Norma sintió que
Ricardo estaba un poco inquieto. La noche anterior había dormido poco y apenas picaba esa mañana el desayuno. Dirigió una
mirada inteligente a Julián y este pidió que les llevara un cafecito al despacho.
-A ver, mi querido
amigo, y ahora qué te preocupa?
-Carlos...
-Porqué?
-No te diste cuenta
de que pidió que iniciáramos con el tema del matrimonio?
-Y...?
-Se me hace que tiene
problemas de nuevo con Sonia..
-Yo no creo... les
he visto muy acaramelados y tranquilos... pero, porqué no vas y les haces una visita? Es más, te acompaño.
La llegada de los
amigos dejó asombrada a Sonia.
-Y este milagro?
-Pues queremos que
nos inviten un cafecito... vamos a ver si lo haces tan bueno como el de tu suegra... dijo socarrón Julián.
-Hummm... se me hace
que aquí hay gato encerrado, dijo intuitiva.
-Y Carlos? preguntó
el escritor.
-Allá arriba, trabajando
en la computadora. Le voy a llamar...
Segundos después
el joven bajaba persignándose y fingiendo una cara de espanto.
-Ayyyy mamacita....!
Los demonios santos en persona....! Qui’hubo padre! Qué milagro es éste que pisas tu humilde casa?
-Ya le dijo Julián
a tu esposa.... queremos que nos inviten un cafecito.... venimos de ver a unos amigos y pasamos por aquí...
-A otro perro con
ese hueso...! Yo ya sé a qué vienen...! Te dejó de a seis que yo pidiera lo del matrimonio, verdad?
-Hummm...
-Huyyy viejito...
si te conozco.... pero no te apures que aquí no pasa nada... todo está en calma...
-Y ya por eso no
nos vas a invitar el cafecito? dijo insistente el sacerdote.
-No, eso no, replicó
Sonia que ya venía con una charola y tazas.
-Entonces despeja
mi duda y dime porqué quisiste ver el tema del matrimonio... replicó Ricardo.
-Utaaaaa.... a ti
no se te pasa nada! Pero no, deveras, nosotros estamos mejor que nunca. Es a tu compadre Celerino al que le pasa. Se anda
divorciando de su vieja...
-No me digas... pobre!
Qué te ha dicho?
-Quería hablar contigo
porque dice que ustedes son muy amigos de su mujer también y, pues... como que quiere que le entres al toro...
-Válgame... otra
vez con eso de que yo veo los problemas pequeños...
-Y qué te apura?
señaló Julián. Qué no puedes hablar con ellos para ver si se puede salvar ese matrimonio?
-Sobre todo porque
ya llevan como treinta años de casados, agregó Sonia.
-Mira, informale
que, sin que le diga nada a su mujer sobre las charlas que tenemos, la lleve esta tarde a la casa. Hazte el aparecido, no
vayas directamente a su casa.
-Tú no te preocupes,
yo sabré como hacerle que para eso de las intrigas soy bueno.... allá te los llevo.
-Y no le digas a
nadie para que se vean realmente sorprendidos...
Esa tarde, los asistentes
pudieron darse cuenta de que algo se preparaba, pero nadie dijo nada. Ya conocían a Ricardo y sabían que algo tramaba.
-Bien, quisiera empezar
escuchando algunas opiniones de ustedes sobre el matrimonio. Quién empieza?
Todos se vieron con
extrañeza, sin dejar de notar que Ricardo se asomaba discretamente a la ventana. Norma, avisada del caso, urgió a Fidel para
que éste empezara.
-Bueno... yo qué
puedo decir del matrimonio? Tengo poco tiempo de casado y Gloria ha sido una estupenda esposa. Por eso mismo, lo que podría
decir sobre el matrimonio es que es una cosa esplendorosa, como dice la canción.
-Y tú Gloria, opinas
igual?
-Yo creo que sí.
Aunque mi matrimonio se dio ante circunstancias que ustedes ya conocen, ha sido abierto, meloso aun, y muy sincero. Quiero
destacar la lealtad y sinceridad con que Fidel ha actuado para con mi hermana Silvia, a quien trata como una hermana propia
y con mucho respeto. Somos felices, en una palabra.
Ricardo regresó al
centro de la sala en el preciso momento en que unos ligeros toques se escuchaban. Hizo señas a Gustavo que inmediatamente
se dirigió a abrir.
-Alguien más quiere
decir algo sobre su matrimonio? dijo Ricardo haciendo como que no había escuchado tocar.
-Yo, dijo Rafael.
-Entonces, adelante,
indicó el escritor que saludaba con una seña de la mano a sus compadres y les pedía un segundo para atenderlos. Norma se levantó
y les acomodó en el sillón grande, levantando a Carlos y Sonia.
-Mi matrimonio fue
muy feliz por muchos años, narró Rafael, nuestros hijos complementaron esa felicidad; sin embargo, con el correr de los años,
el cariño se fue apagando. Yo viajaba mucho por mi trabajo y siempre acompañado de mi secretaria. Naturalmente, el constante
roce y la confianza hicieron que más tarde que temprano nos relacionáramos. Ahí empezó el problema. Mi matrimonio pasó por
dos etapas realmente difíciles. La primera, de mucho dolor y remordimientos para mí, pues mi mujer, sabedora de mi aventura,
callaba resignada con la esperanza de salvar su matrimonio; la segunda, de pleitos y confrontaciones. Duré veinte años con
mi pareja, sin dejar nunca mi casa definitivamente. Sólo la muerte de mi esposa me dio la libertad; una libertad que, para
ser francos, no ansiaba.
-Gracias Rafael.
Antes de continuar, les voy a pedir que me concedan unos minutos para saludar y atender a mis compadres que, como ya pudieron
notar, nos visitan esta tarde.
-No te molestes compadre...
podemos esperar... dijo Don Celerino.
-Discúlpenme... es
que todas las tardes tenemos estas charlas sobre la vida de Cristo...
-Sobre la vida de
Cristo? preguntó curiosa Doña Elvia, la esposa de Celerino.
-Sí comadre; todo
empezó porque Carlos me preguntó un día: Quién demonios es Cristo? Empecé a contarle y, poco a poco, se fueron agregando más
participantes....
-Bueno compadre,
pues si quieres volvemos otro día, dijo ladino Celerino conociendo a su mujer.
-No.... casi nunca
me sacas de la casa y, si ahora tenemos la oportunidad de escuchar a Ricardo hablar sobre Cristo, te friegas! Nos quedamos,
a ver si así se te sale el demonio!
Celerino, fingiendo
resignación, tomó asiento nuevamente encogiéndose de hombros. Calificaba a su mujer de mocha, más porque él no era muy afecto
a las cosas de la religión que porque en realidad Doña Elvia fuese rata de sacristía. Al contarle Carlos la idea de su padre,
Celerino aceptó de inmediato porque en realidad quería salvar su matrimonio, amaba a su mujer y los problemas por los que
atravesaban -sin él saberlo- eran más por causa del exceso de trabajo y el abandono a que la sometía, que por falta de amor.
-Para su información,
hemos recorrido ya muy buena parte de la vida de Cristo; desde su nacimiento hasta la primera parte de su prédica. Analizamos
también sus milagros y, ahora, entraremos al análisis por tema. A sugerencia de Carlos empezamos hoy con el tema del matrimonio.
Antes de entrar de lleno a su mensaje, quise saber algunas opiniones de los presente sobre su propia vida matrimonial. En
eso estábamos. Así es que, con su permiso. Alguien más quiere hablar?
-Yo, dijo Jorge.
Mi vida con Lupita fue realmente maravillosa. Nos amamos, como toda pareja puede hacerlo, hasta el día de su muerte. Están
presentes mis hijos y no por eso debo dejar de reconocer que, algunas veces, tuvimos problemas como cualquier matrimonio,
pero aprendimos a superarlas. Mejor dicho, Lupita me enseñó a superarlas; era una mujer de una firmeza sin par, pero comprensiva
y querendona. Respetaba y se hacía respetar. Dios la tenga en su gloria!
-Sin embargo yo,
intervino Alfonso, no puedo hablar muy bien del matrimonio. Me casé obligado más por las circunstancias que por amor. Conocí
a mi mujer cuando estábamos en la prepa y, jóvenes al fin, nos enredamos y se embarazó. Al principio todo fue luna de miel,
pero más adelante surgió la hiel. Primero vino el aborto; luego, la amargura. Ella no entendía que mi trabajo en el gobierno
me obligaba a llegar tarde muchas noches y, a veces, ni siquiera llegaba. Todo esto causó fuertes enfrentamientos entre nosotros.
A los dos años de casados, me enteré de que tenía una aventura con un muchachito de por ahí cerca. El pleitazo fue de primera.
Pero, como ella tenía unos padres chapados a la antigua, me rogó para que la perdonara y me aseguró que jamás volvería a pasar.
Yo era joven y tenía muchas ilusiones. Quería tener hijos y formar una familia, llegar a casa y recibir el cariño de mis gentes,
así es que, contra todo machismo mexicano, la perdoné. Siguieron a esto otros dos años de relativa felicidad. Pero no había
embarazo, no habían hijos. Un día, buscando no sé qué cosa, encontré en su buró una tira de pastillas anticonceptivas. Me
dio mucho coraje porque ella me aseguraba que buscaba embarazarse. Ese pleito me hizo alejarme por casi quince días. Una noche,
triste y melancólico, decidí regresar a casa. Al entrar, lo primero que vi fue un saco de hombre; subí sigilosamente y, parado
a la puerta de la recámara, escuché los clásicos ruidos de quienes están haciendo el amor. Mi primer impulso fue sacar la
pistola y matarlos, pero quizá la misma tristeza que traía me hizo reflexionar. Sólo di la media vuelta y me largué. Jamás
la volví a ver. No me buscó porque le dejé una carta en la que le informaba lo que había encontrado al llegar, y le rogaba
que no me buscara, que diera todo por terminado.
Alfonso terminó su
relato con lágrimas en los ojos. El respetuoso silencio de todos duró unos segundos.
-Gracias Alfonso
por tenernos la confianza suficiente para contar esa terrible intimidad, dijo cordialmente Julián.
-Alguien más quiere
decir algo, indicó Ricardo esperando que Celerino o su comadre intervinieran, pero nadie dijo nada.
-Bien, en Palestina
y en esos tiempos, la familia estaba centrada exclusivamente en relación al varón. La mujer se adquiría, era un instrumento
propiedad de la cabeza de familia, que incluso podía devolverla al vendedor o repudiarla si no era de su agrado; ella no tenía
autoridad ni derecho alguno. El objeto del matrimonio era exclusivamente la procreación. Es más, la mujer que quedara viuda
y sin hijos, tenía que casarse con un hermano del marido para asegurar descendencia.
Por su lado, la sociedad
romana veía el matrimonio de otro ángulo; se consideraba una relación de tutela jurídica en la que la mujer quedaba protegida
por el marido que, en cierto modo, substituía al padre. La mujer era respetada en su función de madre y primera educadora
de los hijos. Aquí cabría hacer la aclaración de que la palabra matrimonio, etimológicamente, está compuesta de los vocablos
matris munia, que quieren decir las obligaciones de la madre. Tenía los mismos derechos patrimoniales e incluso
podía pedir el divorcio en caso de adulterio por parte del marido y, observen bien, con separación de bienes.
Así las cosas, el
concepto cristiano del matrimonio es el resultado de una mezcla del sistema hebraico con el romano. Naturalmente que se suavizó
el concepto de propiedad, aunque no se llegó a dar a la mujer la igualdad de derechos por completo.
Sin embargo, como
puede verse, en los evangelios aún se citan muchos de los conceptos hebraicos. Jesús, por otro lado, aconseja no abusar demasiado
del derecho de repudio para no dar a otros hombres la ocasión de cometer adulterio casándose con la mujer repudiada, pero
no queda claro hasta qué límites está dispuesto a tolerar el divorcio o las segundas nupcias. Los evangelios mismos nos dan
dos versiones que, como dice Craveri, son difíciles de conciliar. Las dos están en el mismo evangelio de Marcos. La primera,
asegura que el que repudia a la mujer, excepto en el caso de fornicación, la convierte en adúltera; la segunda señala que el que repudia a una mujer y se casa con otra mujer comete adulterio. Así las cosas,
prácticamente todos estarían en adulterio!
Pablo, el forjador
de la iglesia como institución, oscila entre estas dos interpretaciones; admite el divorcio si hay desacuerdo entre los cónyuges
por motivos de la fe religiosa, y no prohibe las segundas nupcias, pero las desaconseja. Incluso, él mismo es contrario al
matrimonio dado que lo considera un remedio, un desahogo a la lujuria: “es mejor casarse que arder” diría.
Es el Concilio de
Trento el que decide negar el divorcio bajo cualquier circunstancia. Pero... qué dice directamente Cristo sobre el matrimonio?
Primero que nada,
analicemos el concepto mismo del matrimonio en las palabras de Jesús: Cuando haréis de manera que dos sean uno, haréis del
varón y de la hembra una sola cosa, de manera que el varón no sea más varón y la hembra no será más hembra...entonces entraréis
en el reino.
Yo, personalmente,
considero que esta es una de las formas más hermosas que tiene de decir que, al casarse, la pareja se vuelve uno solo. Una
unidad con los mismos derechos y obligaciones. Decir esto Jesús en una época en que se consideraba a la mujer sin derecho
alguno debe haber causado muchas molestias a mucha gente.
Sin embargo, la relación
entre la vida conyugal, sus conflictos y dificultades, y el sacramento del matrimonio lleva a hacer una llamada sobre la responsabilidad.
En la práctica del sacramento del matrimonio existe una contradicción muy llamativa: se tiene una actitud amplia y comprensiva
para admitir a la celebración del sacramento, y se mantiene un comportamiento rigorista y rígido para encontrar una solución
cuando no funciona. Es ancha la entrada, estrecha la salida. Lo que se trata inicialmente con tanta ligereza y vanalidad,
¿puede tomarse luego tan en serio? ¿Por qué?
Se amarra a una institución
de amor a quienes quizá no han tenido ni un principio de amor humano maduro. Se ata a la realidad del amor conyugal cristiano
a quienes no tienen ni un principio de fe personal auténtica. Se pretende que signifiquen de por vida la fidelidad de Cristo
y de la Iglesia quienes no tienen ni una mínima experiencia de vida comunitaria.
En estas circunstancias,
más comunes de lo que se tiende a reconocer, ¿dónde está la realidad sacramental que luego con tanto ardor se quiere defender?
Por ello, hay mucha gente que, medio en broma, medio en serio, habla del matrimonio como encerrona, ratonera, atadura, callejón
sin salida.
Pero el matrimonio
supone la realidad humana del amor adulto entre dos personas. El amor como experiencia libre y decidida de formación personal,
como proyecto duradero de relación compartida, como ejercicio de diálogo existencial constructivo y crítico, como opción en
favor del otro y búsqueda del bien ajeno por encima del propio, como atracción mutua -química, apasionamiento, placer espiritual
y corporal-, como preocupación, tarea y ocupación, como conjunción y diversidad. El amor como proyecto de vida compartida,
en el que se realiza el en-amoramiento, es decir, el vivir-en-el-amor el estado de amor duradero. El amor duradero no es entrar
en celo. No es un ciclo en el que se entra necesariamente, de un modo ciego y determinista. No es algo intermitente, que aparece
y desaparece, que viene y se va. Uno no se casa porque le toca casarse, sino porque elige libremente hacerlo.
Aunque hay una etapa
de la vida que abre el camino al casamiento, ya que supone un principio de madurez personal, no se puede confundir el «casarse»
con el «aparearse». Se aparean, por el impulso del instinto, los animales irracionales. Casarse es elegir un estado de vida
para con-vivir, com-partir, participar juntos de una misma realidad y proyecto, poner en común el mismo pan de relación para
comerlo en la misma mesa. Los casados, más que nadie, son «cum-panis»: compañeros. Casarse es una decisión libre que supera
el impulso del instinto irracional y lleva a elegir a la persona con la que convivir en el amor, por encima de la tendencia
a perpetuar la especie. No se puede olvidar que uno se puede casar como también podría quedarse soltero. Para uno y otro estado
es preciso una libre elección. En el amor humano, encontrar pareja no supone una lucha ni se plantea como una conquista, sino
que es un encuentro en el que se reconoce al otro y se le acepta en el propio ambiente vital.
Mas el matrimonio
mismo tiene muchos enemigos. Uno de los más graves es, contra lo que pudiese suponerse, el abandono por amor.
-Cómo está eso del
abandono por amor? preguntó Jazmín.
-El marido, y ahora
también a veces la mujer aclaro, muy preocupado por conseguir ingresos para sacar a los suyos adelante, hace que el trabajo
sea lo más importante de su día y... ¡va en perjuicio de la relación con su mujer! Y... amor que no se cuida se va enfriando!.
Si a esto se añade, que volver a casa es asumir obligaciones costosas: atender a los niños, trabajar en la casa, hay lloros,
gritos y peleas. ¡Hay que estar alerta porque el amor se enfría y la buena disposición va desapareciendo!.
Hay que hacer del
hogar algo agradable; y si primero hay que cumplir obligaciones que no gustan, luego tienen que venir ratos entrañables, agradables,
que hagan que valga la pena volver al hogar: estar los dos juntos, a solas, conversar, compartir, agradar. El hogar debe ser
algo agradable, entrañable, donde uno se rehace descansando y entregándose.
Yo, al que sufra
este problema, le diría: pon las cosas en su sitio. Si no es por ellos no vale la pena tanto esfuerzo. Y el que “sea
por ellos” es darles lo que, de verdad, ella y ellos están necesitando que, a veces, puede ser tu dinero, el que tú
ganas con tanto esfuerzo; pero, otras veces, será tu tiempo y tu dedicación a ellos, aunque aportes menos dinero.
El trabajo no debe
impedir la vida de familia, la dedicación al hogar, la atención al otro u otra y a los hijos. El trabajo no puede ser lo más
importante ni de la vida, ni del día, aunque sea de enorme importancia. Ya lo vimos en el caso de Alfonso.
Si compartimos la
vida también, de algún modo, hay que compartir el trabajo: acompañando, cuando sea posible, a una comida, a un viaje, comentando
las incidencias de la jornada, compartiendo amigos.
A nuestro trabajo
profesional dedicamos muchas horas cada día; y, durante esas horas, lo mismo que puede haber roces también puede haber lazos
de unión. ¡Al trabajo hay que ponerlo en su sitio!.
Por su parte, la
mujer puede volcarse en algo tan natural como son los hijos y descuidar la atención de su marido y, poco a poco, se descuidan
detalles que son totalmente necesarios para que el amor entre los dos esté vivo. Yo podría decir que, para un hombre, lo más
importante no es el trabajo, sino su mujer; y, para una esposa, lo más importante, no son los hijos, es el marido; y, para
los dos juntos, marido y mujer, lo más importante son los hijos. Si esto no se vive bien, habrá problemas. A veces es necesario
estar solos algún rato, unos días. Medios hay para que los hijos puedan estar atendidos. Estar los dos solos puede ser una
maravilla, puede dar un poco de miedo porque no se sepa de qué hablar, cómo va a resultar, pero que el marido y la mujer estén
unidos es lo que más puede beneficiar a los hijos. Es verdad que el ama de casa es la madre no el padre, por regla general.
Y si bien, es verdad, que al que pregunta en tono de queja ¿pero yo qué he ganado casándome?, habría que responderle: oye,
al matrimonio no se va como se va a un negocio con ánimo de lucro para preguntarse sobre las ganancias, por otro lado, hay
que tener claro que el matrimonio debe ser un bien para los cónyuges; el matrimonio, bien vivido, es un bien para los dos.
A todo esto se suma
la infidelidad, la incomprensión, la falta de diálogo, los parientes... en fin, que el matrimonio, que puede ser como dice
Fidel una cosa esplendorosa, a veces le convertimos en un verdadero infierno y... curiosamente, la mayoría de esas veces,
por naderías.
Cuánta razón tenía
Jesús al decir que debemos hacer del varón y de la hembra una sola cosa, un solo ser, una unidad. Cuando somos uno no podemos
dañar al otro que forma parte de esa unidad.
Ricardo pudo notar
que Celerino tomaba de la mano a su mujer que, sin decir nada, recibía el gesto con agrado y oprimía la de su marido con cariño.
Muy temprano, Celerino
ya estaba tocando a la puerta de la casa de Ricardo.
-Y ahora, compadre?
Qué mosca te picó que te levantas de madrugada? dijo el escritor haciéndose el ignorante.
-Pues que vengo a
darte las gracias compadre. Lo de anoche me hizo ver muchas cosas. Yo traje a mi mujer para que “la regañaras”
y el regañado resulté ser yo.
-Me asombras compadre...
pero pasa, pasa, no te quedes en la puerta por favor...
-Gracias compadrito,
de verdad muchas gracias... repetía el diputado acomodándose en el sofá.
-Quiere tomarse un
cafecito? ofreció Norma que salía para ver quién había llegado tan temprano.
-Gracias comadre,
se lo acepto...
Mientras Norma iba
a preparar el café, Ricardo cuestionaba a Celerino.
-A ver compadre,
cómo está eso de que saliste regañado? Yo no dije nada en tu contra o que me hiciera sentir que te regañaba...
-Ya compadre... si
bien que sabías a lo que venía... no seas así... o qué? quieres que te diga nuevamente todo?
-Ja ja ja.... rió
francamente Ricardo. No compadre, sólo te estaba maloreando. Y dime, entonces sí sirvió de algo mi plática?
-Pues sí, pero como
te digo, fue a mí al que le sirvió...
-No me dejen a medias,
dijo Norma que regresaba con el café. De qué se trata todo esto?
-Pues que su comadre
y yo ya íbamos a tronar...
-Se iban a divorciar
compadre? Tras treinta años de matrimonio se iba a divorciar? No cabe duda, bien dicen que los hombres son como los niños...
exclamó Norma.
-Y tienen razón comadre,
tienen razón. Figúrese que yo veía que ella siempre estaba de cara, nada le gustaba, de todo se quejaba y, pues... yo dije...
esto ya valió madre... perdonando la expresión compadre.
-Y...?
-Pues que le pedí
a Carlitos que le contara al compadre, la verdad es que yo no tenía tiempo para verlo... y por eso se lo pedí a Carlangas...
y viera si podría Ricardo hablar con ella. Carlitos me dijo que su papá había aceptado y que nos esperaba por la tarde. Yo
le hice el cuento a su comadre de que era el aniversario de no sé qué cosa y me la traje... cuando me di cuenta de que estaba
Ricardo en el medio de su plática quise retirarme, pero ya ven, me lo impidieron, y resulta que la plática misma de mi compadre
me hizo ver la verdad de lo que sucedía...
