor desgracia! agregó Carlos.

La noche terminó entre charlas y risas motivadas por la noticia del embarazo, y se vertieron opiniones que fueron desde la conformación de la canastilla para el bebé, hasta un debate sobre el nombre que le pondrían.

 

 

Narciso llegó muy emocionado a casa de Ricardo. Traía bajo el brazo un par de libros y casi jalaba de un brazo a Julián. Norma abrió la puerta y lo primero que hizo Narciso, antes de saludar, fue preguntar por el escritor.

-Perdone Usted Doña Norma, ya hasta los buenos modales estoy olvidando, pero es que traigo algo que a Ricardo seguramente le gustará.

-No se preocupe padre, le entiendo porque también en su rostro veo un entusiasmo bastante notorio. Pase, está en su estudio.

Julián ya se había adelantado y, desde el dintel hizo señas a Ricardo que le miró extrañado.

-Buenas tardes Ricardo, saludó presuroso Narciso, te traigo algo que me encontré entre lo que estoy revisando...

-A ver... contestó Ricardo haciéndose el curioso.

Narciso le extendió un texto abierto que hablaba sobre la vida secreta de Jesús.

-Humm... sí, no está errado. Yo lo había visto en otro lado, pero en esencia es lo mismo.

-Dios Santo! pero si a ti no se te escapa nada, dijo decepcionado el sacerdote. Así es que ya lo sabías?

-Te he dicho muchas veces que Ricardo ha estudiado mucho, terció Julián. Mira, ves estos dos anaqueles que corren a lo largo de su biblioteca?, pues bien, todos son libros relacionados con el estudio de la religión y su historia. Hasta tiene un libro que ubica en planos individuales todas y cada una de las acciones registradas en la historia sagrada.

-En verdad?, exclamó Narciso lleno de sorpresa. Caray mi querido Ricardo, te voy a pedir, abusando de tu amistad, que me permitas venir a leer algunos de ellos...

-Claro, ya sabes que ésta es tu casa, contestó amable el anfitrión. Sin embargo, el día de hoy tendremos la charla centrada sobre la visita de Jesús al templo. Ya será mañana cuando entremos de lleno a su vida que muchos llaman secreta.

-Como tú ordenes mi querido amigo, dijo consecuente el cura.

Los tres salieron hacia la sala, en donde ya estaban reunidos casi todos los asistentes cotidianos. Sólo faltaba Fidel, Gloria y Silvia. Antes de que preguntara Ricardo por ellos, Carlos le dijo con expresión muy seria:

-Papá, Fidel no va a venir porque murió la mamá de las muchachas. Me avisaron hace rato por teléfono.

-Caray, pues que pena. No sé si estén todos de acuerdo, pero considero que por solidaridad debiéramos acompañarlas en su pena...

-Tienes razón Ricardo, dijo Julián, vamos todos a donde la estén velando...

-Es aquí cerca, comentó Sonia.

-Pues vamos, indicó Norma, nada más dejen que me cambie.

 

Una hora después estaban todos en la funeraria. Las dos hermanas estaban hechas un mar de lágrimas. Julián consolaba a una mientras Narciso hacía lo propio con la otra. Ricardo, Norma, y los demás, estaban a un lado de ellas.

-No hay palabras para mostrar nuestro pésame, dijo Ricardo a nombre de todos. Pero si en algo podemos ayudarlas, sólo díganlo.

-Gracias Don Ricardo, agradeció Silvia, no saben lo bien que nos hace el que estén ustedes aquí...

-No tienes nada que agradecer, intervino Norma, ustedes son como de la familia...

-Gracias, en verdad gracias doña Norma, son ustedes muy gentiles.

Ya más calmadas, comentaban el suceso con sus amigos. Gloria, la novia de Fidel, se dolió de la soledad en que quedaban. Eran hijas únicas, el padre había abandonado a su madre siendo muy pequeñas ellas y no sabían nada de él.

-Pues hay que tener templanza, dijo Julián, ya están ustedes grandecitas y bien pueden seguir haciendo su vida tal y como la llevaban con ella. Es natural que el vacío que deja no podrá ser llenado por nadie, pero la vida sigue...

-Pero... no están solas, exclamó Fidel decidido, yo estoy con ellas y veré por ellas. Sé que no es el momento más adecuado, pero... te casarías conmigo Gloria?

La propuesta dejó con la boca abierta a todos. Silvia se abrazó a Narciso y soltó nuevamente el llanto. Gloria sólo abría la boca repetidamente, pero no alcanzaba a decir nada.

-Creo que es muy noble de tu parte, intervino Ricardo, pero como tú mismo dices, no es el momento adecuado...

-Sí bruto... dijo Carlos en reclamo.

-No Don Ricardo, está bien... yo valoro la propuesta de Fidel pero... estás seguro de lo que propones? No es únicamente por el sentimiento del momento?

-De ninguna manera! Desde ayer que supimos que Carlos y Sonia iban a ser papás se me metió la espinita de pedirte matrimonio...

-Mira que no te casas con una, sino con dos! advirtió Silvia.

-Lo sé...

-Qué bueno que aún hay hombres así, comentó Narciso.

El resto de la velada Fidel y Gloria ya no se separaron para nada. Silvia, como un gatito, les seguía silenciosa a donde iban.

 

El funeral fue al día siguiente. Asistieron todos a dar el último adiós a la señora y, al finalizar la ceremonia en la que Julián y Narciso oficiaron una misa, fueron juntos a casa de Gloria.

En todo este tiempo, Rafael no había dicho nada. Su silencio fue notorio para Ricardo y Julián.

-Qué te pasa, dijo amistoso el escritor, te he notado muy callado.

-Es la muerte Ricardo, la muerte que anda cerca...

-Vamos, intervino Julián, tú tienes mucho todavía por andar!

-No te creas querido amigo...

-Hay algo que no nos has dicho? interrogó Ricardo.

-Para qué?... las penas se comen con soledad...

-De ninguna manera, reclamó Julián, con pan son menos y menos aún si se comparten con los amigos...

-Será...?

-Claro! dijo serio Ricardo.

-Bueno... ya platicaremos... sentenció Rafael.

Esa tarde, naturalmente, no hubo reunión. Sin embargo, Rafael, Ricardo y los dos sacerdotes no desperdiciaron el tiempo y se enfrascaron en una de esas pláticas que tanto les gustaba.

 

 

Fidel, Gloria y su hermana llegaron a la reunión con las caras largas. Los demás fueron llegando tras ellos. Lupita, al llegar, abrazó a Gloria y le dijo tiernamente:

-Mira hija, sé que es duro, pero debes sobreponerte. Tu madre ya goza de la paz eterna y ustedes deben seguir. Qué has pensado sobre la propuesta de este muchacho?

-Francamente aun no tengo respuesta doña Lupita. Yo bien quisiera, pero...

-No pienses mal Gloria, intervino Norma. Si él te hizo esa propuesta de matrimonio yo no veo que lo haya hecho por conmiseración, como tú dijiste; creo que es sincero.

-No, si yo también lo creo, pero no será prematuro?

-De ninguna manera hija, terció Julián, tu madre hubiese querido verlas bien casadas y esta es una buena oportunidad para que tu vida, ante las circunstancias, tomen un derrotero más serio.

-Si yo se lo digo... comentó tímidamente Fidel.

La llegada de Carlos, bromista como siempre, rompió la tensión y tristeza del momento.

-Hola familia... y digo familia con todas las extensiones debidas mis chavas! Cómo están? Todavía llorando? Vamos... pero si la muerte no es más que un paso al más allá...

-Carlos! Qué no puedes guardar un poco de respeto? dijo medio indignado Ricardo.

-Respeto lo hay! Pero no vamos a permitir que estas chavitas se nos descompongan...

-Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no le alumbre, dijo Narciso con acento sacerdotal; tanto tienen razón ellas en sufrir la pérdida, como la tiene Carlitos que supongo lo hace con la mejor intención del mundo. Debemos ayudarlas a superar su pena...

-Ahhh caramba, dijo festivo Carlos, así es que ahora te conviertes en mi aliado curita del demonio...

-Carlos! exclamó Norma ante la irreverencia.

-Déjelo Doña Norma, déjelo, contestó Narciso, ya verá que no es el león como lo pintan...

-Yo quiero darles las gracias a todos ustedes, dijo Silvia llorosa, han sido un verdadero apoyo para nosotras. Y tienen razón, creo que el mejor homenaje a mi madre es continuar con nuestra vida... Gloria, cásate manita. Si tienen temor de cargar conmigo yo les aseguro...

-Vamos Chivis, dijo interrumpiendo Fidel, ni pienses en eso. Yo te aseguro que casarme con Gloria significa para mí crear una familia... y si se forma con tres, que mejor...

-Te felicito Fidel, comentó Ricardo, no cabe duda de que eres todo un hombrecito.

-Gracias Don Ricardo, pero no lo hago por eso, lo siento, en verdad lo siento así.

-Sea pues, dijo limpiándose las lágrimas Gloria. Acepto tu propuesta matrimonial, pero con una condición...

-Cual?

-Que vivamos en casa. No quiero dejar la casa de mi mamá. Claro, si Silvia está de acuerdo...

-Claro que sí hermana... claro que sí... y felicidades!

Todos rieron abiertamente mientras Fidel y Gloria se abrazaban.

-Bueno viejito, dijo Carlos sentenciosamente, creo que ya le has encontrado veinte mil pretextos para no entrar en materia. Nos cuentas lo que sigue... o nos largamos con los Testigos de Jehová!

Nuevas risas brotaron de algunos, mientras Narciso decía fingiendo enojo:

-Ateo!

 

Servir los refrescos y las botanitas sirvió para que las muchachas acabaran de despejar su tristeza. Norma, hacendosa y solícita como siempre, preguntó a los sacerdotes si querían café o chocolate.

-Yo mi cafecito, dijo Julián.

-A mi sí me da un chocolatito, por favor.. pidió Narciso.

-Bueno jóvenes, intervino Ricardo, hoy vamos comentar algunas cosas que poco se saben sobre la visita al templo. Voy a tomar como base el evangelio árabe. Espero que Narciso ya haya leído al respecto...

-Sí... contestó lacónico el cura.

-Bien... cuando Jesús cumplió los doce años, sus padres subieron con él a Jerusalén, para la fiesta. Y, ésta terminada, regresaron a su hogar. Mas Jesús se separó de ellos, y quedó en el templo, entre los pontífices, los ancianos del pueblo y los doctores de Israel, preguntándoles y respondiéndoles sobre puntos de doctrina. Y todos se admiraban de las palabras, inspiradas por la gracia, que salían de su boca. Sus preguntas y respuestas causaban admiración, respeto, pero también inquietud entre los sabios presentes. A veces, Jesús escuchaba, otras, él mismo cuestionaba a los doctores de la ley que no atinaban a entender cómo sabía tanto sobre los libros sagrados.

En un momento dado, Jesús interrogó a los doctores: ¿De quién es hijo el Mesías? Y ellos respondieron: De David. Mas él replicó: Entonces, ¿por qué David, bajo la inspiración de Dios, lo llama su Señor, cuando escribe: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, para que humille a mis enemigos bajo el escabel de tus pies?

Y el más viejo de los doctores repuso: ¿Has leído los libros santos? Y Jesús dijo: Los libros, el contenido de los libros y la explicación de los libros, de la Thora, de los mandamientos, de las leyes y de los misterios, contenidos en las obras de los profetas, son cosas inaccesibles a la razón de una criatura. Y el doctor dijo a sus compañeros: Por mi fe, que hasta el presente no he alcanzado, y ni aún por oídas conozco un saber semejante. ¿Qué pensáis que llegará a ser este niño, por cuya boca parece que habla Dios?

Había también allí un sabio hábil en astronomía. Y preguntó a Jesús: ¿Posees nociones de astronomía, hijo mío? Y Jesús le respondió puntualizándole el número de las esferas y de los cuerpos celestes, con sus naturalezas, sus virtudes, sus oposiciones, sus combinaciones por tres, cuatro y seis, sus ascensiones y sus regresiones, sus posiciones en minutos y en segundos, y otras cosas que rebasan los límites de la razón de una criatura.

Se encontraba asimismo entre los doctores un filósofo versado en la medicina natural. Y preguntó a Jesús: ¿Posees nociones de medicina natural, hijo mío? y Jesús respondió con una disertación sobre la física, la metafísica, la hiperfísica y la hipofísica, sobre las fuerzas de los cuerpos y de los temperamentos, y sobre sus energías y sus influencias en los nervios, los huesos, las venas, las arterias y los tendones, y sobre sus efectos, y sobre las operaciones del alma en el cuerpo, sobre sus percepciones y sus potencias, sobre la facultad lógica, sobre los actos del apetito irascible y los del apetito concupiscible, sobre la composición y la disolución, y sobre otras cosas que sobrepujan la razón de una criatura. El filósofo, levantándose, se postró ante Jesús y le dijo: Señor, en adelante, soy tu discípulo y tu servidor.

Mientras se cambiaban estas conversaciones y otras semejantes, sobrevino María, que, durante tres días, erraba con José en busca de Jesús. Lo encontró sentado entre los doctores, preguntándoles y respondiéndoles y le dijo: Hijo mío, ¿por qué nos has tratado de esta suerte? He aquí que tu padre y yo te buscamos con extrema fatiga. Y Él repuso: ¿Por qué me buscáis? ¿No sabéis que debo estar en la casa de mi Padre? Ellos no comprendieron la palabra que les había dicho y los doctores interrumpieron: ¿Es este tu hijo, María? Ella contestó: Sí. Y ellos dijeron: ¡Bienaventurada eres, oh María, por tal maternidad!

Jesús volvió con sus padres a Nazareth, y los obedecía en todas las cosas. Su madre conservaba en su corazón todas aquellas palabras y Jesús crecía en edad, en sabiduría y en gracia ante Dios y los hombres.

Tienen ustedes alguna duda sobre lo comentado?

-No, contestó la mayoría. Narciso, sin embargo, estaba dudoso.

-Algún comentario Narciso? cuestionó Ricardo.

-En realidad no, pero me asombra que tantas cosas nos hayan sido ocultas, cosas tan simples como este relato. Porqué achicar la magnificencia de la plática entre Jesús y los doctores, por qué concretarla a un “y le miraban asombrados” cuando bien podrían habernos hecho partícipes de sus palabras...

-Creo, intervino Julián, que es porque muchas de sus palabras nos dejarían tan estupefactos como a los doctores de la ley. Es decir, no comprenderíamos mucho de lo dicho. Y no es ignorancia plena, sino conocimientos tan altos que difícilmente llegaríamos a comprender.

-Bueno, en realidad no dista mucho del relato conocido, comentó el propio Narciso, creo que es más interesante esa parte que han llamado la vida secreta de Jesús...

-Así es, dijo Ricardo con firmeza. En verdad hay cosas que sería complicado entender a priori, e interesante aquellas que simplemente nos arrojan mayor claridad sobre esa hermosa y sorprendente personalidad del Cristo mismo. No se trata de que salgamos de aquí con un doctorado en teología, sino entender -como dijera Carlos- quién demonios es Cristo.

-Oye Ricardo y, aprovechando la coyuntura, no te parece medio irreverente la expresión para que se use tanto? reclamó Narciso.

-Todo depende de cómo lo veas... mira, si se le da un contexto peyorativo, es indudable, pero si te remites a la simple expresión popular, yo creo que en el fondo no es irreverente. Vamos, es jerga popular preguntar qué demonios esto, o aquello. Casi como acentuar una interrogante, pero sin falta de respeto.

-De todas maneras...

-Claro, claro, a un sacerdote le puede parecer irreverente, incluso a un beato que se espanta con cualquier expresión, como cuando hablan de los hermanos de Cristo, o de su estancia entre los esenios...

-A ver, dijo Lupita, cómo está eso de su estancia entre los esenios?

-Jesús, con toda su divinidad y sapiencia, debió aprender a controlar su poder taumaturgo...

-Qué es eso de poder taumaturgo? preguntó curioso Carlos.

