Fco. Xavier Ramírez y sus obras

Cristo.- Tomo II Parte III

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Norma sintió que Ricardo estaba un poco inquieto. La noche anterior había dormido poco y apenas picaba esa mañana el desayuno. Dirigió una mirada inteligente a Julián y este pidió que les llevara un cafecito al despacho.

-A ver, mi querido amigo, y ahora qué te preocupa?

-Carlos...

-Porqué?

-No te diste cuenta de que pidió que iniciáramos con el tema del matrimonio?

-Y...?

-Se me hace que tiene problemas de nuevo con Sonia..

-Yo no creo... les he visto muy acaramelados y tranquilos... pero, porqué no vas y les haces una visita? Es más, te acompaño.

 

La llegada de los amigos dejó asombrada a Sonia.

-Y este milagro?

-Pues queremos que nos inviten un cafecito... vamos a ver si lo haces tan bueno como el de tu suegra... dijo socarrón Julián.

-Hummm... se me hace que aquí hay gato encerrado, dijo intuitiva.

-Y Carlos? preguntó el escritor.

-Allá arriba, trabajando en la computadora. Le voy a llamar...

Segundos después el joven bajaba persignándose y fingiendo una cara de espanto.

-Ayyyy mamacita....! Los demonios santos en persona....! Qui’hubo padre! Qué milagro es éste que pisas tu humilde casa?

-Ya le dijo Julián a tu esposa.... queremos que nos inviten un cafecito.... venimos de ver a unos amigos y pasamos por aquí...

-A otro perro con ese hueso...! Yo ya sé a qué vienen...! Te dejó de a seis que yo pidiera lo del matrimonio, verdad?

-Hummm...

-Huyyy viejito... si te conozco.... pero no te apures que aquí no pasa nada... todo está en calma...

-Y ya por eso no nos vas a invitar el cafecito? dijo insistente el sacerdote.

-No, eso no, replicó Sonia que ya venía con una charola y tazas.

-Entonces despeja mi duda y dime porqué quisiste ver el tema del matrimonio... replicó Ricardo.

-Utaaaaa.... a ti no se te pasa nada! Pero no, deveras, nosotros estamos mejor que nunca. Es a tu compadre Celerino al que le pasa. Se anda divorciando de su vieja...

-No me digas... pobre! Qué te ha dicho?

-Quería hablar contigo porque dice que ustedes son muy amigos de su mujer también y, pues... como que quiere que le entres al toro...

-Válgame... otra vez con eso de que yo veo los problemas pequeños...

-Y qué te apura? señaló Julián. Qué no puedes hablar con ellos para ver si se puede salvar ese matrimonio?

-Sobre todo porque ya llevan como treinta años de casados, agregó Sonia.

-Mira, informale que, sin que le diga nada a su mujer sobre las charlas que tenemos, la lleve esta tarde a la casa. Hazte el aparecido, no vayas directamente a su casa.

-Tú no te preocupes, yo sabré como hacerle que para eso de las intrigas soy bueno.... allá te los llevo.

-Y no le digas a nadie para que se vean realmente sorprendidos...

 

Esa tarde, los asistentes pudieron darse cuenta de que algo se preparaba, pero nadie dijo nada. Ya conocían a Ricardo y sabían que algo tramaba.

-Bien, quisiera empezar escuchando algunas opiniones de ustedes sobre el matrimonio. Quién empieza?

Todos se vieron con extrañeza, sin dejar de notar que Ricardo se asomaba discretamente a la ventana. Norma, avisada del caso, urgió a Fidel para que éste empezara.

-Bueno... yo qué puedo decir del matrimonio? Tengo poco tiempo de casado y Gloria ha sido una estupenda esposa. Por eso mismo, lo que podría decir sobre el matrimonio es que es una cosa esplendorosa, como dice la canción.

-Y tú Gloria, opinas igual?

-Yo creo que sí. Aunque mi matrimonio se dio ante circunstancias que ustedes ya conocen, ha sido abierto, meloso aun, y muy sincero. Quiero destacar la lealtad y sinceridad con que Fidel ha actuado para con mi hermana Silvia, a quien trata como una hermana propia y con mucho respeto. Somos felices, en una palabra.

Ricardo regresó al centro de la sala en el preciso momento en que unos ligeros toques se escuchaban. Hizo señas a Gustavo que inmediatamente se dirigió a abrir.

-Alguien más quiere decir algo sobre su matrimonio? dijo Ricardo haciendo como que no había escuchado tocar.

-Yo, dijo Rafael.

-Entonces, adelante, indicó el escritor que saludaba con una seña de la mano a sus compadres y les pedía un segundo para atenderlos. Norma se levantó y les acomodó en el sillón grande, levantando a Carlos y Sonia.

-Mi matrimonio fue muy feliz por muchos años, narró Rafael, nuestros hijos complementaron esa felicidad; sin embargo, con el correr de los años, el cariño se fue apagando. Yo viajaba mucho por mi trabajo y siempre acompañado de mi secretaria. Naturalmente, el constante roce y la confianza hicieron que más tarde que temprano nos relacionáramos. Ahí empezó el problema. Mi matrimonio pasó por dos etapas realmente difíciles. La primera, de mucho dolor y remordimientos para mí, pues mi mujer, sabedora de mi aventura, callaba resignada con la esperanza de salvar su matrimonio; la segunda, de pleitos y confrontaciones. Duré veinte años con mi pareja, sin dejar nunca mi casa definitivamente. Sólo la muerte de mi esposa me dio la libertad; una libertad que, para ser francos, no ansiaba.

-Gracias Rafael. Antes de continuar, les voy a pedir que me concedan unos minutos para saludar y atender a mis compadres que, como ya pudieron notar, nos visitan esta tarde.

-No te molestes compadre... podemos esperar... dijo Don Celerino.

-Discúlpenme... es que todas las tardes tenemos estas charlas sobre la vida de Cristo...

-Sobre la vida de Cristo? preguntó curiosa Doña Elvia, la esposa de Celerino.

-Sí comadre; todo empezó porque Carlos me preguntó un día: Quién demonios es Cristo? Empecé a contarle y, poco a poco, se fueron agregando más participantes....

-Bueno compadre, pues si quieres volvemos otro día, dijo ladino Celerino conociendo a su mujer.

-No.... casi nunca me sacas de la casa y, si ahora tenemos la oportunidad de escuchar a Ricardo hablar sobre Cristo, te friegas! Nos quedamos, a ver si así se te sale el demonio!

Celerino, fingiendo resignación, tomó asiento nuevamente encogiéndose de hombros. Calificaba a su mujer de mocha, más porque él no era muy afecto a las cosas de la religión que porque en realidad Doña Elvia fuese rata de sacristía. Al contarle Carlos la idea de su padre, Celerino aceptó de inmediato porque en realidad quería salvar su matrimonio, amaba a su mujer y los problemas por los que atravesaban -sin él saberlo- eran más por causa del exceso de trabajo y el abandono a que la sometía, que por falta de amor.

-Para su información, hemos recorrido ya muy buena parte de la vida de Cristo; desde su nacimiento hasta la primera parte de su prédica. Analizamos también sus milagros y, ahora, entraremos al análisis por tema. A sugerencia de Carlos empezamos hoy con el tema del matrimonio. Antes de entrar de lleno a su mensaje, quise saber algunas opiniones de los presente sobre su propia vida matrimonial. En eso estábamos. Así es que, con su permiso. Alguien más quiere hablar?

-Yo, dijo Jorge. Mi vida con Lupita fue realmente maravillosa. Nos amamos, como toda pareja puede hacerlo, hasta el día de su muerte. Están presentes mis hijos y no por eso debo dejar de reconocer que, algunas veces, tuvimos problemas como cualquier matrimonio, pero aprendimos a superarlas. Mejor dicho, Lupita me enseñó a superarlas; era una mujer de una firmeza sin par, pero comprensiva y querendona. Respetaba y se hacía respetar. Dios la tenga en su gloria!

-Sin embargo yo, intervino Alfonso, no puedo hablar muy bien del matrimonio. Me casé obligado más por las circunstancias que por amor. Conocí a mi mujer cuando estábamos en la prepa y, jóvenes al fin, nos enredamos y se embarazó. Al principio todo fue luna de miel, pero más adelante surgió la hiel. Primero vino el aborto; luego, la amargura. Ella no entendía que mi trabajo en el gobierno me obligaba a llegar tarde muchas noches y, a veces, ni siquiera llegaba. Todo esto causó fuertes enfrentamientos entre nosotros. A los dos años de casados, me enteré de que tenía una aventura con un muchachito de por ahí cerca. El pleitazo fue de primera. Pero, como ella tenía unos padres chapados a la antigua, me rogó para que la perdonara y me aseguró que jamás volvería a pasar. Yo era joven y tenía muchas ilusiones. Quería tener hijos y formar una familia, llegar a casa y recibir el cariño de mis gentes, así es que, contra todo machismo mexicano, la perdoné. Siguieron a esto otros dos años de relativa felicidad. Pero no había embarazo, no habían hijos. Un día, buscando no sé qué cosa, encontré en su buró una tira de pastillas anticonceptivas. Me dio mucho coraje porque ella me aseguraba que buscaba embarazarse. Ese pleito me hizo alejarme por casi quince días. Una noche, triste y melancólico, decidí regresar a casa. Al entrar, lo primero que vi fue un saco de hombre; subí sigilosamente y, parado a la puerta de la recámara, escuché los clásicos ruidos de quienes están haciendo el amor. Mi primer impulso fue sacar la pistola y matarlos, pero quizá la misma tristeza que traía me hizo reflexionar. Sólo di la media vuelta y me largué. Jamás la volví a ver. No me buscó porque le dejé una carta en la que le informaba lo que había encontrado al llegar, y le rogaba que no me buscara, que diera todo por terminado.

Alfonso terminó su relato con lágrimas en los ojos. El respetuoso silencio de todos duró unos segundos.

-Gracias Alfonso por tenernos la confianza suficiente para contar esa terrible intimidad, dijo cordialmente Julián.

-Alguien más quiere decir algo, indicó Ricardo esperando que Celerino o su comadre intervinieran, pero nadie dijo nada.

-Bien, en Palestina y en esos tiempos, la familia estaba centrada exclusivamente en relación al varón. La mujer se adquiría, era un instrumento propiedad de la cabeza de familia, que incluso podía devolverla al vendedor o repudiarla si no era de su agrado; ella no tenía autoridad ni derecho alguno. El objeto del matrimonio era exclusivamente la procreación. Es más, la mujer que quedara viuda y sin hijos, tenía que casarse con un hermano del marido para asegurar descendencia.

Por su lado, la sociedad romana veía el matrimonio de otro ángulo; se consideraba una relación de tutela jurídica en la que la mujer quedaba protegida por el marido que, en cierto modo, substituía al padre. La mujer era respetada en su función de madre y primera educadora de los hijos. Aquí cabría hacer la aclaración de que la palabra matrimonio, etimológicamente, está compuesta de los vocablos matris munia, que quieren decir las obligaciones de la madre. Tenía los mismos derechos patrimoniales e incluso podía pedir el divorcio en caso de adulterio por parte del marido y, observen bien, con separación de bienes.

Así las cosas, el concepto cristiano del matrimonio es el resultado de una mezcla del sistema hebraico con el romano. Naturalmente que se suavizó el concepto de propiedad, aunque no se llegó a dar a la mujer la igualdad de derechos por completo.

Sin embargo, como puede verse, en los evangelios aún se citan muchos de los conceptos hebraicos. Jesús, por otro lado, aconseja no abusar demasiado del derecho de repudio para no dar a otros hombres la ocasión de cometer adulterio casándose con la mujer repudiada, pero no queda claro hasta qué límites está dispuesto a tolerar el divorcio o las segundas nupcias. Los evangelios mismos nos dan dos versiones que, como dice Craveri, son difíciles de conciliar. Las dos están en el mismo evangelio de Marcos. La primera, asegura que el que repudia a la mujer, excepto en el caso de fornicación, la convierte en adúltera;  la segunda señala que el que repudia a una mujer y se casa con otra mujer comete adulterio. Así las cosas, prácticamente todos estarían en adulterio!

Pablo, el forjador de la iglesia como institución, oscila entre estas dos interpretaciones; admite el divorcio si hay desacuerdo entre los cónyuges por motivos de la fe religiosa, y no prohibe las segundas nupcias, pero las desaconseja. Incluso, él mismo es contrario al matrimonio dado que lo considera un remedio, un desahogo a la lujuria: “es mejor casarse que arder” diría.

Es el Concilio de Trento el que decide negar el divorcio bajo cualquier circunstancia. Pero... qué dice directamente Cristo sobre el matrimonio?

Primero que nada, analicemos el concepto mismo del matrimonio en las palabras de Jesús: Cuando haréis de manera que dos sean uno, haréis del varón y de la hembra una sola cosa, de manera que el varón no sea más varón y la hembra no será más hembra...entonces entraréis en el reino.

Yo, personalmente, considero que esta es una de las formas más hermosas que tiene de decir que, al casarse, la pareja se vuelve uno solo. Una unidad con los mismos derechos y obligaciones. Decir esto Jesús en una época en que se consideraba a la mujer sin derecho alguno debe haber causado muchas molestias a mucha gente.

Sin embargo, la relación entre la vida conyugal, sus conflictos y dificultades, y el sacramento del matrimonio lleva a hacer una llamada sobre la responsabilidad. En la práctica del sacramento del matrimonio existe una contradicción muy llamativa: se tiene una actitud amplia y comprensiva para admitir a la celebración del sacramento, y se mantiene un comportamiento rigorista y rígido para encontrar una solución cuando no funciona. Es ancha la entrada, estrecha la salida. Lo que se trata inicialmente con tanta ligereza y vanalidad, ¿puede tomarse luego tan en serio? ¿Por qué?

Se amarra a una institución de amor a quienes quizá no han tenido ni un principio de amor humano maduro. Se ata a la realidad del amor conyugal cristiano a quienes no tienen ni un principio de fe personal auténtica. Se pretende que signifiquen de por vida la fidelidad de Cristo y de la Iglesia quienes no tienen ni una mínima experiencia de vida comunitaria.

En estas circunstancias, más comunes de lo que se tiende a reconocer, ¿dónde está la realidad sacramental que luego con tanto ardor se quiere defender? Por ello, hay mucha gente que, medio en broma, medio en serio, habla del matrimonio como encerrona, ratonera, atadura, callejón sin salida.

Pero el matrimonio supone la realidad humana del amor adulto entre dos personas. El amor como experiencia libre y decidida de formación personal, como proyecto duradero de relación compartida, como ejercicio de diálogo existencial constructivo y crítico, como opción en favor del otro y búsqueda del bien ajeno por encima del propio, como atracción mutua -química, apasionamiento, placer espiritual y corporal-, como preocupación, tarea y ocupación, como conjunción y diversidad. El amor como proyecto de vida compartida, en el que se realiza el en-amoramiento, es decir, el vivir-en-el-amor el estado de amor duradero. El amor duradero no es entrar en celo. No es un ciclo en el que se entra necesariamente, de un modo ciego y determinista. No es algo intermitente, que aparece y desaparece, que viene y se va. Uno no se casa porque le toca casarse, sino porque elige libremente hacerlo.

Aunque hay una etapa de la vida que abre el camino al casamiento, ya que supone un principio de madurez personal, no se puede confundir el «casarse» con el «aparearse». Se aparean, por el impulso del instinto, los animales irracionales. Casarse es elegir un estado de vida para con-vivir, com-partir, participar juntos de una misma realidad y proyecto, poner en común el mismo pan de relación para comerlo en la misma mesa. Los casados, más que nadie, son «cum-panis»: compañeros. Casarse es una decisión libre que supera el impulso del instinto irracional y lleva a elegir a la persona con la que convivir en el amor, por encima de la tendencia a perpetuar la especie. No se puede olvidar que uno se puede casar como también podría quedarse soltero. Para uno y otro estado es preciso una libre elección. En el amor humano, encontrar pareja no supone una lucha ni se plantea como una conquista, sino que es un encuentro en el que se reconoce al otro y se le acepta en el propio ambiente vital.

Mas el matrimonio mismo tiene muchos enemigos. Uno de los más graves es, contra lo que pudiese suponerse, el abandono por amor.