-Y qué era compadre?
preguntó inocente Norma.
-Pues que me he enfrascado
tanto en el trabajo que la he descuidado... nada más eso! Anoche, llegando a la casa, hablé muy claro y le dije que reconocía
mi error y que trataría de enmendar mi conducta. Ella simplemente se echó a mis brazos y lloró de felicidad... por eso vine
a darle las gracias a mi compadre...
-Pues que bueno Celerino,
que bueno que te diste cuenta a tiempo de tu error... indicó el escritor.
-Pero eso no es todo
compadre... ahora quiere que vengamos todos los días a las charlas...
-Pues bienvenido
mi amigo...
Julián, que escuchaba
desde el estudio, salió en cuanto Celerino se retiró.
-Otra oveja al redil
mi querido Ricardo...
-Sí, pero creo que
aquí hay gato encerrado... a ver Normita... qué tienes que ver tú en este cuento?
-Pues... mira...
dijo Norma sonriendo, la verdad es que mi comadre me llamó para preguntarme de qué era el aniversario y me tomó desprevenida,
pues no sabía yo nada, y le dije que no había aniversario alguno. Sin embargo, a ella se le hizo sospechoso el asunto y, tras
contarme sus cuitas, me dijo que Celerino quería traerla. Ambas supusimos que era para que tú hablaras con ella, pero le conté
de las pláticas y de que precisamente se trataría el tema del matrimonio, así es que... el resto ya lo saben...
-Vaya, pues el cazador
resultó cazado! dijo riendo abiertamente Julián.
-Y mira que a mi
compadre no lo llevas a cuestiones religiosas ni con dos yuntas de bueyes...! agregó Norma también riendo.
-Sabes qué mi querido
Ricardo?... dijo pensativo el cura.
-Qué se te ocurrió
ahora, viejo ladino?
-Una mera opinión...
iba a sugerirte que intercalaras ejemplos como el de tu compadre en el libro... no estaría bueno?
-Y dale con el libro...
yo pensé que ya me habías dejado en paz...
-Bueno... es que
me interesa tanto como a t...
-Pues... viéndolo
bien no es mala idea...
-Ah verdad? exclamó
triunfante Julián.
-Y cuando vamos a
tener esa charla con tu mandón?
-Tienes tiempo? vamos
ahora!
-De una buena vez...
vamos a ver que cartas quiere jugar el santo señor.
A Ricardo no le asombró
mucho la rapidez con que fueron recibidos. Después de los saludos de rigor, el prelado no dudó en entrar directamente al tema.
-Y cómo va ese libro
estimado Ricardo?
-Yo pienso que no
tiene que preguntarme, pues seguramente está Usted tan bien informado como este curita del demonio que Dios me dio como amigo,
dijo jocoso el escritor.
Julián no daba crédito
a lo que oía. Ricardo se desenvolvía con mucha confianza ante el arzobispo, cosa rara en él.
-Bueno, no puedo
negarlo... pero una cosa es lo que su amigo me informa y otra la que usted piensa... no es así?
-Así es Su Eminencia...
pero yo tengo mis dudas...
-También me las ha
platicado el Padre Julián, y puedo asegurarle que no hay nada oculto. Qué quiere saber?
-La facilidad con
que acepta Usted mis argumentos y el afán de publicar la obra.
-Creo que ya es un
tema trillado...
-Pero me gustaría
escucharlo de su propia boca...
-Acepto sus argumentos
porque no guardan otra cosa que una verdad urgente por salir a la luz, y el afán de publicarlo porque es mi deseo dar puerta
y oportunidad a gente como usted, simples pero importantes legos, que luchan y se afanan por difundir esa verdad.
La iglesia ha dado
pasos gigantes, poco conocidos, pero los ha dado. Ya usted señaló alguna vez en sus pláticas la presencia del Pope Ortodoxo
en las misas papales. Yo le recuerdo ahora, por ejemplo, que el Dalai Lama estará próximamente aquí, en México, para concelebrar
un acto ecuménico por la paz junto con el Arzobispo Primado y dirigentes de otras religiones.
Es la hora de la
unidad. De reconocer al hombre como hermano del hombre, no como el lobo de su propia especie. El mundo está al borde del caos
y todos, todos sin excepción, tenemos que aportar nuestro granito de arena para alcanzar nuevamente la paz social, cultural
y espiritual.
Deje de pensar que
su libro será la panacea religiosa, o que el mérito es tan grande que la iglesia entera está interesada en su publicación.
Eso, mi amigo, es soberbia, egolatría pura. Pero sí debe pensar, y muy firmemente, que su obra será una aportación más a la
comprensión y entendimiento de muchos de los nuestros respecto a la vida de Cristo, el Cristo mismo y nuestra religión...
y cuando hablo de religión, hablo de la religión universal que El vino a enseñarnos.
Deje de dudar. Deje
de especular. Actúe como buen cristiano, como buen hombre, como buen escritor, y nada más. Vea el don que Dios le dio como
una más de sus armas para la divulgación de su palabra. Que la conciencia no le traicione tampoco; todos tenemos errores en
la vida, unos más otros menos, pero todos hemos tropezado. Sin embargo, no es por su pureza o castidad que le pedimos publique
ese libro, sino porque, precisamente, usted ha experimentado esa gama de sentimientos que elucubran la moral del ser humano.
La ventaja en Usted, querido amigo, es que ha sabido comprender, ha rectificado, ha decidido vivir una nueva vida, más calmada,
más de entrega a sus semejantes. Que lo haga mediante sus libros, es algo que nadie puede negarle. Satisfecho?
Ricardo no contestó
de inmediato. La perorata del prelado le había impactado. No sabía si lo había regañado o le estaba reconociendo. Sólo alcanzó
a decir:
-Gracias Su Eminencia...
-Y ahora... qué les
parece si brindamos con vinito de consagrar por el éxito de la obra? dijo Julián como para calmar la inquietud del escritor.
-Nada de vinito de
consagrar! exclamó el arzobispo, que sea con un coñaquito francés que me regalaron en mi cumpleaños unos familiares.
-Sea como Usted dispone
Su Eminencia, dijo Ricardo todavía medio cortado.
Pasaron varias horas
en que los tres comentaron algunos de los pasajes y la forma en que el escritor los había manejado. Los dos religiosos vertieron
algunas opiniones e incluso sugirieron algunas perfiles a tocar. El hielo se había roto.
Esa tarde, al iniciarse
la reunión, Alfonso llamó la atención del escritor.
-Oye Ricardo, ayer
que hablamos del matrimonio Gustavo y yo salimos comentando algo que se dice insistentemente: que Jesús se casó! Qué hay de
eso?
-Miren todos. Hemos
analizado la historia sagrada a la vista no sólo de los estudiosos clericales, sino también a la de los racionalistas -es
decir aquellos que sólo se atienen a la razón-; los mitólogos -que en todo quieren ver un mito o una leyenda-; los radicales
-que defienden a toda costa y contra cualquier razonamiento su punto de vista, sea a favor o en contra de la religión-; y
hemos usado fuentes cristianas, judías, paganas, antropológicas e históricas, acudiendo a la teología, la dogmática y la doctrina
política y social, respetando cada punto de vista y tomando de él lo que más nos interesa o conviene conforme a nuestra propia
forma de pensar y actuar.
Hablar sobre si Jesús
estuvo o no casado, no es materia precisamente de investigación como tal, sino de deducción. La opinión de la Iglesia es rotundamente
contraria: Jesús no estuvo casado. Sin embargo, varias corrientes han señalado que hay indicios de que sí lo estuvo. Como
en otras cosas, en este caso no hay -hasta ahorita- una certificación que lo compruebe.
-Pero entonces...
estuvo casado o no? preguntó Carlos curioso.
-Vamos por partes.
Decir o reconocer que Jesús fue casado hace chocar un concepto de pureza, de virtud, que guarda Cristo al ser célibe. Esto,
amigos míos, conforme a la Iglesia. Ya hablamos de que el celibato, jamás señalado, insinuado o indicado por Cristo, surge
ya conformada la Iglesia como institución y, sobre todo, porque la mujer -como también ya lo hemos visto- era sólo un signo
de propiedad, un cero a la izquierda.
Pero si bien el celibato
responde a una costumbre de la época hebraica, también era costumbre que el hombre debía, y recalco, debía ser casado
y procrear para el servicio de Dios; aquel que no lo hacía era visto como un renegado, como un pecador, como contrario a la
ley de Dios. Así las cosas, Jesús tenía la obligación, conforme a la ley y las costumbres, de ser casado.
Desde los primeros
tiempos, nos dice Craveri, la presencia de mujeres en la comunidad cristiana provocó más bien inconvenientes, lo que obligó
a Pablo a decir en varias ocasiones: Las mujeres deben callar en las asambleas; No permitiré a la mujer enseñar y usar su
autoridad sobre el marido; y otras lindezas más que llegan al colmo cuando dice: ... la mujer es para gloria del hombre, porque
el hombre no viene de la mujer, sino la mujer del hombre -refiriéndose obviamente a la costilla de Adán- y el hombre no fue
creado para la utilidad de la mujer, sino la mujer para utilidad del hombre!
Con todo, y regresando
a la época de Jesús, la influencia romana en cuanto al trato a la mujer ya dejaba sentir su influencia, y para muchos -incluyendo
a Jesús- ya no era un ser inferior.
Incluso, había muchas
mujeres que seguían a Cristo y no sólo eso, sino que además le financiaban. Los evangelios -algunos sinópticos y otros apócrifos-
nos hablan de Juana, mujer de Cusa, procurador de Herodes; Susana; y Salomé, la madre de los dos zebedeos, entre otras. Algunas
eran ricas “y ayudaron a Jesús con sus bienes”.
Ahora bien. Cuáles
son los indicios que señalan que Jesús podría haber sido casado?
Según Michael Baigent,
Richard Leigh, y Henry Lincoln, autores de The Holy Blood and the Holy Grail, los propios Evangelios lo sugieren.
Citan, en particular,
el primer milagro importante de Jesús, la transformación de agua en vino en las bodas de Caná. Jesús y su madre fueron invitados
-o llamados- a una boda. Por razones que el Evangelio no explica, María pidió a Jesús que repusiera el vino cosa que,
conforme a las costumbres de la época, hubiese correspondido al dueño de casa o a la familia del novio. ¿Por qué iba a hacerlo,
a menos que, en realidad, se tratara de su propia boda? Hay pruebas más directas que aparecen inmediatamente después de la
realización del milagro, cuando el maestresala de la boda llamó al novio y le dijo: Todos sirven primero el vino bueno, y
cuando ya están bebidos el inferior, pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora. La implicación es clara: la boda es la
del mismo Jesús.
Si la suposición
es correcta, hay que preguntarse: entonces, ¿quién fue la esposa de Cristo? Nuevamente, los autores tienen una respuesta.
Las dos candidatas más obvias, después de leer los Evangelios son María Magdalena y María de Betania. Los autores suponen
que esos dos personajes son en realidad una sola mujer, y que fue la esposa de Cristo. En los Evangelios apócrifos se encuentran
algunas confirmaciones de esta teoría. En el Evangelio de María, por ejemplo, Pedro habla a María Magdalena con estas palabras:
Hermana, sabemos que el Salvador te amaba más que al resto de las mujeres. Dinos las palabras del Salvador que recuerdes,
que tú conoces pero nosotros no. Después, Pedro se queja a los demás discípulos: Verdaderamente hablaba en privado con una
mujer y no abiertamente con nosotros. ¿Debemos dar media vuelta y escucharla a ella? ¿La prefería a nosotros? Más tarde, uno
de los otros discípulos lo consuela: Seguramente el Salvador la conocía muy bien. Y por eso la amaba más que a nosotros.
El Evangelio de Felipe
es aún más enfático: Y la compañera del Salvador es María Magdalena. Pero Cristo la amaba más que a todos los discípulos y
solía besarla con frecuencia en la boca. Los demás discípulos se ofendieron por esto y expresaron su desaprobación. Le dijeron:
¿Por qué la amas más que a todos nosotros? El Salvador respondió diciéndoles: Por que no os amo como a ella.
Otros más señalan
que sólo una esposa podría haber estado tan cerca del crucificado. Recuerden que, a los pies de la cruz, estaban María, la
madre de Jesús, Juan, y María Magdalena. Los romanos no permitían que nadie, que no fuese de la familia, estuviera cerca de
los sentenciados, lo que hace suponer que, al no ser sino amiga o seguidora, María Magdalena no hubiese podido estar ahí.
-Oye compadre, pero
a la Magdalena la conoce hasta después de las bodas de Caná, no? protestó Doña Elvia.
-Esto es parte de
la confusión, pero debemos recordar que la cronología de la historia de Jesús no ha podido definirse totalmente. Es decir,
hay hechos que pudieron suceder antes o después de lo narrado.
-Pero... era una
pecadora! exclamó Sonia.
-Veamos entonces
qué clase de pecadora era. María Magdalena no es identificada como la pecadora sino hasta el siglo VI, cuando ya se
luchaba por reafirmar el celibato, es decir el predominio masculino en la institución eclesiástica. Bien pudo ser que fuese
víctima de esta misma actitud.
-Pero sí era una
prostituta! agregó Jorge.
-No! Eso sí que no!
No confundamos lo que, conforme a las costumbres de la época, era una pecadora -es decir, aquella que caía en pecado y que
bien podría ser desde el adulterio hasta la simple desobediencia- y la prostituta, desde entonces ya considerada la mujer
que entregaba su cuerpo a los hombres a cambio de un pago.
En los evangelios
se cita a la “pecadora arrepentida” como una prostituta, pero jamás se le señala como María Magdalena. Y si bien
la exégesis tradicional ha querido darle un nombre: María -así simplemente, sin el Magdalena- es el Papa Gregorio Magno hasta
el siglo VI el que la identifica con María de Magdala, aunque en el evangelio no hay indicio alguno que autorice esa suposición!
Es más, otros autores eclesiales identifican a la prostituta con María de Betania, la hermana de Lázaro y gran amiga de Jesús!
Y todo en su lucha por la detractación de la mujer y el predominio masculino.
Yo me inclino a creer,
si aceptamos que María Magdalena y María de Betania eran una misma persona, que el pecado de la más tarde esposa de Jesús
fue abandonar su casa y seguir al hombre que amaba, sin el permiso de su familia!
Y vamos por partes
para explicar por qué creo esto. En su peregrinaje, Jesús encontró una familia muy hospitalaria, compuesta por un joven llamado
Lázaro y sus dos hermanas: Marta y María.
Conforme a Lucas
y Juan, María de Betania era una jovencita ingenua y casta. No conocía todavía la conveniencia de encubrir sus propios impulsos.
Está fascinada por Jesús y no comprende que el éxtasis que demuestra en su presencia pueda ser malinterpretado por los otros.
Marta, sin embargo, no ignora estas cosas y con algunas miradas intenta dar a entender a su hermana que su comportamiento
no es correcto. María no comprende el significado de aquellas severas miradas. Entonces, Marta busca un pretexto, una de esas
excusas inteligentes de la astucia femenina y le pide a Jesús: Señor, Por qué no le dices algo? Mira que me ha dejado sola
en las tareas domésticas. Dile que me ayude! Jesús, que tampoco ve inconveniente en la súbita simpatía que ilumina el rostro
de la muchacha, replica: Marta, Marta, Tú te preocupas por demasiadas cosas; pero una sola es realmente necesaria, y María
ha escogido la buena...
Este pasaje me hace
suponer, dejando volar la imaginación pero siguiendo las pautas de costumbre, forma de vida y actividades tanto de la época
como posteriores, que María, rotundamente enamorada de Jesús, tras verlo partir y sufrir su ausencia, decidió seguirle aún
en contra de la opinión de su familia. Cómo! Una mujer joven, hija de familia, partiría sola en seguimiento de un hombre que,
por muy amigo y divino que fuera, no dejaba de ser un hombre. Ya de por sí el que una mujer andara sola por la calle era calificado
de pecado.
Así es que, alegre
por su decisión, pero con un tremendo remordimiento por la culpa de haber abandonado a su familia y sin su permiso -lo que
la convertía en pecadora- llegó a presentarse ante Jesús llorosa y arrepentida, no de haberle alcanzado, sino de su audacia.
Ahora bien, supongamos
que Jesús se encuentra en Magdala cuando llega María a verle y, ante los ojos atónitos de los anfitriones -un fariseo de nombre
Simón y su familia- se lanza a los pies de Jesús ungiéndolos con mirra y alabastro, para después secarlos con sus propios
cabellos mientras las lágrimas bañaban su rostro.
La indignación del
anfitrión -como la de cualquiera que ve invadida su casa por una desconocida cuando tiene invitados de importancia- y ver que Jesús no hace nada por evitar la acción de la muchacha, le hace lanzarle los
más fuertes epítetos. ¿Quién de ustedes no le calificaría de: “esa maldita” o acaso de “méndiga vieja”
y, todavía peor, de “una perdida”?
Con esto, creo que
se justificaría el que, convenientemente, los historiadores eclesiales usaran el calificativo más tarde para detractar a la
amorosa jovencita.
Pero sigamos con
la respuesta de Jesús a su anfitrión: Ves a esta mujer? Yo he entrado a tu casa, tú no me has dado agua para lavar mis pies,
y ella los ha bañado con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos. Tú no me has acogido con un beso, ella por el contrario
no ha cesado de besar mis pies. Tú no has ungido mis pies con bálsamo. Por esto te digo que le serán perdonados sus pecados
porque ella ha amado mucho.
Interpretemos esto
con calma. Primero, justifica la presencia de María reprochando al anfitrión su falta de atenciones muy de la costumbre de
la época, y comparandoles con la entrega de la joven. Luego, afirma que le serán perdonados sus pecados -para nosotros la
falta del permiso de su familia- pero jamás se refiere a ella como una mujer perdida o prostituta y, finalmente, expresa que
le serán perdonados -por su familia obviamente- porque ella ha amado mucho. Yo siento que se refería a que la familia
perdonaría el desliz de la joven al aceptarle él como pareja y haberlo hecho por amor. En otras palabras, simple y llanamente,
María de Betania abandona a su familia sin permiso -cayendo en pecado por tanto- y por amor a Jesús que, al verla, le acepta
como pareja y más tarde como esposa. De ahí el celo de los discípulos e incluso podría ser la confusión entre Magdala y Betania.
Respecto al nombre,
y nuevamente refiriéndome a las costumbres de la época, debemos recordar que a los personales se les agregaba un genérico
que significaba alguna importancia en la vida del sujeto, cambiando el inicial que era más que nada identificante de su lugar
de origen. Por ejemplo: al propio Jesús se le conoce como el Nazareno, identificándolo con el lugar en que vive -por alguna
razón pasó al olvido el de su lugar de nacimiento, pues de los contrario hubiese sido Jesús el Betlemita- o a Judas Iscariote,
cuyo Iscariote recordemos significa Sicario, hombre armado, vengador a sueldo, etc.
Así considero que
a María de Betania -Betania por su lugar de origen- se le conocería más tarde como Magdalena -de Magdala, lugar
en que suceden los hechos- y de ahí la confusión convenientemente manejada en su momento.
Pero todo esto, tanto
lo apuntado por algunos autores como mis propias especulaciones, no pasan de ser eso: meras suposiciones basadas, eso sí,
en indicios más que claros, pero sin una comprobación precisa.
Sin embargo, el Evangelio
de Felipe, que forma parte de aquellos documentos ocultados por la Iglesia, y los documentos que aún no han sido totalmente
descifrados tanto de la Biblioteca de Nag Hammadi como de las Cuevas de Qumram, podrían darnos en unos años la respuesta real,
como nos la dieron respecto a la infancia de Jesús.
Mientras tanto, dejemos
esto a la decisión de cada uno sobre creer o no el que Jesús fuese casado, no sin antes hacerles la misma observación que
hice cuando hablamos de la virginidad de María: En qué afectaría a la imagen de Cristo el que hubiese estado casado? Le quitaría
lo divino? O le haría ver como un hombre que cumplía con las más elementales leyes de su religión? Es bueno? Es malo? Yo pienso
que lo malo es ocultar la verdad, sea cual fuere. Para mí, Jesús sigue siendo el Cristo, el hijo de Dios, y saber si estuvo
o no casado no merma para nada la fe que tengo en El.
-En una cosa estoy
de acuerdo, indicó Norma. A la mujer no se le ha hecho justicia... ni en esas épocas, ni ahora.
-Es verdad, agregó
Silvia, como que nos han dejado a la deriva a pesar de los esfuerzos que se han realizado...
-Precisamente por
eso debemos buscar el camino para alcanzar la igualdad entre el hombre y la mujer... con sus diferencias físicas que no morales
o espirituales y sociales, señaló Julián.
-Es importante conocer
la actitud de Cristo ante ellas... pero eso será materia de la charla de mañana...
-Ohh Jeeefee! Tú
siempre lo dejas picado a uno...
-Es que ya es tarde
Carlos, dijo Sonia conciliadora, y mañana hay que levantarse temprano...
-Vayan pues con Dios,
dijo sentencioso Julián, y no se olviden que, digan lo que digan quienes quieren detractar a Cristo, el siempre estará muy
por encima de los más grandes pensadores de la humanidad...
Oye Ricardo, dijo
Norma cuando servía el desayuno, hoy que vas a hablar de las mujeres, no podrías hacer alguna alusión al libertinaje en que
vivimos?
-Naturalmente, estableceré
la diferencia entre libertad y libertinaje nuevamente. Por qué?
-Es que me enteré
de que Silvia, la hermanita de Gloria, anda en malos pasos...
-Malos pasos? A qué
te refieres?
-Dice Gloria que
no ha ido a trabajar algunos fines de semana, y que anda con un pelafustán sin oficio ni beneficio.
-Bueno... ya veremos...
pero recuerda que no debemos juzgar a nadie sin antes conocer la realidad. Ya hemos tenido algunos ejemplos, no es así?
-Y vaya que si los
hemos tenido, dijo Julián al recordar el caso del pobre profesor al que Carlos ya le andaba cargando el muerto.
Más tarde, Ricardo
habló por teléfono con Sonia y se enteró de los problemas que aquella aseguraba tenía Silvia.