-El poder que Cristo tenía para sanar... aclaró Narciso.

-Así es, siguió Ricardo, tanto como definir lo que sería su mensaje, el momento mismo en que iniciaría su peregrinar, en fin, prepararse para afrontar el tremendo compromiso que tenía; por eso, y que conste que esto será materia de nuestra siguiente charla, según algunos evangelios y lo averiguado por estudiosos, Jesús vivió hasta los 30 años bajo la tutela esenia.

-Pero no es seguro... comentó Gloria.

-Bueno, quiero decirte que falta mucho por saber con absoluta certeza. Recuerden que tanto los documentos encontrados en la Biblioteca de Nag Hammadi como en Qumram, a pesar de haber pasado tantos años -más de cincuenta- se siguen estudiando. Muchos son los factores que alargan la labor; uno de ellos, por ejemplo, es que algunos documentos están incompletos por el paso del tiempo. Otros están grabados en placas enrolladas de bronce y éste se pegó con el tiempo, por lo que ha sido una verdadera hazaña irles despegando sin dañarles. En fin, pero ya comentaremos en su momento de cada caso.

-Por lo pronto jovencitos, dijo Norma, hasta mañana y que descansen.

-Bueno, dicho así, tan amablemente... pues nos vamos! señaló jocoso Carlos.

-Buenas noches a todos... ahhh y felicidades Fidel y Gloria, dijo Narciso.

-Gracias padre, contestaron ambos.

 

 

La calidez de las pláticas era cada vez mayor. Las reuniones habían servido para acercar más íntimamente a los asistentes. Sus relaciones, incluido Narciso, eran cada vez más cordiales. Las desgracias o problemas personales alcanzaron una debida dimensión, y encontraban que la vida está formada por venturas y desventuras a las que hay que enfrentar como tales. La labor de Julián y Ricardo con Narciso rendía sus frutos.

Esa mañana, Julián había recibido una llamada del arzobispado. Tras contestarla, salió de inmediato hacia las oficinas de la Mitra. Poco después, llegaba a la casa buscando a Ricardo. Le encontró, como siempre, en su despacho.

-Qué crees Ricardo? Que el señor Arzobispo me citó para presentarme al nuevo Arzobispo...

-Nuevo Arzobispo? dijo Ricardo asombrado.

-Sí, llegó un nuevo Arzobispo que se hará cargo de la diócesis...

-Y él?

-Pues seguirá siendo Arzobispo, pero ya prácticamente fuera de funciones. Dicen que por su edad...

-Su edad? Oye! Si el señor Arzobispo no es grande!

-Pues sí, pero ya ves que no sólo en el gobierno hay política...

-Política? No me digas que alguien grilló a tu cuate!

-La verdad es que no sé cómo está la cosa. El caso es que el nuevo Arzobispo tomará posesión de inmediato.

-Y cómo lo viste?

-Pues... no sé... creo que no se puede hacer un juicio con tan sólo conocerlo. No hablé con él más de dos minutos...

-Pero cómo es? joven, viejo, parlanchín, seco...?

-Como de cincuenta años, muy seco, parco al hablar... pero francamente no me cayo en gracia. Es de esas personas que no te caen desde el principio... Se llama Edmundo Barrenechea.

-No será por que viene a substituir a tu amigo?

-No... la verdad no... pero bueno, ya veremos qué pasa. Por cierto me preguntó que porqué estaba en Acapulco y no en mi parroquia. Mi amigo le explicó muy someramente lo del Padre Narciso y me pidió que hiciera un informe sobre los adelantos que he -hemos diría yo- tenido con él.

-Y...?

-Pues verbalmente le comenté que ya no es el hombre agresivo que habíamos enfrentado, que su talante había cambiado para bien y... qué crees que me dijo, así, de sopetón?

-Te felicitó?

-Nooo que va! Me dijo que entonces ya fuera pensando en regresarme a la parroquia de mi pueblo...

-Ah caramba! Y qué le dijiste?

-Simplemente que lo que él ordenara, pero mi amigo le hizo ver que consideraba muy prematura mi partida, que yo había dado algunas vueltas para ver que no se ofreciera nada y que había llevado a un sacerdote para atender a mi grey en tanto cumplía con mi misión. Entonces él dijo que esperaba que yo le presentara mi informe por escrito a más tardar mañana y ya resolvería lo conducente.

-Entonces...?

-Pues que tengo que hacer el informe, pero lo que no me gustó es que de inmediato me preguntó por mi edad...

-No me digas que te piensa “retirar”!

-No sé, puede ser... te imaginas? toda una vida dedicada a mi pueblo! Sacarme de ahí sería tanto como sentenciarme a muerte... no podría vivir fuera de mi parroquia...

-Pues buena se presenta la cosa! Pero no te preocupes... tú mismo me has dicho que Dios dispone...

-Pues sí... pero recuerda que entra el diablo y todo lo descompone!

-Vamos querido amigo! Fe y templanza, no dices siempre eso? Ruega a Dios por que te conceda lo que más deseas y dale tiempo para resolver...

-No me queda otra... bueno, voy a hacer el mentado informe. Me ayudas?

-Claro querido amigo, claro... contestó Ricardo amablemente haciendo a un lado lo que estaba corrigiendo y despejando el escritorio.

Normita llamó dos veces a la hora de la comida, pero como los vio tan enfrascados en lo que estaban haciendo les dejó seguir. Serían ya como las seis cuando acabaron.

-Que barbaridad... no me di cuenta de la hora! señaló Ricardo.

-Perdón Normita, agregó Julián, ya te dejamos con la comida servida!

-No se preocupen, ahorita caliento todo...

 

No bien terminaban de comer cuando comenzaron a llegar los asistentes cotidianos.

-Buenas padres... dijo jocoso como siempre Carlos.

-Buenas hijo, dijo Ricardo levantándose de la mesa.

-Qué pasó muchacho de porra, contestó Julián.

-Nada padre, todo bien... y ustedes, por qué comiendo hasta ahorita?

-Teníamos un trabajito que hacer, dijo su padre.

-Qué? entonces hoy no va a haber reunión?

-Sí, claro que sí, pero nos atrasamos un poco; sin embargo, ya estamos listos.

Los demás llegaron con poca diferencia de tiempo y ya se acomodaban en lo que prácticamente habían seleccionado como “sus lugares”.

Lupita entró a ayudar a Norma en la cocina.

-Hola manita. Otro percance?

-No, sólo que se retrasaron haciendo un informe que necesita el padre Julián. Cómo van las cosas con tu hijo?

-Bien, no tienes idea de que bien nos sentimos ahora.

-No vino hoy?

-Sí... ya está sentado muy comodino el canijo.

 

Ricardo titubeó un poco antes de entrar al tema, pero un gesto de Julián le animó.

-Bueno jóvenes, pues hoy vamos a hablar de otro tema que es materia de discusión y polémica: la vida secreta de Jesús. aunque les advierto que yo no le llamaría secreta, sino simplemente poco conocida.

Durante el último siglo han aparecido numerosos estudios con la intención de responder a ciertas preguntas que el público en general no conoce de la vida de Jesús. Existen los evangelios apócrifos, conjunto de libros que, si bien son tenidos en estima entre judíos y cristianos, no forman parte del canon de libros bíblicos y de los que ya hemos hablado, mediante los cuales se pueden conocer ciertas teorías sobre la vida de Jesús. Como es imposible sintetizar todo lo que hoy se sabe sobre el tema, hablaremos sólo sobre algunos datos curiosos que se registran.

Si las enseñanzas de Jesús deben mucho al pensamiento farisaico, que incluía a los grandes figuras del pensamiento judaico, hay motivos por los que podría deducirse que tuvo una formación esenia (mostraban coincidencias con los pitagóricos, eran curanderos y creían cercana la llegada del Mesías), recibida probablemente en Egipto, donde habría estudiado la magia que -junto a sus extraordinarias facultades- le permitiría hacer milagros.

El Evangelio árabe de la infancia dice que se entregó al estudio de la Ley hasta los 30 años. Por aquel entonces, el pueblo aspiraba a ser gobernado por una teocracia organizada sobre principios religiosos, por lo tanto Jesús era un rey legítimo. Se le consideraba portador de los designios de Dios, ya que el judaísmo de la época no hacía distinción alguna entre religión y política. Eso es lo que significaba en aquel tiempo el término hebreo Mesías, que equivale al griego Christos y se aplicaba a todo rey consagrado de la Casa de David. Los Evangelios aseguran que Jesús es descendiente de David por línea directa, lo que le da derecho a ser presentado como Mesías.

Varios pasajes indican que la inscripción Rey de los Judíos que Pilatos ordena se ponga en la cruz, fue para burlarse de Jesús. Por ello, no tendría sentido el considerar a Jesucristo como un simple y pobre profeta, sin embargo, yo considero, como muchos otros, que realmente Pilatos puso esa inscripción (INRI) para burlarse de los Judíos, no de Jesús. De hecho los Judíos son los que se quejan ante Pilatos y él contesta "lo escrito, escrito está".

-Oiga Don Ricardo, dijo interrumpiendo Fidel, y qué quiere decir INRI?

-Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum, es decir Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos.

-Gracias.

-Yo también te doy las gracias, comentó Lupita, porque tampoco sabía qué quería decir la famosa inscripción...

-Eso mismo le pasa a muchos católicos. Volviendo al tema, las costumbres esenias eran sumamente rigurosas pero al monasterio, que ahora se sabe estaba ubicado en Qumram, sólo podían asistir los elegidos para ser preparados en los conocimientos profundos de la religión. Así pues, cuando se habla de la estancia de Jesús ahí, y sobre todo por el tiempo del que se habla -recuerden que su última aparición pública fue a los doce años, y se dice estuvo en el monasterio hasta los treinta- no sólo se puede pensar en una capacitación, como la conocemos ahora, sino en una purificación que le permitiría aprender a usar los fabulosos poderes que como el hijo de Dios ya tenía. Por otra parte, es verdad que, si analizamos su vida pública, sus enseñanzas, sus parábolas, tienen mucho de la enseñanza esenia, aunque El las modifica muy a su modo.

-A ver... intervino Narciso, cómo está eso de que muy a su modo? ahora me vas a decir que Jesús no respetaba las propias leyes expedidas por su bendito padre?

-Bueno, si lo vemos con ojos de simples mortales, eso nos puede parecer; sin embargo creo que debemos analizarlo un poco. Cristo jamás dijo que se violentaran, por ejemplo, los diez mandamientos que, si estás de acuerdo conmigo, son precisamente las leyes básicas del judaísmo.

-Sí, pero también existían muchas otras normas por las que se regían. No vas a decir que esas sí las rompía...

-No precisamente. Mira, es algo parecido a lo que sucede ahora. Hay leyes, sí, a cual más de buena o correcta. Vamos, nuestra misma Constitución. Sin embargo, la forma en que funcionarios, legisladores, jueces y autoridades en general las manipulan  a su favor no es nada legal o correcto. Eso era precisamente lo que sucedía. Los doctores de la ley, los sacerdotes y todos aquellos que regían sobre el pueblo judío había tergiversado muchas de esas normas al grado de también hacer lo que les venía en gana. Tenían a un pueblo atemorizado y explotado por ellos, no hay más que ver la lujosa forma en que vivían. Recuerda que Jesús, muchas veces, cuando pretendían hacerle caer en alguna contradicción o violación a la ley, no sólo les mostró que las cosas no eran como ellos decían, sino como su Padre lo había ordenado. Recuerda, sobre todo, aquella famosa frase de Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.

Así pues, su doctrina tuvo como plataforma, para hablar como se habla ahora, el amor. Simplemente el amor. Pero mejor les dejo como tarea el que ustedes mismo busquen, en las bibliotecas, en las iglesias, en el mismo internet, lo que puedan encontrar sobre esa etapa de la vida de Jesús.

-Buena tarea, dijo Narciso engallado, pero te la he de traer.

Ricardo recordó que le había mostrado unos libros y sólo sonrió.

-Nosotros también, dijeron los muchachos.

-Bien, sólo recuerden que de lo único que podemos estar seguros es de la meticulosa educación religiosa y patriótica, como era tradición entre los judíos, que le inculcaron sus padres. Marcello Craveri señala que puede decirse que esta educación impregnaba todos los actos y momentos de la jornada. El mundo en que vivían los hebreos era completamente sagrado y en cualquier circunstancia, aún la más simple, daban gracias a Dios recitando una bendición.

-Ojalá y lo hicieran hoy, dijo Lupita...

-Hiciéramos, dijo el otro, contestó Jazmín de inmediato.

-Haaaa... y cuidado con la expresión que acabas de tener, dijo Narciso observador, ese Ojalá es islámico... significa Quiera Alá...

-Ah caramba, exclamó Jorgito asombrado... así que mi mamá es atea!

Todos soltaron la carcajada.

-No precisamente, señaló Ricardo, hay muchas palabras o expresiones árabes que se sumaron al romance español; recuerden que los españoles estuvieron sojuzgados mucho tiempo por las huestes islámicas...

Pero... volvamos a lo que estábamos y sigo con Craveri, que a su vez cita a Klausner. La tradición cristiana se complace en imaginar a Jesús ayudando a su padre en los trabajos de carpintería. Justino mártir, que vivió un poco más de un siglo después, asegura, aunque esto sea poco merecedor de crédito, haber oído hablar en Palestina de arados salidos del taller de José, que habían sido hechos por Jesús.

-Bueno, pues si quieres que te traigamos tarea... mejor nos vamos a descansar... indicó Norma.

-Tiene razón Jefe, crees que todos somos esclavos como tú?

-Pues que pasen buenas noches todos...

-Yo quisiera retirarme a descansar pues mañana me espera un día muy pesado, dijo Julián. Podrías hacerme el favor de ir a dejar a Narciso tú solo Ricardo?

-Nooo... por mi no se preocupen, dijo inmediatamente Narciso, bien puedo tomar un taxi, que ya no soy un niño para que tengan que irme a dejar... gracias Ricardo, deveras, descansa tú también...

-Gracias Narciso, te lo agradezco porque yo también me siento un poco cansado..

-Bueno, pues buenas noches a todos... dijo Narciso a guisa de despedida...

-Buenas noches, contestaron los que quedaban.

-Oye Papá... puedo irme a quedar a casa de Carlos? Quiero platicar un poco con él, señaló Jazmín.

-Si tu madre no tiene objeción...

-No, ninguna... indicó Norma.

-Bueno, pues buenas noches de nuevo...

 

 

Al día siguiente Ricardo se levantó muy temprano. La tentación de lo que podría suceder con Julián era demasiada y quiso acompañarlo.

-Pero, y si me tardo? preguntó Julián.

-No importa... te espero. No sea que necesites algo.

-Bueno, si tú gustas...

 

Ricardo contemplaba algunas de las impresionantes pinturas que había en el pequeño salón de espera de la Mitra para dejar correr el tiempo, cuando se abrió la puerta del prelado. El arzobispo había salido a despedir a Julián y éste aprovechó para presentarle a su amigo.

-Mire Su Eminencia, le presentó a un muy buen amigo mío, Don Ricardo Alvarez Ayala.

-Mucho gusto, dijo Ricardo con respeto.

-Vaya, vaya... así que usted es el famoso relator del que ya me han comentado...

Ricardo se quedó pasmado. Jamás hubiese imaginado que el nuevo Arzobispo supiese algo sobre él, pero reaccionó como sólo él sabía hacerlo... a la defensiva.

-No crea todo lo que se dice Monseñor...

-Depende de quién venga... aclaró el prelado en franco reto.

-Y... le han hablado bien... o mal de mí?

-Sería cuestión de escucharle...

La sorpresa de Ricardo fue en aumento.

-Escucharme...?

-Sí señor, o bien tener una plática con usted sobre sus teorías religiosas...

-Bueno... yo sólo trato de que mi gente conozca un poco más a Cristo...

-De eso se trata amigo mío.... de eso se trata... de saber cómo lo hace...