-Cómo está eso del abandono por amor? preguntó Jazmín.

-El marido, y ahora también a veces la mujer aclaro, muy preocupado por conseguir ingresos para sacar a los suyos adelante, hace que el trabajo sea lo más importante de su día y... ¡va en perjuicio de la relación con su mujer! Y... amor que no se cuida se va enfriando!. Si a esto se añade, que volver a casa es asumir obligaciones costosas: atender a los niños, trabajar en la casa, hay lloros, gritos y peleas. ¡Hay que estar alerta porque el amor se enfría y la buena disposición va desapareciendo!.

Hay que hacer del hogar algo agradable; y si primero hay que cumplir obligaciones que no gustan, luego tienen que venir ratos entrañables, agradables, que hagan que valga la pena volver al hogar: estar los dos juntos, a solas, conversar, compartir, agradar. El hogar debe ser algo agradable, entrañable, donde uno se rehace descansando y entregándose.

Yo, al que sufra este problema, le diría: pon las cosas en su sitio. Si no es por ellos no vale la pena tanto esfuerzo. Y el que “sea por ellos” es darles lo que, de verdad, ella y ellos están necesitando que, a veces, puede ser tu dinero, el que tú ganas con tanto esfuerzo; pero, otras veces, será tu tiempo y tu dedicación a ellos, aunque aportes menos dinero.

El trabajo no debe impedir la vida de familia, la dedicación al hogar, la atención al otro u otra y a los hijos. El trabajo no puede ser lo más importante ni de la vida, ni del día, aunque sea de enorme importancia. Ya lo vimos en el caso de Alfonso.

Si compartimos la vida también, de algún modo, hay que compartir el trabajo: acompañando, cuando sea posible, a una comida, a un viaje, comentando las incidencias de la jornada, compartiendo amigos.

A nuestro trabajo profesional dedicamos muchas horas cada día; y, durante esas horas, lo mismo que puede haber roces también puede haber lazos de unión. ¡Al trabajo hay que ponerlo en su sitio!.

Por su parte, la mujer puede volcarse en algo tan natural como son los hijos y descuidar la atención de su marido y, poco a poco, se descuidan detalles que son totalmente necesarios para que el amor entre los dos esté vivo. Yo podría decir que, para un hombre, lo más importante no es el trabajo, sino su mujer; y, para una esposa, lo más importante, no son los hijos, es el marido; y, para los dos juntos, marido y mujer, lo más importante son los hijos. Si esto no se vive bien, habrá problemas. A veces es necesario estar solos algún rato, unos días. Medios hay para que los hijos puedan estar atendidos. Estar los dos solos puede ser una maravilla, puede dar un poco de miedo porque no se sepa de qué hablar, cómo va a resultar, pero que el marido y la mujer estén unidos es lo que más puede beneficiar a los hijos. Es verdad que el ama de casa es la madre no el padre, por regla general. Y si bien, es verdad, que al que pregunta en tono de queja ¿pero yo qué he ganado casándome?, habría que responderle: oye, al matrimonio no se va como se va a un negocio con ánimo de lucro para preguntarse sobre las ganancias, por otro lado, hay que tener claro que el matrimonio debe ser un bien para los cónyuges; el matrimonio, bien vivido, es un bien para los dos.

A todo esto se suma la infidelidad, la incomprensión, la falta de diálogo, los parientes... en fin, que el matrimonio, que puede ser como dice Fidel una cosa esplendorosa, a veces le convertimos en un verdadero infierno y... curiosamente, la mayoría de esas veces, por naderías.

Cuánta razón tenía Jesús al decir que debemos hacer del varón y de la hembra una sola cosa, un solo ser, una unidad. Cuando somos uno no podemos dañar al otro que forma parte de esa unidad.

Ricardo pudo notar que Celerino tomaba de la mano a su mujer que, sin decir nada, recibía el gesto con agrado y oprimía la de su marido con cariño.

 

 

Muy temprano, Celerino ya estaba tocando a la puerta de la casa de Ricardo.

-Y ahora, compadre? Qué mosca te picó que te levantas de madrugada? dijo el escritor haciéndose el ignorante.

-Pues que vengo a darte las gracias compadre. Lo de anoche me hizo ver muchas cosas. Yo traje a mi mujer para que “la regañaras” y el regañado resulté ser yo.

-Me asombras compadre... pero pasa, pasa, no te quedes en la puerta por favor...

-Gracias compadrito, de verdad muchas gracias... repetía el diputado acomodándose en el sofá.

-Quiere tomarse un cafecito? ofreció Norma que salía para ver quién había llegado tan temprano.

-Gracias comadre, se lo acepto...

Mientras Norma iba a preparar el café, Ricardo cuestionaba a Celerino.

-A ver compadre, cómo está eso de que saliste regañado? Yo no dije nada en tu contra o que me hiciera sentir que te regañaba...

-Ya compadre... si bien que sabías a lo que venía... no seas así... o qué? quieres que te diga nuevamente todo?

-Ja ja ja.... rió francamente Ricardo. No compadre, sólo te estaba maloreando. Y dime, entonces sí sirvió de algo mi plática?

-Pues sí, pero como te digo, fue a mí al que le sirvió...

-No me dejen a medias, dijo Norma que regresaba con el café. De qué se trata todo esto?

-Pues que su comadre y yo ya íbamos a tronar...

-Se iban a divorciar compadre? Tras treinta años de matrimonio se iba a divorciar? No cabe duda, bien dicen que los hombres son como los niños... exclamó Norma.

-Y tienen razón comadre, tienen razón. Figúrese que yo veía que ella siempre estaba de cara, nada le gustaba, de todo se quejaba y, pues... yo dije... esto ya valió madre... perdonando la expresión compadre.

-Y...?

-Pues que le pedí a Carlitos que le contara al compadre, la verdad es que yo no tenía tiempo para verlo... y por eso se lo pedí a Carlangas... y viera si podría Ricardo hablar con ella. Carlitos me dijo que su papá había aceptado y que nos esperaba por la tarde. Yo le hice el cuento a su comadre de que era el aniversario de no sé qué cosa y me la traje... cuando me di cuenta de que estaba Ricardo en el medio de su plática quise retirarme, pero ya ven, me lo impidieron, y resulta que la plática misma de mi compadre me hizo ver la verdad de lo que sucedía...

-Y qué era compadre? preguntó inocente Norma.

-Pues que me he enfrascado tanto en el trabajo que la he descuidado... nada más eso! Anoche, llegando a la casa, hablé muy claro y le dije que reconocía mi error y que trataría de enmendar mi conducta. Ella simplemente se echó a mis brazos y lloró de felicidad... por eso vine a darle las gracias a mi compadre...

-Pues que bueno Celerino, que bueno que te diste cuenta a tiempo de tu error... indicó el escritor.

-Pero eso no es todo compadre... ahora quiere que vengamos todos los días a las charlas...

-Pues bienvenido mi amigo...

 

Julián, que escuchaba desde el estudio, salió en cuanto Celerino se retiró.

-Otra oveja al redil mi querido Ricardo...

-Sí, pero creo que aquí hay gato encerrado... a ver Normita... qué tienes que ver tú en este cuento?

-Pues... mira... dijo Norma sonriendo, la verdad es que mi comadre me llamó para preguntarme de qué era el aniversario y me tomó desprevenida, pues no sabía yo nada, y le dije que no había aniversario alguno. Sin embargo, a ella se le hizo sospechoso el asunto y, tras contarme sus cuitas, me dijo que Celerino quería traerla. Ambas supusimos que era para que tú hablaras con ella, pero le conté de las pláticas y de que precisamente se trataría el tema del matrimonio, así es que... el resto ya lo saben...

-Vaya, pues el cazador resultó cazado! dijo riendo abiertamente Julián.

-Y mira que a mi compadre no lo llevas a cuestiones religiosas ni con dos yuntas de bueyes...! agregó Norma también riendo.

-Sabes qué mi querido Ricardo?... dijo pensativo el cura.

-Qué se te ocurrió ahora, viejo ladino?

-Una mera opinión... iba a sugerirte que intercalaras ejemplos como el de tu compadre en el libro... no estaría bueno?

-Y dale con el libro... yo pensé que ya me habías dejado en paz...

-Bueno... es que me interesa tanto como a t...

-Pues... viéndolo bien no es mala idea...

-Ah verdad? exclamó triunfante Julián.

-Y cuando vamos a tener esa charla con tu mandón?

-Tienes tiempo? vamos ahora!

-De una buena vez... vamos a ver que cartas quiere jugar el santo señor.

 

A Ricardo no le asombró mucho la rapidez con que fueron recibidos. Después de los saludos de rigor, el prelado no dudó en entrar directamente al tema.

-Y cómo va ese libro estimado Ricardo?

-Yo pienso que no tiene que preguntarme, pues seguramente está Usted tan bien informado como este curita del demonio que Dios me dio como amigo, dijo jocoso el escritor.

Julián no daba crédito a lo que oía. Ricardo se desenvolvía con mucha confianza ante el arzobispo, cosa rara en él.

-Bueno, no puedo negarlo... pero una cosa es lo que su amigo me informa y otra la que usted piensa... no es así?

-Así es Su Eminencia... pero yo tengo mis dudas...

-También me las ha platicado el Padre Julián, y puedo asegurarle que no hay nada oculto. Qué quiere saber?

-La facilidad con que acepta Usted mis argumentos y el afán de publicar la obra.

-Creo que ya es un tema trillado...

-Pero me gustaría escucharlo de su propia boca...

-Acepto sus argumentos porque no guardan otra cosa que una verdad urgente por salir a la luz, y el afán de publicarlo porque es mi deseo dar puerta y oportunidad a gente como usted, simples pero importantes legos, que luchan y se afanan por difundir esa verdad.

La iglesia ha dado pasos gigantes, poco conocidos, pero los ha dado. Ya usted señaló alguna vez en sus pláticas la presencia del Pope Ortodoxo en las misas papales. Yo le recuerdo ahora, por ejemplo, que el Dalai Lama estará próximamente aquí, en México, para concelebrar un acto ecuménico por la paz junto con el Arzobispo Primado y dirigentes de otras religiones.

Es la hora de la unidad. De reconocer al hombre como hermano del hombre, no como el lobo de su propia especie. El mundo está al borde del caos y todos, todos sin excepción, tenemos que aportar nuestro granito de arena para alcanzar nuevamente la paz social, cultural y espiritual.

Deje de pensar que su libro será la panacea religiosa, o que el mérito es tan grande que la iglesia entera está interesada en su publicación. Eso, mi amigo, es soberbia, egolatría pura. Pero sí debe pensar, y muy firmemente, que su obra será una aportación más a la comprensión y entendimiento de muchos de los nuestros respecto a la vida de Cristo, el Cristo mismo y nuestra religión... y cuando hablo de religión, hablo de la religión universal que El vino a enseñarnos.

Deje de dudar. Deje de especular. Actúe como buen cristiano, como buen hombre, como buen escritor, y nada más. Vea el don que Dios le dio como una más de sus armas para la divulgación de su palabra. Que la conciencia no le traicione tampoco; todos tenemos errores en la vida, unos más otros menos, pero todos hemos tropezado. Sin embargo, no es por su pureza o castidad que le pedimos publique ese libro, sino porque, precisamente, usted ha experimentado esa gama de sentimientos que elucubran la moral del ser humano. La ventaja en Usted, querido amigo, es que ha sabido comprender, ha rectificado, ha decidido vivir una nueva vida, más calmada, más de entrega a sus semejantes. Que lo haga mediante sus libros, es algo que nadie puede negarle. Satisfecho?

Ricardo no contestó de inmediato. La perorata del prelado le había impactado. No sabía si lo había regañado o le estaba reconociendo. Sólo alcanzó a decir:

-Gracias Su Eminencia...

-Y ahora... qué les parece si brindamos con vinito de consagrar por el éxito de la obra? dijo Julián como para calmar la inquietud del escritor.

-Nada de vinito de consagrar! exclamó el arzobispo, que sea con un coñaquito francés que me regalaron en mi cumpleaños unos familiares.

-Sea como Usted dispone Su Eminencia, dijo Ricardo todavía medio cortado.

Pasaron varias horas en que los tres comentaron algunos de los pasajes y la forma en que el escritor los había manejado. Los dos religiosos vertieron algunas opiniones e incluso sugirieron algunas perfiles a tocar. El hielo se había roto.

 

Esa tarde, al iniciarse la reunión, Alfonso llamó la atención del escritor.

-Oye Ricardo, ayer que hablamos del matrimonio Gustavo y yo salimos comentando algo que se dice insistentemente: que Jesús se casó! Qué hay de eso?

-Miren todos. Hemos analizado la historia sagrada a la vista no sólo de los estudiosos clericales, sino también a la de los racionalistas -es decir aquellos que sólo se atienen a la razón-; los mitólogos -que en todo quieren ver un mito o una leyenda-; los radicales -que defienden a toda costa y contra cualquier razonamiento su punto de vista, sea a favor o en contra de la religión-; y hemos usado fuentes cristianas, judías, paganas, antropológicas e históricas, acudiendo a la teología, la dogmática y la doctrina política y social, respetando cada punto de vista y tomando de él lo que más nos interesa o conviene conforme a nuestra propia forma de pensar y actuar.

Hablar sobre si Jesús estuvo o no casado, no es materia precisamente de investigación como tal, sino de deducción. La opinión de la Iglesia es rotundamente contraria: Jesús no estuvo casado. Sin embargo, varias corrientes han señalado que hay indicios de que sí lo estuvo. Como en otras cosas, en este caso no hay -hasta ahorita- una certificación que lo compruebe.

-Pero entonces... estuvo casado o no? preguntó Carlos curioso.

-Vamos por partes. Decir o reconocer que Jesús fue casado hace chocar un concepto de pureza, de virtud, que guarda Cristo al ser célibe. Esto, amigos míos, conforme a la Iglesia. Ya hablamos de que el celibato, jamás señalado, insinuado o indicado por Cristo, surge ya conformada la Iglesia como institución y, sobre todo, porque la mujer -como también ya lo hemos visto- era sólo un signo de propiedad, un cero a la izquierda.

Pero si bien el celibato responde a una costumbre de la época hebraica, también era costumbre que el hombre debía, y recalco, debía ser casado y procrear para el servicio de Dios; aquel que no lo hacía era visto como un renegado, como un pecador, como contrario a la ley de Dios. Así las cosas, Jesús tenía la obligación, conforme a la ley y las costumbres, de ser casado.

Desde los primeros tiempos, nos dice Craveri, la presencia de mujeres en la comunidad cristiana provocó más bien inconvenientes, lo que obligó a Pablo a decir en varias ocasiones: Las mujeres deben callar en las asambleas; No permitiré a la mujer enseñar y usar su autoridad sobre el marido; y otras lindezas más que llegan al colmo cuando dice: ... la mujer es para gloria del hombre, porque el hombre no viene de la mujer, sino la mujer del hombre -refiriéndose obviamente a la costilla de Adán- y el hombre no fue creado para la utilidad de la mujer, sino la mujer para utilidad del hombre!

Con todo, y regresando a la época de Jesús, la influencia romana en cuanto al trato a la mujer ya dejaba sentir su influencia, y para muchos -incluyendo a Jesús- ya no era un ser inferior.

Incluso, había muchas mujeres que seguían a Cristo y no sólo eso, sino que además le financiaban. Los evangelios -algunos sinópticos y otros apócrifos- nos hablan de Juana, mujer de Cusa, procurador de Herodes; Susana; y Salomé, la madre de los dos zebedeos, entre otras. Algunas eran ricas “y ayudaron a Jesús con sus bienes”.

Ahora bien. Cuáles son los indicios que señalan que Jesús podría haber sido casado?

Según Michael Baigent, Richard Leigh, y Henry Lincoln, autores de The Holy Blood and the Holy Grail, los propios Evangelios lo sugieren.

Citan, en particular, el primer milagro importante de Jesús, la transformación de agua en vino en las bodas de Caná. Jesús y su madre fueron invitados -o llamados- a una boda. Por razones que el Evangelio no explica, María pidió a Jesús que repusiera el vino cosa que, conforme a las costumbres de la época, hubiese correspondido al dueño de casa o a la familia del novio. ¿Por qué iba a hacerlo, a menos que, en realidad, se tratara de su propia boda? Hay pruebas más directas que aparecen inmediatamente después de la realización del milagro, cuando el maestresala de la boda llamó al novio y le dijo: Todos sirven primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos el inferior, pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora. La implicación es clara: la boda es la del mismo Jesús.