El juicio que se
formó no era precisamente el que le contaban.
Esa tarde, Gloria
estaba preocupada porque Silvia le dijo que llegaría demorada a la reunión porque debía atender algunos asuntos en el centro.
-De seguro ya se
fue con el fulano ese, dijo llorosa.
-Vamos, vamos, dejemos
que llegue y sabremos qué pasó, señaló el escritor calmándola.
No bien había dicho
esto cuando llamaron a la puerta. Carlos abrió y se topó de frente con Silvia que venía muy acompañada.
-Orale! Y este chango
quién es? exclamó medio en broma medio en serio el muchacho.
-Buenas tardes Don
Ricardo. Como sé que no tiene inconveniente en que la familia crezca, pues me permití invitar a Abrahám, un amigo muy querido...
-Mucho gusto jovencito...
pase, por favor, esta es su casa... contestó Ricardo viendo de reojo la reacción de Gloria y de Fidel, que de inmediato pusieron
cara de desaprobación.
-Que bueno que vienen,
dijo hospitalaria Norma.
Julián, que no perdía
detalle, apretó suavemente el brazo de Gloria urgiéndola a saludar.
-Bueno, dijimos que
ahora hablaríamos de la forma en que Jesús honra a las mujeres.
La actitud de Jesús
ante las mujeres es un ejemplo más de su acogida recreadora a los oprimidos y marginados. El testimonio evangélico es unánime:
Jesús acogió a las mujeres, las estimó, las respetó y valoró pese a que le tocó vivir en una sociedad y una cultura androcéntrica
y discriminatoria de la mujer, que era hostigada y humillada en sus derechos fundamentales de persona: la mujer era propiedad,
primero, del padre y, después, del marido; no tenía el derecho de atestiguar; no podía aprender la Torá…
-Qué es androcéntrica?
cuestionó Cristy, la hija pequeña de Jorge y Lupita que por primera vez intervenía, a pesar de tener ella y su hermana Adriana
tantos días asistiendo.
-Es la visión del
mundo y de las relaciones sociales centrada en el punto de vista masculino.
-Gracias, dijo secamente.
-En este ambiente,
Jesús actuó sin animosidad, pero con libertad y coraje. Se acerca a las mujeres, las cura, no discrimina a las extranjeras,
supera el tabú de su impureza legal, las pone como ejemplo, cultiva la amistad con ellas. Y una novedad, nunca vista, es su
actitud misericordiosa hacia aquellas mujeres que eran despreciadas por ser pecadoras o adúlteras.
Más importante aún
es el hecho de que, para Jesús, la mujer es igualmente capaz, como el hombre, de penetrar las grandes verdades, de aceptarlas,
vivirlas y, a su vez, de anunciarlas a otros. Así, la samaritana, mujer de conducta irregular, se hace discípula y mensajera
entre los habitantes de su aldea. Y es una mujer, Marta, la que, como Pedro, emite la profesión de fe más entusiasta y radical:
Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, que tenía que venir al mundo. Es evidente que, con Jesús, las mujeres
llegan a su mayoría de edad y vencen la segregación de aquella cultura. Un grupo de ellas le siguieron como discípulas desde
el principio y fueron capaces de acompañarlo hasta la cruz, sin traicionarlo. Como premio de esta fidelidad, Jesús les concedió
el privilegio y la alegría de ser las primeras anunciadoras de su resurrección.
La fuente de este
comportamiento de Jesús con las mujeres, no es la cultura de su tiempo, fuertemente machista, ni la simple oposición a tal
cultura, sino la verdad de la creación y de la redención. Jesús sabe y enseña que el hombre y la mujer han sido creados por
Dios a imagen suya y, por tanto, que tienen la misma dignidad y nobleza. Sabe también que la persona humana, hombre y mujer,
ha sido desfigurada por el pecado y ha sido restaurada por el misterio de su encarnación. Es en Jesús donde el hombre y la
mujer recuperan el esplendor de auténtica imagen de Dios. Como concluirá San Pablo, en Jesús ya no hay distinción entre judíos
y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres.
A lo largo de la
historia, la mujer ha generado infinidad de movimientos en los que ha intentado recuperar esa dignidad, el movimiento feminista
por ejemplo, pero de tal suerte tan mal orientado que, como ya lo comentamos alguna vez, ha caído de la libertad en el libertinaje,
en vez de alcanzar una nueva posición de dignidad... la ha perdido. Es verdad que ahora, en muchos aspectos sociales, culturales
y políticos, la mujer tiene los mismos derechos del hombre, pero también es una amarga verdad que si el hombre no ha entendido
esta igualdad y en muchos casos y lugares le sigue tratando con la punta del pie, es la mujer misma la que no ha sabido darse
su lugar...
-Oiga don Ricardo,
reclamó Sonia molesta, quiere decir que nosotras somos las culpables de que nos maltraten? de que abusen de nosotras?
-Si no todas las
mujeres, sí la mayoría y lo digo con todo respeto Sonia. Mira, ya señalamos que cómo puede decirse liberada una mujer que
ahora tiene que cargar los pesados botes de mezcla en una obra en construcción? cómo puede llamarse libre una mujer que ha
perdido -por exigencia propia- el respeto del hombre? No, la mujer es igual al hombre, sí, pero jamás debe hacer las cosas
que hace el hombre, tanto como el hombre no debe hacer las que hace la mujer.
-Entonces un hombre
no puede lavar los trastes o la ropa?
-No me refiero a
eso que son labores del hogar compartidas y que ambos tienen la obligación de realizar en forma de ayuda mutua; no, me refiero
a que un hombre, que se precie de serlo, no puede vestir como mujer, o maquillarse como mujer, sin el riesgo de ser calificado
de desviado. Así la mujer, una cosa es el derecho igualitario, y otra que ahora también sea secuestradora o asaltabancos.
La dignidad y la libertad son conceptos bien definidos que, como otros valores morales, tienen un límite.
Tan se ha perdido
ese límite que, ahora ya se habla de varones golpeados por sus esposas que no lo hacen por defenderse, sino por parecerse
cada vez más al hombre. Somos iguales, sí, en sentimientos, en derechos, en prerrogativas, pero diferentes físicamente tanto
como socialmente. Acaso no era agradable que a la mujer se le cediera el asiento o el paso en todas partes? No se sentía honrada
cuando un caballero se quitaba el sombrero a su paso? Pero no, se volvió machista, por no decir marimacha, y acogió como suyas
labores y acciones que no van acordes con su feminidad.
La mujer se hizo,
como Jesús lo demostró, para ser honrada como madre, como esposa, como hija, como hermana, como novia. Cuando es ella la que
abre la puerta para la concupiscencia, junto con ello abre su moral y demerita su respeto.
-Entonces, señaló
Silvia, debemos seguir siendo la mujercita de la cocina y el bordado?
-Tampoco. Hay muchas
perspectivas que se han abierto. La carrera académica, por ejemplo. Conozco muchas mujeres que han alcanzado puestos de nivel
ejecutivo, sin haber dañado en lo absoluto su dignidad, sólo con esfuerzo y tesón. Estas, obviamente no se comparan con aquellas
que, para llegar, entregan su cuerpo como prenda a cada jefe de la escala laboral, quedando a la mitad con la reputación hecha
pedazos y sin premio real alguno.
No necesitamos adentrarnos
en ello; la mujer debe ver, con claridad, qué cosa que hace puede dañar su dignidad. Si su corazón, o su conciencia le gritan,
debe dar marcha atrás. Debe saber qué cosa es bueno y qué es malo... para ella y sólo para ella. La humanidad juzga a priori,
ya lo acabamos de ver, y en el caso de la mujer ni la familia se escapa.
Por ejemplo, y si
me permites Silvia...
-Claro que sí Don
Ricardo...
-Por ejemplo, tú.
Piensas que tu hermana puede ver con beneplácito tu relación con Abrahám?
-Debiera verla! Pero
no, la censura...
-Y por qué crees
que sea eso?
-Pues porque no lo
conocen! No saben quién es y juzgan a priori como Usted dice...
-Y quién es Abrahám?
Podemos saberlo?
-Si me permite Don
Ricardo, me gustaría presentarme yo mismo.
-Adelante hijo....
-Soy de religión
judía, mexicano de nacimiento pero de padres libaneses. Estudio la carrera de Administración de Empresas en la Universidad
Nacional Autónoma de México, y ayudo a mis padres con el negocio de mercería y bonetería que tienen en la ciudad de México.
Soy amigo de Silvia desde hace un par de meses en que vengo a visitarla los fines de semana que puedo. No tengo antecedentes
penales y hay quien me califica aquí de vago porque no me ven hacer nada; sin embargo, cinco días a la semana me dedico de
lleno al estudio y al trabajo. Por mis calificaciones tengo una beca completa y en el negocio de mis padres soy el administrador
de compras.
-Vaya! Pues si que
eres una joyita muchacho! exclamó realmente sorprendido Julián.
-Y, ya que hablamos
de las mujeres y, en este caso en especial de Silvia, podrías decirnos cuál es el nivel de relaciones con ella? agregó Ricardo.
-Sí señor... somos
novios desde hace un mes y mis intenciones son casarme con ella si su familia lo permite.
-Y tú que dices Gloria?
preguntó sarcástico el escritor.
-Que creo que debo
pedirle una disculpa a Abrahám y a Silvia... yo no sabía nada...
-Y regresamos a aquello
en que tanto hemos insistido: la falta de comunicación! Ni Gloria le preguntó nada a Silvia, ni Silvia le informó nada a Gloria.,
cuando lo que para una eran desviaciones y para la otra incomprensión.
No es tiempo ya de
dejar de pensar como antes? No es necesario recordar todo lo que aquí hemos hablado? Es verdad que a veces acertamos... dice
el dicho: piensa mal y acertarás! pero a veces damos al traste con nuestra felicidad sólo por no indagar, investigar, preguntar
qué es lo que pasa.
Tú, Silvia -y siguiendo
con tu caso como ejemplo- debiste haber pensado en tu dignidad y no permitir que tu hermana la denigrara pensando lo que no
era. Fue muy fácil dejarla en el error; pero más fácil hubiese sido si aclaras las cosas salvando tu dignidad y la confianza
de ella. Así, con esa sencillez, se pierde Roma en una noche. Cuando la mujer no sabe guardar su lugar, el hombre abusa de
ella; es más, no sólo el hombre... incluso otras mujeres, porque así es nuestra sociedad.
Está en la individualidad
de cada ser el respetar y ser respetado. En la mujer, debe caber la feminidad que es el sabor fecundo del amor del hombre.
Quién quiere a una marimacho o una mandona? Quién se casaría con una mujer que desprecia al hombre en su afán de ser más que
él? La igualdad es pareja. Ser iguales significa tratarse como quisiéramos que nos trataran; respetar como quisiéramos que
nos respetaran. Ser dignos, ante todo. Hombre y mujer, mujer y hombre.
El error, el pecado,
ha existido siempre, en todo tiempo, en toda cultura; han caído en el error tanto hombres como mujeres. Pero esto no significa
que por eso debemos cambiar todo. Debemos cambiar lo que está mal... y conservar lo bueno, lo agradable...
Ser iguales es, como
dijo Jesús, ser uno. La mujer y el hombre son, al final de cuentas, individuos. Y que conste que no es cuestión de géneros,
como se usa ahora en que se dice mexicanas y mexicanos, cuando nuestro idioma, tan bello que es uno de los más perfectos del
mundo, tiene el genérico que sirve para abarcar ambos sexos o géneros: mexicanos. Como genérico, agrupa a mujeres, hombres,
ancianos y niños nacidos o nacionalizados en México.
Así individuo o ser,
es un genérico en el que son iguales hombre y mujer. Y ahora les pregunto yo: son acaso iguales por tanto dos hombres?
-Cómo? exclamó Alfonso.
-Sí, tú y Rafael
son iguales? contesta!
-Bueno, sí, ambos
tenemos dos brazos, dos piernas, un cerebro...
-Físicamente, incluso,
no son iguales. Rafael es más bajo de estatura que tú. Es de mayor edad. Tiene muchos más conocimientos que tú. Sus puestos
han sido más altos que los tuyos. Incluso en riqueza, Rafael tiene más dinero que tú. Y... por eso tú debes asaltar o robar
para tener lo mismo que él? o desvelarte en la nocturna para adultos para saber tanto como él?
-No... claro que
no, dijo Alfonso medio turbado.
-Exacto, cada quien
su vida. En eso estriba la diferencia. No, señores, no somos iguales, todos y cada uno de nosotros somos diferentes.
-Entonces lo que
dijo Jesús es falso? cuestionó extrañada Jazmín.
-De ninguna manera.
Somos iguales espiritualmente. Somos almas gemelas, porque el alma no conoce de dineros o sapiencias, ni de envidias o rencores.
Somos uno en esencia. Es decir, tenemos lo mismo... pero es en nosotros en quienes se hace la diferencia. Por eso hay hombres
buenos y mujeres malas tanto como mujeres buenas y hombres malos. Por eso hay rencorosos y caritativos, flacos y gordos, ladrones
y honestos.
La mujer, tanto como
el hombre, es la que marca su destino. La igualdad está en sí mismo tanto como la diferencia.
Si alguien quiere
ser honesto, ni dejándolo en el arca abierta el justo peca. Si alguien quiere ser malvado, ni el más santo le convence de
lo contrario.
De ahí la necesidad
de reflexionar muy profundamente de hasta qué punto una igualdad social o legal nos afecta positiva o negativamente. Por ejemplo,
las reformas al Código Civil arrojan ahora que, si la mujer gana más que el hombre, al divorciarse deberá pasarle una pensión
igualitaria al marido. Esta reforma lacera flagrantemente la dignidad tanto de la mujer, obligada a mantener al hombre, como
la del hombre que se verá mantenido y, si es digno, ofendida esa dignidad. Una cosa es la colaboración, la participación monetaria
en un hogar en que ambos esposos trabajan, y otra que la mujer deba darle dinero al hombre para su manutención, como si este
fuera un lisiado.
Esa igualdad ficticia
o equivocada nos ha llevado a traumas sociales tan grandes como el amor libre, causa de la destrucción de la célula fundamental
de la sociedad: la familia, y de la sobrepoblación mundial decuplicada en menos de 50 años.
-Es decir, señaló
Julián, que el respeto, la nobleza, la dignidad, deben forjar todos y cada uno de nuestros actos. Recuerdo que, cuando niño,
mi madre solía decirme que si Juanito se lanzaba de cabeza al precipicio yo consideraba que debía hacer lo mismo. Claro que
no, contestaba airado. Pero cuánta razón tenía! No porque otro tiene yo debo tener; no porque otro sabe, yo debo saber; no
porque otro hace, yo debo hacer. Cada uno de nosotros tiene el don del discernimiento y, en base a sus principios morales,
debe actuar para bien o para mal. Eso es lo que hace la diferencia en esa igualdad tan confundida.
La igualdad de que
Dios habla es la igualdad moral que implica los mismos derechos, pero también las mismas obligaciones que, para cada cual,
quedan definidas con la gracia de ser hijos de Dios.
Los hijos del hombre,
por ejemplo, son todos hijos del hombre, pero hay unos más traviesos que otros, algunos más estudiosos, y unos más respetuosos
y obedientes, pero todos son hijos del hombre... y de Dios.
Es un poco difícil
comprender de primera mano en qué estriba la igualdad y en qué la diferencia. Pero aquel que sabe qué es bueno y qué es malo
la entiende sin taxativas.
-Pues yo quisiera
en verdad disculparme con Abrahám y con mi hermana, dijo Gloria nuevamente. Nos han hecho ver la diferencia y les ruego me
perdonen... si lo que dijo Abrahám es verdad...
-Verdad es, te lo
puedo asegurar, indicó Ricardo, que he tenido buen cuidado de llamar a la ciudad de México para cerciorarme, con el perdón
de ellos mismos. Cuando Norma me contó de sus problemas, no sólo hablé contigo Gloria, sino también con Silvia que me explicó
todo. Así es que...
-Así es que, si ustedes
no tienen inconveniente, nos gustaría que fueran los padrinos de nuestra boda Don Ricardo.
-Sería un honor para
nosotros jovencitos, dijo el escritor tras consultar con la mirada a su siempre amada esposa que, con un leve asentimiento
de cabeza confirmó el hecho.
-Y yo me encargo
de casarlos, exclamó triunfante Julián.
-Por la Iglesia,
dijo Silvia, porque también nos casaremos conforme al rito judío...
-Por una o por otra,
será ante los ojos de Dios, agregó el sacerdote.
Cuando llegaron a
la casa del escritor esa tarde, Sonia se sentía un poco molesta por el embarazo. Norma, como buena madre y suegra, le procuró
un té y le acomodó en el sillón que ocupaba normalmente Julián, que se quejó por el despojo.
-Bah! ahora sí, nada
más se queja la niña y el curita al demonio, no? dijo socarrón.
-No se queje padre,
que pronto tendrá otra víctima para sus bautizos, afirmó sonriente Sonia.
-Te sientes muy mal?
preguntó Ricardo preocupado.
-No don Ricardo,
son las molestias propias del embarazo; incluso le dije a Carlos que quería venir y él se negaba porque decía que me podría
pasar algo, pero no, me siento bien dentro de lo que cabe.
-Bueno, pero si llegas
a sentirte más molesta no dudes en decirnos...
-Ya, ya, abuelo chiquión...
dijo Norma divertida, que si se le sale el niño será por el tormento a que la sometes con tu palabrería...
-Bueno, pues ahora
sí! Resulta que yo soy el responsable...
-Mira viejito, mejor
empieza porque la concurrencia ya está lista y creo que vas a terminar la cristonovela cuando mi hijo cumpla diez años...
comentó Carlos burlón como siempre.
-Bueno, pues aprovechando
el momento y el tema, hoy hablaremos de Cristo y los niños.
-Sí, sí, exclamó
Silvia emocionada a lo que Gloria le lanzó una mirada de extrañeza.
-Mírala! dijo Fidel.
Todavía no se casa y ya está pensando en su pequeño abonero.
Jorgito preguntó
de inmediato:
-Por qué abonero?
-Ah, dijo Rafael
a manera de explicación, porque hace muchos años, en las ciudades en donde se asentaron los inmigrantes sirio-libaneses como
Puebla, Zacatecas y Morelia, casi todos se dedicaban a vender de puerta en puerta sábanas, colchas, cortinas y ropa en abonos.
Algunas películas mexicanas, como El Baisano Jalíl, interpretada por el fantástico actor Joaquín Pardavé, guardan muchos de
esos recuerdos de la vieja vida de México. De ahí se quedó la costumbre de calificar chuscamente a todos los árabes o sirio-libaneses
como aboneros.
-Pero todos honestos
y trabajadores, que se superaron con el tiempo, y de la venta de puerta en puerta surgieron los grandes almacenes de Mercería
y Bonetería, como el de mis padres, reclamó orgulloso Abrahám.
-Así es, agregó Ricardo,
yo tuve un compañero en el Colegio Benavente, allá en Puebla, cuyos padres eran dueños de la principal casa del ramo. Se llamaba,
si mal no recuerdo, Jorge Yitani, un joven muy serio y dedicado al que recuerdo con agrado.
-Huyyy... y tantos
otros... completó Rafael.
-Bueno, empecemos.
Jesús tiene un comportamiento original con los niños, que contrasta también con la cultura de su tiempo. Los griegos y los
romanos consideraban al niño como un ser sin derecho alguno, propiedad de sus padres. Abandonaban o eliminaban sin piedad
a los niños enfermos, lisiados o a las niñas no deseadas. También la tradición hebrea tenía una escasa consideración a los
pequeños, viendo en ellos más bien las deficiencias e imperfecciones de un ser inmaduro y frágil. Desde luego, ningún rabino
que se preciara perdía su tiempo educando a los niños. Esta tarea quedaba absolutamente reservada a la familia.
En este clima, sorprende
la actitud de Jesús. En primer lugar, para El, los pequeños son los que mejor comprenden las cosas divinas, y por eso le gusta
tenerlos como oyentes y bendecirlos: “Entonces le presentaron unos niños para que les impusiera las manos y orase. Los
discípulos les regañaban, pero Jesús dijo: Dejad a los niños y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como
ellos es el Reino de los cielos”. No es extraño, pues, que las gentes vayan a oír a Jesús con los niños, como aparece
en la escena de la multiplicación de los panes.
Pero Jesús no sólo
valora la capacidad del niño para entender a Dios, sino que lo pone como modelo de discípulo. Ya lo hemos visto en la respuesta
de la escena anterior: De los que son como ellos es el Reino de los cielos. Jesús insistirá otra vez: Os digo que, si no volvéis
a ser como niños, no entraréis en el Reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más
grande en el Reino de los cielos.
Y Jesús da aun un
paso más. El niño, para él, es una imagen privilegiada de sí mismo e incluso del Padre: El que acoge a un niño como este en
mi nombre, me acoge a mí, dice. Y en otro lugar reitera: El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el
que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado. Desde esta valoración se comprende la dura reacción de Jesús
ante cualquier daño que se pueda causar a un niño: El que escandaliza, aunque sea a uno solo de estos pequeños que creen en
mí, mejor es que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y lo hundan en lo profundo del mar.
-Andale! como que
adivinó que ahora habría muchos pederastas, exclamó Gustavo.
-Y muchos de ellos
curitas, agregó medio punzante Alfonso.
-Pero ni son todos
los que están, ni están todos los que son, mi querido amigo, contestó de inmediato Julián.
-Si se fijan, añadió
Jazmín, también incluye al maltrato, y de esos sí que hay muchos... pobrecitos. No vieron el video de la desgraciada sirvienta
esa que golpeaba sin piedad a un niño que lloraba?
-Un niño es el ser
más indefenso del mundo, dijo Jorge, y la expresión de Cristo debiera llevarse como pauta para las leyes al respecto: que
a quienes maltraten a un niño les cuelguen al cuello una piedra y los tiren al fondo del mar.
-Bueno, no podrán
negar que se ha legislado mucho sobre el tema, aclaró Celerino.
-Sí diputado, pero
también debe reconocer que las leyes les dan siempre a los malditos una salida... dijo molesto Jorge.
-No lo niego, pero
se lucha por cerrar el cerco. No hay un país en el mundo que tenga leyes perfectas. Precisamente, ahora con lo de la marcha
contra la delincuencia, se nos han urgido leyes más severas en contra de secuestradores y violadores. En Guerrero ya estamos
redactando un proyecto de ley y hay quien pide que se eleven las penas hasta cadena perpetua.