Recuperando la cordura, Ricardo espetó:

-Pues cuando usted quiera Eminencia.

 

Ya afuera, Ricardo caminaba con paso acelerado, como queriendo alejarse de ahí.

-Oye... dijo Julián, se te olvida que soy un pobre anciano...

-Perdón amigo... perdón...

-No Ricardo.... a nadie tienes que pedirle perdón. Me entiendes? A nadie...

-Es que....

-Sí, me pude dar cuenta... pero no debes temer. Lo que haces te juro que no lo hace nadie. Así es que... adelante!

-Gracias Julián... ahora, cuéntame qué pasó... porque ese señor me da muy mala espina...

-Pues en realidad nada... oteó brevemente mi informe, lo colocó a un lado de su escritorio... y me dijo que ya hablaríamos.

-Nada más? Ni una indicación.... algo que te dé una idea de cómo va  a actuar?

-Nada...

-Pues no me huele nada bien...

-Ya veremos, Dios dirá. Lo que sí te digo es que, por alguna razón, salí con una sensación de tranquilidad tremenda. Me siento bien.

-Parece que no hay otra que esperar... oye... y quién demonios le habló de mi?

-Tengo la sospecha de que fue Narciso... o su párroco. Aunque te diré que si hubiesen hablado mal, Su Eminencia te hubiera tirado el tintero por la cabeza...

-Hummm... no creo... se ve ladino... bueno, perdón, diplomático...

-Sí verdad?

-Qué crees que quiso decir con eso de escucharme o de tener una plática conmigo?

-Pues eso... eso mismo... te quiere medir... si le dijeron que tú habías influido en el carácter del padre Narciso, tendrá su curiosidad...

-Pues sí, pero a mí es al que me deja todo pensativo...

-No te preocupes... mejor ocúpate!

Ambos rieron de no muy buena gana.

 

No bien terminaron de comer cuando el repiqueteo del teléfono les llamó la atención. Norma fue a contestar.

-Amor... te llaman de la Mitra.

-A mí...?

-Ay Dios, dijo Julián...

Mientras Norma y el sacerdote cruzaban algunos comentarios sobre lo sucedido esa mañana, Ricardo atendió la llamada regresando unos minutos después.

-Qué crees Julián?

-Qué... dijo interesado.

-Que el señor Arzobispo se autoinvitó a tomar café en mi casa hoy a las siete...

-Y...?

-Cómo y?... es la hora en que nos reunimos! Se ve que este señor sabe todo de mi...

-Pues a enfrentarlo... reclamó Julián decidido.

-Dios santo... me va a excomulgar de entrada...

-Pero por qué? cuestionó Norma un poco alarmada.

-Pues porque si no le gusta lo que digo, como sucedía con Narciso al principio, y esto es casi seguro, me va a mandar al demonio... o de perdida me va a ordenar que no siga con mis pláticas...

-Un momento, dijo enérgico Julián. Creo que te he dicho mil veces que lo que haces está bien hecho. Si te lo digo yo que soy sacerdote! entonces...? a qué le temes? a lo que te pueda decir el Arzobispo? necesitaba ser de plano retrógrada para refutar lo que haces... y francamente podrá ser mil cosas, menos eso. Yo más bien creo que es curiosidad. Recuerda que Narciso no era una perita en dulce... y eso le llama la atención a cualquiera.

-De todas maneras, avísenle a los muchachos que hoy no habrá reunión...

-Eso si que no, dijo Norma seria, si ese señor quiere venir para saber lo que hacemos... que venga! No hacemos nada malo Ricardo! Además, si cancelas la reunión y él lo que quiere es ver a todos y oír lo que platicamos, sería tanto como ocultarle esto y entonces sí podría dudar! No, como dice Julián, hay que enfrentarlo, con el respeto que merece por ser quien es, pero enfrentarlo.

-Pues... tienen razón, dijo aún sudando Ricardo. No hacemos nada malo, no decimos nada en contra de la religión, no me avergüenzo de lo que hago. Tienen razón! No sé porqué me preocupo... aunque, la verdad, tener aquí al arzobispo...

 

Mientras llegaba la hora, Ricardo se encerró en su despacho. Julián salió rápidamente a ver a Narciso y a investigar qué había pasado. Descubrió que el que había comentado sobre las pláticas de Ricardo era el párroco, al ponerlo al tanto sobre la mejora en la actitud de su auxiliar. Julián respiró tranquilo y regresó, acompañado de Narciso, a casa de Ricardo.

Los asistentes empezaban a llegar. Carlos no se aparecía y Norma estaba nerviosa; hubiese querido que llegara ya para advertirlo sobre la presencia del prelado y rogarle moderara su actitud jocosa e irreverente de siempre que, si bien tampoco tenía nada de maldad, bien podría parecerle poco agradable al Arzobispo. Pero... Carlos no llegaba!

Cuando vieron detenerse el negro auto del jerarca de la iglesia, Julián salió a recibirlo mientras Norma le avisaba a Ricardo.

En el preciso momento en que los sacerdotes cruzaban la puerta, Ricardo cruzaba la sala para dar la bienvenida.

-Su Eminencia... es un honor tenerlo en su pobre casa...

-Bendita sea ésta y todos sus ocupantes, replicó el prelado mientras Norma y los demás se veían unos a los otros. Estaban sorprendidos de la forma en que Ricardo daba la bienvenida. Lo esperaban seco, frío, distante. Pero no.

-Tenga la bondad... comentó al tiempo que señalaba su propio sillón.

-Será de casualidad este el sillón de mi anfitrión? preguntó directamente el obispo.

Ricardo se sonrojó. Hasta eso sabía? Sin embargo, contestó con aplomo.

-No importa Su Eminencia... hágame el honor.

-Gracias...

-Gusta un café? dijo Norma siempre amable.

-Pues... sí, se apetece... gracias.

-Julián?

-Claro... ya sabes que yo no le hago el feo jamás a un cafecito...

-Ricardo, te sirvo un té?

-No... café... por favor... contestó al tiempo que la tomaba del brazo y la presentaba al Arzobispo.

-Mi esposa...

-Un honor Su Eminencia...

-El honor es mío señora... gracias por permitirme visitar su casa...

-Mi hija Jazmín... Lupita, una amiga muy querida... su hijo Jorge... Fidel, amigo de mi hijo... Gloria, su prometida... Silvia, su hermana... mi amigo Rafael... faltan mi hijo Carlos y Sonia, su esposa, que ya no deben tardar...

-Mucho gusto, dijo colectivamente el jerarca.

En ese preciso momento Carlos entraba armando barullo.

-Hola familia... ya llegó por quien lloraban! A ver, a ver... que diga el que pueda... Quién demonios es Cristo?

Todos se quedaron de una pieza. La expresión de Carlos no podía haber sido menos oportuna. Incluso Julián y Narciso se quedaron sin habla.

-A ver... mi amigo... creo que le preguntaron algo... dijo serio el prelado dirigiéndose al anfitrión.

Ricardo, sin salir de su asombro, sólo acertó a decir:

-Perdón Su Eminencia... es mi hijo Carlos, del que le hablaba. Siempre tan oportuno....!

El arzobispo, al ver la turbación de todos, sonrió y dijo sentenciosamente:

-Y... quién demonios le va a contestar al muchacho?

Carlos, que de momento se sintió abrumado, se vio apoyado y exclamó nuevamente:

-Qué... nadie hizo su tarea? porque yo sí! Y que conste que aquí el curita de lujo me apoya... o no?

El Arzobispo ya no sólo sonrió, sino que soltó la carcajada y le extendió la mano a Carlos que, fingiendo una solemnidad irreverente, dijo al prelado presentando a Sonia:

-La dueña de mis quincenas...

-Mucho gusto señora, debe usted ser una mujer muy feliz con este cascabelito!

-Ay señor Arzobispo, usted debe perdonar.... pero así es mi marido...

-Vaya, pues ya quisiera yo que la mitad de mi grey tuviera este carácter... te felicito muchacho! Eres muy agradable...

-Ya ven...? Y ustedes que dicen que soy un desm... dijo interrumpiéndose al tiempo que se llevaba la mano a la boca... creo que ahora sí la regué... perdón Su Eminencia...

-No te preocupes, ya nada me espanta de este mundo, pero cuida tu vocabulario...

-Así será señor... afirmó apenado.

La escena había roto la tensión inicial. Norma, que se había quedado de un hilo, con la charola en la mano a la puerta de la cocina, retomó el camino y empezó a repartir sendas tazas de café.

-Su Eminencia, usted dirá...

-Yoooo? No, Don Ricardo, yo vine a tomar café y escucharle. Ya sabe porque, o al menos lo intuye.

Ricardo volteó a ver a Julián que asintió con la cabeza en señal de aprobación y para tranquilizarlo.

-Bueno... la verdad es que su presencia, a más de un honor, francamente me cohibe... pero si Usted está dispuesto a participar en la charla, será como amigo, y lo digo con todo respeto...

-Claro... si  yo no vine a condenar a nadie... los tiempos de la inquisición ya pasaron amigo mío... adelante, y que Dios ilumine su entendimiento.

-Gracias, dijo sinceramente Ricardo.

Miró a su lado, y preguntó:

-En verdad hiciste la tarea encomendada Carlos?

-Claro que la hice... pero si a ti te cohibe el Señor Arzobispo, a mi me aterra.... así es que sea otro el que arranque...

-Yo puedo, dijo Narciso queriendo lucirse ante su superior.

-Adelante pues...

-Yo encontré, precisamente en uno de tus libros, que es lógico que la teología cristiana encuentre inconvenientes en admitir que Jesús, siendo hijo de Dios, haya tenido que formarse una cultura a través del estudio, como todos nosotros.

-Y bien? qué piensas de eso?

Narciso miró de reojo al prelado que, curiosamente, era observado por todos. Pero al ver la impasibilidad en su rostro, continuó.

-Mira, la iglesia habla de las tres ciencias: la Ciencia por Adquisición, común en todos los hombres; la Ciencia Infusa, por la que, como Dios, conocía toda la realidad del mundo sobrenatural; y la Ciencia Beatífica, don sobrenatural posible sólo a los bienaventurados del cielo, conscientes del gozo de la visión de Dios.

Creo que esto coloca a Jesús en una posición en la que era Dios y hombre al mismo tiempo. Es decir, que había adoptado todos los defectos y virtudes del ser humano, pero también tenía los dones de la divinidad. Luego... y volvió a mirar de reojo al prelado, pienso que sí debió pasar por una etapa de preparación, de capacitación o estudio, que perfeccionó sus dotes...

-Y esto le resta divinidad a Jesús? Es decir, porque adopta la calidad humana deja de ser Dios? Carlos?

-Claro que no! El quiso ser hombre no? Yo pienso que lo hizo porque quería saber qué sentíamos, de qué sufríamos, cómo gozábamos. Sin faltarle al respeto al señor Arzobispo, yo creo que muchos curitas debieran hacer un poco lo que El...

-Yo también le pido perdón a Su Eminencia, pero así es... creo que el ejemplo de Jesús es algo que debieran seguir muchos... debiéramos, mejor dicho. Sentirse humano ante el hermano; no somos Dioses, claro, pero nos sentimos dioses! El de junto es un pobre tarugo! Yo soy mejor que todos! La soberbia nos ha invadido y, tan se ha vuelto costumbre, que ahora ya hasta se presume de pensar así! Dios transmitió a Jesús todas sus propiedades divinas, pero El no había hecho uso de ellas porque se había despojado, autolimitándose, de todos esos atributos. Los mismos evangelios canónicos presentan a un Jesús ni más ni menos como todos los hombres, supersticioso, creyente del demonio y los ángeles, convencido de que las enfermedades eran causadas por el demonio, pero también veía en todas las cosas humanas la intervención directa de Dios.

Aunque su vocación todavía no estaba claramente determinada, vivió frecuentes períodos de soledad y meditación. Se habla de que completó su formación viajando por la India, Egipto y Persia. Incluso se le ha colocado como discípulo de los Lamas del Tíbet y del Himalaya, seguidores de Buda y Zoroastro, pero yo me inclino más por la versión de su preparación esenia. Se impone cada día más la hipótesis, que hasta ahora era negada o puesta en duda por muchos autores, de que Jesús perteneció a la comunidad de los esenios. El primero que sospechó esta verdad fue Bahrdt allá por los mil setecientos, que fue tildado de de visionario; más de medio siglo después, el escritor hebreo Klausner volvió a plantear el tema con mayor aportación de elementos probatorios, pero es sólo con los descubrimientos arqueológicos de Qumram en 1947 que se han confirmado estas hipótesis. El descubrimiento de los manuscritos del Mar Muerto -que, insisto, aún no han sido del todo examinados y publicados- nos proporciona por fin datos con que iluminar el obscuro período de la formación de Jesús. Si hoy consideramos a Jesús en la perspectiva ofrecida por los manuscritos, podemos entrever una continuidad y encontrar un sentido al drama que culminó con el cristianismo.

Así las cosas, debemos entender que una cosa es estudiar todas las corrientes que analizan la historia de la religión, y otra tomar en cuenta a priori aquellos datos que son manipulados sólo para denigrarla. Ejemplos como el de que Jesús hacía rabietas de niño, o contestaba a veces en forma brusca a sus padres porque no era un Dios, sino un simple mortal, conllevan una alta dosis de maldad en la propia conjetura. Contemplamos pues que se hizo hombre, y con ello aceptó todas y cada una de las debilidades del hombre. Pero se hizo hombre por voluntad propia. Si se me permite la comparación, es como tantas historias de reyes que, en un momento dado, se mezclan entre su pueblo y viven una temporada como cualquiera de sus súbditos para conocer más de cerca sus problemas, sus sufrimientos, sus ansias y sueños. Por qué Jesús no tendría el derecho de hacerlo? Alguien más puede alegar que si era Dios, hijo de Dios, debía ser omnisapiente y por ende conocer la vida del hombre, pero El escogió vivirla, vivir incluso la traición y el desengaño. Creo que el mejor argumento que he encontrado siempre, cuando hablo con algún representante de una de esas centenas de sectas que han surgido, es muy simple: Quién, como El, ha logrado cambiar el pensamiento de la humanidad, de toda la humanidad, hebreos y no, judíos y no, católicos y no... en menos de mil días. No hay precedente alguno, ni aún entre los grandes iniciados. Si uno de esos reyes de los que hablábamos tenía el derecho de andar entre su pueblo, con mayor razón el hijo de Dios.

Ricardo, como siempre le sucedía cuando hablaba sobre Cristo, había olvidado su preocupación por la presencia del Arzobispo. Se apasionaba en realidad. Pero, cuando volvió la cara buscando a Julián para preguntar por su opinión, se topó con la faz del prelado que, con las manos juntas, recargada la barbilla sobre la punta de los dedos, escuchaba atento su perorata. Ricardo se estremeció, pero tuvo el aplomo de cambiar el destinatario de la pregunta.

-Usted que opina Su Eminencia?

El Arzobispo abrió las manos a los lados, las volvió a unir entrelazando los dedos y dijo lentamente:

-Lo que puedo decir es que me he encontrado con un profundo amante de la divinidad de Cristo. Un hombre que siente lo que dice, y lo dice porque lo sabe. Es verdad que mucho se ha dicho sobre los años obscuros de la vida de Jesús, pero, como usted mismo dice, los documentos no se han acabado de interpretar. Las coincidencias entre las normas esenias y las de la nueva iglesia naciente a raíz del sacrifico de Cristo son, efectivamente, muchas. Pero no debe asombrarnos que los cambios se den paulatinamente. La iglesia no puede reconocer un hecho si este no ha sido absolutamente probado, pero tampoco lo niega. Una cosa es verdad, Cristo mismo quiso despojarse de los dotes divinos de su padre para sufrir como el hombre, de ahí que haya llegado incluso al sacrificio de la cruz. Qué no diéramos los hombres de la iglesia por también saber con seguridad lo sucedido durante ese período; el tiempo se abre a la vista del hombre y quizá no seamos nosotros los que lo conozcamos, pero el mismo Dios nos ha dado los dotes para entenderlo y debemos aceptarlo más como un favor divino que como un logro humano. El ver cómo se despojó de esa divinidad, cómo se hizo hombre para ser hermano del hombre, no debe indicarnos sino la grandeza de esa misma divinidad, la nobleza de sus sentimientos, la infinita bondad de su sacrificio por salvarnos. Pero lo más importante es su mensaje! Ese mensaje que, aparentemente contradictorio a las leyes judías, pone a cada cosa en su lugar y cada hombre en su sitio. Amor, queridos hermanos, amor!