Si la suposición es correcta, hay que preguntarse: entonces, ¿quién fue la esposa de Cristo? Nuevamente, los autores tienen una respuesta. Las dos candidatas más obvias, después de leer los Evangelios son María Magdalena y María de Betania. Los autores suponen que esos dos personajes son en realidad una sola mujer, y que fue la esposa de Cristo. En los Evangelios apócrifos se encuentran algunas confirmaciones de esta teoría. En el Evangelio de María, por ejemplo, Pedro habla a María Magdalena con estas palabras: Hermana, sabemos que el Salvador te amaba más que al resto de las mujeres. Dinos las palabras del Salvador que recuerdes, que tú conoces pero nosotros no. Después, Pedro se queja a los demás discípulos: Verdaderamente hablaba en privado con una mujer y no abiertamente con nosotros. ¿Debemos dar media vuelta y escucharla a ella? ¿La prefería a nosotros? Más tarde, uno de los otros discípulos lo consuela: Seguramente el Salvador la conocía muy bien. Y por eso la amaba más que a nosotros.

El Evangelio de Felipe es aún más enfático: Y la compañera del Salvador es María Magdalena. Pero Cristo la amaba más que a todos los discípulos y solía besarla con frecuencia en la boca. Los demás discípulos se ofendieron por esto y expresaron su desaprobación. Le dijeron: ¿Por qué la amas más que a todos nosotros? El Salvador respondió diciéndoles: Por que no os amo como a ella.

Otros más señalan que sólo una esposa podría haber estado tan cerca del crucificado. Recuerden que, a los pies de la cruz, estaban María, la madre de Jesús, Juan, y María Magdalena. Los romanos no permitían que nadie, que no fuese de la familia, estuviera cerca de los sentenciados, lo que hace suponer que, al no ser sino amiga o seguidora, María Magdalena no hubiese podido estar ahí.

-Oye compadre, pero a la Magdalena la conoce hasta después de las bodas de Caná, no? protestó Doña Elvia.

-Esto es parte de la confusión, pero debemos recordar que la cronología de la historia de Jesús no ha podido definirse totalmente. Es decir, hay hechos que pudieron suceder antes o después de lo narrado.

-Pero... era una pecadora! exclamó Sonia.

-Veamos entonces qué clase de pecadora era. María Magdalena no es identificada como la pecadora sino hasta el siglo VI, cuando ya se luchaba por reafirmar el celibato, es decir el predominio masculino en la institución eclesiástica. Bien pudo ser que fuese víctima de esta misma actitud.

-Pero sí era una prostituta! agregó Jorge.

-No! Eso sí que no! No confundamos lo que, conforme a las costumbres de la época, era una pecadora -es decir, aquella que caía en pecado y que bien podría ser desde el adulterio hasta la simple desobediencia- y la prostituta, desde entonces ya considerada la mujer que entregaba su cuerpo a los hombres a cambio de un pago.

En los evangelios se cita a la “pecadora arrepentida” como una prostituta, pero jamás se le señala como María Magdalena. Y si bien la exégesis tradicional ha querido darle un nombre: María -así simplemente, sin el Magdalena- es el Papa Gregorio Magno hasta el siglo VI el que la identifica con María de Magdala, aunque en el evangelio no hay indicio alguno que autorice esa suposición! Es más, otros autores eclesiales identifican a la prostituta con María de Betania, la hermana de Lázaro y gran amiga de Jesús! Y todo en su lucha por la detractación de la mujer y el predominio masculino.

Yo me inclino a creer, si aceptamos que María Magdalena y María de Betania eran una misma persona, que el pecado de la más tarde esposa de Jesús fue abandonar su casa y seguir al hombre que amaba, sin el permiso de su familia!

Y vamos por partes para explicar por qué creo esto. En su peregrinaje, Jesús encontró una familia muy hospitalaria, compuesta por un joven llamado Lázaro y sus dos hermanas: Marta y María.

Conforme a Lucas y Juan, María de Betania era una jovencita ingenua y casta. No conocía todavía la conveniencia de encubrir sus propios impulsos. Está fascinada por Jesús y no comprende que el éxtasis que demuestra en su presencia pueda ser malinterpretado por los otros. Marta, sin embargo, no ignora estas cosas y con algunas miradas intenta dar a entender a su hermana que su comportamiento no es correcto. María no comprende el significado de aquellas severas miradas. Entonces, Marta busca un pretexto, una de esas excusas inteligentes de la astucia femenina y le pide a Jesús: Señor, Por qué no le dices algo? Mira que me ha dejado sola en las tareas domésticas. Dile que me ayude! Jesús, que tampoco ve inconveniente en la súbita simpatía que ilumina el rostro de la muchacha, replica: Marta, Marta, Tú te preocupas por demasiadas cosas; pero una sola es realmente necesaria, y María ha escogido la buena...

Este pasaje me hace suponer, dejando volar la imaginación pero siguiendo las pautas de costumbre, forma de vida y actividades tanto de la época como posteriores, que María, rotundamente enamorada de Jesús, tras verlo partir y sufrir su ausencia, decidió seguirle aún en contra de la opinión de su familia. Cómo! Una mujer joven, hija de familia, partiría sola en seguimiento de un hombre que, por muy amigo y divino que fuera, no dejaba de ser un hombre. Ya de por sí el que una mujer andara sola por la calle era calificado de pecado.

Así es que, alegre por su decisión, pero con un tremendo remordimiento por la culpa de haber abandonado a su familia y sin su permiso -lo que la convertía en pecadora- llegó a presentarse ante Jesús llorosa y arrepentida, no de haberle alcanzado, sino de su audacia.

Ahora bien, supongamos que Jesús se encuentra en Magdala cuando llega María a verle y, ante los ojos atónitos de los anfitriones -un fariseo de nombre Simón y su familia- se lanza a los pies de Jesús ungiéndolos con mirra y alabastro, para después secarlos con sus propios cabellos mientras las lágrimas bañaban su rostro.

La indignación del anfitrión -como la de cualquiera que ve invadida su casa por una desconocida cuando tiene invitados  de importancia- y ver que Jesús no hace nada por evitar la acción de la muchacha, le hace lanzarle los más fuertes epítetos. ¿Quién de ustedes no le calificaría de: “esa maldita” o acaso de “méndiga vieja” y, todavía peor, de “una perdida”?

Con esto, creo que se justificaría el que, convenientemente, los historiadores eclesiales usaran el calificativo más tarde para detractar a la amorosa jovencita.

Pero sigamos con la respuesta de Jesús a su anfitrión: Ves a esta mujer? Yo he entrado a tu casa, tú no me has dado agua para lavar mis pies, y ella los ha bañado con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos. Tú no me has acogido con un beso, ella por el contrario no ha cesado de besar mis pies. Tú no has ungido mis pies con bálsamo. Por esto te digo que le serán perdonados sus pecados porque ella ha amado mucho.

Interpretemos esto con calma. Primero, justifica la presencia de María reprochando al anfitrión su falta de atenciones muy de la costumbre de la época, y comparandoles con la entrega de la joven. Luego, afirma que le serán perdonados sus pecados -para nosotros la falta del permiso de su familia- pero jamás se refiere a ella como una mujer perdida o prostituta y, finalmente, expresa que le serán perdonados -por su familia obviamente- porque ella ha amado mucho. Yo siento que se refería a que la familia perdonaría el desliz de la joven al aceptarle él como pareja y haberlo hecho por amor. En otras palabras, simple y llanamente, María de Betania abandona a su familia sin permiso -cayendo en pecado por tanto- y por amor a Jesús que, al verla, le acepta como pareja y más tarde como esposa. De ahí el celo de los discípulos e incluso podría ser la confusión entre Magdala y Betania.

Respecto al nombre, y nuevamente refiriéndome a las costumbres de la época, debemos recordar que a los personales se les agregaba un genérico que significaba alguna importancia en la vida del sujeto, cambiando el inicial que era más que nada identificante de su lugar de origen. Por ejemplo: al propio Jesús se le conoce como el Nazareno, identificándolo con el lugar en que vive -por alguna razón pasó al olvido el de su lugar de nacimiento, pues de los contrario hubiese sido Jesús el Betlemita- o a Judas Iscariote, cuyo Iscariote recordemos significa Sicario, hombre armado, vengador a sueldo, etc.

Así considero que a María de Betania -Betania por su lugar de origen- se le conocería más tarde como Magdalena -de Magdala, lugar en que suceden los hechos- y de ahí la confusión convenientemente manejada en su momento.

Pero todo esto, tanto lo apuntado por algunos autores como mis propias especulaciones, no pasan de ser eso: meras suposiciones basadas, eso sí, en indicios más que claros, pero sin una comprobación precisa.

Sin embargo, el Evangelio de Felipe, que forma parte de aquellos documentos ocultados por la Iglesia, y los documentos que aún no han sido totalmente descifrados tanto de la Biblioteca de Nag Hammadi como de las Cuevas de Qumram, podrían darnos en unos años la respuesta real, como nos la dieron respecto a la infancia de Jesús.

Mientras tanto, dejemos esto a la decisión de cada uno sobre creer o no el que Jesús fuese casado, no sin antes hacerles la misma observación que hice cuando hablamos de la virginidad de María: En qué afectaría a la imagen de Cristo el que hubiese estado casado? Le quitaría lo divino? O le haría ver como un hombre que cumplía con las más elementales leyes de su religión? Es bueno? Es malo? Yo pienso que lo malo es ocultar la verdad, sea cual fuere. Para mí, Jesús sigue siendo el Cristo, el hijo de Dios, y saber si estuvo o no casado no merma para nada la fe que tengo en El.

-En una cosa estoy de acuerdo, indicó Norma. A la mujer no se le ha hecho justicia... ni en esas épocas, ni ahora.

-Es verdad, agregó Silvia, como que nos han dejado a la deriva a pesar de los esfuerzos que se han realizado...

-Precisamente por eso debemos buscar el camino para alcanzar la igualdad entre el hombre y la mujer... con sus diferencias físicas que no morales o espirituales y sociales, señaló Julián.

-Es importante conocer la actitud de Cristo ante ellas... pero eso será materia de la charla de mañana...

-Ohh Jeeefee! Tú siempre lo dejas picado a uno...

-Es que ya es tarde Carlos, dijo Sonia conciliadora, y mañana hay que levantarse temprano...

-Vayan pues con Dios, dijo sentencioso Julián, y no se olviden que, digan lo que digan quienes quieren detractar a Cristo, el siempre estará muy por encima de los más grandes pensadores de la humanidad...

 

 

Oye Ricardo, dijo Norma cuando servía el desayuno, hoy que vas a hablar de las mujeres, no podrías hacer alguna alusión al libertinaje en que vivimos?

-Naturalmente, estableceré la diferencia entre libertad y libertinaje nuevamente. Por qué?

-Es que me enteré de que Silvia, la hermanita de Gloria, anda en malos pasos...

-Malos pasos? A qué te refieres?

-Dice Gloria que no ha ido a trabajar algunos fines de semana, y que anda con un pelafustán sin oficio ni beneficio.

-Bueno... ya veremos... pero recuerda que no debemos juzgar a nadie sin antes conocer la realidad. Ya hemos tenido algunos ejemplos, no es así?

-Y vaya que si los hemos tenido, dijo Julián al recordar el caso del pobre profesor al que Carlos ya le andaba cargando el muerto.

Más tarde, Ricardo habló por teléfono con Sonia y se enteró de los problemas que aquella aseguraba tenía Silvia.

El juicio que se formó no era precisamente el que le contaban.

 

Esa tarde, Gloria estaba preocupada porque Silvia le dijo que llegaría demorada a la reunión porque debía atender algunos asuntos en el centro.

-De seguro ya se fue con el fulano ese, dijo llorosa.

-Vamos, vamos, dejemos que llegue y sabremos qué pasó, señaló el escritor calmándola.

No bien había dicho esto cuando llamaron a la puerta. Carlos abrió y se topó de frente con Silvia que venía muy acompañada.

-Orale! Y este chango quién es? exclamó medio en broma medio en serio el muchacho.

-Buenas tardes Don Ricardo. Como sé que no tiene inconveniente en que la familia crezca, pues me permití invitar a Abrahám, un amigo muy querido...

-Mucho gusto jovencito... pase, por favor, esta es su casa... contestó Ricardo viendo de reojo la reacción de Gloria y de Fidel, que de inmediato pusieron cara de desaprobación.

-Que bueno que vienen, dijo hospitalaria Norma.

Julián, que no perdía detalle, apretó suavemente el brazo de Gloria urgiéndola a saludar.

 

-Bueno, dijimos que ahora hablaríamos de la forma en que Jesús honra a las mujeres.

La actitud de Jesús ante las mujeres es un ejemplo más de su acogida recreadora a los oprimidos y marginados. El testimonio evangélico es unánime: Jesús acogió a las mujeres, las estimó, las respetó y valoró pese a que le tocó vivir en una sociedad y una cultura androcéntrica y discriminatoria de la mujer, que era hostigada y humillada en sus derechos fundamentales de persona: la mujer era propiedad, primero, del padre y, después, del marido; no tenía el derecho de atestiguar; no podía aprender la Torá…

-Qué es androcéntrica? cuestionó Cristy, la hija pequeña de Jorge y Lupita que por primera vez intervenía, a pesar de tener ella y su hermana Adriana tantos días asistiendo.

-Es la visión del mundo y de las relaciones sociales centrada en el punto de vista masculino.

-Gracias, dijo secamente.

-En este ambiente, Jesús actuó sin animosidad, pero con libertad y coraje. Se acerca a las mujeres, las cura, no discrimina a las extranjeras, supera el tabú de su impureza legal, las pone como ejemplo, cultiva la amistad con ellas. Y una novedad, nunca vista, es su actitud misericordiosa hacia aquellas mujeres que eran despreciadas por ser pecadoras o adúlteras.

Más importante aún es el hecho de que, para Jesús, la mujer es igualmente capaz, como el hombre, de penetrar las grandes verdades, de aceptarlas, vivirlas y, a su vez, de anunciarlas a otros. Así, la samaritana, mujer de conducta irregular, se hace discípula y mensajera entre los habitantes de su aldea. Y es una mujer, Marta, la que, como Pedro, emite la profesión de fe más entusiasta y radical: Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, que tenía que venir al mundo. Es evidente que, con Jesús, las mujeres llegan a su mayoría de edad y vencen la segregación de aquella cultura. Un grupo de ellas le siguieron como discípulas desde el principio y fueron capaces de acompañarlo hasta la cruz, sin traicionarlo. Como premio de esta fidelidad, Jesús les concedió el privilegio y la alegría de ser las primeras anunciadoras de su resurrección.

La fuente de este comportamiento de Jesús con las mujeres, no es la cultura de su tiempo, fuertemente machista, ni la simple oposición a tal cultura, sino la verdad de la creación y de la redención. Jesús sabe y enseña que el hombre y la mujer han sido creados por Dios a imagen suya y, por tanto, que tienen la misma dignidad y nobleza. Sabe también que la persona humana, hombre y mujer, ha sido desfigurada por el pecado y ha sido restaurada por el misterio de su encarnación. Es en Jesús donde el hombre y la mujer recuperan el esplendor de auténtica imagen de Dios. Como concluirá San Pablo, en Jesús ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres.

A lo largo de la historia, la mujer ha generado infinidad de movimientos en los que ha intentado recuperar esa dignidad, el movimiento feminista por ejemplo, pero de tal suerte tan mal orientado que, como ya lo comentamos alguna vez, ha caído de la libertad en el libertinaje, en vez de alcanzar una nueva posición de dignidad... la ha perdido. Es verdad que ahora, en muchos aspectos sociales, culturales y políticos, la mujer tiene los mismos derechos del hombre, pero también es una amarga verdad que si el hombre no ha entendido esta igualdad y en muchos casos y lugares le sigue tratando con la punta del pie, es la mujer misma la que no ha sabido darse su lugar...