-Pues debieran aprobarla,
señaló Norma.
-Es que la vida es
tan cambiante, intervino doña Elvia. Figúrese, las famosas organizaciones de Derechos Humanos defienden más al delincuente
que a la víctima.
-Cierto, señaló el
propio Celerino. Por eso algo debemos hacer y yo soy uno de los que busca cerrar esas salidas de las que hablan. No es posible
que a un violador se le permita la libertad condicional y menos cuando se trata de un niño como víctima.
-Bueno, es que en
realidad las leyes del hombre -como lo hemos visto en las propias escrituras- no son perfectas porque el hombre mismo no es
perfecto, indicó Ricardo. Pero sigamos.
¿Cuáles pueden ser
los motivos de este aprecio tan grande de Jesús hacia los niños? El primero es que Jesús ha vivido en primera persona la experiencia
de ser niño, recordemos que la comunidad cristiana ha venerado siempre con una inefable ternura al niño Jesús. Ha sido infante,
sin palabra, El, que era la Palabra; ha sido débil, El, que era el Omnipotente; ha sido obediente a María y a José, El que
era Señor de todo; ha sido fragmento del tiempo, El, que era la eternidad. Jesús ha experimentado la ternura maternal de María
y la protección de José. Sabe que ser niño quiere decir abandonarse enteramente a los otros, depender de los otros, aprender
de los otros. Y por eso, al exaltar a los niños, Jesús no exalta la inmadurez y la imperfección, sino la inocencia, la confianza
y la simplicidad. Y cree que estas actitudes deben conformar siempre al cristiano adulto.
Pero hay un segundo
motivo del aprecio de Jesús a los niños. El es el Hijo del Padre. Aunque va creciendo, permanece por toda la eternidad como
el Hijo, aquel que está en el seno del Padre, entre los brazos de la caridad divina. Y esta es la gran motivación teológica
que impulsa a Jesús a dictar la ley del niño. Todos nosotros somos y permanecemos hijos del Padre, protegidos por la gran
misericordia y caridad del Padre. La familia humana, creada por Dios, es una familia de hijos de Dios y de hermanos en Cristo.
Por eso: el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Al finalizar esta
descripción de la actitud de Jesús ante la pobreza y la marginación de su tiempo, no podemos olvidar otra enseñanza decisiva.
El premio de la comunión eterna con Dios dependerá precisamente de la acogida a Jesús en los hermanos necesitados, pero también
en los niños: Venid vosotros, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo
y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme… Cada vez que lo hicisteis con uno de estos
mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
Deja pues una enseñanza
eterna: el que ama a los niños, el que respeta a los niños, el que cuida a los niños, ama, respeta y cuida a Cristo mismo.
Se han preguntado
ustedes por qué una cría provoca tanta ternura? Y cuando digo una cría me refiero no sólo a los niños, sino a las crías de
cualquier animal, por feo que sea. No les provoca ternura la cría de un gorila? o de un cocodrilo? No despierta en ustedes
ese sentimiento de protección hacia él?
-Sí, dijo simplemente
Sonia lanzando un suspiro.
-Siempre, manifestó
el calculador y frío Alfonso.
-A todas horas, dijo
Rafael con la vista fija en el infinito.
-Pues les provoca
ese sentimiento porque es un ser indefenso y lo sabemos. Así el niño precisamente. Es un ser indefenso al que sólo el alma
más despiadada puede maltratar o ver con maldad. Un niño es puro, inocente, pero al mismo tiempo es el reflejo del amor más
confiado.
-Dicen que no hay
madre que vea feo a su hijo, comentó Jorge abrazando a sus hijas.
-Y así es, dijo doña
Elvia. No hay nada más querido en el mundo que un niño.
-Pero el mundo se
ha degradado de tal suerte que ahora se roban a los niños ya no para venderlos o ponerlos a pedir limosna, no, el negocio
ha crecido: ahora les roban para sacárles los órganos y venderlos al mejor postor, afirmó sentencioso Julián.
-Pero siempre hay
quien lucha por ellos, agregó Ricardo. Así como Celerino nos informa de la futura expedición de nuevas leyes en su favor,
hay otras personas que dedican buena parte de su tiempo a buscar apoyo a ese tipo de legislación y aún exigen más. Una amiga
mía, Margot Rosenzweig, escritora y pintora, emprendedora de mil y un luchas sociales y eterna protectora de cientos de niños,
se ha lanzado ahora a la lucha por detener la pederastia en Acapulco. Esa no se para en pintas. Lo mismo se enfrenta a un
Procurador de Justicia que a un Gobernador y hasta al propio Presidente de la República. Ha conseguido el apoyo de una agrupación
no gubernamental de Estados Unidos y crearon un organismo que se llamará Por Nuestro Niños. Se invertirá mucho dinero en casas
hogar, psicólogos, y contará con un cuerpo de abogados para ayudar a quienes lo necesiten en problemas relacionados con los
niños, lo mismo en el maltrato familiar que en problemas de adicciones o de niños de la calle. Es fabulosa.
-Algo he oído, reconoció
Celerino, y la señora tiene sus relaciones eh?
-Vaya si las tiene,
hoy precisamente debe estar cenando con el Presidente de la República. Le invitó para conocer el proyecto a ella y a las gentes
que conforman el fideicomiso.
-Pues ya era hora,
dijo Norma. Porque en realidad son muchos los casos que leo en el periódico y muy pocos los sentenciados por alguno de esos
delitos.
-Pero para allá vamos
comadre.... para allá vamos... dijo conciliador el diputado.
-Bien, hemos visto,
si no en su generalidad sí a profundidad, algunos de los temas que Jesús tocó en sus discursos y parábolas. En todos y cada
uno de ellos la bondad y el amor al prójimo es la pauta a seguir.
Pero ese amor puede
verse fracturado cuando no sabemos dar a cada quien lo que merece. Al bueno, bueno, y al malo, malo, decía mi abuela. Es decir,
debemos comprender qué significa dar a cada quién lo que merece. Pero... cómo podemos calificarlo? Cómo podemos decir con
certeza de qué es digno alguien? Incluso nosotros mismos!
-Creo que en eso
tenían mucha razón los antiguos, interrumpió Fidel, en esa época del ojo por ojo, diente por diente, no?
-Tú crees? Crees
que la Ley del Talión sería el remedio para la humanidad? Cobrar una afrenta con otra? Si te roban, roba? Si te matan a un
hermano, mata a otro? No Fidel, no creo que esa sea una solución... pero hablábamos de cómo saber qué le corresponde a cada
cual no precisamente como castigo, sino como merecimiento o derecho.
Al hombre probo,
decente, trabajador, honrado, debiera -y conste que dije debiera- corresponderle paz, tranquilidad, felicidad, honra y loor;
pero no es así en la mayoría de las ocasiones.
Por el contrario,
y sobre todo en esta época moderna, al hombre malo, al traidor, al envilecido, al tramposo y ratero al que debiera tocar castigo,
inquietud y vergüenza, recibe -también la mayoría de las veces- premio a su iniquidad con riqueza, comodidades y lujos.
Es injusta pues la
disposición divina? O es el hombre, nuevamente, el que marca realmente su destino, a veces convenenciero, a veces indolente...
-Yo creo que es el
hombre, dijo Carlos, porque lo que hacemos es lo que recibimos, como dijera Jesús, lo que se siembra, se cosecha?
-Sí? Y qué me dices
de ese primer ejemplo que ponía tu padre, el del hombre bueno, justo, responsable, que jamás sale de perico perro y vive al
día con hambre e inquietud por el pago atrasado de la renta o la luz? reclamó Alfonso.
-Es parte de la injusticia
de esta méndiga vida, contestó Carlos.
-En parte, muy en
parte, aclaró Ricardo. Si bien es verdad que esta vida está llena de injusticias, también es cierto que debemos analizar el
porqué. Por eso mismo, mañana hablaremos sobre qué es para el Cesar... y qué es para Dios.
Esa mañana, Ricardo
recibió muy temprano la invitación del Arzobispo a desayunar. Julián le acompañaba. En el camino, los dos amigos comentaban
alegremente el suceso.
-Ahora sí le entró
el amor con fuerza a tu jefe, dijo cascabelero el escritor.
-No te digo? Si te
quieren malo, si no te quieren, peor....
-Oh vaya, es que
la invitación como que fue muy apresurada, no crees?
-Precisamente por
eso tengo mis dudas...replicó el sacerdote.
-Huy tú! No vaya
a ser que nos pretenda comer!
-Mira, mira, mira...
al final de cuentas como que te está gustando, no?
-Pues la verdad es
que, con todo, le tengo un gran respeto por su investidura y, para serte franco, no cualquiera se codea con un Arzobispo,
como le dijera a Carlitos no?
-Pero no niegues
que se te alegra el alma... insistió el cura.
-No, no lo niego...
después de todo, tu jefe me empieza a caer bien.
-Oye, y si te pidiera
que no escribieras el libro?
-Ah que la canción!
Sólo eso me faltaba. Primero me entusiasman con hacerlo y ahora salirme con esas... pues sinceramente me valdría gorro y lo
escribiría de todos modos.
Julián sólo sonrió
socarronamente.
-Caray Su Eminencia...
estoy decepcionado...
-Por qué mi querido
amigo?
-Pues porque uno
espera, cuando lo invita un cura, recibir chocolatito caliente batido con molinillo y pan recién horneado...
-Creo que ha visto
muchas películas provincianas Don Ricardo... en nuestra mesa se sirve lo mismo que en cualquier mesa... guardadas las distancias
obviamente...
-Y ya que hablamos
de distancias... a qué se debe esta sorpresiva invitación?
-Sé que el día de
hoy hablará sobre aquello de dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios...
-Vaya que lo tienen
bien informado, exclamó volteando a ver a Julián, aunque no con la sorpresa de la primera vez...
-Cual debe de ser
mi amigo...
-Y...?
-Pues que ambos sabemos
que el tema, en un país como México en el que se ha vivido una clara separación iglesia-estado por muchos años, se puede poner
candente si mezclamos la política con la religión...
-Y usted me pide
que no hable de política?
-No precisamente,
pero sí que sea muy cauto al hablar del gobierno... no quisiera que las ya frágiles relaciones, por las insanas intervenciones
de algunos, se vean más deterioradas.
-Y quién le informaría
al gobierno si hablo de él?
-Tengo entendido
que su amigo Gustavo es de la Secretaría de Gobernación.... y por ende, así como Julián para conmigo, él debe informar al
gobierno sobre las ya famosas pláticas...
-Bueno! ahora sí
que estoy lucido! Quiere decir que mis pláticas tienen el interés del gobierno? porque el de ustedes ni duda cabe!
-No con certeza....
pero considero que puede ser precavido, no?
-Pues con todo respeto...
al diablo con Ustedes y con el gobierno! Yo empecé mis charlas con el afán de hacer conocer a mis muchachos y amigos el claro
sentido de la palabra de Cristo, no para convertirme en publicista del clero u objeto de espionaje del gobierno! Así es que,
Su Eminencia, diré lo que se me pegue la gana, a la hora que se me pegue la gana y como se me pegue la gana!
El prelado estaba
asombrado. Jamás esperó que la reacción de Ricardo fuera tan enérgica. Julián, en un intento conciliador, intervino tímidamente.
-No te exaltes Ricardo...
no se trata de eso. Ni el clero pretende o quiere manipularte ni creo que Gustavo te esté espiando para el gobierno... sinceramente,
y con el debido respeto Su Eminencia, creo que esta apreciación está fuera de lugar. La interpretación que se ha dado es equivocada...
-Y tiene razón, por
lo que pido disculpas, expresó el arzobispo.
-Disculpas que no
caben Su Eminencia. Si el erróneo análisis viniese de otro cualquiera, le aceptaría la posibilidad de error y las disculpas...
pero viniendo de un hombre de la inteligencia y preparación de Usted, el error no cabe... le ruego explique claramente su
postura. Creo merecerlo...
-Le recuerdo que
la lucha por el resurgimiento de la verdad religiosa, encabezada ahora por Su Santidad, se ha llevado desde hace muchos años
en forma discreta y paulatina. Hacerlo en forma abrupta, o causar un conflicto respecto a ella, podrían hacernos perder décadas
de esfuerzo. Reconozco que he sido víctima del poco tacto, y por eso le pido disculpas, pero también le ruego que comprenda
esas mis intenciones, como usted las califica, que no son otras que evitar un enfrentamiento con el gobierno.
-Reconozco yo también
que quienes nos gobiernan son seres de tan poca capacidad, dijo Ricardo bajando el tono de voz, que efectivamente pueden ver
moros con tranchete como decimos en mi tierra; pero no creo que la humildad de unas charlas como las mías, sobre todo teniendo
un público tan familiar, llegasen a causar siquiera el asomo de un conflicto. Considero que ha magnificado tanto la importancia
social de mis charlas como la estulticia del sistema gubernamental.
-Sea pues como Usted
dice, y le reitero mis disculpas, pero también le reitero mi ruego porque sea precavido en sus conceptos... no acaso nuestra
amistad, o la amistad con Julián, vale la pena como para ser -por las dudas- precavido?
-Mire Su Eminencia,
invocar la amistad fue un golpe bajo, sin embargo sea por ella y no por sus argumentos; con todo, no puedo negar que me ha
metido la espinita y la duda me está matando ya desde ahora mismo... podría preguntarle algo y esperar una respuesta sincera?
-Naturalmente Ricardo,
dijo el prelado aclarando la voz y olvidando a propósito el Don con que siempre acompañaba al nombre del escritor.
-Un hombre de su
talla no hace esto a priori. Hay algo que yo deba saber? Existe alguna situación que desconozca y me pueda afectar?
-De suyo y directo,
no. Pero insisto en que lo que busco es prevenir que llegara a darse. Ya mucha gente comenta sus pláticas y la posibilidad
de la publicación del libro. Algunos pueden calificarlo de “punta de lanza” del clero para cambios que, sin conocerlos,
puedan despertar inquietudes oficiales. Esa es la verdad de la situación. No me gustaría que pensaran que está Usted manejado
por la iglesia para lanzar esas nuevas ideas... considerando que ellos pudiesen calificarlas de “peligrosas”.
Recuerde cómo se inició la fragorosa lucha cristera en nuestro país... por una nada... y tuvo como resultado la muerte de
miles de mexicanos.
-Qué debo hace entonces,
replicó el escritor con cara de preocupación.
-Simplemente no referirse
al gobierno como tal al hablar del Cesar...
-Pues me la pone
difícil, porque el Cesar era el gobierno.
-Mira Ricardo, intervino
Julián, la verdad es que todos te conocen como un hombre de línea dura en materia de crítica al sistema. Tienes cuarenta años
señalando las lacras sociales y oficiales. Por eso una afirmación tuya puede ser peligrosa, no tanto para ti que ya te conocen,
sino para las relaciones iglesia-estado.
-Por qué me tentáis...dijo
como colofón el escritor parafraseando a Cristo.
Al regreso, los dos
amigos guardaban silencio. Ricardo sentía que le sudaban las manos en el volante. De pronto, volteando a ver al sacerdote,
espetó:
-No voy a darle el
gusto al gobierno de quedarme callado. Si en realidad Gustavo está informando de mis pláticas, el señor gobierno va a recibir
mi mensaje muy claro. Pero no te preocupes, aclaró al ver la cara de sorpresa del cura, que no enredaré a la iglesia en esto.
Aunque te repito que creo que están magnificando las cosas...
Los dos amigos, acompañados
de Rafael y Alfonso, se encerraron en el despacho de Ricardo hasta que llegaron los asistentes.
-Viejitooooo!!! ya
es hora...! Sal de tu escondrijo y sigue con la Cristonovela....!!! gritó Carlos desde la sala.
Luego volteó a ver
a Norma y preguntó extrañado:
-Qué se traen esos?
-No sé, dijo ella
con un gesto de preocupación, en verdad no sé.
-Buenas noches a
todos, dijo Ricardo con voz cantante a nombre de todos sus acompañantes.
-Buenas noches, corearon
los demás.
-Ya llegó Gustavo?
-Aquí presente, como
todas las noches, exclamó el aludido parodiando una popular serie de radio cubana.
-Bueno, pues comencemos...
-Y por qué preguntaste
especialmente por mi? reclamó Gustavo.
-Ya lo sabrás...
tú y yo nos vamos a comer un pollito... sentenció el escritor.
Julián le cerró el
ojo en complicidad y se aprestó a sentarse en el sofá.
-Para empezar, les
diré que tenemos dos espías en esta pequeña y humilde comunidad...
Las caras de todos
manifestaron una aguda sorpresa.
-Pero no lo tomen
como si fuera película de James Bond. No, les llamo espías porque me da la gana calificarles de ese modo, pero de una manera
amistosa. Ambos, cumplen con su deber y no precisamente para perjudicarnos; ambos, son nuestros amigos. Sirva su labor para
entender más a fondo el tema que vamos a analizar el día de hoy.
-Quiénes son los
espías? cuestionó Carlos entre extrañado y molesto.
-A su tiempo mi querido
hijo, a su tiempo. Primero permitanme decirles que, dada la importancia del asunto, les leeré textualmente narrativa y análisis
que hace Craveri sobre el tema: ...los Doctores -de la ley, obviamente- perversos, buscaron hacerle caer -a Jesús- en algún
fallo y así comprometerlo. Hemos comprendido -dicen ellos- que eres sincero y que enseñas la verdadera religión sin ocultarlo
a nadie. Por esto dinos: Es lícito pagar el tributo al Cesar o no es lícito?
Es una pregunta muy
insidiosa. Los judíos pagaban de mala gana los tributos a los romanos, que era la prueba tangible de su sumisión política,
y ya para ellos la idea del Mesías se identificaba con la independencia nacional, pensaban que Jesús no podía hacer otra cosa
que negar la licitud del pago. Esto les habría ofrecido un pretexto para denunciarlo a Poncio Pilato. Si Jesús decía, por
el contrario, que se tenía que pagar, se hubiera desacreditado ante la opinión pública.
Pero el Nazareno,
comprendiendo su malicia y su hipocresía, no se dejó coger en la trampa.
Por qué me tentáis,
exclamó molesto al instante. Pero después de quedar unos instantes pensativo, los afronta con decisión: Dadme una moneda,
que yo pueda verla. Se la dieron. Era un denario de plata: en el anverso llevaba la efigie de Tiberio -el Cesar-... y en el
reverso estaba representada la emperatriz Julia Livia con cetro y flores...
De quién es esta
imagen y esta inscripción?, les preguntó Jesús. Del Cesar, contestaron. Entonces -agregó Jesús- dad al Cesar lo que es del
Cesar y a Dios lo que es de Dios.
Jesús los esquiva
con una ocurrencia ambigua y sibilina, incluso tal vez irónica, que ha evitado que diera una respuesta comprometedora, y sus
interlocutores quedan desilusionados.
Pero no así sus seguidores
posteriores, que consideran la frase como una definición cabal del pensamiento político de Jesús, cuando se presentarán necesariamente
problemas de convivencia entre la comunidad cristiana y la sociedad civil, entre la iglesia y el estado y, en último análisis,
entre el poder espiritual y el poder temporal.
La respuesta de Jesús,
precisamente porque era intencionadamente ambigua, se presta a todas las interpretaciones. A primera vista parece que defienda
a una neta separación de los dos poderes y rechace de una manera clara y precisa cualquier relación entre la religión y la
política, que más tarde será confirmado por la frase de Juan: Mi reino no es de este mundo.
Pero es antihistórico
atribuir a Jesús, como hace Harnack, lo mismo que a su época, una manera de pensar tal que pone en un plano de igualdad los
deberes morales y los deberes cívicos del hombre. Este concepto de paridad es una conquista, y todavía muy discutida, del
pensamiento liberal moderno...
Más adelante, Craveri
señala: Jesús admite sólo la conveniencia, principalmente para evitar la violencia, de resginarse a pagar el tributo, con
el mismo espíritu que en Cafarnaúm había aconsejado a Pedro pagarlo. Este era el comportamiento de la primitiva comunidad
cristiana, al menos en Jerusalén. Pero en el imperio, donde el culto estaba incluso controlado por el estado, la frase de
Jesús tendrá que ser interpretada en sentido inverso, como una invitación a aceptar sin discusión la subordinación al poder
civil. San Pablo escribe: También la autoridad civil pagana, en cuanto existe, es querida por Dios, de forma que el que resiste
a la autoridad se opone al orden de Dios, y pocas líneas después dice: los gobernantes son ministros de Dios. Lo mismo, con
no menos claridad, señalan otros escritores de la época.
-Un momento, dijo
Gustavo, cómo está eso de que las autoridades son “ministros de Dios”?
-Así era el concepto
de la época de Pablo. Pero cabe señalar que era una forma convenenciera de no tener problemas con el estado, fuese de Roma
o de otro de los muchos lugares en donde el cristianismo se había extendido. El sistema funcionó, efectivamente, en tanto
les convino a ambos factores. Más adelante no sería así.
-Es decir que las
diferencias iglesia-estado no son de ahora, de la época moderna?
-No.... van mucho
más atrás... pero ya platicaremos de eso.
-Oye... pero no nos
dejes con la duda, inquirió Carlos, quiénes son los espías?
-Julián y Gustavo.
-Qué???!!! Julián?
reclamó Norma.
-Sí, Julián y Gustavo.
Ambos informan a sus respectivos jefes de lo que aquí hablamos...
-Oye! exclamó Gustavo,
eso no es cierto!
-Estás seguro?
-Te doy mi palabra...
una cosa es que trabaje en Gobernación y otra que ande informando de tus pláticas que, sin ofender, no guardan interés alguno
para el gobierno.
-Pues hay quien no
opina lo mismo y asegura que el gobierno sí tiene interés en saber y conocer de las opiniones que aquí se vierten...
-Repito que te doy
mi palabra de que no es así... es más, ni siquiera me han pedido una tarjeta informativa aislada... vengo porque me interesa
en lo personal, pero nada más...
Julián volteó a ver
a Ricardo y sonrió levemente. Norma alcanzó a ver el gesto y preguntó directamente:
-Qué está pasando?
Julián, puedes decirme de qué se trata todo esto?
-Ideas de Su Eminencia...
-Ahhh, ya veo! dijo
de inmediato Gustavo, tenían que andar las faldas del arzobispo en esto. Y él hizo la afirmación? Me acusó directamente?