Tras una breve pausa, el prelado dijo:

Creo que he escuchado bastante, y me retiro con el corazón henchido de gozo al notar que hay quienes se preocupan por conocer mejor a nuestro Santo Cristo; ahora entiendo muchas cosas, no podría haber sido de otra manera. A mí mismo, desde que llegué, se me ha tachado de materialista. Se dice que sólo me interesa el dinero y no el alma de mis feligreses. Es el celo propio de quienes aman a mi antecesor. Actitud que no condeno, sino comprendo con la misma intensidad con que deseo se comprenda mi magisterio. Pero la verdad, como en todo, siempre sale a relucir y la verdad de Cristo no es otra que el amor que desparramó entre la humanidad en, como lo dice Ricardo, apenas mil días. Gracias amigos míos. Gracias por permitirme escuchar hablar con tal vehemencia, y observar con que atención se vive la palabra de Dios, porque el que habla de El, lo hace en su nombre.

 

El prelado se levantó lentamente de su asiento. Todos lo siguieron. Ricardo se había quedado demudado. Julián le vio con ternura y le guiñó un ojo con una cómplice sonrisa apenas notoria. Norma tenía los ojos llorosos. Carlos se olvidó de sus bromas y, simplemente, abrazó a su padre por la cintura.

La despedida fue respetuosa, pero casi en silencio. Narciso salió tras el jerarca humildemente. Al abordar su auto, el Arzobispo extendió su bendición desde la ventanilla, y se alejó lentamente. Nadie comentó nada.

 

 

Norma entró al baño para avisarle a Ricardo que el desayuno estaba listo. Este asomó la cara por el medio de la cortina, jaló por la cintura a su esposa y le plantó un largo beso en la boca.

-Y eso? dijo asombrada.

-Qué... ya no puedo mostrarle a mi esposa el amor que siento por ella?

-No... sí... pero...

-Calla mujer, que empañas la felicidad de la mañana...

-Ahhhh... ya entiendo... lo de anoche, no?

-La verdad... sí, dijo poniéndose serio al tiempo que se enredaba en una larga toalla. Bastaron unos minutos para que el arzobispo calificara mi forma de pensar y... sabes?... me siento muy satisfecho...

-Creo que tanto Julián como yo, y desde hace buen tiempo, te hemos dicho que haces bien... el grupo creció y tus palabras no han caído en tierra infértil...

-Bueno, sí... y se los agradezco, pero esas mismas palabras, venidas de un jerarca de la iglesia... bueno.... como que adquieren un valor diferente...

-Ya, presumido... que el desayuno se enfría y Julián se impacienta...

-Todavía está aquí?... yo creí que ya se había ido...

-No, te está esperando.

 

-Mi querido Julián... no sabía que me estabas esperando, de otra manera me hubiera apresurado...

-No te preocupes Ricardo; en realidad te esperaba porque quería comentarte que ayer pude confirmar que el que habló sobre ti fue el párroco. Le contó al señor arzobispo lo de Narciso, y sus cambios.

-Eso explica que no viniese con la espada desenvainada...

-Sí, pero no explica otras cosas...

-Como cuales? preguntó Ricardo extrañado.

-No sé... como que conoce más de ti de lo que suponemos...

-Es verdad...

-No pudo haber sido el párroco el que le informara de algunos otros detalles que el señor arzobispo bien conoce sobre ti...

-Qué crees tú entonces que signifique eso?, dijo Ricardo nuevamente nervioso.

-Oigan... intervino Norma... sus deducciones ya me suenan a película de espías. Dejen de especular. Qué puede importarle al arzobispo la vida de Ricardo más allá de sus pláticas? Yo creo que, tras haberle informado el párroco de lo sucedido con Narciso, quizá el propio arzobispo investigó un poco por su cuenta. No puedes negar que eres un hombre público Ricardo; así es que mucha gente sabe de tu vida, tu trayectoria, tu forma de pensar y actuar... incluyendo las pláticas que por lo que veo se están volviendo más famosas de lo que pensaba.

-Creo que Normita tiene razón, dijo Ricardo más para consolarse a sí mismo que para convencer a Julián. Total, como decías tú mismo ayer... qué puede pasar? Hay que enfrentarlo... y si ya vimos que le gustó en vez de sancionarlo, pues.... hay que seguir, no?

-Hummm... así sea, suspiró Julián no muy convencido.

 

Ricardo llegó al café y saludó a su compadre el diputado.

-Hola Celerino, qué cuentas?

-Vaya compadre... tenía varios días que extrañábamos tu presencia en esta polifacética mesa...

-Cobardes... tenían miedo de que sus flacas caballadas se vieran desorientadas sin mi guía, verdad? dijo Ricardo bromeando sobre el ambiente político de la mesa. Qué novedades tenemos?

-Nada compadre... estábamos recortando al nuevo arzobispo...

-Ahhh caray... me interesa el tema, dijo de inmediato el escritor.

-Este compañero dice que lo conoce, que es de los curitas que llevan el signo de pesos en los ojos, como en las caricaturas...

-Será...?

-Sí señor, dijo el aludido de inmediato, y vaya que si lo conozco! Fue párroco allá en mi pueblo hace un titipuchal de años y para todo sacaba lana. Hacía bailes, kermesses, rifas... bueno, cobraba hasta por salir a dar los santos óleos...

-Tanto así?, comentó dudoso Ricardo.

-Deveras! Bueno, con decirle que hasta se habló de una muchachita embarazada...

-Oiga! Eso es una acusación muy seria... debe tener cuidado!

-Huyyyy.... ya le salió la sotana a mi compadre! Cálmate! Si nada más está diciendo que se “decía”...

-No compadre, no es así, usted sabe que soy lo más objetivo que puedo, pero me molesta mucho que se hable de cualquiera tan a la ligera...

-Y, ultimadamente compadre... a usted qué le importa?

-No precisamente compadre, pero si me permite recordarle, precisamente así fue como nos conocimos, no? Alguien escribió una serie de sandeces sobre usted cuando empezaba su carrera como líder de los trabajadores hoteleros, a mí me parecieron, como las de ahorita, hechas al vuelo y sin sustento, y simplemente escribí defendiendo no tanto a usted, sino al respeto que se debe a la privacidad de una persona, sea quien sea, y la ingente necesidad de basar en pruebas aquellas acusaciones  o señalamientos que hacemos los que escribimos... recuerda?

-No, pos sí compadre...

-Entonces? Que le extraña que suceda lo mismo ahorita... sin importar que se trata del arzobispo.

-Ya compadre....ya! bájele tantito... tal parece que en vez de charla de café esto fuese un tribunal... carajo... si siempre he dicho que usted debió ser político... dijo conciliador Celerino.

Ricardo comprendió que se había exaltado casi sin motivo. Se sintió avergonzado y cedió.

-Está bien compadre, pero ya le dije que yo soy gente decente, por eso no podría ser político....

La broma despejó la ligera tensión que se había sentido en la mesa. Sin embargo, Ricardo quería saber más sobre el arzobispo.

-Bueno, y volviendo al tema... que más se dice del prelado?

Tímidamente, el relator reinició sus comentarios.

-Pues les decía yo que en la Mitra se comenta que mandó al demonio el proyecto del Cristo Monumental que se había pensado para El Veladero, y en su lugar quiere hacer una nueva catedral... allá, en donde está la Iglesia de Cristo Rey...

-Y por qué en ese lugar?... está muy alejado del centro, no?

-Porque también se dice que tiene pique con el Padre Abel, y que ha asegurado que lo sacará no sólo de su parroquia sino hasta de sus orfanatos...

-Ah caray! Pues si es así el señor arzobispo se va a echar encima a casi toda la sociedad acapulqueña...

-Yo ya crucé un par de palabras con él, dijo el diputado, y me pareció un tipo muy soberbio...! No me gustó nada...

-Bueno, él piensa que es celo de los que quieren a su predecesor.... y dice que lo comprende...

-Oye compadre... y tú cómo sabes eso?

Ricardo se vio atrapado en su desliz. Sonrió y tuvo que reconocer ante todos ellos su incipiente relación con el prelado.

-Qué dijiste compadre? Que ayer estuvo en tu casa? Pues vaya que esa sí es noticia.....! Yo sabía que eras mocho, pero de eso a que te llevaras de cuartos con el arzobispo... pues no! Carajo! Vaya que tengo un compadre con influencias divinas!

-No exageres compadre! La verdad es que no tengo ninguna relación con él. Y si la tuviera... de qué me serviría?

-Para salvar su alma...!!! dijo jocoso uno de los de la mesa, ante lo que soltaron la carcajada todos.

 

Al despedirse los otros comensales, Ricardo pasó a solas un buen rato pensando y analizando su relación con los sacerdotes y el prelado, todo surgido desde que empezara sus pláticas con Carlos. Qué influencia había tenido en su vida la presencia de cada uno de ellos. El no era precisamente un comecuras -si bien sí lo había sido durante su juventud- pero tampoco aceptaba de muy buen grado la actitud siempre interesada y el materialismo de muchos de ellos. Su relación con los curas no pasaba más allá de la que tuvo, precisamente, con los que le hicieron perder la confianza en los representantes de la iglesia.

El primero fue aquel que le diera la Primera Comunión, párroco de la Iglesia de Santiago en Puebla y al que todo mundo conocía como “El Chanclas de Oro”, ya se imaginarán porqué. El otro, fue Arturo.

Arturo era un sacerdote relativamente joven, responsable de una parroquia en el Puerto de Veracruz. Era el confidente de una mujer con la que Ricardo tuvo una relación corta -de apenas un par de años- pero tormentosa. Desde que se lo presentó la señora, Ricardo pudo notar la incomodidad en el rostro del cura. Si bien aceptó, poco a poco, la relación de ambos, no dejaba de ser asistente asiduo en toda reunión y fiesta de la casa, que eran casi cotidianas. Era borracho, mal hablado y amante de los cuentos picantes y los comentarios soeces de corte sexual. Ricardo notó una ocasión que una de las amigas de la señora se había citado, con la complicidad de ésta y en la propia casa de la pareja, con el joven sacerdote. La encerrona duró un poco más de dos horas. Tiempo después, haciendo una recorrido de vigilancia por Mocambo -entonces Ricardo formaba parte de las fuerzas armadas- al internarse entre los árboles que formaban un pequeño bosquecillo al que se iban a refugiar las parejas por las noches, Ricardo se topó de frente con el auto del sacerdote y del que sobresalían un par de piernas de mujer en plena actividad sexual. Si bien el auto podría haberlo llevado cualquier otra persona, Ricardo pudo observar el rostro del cura que volteara breve, pero claramente, ante el reflector de la vigilancia. Sin embargo, el colmo de todo fue cuando llegó una noche del trabajo y se encontró con que el cura estaba, completamente ebrio, en su casa y escandalizando sumamente enojado por que su hermana -la que le había acompañado por algunos años como auxiliar en la parroquia- había sido pedida en matrimonio. La actitud del cura no era la del hermano molesto, no, era la del amante dolido por la traición -como él mismo la calificaba- de la mujer que reclamaba como “suya”. Desde entonces, Ricardo no era muy amante de los sacerdotes; desconfiaba de ellos, les buscaba defectos y, claro, se los encontraba.

Tiempo después, varios milagros le devolvieron la fe. Primero, amante de las motos como era, se estrelló con una de ellas en forma tan salvaje que quedó desbaratada; sin embargo, él no tuvo un sólo rasguño, fue a parar a la arena de la playa y así salvó la vida. Otra ocasión, también en moto, corría por la carretera federal a Orizaba a la altura de un campamento de Caminos, cuando en una curva derrapó y la moto salió despedida de sus piernas. El rodó a lo largo de un terraplén y, ante la mirada asombrada de los trabajadores que corrieron a auxiliarlo, se levantó para sólo sacudirse el polvo de la tierra, igualmente sin un rasguño.

Un día, cazado por un supuesto rival que le esperó pacientemente frente a su casa y le pegó un tiro que le atravesó de lado a lado, se vio gravemente herido y hospitalizado en el Issste. Tres días después, medicina moderna al fin, le levantaron a caminar y se le declaró peritonitis al mediodía. A media noche, su padre y un amigo entrañable localizaron al Director del hospital emborrachándose en una conocida cantina de los portales veracruzanos. A punta de pistola, pues se negaba a ir a operarlo argumentando que ya no tenía esperanzas por el tiempo que llevaba con peritonitis, llevaron al médico que operó de mala gana.

Cuando Ricardo volvió en sí, estaban a su lado uno de los médicos asistentes en la cirugía y una enfermera amiga de la familia. Ricardo les contó que se veía tirado cuan largo era, bocabajo, y asomándose por un claro entre unas nubes desde donde veía cómo el médico jalaba inmisericorde sus intestinos y cortaba a diestra y siniestra enfurecido. Incluso comentó que había escuchado las palabrotas que el galeno profería en su molestia. El asistente y la enfermera se desmayaron de la impresión, pues lo narrado por él correspondía exactamente a lo sucedido dentro del quirófano. Ricardo entendió que había vivido un hecho más que sobrenatural.

Un año después, agotado física y mentalmente por la larga hospitalización, fue dado de alta. Lo que no supo, sino hasta después, es que los médicos del Issste en realidad le habían mandado a morir a su casa pues, si bien no se agravaba, tampoco mejoraba.

Una vez ubicado en casa de su padre en la angelópolis, un médico amigo de éste fue desde México a verlo.

-No te preocupes amigo mío, le dijo el galeno a su padre, te aseguro que no se me muere. Doy mi vida a cambio de la suya.

Esa última frase, que no tuvo mucha importancia al principio, se volvió un enigma al paso del tiempo pues, conforme Ricardo mejoraba, el médico envejecía rápidamente... hasta que Ricardo sanó por completo y el amigo de su padre murió.

Si bien durante algún tiempo Ricardo no abandonó la disipada vida que llevaba, los días de reflexión, y su experiencia durante la visita papal, tuvieron su resultado. Se acercó más a la iglesia y hasta ingresó a varios cursos bíblicos que brindaban las dos corrientes que se habían formado: la tradicional y la de la Teología de la Liberación. Así aprendió a amar la historia de su religión y se enfrascó en una larga tarea de aprendizaje y amor a Dios, a quien prometió que propagaría su palabra de la mejor forma posible. Ya para entonces, Ricardo había abrazado con más fuerza una carrera que había iniciado paralelamente años atrás: el periodismo y la literatura.

 

Salía del café cuando vio pasar a Julián. Le hizo señas y se dirigió a él.

-Qué pasó? Fuiste a la Mitra?

-Sí, acabo de salir de ahí...

-Y...?

-Y... qué? dijo el sacerdote jugando con las ansias del escritor.

-Vamos Julián... no me tengas en ascuas...

-Por qué ahora tan inquieto? qué no sabes que te vi salir del café? Tú si puedes tomar tu cafecito, verdad? Y yo? enfrascado con el señor arzobispo, no?

-Ahhh vamos... ahora entiendo... anda pues, vayamos a tomarnos un café...

 

Ya instalados, Julián contó a Ricardo que el arzobispo le había recibido un poco más amable que las veces anteriores y que le había preguntado directamente si le gustaría retirarse.

-Y qué le contestaste?

-Qué le había de contestar... que no! que amaba mucho mi parroquia, que la gente estaba muy acostumbrada a mí, que me gustaría morirme ahí mismo, aunque me enviara a dos o tres auxiliares...

-Y qué te dijo?