-Oiga don Ricardo, reclamó Sonia molesta, quiere decir que nosotras somos las culpables de que nos maltraten? de que abusen de nosotras?

-Si no todas las mujeres, sí la mayoría y lo digo con todo respeto Sonia. Mira, ya señalamos que cómo puede decirse liberada una mujer que ahora tiene que cargar los pesados botes de mezcla en una obra en construcción? cómo puede llamarse libre una mujer que ha perdido -por exigencia propia- el respeto del hombre? No, la mujer es igual al hombre, sí, pero jamás debe hacer las cosas que hace el hombre, tanto como el hombre no debe hacer las que hace la mujer.

-Entonces un hombre no puede lavar los trastes o la ropa?

-No me refiero a eso que son labores del hogar compartidas y que ambos tienen la obligación de realizar en forma de ayuda mutua; no, me refiero a que un hombre, que se precie de serlo, no puede vestir como mujer, o maquillarse como mujer, sin el riesgo de ser calificado de desviado. Así la mujer, una cosa es el derecho igualitario, y otra que ahora también sea secuestradora o asaltabancos. La dignidad y la libertad son conceptos bien definidos que, como otros valores morales, tienen un límite.

Tan se ha perdido ese límite que, ahora ya se habla de varones golpeados por sus esposas que no lo hacen por defenderse, sino por parecerse cada vez más al hombre. Somos iguales, sí, en sentimientos, en derechos, en prerrogativas, pero diferentes físicamente tanto como socialmente. Acaso no era agradable que a la mujer se le cediera el asiento o el paso en todas partes? No se sentía honrada cuando un caballero se quitaba el sombrero a su paso? Pero no, se volvió machista, por no decir marimacha, y acogió como suyas labores y acciones que no van acordes con su feminidad.

La mujer se hizo, como Jesús lo demostró, para ser honrada como madre, como esposa, como hija, como hermana, como novia. Cuando es ella la que abre la puerta para la concupiscencia, junto con ello abre su moral y demerita su respeto.

-Entonces, señaló Silvia, debemos seguir siendo la mujercita de la cocina y el bordado?

-Tampoco. Hay muchas perspectivas que se han abierto. La carrera académica, por ejemplo. Conozco muchas mujeres que han alcanzado puestos de nivel ejecutivo, sin haber dañado en lo absoluto su dignidad, sólo con esfuerzo y tesón. Estas, obviamente no se comparan con aquellas que, para llegar, entregan su cuerpo como prenda a cada jefe de la escala laboral, quedando a la mitad con la reputación hecha pedazos y sin premio real alguno.

No necesitamos adentrarnos en ello; la mujer debe ver, con claridad, qué cosa que hace puede dañar su dignidad. Si su corazón, o su conciencia le gritan, debe dar marcha atrás. Debe saber qué cosa es bueno y qué es malo... para ella y sólo para ella. La humanidad juzga a priori, ya lo acabamos de ver, y en el caso de la mujer ni la familia se escapa.

Por ejemplo, y si me permites Silvia...

-Claro que sí Don Ricardo...

-Por ejemplo, tú. Piensas que tu hermana puede ver con beneplácito tu relación con Abrahám?

-Debiera verla! Pero no, la censura...

-Y por qué crees que sea eso?

-Pues porque no lo conocen! No saben quién es y juzgan a priori como Usted dice...

-Y quién es Abrahám? Podemos saberlo?

-Si me permite Don Ricardo, me gustaría presentarme yo mismo.

-Adelante hijo....

-Soy de religión judía, mexicano de nacimiento pero de padres libaneses. Estudio la carrera de Administración de Empresas en la Universidad Nacional Autónoma de México, y ayudo a mis padres con el negocio de mercería y bonetería que tienen en la ciudad de México. Soy amigo de Silvia desde hace un par de meses en que vengo a visitarla los fines de semana que puedo. No tengo antecedentes penales y hay quien me califica aquí de vago porque no me ven hacer nada; sin embargo, cinco días a la semana me dedico de lleno al estudio y al trabajo. Por mis calificaciones tengo una beca completa y en el negocio de mis padres soy el administrador de compras.

-Vaya! Pues si que eres una joyita muchacho! exclamó realmente sorprendido Julián.

-Y, ya que hablamos de las mujeres y, en este caso en especial de Silvia, podrías decirnos cuál es el nivel de relaciones con ella? agregó Ricardo.

-Sí señor... somos novios desde hace un mes y mis intenciones son casarme con ella si su familia lo permite.

-Y tú que dices Gloria? preguntó sarcástico el escritor.

-Que creo que debo pedirle una disculpa a Abrahám y a Silvia... yo no sabía nada...

-Y regresamos a aquello en que tanto hemos insistido: la falta de comunicación! Ni Gloria le preguntó nada a Silvia, ni Silvia le informó nada a Gloria., cuando lo que para una eran desviaciones y para la otra incomprensión.

No es tiempo ya de dejar de pensar como antes? No es necesario recordar todo lo que aquí hemos hablado? Es verdad que a veces acertamos... dice el dicho: piensa mal y acertarás! pero a veces damos al traste con nuestra felicidad sólo por no indagar, investigar, preguntar qué es lo que pasa.

Tú, Silvia -y siguiendo con tu caso como ejemplo- debiste haber pensado en tu dignidad y no permitir que tu hermana la denigrara pensando lo que no era. Fue muy fácil dejarla en el error; pero más fácil hubiese sido si aclaras las cosas salvando tu dignidad y la confianza de ella. Así, con esa sencillez, se pierde Roma en una noche. Cuando la mujer no sabe guardar su lugar, el hombre abusa de ella; es más, no sólo el hombre... incluso otras mujeres, porque así es nuestra sociedad.

Está en la individualidad de cada ser el respetar y ser respetado. En la mujer, debe caber la feminidad que es el sabor fecundo del amor del hombre. Quién quiere a una marimacho o una mandona? Quién se casaría con una mujer que desprecia al hombre en su afán de ser más que él? La igualdad es pareja. Ser iguales significa tratarse como quisiéramos que nos trataran; respetar como quisiéramos que nos respetaran. Ser dignos, ante todo. Hombre y mujer, mujer y hombre.

El error, el pecado, ha existido siempre, en todo tiempo, en toda cultura; han caído en el error tanto hombres como mujeres. Pero esto no significa que por eso debemos cambiar todo. Debemos cambiar lo que está mal... y conservar lo bueno, lo agradable...

Ser iguales es, como dijo Jesús, ser uno. La mujer y el hombre son, al final de cuentas, individuos. Y que conste que no es cuestión de géneros, como se usa ahora en que se dice mexicanas y mexicanos, cuando nuestro idioma, tan bello que es uno de los más perfectos del mundo, tiene el genérico que sirve para abarcar ambos sexos o géneros: mexicanos. Como genérico, agrupa a mujeres, hombres, ancianos y niños nacidos o nacionalizados en México.

Así individuo o ser, es un genérico en el que son iguales hombre y mujer. Y ahora les pregunto yo: son acaso iguales por tanto dos hombres?

-Cómo? exclamó Alfonso.

-Sí, tú y Rafael son iguales? contesta!

-Bueno, sí, ambos tenemos dos brazos, dos piernas, un cerebro...

-Físicamente, incluso, no son iguales. Rafael es más bajo de estatura que tú. Es de mayor edad. Tiene muchos más conocimientos que tú. Sus puestos han sido más altos que los tuyos. Incluso en riqueza, Rafael tiene más dinero que tú. Y... por eso tú debes asaltar o robar para tener lo mismo que él? o desvelarte en la nocturna para adultos para saber tanto como él?

-No... claro que no, dijo Alfonso medio turbado.

-Exacto, cada quien su vida. En eso estriba la diferencia. No, señores, no somos iguales, todos y cada uno de nosotros somos diferentes.

-Entonces lo que dijo Jesús es falso? cuestionó extrañada Jazmín.

-De ninguna manera. Somos iguales espiritualmente. Somos almas gemelas, porque el alma no conoce de dineros o sapiencias, ni de envidias o rencores. Somos uno en esencia. Es decir, tenemos lo mismo... pero es en nosotros en quienes se hace la diferencia. Por eso hay hombres buenos y mujeres malas tanto como mujeres buenas y hombres malos. Por eso hay rencorosos y caritativos, flacos y gordos, ladrones y honestos.

La mujer, tanto como el hombre, es la que marca su destino. La igualdad está en sí mismo tanto como la diferencia.

Si alguien quiere ser honesto, ni dejándolo en el arca abierta el justo peca. Si alguien quiere ser malvado, ni el más santo le convence de lo contrario.

De ahí la necesidad de reflexionar muy profundamente de hasta qué punto una igualdad social o legal nos afecta positiva o negativamente. Por ejemplo, las reformas al Código Civil arrojan ahora que, si la mujer gana más que el hombre, al divorciarse deberá pasarle una pensión igualitaria al marido. Esta reforma lacera flagrantemente la dignidad tanto de la mujer, obligada a mantener al hombre, como la del hombre que se verá mantenido y, si es digno, ofendida esa dignidad. Una cosa es la colaboración, la participación monetaria en un hogar en que ambos esposos trabajan, y otra que la mujer deba darle dinero al hombre para su manutención, como si este fuera un lisiado.

Esa igualdad ficticia o equivocada nos ha llevado a traumas sociales tan grandes como el amor libre, causa de la destrucción de la célula fundamental de la sociedad: la familia, y de la sobrepoblación mundial decuplicada en menos de 50 años.

-Es decir, señaló Julián, que el respeto, la nobleza, la dignidad, deben forjar todos y cada uno de nuestros actos. Recuerdo que, cuando niño, mi madre solía decirme que si Juanito se lanzaba de cabeza al precipicio yo consideraba que debía hacer lo mismo. Claro que no, contestaba airado. Pero cuánta razón tenía! No porque otro tiene yo debo tener; no porque otro sabe, yo debo saber; no porque otro hace, yo debo hacer. Cada uno de nosotros tiene el don del discernimiento y, en base a sus principios morales, debe actuar para bien o para mal. Eso es lo que hace la diferencia en esa igualdad tan confundida.

La igualdad de que Dios habla es la igualdad moral que implica los mismos derechos, pero también las mismas obligaciones que, para cada cual, quedan definidas con la gracia de ser hijos de Dios.

Los hijos del hombre, por ejemplo, son todos hijos del hombre, pero hay unos más traviesos que otros, algunos más estudiosos, y unos más respetuosos y obedientes, pero todos son hijos del hombre... y de Dios.

Es un poco difícil comprender de primera mano en qué estriba la igualdad y en qué la diferencia. Pero aquel que sabe qué es bueno y qué es malo la entiende sin taxativas.

-Pues yo quisiera en verdad disculparme con Abrahám y con mi hermana, dijo Gloria nuevamente. Nos han hecho ver la diferencia y les ruego me perdonen... si lo que dijo Abrahám es verdad...

-Verdad es, te lo puedo asegurar, indicó Ricardo, que he tenido buen cuidado de llamar a la ciudad de México para cerciorarme, con el perdón de ellos mismos. Cuando Norma me contó de sus problemas, no sólo hablé contigo Gloria, sino también con Silvia que me explicó todo. Así es que...

-Así es que, si ustedes no tienen inconveniente, nos gustaría que fueran los padrinos de nuestra boda Don Ricardo.

-Sería un honor para nosotros jovencitos, dijo el escritor tras consultar con la mirada a su siempre amada esposa que, con un leve asentimiento de cabeza confirmó el hecho.

-Y yo me encargo de casarlos, exclamó triunfante Julián.

-Por la Iglesia, dijo Silvia, porque también nos casaremos conforme al rito judío...

-Por una o por otra, será ante los ojos de Dios, agregó el sacerdote.

 

 

Cuando llegaron a la casa del escritor esa tarde, Sonia se sentía un poco molesta por el embarazo. Norma, como buena madre y suegra, le procuró un té y le acomodó en el sillón que ocupaba normalmente Julián, que se quejó por el despojo.

-Bah! ahora sí, nada más se queja la niña y el curita al demonio, no? dijo socarrón.

-No se queje padre, que pronto tendrá otra víctima para sus bautizos, afirmó sonriente Sonia.

-Te sientes muy mal? preguntó Ricardo preocupado.

-No don Ricardo, son las molestias propias del embarazo; incluso le dije a Carlos que quería venir y él se negaba porque decía que me podría pasar algo, pero no, me siento bien dentro de lo que cabe.

-Bueno, pero si llegas a sentirte más molesta no dudes en decirnos...

-Ya, ya, abuelo chiquión... dijo Norma divertida, que si se le sale el niño será por el tormento a que la sometes con tu palabrería...

-Bueno, pues ahora sí! Resulta que yo soy el responsable...

-Mira viejito, mejor empieza porque la concurrencia ya está lista y creo que vas a terminar la cristonovela cuando mi hijo cumpla diez años... comentó Carlos burlón como siempre.

-Bueno, pues aprovechando el momento y el tema, hoy hablaremos de Cristo y los niños.

-Sí, sí, exclamó Silvia emocionada a lo que Gloria le lanzó una mirada de extrañeza.

-Mírala! dijo Fidel. Todavía no se casa y ya está pensando en su pequeño abonero.

Jorgito preguntó de inmediato:

-Por qué abonero?

-Ah, dijo Rafael a manera de explicación, porque hace muchos años, en las ciudades en donde se asentaron los inmigrantes sirio-libaneses como Puebla, Zacatecas y Morelia, casi todos se dedicaban a vender de puerta en puerta sábanas, colchas, cortinas y ropa en abonos. Algunas películas mexicanas, como El Baisano Jalíl, interpretada por el fantástico actor Joaquín Pardavé, guardan muchos de esos recuerdos de la vieja vida de México. De ahí se quedó la costumbre de calificar chuscamente a todos los árabes o sirio-libaneses como aboneros.

-Pero todos honestos y trabajadores, que se superaron con el tiempo, y de la venta de puerta en puerta surgieron los grandes almacenes de Mercería y Bonetería, como el de mis padres, reclamó orgulloso Abrahám.

-Así es, agregó Ricardo, yo tuve un compañero en el Colegio Benavente, allá en Puebla, cuyos padres eran dueños de la principal casa del ramo. Se llamaba, si mal no recuerdo, Jorge Yitani, un joven muy serio y dedicado al que recuerdo con agrado.

-Huyyy... y tantos otros... completó Rafael.

-Bueno, empecemos. Jesús tiene un comportamiento original con los niños, que contrasta también con la cultura de su tiempo. Los griegos y los romanos consideraban al niño como un ser sin derecho alguno, propiedad de sus padres. Abandonaban o eliminaban sin piedad a los niños enfermos, lisiados o a las niñas no deseadas. También la tradición hebrea tenía una escasa consideración a los pequeños, viendo en ellos más bien las deficiencias e imperfecciones de un ser inmaduro y frágil. Desde luego, ningún rabino que se preciara perdía su tiempo educando a los niños. Esta tarea quedaba absolutamente reservada a la familia.

En este clima, sorprende la actitud de Jesús. En primer lugar, para El, los pequeños son los que mejor comprenden las cosas divinas, y por eso le gusta tenerlos como oyentes y bendecirlos: “Entonces le presentaron unos niños para que les impusiera las manos y orase. Los discípulos les regañaban, pero Jesús dijo: Dejad a los niños y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como ellos es el Reino de los cielos”. No es extraño, pues, que las gentes vayan a oír a Jesús con los niños, como aparece en la escena de la multiplicación de los panes.

Pero Jesús no sólo valora la capacidad del niño para entender a Dios, sino que lo pone como modelo de discípulo. Ya lo hemos visto en la respuesta de la escena anterior: De los que son como ellos es el Reino de los cielos. Jesús insistirá otra vez: Os digo que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos.

Y Jesús da aun un paso más. El niño, para él, es una imagen privilegiada de sí mismo e incluso del Padre: El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí, dice. Y en otro lugar reitera: El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado. Desde esta valoración se comprende la dura reacción de Jesús ante cualquier daño que se pueda causar a un niño: El que escandaliza, aunque sea a uno solo de estos pequeños que creen en mí, mejor es que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y lo hundan en lo profundo del mar.

-Andale! como que adivinó que ahora habría muchos pederastas, exclamó Gustavo.