-No te acalores,
que lo mismo me pasó a mi, indicó Ricardo, lo que pasa es que está preocupado porque el gobierno pueda pensar mal de mis charlas
y de los conceptos que en ellas se vierten...
-Huy mi’jito!
Si conocieras las que hay de fondo ni siquiera pensarías en que tus charlas son de importancia para el sistema. No, en verdad
te digo que no hay nada de eso. Vamos, ni siquiera yo había pensado, ni por asomo, en informar sobre el contenido de las pláticas.
Qué les puedo informar? que hay una nube de guerrilleros aquí pensando en cómo derrocar al gobierno con sistemas de la época
de Cristo? Vamos, es infantil pensarlo siquiera.
-Y que hay de las
relaciones iglesia-estado? cuestionó Julián.
-Ay padre, ni me
venga con eso. Usted mejor que nadie sabe que siempre han sido mancuerna, con relaciones o sin ellas. Así es que... a otra
cosa mariposa!
-Sea pues, sentenció
Ricardo con el pecho henchido.
El escritor sabía
que su amigo no podía traicionar su confianza. Una cosa era la labor informativa de Julián, celosa al fin de la veracidad
de sus aseveraciones y análisis, y otra pensar en que había labor de espionaje en realidad.
Gustavo y Alfonso
se esperaron a que los demás se hubiesen retirado para hablar con Ricardo. Julián, discretamente, le hizo una seña al escritor
para que se diera cuenta de sus intenciones. Norma no perdía detalle.
-Como veo que no
tienen intenciones de irse, qué les parece si nos tomamos otro cafecito? invitó Ricardo a sus amigos.
-Te lo aceptamos
porque quiero dejar bien claro cuál es mi posición, dijo sin titubeos Gustavo.
-Normita, nos regalas
otro cafecito?
-Con gusto, pero
les prohibo que empiecen a hablar mientras traigo tazas limpias.
-Sea pues. Acomódense
señores.
-Acomódate tú también
mamá, intervino Jazmín, yo traigo las tazas.
-Mi querido Ricardo,
empezó el funcionario, me preocupa sobremanera el que nuestra amistad pueda verse afectada por esos pensamiento erráticos
del arzobispo. Te puedo asegurar que jamás pensé siquiera en darle esa importancia política a tus charlas. No veo en ellas
peligro alguno para el sistema. Además, los cambios de que has hablado no son cambios locales, ni inmediatos, son cambios
que se generan a lo largo y ancho del mundo y que, aún suponiendo que afectaran al gobierno mexicano, este no podría evitarlos.
-Sin embargo no le
afecta, aclaró Julián.
-Lo sé, lo sé. Pero
no quiero que se piense que he traicionado de alguna manera a mi amigo. Incluso, si lo vemos como tal, creo que aquí el único
que le ha traicionado has sido tú, curita de porra, que sí informas al dedillo a tus superiores...
-La verdad es que
yo no siento eso como una traición en el caso de Julián, dijo Norma en defensa del sacerdote. Pero si tú lo hicieras sí lo
consideraría así pues al gobierno no le importa lo que platicamos. O qué? Ya estamos en un sistema totalitario que espía a
sus habitantes para saber qué piensan o qué hablan?
-Un momento, dijo
Ricardo. Dejemos de lanzar acusaciones y dar justificaciones. Poco antes de que llegaran ustedes, nos reunimos Rafael, Alfonso,
Julián y yo, para analizar lo que había sucedido con el Señor Arzobispo y, la verdad, creemos que la cosa va en sentido opuesto.
-Cómo en sentido
opuesto? preguntó Gustavo.
-Creemos que lo que
quiere el arzobispo precisamente es que informes de lo que aquí se habla, que la información llegue hasta arriba.
-Y con qué maldito
objeto? repreguntó.
-Eso no podemos definirlo,
pero consideramos que es una forma de mandar el mensaje de que vienen cambios religiosos a los que se deberá adaptar el gobierno.
Y no precisamente el gobierno, sino el sistema. Mira, tenemos un presidente brotado de la derecha, panista pues, que lo mismo
asiste a misa que se postra a los pies de la Guadalupana. Por ese lado, los cambios se facilitarán, pero no por eso dejarán
de causar escozor a la supuesta oposición, o al menos servir de pretexto para tener un motivo más de ataque al presidente.
-Ah... entonces se
pretende “advertir” al sistema... pero de qué? No entiendo.
-Sigo siendo de la
idea de que, para entender algo, debemos recurrir a la historia, a los antecedentes. Creo, señores, que hay ya de por sí una
guerra desatada entre el sistema y la iglesia. Pero vamos por partes.
Me remitiré nuevamente
al análisis que hace Craveri. En los dos primeros siglos, el cristianismo había despertado los odios por su actitud negativa
respecto a la vida civil y política y por su carácter de organización autónoma. A partir del siglo III, preocupa precisamente
por la influencia positiva que pueda ejercer sobre la actividad pública y administrativa del Estado. La queja de Cipriano,
obispo de Cartago en los años 248/258, de que en la iglesia ya se han insinuado ambiciones mundanas y un desmesurado deseo
de riquezas, incluso en los obispos, que no desdeñaban dedicarse a la especulación financiera y a prestar dinero con usura,
y la vasta confiscación de bienes a los cristianos ordenada por el Emperador Valeriano, nos iluminan suficientemente sobre
el peligro que la Iglesia representa tanto por su importancia económica como por la categoría social de sus componentes. Pero
ya era imposible desarraigar el cristianismo, así que más adelante Galerio, en su tiempo, se ve obligado a reconocer la libertad
de culto para apaciguar la oposición. Hasta entonces había circulado entre los cristianos una literatura violenta que consideraba
a Roma como la “insigne cortesana con la que los soberanos de la tierra han fornicado y que ha embriagado con el vino
de su impureza a los ciudadanos del mundo”.
Desde ese momento
empieza el verdadero triunfo de la Iglesia como organización política, y los problemas de la relación con la autoridad se
mira de un modo distinto. Se convierte pues, no sólo en Roma sino en muchas partes del mundo, en una religión de Estado y
por ende de masas. Primero, suprime los cultos paganos y los transforma para su propio uso -recuerden México-, y logra que,
mediante leyes, se prohiba a los paganos acceder a los cargos públicos. La injerencia de la Iglesia en el Estado ha empezado!
Obviamente, con el
paso de los siglos, las teorías relativas a las relaciones Iglesia-Estado han evolucionado; ahora la iglesia acepta la monarquía
y hasta la república, pero su influencia no ha mermado, por el contrario, ha crecido al grado de volverse indispensable para
los mismos sistemas. Ya decía hace un momento el propio Gustavo: la mancuerna subsiste, y ha subsistido incluso cuando las
relaciones iglesia-estado estaban rotas. Y me refiero ya a México. Ahora bien, si el poder de la Iglesia se mantiene incólume,
piensen ustedes a qué grado podría llegar ese poder al unificarse los credos, es decir, las diversas corrientes religiosas
del mundo. Un poder que si ahora se mide en 3 mil millones de seres humanos, podría triplicarse. Un poder que se ejercería
no sólo en Roma, sino en aquellos países en que el cristianismo tiene un alto porcentaje de la población en su censo, como
nuestro país.
Ese es el peligro
que ve el sistema, ese sistema brotado de opositores clericales disfrazados, pero que controló nuestra patria impunemente
por más de setenta años en que se convirtió en una fábrica de millonarios al vapor. Ese es el riesgo que pueden ver aquellos
que aún tienen poder.
Creo que por eso
es importante, en realidad, que sepan que los cambios no buscan el poder en sí, sino un mayor ambiente de hermandad y confraternidad
entre los seres y, en nuestro caso, entre los mexicanos. Decía el arzobispo, y decía bien, que recordara la guerra cristera
que había empezado por un nada, el capricho de un gobernante, Elías Calles, y arrojó miles de mexicanos muertos, fueran de
un bando, o del otro. Pues bien, es importante que el gobierno menor, ese que lucha todavía por alcanzar de nueva cuenta el
poder, sepa que esos cambios nada tienen que ver con un arribo al poder del clero. Somos un pueblo religioso pero conocedor
de que, en el poder, tan inquisidor es un civil como un militar o un cura. El mareo del poder, yo le llamo.
-Y crees que en realidad
les importen tus charlas?
-No, sé que no, que
son intranscendentes, pero pueden ser el pretexto perfecto para dar a conocer al sistema las verdaderas intenciones de la
iglesia institucional.
-Pero... hablaste
de una guerra declarada contra la iglesia... dijo Norma preocupada.
-Sólo tienes que
ver que, de golpe y porrazo, se magnifican los delitos clericales. Y no sólo en México, sino en toda América. No niego que
algunos sacerdotes quebranten las leyes, tanto civiles como morales, pero de unos años a la fecha se ha convertido cualquier
violación en escándalo. En lo personal considero que es una campaña de desprestigio, para usar la terminología moderna.
-A ver, dijo Gustavo,
pensemos en que paso mis tarjetas informativas. Qué sucedería?
-Lo que sucede cuando
informas sobre algo que no representa riesgo para el sistema. Las leerán, informarán a su vez a sus superiores, y estarán
tranquilos al ver que no hay peligro.
-Y lo hay?
-Francamente yo creo
que no. La Iglesia ha aprendido su lección. No deja de ser poderosa, rica, influyente, pero busca ahora regresar a ser sólo
la guía espiritual, pero desde un punto de vista más realista, más sincero, más apegada a esa gran enseñanza de Cristo: el
amor hacia el prójimo.
-No es ilusorio esto?
preguntó Jazmín.
-Fue ilusorio el
que doce se desperdigaran por el mundo para convencer, con el tiempo, a miles de millones de seres con la palabra de Cristo?
No. Así ahora, creo que tampoco es ilusorio llegar a unificarnos, a creer comprendiendo.
-Entonces... quieres
que empiece a meter mis tarjetas informativas? inquirió Gustavo.
-Mi querido amigo,
te hemos dado una visión de lo que consideramos que busca el Arzobispo, pero ni estamos seguros de que esto sea así, ni de
que sea necesario.
-Bueno, y luego?
-Hablaremos con Su
Eminencia y consideraremos la posibilidad y necesidad de hacerlo.
-Mira, yo no tengo
la obligación, ni se me ha pedido, como te reitero, pero si con ello prevenimos un peligro desestabilizador... lo haría con
mucho gusto! Soy hombre de sistema, pero antes que nada soy mexicano, y no me gustaría una nueva guerra civil.
-No, ni pienses en
ello, México ya difícilmente entraría en una guerra civil, pero los golpes bajos están a la orden del día... y pueden recrudecerse.
En fin, ya veremos. Por lo pronto, mis queridos espías, vayánse preparando para hacerla de agentes dobles!
Todos rieron ante
la ocurrencia del escritor.
La presencia de Ricardo
llamó la atención del Arzobispo; no le esperaba tan pronto, pero igual le recibió con la misma cortesía de siempre.
-Buenos días mis
queridos amigos, exclamó el prelado.
-Buenos Su Eminencia,
saludaron el escritor y el sacerdote.
-A qué debo yo ahora
el honor de su visita?
-A que creo que desentrañamos
el misterio, Señor Arzobispo, contestó Ricardo haciendo énfasis en las últimas dos palabras.
-Cual misterio, preguntó
extrañado.
-Vamos Su Eminencia,
usted cree deveras que soy tan poco perceptivo? mejor hablemos directamente, sin rodeos, o cancelamos nuestra relación. Ya
le he dicho que no me gusta ser títere de nadie. Si quiere algo de mí, pídalo de plano.
-Si te explicas mejor,
te entenderé, señaló el prelado tuteando de plano al escritor.
En su forma clara
y directa, Ricardo explicó las conclusiones a que habían llegado el día anterior y narró la charla sostenida con Gustavo.
Incluso repitió el análisis de Craveri.
-Así es que... cuál
es la realidad de sus advertencias de ayer? terminó diciendo.
-Bien, tú has pedido
que seamos claros. Seamos pues. Y haciendo una pausa se dirigió a un neceser ubicado al otro lado de la oficina arzobispal.
Lo abrió y sacó tres copas y una botella de coñac.
Sin preguntar, sirvió
generosamente las copas y dejó la botella sobre la mesita de centro. Extendió una copa a cada uno de los dos amigos y, con
toda la calma del mundo, tomó asiento a un lado de Julián.
-Tanto como la Iglesia
ha usado al Estado para sus fines, el Estado ha usado a la Iglesia para llegar y sostenerse en el poder en todos los rincones
del mundo y a lo largo de dos mil años. Sin embargo, cuando la lucha se desata por el control del poder, cuando entran los
celos o la desconfianza entre prelados y dirigentes, la separación Iglesia-Estado se ha dado sin remedio.
Lo curioso es que
estas situaciones se presentan precisamente en los países en que la grey católica es mayoritaria. La historia se repite cotidianamente,
por desgracia.
Quienes buscamos
la unidad pensamos que ya es tiempo también de dejar a un lado las luchas por el poder. Creemos que si llegamos a las almas
de los fieles, si logramos crear verdaderos católicos; al arribar estos al poder de un sistema, a más de tener cordiales relaciones
con la Iglesia, gobernarán con mayor asertividad, con una mayor justicia social.
Sabemos que es una
labor titánica, pero no imposible. Podrías pensar que es otra forma de llegar al poder, de llegar a controlar a un país, pero
no, la misma historia nos ha demostrado que la Iglesia en el poder no ha podido evitar ni las guerras ni las injusticias,
por el contrario, algunas veces las ha fomentado. Un grupo de hombres justos en el poder necesariamente ejercerán un poder
justo. Y es la tranquilidad de las almas la que nos interesa a quienes seguimos esa corriente renovadora.
Es por eso que necesitamos
toda la ayuda posible, pero también debemos tener la prudencia necesaria para evitar malos entendidos y colocar a la Iglesia
en una posición incómoda.
Cómo podemos hablar
de amor y fraternidad cuando nuestros antecesores han buscado abiertamente fortuna y poder? Es verdad, la Iglesia erró el
camino desde hace mucho, pero ya es tiempo de rectificar y queremos hacerlo. Y no creas, también entre nosotros existen los
Judas que consideran aún que su Dios es ese poder y esa fortuna. Sin embargo, tenemos que revertir ese error.
Su Santidad está
muy enfermo. Su arribo al papado fue un triunfo político para quienes queremos el cambio. Pero su muerte da la oportunidad,
a quienes quieren seguir en las mismas, de llegar al papado y destrozar lo logrado hasta ahora. Por eso, en cada rincón del
mundo, procuramos evitar roces o retrocesos. Dices bien al señalar que hay una campaña de desprestigio contra la Iglesia,
pero puedo confiarte que no es sólo lanzada por los opositores clericales, sino incluso de dentro del mismo clero. Es por
eso que debemos ser cautelosos en nuestras acciones. Ayer mismo apenas, en un pequeño poblado del centro del país, hubo un
enfrentamiento entre dos grupos religiosos por mantener la hegemonía en una iglesia, en un templo del poblado: los dos grupos
son católicos, pero uno es tradicionalista radical -que quiere que la misa se siga diciendo en latín- y el otro que sigue
los pasos actuales de la Iglesia. Te imaginas a un poblado indígena hablando en latín? No, hay alguien tras todo esto.
Por mi parte, en
lo personal, no respaldaré a nadie que transgreda la ley, sea humana o divina. Pero no puedo evitar que la maledicencia llegue
a nosotros.
Queremos tu apoyo,
nos interesa promover lo que de por sí haces, pero sin fin siniestro alguno. Nos mueve la verdad y una nueva Iglesia plena
de respeto y amor, de verdad y comprensión.
Francamente no había
analizado la posibilidad de que tus pláticas fuesen un canal de información confiable hacia el sistema, al que obviamente
no le hacen falta canales, pero no deja de ser interesante, sólo me preocupa el que tu amigo Gustavo participe con sinceridad.
Si llegara a informar equivocadamente, los resultados serían contraproducentes.
Creo que mejor lo
dejaremos a la decisión divina. El Señor sabe cómo trabaja.
No quiero pecar de
tibio, pero la cautela en las acciones es de primordial importancia. Dejemos mejor las cosas como están. Todos aquellos aún
enquistados en el poder, los que son malvados por naturaleza, los que han hecho de la maldad una forma de vida, no estarán
muy de acuerdo en que ideas sanas lleguen al poder y, por ende, estarán dispuestos a todo con tal de evitarlo. Mejor hay que
esperar.
En el café, Julián
y Ricardo se unieron a Alfonso y Gustavo que les esperaban.
-Qué dijo el ensotanado?
preguntó ansioso Alfonso.
-Que dejemos las
cosas como están, contestó Ricardo.
-Bueno! Entonces
qué quiere ese señor? cuestionó Gustavo.
-Creo que no era
el tiro por donde íbamos. Dice que podría ser interesante, pero peligroso para las miras de la renovación. Un informe tuyo,
mal redactado o no comprendido, podría alarmar al sistema sin necesidad. Y francamente creo que tiene razón.
-Entonces? Me quedo
callado?
-Yo pienso que es
lo mejor, agregó Julián. Sin embargo, sí te agradeceríamos que, en caso de que te solicitaran informes sobre las pláticas,
nos lo hicieras saber para tomar las medidas adecuadas.
-Pues esperamos que
las cosas no lleguen a mayores, señaló Alfonso. El sistema también tiene muy sorprendentes modos de actuar.
La llegada de Fidel
y Gloria, que mostraban un trato cordial con Abrahám y Silvia, tranquilizó a Ricardo y desvió sus pensamientos hacia ese punto,
olvidando las grillas políticas.
-Que bien se ven...
indicó el escritor.
-Gracias a Usted
Don Ricardo. Ya hemos platicado ampliamente y... lo pasado, pasado, exclamó Gloria satisfecha.
-No tienen nada que
agradecer, afirmó sinceramente Ricardo. Espero que la boda sea pronto.
-Con la reserva de
consultar con mis padres, creo que la podemos planear para el mes que entra, anunció con sencillez Abrahám.
-Pero invitan...
reclamó Carlos con la sorna de siempre.
-Claro que sí, están
todos invitados de antemano, agregó orgullosa Silvia.
-Yo pongo el salón,
declaró Celerino abrazando amoroso a Doña Elvia.
-Ay, Diputado, se
le agradece, pero es muy posible que la ceremonia sea en la ciudad de México...
-Y eso qué importa?
Qué no vale mi dinero tanto allá como acá?
Todos rieron de buena
gana.
-Bueno jóvenes, a
sentarse que empezamos, dijo fingiendo autoritarismo Ricardo.
-Sí viejito, ya es
hora... exclamó Jazmín parafraseando a Carlos.
-Bien, quizá el suceso
que más directamente anunciaba el futuro de Jesús fue cuando, en el último día de la fiesta de los Tabernáculos -que tenían
como objeto agradecer a Dios el agua e invocar las lluvias- en el preciso momento en que el rito se celebraba, una fuerte
voz se escuchó entre la muchedumbre. Era Jesús que decía: “Si alguien tiene sed, que venga a beber a mí! Quien cree
en mí, como lo ha dicho la escritura, ríos de agua viva manarán de su vientre...”
El escándalo se volvió
a desatar. Guardianes del Templo van a informar a los sacerdotes y escribas. “Por qué no le habéis arrestado?”
claman preocupados. “Nunca habíamos oído hablar a un hombre de esa manera”, contestan los guardias a manera de
excusa. “Cómo! También vosotros os habéis dejado seducir? Tal vez alguno de nosotros os ha dado pie para que dierais
crédito a este hombre? Sólo lo hace esta maldita plebe que no conoce la ley!”
Los guardias están
prestos a cumplir la orden, pero Nicodemo, que no hacía mucho había hablado con Jesús, los detiene diciendo a sus colegas:
“¿Tal vez nuestra ley nos permite juzgar a un hombre antes de escucharlo y saber lo que realmente ha hecho?” Los
doctores y escribas le reprochan y acusan de ser galileo también, pero finalmente deciden seguir su consejo. Ya habrá tiempo
y mejores oportunidades de acabar con el llamado Mesías. Sin embargo, sus amenazan llegan hasta oídos de Jesús que abandona
Jerusalén y se refugia al otro lado del Jordán, en las cercanías de Betabara, en la desértica Perea.
Pocos días después,
es informado que Lázaro está enfermo y solicita su presencia. Por alguna razón, Jesús deja correr dos días, al cabo de los
cuales se le informa que Lázaro ha muerto. Entonces ordena a sus discípulos partir de nuevo hacia Judea, pero alguien le advierte:
Maestro, los judíos te quieren lapidar... y tú quieres volver ahí?. El simplemente informa que su amigo Lázaro ha muerto y
emprende el regreso.
Cuando llega, no
quiere acercarse a la casa de sus amigos de Betania por temor a que la gente se entere y se forme la muchedumbre, de tal suerte
que manda avisar de su presencia a la familia.
Lázaro ya tenía cuatro
días de sepultado. Cuando llega Marta, reclama a Jesús: Si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto porque yo sé
que todo lo que pides Dios te lo concede. Jesús, para consolarla, le asegura: No te aflijas, tu hermano resucitará. Pero Marta
contesta airada: Cierto! Resucitará en la resurrección del juicio universal! y dándole la espalda regresa a su casa. Los parientes,
al igual que María, se dan cuenta de la presencia de Cristo y salen a verle. Ya son inútiles las precauciones para esconderse.
Dónde le habéis puesto?
pregunta Jesús apesadumbrado. Le acompañan al sepulcro entre cuchicheos que reclaman: No podía El, que ha dado luz a los ciegos,
hacer que no muriera?. Al llegar, ordena que la piedra que cubría el sepulcro sea removida. Pero Señor, dice Marta, ya hiede,
hace cuatro días que le sepultamos. A lo que Jesús contesta: No te han dicho que si tienes fe verás la gloria de Dios?
Cuando han retirado
la piedra, Jesús dirige la mirada al cielo y ruega a Dios para que le ayude. “Lázaro, sal fuera!” ordena con voz
fuerte sin más trámite... y, aún envuelto en el sudario que le venda pies y manos y el rostro cubierto por una toalla, Lázaro
sale del sepulcro ante la mirada atónita de los presentes.
El amor de la familia
de Betania por Jesús fue inconmensurable. Si bien la amistad ya unía a todos con lazos muy estrechos -recuerden que María,
la hermana de Lázaro bien podría ser la esposa de Jesús- el milagro de la resurrección de Lázaro les hizo indisolubles.
La noticia del milagro
se extendió rápidamente y causó aun mayor enojo a los sacerdotes y doctores de la ley.