-Se colocó las manos como ayer... reflexionó un momento y luego me dijo que si aceptaría que los auxiliares se hicieran cargo de todo, sin abandonar mi puesto como párroco.

-Y...?

-Mira, no porque estoy viejo me siento cansado. Sí, entiendo que los años son un peso, pero creo que aún puedo con la responsabilidad. Sin embargo, creo que era la mejor forma de continuar al frente de mi grey... y acepté!

-Vaya... y que te dijo él?

-Algo que me asombró... que a él le hubiera gustado tener una parroquia que amar tanto como para desear morir ahí mismo!

-Bueno, pues yo me acabo de enterar que él también tuvo su parroquia... pero...

-Sí, ya estoy enterado también... pero no son las cosas como las cuentan. El dejó la parroquia porque quiso hacer carrera como jerarca... tú sabes, es como el burócrata que pasa la vida atrás de un escritorio, siendo el que en realidad mueve los hilos de la administración, mientras otros, en calidad de Jefes, van y vienen...

-Y de mí... te comentó algo?

-Mucho... habló mucho sobre ti. Jamás imaginé que supiera tanto. No cabe duda que la iglesia trabaja igual que gobernación. De cada uno tienen su archivo...

-Oye! Me sorprendes...

-No... no lo tomes a mal.. la verdad es que te tiene en muy buen concepto. Lo que me llama la atención es la información que tiene...

-Ya habla claro...!

-Bueno, opina lo mismo que yo, que tienes facilidad de palabra, una convicción a toda prueba, que te has adentrado realmente en los recovecos de la teología, que eres el hombre ideal para algunos propósitos de la iglesia, que las sectas nos están ganando la partida....

-Un momento... un momento... qué quiere decir con eso de que soy el hombre ideal para algunos propósitos de la iglesia...?

-Simplemente, hacer lo mismo que haces ahora... pero por escrito...

-Cómo por escrito?

-Sí... quiere hablar contigo para ver si puedes escribir un libro sobre la vida de Jesús con la misma técnica que usas en tus pláticas...

-Oye... tener una charla con mis gentes no es lo mismo que escribir un libro... por favor!

-Escúchalo... ve qué es lo que quiere... qué pierdes?

-Hummm... esto ya me huele a complot tuyo y del señor arzobispo...

-No, en verdad... pero también a mí me gusta la idea...

 

Los dos amigos llegaron a casa sin hacer más comentarios. En la puerta estaba Rafael, que llegaba apenas.

-Amigos míos... les traigo un disco compacto con música clásica para que se entretengan un poco...

-Hola Rafael, gracias por el disco... dijo distraído el escritor.

El arquitecto vio interrogante a Julián que sólo se encogió de hombros. Pasaron al despacho.

-Oye Rafael... que pensaría tú si te dijera que me piden escribir un libro sobre la vida de Cristo?

-Puedes, no?

-No te pregunté eso... te pregunté qué pensarías...

-Bueno, ya sabes que yo no comulgo mucho con la religión, pero si lo escribes como lo platicas, y conociéndote, creo que sería un buen libro. Ya hemos platicado muchas veces sobre la falta de literatura propia para el entendimiento del hombre común y corriente. Todos los libros sobre religión son aburridos y técnicos, si se vale la expresión.

-Gracias amigo mío. Ya veremos pues.

-Por lo pronto, dijo Julián, debes esperar a que sea el propio arzobispo el que te haga la propuesta. No vayas a mencionar que ya te lo había dicho porque se me arma...

-Y tú crees que él no te lo dijo precisamente con esa intención?

-No... no lo creo, pero ya veremos...

 

-Amor, dijo cariñosa Norma, hablaron los muchachos y dijeron que ahora les toca a ellos suspender la charla de esta noche. Es cumpleaños de Silvia y quieren que los alcancemos en su casa.

-Y los demás...?

-Ya les avisé, allá nos encontraremos todos.

-Nos acompañas Julián?

-Claro que sí, faltaba más... que no soy como de la familia?

-Claro... claro... y tú, Rafael?

-También voy, no tengo nada que hacer. Ya sabes que vengo de “jubilado”

-Bueno, pues sólo faltaría avisarle a Narciso...

-Hummm... qué te crees, dijo Norma, si él fue el que organizó todo!

Los tres amigos se vieron entre sí con extrañeza.

-Pues vaya con el curita alborotador, dijo bromista Julián.

-Vayamos pues... que no quiero regresar muy tarde, indicó Ricardo.

 

 

La fiesta fue un éxito. Incluso Ricardo se desveló hasta cerca de las cuatro de la mañana. Por eso mismo, ese día se dio el lujo de levantarse tarde. Pasó la mañana leyendo y, por la tarde, comenzaron a llegar todos.

Carlos entró a la cocina y le dijo a Norma:

-Normita, no puede regalarme un cafecito? Todavía me dura la desvelada...

-Pues hasta qué hora estuvieron?

-Huyyy... con decirle que nos amaneció...

-Vaya con ustedes... ve a la sala, ahorita te lo llevo...

Tras agradecerle la atención a la esposa de su padre, Carlos se enfiló hacia donde estaban los demás pero, al pasar por el pasillo, se topó de frente con Narciso a quien saludó ya afectuosamente.

-Hola curita...

-Hola flaco... que dice la desvelada...

-Calla... ni la menciones que todavía me debo sueño...

-Oye, quería preguntarte algo...

-Tú dirás...

-Te caigo mal?

La pregunta tomó de sorpresa a Carlos pero, tras unos segundos de descontrol, soltó la carcajada.

-Que si me caes mal? .... mira, la verdad es que me caías en la punta de la....

-Oye...

-Pero ya no curita... ya no... has cambiado un resto... y esto te ha ganado mi simpatía... te perdono, como dice mi papá.

-Ahhh sí...? Y puedo saber por qué te caía mal y por qué he cambiado?

-Pues me caías mal por que llamabas a los fieles a “acabar”... o mejor dicho, con tus propias palabras... a exterminar al enemigo, como calificas a todos los que no piensan como tú... y has cambiado porque del cura revoltoso que eras, ahora eres un hombre ecuánime, estudioso... más centrado, vamos.

-Humm... en verdad se sentía que eso era lo que decía...?

-Se sentía! Vaya con el curita... lo decías! que no es lo mismo.

-Caray... fíjate que casi podría jurar que no eran esas mis intenciones...

-Pues si no lo eran, vaya que alarmaste a más de uno... sobre todo al padre Julián...

-Al padre Julián...? por qué...?

-Pues porque le dijeron que te enviarían a su parroquia para que te controlara y pensó en lo que sucedería si llegabas con tus discursos soliviantadores a un pueblo como ese...

-Dios Santo... en verdad así lo sintieron...?

-Claro que sí... pero no vayas a decirles que yo te conté porque se me arma la gorda....

-Jesús... ! en qué demonios estaba yo pensando....?

-Mira curita... lo bueno de todo es que ya no piensas así... y eso es todo...

Narciso dejó irse a Carlos y se quedó pensativo recargado en la esquina del muro.

-Bueno jóvenes, dijo Ricardo llamando a todos, vamos a empezar... por favor...

Norma se apuró a llevar, ayudada por Silvia y Jazmín, el café para todos. Ricardo empezó su charla.

-Vamos a dejar, de momento y dado que más adelante haremos algunos otros comentarios sobre el tema, la vida de Jesús con los Esenios y pasemos a su vida pública.

Craveri, como muchos otros, señala que no fueron los esenios los que iniciaron a Jesús en su actividad pública, sino Juan el Bautista, de quien se afirma que también era miembro de la comunidad esenia y muy probablemente maestro del propio Cristo.Uno de los aspectos destacados de ese momento es que, sin entrar en la polémica de los años del suceso -que algunos fijan entre los años 26 y/o 27- y recordando que entre Jesús y Juan había una diferencia de edad de unos cuantos meses, de lo que podemos estar seguros es de que Jesús cumplía los 30 años, edad requerida por la ley hebraica para poder ejercer el ministerio sacerdotal. Juan, entonces, también tenía unos cuantos meses de vida pública, sin embargo, y a pesar de ambos tener los mismos principios esenios llegaron a diferir en su enseñanza. Veamos porqué.

Y aquí repito que debemos conocer el entorno y las costumbres en que se vivía en esa época para comprender muchas otras cosas. Debemos, por lo tanto, y de acuerdo con Craveri, indagar si en esos años el examen de la conciencia histórica permite circunstancias que puedan justificar un florecer de la actividad profética como tal.

En el año 26 los sucesos políticos pesaban sobre la vida palestina humillando y perturbando a sus habitantes, lo que justifica en sí un nuevo vigor profetista que llamaba a un cambio ante el embate intolerable de las fuerzas del mal. Recuerden que están sojuzgados por los romanos.

Aquel año, nos cuenta el autor, Poncio Pilato había tomado posesión de su cargo de Procurador Romano, pero los inicios de su mandato fueron desastrosos. Sus antecesores habían guardado un cierto respeto por los sentimientos religiosos hebreos, evitando en Jerusalén efigies del emperador romano, pero Pilato consideró que esto era una debilidad y substituyó los estandartes romanos por otros que tenían la imagen de Tiberio. Sin embargo, los judíos no lo aceptaron y fueron en masa a pedirle que los retirara. Cinco días mantuvo su postura, e incluso les reunió en el hipódromo amenazándoles con ser masacrados por sus soldados, pero los hebreos se mantuvieron firmes y, ante su decisión y los ruegos de los propios hijos de Herodes, que apelaron ante Tiberio, Pilato retiró las imágenes.

Esto nos da idea de cómo se comportaba Poncio Pilato y los romanos mismos, lo que creaba una clima político y social enrarecido. Debemos recordar también la serie de impuestos que debían pagar a su dominadores, mas lo que pagaban a sus propios sacerdotes; las injusticias sociales en que se desarrollaba su vida, etc.

Un hombre como Juan, dice nuestro relator, bien pudo interpretar estos acontecimientos como signos de cólera divina, lo que le llevó a predicar con cierta agresividad verbal como veremos más adelante.

La predicación de Juan no difería en mucho de quienes le había precedido, ni de los propios esenios, sus contemporáneos. Todos denunciaban la corrupción de la época y advertían que el día del Juicio Final era inminente. Pero lo que más ponían de relieve las antiguas profecías era la catástrofe que amenazaba al mundo presente. La novedad del mensaje de Juan, que Jesús hace suyo en su predicación, es que existe también una posibilidad para los pecadores de cambiar de vida.

Aquí Craveri, tras haber analizado los citado por otros autores con algunos de los cuales difiere pero con otros comulga, indica uno de los errores de traducción. La Vulgata latina no traduce con exactitud la invitación a la metanoia  que los evangelios atribuyen a Juan: Metanoia no significa propiamente arrepentimiento, sino cambio de ideas y propósitos, una transformación espiritual, la renovación del hombre interior.

-Podrías explicarnos eso con más calma, dijo Lupita.

-Claro que sí... pero creo que será mañana, pues todos vienen cansados de la desvelada...

-Y vaya que sí, dijo Carlos estirándose cuan largo era en la alfombra donde estaba sentado.

-Cierto, agregó Sonia tomando del brazo a Fidel.

-Bueno, pues aquí se rompió una taza... y cada quien para su casa... afirmó Lupita al tiempo que ayudaba a Norma a levantar las tazas vacías.

Tras dejar limpio el lugar de la reunión, todos se despidieron.

-Padre Narciso, no quiere que lo pase a dejar? dijo Carlos comedido ante el asombro de Sonia.

-Gracias Carlitos, muy amable, contestó el sacerdote aceptando tácitamente el ofrecimiento.

Y todos partieron.

 

 

Ricardo estaba sentado en su pequeño estudio, pensativo; le daba vueltas en la cabeza la petición que, según Julián, le haría el Arzobispo. Sería capaz de escribir algo así? se preguntaba. Es verdad que había estudiado mucho sobre la vida de Cristo; le fascinaba conocer, cada vez que abría un libro sobre El, una nueva faceta divina o mortal. Es cierto que la historia guarda el ejemplo de grandes hombres, pero ninguno, absolutamente ninguno había ejercido tal influencia sobre la humanidad entera. Empezaba a sentir nuevamente una gran responsabilidad sobre sus hombros, y esto le agobiaba. Su semblante retomó aquel tinte cenizo y enfermizo que alarmara no hacía mucho a su familia.

De pronto, se incorporó y pasó a la computadora. Esta se había vuelto su herramienta de trabajo, dejando olvidada la máquina de escribir en un rincón. Abrió una página en blanco y comenzó a escribir; quería hacer la prueba, demostrarse a sí mismo que podría hacerlo aún antes de recibir la propuesta del prelado, para saber qué contestar al ofrecimiento de éste.

Tras varios minutos de indecisión, sus dedos volaron sobre el teclado. Plasmó en la página una serie de comentarios y datos que podrían servirle como base para su narración, pero al cabo de un rato notó que lo escrito no tenía ni pies ni cabeza, así es que se levantó, prendió un cigarro y dio vueltas por la habitación un buen tiempo.

No puedo, se dijo. Se acercó al aparato y canceló la página con cierta rabia. Apagó el cigarro a medio fumar y se volvió a sentar a meditar.

 

La tarde llegó pronto. Cuando se dio cuenta, ya estaban en casa todos sus escuchas. Habían respetado su privacidad y fue hasta que salió del estudio que le saludaron. Notó que Julián no se había movido de su sillón, por lo que fue él quien se acercó a saludarle.

-Hola señor cura, dijo entre serio y bromista.

-Hola señor escritor, contestó el sacerdote recalcando lo de escritor.

Ricardo le vio con extrañeza, pero no quiso aclarar nada de momento.

Lupita le dio un beso en la mejilla a guisa de saludo y dijo:

-Todos listos para escuchar lo de la metanoia...

-Pues adelante, indicó Ricardo con un raro entusiasmo.

Norma sólo se acercó y le preguntó si se sentía bien.

-Claro que sí... dijo muy seguro de sí mismo.

-Bueno, exclamó Carlos, pues arráncate viejito...

Ricardo miró de reojo a Julián que le veía insistentemente. Ya conocía esa mirada, se le había vuelto costumbre, y sabía que no significaba nada bueno para él.

-Julián... dijo de pronto.

-Sí, contestó el sacerdote incorporándose con cierta curiosidad.

-No... nada... mejor después...

-Como quieras, indicó recostándose de nuevo en el sillón.

Para Narciso no pasó desapercibido ni el intercambio de miradas ni la actitud de ambos amigos. Con un movimiento de cabeza interrogó al cura, que negó sosegadamente con una elevación de hombros y un gesto en la cara.

-La aclaración sobre la metanoia que en seguida van ustedes a escuchar es el preámbulo a lo que podemos considerar como la primera actividad pública de Cristo, el bautizo. Comentó Ricardo dando así inicio a su plática.

Creo que todos ustedes conocen la palabra metamorfosis, no es así? si alguien no la conoce o no sabe su significado puede preguntar sin pena alguna. Nadie? Bien, exactamente igual que metamorfosis significa transformación, una transformación física, un cambio de forma, así metanoia es la transformación espiritual, la renovación interior del hombre. Lutero decía en una carta a Stampitz, su maestro e inspirador: “En el nuevo testamento metanoia no tiene el significado eclesiástico, sino que hacer penitencia significa transformarse en lo íntimo. De tal forma que para el cristiano hacer penitencia no es un gesto que se cumple en una época fija, sino que es una actitud que debe permanecer durante toda la vida”.

-Oye Ricardo, exclamó Lupita interrumpiendo, podría preguntarte porqué mencionas a Lutero? Que acaso tus ideas comulgan con las de él?

-En absoluto, tú mejor que nadie lo sabe, pero no por esto debemos dejar de escuchar a todos los que opinan -y han tenido definitiva influencia, de una u otra forma en la religión- ya sean religiosos o ateos, protestantes o librepensadores etc.