-Y muchos de ellos curitas, agregó medio punzante Alfonso.

-Pero ni son todos los que están, ni están todos los que son, mi querido amigo, contestó de inmediato Julián.

-Si se fijan, añadió Jazmín, también incluye al maltrato, y de esos sí que hay muchos... pobrecitos. No vieron el video de la desgraciada sirvienta esa que golpeaba sin piedad a un niño que lloraba?

-Un niño es el ser más indefenso del mundo, dijo Jorge, y la expresión de Cristo debiera llevarse como pauta para las leyes al respecto: que a quienes maltraten a un niño les cuelguen al cuello una piedra y los tiren al fondo del mar.

-Bueno, no podrán negar que se ha legislado mucho sobre el tema, aclaró Celerino.

-Sí diputado, pero también debe reconocer que las leyes les dan siempre a los malditos una salida... dijo molesto Jorge.

-No lo niego, pero se lucha por cerrar el cerco. No hay un país en el mundo que tenga leyes perfectas. Precisamente, ahora con lo de la marcha contra la delincuencia, se nos han urgido leyes más severas en contra de secuestradores y violadores. En Guerrero ya estamos redactando un proyecto de ley y hay quien pide que se eleven las penas hasta cadena perpetua.

-Pues debieran aprobarla, señaló Norma.

-Es que la vida es tan cambiante, intervino doña Elvia. Figúrese, las famosas organizaciones de Derechos Humanos defienden más al delincuente que a la víctima.

-Cierto, señaló el propio Celerino. Por eso algo debemos hacer y yo soy uno de los que busca cerrar esas salidas de las que hablan. No es posible que a un violador se le permita la libertad condicional y menos cuando se trata de un niño como víctima.

-Bueno, es que en realidad las leyes del hombre -como lo hemos visto en las propias escrituras- no son perfectas porque el hombre mismo no es perfecto, indicó Ricardo. Pero sigamos.

¿Cuáles pueden ser los motivos de este aprecio tan grande de Jesús hacia los niños? El primero es que Jesús ha vivido en primera persona la experiencia de ser niño, recordemos que la comunidad cristiana ha venerado siempre con una inefable ternura al niño Jesús. Ha sido infante, sin palabra, El, que era la Palabra; ha sido débil, El, que era el Omnipotente; ha sido obediente a María y a José, El que era Señor de todo; ha sido fragmento del tiempo, El, que era la eternidad. Jesús ha experimentado la ternura maternal de María y la protección de José. Sabe que ser niño quiere decir abandonarse enteramente a los otros, depender de los otros, aprender de los otros. Y por eso, al exaltar a los niños, Jesús no exalta la inmadurez y la imperfección, sino la inocencia, la confianza y la simplicidad. Y cree que estas actitudes deben conformar siempre al cristiano adulto.

Pero hay un segundo motivo del aprecio de Jesús a los niños. El es el Hijo del Padre. Aunque va creciendo, permanece por toda la eternidad como el Hijo, aquel que está en el seno del Padre, entre los brazos de la caridad divina. Y esta es la gran motivación teológica que impulsa a Jesús a dictar la ley del niño. Todos nosotros somos y permanecemos hijos del Padre, protegidos por la gran misericordia y caridad del Padre. La familia humana, creada por Dios, es una familia de hijos de Dios y de hermanos en Cristo. Por eso: el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.

Al finalizar esta descripción de la actitud de Jesús ante la pobreza y la marginación de su tiempo, no podemos olvidar otra enseñanza decisiva. El premio de la comunión eterna con Dios dependerá precisamente de la acogida a Jesús en los hermanos necesitados, pero también en los niños: Venid vosotros, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme… Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.

Deja pues una enseñanza eterna: el que ama a los niños, el que respeta a los niños, el que cuida a los niños, ama, respeta y cuida a Cristo mismo.

Se han preguntado ustedes por qué una cría provoca tanta ternura? Y cuando digo una cría me refiero no sólo a los niños, sino a las crías de cualquier animal, por feo que sea. No les provoca ternura la cría de un gorila? o de un cocodrilo? No despierta en ustedes ese sentimiento de protección hacia él?

-Sí, dijo simplemente Sonia lanzando un suspiro.

-Siempre, manifestó el calculador y frío Alfonso.

-A todas horas, dijo Rafael con la vista fija en el infinito.

-Pues les provoca ese sentimiento porque es un ser indefenso y lo sabemos. Así el niño precisamente. Es un ser indefenso al que sólo el alma más despiadada puede maltratar o ver con maldad. Un niño es puro, inocente, pero al mismo tiempo es el reflejo del amor más confiado.

-Dicen que no hay madre que vea feo a su hijo, comentó Jorge abrazando a sus hijas.

-Y así es, dijo doña Elvia. No hay nada más querido en el mundo que un niño.

-Pero el mundo se ha degradado de tal suerte que ahora se roban a los niños ya no para venderlos o ponerlos a pedir limosna, no, el negocio ha crecido: ahora les roban para sacárles los órganos y venderlos al mejor postor, afirmó sentencioso Julián.

-Pero siempre hay quien lucha por ellos, agregó Ricardo. Así como Celerino nos informa de la futura expedición de nuevas leyes en su favor, hay otras personas que dedican buena parte de su tiempo a buscar apoyo a ese tipo de legislación y aún exigen más. Una amiga mía, Margot Rosenzweig, escritora y pintora, emprendedora de mil y un luchas sociales y eterna protectora de cientos de niños, se ha lanzado ahora a la lucha por detener la pederastia en Acapulco. Esa no se para en pintas. Lo mismo se enfrenta a un Procurador de Justicia que a un Gobernador y hasta al propio Presidente de la República. Ha conseguido el apoyo de una agrupación no gubernamental de Estados Unidos y crearon un organismo que se llamará Por Nuestro Niños. Se invertirá mucho dinero en casas hogar, psicólogos, y contará con un cuerpo de abogados para ayudar a quienes lo necesiten en problemas relacionados con los niños, lo mismo en el maltrato familiar que en problemas de adicciones o de niños de la calle. Es fabulosa.

-Algo he oído, reconoció Celerino, y la señora tiene sus relaciones eh?

-Vaya si las tiene, hoy precisamente debe estar cenando con el Presidente de la República. Le invitó para conocer el proyecto a ella y a las gentes que conforman el fideicomiso.

-Pues ya era hora, dijo Norma. Porque en realidad son muchos los casos que leo en el periódico y muy pocos los sentenciados por alguno de esos delitos.

-Pero para allá vamos comadre.... para allá vamos... dijo conciliador el diputado.

-Bien, hemos visto, si no en su generalidad sí a profundidad, algunos de los temas que Jesús tocó en sus discursos y parábolas. En todos y cada uno de ellos la bondad y el amor al prójimo es la pauta a seguir.

Pero ese amor puede verse fracturado cuando no sabemos dar a cada quien lo que merece. Al bueno, bueno, y al malo, malo, decía mi abuela. Es decir, debemos comprender qué significa dar a cada quién lo que merece. Pero... cómo podemos calificarlo? Cómo podemos decir con certeza de qué es digno alguien? Incluso nosotros mismos!

-Creo que en eso tenían mucha razón los antiguos, interrumpió Fidel, en esa época del ojo por ojo, diente por diente, no?

-Tú crees? Crees que la Ley del Talión sería el remedio para la humanidad? Cobrar una afrenta con otra? Si te roban, roba? Si te matan a un hermano, mata a otro? No Fidel, no creo que esa sea una solución... pero hablábamos de cómo saber qué le corresponde a cada cual no precisamente como castigo, sino como merecimiento o derecho.

Al hombre probo, decente, trabajador, honrado, debiera -y conste que dije debiera- corresponderle paz, tranquilidad, felicidad, honra y loor; pero no es así en la mayoría de las ocasiones.

Por el contrario, y sobre todo en esta época moderna, al hombre malo, al traidor, al envilecido, al tramposo y ratero al que debiera tocar castigo, inquietud y vergüenza, recibe -también la mayoría de las veces- premio a su iniquidad con riqueza, comodidades y lujos.

Es injusta pues la disposición divina? O es el hombre, nuevamente, el que marca realmente su destino, a veces convenenciero, a veces indolente...

-Yo creo que es el hombre, dijo Carlos, porque lo que hacemos es lo que recibimos, como dijera Jesús, lo que se siembra, se cosecha?

-Sí? Y qué me dices de ese primer ejemplo que ponía tu padre, el del hombre bueno, justo, responsable, que jamás sale de perico perro y vive al día con hambre e inquietud por el pago atrasado de la renta o la luz? reclamó Alfonso.

-Es parte de la injusticia de esta méndiga vida, contestó Carlos.

-En parte, muy en parte, aclaró Ricardo. Si bien es verdad que esta vida está llena de injusticias, también es cierto que debemos analizar el porqué. Por eso mismo, mañana hablaremos sobre qué es para el Cesar... y qué es para Dios.

 

 

Esa mañana, Ricardo recibió muy temprano la invitación del Arzobispo a desayunar. Julián le acompañaba. En el camino, los dos amigos comentaban alegremente el suceso.

-Ahora sí le entró el amor con fuerza a tu jefe, dijo cascabelero el escritor.

-No te digo? Si te quieren malo, si no te quieren, peor....

-Oh vaya, es que la invitación como que fue muy apresurada, no crees?

-Precisamente por eso tengo mis dudas...replicó el sacerdote.

-Huy tú! No vaya a ser que nos pretenda comer!

-Mira, mira, mira... al final de cuentas como que te está gustando, no?

-Pues la verdad es que, con todo, le tengo un gran respeto por su investidura y, para serte franco, no cualquiera se codea con un Arzobispo, como le dijera a Carlitos no?

-Pero no niegues que se te alegra el alma... insistió el cura.

-No, no lo niego... después de todo, tu jefe me empieza a caer bien.

-Oye, y si te pidiera que no escribieras el libro?

-Ah que la canción! Sólo eso me faltaba. Primero me entusiasman con hacerlo y ahora salirme con esas... pues sinceramente me valdría gorro y lo escribiría de todos modos.

Julián sólo sonrió socarronamente.

 

-Caray Su Eminencia... estoy decepcionado...

-Por qué mi querido amigo?

-Pues porque uno espera, cuando lo invita un cura, recibir chocolatito caliente batido con molinillo y pan recién horneado...

-Creo que ha visto muchas películas provincianas Don Ricardo... en nuestra mesa se sirve lo mismo que en cualquier mesa... guardadas las distancias obviamente...

-Y ya que hablamos de distancias... a qué se debe esta sorpresiva invitación?

-Sé que el día de hoy hablará sobre aquello de dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios...

-Vaya que lo tienen bien informado, exclamó volteando a ver a Julián, aunque no con la sorpresa de la primera vez...

-Cual debe de ser mi amigo...

-Y...?

-Pues que ambos sabemos que el tema, en un país como México en el que se ha vivido una clara separación iglesia-estado por muchos años, se puede poner candente si mezclamos la política con la religión...

-Y usted me pide que no hable de política?

-No precisamente, pero sí que sea muy cauto al hablar del gobierno... no quisiera que las ya frágiles relaciones, por las insanas intervenciones de algunos, se vean más deterioradas.

-Y quién le informaría al gobierno si hablo de él?

-Tengo entendido que su amigo Gustavo es de la Secretaría de Gobernación.... y por ende, así como Julián para conmigo, él debe informar al gobierno sobre las ya famosas pláticas...

-Bueno! ahora sí que estoy lucido! Quiere decir que mis pláticas tienen el interés del gobierno? porque el de ustedes ni duda cabe!

-No con certeza.... pero considero que puede ser precavido, no?

-Pues con todo respeto... al diablo con Ustedes y con el gobierno! Yo empecé mis charlas con el afán de hacer conocer a mis muchachos y amigos el claro sentido de la palabra de Cristo, no para convertirme en publicista del clero u objeto de espionaje del gobierno! Así es que, Su Eminencia, diré lo que se me pegue la gana, a la hora que se me pegue la gana y como se me pegue la gana!

El prelado estaba asombrado. Jamás esperó que la reacción de Ricardo fuera tan enérgica. Julián, en un intento conciliador, intervino tímidamente.

-No te exaltes Ricardo... no se trata de eso. Ni el clero pretende o quiere manipularte ni creo que Gustavo te esté espiando para el gobierno... sinceramente, y con el debido respeto Su Eminencia, creo que esta apreciación está fuera de lugar. La interpretación que se ha dado es equivocada...

-Y tiene razón, por lo que pido disculpas, expresó el arzobispo.

-Disculpas que no caben Su Eminencia. Si el erróneo análisis viniese de otro cualquiera, le aceptaría la posibilidad de error y las disculpas... pero viniendo de un hombre de la inteligencia y preparación de Usted, el error no cabe... le ruego explique claramente su postura. Creo merecerlo...

-Le recuerdo que la lucha por el resurgimiento de la verdad religiosa, encabezada ahora por Su Santidad, se ha llevado desde hace muchos años en forma discreta y paulatina. Hacerlo en forma abrupta, o causar un conflicto respecto a ella, podrían hacernos perder décadas de esfuerzo. Reconozco que he sido víctima del poco tacto, y por eso le pido disculpas, pero también le ruego que comprenda esas mis intenciones, como usted las califica, que no son otras que evitar un enfrentamiento con el gobierno.

-Reconozco yo también que quienes nos gobiernan son seres de tan poca capacidad, dijo Ricardo bajando el tono de voz, que efectivamente pueden ver moros con tranchete como decimos en mi tierra; pero no creo que la humildad de unas charlas como las mías, sobre todo teniendo un público tan familiar, llegasen a causar siquiera el asomo de un conflicto. Considero que ha magnificado tanto la importancia social de mis charlas como la estulticia del sistema gubernamental.

-Sea pues como Usted dice, y le reitero mis disculpas, pero también le reitero mi ruego porque sea precavido en sus conceptos... no acaso nuestra amistad, o la amistad con Julián, vale la pena como para ser -por las dudas- precavido?

-Mire Su Eminencia, invocar la amistad fue un golpe bajo, sin embargo sea por ella y no por sus argumentos; con todo, no puedo negar que me ha metido la espinita y la duda me está matando ya desde ahora mismo... podría preguntarle algo y esperar una respuesta sincera?

-Naturalmente Ricardo, dijo el prelado aclarando la voz y olvidando a propósito el Don con que siempre acompañaba al nombre del escritor.

-Un hombre de su talla no hace esto a priori. Hay algo que yo deba saber? Existe alguna situación que desconozca y me pueda afectar?

-De suyo y directo, no. Pero insisto en que lo que busco es prevenir que llegara a darse. Ya mucha gente comenta sus pláticas y la posibilidad de la publicación del libro. Algunos pueden calificarlo de “punta de lanza” del clero para cambios que, sin conocerlos, puedan despertar inquietudes oficiales. Esa es la verdad de la situación. No me gustaría que pensaran que está Usted manejado por la iglesia para lanzar esas nuevas ideas... considerando que ellos pudiesen calificarlas de “peligrosas”. Recuerde cómo se inició la fragorosa lucha cristera en nuestro país... por una nada... y tuvo como resultado la muerte de miles de mexicanos.

-Qué debo hace entonces, replicó el escritor con cara de preocupación.

-Simplemente no referirse al gobierno como tal al hablar del Cesar...

-Pues me la pone difícil, porque el Cesar era el gobierno.

-Mira Ricardo, intervino Julián, la verdad es que todos te conocen como un hombre de línea dura en materia de crítica al sistema. Tienes cuarenta años señalando las lacras sociales y oficiales. Por eso una afirmación tuya puede ser peligrosa, no tanto para ti que ya te conocen, sino para las relaciones iglesia-estado.

-Por qué me tentáis...dijo como colofón el escritor parafraseando a Cristo.

 

Al regreso, los dos amigos guardaban silencio. Ricardo sentía que le sudaban las manos en el volante. De pronto, volteando a ver al sacerdote, espetó:

-No voy a darle el gusto al gobierno de quedarme callado. Si en realidad Gustavo está informando de mis pláticas, el señor gobierno va a recibir mi mensaje muy claro. Pero no te preocupes, aclaró al ver la cara de sorpresa del cura, que no enredaré a la iglesia en esto. Aunque te repito que creo que están magnificando las cosas...