Jesús se fue de nuevo.
Se refugió en Efraím, en la misma Judea, a unos cuarenta kilómetros al norte de Jerusalén.
En vivo contraste
con la amorosa devoción de la familia de Betania, los evangelios señalan inmediatamente después la traición de Judas Iscariote.
Cuándo y de qué manera
el apóstol infiel se ha puesto en contacto con los sacerdotes? se pregunta Craveri. Y el mismo se contesta: No lo sabemos,
como tampoco lo supieron los evangelistas.
Pero este misterio
lo analizaremos con más detenimiento mañana... así es que... buenas noches jóvenes y no tan jóvenes...
Jorge se había quedado
rezagado con Adriana y Cristy, sus dos hijas. Jorgito se había retirado para llegar a dormir temprano pues tenía exámenes
al día siguiente.
-Un cafecito Jorge?
invitó la siempre amable anfitriona.
-Gracias Normita.
Me quedé un poco más porque quisiera hablar con Ricardo...
-Pues estoy a tus
órdenes mi querido Jorge... en qué te puedo servir? dijo solícito el escritor.
-Bueno, abusando
de tu confianza, en realidad son mis hijas las que quieren hablar contigo...
-Adelante jovencitas...
señaló Ricardo invitándolas a sentarse a la mesa, en donde Lucía, Jazmín, Julián, y Rafael, ya estaban acomodados.
-Nos da pena, Don
Ricardo, expresó Adriana.
-Pues que no les
dé... qué? no están entre amigos? O quieren que hablemos a solas...
-No, Don Ricardo,
dijo Cristy, lo podemos decir delante de todos... es que... pues ya se acerca el fin del ciclo escolar y salimos de la secundaria...
y, pues... queremos pedirle a Usted y a la Maestra Norma que sean nuestros padrinos de graduación...
-Con una condición,
contestó malicioso el escritor, que me digan qué les han parecido las charlas y qué han aprendido de ellas... porque ustedes
nunca hablan... sólo escuchan...
-Es que son tímidas,
dijo Jorge justificándolas.
-Un poquito, comentó
Adriana, pero yo puedo contestarle que me han parecido muy buenas. Mi mamá nos hablaba sobre Cristo y los deberes de una jovencita,
pero no conocíamos a fondo la vida de Cristo...
-Ni tantas aventuras
como corrió, señaló Cristy, porque vaya que fue aventurada su vida, verdad?
-Más que aventurada,
agregó la hermana, fue emocionante. A mí me gustan las películas que pasan sobre su vida. Apenas vi en la tele la de El Manto
Sagrado... estuvo buenísima!
-La que sentí muy
cruel fue La Pasión de Cristo, la que acaban de estrenar. Mi papá nos llevó y nos iba haciendo algunos comentarios conforme
pasaba la película, lo tratan bien feo... pero sus pláticas nos han dado una nueva forma de ver su vida...
-Pues no se diga
más, si Normita no tiene objeción, seremos sus padrinos de graduación... faltaba más!
Oye Ricardo, ayer
te sentí como muy rápido, como que querías terminar pronto, dijo Julián a forma de reclamo.
-Lo que pasa es que
no quería dejar pasar por alto esos dos sucesos antes de entrar en la última etapa de la vida de Cristo. Pero si consideras
que debo explicarlos más ampliamente...
-No, estuvo bien,
sólo que así te sentí... no sería que lo de “los espías” influyó?
-Posiblemente...
aunque también puede ser que he estado pensando en cómo terminar y no encuentro la forma...
-La vida misma de
Cristo te dará la pauta. Sólo me gustaría preguntar: terminarás con la pasión, seguirás hasta la resurrección de Cristo...
o irás más allá?
-No, definitivamente
con la pasión. Creo que la resurrección y la formación de la iglesia pueden ser motivo de otras pláticas más adelante....
-Y de otro libro...
-Oye! Todavía no
empiezo el primero y ya estás pensando en otro!
-Y por qué no? Material
te sobra...
-Que gracioso! Qué
te parece si mejor nos vamos a desayunar unos chilaquilitos que preparó Normita?
-Vamos... con esos
argumentos cualquiera se calla...
La mañana transcurrió
tranquila. Ambos amigos estuvieron metidos en el estudio sacando algunas conclusiones sobre Judas. Sin embargo, Julián notó
bastante distraído a su amigo.
-Te puedo preguntar
qué te pasa?, dijo solícito.
-Cosas...
-Vamos... soy tu
amigo y confidente...
-Es que me siento
ingrato...
-Con quién?
-Con mi amigo Ramón...
a veces le abandono mucho... y no creas que es por gusto... es mi maldita forma de ser... tan fría... tan impersonal...
-Y porque no le buscas?
-Si bien no todos
los días, sí bastante seguido tengo la intención de hacerlo... pero por una cosa o por otra lo voy dejando...
-Pues habla con él,
díselo, dile que no sienta tu lejanía como un abandono. Recuerda que la palabra mágica es “te quiero”.
-Que curioso! Yo
siempre dándoles consejos a otros... y soy el primero en no seguirlos! Pero tienes razón, hablaré con él. Y es que no tienes
idea del tamaño de mi cariño hacia ese hombre y su esposa. Me tendieron la mano en mis ideales literarios sin preguntar nada,
sin pedir nada a cambio... Fíjate que alguna vez quise demostrarle mi afecto y agradecimiento homenajeándolo, pero me salió
el tiro por la culata. Su esposa me pidió que no hablara tanto de él. Incluso él mismo me pidió que ya no le alabara tanto.
Poco tiempo antes le habían secuestrado y pienso que por eso no querían hacer ruido, como decimos por acá.
-Y no crees que tengan
razón?
-Sí, pero por otra
parte... siento que debiera hacer más por él. Yo sé que no puedo darle dinero, que además no necesita, pero siento que sí
debiera corresponderle de alguna forma... y me siento impotente!
-Oye, y se merece
ese reconocimiento? o lo haces más por agradecimiento?
-Vaya que se lo merece!
No tienes idea de a cuantas gentes ha ayudado. Es un mecenas por naturaleza. Un buen hombre que además escribe. Ha publicado
dos obras bastante buenas.
-Y que te parece
mencionarlo en tu libro? No es un buen homenaje reconocerlo así?
-No es mala idea...
-Y que le dirías?
-Que le agradezco
su confianza, que si bien él sabía que nuestra aventura editorial no era redituable económicamente, su aportación y respaldo
ha ayudado a Francisco a promover a más de un centenar de escritores, entre ellos yo. Que jamás olvidaré su entrega y amistad
y siempre seré el primero en estar cuando me necesite para cualquier cosa.
-Pues escríbelo...
escríbelo... al hombre se le mide por sus acciones, y si tu amigo Ramón es como tú dices, es un gran hombre. No sólo merece
tu respeto, sino el mío también. No le abandones tanto. Llámale aunque sea de vez en cuando. Invitale a desayunar... o simplemente
a charlar...
-Si vieras cuánto
hablábamos!
A mediodía cayó un
fuerte aguacero. Una tormenta tropical estaba pasando cerca de Acapulco.
-Oye, qué mal tiempo!
dijo Norma asomada a la ventana del pequeño departamento.
-Sí, espero que los
muchachos no salgan de sus casas. Podrían tener un accidente o cuando menos empaparse y pescar una pulmonía, comentó el escritor
preocupado.
-Y por qué no les
llamas por teléfono para que no vengan? señaló Julián.
-Sí verdad? Para
qué se inventó el teléfono...?
Afortunadamente pudieron
localizar a todos y pospusieron la charla para el día siguiente, si el tiempo lo permitía. Cuando pasaba una tormenta tropical
o un huracán bien podía llover hasta por tres días seguidos, aunque pocas veces se llegaba al grado de emergencia.
Sin embargo, pasadas
las cinco el tiempo amainó y la palomilla empezó a llegar.
-Jesús, pero qué
atrevidos...! No les hablé para que dejásemos la plática para mañana?
-Pues sí, pero este
hijo suyo les llamó en cuanto empezó a calmar el tiempo y les dijo que estaba picado con lo de Judas y que se verían todos
acá, dijo Sonia a manera de explicación.
-Ay Carlos... y si
revierte? Cómo se van a regresar a sus casa?
-Pues ya nos estarás
dando hospedaje a todos viejito...!
El último en llegar
fue Celerino que venía muy sonriente del brazo de Doña Elvia.
-Conste que yo no
vine, me trajeron... dijo con gracia.
-Bueno viejito, pues
con todo y lluvia ya tiene usted a sus oyentes... así es que... a darle! reclamó Carlos.
-Sea por Dios, dijo
Julián moviendo la cabeza y con la clásica sonrisita socarrona.
-Bueno, muchas preguntas
podemos hacernos respecto a la acción de Judas. Cómo es posible que Judas haya permanecido tanto tiempo al lado de Jesús,
si pensaba traicionarle? Incluso, hay que recordar, fue el encargado de administrar la pequeña comunidad apostólica que conformaban,
así es que... cómo es que de improviso se decidiera a un acto tan infamante? Si había quedado desilusionado de las enseñanzas
de Jesús, no le bastaba con separarse? La traición implica odio, dice Craveri, y Jesús ciertamente no lo merecía.
Sin embargo, algunos
autores -de diferentes corrientes- que se han hecho estas preguntas a lo largo de dos mil años, consideran que no parece haber
sido el dinero el móvil principal de la acción de Judas, incluso si la suma hubiese sido mayor.
Debemos recordar
que recibió treinta ciclos -o denarios, según otra versión, equivalente al valor de un esclavo- cantidad que algunos afirman
usó para la compra de un terreno, aunque yo me pregunto cuándo pudo haber comprado ese terreno si un día después de haberlo
recibido se colgó de un sicomoro, sin olvidar que antes lo devolvió arrepentido.
Si no ha sido por
dinero, qué otros motivos podría haber tenido Judas para realizar tal acción? Su fe tenía que haber sido sincera para haber
seguido tan de cerca al Mesías. Pero si acaso se hubiese desilusionado al no ver el reino realizado, si su esperanza se hubiese
derrumbado súbitamente, no es suficiente para justificar la odiosa traición.
Algunos autores señalan
que fue el miedo ante el peligro que les amenaza a todos de ser arrestado Jesús; un miedo que quiere ahuyentar; un terror
que le lleva a denunciarlo él mismo a pesar de aún sentirse fascinado por El. Piensa que al detenerlo, los enemigos se conformarían
y les dejarían a los demás en paz.
Otros autores, encabezados
por Paulus -no confundir con Pablo, el fundador de la Iglesia Católica- consideran que Judas provocó el arresto de Jesús con
la esperanza de que, al ver preso a su Mesías, a su Rey, el pueblo se lanzaría a una insurrección popular, a la tan esperada
revolución final.
Unos más, justificaron
la traición de Judas porque la muerte de Jesús era indispensable para la salvación de la humanidad, es decir, Jesús tenía
que morir para que se cumplieran las escrituras.
Hay, incluso, quien
afirma que Jesús estuvo de acuerdo con Judas, que El mismo le dio instrucciones de denunciarle para que se cumpliera la profecía.
En realidad, históricamente
y hasta la fecha, no se puede afirmar una definida causa de la traición de Judas, aunque en lo personal comparto la tesis
de que, al menos, por dinero no fue.
La única verdad que
se conoce es que Judas, arrepentido de su acción, pretende regresar las monedas a los sacerdotes, lo que rehusan, por lo que
arroja estas al piso del mismo Templo y sale de ahí a ahorcarse.
Se dice que los sacerdotes
recogieron el dinero y compraron un terreno que destinaron a cementerio de forasteros que morían en la zona, y al que llamaron
Heceldama, que significa Campo de Sangre.
Pero nos hemos adelantado
a los acontecimientos sólo por señalar el contraste que los evangelios hacen de la amorosa familia de Betania con esa falaz
traición.
Retomando la historia...
-Perdón Don Ricardo,
dijo Fidel interrumpiendo, pero me gustaría comentar que la causa más probable, para mí, es la que señala que le denuncia
esperando que su propio pueblo lo rescate iniciando una revuelta...
-Yo también pienso
en eso, dijo Sonia muy seria.
-Y dónde dejan la
profecía? preguntó Julián. Recuerden que el mismo Jesús sabía que así debería ser...
-Bueno, estamos pensando
en que, para cumplirse la profecía, Judas ya estaba haciendo lo que estaba haciendo, pero hay que pensar porqué lo hizo desde
su punto de vista humano, como hombre, o al menos lo que pensó, señaló Alfonso.
-Exacto, exclamó
Ricardo triunfante. Una cosa es la profecía, lo que las escrituras auguraban, y otra lo que impulsaba a esos hombres a hacer
lo que les correspondía.
Judas bien pudo haber
sabido de la profecía, y quizá incluso no estar de acuerdo con ella. Amaba a Jesús. Quizá intentó, precisamente, salvarle.
Piensen un poco. Judas sabe que Jesús debe morir, pero le ama tanto que intenta una acción desesperada: si le entrega,
llegará el pueblo sublevado y le salvará; así se cumplirá la profecía... pero también le salvará la vida!
O quizá, simplemente,
la profecía se cumplió con todo y los desesperados esfuerzos de Judas.
Lo interesante es:
fue Judas realmente un traidor? O un instrumento de la divinidad para la salvación de la humanidad?
Es execrable la acción
de Judas, no lo niego, y debo pensar en que él fue el que entregó a Jesús, pero también apelo a la recomendación de perdón
que tanto alude el propio Cristo que, con todo, bien pudo detenerle pero, en lugar de hacerlo, le manda: “lo que debes
a hacer... hazlo ya”. Jesús debía cumplir también su destino!
-Y nosotros el nuestro...
a dormir antes de que caiga de nuevo el temporal, sentenció Rafael.
Esa mañana, cuando
Ricardo regresó del café, Norma le avisó que había llamado su hermana Marta y que quería que se comunicara con ella.
-Ahora sí ya me cayó
el chahuistle, dijo alarmado Ricardo. Qué tú le platicaste algo sobre nuestras charlas?
-A decir verdad,
sí. Por qué?
-Pues me va a decir
el huevo y quien lo puso; ya ves que es muy apegada a la iglesia y puede considerar mis conceptos blasfemos...
-Huyyy, pues incluso
le conté de tus intenciones de escribir un libro sobre el tema... pero ya el otro día que estuviste platicando con su marido
no dijo nada...
-Pero Andrés no piensa
igual que ella.... es más abierto... ese día noté que estaba atenta a lo que platicábamos y su cara no era de mucho agrado...
-Pues llámale y sal
de dudas... a la mejor te necesita para otra cosa.
Ricardo marcó el
número y espero a que le avisaran pues contestó la muchacha que le ayudaba.
-Hola...
-Hola Martita...
para que soy bueno?
-Nada más quería
preguntarte algo. Cuando estabas platicando con Andrés escuché algunos conceptos que me parecieron interesantes. De dónde
los sacaste?
-Bueno... primero
me gustaría que me dijeras cuales conceptos...
-Algunas cosas de
la infancia de Jesús que no vienen en la Biblia...
-Mira, lo que hablo
sobre Cristo, y que no viene en la Biblia, lo encontré en los evangelios apócrifos... y otras cosas de varios autores dedicados
al estudio de la religión y de la vida de Jesús...
-Y tienes los evangelios
apócrifos?
-Naturalmente...
sólo que los tengo en versiones en inglés y francés...
-Podrías prestarme
el que está en inglés? Mi marido me lo traduciría...
-Con todo gusto...
te interesa saber algo en especial?
-Francamente no,
sólo corroborar algunas de las cosas que dices y conocerlos...
-Pues tienes para
rato...eh?
-Porqué? Son muchos?
-Bueno, evangelios
apócrifos son como cuarenta... pero te recomiendo más que nada los de Santiago, Tomás y el pseudo Mateo si quieres saber sobre
la vida de José, María y la infancia de Jesús...que por cierto sí tengo en español; los otros contienen, más que nada, el
pensamiento de Cristo, su palabra pues, pero directa, sin análisis.
-Te los encargo,
sí?
-Claro...
Al colgar, el escritor
dijo asombrado a su esposa:
-No cabe duda que
verdaderamente los designios de Dios tienen mil caminos... tu hermana está interesada en los apócrifos...!
-Que bueno... Dios
sabe porque lo hace...
Julián se acercó
al escritorio de Ricardo, colocó las manos sobre los nudillos en la orilla del mueble e, inclinándose un poco, le preguntó
al escritor:
-Te molestaría decirme
algo?
-Claro que no, ya
sabes que soy un libro abierto para ti, mi querido amigo... qué te preocupa?
-Mi parroquia...
ayer me dijiste que ya vas a entrar en la última etapa de la vida de Cristo... y quiero saber cuales son tus planes para poder
programar mi regreso al pueblo...
-Huyyyy!!! pues vas
a regresar como dentro de unos diez años...
-No, en serio, expresó
con cara larga el sacerdote, no es que no me guste estar aquí contigo, pero extraño a mi grey...
-Ah vamos, es en
serio la cosa, entonces hablemos en serio. Mira, yo creo que terminar con las charlas será ya cosa de unos días, pero quiero
empezar el libro en cuanto termine. Yo te quisiera pedir que me acompañes cuando menos otras dos semanas... después, si algo
se ofrece, ya tendré un buen pretexto para visitarte...
-Te lo agradezco
en verdad...
-Pero dime, mi querido
amigo, hay alguna otra cosa que te preocupe?
-No, es sólo añoranza...
Abrahám llegó antes
que nadie para informarles que la boda se podría efectuar en quince días, y que su familia había aceptado que se realizara
en Acapulco.
-Felicidades jovencito...
así tendrá tiempo el padre Julián de oficiar tu boda, contestó visiblemente emocionado Ricardo.
-Naturalmente, agregó
el sacerdote, y lo haré con mucho gusto.
-Jóvenes, dijo Ricardo,
ahora sí retomemos el tema. Cuando llegó la vigilia de la Pascua, Jesús mandó a dos de sus apóstoles -Lucas dice que a Pedro
y a Juan- a casa de un amigo para hacer los preparativos de la cena con que se celebraba esa festividad. La costumbre era
que los forasteros fuesen acogidos por alguna familia de Jerusalén, y el amigo a que se refieren era el esposo de María, hermana
de Pedro, y padres ambos de un niño llamado Marcos, que sería a la larga el evangelista que todos conocemos.
El pequeño Marcos
esperó a la entrada de la ciudad a su tío y les acompañó a la mansión en que se daría el convivio, preparado en una habitación
de la parte alta.
Ya entrada la noche,
Jesús y los demás discípulos llegaron. Se instalaron cómodamente y El Señor se quitó el vestido, se ciñó una toalla y empezó
a lavar los pies de sus discípulos.
Cuando llegó con
Pedro, éste se opuso diciendo: Tú, Señor, Lavarme a mí los pies?. Jesús le dice: Tú no sabes por qué lo hago, pero lo entenderás
en el futuro.
Pedro insiste, pero
Jesús le señala: Si no te dejas lavar los pies, no tendrás nada en común conmigo. El discípulo salta entonces y exclama: Entonces
no sólo los pies, sino las manos y la cabeza.
Al terminar, ocupa
el sitio de honor y dice: Entendéis bien lo que he hecho? Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien porque lo soy.
Si, por lo tanto, yo, que soy el Señor y Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies los unos
a los otros. Yo os he dado ejemplo. Si entendéis estas cosas y las ponéis en práctica, seréis bienaventurados...
-Y qué quería decir,
preguntó Norma. Qué significaban sus palabras?
-Era quizá la última
recomendación de vivir con humildad. Ellos serían la base, los cimientos de una nueva Iglesia, y el poder marea, recuérdenlo.
Así es que les demuestra que, no por ser el Maestro, el Señor, el Jefe vamos, no podría estar al servicio de sus seguidores;
por el contrario, todo maestro, todo líder, todo guía, es en realidad -o debiera serlo al menos- el servidor de esos representados
o seguidores. Esa es la madera del verdadero líder: el servicio a los demás.
Curiosamente, este
episodio sólo viene narrado por Juan, e ignorado por los demás evangelistas. Y digo curiosamente porque esta escena, la explicación
que dio Jesús de su acción, y el proceso mismo de la cena, conforman lo que ahora es la estructura del rito mayor de la Iglesia:
la eucaristía, la misa pues.
Es más, a pesar de
que la eucaristía es el rito de más importancia, los evangelistas le dedican a la última cena apenas unos cuantos versículos.
Incluso, la festividad
misma de la Pascua tenía una importancia primordial en la vida de los hebreos. Iniciada como una fiesta agrícola-pastoril
con que se celebraba el reflorecer de la tierra con sus frutos, principalmente la vid y el trigo, en sus orígenes arcaicos,
más adelante se convierte en la conmemoración de la huida de los hebreos de Egipto, encabezados por Moisés.
La propia etimología
de la palabra Pascua, que viene del hebreo Pesah, significa Fiesta por Excelencia, lo que da idea de la importancia
que tenía, así es que dedicarle sólo unos cuantos versículos al suceso es hartamente raro.
Si recordamos que
las acciones de Pablo, y los primeros organizadores de la Iglesia, eran proclives a modificar los textos a la conveniencia
de la nueva comunidad, puede ser interesante remitirnos al texto primitivo del Códice de Beza sobre el evangelio de Lucas
en el que se lee:
“Cuando llegó
la hora, El se puso a la mesa y los apóstoles con El. Y dijo: Vivamente he deseado comer esta Pascua con vosotros; Puesto
que os digo que no la comeré más hasta que venga el Reino de los Cielos. Y habiendo tomado una copa dijo: Tomad y repartíoslo
entre vosotros. Pues os digo que de este jugo de la vid no beberé más hasta que venga el Reino de los Cielos. Tomando entonces
el pan lo partió y dijo: Hacedlo también vosotros en mi memoria”
-Y qué diferencia
hay con lo que se dice ahora?
-Mucha, en el sentido
de hacer misteriosa una acción que de por sí era clara. Jesús, a más de hacer de la cena pascual una acción de gracias a Dios
por los bienes recibidos, señala su ya pronta partida y su resurrección al decir “no la comeré más hasta que venga el
Reino de los Cielos”
La Iglesia, hasta
no hace mucho, no permitía que la misa se dijese en otro idioma que el latín, lo que rodeaba de misterio el rito. Hacerlo
ahora en todos los idiomas, y conforme al correspondiente al país en que se celebra, es uno de los grandes cambios generados.