Ahora bien, intentemos dilucidar una posición y otra. Ustedes han escuchado, incluso, chistes y bromas que se hacen sobre el arrepentimiento. Cabe preguntarse abiertamente, por ejemplo, para qué me arrepiento ahora? si puedo arrepentirme al final de mi vida! O bien, por el contrario, cada domingo que voy a misa me arrepiento, pero durante la semana me olvido y vuelvo a lo mismo. Es en verdad eso un cambio? Un arrepentimiento real? Tiene razón Lutero cuando dice que debemos permanecer arrepentidos, o arrepintiéndonos, toda la vida? Yo creo que no es ni una ni otra cosa. Creo que la metanoia, el cambio mismo, debe irse generando con cada arrepentimiento. Ser una especie de escuela en la que vas aprendiendo a cambiar poco a poco. Una transformación paulatina, pero real, que el hombre, el ser humano vamos, debe alcanzar continuamente. Arrepentirse hoy para volver a lo mismo mañana es engañarse a sí mismo. Pasar toda la vida arrepintiéndose -o buscando el cambio, la metanoia- para mí significa vivir una vida de pecado, de error, disimulada con ese repetido arrepentimiento. Parece juego de palabras o trabalenguas, pero es una realidad inconmensurable. El hombre, sabiendo que es débil, no puede justificar sus faltas refugiándose en un supuesto arrepentimiento; ahora bien, si intenta remediar una falta y no lo logra, pero en cambio si puede reducirla eso, señores, para mí es metanoia, cambio, una metamorfosis espiritual que unos alcanzan más pronto que otros, pero que debemos buscar todos.

-Aquí cabría señalar, dijo interviniendo Narciso, que igualmente debemos hacer un examen de conciencia para saber, conocer pues, cuales son nuestras faltas verdaderas...

-Naturalmente, exclamó Julián con un gesto entusiasmado, no como esas ancianitas beatas, dicho sea con todo respeto a su profunda y muchas veces falseada devoción, que se van a confesar todos los días declarando nimiedades que en ocasiones ni a faltas llegan, pero que repiten cotidianamente. Es menester saber cuáles son nuestras faltas, analizando con pleno conocimiento de causa cuáles fueron lo que yo llamo resbalones del cristiano y cuáles desbarres o atrocidades morales. Pero una cosa debo decir que me ha asombrado, el análisis que hace Ricardo sobre el cambio espiritual. Es verdad que debemos buscar el cambio, la metanoia para hacer uso de la palabra en cuestión, pero debemos tasar la medida en que lo hacemos.

-Claro! en nuestras familias todos hemos tenido un niño que es travieso a más no poder... y ese niño, cada que le llamamos la atención, nos dice modoso “ya no lo vuelvo a hacer...” pero cinco minutos después... ahí está de nuevo la falta! Piensen en esto cuando piensen en ese cambio espiritual, háganlo de corazón, con las verdaderas intenciones de cambiar.

-Y si no podemos cambiar? preguntó Fidel. Y si seguimos cometiendo la misma falta una y otra vez? Y no digo porque no queramos, sino porque no podemos. Por ejemplo, y si se me permite, mi padre tiene un carácter del demonio y, cada que se excede, jura y perjura que ya no se va a enojar...

-Ira, esa es la palabra si nos vamos a los pecados capitales... que ya también analizaremos en otra ocasión... bueno, pues quizá él tiene la intención, pero quizá también lo dice de momento sólo para que le perdone la familia su actitud. Si lo hace con verdadera intención, debemos buscar si no somos nosotros los que estamos fomentando en él el motivo de su ira. Ayudarlo a que, si no puede controlarla, al menos cada vez sea menor, o por un motivo más importante dejando a un lado los baladís... muchas veces el hombre, el ser, no puede lograr el cambio solo. Necesitamos ayuda...

-Cierto, dijo Norma circunspecta, si queremos a esa persona debemos ayudarle... pero lo esencial es que ese ser quiera, en verdad quiera, cambiar.

-Oiga Don Ricardo, intervino Silvia, pero no es un cotorreo eso de que nos vayamos a confesar para que nos perdonen nuestros pecados... sin meternos a ver si en realidad quedan perdonados... y ni siquiera salimos de misa cuando ya le estamos dando vuelo al pensamiento?

La carcajada fue generalizada.

-Anda pa’cuñadita que te encontraste, dijo riéndose Carlos a Fidel.

-Dios las cría y ellas se juntan... contestó el otro haciendo señas con los ojos hacia Gloria en plan de broma.

-Mira hija, comentó Julián, es cierto que muchos se van a confesar -como decía hace un rato de las ancianitas- y sobre todo los jóvenes, y creen que con cumplir la penitencia ya están perdonados. También es cierto que uno de los argumentos más desgastados sobre los sacerdotes es si en realidad tenemos la facultad de perdonar los pecados... ya hablaremos de esto último en otra ocasión, pero no es con cumplir la penitencia con lo que estamos perdonados. Es nuestro propio arrepentimiento, ese firme deseo de cambiar el que hace que nos sea perdonada la falta. Confesarse, cumplir la penitencia -que casi siempre es no más de diez Aves Marías y otros tantos Padres Nuestros- y seguir en las mismas es engañarse a sí mismo. A Dios no lo engaña nadie!

-Bravo padre Julián... así se habla! exclamó Carlos con su eterna broma, pero no le saque! Cuente... cuente sobre lo de la facultad de los sacerdotes no sólo para perdonar los pecados, sino para escuchar la confesión... porque la verdad yo me pregunto -y lo digo de plano porque ustedes nos han permitido hacerlo- Por qué demonios me voy a confesar con un hombre que es como yo?...

-Tanto yo como el padre Julián ya señalamos que de eso vamos a hablar en otra ocasión, y no porque el tema no sea interesante, ni porque “le saquemos” a hablar de él, sino porque enredaríamos un poco el tema actual. Más adelante, cuando hablemos del bautizo y la redención de las faltas -que no todo es pecado- comentaremos al respecto y de cómo nace la confesión y el bautismo mismo como institución, como sacramento. Por lo pronto, creo que por hoy le paramos...

-Sí, sí, dijo Jazmín alegre, yo ya me cansé de estar en esta sillita incómoda...

-Ay hija, señaló Norma, te hubieses acomodado en uno de los sillones...

-Hummm, sí cómo no! Si estos locos no dejan lugar a las mujeres... ya no hay caballeros...

-No mi’jita, argumentó Carlos, no es que no haya caballeros, lo que pasa es que no hay más sillones....

Así, entre bromas finales, todos se fueron despidiendo. Julián se acercó a Ricardo y le dijo:

-Ahora sí vamos a hablar...

-De...?

-No te hagas mi querido amigo que bien sabes que pude darme cuenta de que estabas escribiendo afanosamente algo... supongo que es una semblanza de lo que te dije...

-Aaahh... me andas espiando! Pues sí, fijate que sí. Sólo que no pude. Garrapateé algunas cuartillas en la computadora, pero no se me dio...

-Sobre qué escribe Don Ricardo, preguntó Fidel que aún no salía.

-Alguien quiere que escriba un libro sobre la vida de Cristo, pero no encuentro la forma...

-Ay Don Ricardo... pues escriba lo que pasa en nuestras citas... y listo! No es lo que hace usted cuando platica con nosotros....? total, qué tanto es decir lo mismo pero por escrito? indicó Fidel haciendo una seña de despedida.

Fidel había dado en el clavo! Si querían que hablara sobre la vida de Cristo “lo mismo que haces en tus charlas”, así sería!

-Qué te dejó con esa cara de pícaro? preguntó más por condescendencia Julián que por saber lo que a leguas intuía.

-Que así es... dijo Ricardo, esa es la respuesta... hacer una narración de nuestras charlas, incluyendo los pedazos de vida que se van entretejiendo con nuestra relación...

-Sí, verdad...?

-Ahhh... ya te habías dado cuenta verdad? Parece que me lees el pensamiento mi querido amigo...

-Lo que pasa es que ya te conozco como la palma de mi mano, dijo sentencioso Julián, y sé cómo vas a reaccionar...

-Sí, por eso me pones cada cuatro con tu arzobispo...

-Vale la pena... dijo el sacerdote con esa característica sonrisa suya, propia de quien se sale con la suya.

 

 

Por la mañana, Julián salió muy temprano hacia la arquidiócesis y Ricardo aprovechó para ir a desayunar con Rafael que estaba un poco desatendido. Una vez instalados en el Vips de la Gran Plaza, Rafael comentó:

-Oye, se me hace interesante lo del libro... mira, tú sabes que si no ateo, no comulgo mucho con la religión y, francamente, he oído de tu boca cosas que jamás me entraron ni leyendo, y bien sabes que soy un fanático de la lectura.

Alguna vez, y que esto no sea objeto de burla, me he sentido inquieto. Tú sabes, el constante trato con la muerte, los deudos que veo rezar desesperados, el crucifijo que a todas horas se me atravesaba en las salas de velación, en fin... el caso es que quizá mi propia soledad, por las noches, me hacía pensar a veces en la existencia de Dios y, como lo hago para todo, recurría a los libros. Primero fue la misma Biblia, pero sentí que era muy cansado leerla; después, busqué algunas otras cosas... vamos, hasta un libro de historia sagrada me compré pero jamás pude entender muchas cosas, incluso me enredaba o me parecían fantasiosas. Ahora que he escuchado parte de lo que has hablado, he entendido punto por punto de aquello que me ha correspondido escuchar... y creo que eso es bueno!

-Mi querido amigo, eso que te pasa a ti, le pasa a todos; ya lo mencionaba en alguna de mis primeras charlas. Por eso mismo considero un reto hacer ese libro, poder explicar con palabras llanas, claras, los diferentes aspectos de la historia sagrada. Algo que entienda el pueblo en general. Quizá como dicen los muchachos, una cristonovela que interese en su continuidad, que quiera el lector saber qué pasa después del último capítulo leído.

Sin embargo, no te creas, para mí es difícil; siento que me falta capacidad para hacerlo. No es lo mismo platicarlo que escribirlo...

-Pero tienes la capacidad, de eso no hay duda... además, como dice Julián, Dios te ha de inspirar para hacerlo...

-Ahhh vamos, ya has platicado de esto con Julián...

-Pues para serte franco, sí. Y creo firmemente que puedes hacerlo...

Ricardo se quedó pensativo un momento. Rafael respetó su silencio, hasta que alguien se acercó a saludar al escritor.

-Ricardo, dichosos los ojos... qué ha sido de ti...?

-Hola mi querido aprendiz de poeta... qué haces?

-Saludando a los amigos... acabo de llegar de un curso que tomé en México.

-Vaya, pues desapareciste sin decir adiós... pero qué bueno que ya estás de vuelta. Cómo te fue?

-Bien, muy bien... te voy a contar, pero por favor no te vayas a reír...

-Antes permíteme presentarte a Rafael, un buen amigo de Morelia que vivía aquí... no sé si lo recuerdas, era el propietario del horno crematorio... Rafael, Gerardo, otro buen amigo...

-Claro que sí... mucho gusto en saludarle. Pues fíjate que el curso al que me invitaron era sobre creación literaria en la UNAM, pero tenía mucho tiempo libre. Era de ocho de la mañana al mediodía. Así es que una tarde, paseando por el centro histórico, vi que anunciaban en una iglesia un Curso Bíblico y, no sé por qué francamente, entré y me inscribí de buenas a primeras....

-Vaya coincidencia... exclamó Rafael.

-Por qué? preguntó curioso el amigo.

-Pues porque aquí Ricardo está dando una serie de pláticas a miembros de su familia y amigos, precisamente, sobre historia sagrada...

-No me digas... pues yo no quiero perderme de eso... comentó entusiasmado Gerardo.

-Caray... en realidad... no te sientas obligado... son charlas informales pero... si tú quieres, eres bienvenido a mi casa...

-Son en tu casa?

-Sí...

-Bueno, pues nada más dime a qué horas son y ahí te caigo...

 

Tras ultimar detalles sobre la cita, los tres amigos se retiraron del café. Ricardo y Rafael enfilaron hacia la casa del escritor para llegar a comer a buena hora. Norma ya les esperaba acompañada de Jazmín y de Julián, que había llegado temprano.

-Hola amor, cómo les fue?

-Bien, pero aquí Rafael hace crecer la concurrencia...

-Ja... dijo Julián, y hace bien...

-Ay papito, comentó Jazmín, vamos a necesitar rentar un salón en un par de semanas...

La risa fue general.

 

Gerardo fue de los primeros en llegar. Ricardo lo llevó, acompañado de Julián, Narciso y Rafael, a su estudio.

-Nos tomaremos un café mientras llegan los demás, dijo el anfitrión.

-Bendita sea esa palabra, exclamó Julián.

Gerardo se sentía un poco incómodo ante las sotanas de los curas y así se lo hizo saber a Ricardo.

-Pues estos señores que ves aquí son tan buenos amigos como tú, explicó, y al trato les conocerás por lo que te ruego que te sientas en completa libertad de comentar, explicar o preguntar lo que gustes. Todos tenemos una mente abierta. Ahora que sí quisiera explicarles algo a ellos y con tu permiso. Si Rafael es comecuras señores, Gerardo le da veinte y las malas. Aún me tiene asombrado que haya tomado un curso bíblico, porque siempre ha sido uno de los más acendrados cuestionadores de la historia sagrada. No es verdad amigo mío?

-Bueno, dijo un poco cortado, yo no sé si lo estás diciendo para exhibirme ante tus amigos, pero al final de cuentas es verdad. Muchas cosas de la religión son un verdadero misterio o una soberana mentira, por lo que -y no te asombre- quise escuchar un poco las explicaciones de los catequistas que dieron el curso. Los amigos de mi amigo son mis amigos, de eso no cabe duda señores, pero de ahí a que porque están ustedes presentes yo me retraiga en mis cuestionamientos -sobre todo si me da la libertad de hacerlo mi querido Ricardo- hay mucha distancia.

-Nooo... si ya lo veo, comentó jocoso el padre Julián.

-Pues aunque lo dude, contestó en igual forma Gerardo.

-Se me hace que ya tengo un buen aliado y ahora sí me van a escuchar algunas cositas, agregó Rafael orondo.

-Pues a darle que es mole de olla, contestó retador el padrecito. Por lo pronto, y mientras nos agarramos del moco, bienvenido Gerardo; como tú dices, los amigos de Ricardo, son nuestros amigos.

-Al que le va a dar gusto decirle aquí al señor unas cuantas verdades es a mí, sentenció Narciso, que había permanecido a la expectativas.

 

Los amigos se encaminaron a la sala, en donde ya les esperaban los demás. Ricardo hizo las presentaciones respectivas y Norma colmó nuevamente las tazas de humeante café.

El inicio de la vida pública de Cristo, y la llegada de Gerardo, daría un nuevo giro a las charlas del escritor.

-Buenas tardes a todos, quisiera antes que nada presentarles a otro buen amigo mío, Gerardo, que desde ahora se suma a la amable concurrencia y es de los que no tienen pelos en la lengua...

-Bienvenido, corearon todos casi al unísono.

-Bueno padre, ahora sí te me estás luciendo, comentó Carlos en su siempre festivo tono, ya mero te me conviertes en orador oficial de la Santa Sede...

Algunos rieron ante la ocurrencia, pero Gerardo intervino de inmediato:

-Claro que no me negarán ustedes que Ricardo estaba ya bastante ensotanado con lo de la religión... es más, se había hecho fama oculta de mocho entre algunos amigos que, eso sí, siempre respetamos su forma de pensar.

-Y usted es ateo? preguntó con cierta sorna Narciso.

-Ateo, lo que se dice ateo, no. Creo en Dios pero a mi modo.

-Claro, como muchos... señaló Lupita.

-A eso se le llama conveniencia, agregó Narciso.

-Bueno, bueno, ustedes dirán lo que quieran, pero con el debido respeto, señores curas, ustedes son los culpables de que esos muchos nos alejemos de la iglesia. Cómo podemos creer en hombres que por un lado pregonan la caridad, y por el otro condicionan hasta los más elementales servicios religiosos a la retribución económica? Y qué me dicen de los lujos de la iglesia misma?...