 

Los dos amigos, acompañados de Rafael y Alfonso, se encerraron en el despacho de Ricardo hasta que llegaron los asistentes.

-Viejitooooo!!! ya es hora...! Sal de tu escondrijo y sigue con la Cristonovela....!!! gritó Carlos desde la sala.

Luego volteó a ver a Norma y preguntó extrañado:

-Qué se traen esos?

-No sé, dijo ella con un gesto de preocupación, en verdad no sé.

-Buenas noches a todos, dijo Ricardo con voz cantante a nombre de todos sus acompañantes.

-Buenas noches, corearon los demás.

-Ya llegó Gustavo?

-Aquí presente, como todas las noches, exclamó el aludido parodiando una popular serie de radio cubana.

-Bueno, pues comencemos...

-Y por qué preguntaste especialmente por mi? reclamó Gustavo.

-Ya lo sabrás... tú y yo nos vamos a comer un pollito... sentenció el escritor.

Julián le cerró el ojo en complicidad y se aprestó a sentarse en el sofá.

-Para empezar, les diré que tenemos dos espías en esta pequeña y humilde comunidad...

Las caras de todos manifestaron una aguda sorpresa.

-Pero no lo tomen como si fuera película de James Bond. No, les llamo espías porque me da la gana calificarles de ese modo, pero de una manera amistosa. Ambos, cumplen con su deber y no precisamente para perjudicarnos; ambos, son nuestros amigos. Sirva su labor para entender más a fondo el tema que vamos a analizar el día de hoy.

-Quiénes son los espías? cuestionó Carlos entre extrañado y molesto.

-A su tiempo mi querido hijo, a su tiempo. Primero permitanme decirles que, dada la importancia del asunto, les leeré textualmente narrativa y análisis que hace Craveri sobre el tema: ...los Doctores -de la ley, obviamente- perversos, buscaron hacerle caer -a Jesús- en algún fallo y así comprometerlo. Hemos comprendido -dicen ellos- que eres sincero y que enseñas la verdadera religión sin ocultarlo a nadie. Por esto dinos: Es lícito pagar el tributo al Cesar o no es lícito?

Es una pregunta muy insidiosa. Los judíos pagaban de mala gana los tributos a los romanos, que era la prueba tangible de su sumisión política, y ya para ellos la idea del Mesías se identificaba con la independencia nacional, pensaban que Jesús no podía hacer otra cosa que negar la licitud del pago. Esto les habría ofrecido un pretexto para denunciarlo a Poncio Pilato. Si Jesús decía, por el contrario, que se tenía que pagar, se hubiera desacreditado ante la opinión pública.

Pero el Nazareno, comprendiendo su malicia y su hipocresía, no se dejó coger en la trampa.

Por qué me tentáis, exclamó molesto al instante. Pero después de quedar unos instantes pensativo, los afronta con decisión: Dadme una moneda, que yo pueda verla. Se la dieron. Era un denario de plata: en el anverso llevaba la efigie de Tiberio -el Cesar-... y en el reverso estaba representada la emperatriz Julia Livia con cetro y flores...

De quién es esta imagen y esta inscripción?, les preguntó Jesús. Del Cesar, contestaron. Entonces -agregó Jesús- dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.

Jesús los esquiva con una ocurrencia ambigua y sibilina, incluso tal vez irónica, que ha evitado que diera una respuesta comprometedora, y sus interlocutores quedan desilusionados.

Pero no así sus seguidores posteriores, que consideran la frase como una definición cabal del pensamiento político de Jesús, cuando se presentarán necesariamente problemas de convivencia entre la comunidad cristiana y la sociedad civil, entre la iglesia y el estado y, en último análisis, entre el poder espiritual y el poder temporal.

La respuesta de Jesús, precisamente porque era intencionadamente ambigua, se presta a todas las interpretaciones. A primera vista parece que defienda a una neta separación de los dos poderes y rechace de una manera clara y precisa cualquier relación entre la religión y la política, que más tarde será confirmado por la frase de Juan: Mi reino no es de este mundo.

Pero es antihistórico atribuir a Jesús, como hace Harnack, lo mismo que a su época, una manera de pensar tal que pone en un plano de igualdad los deberes morales y los deberes cívicos del hombre. Este concepto de paridad es una conquista, y todavía muy discutida, del pensamiento liberal moderno...

Más adelante, Craveri señala: Jesús admite sólo la conveniencia, principalmente para evitar la violencia, de resginarse a pagar el tributo, con el mismo espíritu que en Cafarnaúm había aconsejado a Pedro pagarlo. Este era el comportamiento de la primitiva comunidad cristiana, al menos en Jerusalén. Pero en el imperio, donde el culto estaba incluso controlado por el estado, la frase de Jesús tendrá que ser interpretada en sentido inverso, como una invitación a aceptar sin discusión la subordinación al poder civil. San Pablo escribe: También la autoridad civil pagana, en cuanto existe, es querida por Dios, de forma que el que resiste a la autoridad se opone al orden de Dios, y pocas líneas después dice: los gobernantes son ministros de Dios. Lo mismo, con no menos claridad, señalan otros escritores de la época.

-Un momento, dijo Gustavo, cómo está eso de que las autoridades son “ministros de Dios”?

-Así era el concepto de la época de Pablo. Pero cabe señalar que era una forma convenenciera de no tener problemas con el estado, fuese de Roma o de otro de los muchos lugares en donde el cristianismo se había extendido. El sistema funcionó, efectivamente, en tanto les convino a ambos factores. Más adelante no sería así.

-Es decir que las diferencias iglesia-estado no son de ahora, de la época moderna?

-No.... van mucho más atrás... pero ya platicaremos de eso.

-Oye... pero no nos dejes con la duda, inquirió Carlos, quiénes son los espías?

-Julián y Gustavo.

-Qué???!!! Julián? reclamó Norma.

-Sí, Julián y Gustavo. Ambos informan a sus respectivos jefes de lo que aquí hablamos...

-Oye! exclamó Gustavo, eso no es cierto!

-Estás seguro?

-Te doy mi palabra... una cosa es que trabaje en Gobernación y otra que ande informando de tus pláticas que, sin ofender, no guardan interés alguno para el gobierno.

-Pues hay quien no opina lo mismo y asegura que el gobierno sí tiene interés en saber y conocer de las opiniones que aquí se vierten...

-Repito que te doy mi palabra de que no es así... es más, ni siquiera me han pedido una tarjeta informativa aislada... vengo porque me interesa en lo personal, pero nada más...

Julián volteó a ver a Ricardo y sonrió levemente. Norma alcanzó a ver el gesto y preguntó directamente:

-Qué está pasando? Julián, puedes decirme de qué se trata todo esto?

-Ideas de Su Eminencia...

-Ahhh, ya veo! dijo de inmediato Gustavo, tenían que andar las faldas del arzobispo en esto. Y él hizo la afirmación? Me acusó directamente?

-No te acalores, que lo mismo me pasó a mi, indicó Ricardo, lo que pasa es que está preocupado porque el gobierno pueda pensar mal de mis charlas y de los conceptos que en ellas se vierten...

-Huy mi’jito! Si conocieras las que hay de fondo ni siquiera pensarías en que tus charlas son de importancia para el sistema. No, en verdad te digo que no hay nada de eso. Vamos, ni siquiera yo había pensado, ni por asomo, en informar sobre el contenido de las pláticas. Qué les puedo informar? que hay una nube de guerrilleros aquí pensando en cómo derrocar al gobierno con sistemas de la época de Cristo? Vamos, es infantil pensarlo siquiera.

-Y que hay de las relaciones iglesia-estado? cuestionó Julián.

-Ay padre, ni me venga con eso. Usted mejor que nadie sabe que siempre han sido mancuerna, con relaciones o sin ellas. Así es que... a otra cosa mariposa!

-Sea pues, sentenció Ricardo con el pecho henchido.

El escritor sabía que su amigo no podía traicionar su confianza. Una cosa era la labor informativa de Julián, celosa al fin de la veracidad de sus aseveraciones y análisis, y otra pensar en que había labor de espionaje en realidad.

 

Gustavo y Alfonso se esperaron a que los demás se hubiesen retirado para hablar con Ricardo. Julián, discretamente, le hizo una seña al escritor para que se diera cuenta de sus intenciones. Norma no perdía detalle.

-Como veo que no tienen intenciones de irse, qué les parece si nos tomamos otro cafecito? invitó Ricardo a sus amigos.

-Te lo aceptamos porque quiero dejar bien claro cuál es mi posición, dijo sin titubeos Gustavo.

-Normita, nos regalas otro cafecito?

-Con gusto, pero les prohibo que empiecen a hablar mientras traigo tazas limpias.

-Sea pues. Acomódense señores.

-Acomódate tú también mamá, intervino Jazmín, yo traigo las tazas.

-Mi querido Ricardo, empezó el funcionario, me preocupa sobremanera el que nuestra amistad pueda verse afectada por esos pensamiento erráticos del arzobispo. Te puedo asegurar que jamás pensé siquiera en darle esa importancia política a tus charlas. No veo en ellas peligro alguno para el sistema. Además, los cambios de que has hablado no son cambios locales, ni inmediatos, son cambios que se generan a lo largo y ancho del mundo y que, aún suponiendo que afectaran al gobierno mexicano, este no podría evitarlos.

-Sin embargo no le afecta, aclaró Julián.

-Lo sé, lo sé. Pero no quiero que se piense que he traicionado de alguna manera a mi amigo. Incluso, si lo vemos como tal, creo que aquí el único que le ha traicionado has sido tú, curita de porra, que sí informas al dedillo a tus superiores...

-La verdad es que yo no siento eso como una traición en el caso de Julián, dijo Norma en defensa del sacerdote. Pero si tú lo hicieras sí lo consideraría así pues al gobierno no le importa lo que platicamos. O qué? Ya estamos en un sistema totalitario que espía a sus habitantes para saber qué piensan o qué hablan?

-Un momento, dijo Ricardo. Dejemos de lanzar acusaciones y dar justificaciones. Poco antes de que llegaran ustedes, nos reunimos Rafael, Alfonso, Julián y yo, para analizar lo que había sucedido con el Señor Arzobispo y, la verdad, creemos que la cosa va en sentido opuesto.

-Cómo en sentido opuesto? preguntó Gustavo.

-Creemos que lo que quiere el arzobispo precisamente es que informes de lo que aquí se habla, que la información llegue hasta arriba.

-Y con qué maldito objeto? repreguntó.

-Eso no podemos definirlo, pero consideramos que es una forma de mandar el mensaje de que vienen cambios religiosos a los que se deberá adaptar el gobierno. Y no precisamente el gobierno, sino el sistema. Mira, tenemos un presidente brotado de la derecha, panista pues, que lo mismo asiste a misa que se postra a los pies de la Guadalupana. Por ese lado, los cambios se facilitarán, pero no por eso dejarán de causar escozor a la supuesta oposición, o al menos servir de pretexto para tener un motivo más de ataque al presidente.

-Ah... entonces se pretende “advertir” al sistema... pero de qué? No entiendo.

-Sigo siendo de la idea de que, para entender algo, debemos recurrir a la historia, a los antecedentes. Creo, señores, que hay ya de por sí una guerra desatada entre el sistema y la iglesia. Pero vamos por partes.

Me remitiré nuevamente al análisis que hace Craveri. En los dos primeros siglos, el cristianismo había despertado los odios por su actitud negativa respecto a la vida civil y política y por su carácter de organización autónoma. A partir del siglo III, preocupa precisamente por la influencia positiva que pueda ejercer sobre la actividad pública y administrativa del Estado. La queja de Cipriano, obispo de Cartago en los años 248/258, de que en la iglesia ya se han insinuado ambiciones mundanas y un desmesurado deseo de riquezas, incluso en los obispos, que no desdeñaban dedicarse a la especulación financiera y a prestar dinero con usura, y la vasta confiscación de bienes a los cristianos ordenada por el Emperador Valeriano, nos iluminan suficientemente sobre el peligro que la Iglesia representa tanto por su importancia económica como por la categoría social de sus componentes. Pero ya era imposible desarraigar el cristianismo, así que más adelante Galerio, en su tiempo, se ve obligado a reconocer la libertad de culto para apaciguar la oposición. Hasta entonces había circulado entre los cristianos una literatura violenta que consideraba a Roma como la “insigne cortesana con la que los soberanos de la tierra han fornicado y que ha embriagado con el vino de su impureza a los ciudadanos del mundo”.

Desde ese momento empieza el verdadero triunfo de la Iglesia como organización política, y los problemas de la relación con la autoridad se mira de un modo distinto. Se convierte pues, no sólo en Roma sino en muchas partes del mundo, en una religión de Estado y por ende de masas. Primero, suprime los cultos paganos y los transforma para su propio uso -recuerden México-, y logra que, mediante leyes, se prohiba a los paganos acceder a los cargos públicos. La injerencia de la Iglesia en el Estado ha empezado!

Obviamente, con el paso de los siglos, las teorías relativas a las relaciones Iglesia-Estado han evolucionado; ahora la iglesia acepta la monarquía y hasta la república, pero su influencia no ha mermado, por el contrario, ha crecido al grado de volverse indispensable para los mismos sistemas. Ya decía hace un momento el propio Gustavo: la mancuerna subsiste, y ha subsistido incluso cuando las relaciones iglesia-estado estaban rotas. Y me refiero ya a México. Ahora bien, si el poder de la Iglesia se mantiene incólume, piensen ustedes a qué grado podría llegar ese poder al unificarse los credos, es decir, las diversas corrientes religiosas del mundo. Un poder que si ahora se mide en 3 mil millones de seres humanos, podría triplicarse. Un poder que se ejercería no sólo en Roma, sino en aquellos países en que el cristianismo tiene un alto porcentaje de la población en su censo, como nuestro país.

Ese es el peligro que ve el sistema, ese sistema brotado de opositores clericales disfrazados, pero que controló nuestra patria impunemente por más de setenta años en que se convirtió en una fábrica de millonarios al vapor. Ese es el riesgo que pueden ver aquellos que aún tienen poder.

Creo que por eso es importante, en realidad, que sepan que los cambios no buscan el poder en sí, sino un mayor ambiente de hermandad y confraternidad entre los seres y, en nuestro caso, entre los mexicanos. Decía el arzobispo, y decía bien, que recordara la guerra cristera que había empezado por un nada, el capricho de un gobernante, Elías Calles, y arrojó miles de mexicanos muertos, fueran de un bando, o del otro. Pues bien, es importante que el gobierno menor, ese que lucha todavía por alcanzar de nueva cuenta el poder, sepa que esos cambios nada tienen que ver con un arribo al poder del clero. Somos un pueblo religioso pero conocedor de que, en el poder, tan inquisidor es un civil como un militar o un cura. El mareo del poder, yo le llamo.

-Y crees que en realidad les importen tus charlas?

-No, sé que no, que son intranscendentes, pero pueden ser el pretexto perfecto para dar a conocer al sistema las verdaderas intenciones de la iglesia institucional.

-Pero... hablaste de una guerra declarada contra la iglesia... dijo Norma preocupada.

-Sólo tienes que ver que, de golpe y porrazo, se magnifican los delitos clericales. Y no sólo en México, sino en toda América. No niego que algunos sacerdotes quebranten las leyes, tanto civiles como morales, pero de unos años a la fecha se ha convertido cualquier violación en escándalo. En lo personal considero que es una campaña de desprestigio, para usar la terminología moderna.

-A ver, dijo Gustavo, pensemos en que paso mis tarjetas informativas. Qué sucedería?

-Lo que sucede cuando informas sobre algo que no representa riesgo para el sistema. Las leerán, informarán a su vez a sus superiores, y estarán tranquilos al ver que no hay peligro.

-Y lo hay?

-Francamente yo creo que no. La Iglesia ha aprendido su lección. No deja de ser poderosa, rica, influyente, pero busca ahora regresar a ser sólo la guía espiritual, pero desde un punto de vista más realista, más sincero, más apegada a esa gran enseñanza de Cristo: el amor hacia el prójimo.

-No es ilusorio esto? preguntó Jazmín.

-Fue ilusorio el que doce se desperdigaran por el mundo para convencer, con el tiempo, a miles de millones de seres con la palabra de Cristo? No. Así ahora, creo que tampoco es ilusorio llegar a unificarnos, a creer comprendiendo.