Y yo pregunto: ha perdido por esto el misticismo?
-No! señaló enfático
Jorge. Para mí la misa sigue siendo tan solemne como cuando se decía en latín, con la diferencia de que ahora sí entendemos
lo que se dice, comprendemos su importancia y estructura...
-Entonces... son
positivos los cambios... o no?
-Naturalmente, exclamó
Doña Elvia, ese tipo de cambios sí...
-Pero hubo quien
satanizó el cambio...aclaró Ricardo. Hubo quienes dijeron que era una blasfemia...
-Pero, entonces,
de dónde viene el celebrar la misa? preguntó Carlos.
-A la muerte de Jesús,
los primeros cristianos tomaron la costumbre de celebrar el fractio panis -fracción o partida del pan- comiendo juntos
y principalmente el sábado circa domos, es decir, en sus propias casas y a veces en casas de uno u otro. Esos primeros
cristianos llamaban a esta celebración agàpe, que significa acogida afable, fraternidad. El término eucaristía
es muy posterior.
Es más, es Irineo,
y más adelante Tertuliano y Cripriano, quienes hacen el juego de palabras y cambian el significado de la etimología de Pascua,
que como ya dijimos en Pesah o Pasja, cambiando el vocablo por el similar griego Pasjein, que significa Pasión,
llevando así la misa de una muy respetable acción de gracias a ceremonia conmemorativa de la pasión de Cristo. Por otro lado,
si bien al principio los fieles hacían la comunión por doble vía, es decir con el vino y con la hostia, es en el siglo XV
cuando el Concilio de Constanza suprime esta forma y la reduce a la comunión con la sola hostia, considerando que en ella
están contenidos cuerpo y sangre de Cristo.
Las ceremonias se
realizaban por la noche, y la primera descripción del rito ya en forma matinal nos la da Justino hacia el año de 150; finalmente,
en el siglo V aparece la palabra Misa, derivada de la fórmula de despedida: Ite, missa est que quiere decir Idos, el
rito se ha acabado. Es con Constantino Emperador que se convierte en solemne y fastuosa, el clero viste ornamentos multicolores
y hay profusión de luces e incienso, y poco después aparecen las separaciones del iconostasio, que separa al altar
de los fieles. Hoy -otro de los cambios- prácticamente han desaparecido de nueva cuenta.
-Y qué otros cambios
de importancia hay ahora, preguntó Gustavo.
-Bueno, el de la
propia comunión, que ha sufrido varios cambios substanciales. Hasta el siglo V a los flentes, es decir a los pecadores, sólo se les permitía el acceso al atrio de los templos, forma en que cumplían su penitencia.
Más tarde se les aceptaba como audientes junto con los catecúmenos como se llamaba a los que aún no habían recibido
el bautismo, y se les permitía llegar hasta el vestíbulo, desde donde podían escuchar las lecturas y los sermones, pero no
participaban en el rito. Finalmente, pasado algún tiempo, se les aceptaba como consistentes y podían asistir al rito
junto con los demás, pero no podían recibir la eucaristía, es decir no podían comulgar.
Después del siglo
V se empezó a popularizar el uso de la penitencia privada y “auricular” -escuchada de viva voz por el sacerdote-
que se hace obligatoria en 1215 por el Concilio Laterano IV. En el siglo XV aparecen los primeros confesionarios abiertos
por los cuatro lados, y es Carlos Borromeo, en 1565, quien ordena en su diócesis que estuvieran cerrados por dos lados, de
modo que el sacerdote escuchase las confesiones a través de una reja, costumbre que se generalizó hasta la fecha.
Luego viene una libertad
casi abierta en la que bastaba el bautismo para que cualquiera pudiese comulgar, incluso los recién nacidos. Ya en el siglo
XII se desata una polémica sobre a qué edad se puede y debe administrar la eucaristía, dejándose definida a aquellos que tuviesen
edad “ de discernimiento”.
Junto con todo esto,
la severidad del ayuno persistió prácticamente hasta 1953 en que el Papa Pío XII hace algunas concesiones y en 1964 el Papa
Pablo VI le reduce a sólo una hora antes de la comunión. Con todo, aún hay quienes consideran que sería un espantoso sacrilegio
acercarse a comulgar sin una pureza espiritual absoluta y sin haber purificado el cuerpo con el oportuno ayuno.
Otro de los cambios
sobre el mismo tema es que al principio, cuando la celebración era más una reunión familiar que colectiva y pública, Cipriano
afirma -y a ver qué les recuerda esto- que los trozos de pan eran ofrecidos sobre la palma de la mano, y a los fieles se les
permitía, incluso, llevarse a sus casa trozos más grandes del pan consagrado. Después, cuando se mistifica la misa, la hostia
-el cuerpo de Cristo- no podía ser tocada por nadie, sólo por el sacerdote.
Hoy, y hasta no hace
mucho yo también lo comprendí, la hostia sagrada es tocada por todos, desde el sacerdote que le consagra, hasta el fiel que
le recibe en la propia mano, pasando por diáconos e incluso monjas que le reparten a la horas de la comunión. Yo también me
sentí alarmado. Cómo era posible que el cuerpo de Cristo fuese tocado por las manos de cualquiera! Pero ahora comprendo que
es, precisamente, el cuerpo de Cristo que debe estar al alcance de todos, sin elitismos, sin canongías. Porque El fue de todos
y todos pueden tocarle, pedirle y llorarle, no sólo unos cuantos dejando al pueblo los cantos y lloros. Todo esto, naturalmente,
con el respeto debido, con la sinceridad total de quien quiere acercarse a Jesús.
-Entonces no es cosa
de los de la Teología de la Liberación? cuestionó Alfonso dudoso.
-No, es parte del
camino a la verdad, a la hermandad, a la comunión que, como tal, significa participar todos en todo en forma comunitaria y
unida.
Julián entró de puntillas
al estudio de Ricardo para no molestarle. El escritor se había quedado dormido leyendo. Estaba en bata y sandalias. Sin embargo,
la presencia del sacerdote fue notada.
-Y tú... qué haces?
-No quería despertarte...
te vine a dejar unos libros que me encontré por ahí...
-Oye, pues qué horas
son?
-Las siete de la
mañana... qué? te levantaste temprano?
-No hombre, que va!
No he dormido... bueno, al menos hasta las cinco y media que fue la última vez que vi el reloj...
-Y eso?
-No sé... me sentía
inquieto...
-Y ahora?
-No, ya estoy bien...
creo que la dormidita me asentó...
-Bueno, yo voy a
ver a Gerardo porque hoy deciden si se queda definitivamente en el seminario y me pidieron estar presente.
-Yo me voy a la cama
otro rato... me avisas cuando regreses para saber qué pasó?
-Sí, no tengas cuidado.
El regreso del sacerdote
fue alegre. Al entrar, daba voces anunciando a todos que Gerardo había sido aceptado.
-Hey familia... ya
tengo un nuevo ahijado... vengan... vengan todos...
-Qué te pasa? preguntó
Norma entre asustada y curiosa.
-Que Gerardo ya fue
aceptado en el seminario...
-Pues felicidades
a ambos, expresó contento Ricardo.
-Esto merece un cafecito,
dijo convenenciero el cura.
-Y los que quieras,
aceptó Norma de buen grado.
-Cuenta... cuenta...
urgió Rafael.
-Nada, así de simple.
La reunión se hizo en el rectorado y los asistentes, tras las lecturas en pro y en contra llegaron a un veredicto: unánime!
-Que bueno... pronto
tendremos un nuevo cura entre esta curiosa comunidad, dijo sentencioso el escritor.
La noticia alegró
a todos por la tarde. Carlos salió apresurado a comprar galletas y unas sidras para brindar por el acontecimiento.
Copa en mano, se
unió a la celebración la próxima boda de Silvia y Abrahám, y la graduación de las hijas de Jorge y Lupita.
-Tengo ganas de decir
algo, indicó Julián muy serio.
-Adelante querido
amigo...
-Quiero que a estos
brindis se agregue uno más... por ti, querido amigo, por tus palabras que en todas estas almas han tenido eco, por tus conceptos
que sin duda alguna son los de todos los que queremos una vida nueva... por que la semilla sembrada rinda sus frutos y porque
cada uno de los presentes se convierta en un nuevo difusor de esa palabra...
Porque en cada rincón
del mundo exista un hombre que esté dispuesto a dar un poco de su tiempo en beneficio de los demás, de sus prójimos, de la
humanidad misma. Porque el mundo que heredamos a quienes nos vienen pisando los talones encuentre la paz y la hermandad.
-Salud por ello,
corearon todos.
Poco a poco fueron
tomando sus asientos y Ricardo empezó diciendo:
-No quisiera referirme
a la prisión, pasión y muerte de Jesús narrando cada uno de los episodios, pues considero que de la historia sagrada son estos
precisamente los más conocidos. El teatro primero, las representaciones populares, y después la radio, el cine y la televisión,
han dado profusa difusión a ello.
Por esto, más que
platicarles la historia, sí quisiera ahora referirme a las consecuencias de su muerte, es decir, cómo vemos nosotros la muerte
de Cristo.
Ya vimos, en algún
momento, porqué vino Cristo al mundo. Ahora yo pregunto: para qué sirvió su muerte? De qué sirvió su sacrificio? Tuvo realmente
el resultado que El mismo esperaba? O la humanidad se encargó de hacerle un sacrificio inútil?
Es verdad que la
religión cristiana proliferó, llegando a alcances impensables para aquellos once que quedaron con la titánica tarea de hacer
entender a millones de necios que el amor es la clave de todo. También es verdad que Jesús cambió la forma de pensar y de
ser de la humanidad en menos de mil días... pero... si a El mismo tuviésemos la oportunidad de preguntarle si valió la pena...
qué contestaría?
Hoy por la mañana
me preguntaba Julián por qué no había podido dormir, le contesté que no sabía. Ahora lo sé. Esa pregunta que les acabo de
hacer me la hice un millón de veces anoche.
La doctrina que presenta
a Jesús como víctima expiatoria, introducida por Pablo, confería a Jesús una misión salvífica universal que rebasaba por completo
el carácter étnico-social que le atribuyen los apóstoles. Resumiéndola, podemos decir que por un solo hombre, Adán, el pecado
entró al mundo, y por un solo hombre, Jesús, el pecado debió haber sido perdonado. Así fue?
Antes de contestar,
yo quisiera escuchar lo que ustedes piensan al respecto. Hablará quien quiera hablar, con excepción de Julián que, como sacerdote
que es, tiene la respuesta clerical que puede influir en ustedes. Sí le dejaremos hablar, pero al final y como persona, como
hombre, no como sacerdote, si me lo permite mi querido amigo.
Empezaremos por Jorge.
-Bueno, dijo el aludido
revolviéndose en su asiento, creo que nos tomas por sorpresa, pero... yo pienso que Jesús hizo su parte. Su sacrificio, indudablemente,
tuvo una repercusión. Sin embargo, creo que es la necedad de la humanidad la que le ha vuelto a hacer caer en un mundo de
pecado -dicho sea esto sin que parezca mojigato o mocho, como dijera Carlos- en una degradación que nos lleva al borde del
abismo.
Siento que esa lucha
por retornar a la verdad, que tanto has citado, es signo de que la maldad no ha campeado por completo en la raza humana y,
por lo mismo, el sacrificio de Cristo no ha sido en vano...
Fidel levantó la
mano pidiendo la palabra, lo que le fue concedido a una seña de Ricardo.
-Yo no sé expresarme
muy bien, pero considero que es como en una familia. Hay hijos buenos e hijos malos o descarriados, pero en su momento las
cosas retoman su camino y aquel joven inquieto se vuelve serio y formal. Así con la humanidad. Ha tenido sus altibajos, la
historia nos lo dice, pero ni son todos los que están, ni están todos los que son... o como se diga... hay gente buena y mala,
pero creo que todavía hay más gente buena que mala... además, todas las religiones y hasta las sectas pregonan el amor y la
hermandad... así es que... yo también creo que el sacrificio de Jesús no fue en vano...
-Si me permiten,
dijo Rafael, la muerte ha estado muy cerca de mí por muchos años, y he visto de todo. Familias enteras que lloran a mares
la noche de la velación de su muertito, y al día siguiente los veo muy campantes por la calle. No todos, obviamente, pero
eso sólo indica que uno de los males de la humanidad es la indolencia; nos vale gorro todo. Yo pienso... si no les duele la
muerte de su madre, o de su padre, o de su hermano, por qué demonios les va a doler la muerte de Jesús, un tipo al que ni
conocieron y del que, si acaso, les platicaron de El un poco cuando eran niños.
Todavía recuerdo
mi obligado catecismo, al que tiene uno que asistir para hacer su primera comunión. No fue de más de una semana, cuatro días
a lo sumo, y de los cuales la mayor parte se la pasaban enseñándonos juegos para entretenernos. Lo único que recuerdo relacionado
con Cristo es que “murió por nosotros” pero ni siquiera nos dijeron porqué!
De ahí mi falta de
amor por El a lo largo de mi vida. Sin embargo, durante estas pláticas he llegado a conocerle más que en el pasado y ahora
sí entiendo la magnitud de su obra, de ese sacrificio que yo sinceramente no calificaría como tal, sino como ejemplo, y puedo
afirmar -como lo hace Ricardo- que su paso por la tierra, no sólo su muerte, modificó la conciencia de millones de seres.
Pero el tiempo es inexorable y, con él, el olvido. Creo que si el sacrificio de Jesús no se refleja en la actualidad, no es
por culpa de El, sino de quienes han sido los responsables de continuar su labor: la Iglesia misma, que no ha atendido con
atingencia la profusión de su palabra...
-Bueno, intervino
Doña Elvia, si no le falta razón a Rafael, creo que también somos culpables nosotros mismos por no interesarnos en el conocimiento
de nuestra propia religión. Ya acabamos de ver el caso de Abrahám al que repudiaban Fidel y Gloria por no tener el cuidado
de informarse. Debió interesarles, pues se trataba de su hermana, y sin embargo fueron indolentes hasta que se supo la verdad.
Así con la religión. Todos tenemos la obligación de saber más sobre la historia sagrada, sobre los antecedentes de nuestras
creencias, vamos, hasta del significado de la misa. Yo francamente, con todo y que me considero una católica apostólica y
re-mona, no sabía a ciencia cierta el significado de la misa. Creo que así están millones de supuestos cristianos. Pero el
sacrificio de Jesús no fue en vano, nos dejó la semilla y, como El mismo nos dijo, somos nosotros los que debemos cuidar que
dé frutos...
-Pues es que la vida
misma nos lleva de la mano, afirmó Celerino tomando la palabra, y a veces no nos deja espacio para cuestiones religiosas.
Ya ven, hasta no hace mucho un político no podía decir siquiera que era católico, o ir a una iglesia. Ah, pero eso sí, cuando
se trataba del bautizo del hijo, el mismo gobernador iba a misa cuando le llevaban de padrino y, de ahí, al guateque que en
realidad era lo que importaba. Cuántas y cuántas fotos hemos visto en las páginas de sociales de los periódicos, en las que
aparecen funcionarios de etiqueta flanqueando a la quinceañera o a los recién casados? Para eso si no se condena el culto,
verdad? Pero así es esto. Sin embargo, ahora ya podemos ir a misa. Cómo demonios no si el propio presidente se arrodilla ante
el altar de la Guadalupana. Podemos presumir de ateos, o de librepensadores como aquí Alfonso, pero por dentro todos tenemos
la semillita de la religión. Es cosa de dejarla salir. Pero si no conoces a tu Dios, o a su hijo, como en el caso de Jesús,
cómo puedes quererlo? Se ama a quien se conoce... o no? pero me estoy desviando... sí, yo pienso que el sacrificio de Jesús
sí valió la pena... al menos por mí y por mi vieja...
-Gracias por la pedrada,
dijo Alfonso al hacer uso de la palabra. Con todo, debo reconocer que el ensotanado tenía razón. No puedo considerarme ya
librepensador pues busco saber más sobre muchas cosas, incluyendo la religión. Y las he sabido. Sé que falta mucho por saber,
pero lo que aquí he aprendido es de mucho provecho para mis inquietudes. Todavía no podría valorar si valió la pena el sacrificio
de Jesús, pero admiro y respeto su decisión, su valor, su entereza. Quiero catalogarme entre los audientes aún, pues
mis conocimientos sobre la religión son muy austeros, pero puedo confesar que creo en un Dios que conozco ahora benevolente,
no amenazante. Que quiero conocer más sobre El y ya no por curiosidad, sino por convicción, pues me interesa sobremanera.
Espero que me den la oportunidad de hacerlo junto a ustedes...
-A los jóvenes nos
llama la atención que ustedes los adultos no se molesten por hablarnos de Cristo, señaló Sonia con cierto tono de reclamo,
si conocemos a Cristo es por las películas -como bien decía mi suegro- pero no por ustedes o los sacerdotes. La cantidad de
jóvenes que “abarrotan” las iglesias, forman coros, dan catecismo, y hasta ayudan en misa, no se compara con la
cantidad que no practica la religión. Somos católicos porque nos bautizaron, pero fuera del catecismo preparatorio, jamás
hablan en casa de cuestiones religiosas. Nos llevan de chiquitos a misa sólo cuando bautizan a alguien o se casa un pariente,
pero ni siquiera nos enseñan a comportarnos en un recinto sagrado. De lecturas, ni se diga, familiares y amigos nos hacen
la roncha cuando ven que leemos la famosa revistita de los Testigos de Jehová, la Atalaya, que por cierto reparten por miles
y en todas partes, o la del seminario, calificándonos de santurrones o mochos, cuando ni siquiera alcanzamos con ello a satisfacer
nuestra curiosidad. Si alguien quiere que el sacrificio de Jesús no haya sido en vano, debe buscar la forma de hacerle conocer
por los jóvenes que -aunque suene trillado el estribillo- somos el futuro del mundo...
-Es verdad, intervino
Norma, tiene razón Sonia. Como maestra puedo decirles que a los niños los educan los padres. Nosotros les damos la preparación
académica, sí, pero quienes los educan son los padres. Como madre, debo reconocer que estamos faltos de esa conciencia social
y moral que nos debe llevar a preparar a los hijos en todos los caminos, incluyendo la religión. Si es cierto que ahora se
argumenta que ellos deben escoger cuando tengan uso de razón, también es bien cierto que somos los padres los que estamos
obligados a encaminarlos. Hablarles sobre sus creencias no es necesariamente obligarlos a seguirlas, pero sí darles la base
moral en la que sustentarán, más adelante, su propia elección.
Es también co-obligación
de los sacerdotes esta enseñanza, pero los padres nos alejamos de los sacerdotes por todo lo que vemos o la forma en que nos
tratan. Con el debido respeto a nuestro amigo Julián, vemos a los sacerdotes como seres interesados más en el dinero que en
servir o guiar. Ya no son los consejeros espirituales que eran. Por eso siento que ese camino en busca de la verdad que sigue
la Iglesia debe ser fomentado. Cambiar para bien. Que diera yo porque todos los sacerdotes fueran como Julián!
Pero el sacrificio
de Cristo sí valió la pena! quien si no es El que nos ha guiado hasta ahora? el problema es que no todos, incluyendo sus discípulos
actuales, siguen sus enseñanzas...
-Pues me van a perdonar,
dijo Carlos con su infaltable cotorreo, pero sus puntos de vista tienen un hueco gigante.
-Por qué? preguntó
su padre.
-Porque si Chuchito
regresara a este méndigo mundo se muere del susto y del coraje. Nada más hay que ver cómo está el mundo para darse cuenta
de que somos una bola de jijos de la fregada... De qué sirvieron todas sus palabras, sus consejos, sus ejemplos? De nada!
De los diez mandamientos, no hay uno que se respete. No dudo que hay gente buena, pero buena comparada con quién? Aquí el
más pelón se hace trenzas.
Reconozco que yo
mismo no soy un dechado de virtudes, pues tengo mis asegunes... pa’que no vayan a empezar a echar de pedradas. Pero
también me he preguntado muchas veces: vale la pena portarse bien cuando nadie lo hace? Ya mi jefe me regañó el otro día y
me dijo que debiera pensar al contrario, que no debo hacer algo malo por que los demás lo hacen, sino lo debo hacer bueno
precisamente porque todos lo hacen malo... bueno, ustedes me entienden, verdad?
Pienso igual que
Sonia -por algo es mi vieja- en el sentido de que se debe hacer algo para que los jóvenes -y creo que empezando por los mismos
niños- conozcan a Cristo, sus enseñanzas, sus consejos, su ejemplo como decía al principio. Quién? Quien sabe! Los papás,
los curas, los maestros.... no sé! Pero alguien debe hacer algo para que si viene Chucho... no se vuelva a morir.
-No dejas de ser
un muchacho del demonio Carlitos, pero me caes bien, dijo Julián. Tu socarronería guarda mucho de verdad, tanto como las que
los demás han dicho. Pero si me permiten hablar como hombre y no como sacerdote -lo que pidió Ricardo al inicio- les diré
que en cada uno de nosotros existe parte de esa misma responsabilidad. He escuchado a algunas personas decir: “Ay Señor
Cura, si yo también quisiera regar la palabra del Señor, pero cómo? si se pitorrean de uno en cuanto empieza a hablar!”
Pero no se pitorrean de nosotros cuando contamos el último capítulo de la telenovela del momento, verdad? entonces sí ponen
mucha atención. Pues es lo mismo! Ustedes, que han escuchado a Ricardo a lo largo de sus charlas, que han aprendido algo de
ellas, tienen la obligación de difundir esos conocimientos. Primero será a sus cuates, después a otros, tal y como ha sucedido
con estas pláticas a las que se fueron sumando todos ustedes poco a poco. Qué sucedió con Carlos y Fidel en un principio?
No acaso Fidel le comenzó a gritar burlándose “mocho... mocho....”? Y no terminó viniendo él mismo a las pláticas?
Bueno, pues de esa misma forma en que convenció Carlos a Fidel -sin invitarlo- de que las pláticas de su papá eran diferentes,
de que eran interesantes, así pueden encontrar el momento y el argumento para con otros. No digan que no, porque todo se puede.
Claro que si hablan
como los que tocan a nuestras puertas y empiezan una perorata hasta cantadita... pues la gente lo primero que piensa es “ya
viene otro de esos mochos a dar lata!”. No, ustedes pueden participar de otra forma, más íntima, quizá más familiar,
en pequeños grupos sociales o comunitarios.