-Anda! gritó entusiasmado Carlos... parece que ahora sí les llegó la horma de su zapato! comentó sentencioso.

-Pues le pasará lo mismo que a muchos otros, dijo sereno el padre Julián.

-Ah sí? Y qué les pasa a esos pobres, cuestionó Gerardo...

-Ya lo verás... ya lo verás... dijo en voz muy baja el cura.

-Bien. Ya llegará el momento en que hablemos de los bienes materiales, dijo Ricardo dando por terminado el principio de debate. Es ahora que debemos continuar con la charla que dejamos pendiente.

Así pues, la primera aparición considerada pública de Cristo es cuando recibe el bautismo de Juan. Nos habíamos detenido por dos cuestiones que ustedes pusieron sobre la mesa de la discusión: una fue la metanoia, que ya aclaramos debidamente...

-Perdón, interrumpió Gerardo, qué es la metanoya?

-Metanoia, aclaró Julián, pero para que no se interrumpa la plática hacia los demás, si me lo permites, al terminar podré explicarte simple y llanamente lo que es. De acuerdo?

-Bien, contestó simplemente Gerardo.

-La otra, continuó Ricardo, se relacionaba con la teoría de que Jesús era discípulo de Juan. Esta última, como dijimos, tiene varios defensores, tanto como detractores. Es decir, hay quien señala que así fue y hay quien lo niega. Considero que no estamos precisamente para discutir una verdad que ni siquiera los mismos historiadores y teólogos han podido aclarar, así es que nos concentraremos ahora en el bautismo mismo.

Juan pedía a sus seguidores recibir el bautismo como signo de arrepentimiento, sí, la confesión de sus pecados y el bautismo en las aguas del Jordán, de lo contrario, el enviado de Dios, ese al que ni siquiera era digno de desatar sus sandalias, obviamente refiriéndose a Jesús, el día del Juicio los bautizaría con fuego en vez de agua.

Pero el bautismo, la inmersión en agua, al igual que la confesión de los pecados, son prácticas rituales que aparecen en muchas religiones, incluso primitivas en Africa, Asia, y las mismísima América. En la India, por ejemplo, centenares de brahmanes se agolpan en las aguas de su sagrado Ganges para bañarse de cuerpo entero, para empaparse en esa agua que ha de borrar sus pecados.

Volviendo a Craveri, señala que también la confesión pública se practicaba solemnemente entre los judíos. El Gran Sacerdote, el día de la Expiación, o Kippur, denunciaba en voz alta las culpas colectivas del pueblo pidiendo perdón a Dios.

El uso del agua en la liturgia ha sido aceptado por la iglesia tanto en bendiciones como en consagraciones. La costumbre de lavarse las manos antes de las oraciones, dice Craveri, así como usarla en los exorcismos es lo que da origen a las pilas de agua bendita que encontramos en todas las iglesias.

Y aquí Craveri hace una importante anotación: Jesús, como atestigua el evangelio de Juan, no impondrá durante su magisterio bautismo alguno a sus discípulos.

-Entonces de dónde saca la iglesia la costumbre del bautismo? preguntó Gerardo.

-Es institucionalizado como sacramento posteriormente. En los Hechos de los Apóstoles se atribuye a Pedro que lo hace más como una invitación a sus compañeros de fe al dar un discurso conmemorativo de la muerte de Jesús. “Arrepentíos, y que cada uno de ustedes se haga bautizar en el nombre de Jesucristo para obtener la remisión de sus pecados...” Para justificar el rito, se añadieron a los evangelios de Marcos y Mateo apéndices que atribuyen a Jesús mismo la institución en una de sus apariciones posteriores a su muerte.

Pablo, por su parte, lo eleva a nivel de un entierro místico que asemeja al Cristo muerto y sepultado con el efecto de que la carne pecaminosa queda muerta y sepultada por lo que el bautismo convierte al ser en un nuevo hombre. Un teólogo moderno señala que “El agua del bautismo es para el fiel como el seno de la madre para el niño”.

Ya en el siglo II d. de C. Tertuliano explicaba que ya que nacemos del agua y no podemos salvarnos más que permaneciendo en ella, somos los pececillos en Jesucristo, nuestro pez grande. La frase tuvo mucha influencia en su época, tanta que de ahí se inspira el arte sacro figurativo para representar a Cristo con la simbología de un pez. Craveri aquí destaca la coincidencia de que las letras que conforman la palabra griega pez ICQUS, que se pronuncia Ichitús, permitan componer un acróstico: IhsouV CristoV Qeou Swtho, que significa “Jesucristo, hijo de Dios, Salvador”.

-Vaya, pues si que no sólo estamos conociendo muchas facetas de la historia sagrada, sino descubriendo detalles tan interesantes como este, señaló asombrada Lupita.

-Interesante, sí, agregó Gerardo, pero con lo que no estoy de acuerdo es que nos bauticen cuando aún no tenemos razón para decidir si queremos o no ser católicos... por qué no esperar -y esta es una opinión creo que generalizada- a que seamos adultos, o al menos jóvenes, para poder tomar esa decisión?

-En realidad, contestó Ricardo, al menos durante varios siglos  se impuso la costumbre de retrasar el bautismo lo más posible y, si era posible, hasta el momento mismo de la muerte según nos cuenta Craveri al recordar que incluso se sabe de personas que morían sin ser bautizadas y, para simular su participación en el sacramento, un familiar se escondía bajo el lecho del difunto para responder al sacerdote oficiante.

Fue este tipo de abusos y triquiñuelas de los fieles lo que indujo a la iglesia a imponer el bautismo recién nacido el niño. Sin embargo, más tarde se dieron cuenta de que el propio sacramento se podría perder por la presencia de pecados posteriores, de donde viene la facultad dada a los sacerdotes para que pudiesen perdonar los pecados mediante la confesión...

-Ahhh que graciosos, exclamó Carlos. Así es que para que no hicieran trampa los fieles, simplemente se “oficializó” la transa con el hecho de confesarse... no?

-Bueno, lo que sucedió es que las protestas se multiplicaron y exigían, como los anabaptistas en el siglo XVI, que el bautismo fuese otorgado en edad adulta, pero la iglesia ya había encontrado la solución: se seguiría bautizando a los recién nacidos, pero tendrían la oportunidad de confirmar su fe algunos años después -supuestamente cuando ya tuviesen uso de razón- creándose así el sacramento de la Confirmación.

Ahora bien, hasta aquí lo que Craveri nos da a conocer, pero creo que debemos meditar un poco al respecto. Recuerden ustedes que, como en todo, cada cosa tuvo su razón de ser en el momento en que se instituye; los tiempos cambian y desaparecen esas motivaciones o causas. Es entonces el bautismo, conforme a los fines para los que fue instituido, necesario en la modalidad actual? Es más... es necesario el bautismo mismo como tal? Tienen razón los que como Carlos y Gerardo argumentan que el cristiano debe serlo por cuenta propia, es decir, debe el hombre decidir si es o no católico?

-Yo creo que sí... dijo Carlos aunque con cierta timidez.

-Yo también... y eso es definitivo, agregó Gerardo.

-Bueno, yo pienso que está bien como está, señaló Silvia, pero la confirmación debe hacerse a edad un poco mayor porque... qué puede entender un niño de siete y ocho años?

-Cierto, dijo de inmediato Fidel, hasta se dice que si un niño no es bautizado y muere, se va al Limbo... aunque no sé qué demonios es el limbo!

-Un momento, casi grito Narciso, qué es esto? en dónde está su fe? ahora sí estoy sorprendido! De cuándo acá se duda de los sacramentos? Son la base de nuestra fe...

-Calma Narciso, intervino conciliador Julián... no regresemos al pasado...

-Cual pasado? preguntó curioso Gerardo.

-Después te explico, dijo Julián.

-Oiga padrecito, esta es la segunda vez que me dice después te explico... seguimos con los misterios de fe?

-A ver todos, por favor... yo no pregunté para que se iniciara una discusión sin ton ni son, advirtió Ricardo, lo hice para que analizáramos las cosas. Para eso nos dio Dios una mente analítica... las discusiones son de gente iletrada... y aquí no la hay, o sí?

-Pero que no sean apóstatas... recalcó Narciso.

-Ni una ni otra cosa, podemos decir lo que sentimos, pero debemos respetar lo que los demás piensan...

-A mí me gustaría contestarte, indicó Julián levantando la mano como pidiendo la palabra.

-Tiene razón Ricardo, dijo Rafael, analicemos las cosas sensatamente. Dejen que hable Julián.

-Creo que la cuestión no es el desconocimiento o negación de la aplicación de un sacramento, comentó dirigiendo la mirada a Narciso, sino la forma y procesos por los que han pasado las diferentes modalidades de esa aplicación. Ricardo señala constantemente que los tiempos cambian y es cierto. Ahora podríamos incluso decir que cada quien es libre de decidir a qué secta o religión quiere pertenecer pero, y que conste que me voy a referir a una tradición más que a una ley, ordinariamente las familias católicas bautizan a sus hijos con el afán de que sigan la misma religión, les educan en la observancia de esa religión, bien o mal, pero les educan en la fe. Sin embargo, ustedes protestan como si la implantación del bautismo fuese un yugo que el hombre debe llevar por toda su vida, olvidándose de que muchos abandonan, sin más trámite, la fe católica y abrazan otra como el brahmanismo, o el budismo. Sin embargo, no lo hacen por verdadera convicción, sino por la moda....

-Nooo que la moda ni que la moda, protestó Gerardo.

-Silencio, deja que termine de explicarse... protestó Lupita.

-Sí, la moda... recuerden cuando se estrenó la famosa película del Dalai Lama... miles de jóvenes -que en ese entonces ya clamaban por “amor y paz”- vieron en el budismo una salida actuante. Pero ninguno, o muy pero muy pocos, siguen en esa fe. Hay algunos que incluso han saltado de creencia en creencia sin encontrar aquella que les acomode.

Pero... y esta es la importancia de la pregunta... en realidad es el bautismo, aplicado a niños o adultos, un yugo esclavizante? No! De ninguna manera lo es. Luego entonces no quedamos en otra cosa que el bautismo per se es el inicio de la fe de un ser. Quizá sí debiera ofrecerse a edad de razón, pero... no para eso está la confirmación? Si un hombre acepta vivir en una religión -que bien pudo ser impuesta por sus padres, como es costumbre- tiene la misma libertad de confirmarla aún después del mero acto de la Confirmación... o abandonarla cuando lo crea necesario. La iglesia ha dejado a un lado -lo reconozco y me apena hacerlo- la catequesis para los adultos. Ese irles enseñando todo aquello que no pudieron aprender en el catecismo -ya de por sí flaco- impartido para recibir su Primera Comunión. Creo que debiera instruirse al adulto en su fe. Se hace, sí, los domingos en la lectura de la Palabra de Dios, y en la homilía, pero considero que no basta. El hombre moderno está sediento de conocimientos. Los recibe cotidianamente por todos los medios, pero más recibe la promoción de la maldad que la bondad de la pureza, y de ahí que haya aprendido a conocer, a saber, y por ende desee saber sobre su religión.

Volviendo al bautismo creo, francamente, que en realidad no importa a qué edad lo recibimos, sino cómo lo recibimos, para qué lo recibimos. Si observamos, el bautismo se ha convertido en un rito más que provoca el festejo por la diversión misma; ya no es la santificación del hombre por el sacramento mismo y el festejo por su inclusión en la fe, no, es simplemente el cumplimiento de un requisito social que culmina con la pachanga obligada para quedar bien con esa misma sociedad, que no con la fe o con Dios.

Es el bautismo la oportunidad que recibe el ser de iniciar con una vida limpia que él mismo se encargará de conservar o degradar. Es el hermanarse con Dios, el reconocerse como hijo de El. Así es. Así debe ser. Si aceptamos lo que se nos indica, marcó el inicio de la vida pública de Cristo; de tal suerte, marca el inicio de la vida pública de cada uno de nosotros. Dios nos da la vida. Dios nos da la oportunidad de empezar impregnados de inocencia y pureza. Es el hombre el que debe conservarse así... o cambiar las cosas. Pero Dios no lo olvida, de ahí la confesión, una nueva y repetida oportunidad de estar bien con El. Una nueva oportunidad de empezar. Ahí también es el hombre el que decide si sigue fallando... o se reconcilia verdaderamente con Dios y sigue su camino.

Julián guardó silencio y se persignó. Los demás callaron. Gerardo lanzó un suspiro y comentó:

-Y Dios dijo hágase la luz... y la luz se hizo! No cabe duda Padre Julián. En dos patadas nos dijo todo... y tiene razón. Debo reconocerlo, tiene razón!

Julián guiñó el ojo a Ricardo y sólo señaló:

-Te lo dije... no?

-Bueno jóvenes, creo que ya es hora de descansar... dijo Jazmín dando por terminada la velada.

 

Tras despedirse todos, quedaron en la sala Rafael, Julián, Gerardo, Narciso, Ricardo y Norma.

-Un cafecito antes de irse a descansar? invitó la anfitriona.

-Claro que sí, exclamó de inmediato Julián. Los demás asintieron con la cabeza.

Mientras Norma iba a la cocina, los amigos entablaron una nueva plática.

-Oye Ricardo, tus pláticas son todos los días? cuestionó Gerardo.

-Bueno, en realidad casi todos los días...

-Puedo asistir cotidianamente?

-Claro que sí, faltaba más.

-Por cierto Julián, te ruego me disculpes el exabrupto pero me siento mal cuando no entiendo algo...

-Mira, en pocas palabras, lo hago para no interrumpir la plática. Tus dudas, tomando en cuenta que llegas ya avanzado el tema, podremos despejarlas por fuera. Yo también te pido una disculpa pues no quise ser grosero...

-No te preocupes, ya entendí y te juro que no volverá a suceder, aunque te diré que me llamó mucho la atención lo de Narciso.

-Yo te lo voy a aclarar, dijo orgulloso el propio Narciso. Yo era un curita rebelde, de esos que odiaban a todos los que están fuera de nuestra fe... los Testigos de Jehová sobre todo... pero ellos me han hecho entender que no debo ser así... por eso se refería el padre Julián a volver al pasado.

-Ahhh...

-Y seré curioso, preguntó Rafael, porque te inscribiste en el curso bíblico?

-La verdad es que fue un impulso salido no sé de donde, pero no crean que me sacó de muchas dudas... la mayoría de los asistentes eran religiosos y ya sabrán...

-A eso me refería cuando señalé la necesidad de llevar el conocimiento de la palabra al pueblo en general, indicó Julián. Debo reconocer que las sectas que han surgido, con todo y que tergiversan en muchas formas la Biblia, tienen mayor dedicación a enseñarla a los fieles. Nosotros no, lo dejamos al garete. Es cierto que cada uno debiera interesarse por conocer su propia religión, pero en la realidad esto no sucede, así es que algo debemos hacer... hay programas, grupos, temporadas, en los que la palabra es motivo de difusión y análisis, pero no es suficiente, son pocos los que asisten.

-Eso es verdad, agregó Ricardo. Casi siempre los que asisten son los mismos, amigos, monjas, grupos parroquiales, pero es poco el llamado a la comunidad en general. Conozco algunas iglesias que lo hacen, por ejemplo la de San Antonio aquí en Acapulco, y vaya que lo hacen en forma muy abierta, pero debiera existir un plan mayor, algo que en verdad llegue a la gente, a toda la gente.

-Si a eso le sumamos todos esos detalles, por llamarles de alguna forma, que alejan al fiel de su propia iglesia... comentó Gerardo.

-Yo sé que el clero no es todo lo perfecto que se quisiera, reconoció Narciso, que tenemos muchos defectos, pero deben reconocer que somos humanos, seres hechos con las mismas debilidades que ustedes. Ser cura no es ser perfecto...