-Entonces... quieres que empiece a meter mis tarjetas informativas? inquirió Gustavo.

-Mi querido amigo, te hemos dado una visión de lo que consideramos que busca el Arzobispo, pero ni estamos seguros de que esto sea así, ni de que sea necesario.

-Bueno, y luego?

-Hablaremos con Su Eminencia y consideraremos la posibilidad y necesidad de hacerlo.

-Mira, yo no tengo la obligación, ni se me ha pedido, como te reitero, pero si con ello prevenimos un peligro desestabilizador... lo haría con mucho gusto! Soy hombre de sistema, pero antes que nada soy mexicano, y no me gustaría una nueva guerra civil.

-No, ni pienses en ello, México ya difícilmente entraría en una guerra civil, pero los golpes bajos están a la orden del día... y pueden recrudecerse. En fin, ya veremos. Por lo pronto, mis queridos espías, vayánse preparando para hacerla de agentes dobles!

Todos rieron ante la ocurrencia del escritor.

 

 

La presencia de Ricardo llamó la atención del Arzobispo; no le esperaba tan pronto, pero igual le recibió con la misma cortesía de siempre.

-Buenos días mis queridos amigos, exclamó el prelado.

-Buenos Su Eminencia, saludaron el escritor y el sacerdote.

-A qué debo yo ahora el honor de su visita?

-A que creo que desentrañamos el misterio, Señor Arzobispo, contestó Ricardo haciendo énfasis en las últimas dos palabras.

-Cual misterio, preguntó extrañado.

-Vamos Su Eminencia, usted cree deveras que soy tan poco perceptivo? mejor hablemos directamente, sin rodeos, o cancelamos nuestra relación. Ya le he dicho que no me gusta ser títere de nadie. Si quiere algo de mí, pídalo de plano.

-Si te explicas mejor, te entenderé, señaló el prelado tuteando de plano al escritor.

En su forma clara y directa, Ricardo explicó las conclusiones a que habían llegado el día anterior y narró la charla sostenida con Gustavo. Incluso repitió el análisis de Craveri.

-Así es que... cuál es la realidad de sus advertencias de ayer? terminó diciendo.

-Bien, tú has pedido que seamos claros. Seamos pues. Y haciendo una pausa se dirigió a un neceser ubicado al otro lado de la oficina arzobispal. Lo abrió y sacó tres copas y una botella de coñac.

Sin preguntar, sirvió generosamente las copas y dejó la botella sobre la mesita de centro. Extendió una copa a cada uno de los dos amigos y, con toda la calma del mundo, tomó asiento a un lado de Julián.

-Tanto como la Iglesia ha usado al Estado para sus fines, el Estado ha usado a la Iglesia para llegar y sostenerse en el poder en todos los rincones del mundo y a lo largo de dos mil años. Sin embargo, cuando la lucha se desata por el control del poder, cuando entran los celos o la desconfianza entre prelados y dirigentes, la separación Iglesia-Estado se ha dado sin remedio.

Lo curioso es que estas situaciones se presentan precisamente en los países en que la grey católica es mayoritaria. La historia se repite cotidianamente, por desgracia.

Quienes buscamos la unidad pensamos que ya es tiempo también de dejar a un lado las luchas por el poder. Creemos que si llegamos a las almas de los fieles, si logramos crear verdaderos católicos; al arribar estos al poder de un sistema, a más de tener cordiales relaciones con la Iglesia, gobernarán con mayor asertividad, con una mayor justicia social.

Sabemos que es una labor titánica, pero no imposible. Podrías pensar que es otra forma de llegar al poder, de llegar a controlar a un país, pero no, la misma historia nos ha demostrado que la Iglesia en el poder no ha podido evitar ni las guerras ni las injusticias, por el contrario, algunas veces las ha fomentado. Un grupo de hombres justos en el poder necesariamente ejercerán un poder justo. Y es la tranquilidad de las almas la que nos interesa a quienes seguimos esa corriente renovadora.

Es por eso que necesitamos toda la ayuda posible, pero también debemos tener la prudencia necesaria para evitar malos entendidos y colocar a la Iglesia en una posición incómoda.

Cómo podemos hablar de amor y fraternidad cuando nuestros antecesores han buscado abiertamente fortuna y poder? Es verdad, la Iglesia erró el camino desde hace mucho, pero ya es tiempo de rectificar y queremos hacerlo. Y no creas, también entre nosotros existen los Judas que consideran aún que su Dios es ese poder y esa fortuna. Sin embargo, tenemos que revertir ese error.

Su Santidad está muy enfermo. Su arribo al papado fue un triunfo político para quienes queremos el cambio. Pero su muerte da la oportunidad, a quienes quieren seguir en las mismas, de llegar al papado y destrozar lo logrado hasta ahora. Por eso, en cada rincón del mundo, procuramos evitar roces o retrocesos. Dices bien al señalar que hay una campaña de desprestigio contra la Iglesia, pero puedo confiarte que no es sólo lanzada por los opositores clericales, sino incluso de dentro del mismo clero. Es por eso que debemos ser cautelosos en nuestras acciones. Ayer mismo apenas, en un pequeño poblado del centro del país, hubo un enfrentamiento entre dos grupos religiosos por mantener la hegemonía en una iglesia, en un templo del poblado: los dos grupos son católicos, pero uno es tradicionalista radical -que quiere que la misa se siga diciendo en latín- y el otro que sigue los pasos actuales de la Iglesia. Te imaginas a un poblado indígena hablando en latín? No, hay alguien tras todo esto.

Por mi parte, en lo personal, no respaldaré a nadie que transgreda la ley, sea humana o divina. Pero no puedo evitar que la maledicencia llegue a nosotros.

Queremos tu apoyo, nos interesa promover lo que de por sí haces, pero sin fin siniestro alguno. Nos mueve la verdad y una nueva Iglesia plena de respeto y amor, de verdad y comprensión.

Francamente no había analizado la posibilidad de que tus pláticas fuesen un canal de información confiable hacia el sistema, al que obviamente no le hacen falta canales, pero no deja de ser interesante, sólo me preocupa el que tu amigo Gustavo participe con sinceridad. Si llegara a informar equivocadamente, los resultados serían contraproducentes.

Creo que mejor lo dejaremos a la decisión divina. El Señor sabe cómo trabaja.

No quiero pecar de tibio, pero la cautela en las acciones es de primordial importancia. Dejemos mejor las cosas como están. Todos aquellos aún enquistados en el poder, los que son malvados por naturaleza, los que han hecho de la maldad una forma de vida, no estarán muy de acuerdo en que ideas sanas lleguen al poder y, por ende, estarán dispuestos a todo con tal de evitarlo. Mejor hay que esperar.

 

En el café, Julián y Ricardo se unieron a  Alfonso y Gustavo que les esperaban.

-Qué dijo el ensotanado? preguntó ansioso Alfonso.

-Que dejemos las cosas como están, contestó Ricardo.

-Bueno! Entonces qué quiere ese señor? cuestionó Gustavo.

-Creo que no era el tiro por donde íbamos. Dice que podría ser interesante, pero peligroso para las miras de la renovación. Un informe tuyo, mal redactado o no comprendido, podría alarmar al sistema sin necesidad. Y francamente creo que tiene razón.

-Entonces? Me quedo callado?

-Yo pienso que es lo mejor, agregó Julián. Sin embargo, sí te agradeceríamos que, en caso de que te solicitaran informes sobre las pláticas, nos lo hicieras saber para tomar las medidas adecuadas.

-Pues esperamos que las cosas no lleguen a mayores, señaló Alfonso. El sistema también tiene muy sorprendentes modos de actuar.

 

 

La llegada de Fidel y Gloria, que mostraban un trato cordial con Abrahám y Silvia, tranquilizó a Ricardo y desvió sus pensamientos hacia ese punto, olvidando las grillas políticas.

-Que bien se ven... indicó el escritor.

-Gracias a Usted Don Ricardo. Ya hemos platicado ampliamente y... lo pasado, pasado, exclamó Gloria satisfecha.

-No tienen nada que agradecer, afirmó sinceramente Ricardo. Espero que la boda sea pronto.

-Con la reserva de consultar con mis padres, creo que la podemos planear para el mes que entra, anunció con sencillez Abrahám.

-Pero invitan... reclamó Carlos con la sorna de siempre.

-Claro que sí, están todos invitados de antemano, agregó orgullosa Silvia.

-Yo pongo el salón, declaró Celerino abrazando amoroso a Doña Elvia.

-Ay, Diputado, se le agradece, pero es muy posible que la ceremonia sea en la ciudad de México...

-Y eso qué importa? Qué no vale mi dinero tanto allá como acá?

Todos rieron de buena gana.

-Bueno jóvenes, a sentarse que empezamos, dijo fingiendo autoritarismo Ricardo.

-Sí viejito, ya es hora... exclamó Jazmín parafraseando a Carlos.

-Bien, quizá el suceso que más directamente anunciaba el futuro de Jesús fue cuando, en el último día de la fiesta de los Tabernáculos -que tenían como objeto agradecer a Dios el agua e invocar las lluvias- en el preciso momento en que el rito se celebraba, una fuerte voz se escuchó entre la muchedumbre. Era Jesús que decía: “Si alguien tiene sed, que venga a beber a mí! Quien cree en mí, como lo ha dicho la escritura, ríos de agua viva manarán de su vientre...”

El escándalo se volvió a desatar. Guardianes del Templo van a informar a los sacerdotes y escribas. “Por qué no le habéis arrestado?” claman preocupados. “Nunca habíamos oído hablar a un hombre de esa manera”, contestan los guardias a manera de excusa. “Cómo! También vosotros os habéis dejado seducir? Tal vez alguno de nosotros os ha dado pie para que dierais crédito a este hombre? Sólo lo hace esta maldita plebe que no conoce la ley!”

Los guardias están prestos a cumplir la orden, pero Nicodemo, que no hacía mucho había hablado con Jesús, los detiene diciendo a sus colegas: “¿Tal vez nuestra ley nos permite juzgar a un hombre antes de escucharlo y saber lo que realmente ha hecho?” Los doctores y escribas le reprochan y acusan de ser galileo también, pero finalmente deciden seguir su consejo. Ya habrá tiempo y mejores oportunidades de acabar con el llamado Mesías. Sin embargo, sus amenazan llegan hasta oídos de Jesús que abandona Jerusalén y se refugia al otro lado del Jordán, en las cercanías de Betabara, en la desértica Perea.

Pocos días después, es informado que Lázaro está enfermo y solicita su presencia. Por alguna razón, Jesús deja correr dos días, al cabo de los cuales se le informa que Lázaro ha muerto. Entonces ordena a sus discípulos partir de nuevo hacia Judea, pero alguien le advierte: Maestro, los judíos te quieren lapidar... y tú quieres volver ahí?. El simplemente informa que su amigo Lázaro ha muerto y emprende el regreso.

Cuando llega, no quiere acercarse a la casa de sus amigos de Betania por temor a que la gente se entere y se forme la muchedumbre, de tal suerte que manda avisar de su presencia a la familia.

Lázaro ya tenía cuatro días de sepultado. Cuando llega Marta, reclama a Jesús: Si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto porque yo sé que todo lo que pides Dios te lo concede. Jesús, para consolarla, le asegura: No te aflijas, tu hermano resucitará. Pero Marta contesta airada: Cierto! Resucitará en la resurrección del juicio universal! y dándole la espalda regresa a su casa. Los parientes, al igual que María, se dan cuenta de la presencia de Cristo y salen a verle. Ya son inútiles las precauciones para esconderse.

Dónde le habéis puesto? pregunta Jesús apesadumbrado. Le acompañan al sepulcro entre cuchicheos que reclaman: No podía El, que ha dado luz a los ciegos, hacer que no muriera?. Al llegar, ordena que la piedra que cubría el sepulcro sea removida. Pero Señor, dice Marta, ya hiede, hace cuatro días que le sepultamos. A lo que Jesús contesta: No te han dicho que si tienes fe verás la gloria de Dios?

Cuando han retirado la piedra, Jesús dirige la mirada al cielo y ruega a Dios para que le ayude. “Lázaro, sal fuera!” ordena con voz fuerte sin más trámite... y, aún envuelto en el sudario que le venda pies y manos y el rostro cubierto por una toalla, Lázaro sale del sepulcro ante la mirada atónita de los presentes.

El amor de la familia de Betania por Jesús fue inconmensurable. Si bien la amistad ya unía a todos con lazos muy estrechos -recuerden que María, la hermana de Lázaro bien podría ser la esposa de Jesús- el milagro de la resurrección de Lázaro les hizo indisolubles.

La noticia del milagro se extendió rápidamente y causó aun mayor enojo a los sacerdotes y doctores de la ley.

Jesús se fue de nuevo. Se refugió en Efraím, en la misma Judea, a unos cuarenta kilómetros al norte de Jerusalén.

En vivo contraste con la amorosa devoción de la familia de Betania, los evangelios señalan inmediatamente después la traición de Judas Iscariote.

Cuándo y de qué manera el apóstol infiel se ha puesto en contacto con los sacerdotes? se pregunta Craveri. Y el mismo se contesta: No lo sabemos, como tampoco lo supieron los evangelistas.

Pero este misterio lo analizaremos con más detenimiento mañana... así es que... buenas noches jóvenes y no tan jóvenes...

 

Jorge se había quedado rezagado con Adriana y Cristy, sus dos hijas. Jorgito se había retirado para llegar a dormir temprano pues tenía exámenes al día siguiente.

-Un cafecito Jorge? invitó la siempre amable anfitriona.

-Gracias Normita. Me quedé un poco más porque quisiera hablar con Ricardo...

-Pues estoy a tus órdenes mi querido Jorge... en qué te puedo servir? dijo solícito el escritor.

-Bueno, abusando de tu confianza, en realidad son mis hijas las que quieren hablar contigo...

-Adelante jovencitas... señaló Ricardo invitándolas a sentarse a la mesa, en donde Lucía, Jazmín, Julián, y Rafael, ya estaban acomodados.

-Nos da pena, Don Ricardo, expresó Adriana.

-Pues que no les dé... qué? no están entre amigos? O quieren que hablemos a solas...

-No, Don Ricardo, dijo Cristy, lo podemos decir delante de todos... es que... pues ya se acerca el fin del ciclo escolar y salimos de la secundaria... y, pues... queremos pedirle a Usted y a la Maestra Norma que sean nuestros padrinos de graduación...

-Con una condición, contestó malicioso el escritor, que me digan qué les han parecido las charlas y qué han aprendido de ellas... porque ustedes nunca hablan... sólo escuchan...

-Es que son tímidas, dijo Jorge justificándolas.

-Un poquito, comentó Adriana, pero yo puedo contestarle que me han parecido muy buenas. Mi mamá nos hablaba sobre Cristo y los deberes de una jovencita, pero no conocíamos a fondo la vida de Cristo...

-Ni tantas aventuras como corrió, señaló Cristy, porque vaya que fue aventurada su vida, verdad?

-Más que aventurada, agregó la hermana, fue emocionante. A mí me gustan las películas que pasan sobre su vida. Apenas vi en la tele la de El Manto Sagrado... estuvo buenísima!

-La que sentí muy cruel fue La Pasión de Cristo, la que acaban de estrenar. Mi papá nos llevó y nos iba haciendo algunos comentarios conforme pasaba la película, lo tratan bien feo... pero sus pláticas nos han dado una nueva forma de ver su vida...

-Pues no se diga más, si Normita no tiene objeción, seremos sus padrinos de graduación... faltaba más!

 

 

Oye Ricardo, ayer te sentí como muy rápido, como que querías terminar pronto, dijo Julián a forma de reclamo.

-Lo que pasa es que no quería dejar pasar por alto esos dos sucesos antes de entrar en la última etapa de la vida de Cristo. Pero si consideras que debo explicarlos más ampliamente...

-No, estuvo bien, sólo que así te sentí... no sería que lo de “los espías” influyó?

-Posiblemente... aunque también puede ser que he estado pensando en cómo terminar y no encuentro la forma...

-La vida misma de Cristo te dará la pauta. Sólo me gustaría preguntar: terminarás con la pasión, seguirás hasta la resurrección de Cristo... o irás más allá?