Los mismos apóstoles
no predicaban a grandes multitudes como hacía Cristo -El era excepcional- sino a pequeños grupos que fueron creciendo más
y más.
Dejemos de buscar
en otros la responsabilidad, y asumamos la nuestra, que no es la carga sólo de los padres de familia, o de los maestros, o
de los sacerdotes, aunque en este sentido somos los más obligados.
Además, si dejamos
de verlo como una obligación -que toda obligación pesa a la larga- sino como una distracción o la satisfacción de un anhelo,
otra cara tendrá nuestra labor.
Nadie les paga por
venir a escuchar a Ricardo, verdad? Vienen por gusto. Tampoco les van a pagar por enseñar a otros, pero tendrán la satisfacción
de ver como sus grupos crecen al igual que este.
No les estoy pidiendo
a todos que lo hagan. Lo harán aquellos que quieran, se sientan capaces, o tenga la buena intención. Los que no, bien pueden
ayudar a los otros cediendo su casa para las charlas, o comprando las galletitas, incluso haciendo el café... y ya que hablamos
de cafecito... a qué horas vamos a cenar?
La seriedad con que
se estaba tomando todo se rompió con la ocurrencia de Julián. Pero de eso se trataba, de que no pesara el compromiso.
-Un momento, dijo
reclamando Carlos, no dijo usted si el sacrificio de Jesús valió la pena o no...
-Eso me gustaría
contestarlo como sacerdote, y como ahorita ya vamos a cenar... pues será mañana! o no es así, mi querido Ricardo?
-Tus deseos son órdenes,
como siempre, mi querido amigo, contestó solícito el escritor.
-Pues ahora, de puro
coraje, agregó Carlos, nos invitan a todos a cenar...
-Ya estará potentado,
dijo Norma... tú pones los tamales?
-Juega! Y nomás para
que se arme la chorcha por lo de Gerardo...
-Pretextos quiere
la muerte... sentenció Julián.
-A ver Don Alfonso,
preste su carcacha -que la mía está desconchinflada- para que vayamos a comprar tamales y unos taquitos al pastor... vale?
-Pero manejo yo,
y si tu papá acepta que nos quedemos a cenar en verdad...
-Ya saben que esta
es su casa mis queridos amigos....
-Sonia, dile a Normita
que te preste una bolsa...
-Yo pongo los tacos,
dijo Rafael sacando dinero.
-Huy no! ese dinero
todavía huele a muertito... Dios nos salve! exclamó Carlos haciendo reír a todos.
-Pero vale canijo
muchacho....
-Ora pues, todo sea
por el hambre...
Mientras los demás
preparaban todo, Jazmín se acercó a su padre.
-Sabes qué Jefe?...
me voy a Canadá... quiero estudiar inglés...
-No te digo que estás
loca? Y qué vas a hacer a Canadá? porqué no estudias aquí...?
-Es que se van tres
amigas mías, y vamos a vivir con la tía de una de ellas...
El escritor sabía
que no había argumentos para pararla. Así era ella, independiente, valerosa, arrojada... y eso le gustaba a él, le hacía recordar
su propia juventud.
Eran cerca de las
once cuando Ricardo abrió los ojos. Se estiró perezosamente y vio el reloj.
-Jesús, si ya es
cerca del mediodía! exclamó tomando su toalla y se metió al baño.
Norma, que por enésima
vez se asomaba a la habitación, le preguntó si le preparaba algo de desayunar.
-No gracias mi vida,
sólo dame mi cafecito, por favor... oye, y Julián?
-Salió con Lucía.
fueron a comprar algunas cosas.
-Rafael no ha venido?
-Si, está en el estudio
leyendo...
-Y porqué no me despertaron?
Que falta de atención la mía...
-Es que estabas bien
dormido...
-Dile por favor que
ahorita salgo..
-Buenos días dormilón...
se te pegaron las sábanas?
-Buenas Rafael...
perdón, pero me quedé dormido...
-Vamos, no te preocupes...
me entretuve leyendo y escuchando uno de tus discos de música clásica...
-Cómo vas con tus
hijos?
-Pues parece que
las cosas se componen.
-Y aquella? dijo
el escritor sin querer mencionar el nombre de la mujer que fue su pareja por tantos años fuera del matrimonio.
-Pues... dejó de
ser... así... simplemente...
-Y cómo te sientes?
-Francamente?...
en paz... muy en paz...
-La armonía regresa
a t... y que bueno pues es al final de la vida cuando debe buscarse esa tranquilidad, esa paz.. La juventud se hizo para el
empuje, para la lucha desaforada; la vejez para la meditación, la paz, la tranquilidad, la sapiencia... y la enseñanza. Porque
de qué sirve que hayamos aprendido tanto si no lo desparramamos entre los nuestros?
-Así es... tú, al
menos, ya lo haces de muchas formas...
-Y tú también puedes
hacerlo, mi querido Rafael. Te retiraste, sí, tienes derecho a descansar y disfrutar, pero noto una pequeña señal de aburrimiento
en t... y tú eres un hombre muy preparado; conoces de literatura, sobre todo clásica, al igual que de música y, por tu propia
carrera, eres un buen diseñador -al fin arquitecto- a más de un buen empresario. Tienes mucho que enseñar a los demás.
-Sabes? Creo que
tienes razón... ya sabes que el Rector de la Universidad Nicolaíta es mi amigo, creo que hasta un libro suyo te envió hace
mucho, y me haces pensar en que bien puedo, con calma, sin exageraciones que rompan esta paz y tranquilidad, hacerme cargo
de un par de cátedras...
-Pues no lo pienses
más...
En es momento entraban
Julián y Lucía cargados de paquetes y muy sonrientes.
-Hola a todos...
dijo festivo el sacerdote.
-Hola, contestaron
los amigos.
-Nos fuimos de compras
y creo que me gasté el peculio de un año...
-Y...? No tienes
derecho a gastar de vez en cuando? señaló Ricardo sabedor de la austeridad con que Julián y su hermana vivían.
-Creo que sí... pero
me remuerde la conciencia.... pero que demonios... estoy contento!
-Mira al curita echando
demonios por la boca...! exclamó Rafael.
-Perdón Señor, se
me salió... y es que con todos estos pecadores lanzando demonios a diestra y siniestra... pues se contagia uno Señor, dijo
bromista Julián mirando al cielo.
-Comemos? invitó
Norma asomándose al estudio.
-Sí, vamos todos...
-A ver curita, dijo
Carlos haciendo gala de memoria, ahora nos dice que piensa del sacrificio de Jesús, porque ayer se comprometió y ahora cumple
o nos deja como estábamos...
-Yo siempre cumplo
lo que prometo. Ahí les va, pero que conste que hablo como sacerdote y no en nombre de la Iglesia, pues luego dice uno algo
y dicen que la Iglesia dijo. Así es que, a cualquier reclamo, respondo yo y nada más yo.
Bien, dicho esto,
entremos en materia. Desde que empecé a ayudar al padre Gervasio allá en la iglesia de El Roble, lego tanto como cualquiera
en materia de religión, me llamó poderosamente la atención un Cristo doliente que estaba parado a un costado del templo, vestido
de morado y con una faz de sufrimiento que estremeció mi alma.
Una tarde, al terminar
la misa, le pregunté al padre Gervasio sobre la imagen, y me empezó a contar la historia de Cristo. A la clásica narración
del “murió por nosotros” agregó toques muy personales que le dieron un colorido muy especial a sus pláticas -porque
deben saber ustedes que también lo hizo tipo cristonovela, es decir, por etapas- y mantuvo mi interés y el de otros tres acólitos
por varias noches.
En ese corto espacio
aprendí a amar a Jesús. Si bien no pensaba todavía en hacerme cura, si pensaba mucho sobre Cristo y, como ahora, comparaba
su sacrificio con nuestras propias penurias. Sufrimiento y pobreza era lo único que había conocido, aún dentro de mi alegre
vida de niño. Y sufría; sufría porque ese pobre señor, al que habían matado por nosotros, para salvarnos a nosotros, había
muerto en vano... “Ya ves, decía yo ante su efigie, para qué te dejaste asesinar si aquí todo sigue igual o peor?”
Pero mi interés por
El me hizo leer mucho sobre su palabra, su vida, su obra. Yo me volaba libros que el padre Gervasio tenía sobre su escritorio.
Una inmensa casualidad hacía que, mero cuando terminaba uno, ya había otro abandonado por ahí. Años después comprendí que
el noble sacerdote me los dejaba bien colocados y programados para que me fuese adentrando en Jesús. El mismo, años después,
ya en el seminario y durante una de mis visitas a El Roble, me dejó, en el mismo lugar que años antes, un librito que se llamaba
Iniciación a los Apócrifos... y ahí es donde conocí estos.
Conforme avanzaba
el tiempo, mi amor por Cristo se hacía más grande. En cada palabra, en cada acto, bueno o malo, encontraba yo la aplicación
de una de sus enseñanzas. La reflexión se venía en el momento mismo en que sucedía.
Un día, alguien me
preguntó exactamente lo mismo que nos preguntamos hoy: valió la pena el sacrificio de Cristo? Sin pensarlo dos veces contesté
lo que ahora contesto: Sí! Sí valió la pena y no sólo para El, que con eso se nos mostró, sino para nosotros mismos como raza
humana. Decía Ricardo que Adán fue el hombre que trajo el pecado a la humanidad y Jesús el que la salvó mediante la redención
de ese pecado, pero yo recuerdo a cierto padre que, enérgico, castigaba al hijo por un desliz cometido y, poco tiempo después
le levantaba el castigo perdonándolo. Sin embargo, el hijo aquel más adelante caía en nuevos errores y el padre se veía obligado
a aplicar nuevos castigos. Pero jamás, en ese hombre, decayó un segundo su amor por el hijo. Le amaba con todos sus errores,
con sus defectos, con sus arrebatos.
Así es Dios y así
es Cristo. Nos aman a pesar de todo. El sacrificio de Cristo no vino a traernos el perdón inmediato y total, porque al fin
somos pecadores, sino a ser un recordatorio permanente de la existencia de ese pecado y de la posibilidad de elevar una plegaria
de perdón en caso de caer en él, con la primigenia intención de ser un freno ante ese pecado y no por amenaza, sino por remordimiento.
Cuántas veces dejamos de cometer una acción porque, en el preciso momento en que vamos a cometerla, recordamos a Cristo!
Por eso, su muerte,
su sacrificio, sí valió la pena. Es El el freno, la conciencia viva que nos pide ser mejores, considerados, consecuentes,
firmes, entusiastas, amorosos, agradecidos, a pesar de ser humanos!
Es el camino a Dios,
ahora y siempre, porque su intervención es permanente. Basta recordarlo, evocarlo a El, para recordar a Dios. Y Dios no quiere
que le pidamos, si acaso que le agradezcamos lo que nos da con el simple hecho de recordarlo. Un Dios mío! vale un
millón de veces más que un perdóname Señor!
Y si hemos dejado
de verlo en las flores, en el viento que mece nuestra cabellera, en la lluvia pródiga que abona el campo y la mies, le llevamos
siempre en la mente con su simple nombre: Dios!
El no se siente celoso,
como dijera en algún momento Ricardo, de que los hombres recuerden más a Cristo o a la Virgen María que a El mismo como padre
bondadoso y dador de todo, no, precisamente para eso envió a su hijo, para ser recordado, y seguramente se siente orgulloso,
más que celoso, cuando exclamamos Jesús Mío! o Madre mía!
La semilla de Cristo
está en todos los corazones, incluyendo en los de Alfonso o Gustavo, o Fidel o Celerino, de cuyos dientes para afuera se duda
o niega, pero en cuyas conciencias existe siempre pendiente de lo que les suceda.
Amarlo a El es amarnos
a nosotros mismos y, amarnos a nosotros mismos es amarlo a El. Somos una sola esencia, sus hijos, su creación que, imperfecta
no por su obra sino por nosotros mismos y nuestra debilidad, tenemos la posibilidad de redimirnos para seguir siéndolo.
En el más malo de
los hombres hay una migaja de amor, y con eso basta para que esté en él presente la esencia divina.
Sí, el sacrificio
de Jesús valió la pena, y la mejor prueba es que, a dos mil años de distancia, con todo y que su palabra no se riegue como
se debe, no hay un rincón en el mundo en que no se cite, diariamente, por millones de bocas, su bendito nombre.
El silencio entre
el grupo duró unos segundos más allá de las palabras del sacerdote. Las caras de todos reflejaban una serenidad absoluta.
Habían llegado al fondo de sus almas.
-Bendito sea Dios,
dijo serena y casi murmurando Jazmín.
-Bendito sea, contestó
también por lo bajo Carlos.
-Ahora me gustaría
escuchar a Ricardo, dijo Julián retando a su amigo.
-Caray, después de
tus palabras es harto difícil decir algo, señaló el escritor.
-Anda viejito, no
le saques... espetó Carlos volviendo a su jocosidad.
-Bueno, yo quisiera
cerrar estas charlas con una reflexión. Al principio, decía que el hombre siempre ha buscado algo que vaya más allá de sus
propias fuerzas, que le ayude en momentos desesperados, que le conforte en los de sufrimiento, o a quien agradecer los de
éxito o felicidad. Por eso creó los dioses. Pero no los creó para su satisfacción meramente; era esa semilla que traía en
el alma, ese conocimiento escondido del Todopoderoso que, siendo su padre y creador, le permitió vivir la vida a su modo,
con aciertos y errores.
Poco a poco, el hombre
se dio cuenta de su existencia ante las manifestaciones naturales y las divinas. Le conoció y le respetó, pero constantemente
se olvida de El. El, sin embargo, no le abandona, está presente siempre, a su lado, pendiente de su proceso de vida.
Es pues el hombre
el que debe darse cuenta de esto y definir su camino. Qué quiere? Seguir en el fango, durmiendo a medias por el remordimiento...
o cumplir con las reglas y estar en santa paz?
Es la decisión de
cada uno de nosotros. Decía el poeta: Cada quien es el arquitecto de su propio destino. Y no andaba tan errado, lo somos!
No somos malos, nos
hacemos nosotros mismos influenciados por el medio en que vivimos, así es que hay que luchar por cambiar ese entorno, empezando
por nuestra propia actitud.
Reconozco que yo
me he refugiado en la soledad como un medio de protección ante tanta barbaridad, y tras luchar contra ella por muchos años.
Pero también reconozco que recluirme no ayuda a los demás. Quizá me da una paz personal buscada por mucho tiempo, pero mi
trinchera es esa, y la uso para lanzar mi opinión al mundo desde mis escritos. Mas quizá haría mejor, y estas reuniones con
ustedes me lo han enseñado, en salir y hablar a muchos otros. No soy perfecto, tengo poco de bueno y muchos defectos, pero
si puedo enseñar a los demás lo poco de bueno que tengo, ayudaría a cambiar ese medio que perjudica a muchos.
Ustedes, por el contrario,
gozan de una juventud pujante, desinhibida aún rayando en la exageración como la de Carlos, que puede ser canalizada en beneficio
del mundo.
Si una manzana puede
echar a perder a las demás de un canasto... estoy seguro de que una buena enseñanza puede cambiar la de un puño de errados.
Una sola palabra ha bastado para cambiar la vida de mucha gente. Muchas palabras pueden cambiar más vidas.
Nosotros, los viejos,
vamos de salida, quizá seamos culpables de la tragedia del mundo, pero ustedes tienen la oportunidad de cambiarlo y hacerlo
mejor para ustedes mismos... y para sus hijos. Tienen el buen ejemplo de Cristo. Conózcanle, síganle, y si no creen que Jesús
fue el hijo de Dios, que no fue de origen divino, no importa! Veanlo como ser humano porque, al fin y al cabo, siguiendo su
ejemplo de hombre, ya cumplen con la gracia divina.
Tras hacer una breve
pausa, Ricardo terminó diciendo:
-Yo quiero agradecer
a ustedes el haber venido a estas pláticas. Si algo bueno les dejaron, bendito sea Dios! Si no, el placer de su compañía fue
de todos modos muy grata. Sé que nos seguiremos viendo... pero cada uno tiene su vida y su forma se vivirla. Con todo, creo
que todos estaremos siempre para todos. Mil gracias por que también ustedes me enseñaron mucho. Les quiero. Que Dios les bendiga
a todos!
-Mucho por el viejito!
gritó Carlos entusiasmado y todos aplaudieron.
-Una foto....una
foto... pidió Sonia.
-Aquí, junto a su
Cristo, dijo Norma mientras todos se juntaban a los pies del hermoso ejemplar tallado por artesanales manos michoacanas.
-Quietos todos que
la pongo en automático, exclamó Gustavo.
El flash deslumbró
al grupo que de inmediato se desperdigó tras las botellas de sidra que habían quedado.
-Suegro, dijo Sonia
conmovida, ya supimos que va a ser niña...
-En verdad? pues
felicidades hija!
-Le podríamos poner...
Xaviera?
Ricardo no dijo nada,
sólo soltó el llanto.
La parroquia de Costa
Azul estaba engalanada. Familiares y amigos de Silvia y Abrahám esperaban nerviosos a los novios.
Julián, flanqueado
por Narciso y Gerardo, salieron a recibirles. El cortejo entró encabezado por Sonia, Jazmín, Adriana y Cristy. Norma y Ricardo
ya estaban ubicados en el lugar de los padrinos de velación.
Silvia entró del
brazo de Fidel, a quienes veía orgullosa Gloria desde su ubicación en el lugar de los padres de la novia.
En las primeras bancas,
sonriendo, estaban Celerino y Doña Elvia a la izquierda de Gustavo, Alfonso y Rafael. Del otro lado, Jorge y su hijo completaban
la fila con Carlos y Sonia, padrinos de lazo.
Arriba, presenciando
la ceremonia en el anonimato, estaba Edmundo Barrenechea, el arzobispo, que mostraba una leve sonrisa.
Lucía hizo las lecturas
junto con Norma. Al dar la bendición, Julián roció agua bendita sobre todos los presentes y colocó amoroso la mano sobre la
cabeza de Ricardo.
El festejo duró hasta
bien entrada la noche. Don Eustorgio, el ricachón del pueblo de Julián, se dejó venir con toda su comitiva de ayudantes y
cocineras, luciendo su bonhomía de siempre.
Se bailó hasta cansarse.
La felicidad de todos era manifiesta. Los padres de Abrahám se sentían satisfechos y departieron amablemente con Norma, Ricardo
y los sacerdotes.
Cuando el escritor
se retiraba, Silvia pidió un brindis por él.
-Por el hombre que
hizo posible mi amor por Cristo! dijo emocionada.
-Y porque siga con
sus pláticas, urgió Alfonso.
-Oye, viejito! grito
Carlos haciéndose escuchar entre el barullo. Y... quién demonios es Juan Diego?
Todos aplaudieron.
Al día siguiente,
a muy temprana hora, Ricardo entró al estudio, encendió la computadora y empezó a teclear:
“Carlos se
quedó viendo el maravilloso Cristo, casi de tamaño natural, que colgaba sin cruz de la pared principal de la sala. Su padre
lo había adquirido, semidestrozado, en un bazar de Pátzcuaro hacía muchos años...
NOTA ACLARATORIA DEL AUTOR
Las observaciones
de algunos amigos y familiares me guían a cumplimentar para usted, caro lector, algunas explicaciones pertinentes.
Mi incursión en la
historia me ha dejado como experiencia que la mejor forma de llegar a los lectores, cuando de historia se trata, es novelando
el suceso histórico. Así es pues que tomé la decisión de relatar, y analizar, la vida de Cristo en forma novelada.
Sin embargo, debo
dejar en claro que si bien los personajes que forman parte de las charlas, incluido Ricardo, los sacerdotes Julián y Narciso,
y el arzobispo Edmundo Barrenechea, son ficticios, y por ende no reflejan en sí actos, opinión, o postura oficial de la Iglesia
en sus conceptos, sí los personajes históricos citados, sus hechos, y las citas relativas a autores y estudiosos bíblicos
e instituciones son absolutamente reales y producto de la investigación realizada para la estructura de esta obra, cuya bibliografía
principal se encuentra reseñada al final de la misma.
Del resto de nuestros
personajes ficticios puedo decir que en verdad me inspiré en algunas personas reales, pero jamás reflejan igualmente ni su
propia forma de pensar ni sus conceptos religiosos o morales, por lo que si alguno se identifica con cierto personaje, no
se sienta agraviado pues la identificación sólo quiso ser un pequeño homenaje a mis cercanos y no a sus personalidades.
Con esta obra tampoco
pretendo consituirme en un erudito de la religión que, acepto y reconozco, profeso desde niño con sus muy reales altibajos.
Mi intención ha sido únicamente un intento porque la vida de Cristo pudiese llegar al vulgo mismo en palabras llanas, sin
atavismos, misterios de fe o dogmas; sin ese rebuscamiento a que nos tienen acostumbrados. Si lo logré, sea por Dios! Si no,
mis disculpas.
Finalmente, hubo
quien sancionó el que citara yo a estudiosos e investigadores de tendencias detractoras, o contrarias, en sucesos tan respetuosamente
protegidos como la virginidad de María, la infancia de Jesús, o su difundido matrimonio con Magdalena. Sin embargo, considero
que era necesario dar a conocer las diversas corrientes -unas a favor y otras en contra- de los preceptos religiosos o dogmáticos,
para permitir al lector su propio análisis.
Citar esas opiniones
no significa tampoco que esté de acuerdo con todas ellas, sin embargo, comparto algunas como las que, tras los descubrimientos
de Nag Hammadi -Biblioteca en donde fueron encontrados los apócrifos- y de Qumram, con su archivo esenio, confirman muchas
de las versiones apócrifas, tanto como ratifican la verdad histórica que, si bien era difundida por la Iglesia, no tenía más
sustento que el misticismo.
Puedo reservarme
como opinión personal la de Ricardo, el personaje central.
Agradeciendo su deferencia.
Dr. Ltt. Fco.
Xavier Ramírez S
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Enrique Cases. Ediciones Internacionales Universitarias.
-Portal de la Madre
Trinidad. Internet.
-Vida de los Santos.-
Butler , S. Londres.
1913.
Este libro, con registro 122 para el primer tomo y
132 para el segundo tomo, en el
Programa de Financiamiento
para Escritores Iberoamericanos,
se terminó de imprimir
el día 12 de marzo del 2005,
bajo el sistema POD
y con un tiro inicial de 500 ejemplares,
en los talleres de
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ubicados en
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Fracc. Princess del Marqués II
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