-Claro, claro, pero tienen razón en muchas cosas, indicó Julián. Mira Narciso, por ejemplo, hay mucha gente que critica el poder económico de la iglesia -y me permito recordarles que esa situación precisamente es la que causó la protesta de Lutero y el cisma que dividió a la iglesia- y es que si bien se necesita mucho dinero para manejar una organización como esta, la ostentación que hacen algunos es lapidante. En menor escala, pero no por eso menos grave, tenemos a los sacerdotes que en todo y por todo ven dinero. Si comparamos las necesidades que tiene una parroquia como la mía, satisfechas con una raquítica participación de un pueblo sumido casi en la ruina, con limosnas que la mayor parte de las veces es en especie, es decir, entregando el pollo, la canasta de huevos, etc, con la que tiene la propia Mitra que requiere no de guajolotes ni de frutas o tortillas, sino de dinero en efectivo, podríamos considerar casi justa esa necesidad, pero ya pocos sacerdotes se preocupan por sus parroquias, por arreglarlas, adornarlas como antes, recamar los altares, sobre todo en países como el nuestro en el que todo templo es patrimonio de la nación y no como quiera se pueden hacer cambios o reparaciones. Sin embargo, de eso a traer autos último modelo o tener casas que son verdaderas mansiones, como el caso de Monseñor Shulemburg al que se le descubrieron no una sino varias de estas, es, repito, francamente grotesco. Así, Narciso, cómo no van a dudar de nosotros?

-Yo tengo un ejemplo perfecto, señaló Rafael. Cuando un líder crece, políticamente hablando, sus seguidores comienzan a dejar de creer en él porque se dan cuenta de que, de repente, ya tiene casa nueva, coche -o coches- a la puerta, viste trajes de corte fino y se larga al extranjero con su familia cada vez que se le da la gana. Aún suponiendo que ese líder no haya robado nada, que no se haya corrompido -lo que es de dudarse ante tales ríos de dinero- como no tiene forma de justificar su fortuna, sus seguidores piensan que se está aprovechando de ellos, que vive así gracias a sus cuotas o descuentos sindicales que les hacen a los trabajadores. Por eso la vida de un líder es efímera la mayoría de las veces.

-Es verdad, dijo apenado Narciso, por desgracia es verdad... pero, qué podemos hacer?

-Trabajar unidos con el Papa, exclamó Ricardo de inmediato. Juan Pablo II ha cambiado a la iglesia, está cambiando a la iglesia a pesar de la oposición que hay de parte de aquellos que, al viejo estilo, quieren que las cosas sigan como hasta ahora. Yo creo en su callada lucha. Por desgracia no creo que nos dure ya mucho tiempo, pero lo que haya logrado será bueno, dejará escuela, de eso no me cabe duda. Y es que una cosa que debemos reconocer todos es que somos hermanos, no importa el color del cristal con que vemos la religión, somos hermanos que tienen la obligación de defenderse unos a otros, de pensar en los demás, de dejar ya a un lado envidias, diferencias, traiciones, antes de que nos acabemos unos a otros. La anarquía se ha apoderado del mundo por eso mismo, porque si el hombre ha sido el lobo del hombre, ahora lo es más; nadie tiene derecho a nada si invade el derecho de otro. Ya no es la simple cuestión del bien sobre el mal, es reconocer que estamos acabando con nuestra propia casa, con el mundo entero. En los últimos cincuenta años han muerto tantas gentes en guerras aisladas y agresiones directas y oligárquicas como en los dos grandes holocaustos mundiales y eso, francamente, es alarmante, degradante para cualquiera que tenga un poco de seso. Yo sé bien que se ha considerado a la religión como el opio del pueblo, la forma de tenerlo maniatado, pero de igual manera lo han sido las diversas corrientes sociales que nos han gobernado, unas en forma tajante, agresiva, mediante el terror, la tortura y el miedo, otras con una supuesta mayor dulzura, pero esclavizante al fin por medio de su poder económico. La religión nos da, al menos, la oportunidad de pensar en el amor, la fraternidad, la paz, mientras que las políticas impositivas sólo generan rencor, coraje, un ansia de libertad que arroja al hombre en luchas fraticidas y de las que, al final de cuentas, sigue esclavo aunque de nuevos nombres y hombres. Por qué, pregunto yo, si el 99 por ciento de la población mundial cree en un Dios -sea cual sea- y su fe se funda en el amor y la esperanza, la fraternidad y la comprensión, es ese otro uno por ciento -que proclama la vigencia de la razón del hombre y su libertinaje en el uso de ella- el que nos domina, el que rige, el que marca la pauta de una humanidad que sólo tiene que despertar... dónde está nuestra integridad? Dónde nuestra dignidad? Dónde nuestra razón?

Ricardo se dejó caer abatido en uno de los sillones.

-Miren, señaló levantando la cabeza, no acaso los que estamos aquí pensamos de muy diversa manera? No es verdad que hay alguno que no cree en Dios y otros que están dedicados a El? No somos acaso diferentes en lo físico, en nuestra forma de pensar, en nuestros conceptos, incluso en nuestra forma de vida y, sin embargo, amigos? Entonces, porqué no puede serlo toda la humanidad? ¿No vale la pena luchar, cada quien a su modo y en la medida de sus posibilidades, porque esto se logre?

Los demás permanecieron en silencio. Norma, de pie a la entrada de la sala, dejó escapar una lágrima callada.

 

 

La reunión del día se inició con la noticia de que Lupita tenía cáncer. Norma se mostraba francamente abatida. Los demás, que apenas la conocían pero habían aprendido a querer su carácter siempre amable y cordial, hicieron lo posible por manifestar su solidaridad. Sin embargo, conforme a Jorge, que había llegado el día anterior de Mérida, el mal estaba muy avanzado en pulmón y cabeza. Ella era fuerte, jamás había manifestado su dolor o cualquier otro síntoma que denunciara que sufría. Jorge chico no sabía que decir y sólo la abrazaba.

-En verdad siento mucho esto que nos comunicas Lupita, dijo cariñoso Julián, y sé que ya has hablado con Dios a solas y te has entendido con El. Ruego porque tus últimos días sean lo más tranquilos posibles.

-Lo serán entre mis amigos, padre, muchas gracias.

Ricardo comentó si no sería mejor suspender la charla de ese día, pero la misma Lupita se opuso.

-No Ricardo, no, si ustedes me ayudan, quiero vivir lo que falta como si nada pasara, una vida normal, por favor.

-Si tú lo deseas así...

-Por favor...

Gerardo, que se había mantenido un tanto al margen por su nula relación con la enferma, y queriendo que la tensión se disipara más que por curiosidad, preguntó:

-Ricardo, ya Julián me ha explicado el porqué de tus pláticas, lo de aquello de “quién demonios es Cristo” de Carlitos, pero hay mucha investigación que no sabemos de dónde sale... será cierta o falsa? Acaso es profesional, seria? Se puede confiar en ella?

-Aunque ya habíamos hablado de eso un tanto, creo que sería interesante hacer un paréntesis para enterarnos -ya que vamos a entrar en la vida propiamente pública de Cristo y todas sus consecuencias- de cómo es que surgen todos esos cuestionamientos que si bien no dudamos también se hacían en la antigüedad, no se atrevían siquiera a que se supiera lo que pensaban.

Es indudable que los primeros cuestionamientos de peso fueron hechos casi al mismo tiempo que se descubría América para Europa, y fue Lutero, un augusto y reconocido monje agustino alemán, el que se enfrenta al Papa y la Iglesia establecida ante sus desmanes socio-económicos causando así el cisma más grande que haya registrado la fe católica, pero, como dije antes, Lutero sería en su momento materia de una charla especial.

Esa, sin embargo, no fue una corriente de cuestionamiento espiritual o teológico, sino más que nada de procesos y abusos administrativos humanos. Es hasta el decenio de 1740 cuando aparece la metodología histórica, un proceso válido de investigación que para algunos pretende poner en entredicho la veracidad de las crónica bíblicas, pero para otros despejar dudas, conocer más a fondo su fe, la historia de su fe.

Entre 1774 y 1767, Hermann Samuel Reimarus, profesor de Hamburgo, había afirmado que Jesús no fue más que un revolucionario judío fracasado. A mediados del siglo XIX, el conocimiento bíblico alemán había alcanzado la mayoría de edad; uno de sus más grandes logros fue datar los evangelios, es decir, llegar a conocer las fechas -lo más aproximadamente posible- en que fueron redactados o dados a conocer los evangelios, resultados que hasta la fecha se siguen considerando válidos. Ningún historiador o estudioso bíblico acreditado negaría que el más antiguo de los evangelios fue redactado al menos una generación después de los sucesos mismos.

La investigación alemana tendría su máxima expresión con la postura de Rudolf Bultmann, de la Universidad de Marburgo y uno de los comentaristas bíblicos más famoso y estimado del siglo XX: “Creo en verdad que ahora apenas podemos saber nada relativo a la vida y la personalidad de Jesús, toda vez que las primitivas fuentes cristianas no muestran ningún interés por una cosa u otra y, además, son fragmentarias y, a menudo, legendarias”.

Dos cosas destacan de esta postura: la primera es que se reconocía que no se podían tener puntos de apoyo válidos para la investigación -en esa época no había los adelantos tecnológicos de ahora ni se había hecho los descubrimientos más importantes-; la otra, que reconocía que mucha de la información conocida hasta ese momento -incluyendo la Biblia misma- era legendaria, es decir, en otras palabras, mitad mito mitad verdad.

Sin embargo, Bultmann siguió siendo un cristiano devoto porque -y este es un punto importantísimo para cualquier creyente que quiere saber más de su fe sin perderla ante una realidad mundana- insistió en que había que hacer una distinción indiscutible entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe. De lo contrario la fe se vería mermada y puesta en aprietos por la verdad histórica.

Pero el bastión de la autoridad bíblica tradicional también se veía desafiado desde otros muchos frentes, no sólo por el alemán. Las polémicas aseveraciones de los investigadores alemanes permanecieron dentro de un círculo selecto de especialistas, pero en 1863 Ernest Renán hace estallar la conciencia internacional con su célebre obra Vie de Jésus en la que pretende despojar al cristianismo de sus aspectos sobrenaturales y presenta a Jesús “como un hombre incomparable”.

Fue, indudablemente, el best seller de su época, y sigue siendo de los más vendidos entre aquellos que se interesan por la investigación bíblica. El impacto generado en el público fue tremendo. Sin embargo, su obra fue calificada de dulcemente sentimental y falta de sentido crítico por la generación de modernistas que ya aparecía a finales del siglo XIX, muchos de los cuales trabajaban incluso dentro del marco de la Iglesia misma, hasta que en 1907 fueron condenados oficialmente por el Papa Pío X.

Ya para entonces, los descubrimientos y conclusiones tanto de la erudición bíblica alemana como de los modernistas había influenciado las artes. En 1916 George Moore, novelista inglés, publicó El Arroyo de Kerith, crónica novelada que causó escándalo al hacer que Jesús sobreviviera a la cruz, curado por José de Arimatea.

En 1946, Robert Graves publica El Rey Jesús, en el que Jesús también sale vivo de la crucifixión, y en 1954 Nilos Kazantzakis, escritor griego premiado con el Nobel, levanta un tremendo revuelo internacional con The Last Temptatión,  -que por cierto no hace más de un par de años se hizo película y también causó polémica-; en su obra, Jesús sí muere en la cruz pero antes de morir tiene una visión de lo que su vida podría haber sido de no someterse al sacrificio. En ella se ve casado con Magdalena, a la que desea con una sana lujuria a lo largo de todo el libro, y engendra una familia con ella..

Estos son ejemplos de la influencia que las investigaciones eruditas bíblicas llegaron a tener en las artes. Hace un par de siglos esto hubiera sido imposible. Pero para el siglo XX Jesús y su mundo ya son objeto de una profunda y cada vez organizada y respaldada investigación, no dudo que alguna con fines sensacionalistas, pero la mayoría como objetos válidos de investigación y exploración por parte de figuras literarias serias y reconocidas internacionalmente, que procuraban aclarar los enigmáticos hechos que rodean a Jesús. Por desgracia la mayoría de las obras eran dirigidas principalmente a otros expertos e investigadores, por lo que se convertían en libracos imposibles de leer para el vulgo en general. Esto no quiere decir que no hubo algunas sí de ese tipo, como la del Dr. Hugh Schonfield, El Complot de Pascua, publicada en 1963 en la que se narra que Cristo armó su propia crucifixión y no murió en la cruz. El libro vendió más de tres millones de ejemplares. Jesús el Mago, del Dr. Morton Smith, presenta a Jesús como un típico mago de la época. En fin, se han publicado infinidad de obras sobre los orígenes del cristianismo, la formación de la iglesia, la vida de Jesús, las raíces del judaísmo, pero es realmente hasta 1979 en que Elaine Pagels atrae la atención del mundo y miles de lectores con un estudio sobre los papiros encontrados en Naj Hammadi en 1945, que ofrece una interpretación nueva y radical de la enseñanza y tradición cristianas. De ahí en adelante se desata un avance supra-notorio en la materia.

Los últimos cincuenta años se ven enriquecidos con otros descubrimientos como el de los rollos del Mar Muerto en las Cuevas de Qumram, descubierto como ya lo hemos dicho en 1947 y que, aunque han arrojado mucha luz sobre la verdad, aún faltan infinidad de ellos por interpretar.

Así pues, Jesús deja de ser esa figura simplista, divina pero simplista que aparece en el cuento de hadas que nos narran en la infancia, para emerger como el hombre, con toda su divinidad, en el medio de una zona que ahora se nos hace conocida y en un tiempo del que sabemos formas y costumbres que nos permiten interpretar con mayor veracidad los hechos. Es ahora, más que nunca, importante recordar lo que decía Bultmann:  hacer una distinción cuidadosa, sí, pero indiscutible entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe.

Así es que, como podrás ver mi estimado Gerardo, hablamos de estudios e investigaciones serias, unas hechas por gente de fe, otras por investigadores y teólogos, y unas más por librepensadores y científicos que no tienen otro interés que conocer la realidad histórica.

-Pero no podrás negar que hay sus detractores en esto, indicó Narciso.

-Claro, como en todo, así como también hay quien hace investigación seria y es tratado como enemigo de la fe por el simple hecho de salirse del corral... como dicen por acá, agregó Jorge.

-Bueno señores, creo que por ahora es todo... acompañemos a Lupita en su sufrimiento y roguemos a Dios por su bienestar.

-Gracias Ricardo, dijo ella.

Cada uno pasó a dar su apoyo moral a la fiel amiga, escoltada por Jorge y su hijo a un lado y Norma al otro.

Julián dirigió una mirada significativa a Ricardo mientras Narciso se despedía. Jazmín disimuló una lágrima y los muchachos salían en silencio uno tras del otro.

-Jorge, quieren cenar con nosotros? invitó Norma.

-Gracias, amiga... no será una molestia?

-Claro que no! intervino Ricardo. Por el contrario, será un verdadero gusto que nos acompañen.

-Bien, pues entonces déjame ayudarte amiga, terció Lupita.

Mientras las damas estaban en la cocina, Julián y Jorge acompañaban a Ricardo a su estudio.

-Dime Jorge... es en verdad grave? preguntó Julián refiriéndose a la enfermedad de Lupita.

-Desgraciadamente sí, contestó apesadumbrado. Los médicos dicen que es terminal, aunque se guardan muy remotas esperanzas.

-Podemos hacer algo por ustedes? dijo Ricardo.

-Bueno, creo que como dijo la misma Lupita... ayudarla a que sus últimos días los pase feliz, tranquila, en familia...

-Ricardo, se me está ocurriendo una cosa... dijo pensativo Julián... qué te parece si aprovechamos para darle una vuelta a mi parroquia y nos llevamos a todos el fin de semana al pueblo?

-Sería fabuloso Julián... creo que todos apreciarían el cambio, sobre todo Lupita... te parece Jorge?

-Por mi está bien... le decimos?

Durante la cena la propuesta fue más que aceptada por las señoras y de inmediato se iniciaron los planes para ir al pueblo de Julián.

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