-No, definitivamente con la pasión. Creo que la resurrección y la formación de la iglesia pueden ser motivo de otras pláticas más adelante....

-Y de otro libro...

-Oye! Todavía no empiezo el primero y ya estás pensando en otro!

-Y por qué no? Material te sobra...

-Que gracioso! Qué te parece si mejor nos vamos a desayunar unos chilaquilitos que preparó Normita?

-Vamos... con esos argumentos cualquiera se calla...

 

La mañana transcurrió tranquila. Ambos amigos estuvieron metidos en el estudio sacando algunas conclusiones sobre Judas. Sin embargo, Julián notó bastante distraído a su amigo.

-Te puedo preguntar qué te pasa?, dijo solícito.

-Cosas...

-Vamos... soy tu amigo y confidente...

-Es que me siento ingrato...

-Con quién?

-Con mi amigo Ramón... a veces le abandono mucho... y no creas que es por gusto... es mi maldita forma de ser... tan fría... tan impersonal...

-Y porque no le buscas?

-Si bien no todos los días, sí bastante seguido tengo la intención de hacerlo... pero por una cosa o por otra lo voy dejando...

-Pues habla con él, díselo, dile que no sienta tu lejanía como un abandono. Recuerda que la palabra mágica es “te quiero”.

-Que curioso! Yo siempre dándoles consejos a otros... y soy el primero en no seguirlos! Pero tienes razón, hablaré con él. Y es que no tienes idea del tamaño de mi cariño hacia ese hombre y su esposa. Me tendieron la mano en mis ideales literarios sin preguntar nada, sin pedir nada a cambio... Fíjate que alguna vez quise demostrarle mi afecto y agradecimiento homenajeándolo, pero me salió el tiro por la culata. Su esposa me pidió que no hablara tanto de él. Incluso él mismo me pidió que ya no le alabara tanto. Poco tiempo antes le habían secuestrado y pienso que por eso no querían hacer ruido, como decimos por acá.

-Y no crees que tengan razón?

-Sí, pero por otra parte... siento que debiera hacer más por él. Yo sé que no puedo darle dinero, que además no necesita, pero siento que sí debiera corresponderle de alguna forma... y me siento impotente!

-Oye, y se merece ese reconocimiento? o lo haces más por agradecimiento?

-Vaya que se lo merece! No tienes idea de a cuantas gentes ha ayudado. Es un mecenas por naturaleza. Un buen hombre que además escribe. Ha publicado dos obras bastante buenas.

-Y que te parece mencionarlo en tu libro? No es un buen homenaje reconocerlo así?

-No es mala idea...

-Y que le dirías?

-Que le agradezco su confianza, que si bien él sabía que nuestra aventura editorial no era redituable económicamente, su aportación y respaldo ha ayudado a Francisco a promover a más de un centenar de escritores, entre ellos yo. Que jamás olvidaré su entrega y amistad y siempre seré el primero en estar cuando me necesite para cualquier cosa.

-Pues escríbelo... escríbelo... al hombre se le mide por sus acciones, y si tu amigo Ramón es como tú dices, es un gran hombre. No sólo merece tu respeto, sino el mío también. No le abandones tanto. Llámale aunque sea de vez en cuando. Invitale a desayunar... o simplemente a charlar...

-Si vieras cuánto hablábamos!

 

A mediodía cayó un fuerte aguacero. Una tormenta tropical estaba pasando cerca de Acapulco.

-Oye, qué mal tiempo! dijo Norma asomada a la ventana del pequeño departamento.

-Sí, espero que los muchachos no salgan de sus casas. Podrían tener un accidente o cuando menos empaparse y pescar una pulmonía, comentó el escritor preocupado.

-Y por qué no les llamas por teléfono para que no vengan? señaló Julián.

-Sí verdad? Para qué se inventó el teléfono...?

Afortunadamente pudieron localizar a todos y pospusieron la charla para el día siguiente, si el tiempo lo permitía. Cuando pasaba una tormenta tropical o un huracán bien podía llover hasta por tres días seguidos, aunque pocas veces se llegaba al grado de emergencia.

Sin embargo, pasadas las cinco el tiempo amainó y la palomilla empezó a llegar.

-Jesús, pero qué atrevidos...! No les hablé para que dejásemos la plática para mañana?

-Pues sí, pero este hijo suyo les llamó en cuanto empezó a calmar el tiempo y les dijo que estaba picado con lo de Judas y que se verían todos acá, dijo Sonia a manera de explicación.

-Ay Carlos... y si revierte? Cómo se van a regresar a sus casa?

-Pues ya nos estarás dando hospedaje a todos viejito...!

El último en llegar fue Celerino que venía muy sonriente del brazo de Doña Elvia.

-Conste que yo no vine, me trajeron... dijo con gracia.

-Bueno viejito, pues con todo y lluvia ya tiene usted a sus oyentes... así es que... a darle! reclamó Carlos.

-Sea por Dios, dijo Julián moviendo la cabeza y con la clásica sonrisita socarrona.

-Bueno, muchas preguntas podemos hacernos respecto a la acción de Judas. Cómo es posible que Judas haya permanecido tanto tiempo al lado de Jesús, si pensaba traicionarle? Incluso, hay que recordar, fue el encargado de administrar la pequeña comunidad apostólica que conformaban, así es que... cómo es que de improviso se decidiera a un acto tan infamante? Si había quedado desilusionado de las enseñanzas de Jesús, no le bastaba con separarse? La traición implica odio, dice Craveri, y Jesús ciertamente no lo merecía.

Sin embargo, algunos autores -de diferentes corrientes- que se han hecho estas preguntas a lo largo de dos mil años, consideran que no parece haber sido el dinero el móvil principal de la acción de Judas, incluso si la suma hubiese sido mayor.

Debemos recordar que recibió treinta ciclos -o denarios, según otra versión, equivalente al valor de un esclavo- cantidad que algunos afirman usó para la compra de un terreno, aunque yo me pregunto cuándo pudo haber comprado ese terreno si un día después de haberlo recibido se colgó de un sicomoro, sin olvidar que antes lo devolvió arrepentido.

Si no ha sido por dinero, qué otros motivos podría haber tenido Judas para realizar tal acción? Su fe tenía que haber sido sincera para haber seguido tan de cerca al Mesías. Pero si acaso se hubiese desilusionado al no ver el reino realizado, si su esperanza se hubiese derrumbado súbitamente, no es suficiente para justificar la odiosa traición.

Algunos autores señalan que fue el miedo ante el peligro que les amenaza a todos de ser arrestado Jesús; un miedo que quiere ahuyentar; un terror que le lleva a denunciarlo él mismo a pesar de aún sentirse fascinado por El. Piensa que al detenerlo, los enemigos se conformarían y les dejarían a los demás en paz.

Otros autores, encabezados por Paulus -no confundir con Pablo, el fundador de la Iglesia Católica- consideran que Judas provocó el arresto de Jesús con la esperanza de que, al ver preso a su Mesías, a su Rey, el pueblo se lanzaría a una insurrección popular, a la tan esperada revolución final.

Unos más, justificaron la traición de Judas porque la muerte de Jesús era indispensable para la salvación de la humanidad, es decir, Jesús tenía que morir para que se cumplieran las escrituras.

Hay, incluso, quien afirma que Jesús estuvo de acuerdo con Judas, que El mismo le dio instrucciones de denunciarle para que se cumpliera la profecía.

En realidad, históricamente y hasta la fecha, no se puede afirmar una definida causa de la traición de Judas, aunque en lo personal comparto la tesis de que, al menos, por dinero no fue.

La única verdad que se conoce es que Judas, arrepentido de su acción, pretende regresar las monedas a los sacerdotes, lo que rehusan, por lo que arroja estas al piso del mismo Templo y sale de ahí a ahorcarse.

Se dice que los sacerdotes recogieron el dinero y compraron un terreno que destinaron a cementerio de forasteros que morían en la zona, y al que llamaron Heceldama, que significa Campo de Sangre.

Pero nos hemos adelantado a los acontecimientos sólo por señalar el contraste que los evangelios hacen de la amorosa familia de Betania con esa falaz traición.

Retomando la historia...

-Perdón Don Ricardo, dijo Fidel interrumpiendo, pero me gustaría comentar que la causa más probable, para mí, es la que señala que le denuncia esperando que su propio pueblo lo rescate iniciando una revuelta...

-Yo también pienso en eso, dijo Sonia muy seria.

-Y dónde dejan la profecía? preguntó Julián. Recuerden que el mismo Jesús sabía que así debería ser...

-Bueno, estamos pensando en que, para cumplirse la profecía, Judas ya estaba haciendo lo que estaba haciendo, pero hay que pensar porqué lo hizo desde su punto de vista humano, como hombre, o al menos lo que pensó, señaló Alfonso.

-Exacto, exclamó Ricardo triunfante. Una cosa es la profecía, lo que las escrituras auguraban, y otra lo que impulsaba a esos hombres a hacer lo que les correspondía.

Judas bien pudo haber sabido de la profecía, y quizá incluso no estar de acuerdo con ella. Amaba a Jesús. Quizá intentó, precisamente, salvarle. Piensen un poco. Judas sabe que Jesús debe morir, pero le ama tanto que intenta una acción desesperada: si le entrega, llegará el pueblo sublevado y le salvará; así se cumplirá la profecía... pero también le salvará la vida!

O quizá, simplemente, la profecía se cumplió con todo y los desesperados esfuerzos de Judas.

Lo interesante es: fue Judas realmente un traidor? O un instrumento de la divinidad para la salvación de la humanidad?

Es execrable la acción de Judas, no lo niego, y debo pensar en que él fue el que entregó a Jesús, pero también apelo a la recomendación de perdón que tanto alude el propio Cristo que, con todo, bien pudo detenerle pero, en lugar de hacerlo, le manda: “lo que debes a hacer... hazlo ya”. Jesús debía cumplir también su destino!

-Y nosotros el nuestro... a dormir antes de que caiga de nuevo el temporal, sentenció Rafael.

 

 

Esa mañana, cuando Ricardo regresó del café, Norma le avisó que había llamado su hermana Marta y que quería que se comunicara con ella.

-Ahora sí ya me cayó el chahuistle, dijo alarmado Ricardo. Qué tú le platicaste algo sobre nuestras charlas?

-A decir verdad, sí. Por qué?

-Pues me va a decir el huevo y quien lo puso; ya ves que es muy apegada a la iglesia y puede considerar mis conceptos blasfemos...

-Huyyy, pues incluso le conté de tus intenciones de escribir un libro sobre el tema... pero ya el otro día que estuviste platicando con su marido no dijo nada...

-Pero Andrés no piensa igual que ella.... es más abierto... ese día noté que estaba atenta a lo que platicábamos y su cara no era de mucho agrado...

-Pues llámale y sal de dudas... a la mejor te necesita para otra cosa.

Ricardo marcó el número y espero a que le avisaran pues contestó la muchacha que le ayudaba.

-Hola...

-Hola Martita... para que soy bueno?

-Nada más quería preguntarte algo. Cuando estabas platicando con Andrés escuché algunos conceptos que me parecieron interesantes. De dónde los sacaste?

-Bueno... primero me gustaría que me dijeras cuales conceptos...

-Algunas cosas de la infancia de Jesús que no vienen en la Biblia...

-Mira, lo que hablo sobre Cristo, y que no viene en la Biblia, lo encontré en los evangelios apócrifos... y otras cosas de varios autores dedicados al estudio de la religión y de la vida de Jesús...

-Y tienes los evangelios apócrifos?

-Naturalmente... sólo que los tengo en versiones en inglés y francés...

-Podrías prestarme el que está en inglés? Mi marido me lo traduciría...

-Con todo gusto... te interesa saber algo en especial?

-Francamente no, sólo corroborar algunas de las cosas que dices y conocerlos...

-Pues tienes para rato...eh?

-Porqué? Son muchos?

-Bueno, evangelios apócrifos son como cuarenta... pero te recomiendo más que nada los de Santiago, Tomás y el pseudo Mateo si quieres saber sobre la vida de José, María y la infancia de Jesús...que por cierto sí tengo en español; los otros contienen, más que nada, el pensamiento de Cristo, su palabra pues, pero directa, sin análisis.

-Te los encargo, sí?

-Claro...

Al colgar, el escritor dijo asombrado a su esposa:

-No cabe duda que verdaderamente los designios de Dios tienen mil caminos... tu hermana está interesada en los apócrifos...!

-Que bueno... Dios sabe porque lo hace...

 

Julián se acercó al escritorio de Ricardo, colocó las manos sobre los nudillos en la orilla del mueble e, inclinándose un poco, le preguntó al escritor:

-Te molestaría decirme algo?

-Claro que no, ya sabes que soy un libro abierto para ti, mi querido amigo... qué te preocupa?

-Mi parroquia... ayer me dijiste que ya vas a entrar en la última etapa de la vida de Cristo... y quiero saber cuales son tus planes para poder programar mi regreso al pueblo...

-Huyyyy!!! pues vas a regresar como dentro de unos diez años...

-No, en serio, expresó con cara larga el sacerdote, no es que no me guste estar aquí contigo, pero extraño a mi grey...

-Ah vamos, es en serio la cosa, entonces hablemos en serio. Mira, yo creo que terminar con las charlas será ya cosa de unos días, pero quiero empezar el libro en cuanto termine. Yo te quisiera pedir que me acompañes cuando menos otras dos semanas... después, si algo se ofrece, ya tendré un buen pretexto para visitarte...

-Te lo agradezco en verdad...

-Pero dime, mi querido amigo, hay alguna otra cosa que te preocupe?

-No, es sólo añoranza...

 

Abrahám llegó antes que nadie para informarles que la boda se podría efectuar en quince días, y que su familia había aceptado que se realizara en Acapulco.

-Felicidades jovencito... así tendrá tiempo el padre Julián de oficiar tu boda, contestó visiblemente emocionado Ricardo.

-Naturalmente, agregó el sacerdote, y lo haré con mucho gusto.

 

-Jóvenes, dijo Ricardo, ahora sí retomemos el tema. Cuando llegó la vigilia de la Pascua, Jesús mandó a dos de sus apóstoles -Lucas dice que a Pedro y a Juan- a casa de un amigo para hacer los preparativos de la cena con que se celebraba esa festividad. La costumbre era que los forasteros fuesen acogidos por alguna familia de Jerusalén, y el amigo a que se refieren era el esposo de María, hermana de Pedro, y padres ambos de un niño llamado Marcos, que sería a la larga el evangelista que todos conocemos.

El pequeño Marcos esperó a la entrada de la ciudad a su tío y les acompañó a la mansión en que se daría el convivio, preparado en una habitación de la parte alta.

Ya entrada la noche, Jesús y los demás discípulos llegaron. Se instalaron cómodamente y El Señor se quitó el vestido, se ciñó una toalla y empezó a lavar los pies de sus discípulos.

Cuando llegó con Pedro, éste se opuso diciendo: Tú, Señor, Lavarme a mí los pies?. Jesús le dice: Tú no sabes por qué lo hago, pero lo entenderás en el futuro.

Pedro insiste, pero Jesús le señala: Si no te dejas lavar los pies, no tendrás nada en común conmigo. El discípulo salta entonces y exclama: Entonces no sólo los pies, sino las manos y la cabeza.

Al terminar, ocupa el sitio de honor y dice: Entendéis bien lo que he hecho? Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien porque lo soy. Si, por lo tanto, yo, que soy el Señor y Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies los unos a los otros. Yo os he dado ejemplo. Si entendéis estas cosas y las ponéis en práctica, seréis bienaventurados...

-Y qué quería decir, preguntó Norma. Qué significaban sus palabras?

-Era quizá la última recomendación de vivir con humildad. Ellos serían la base, los cimientos de una nueva Iglesia, y el poder marea, recuérdenlo. Así es que les demuestra que, no por ser el Maestro, el Señor, el Jefe vamos, no podría estar al servicio de sus seguidores; por el contrario, todo maestro, todo líder, todo guía, es en realidad -o debiera serlo al menos- el servidor de esos representados o seguidores. Esa es la madera del verdadero líder: el servicio a los demás.

Curiosamente, este episodio sólo viene narrado por Juan, e ignorado por los demás evangelistas. Y digo curiosamente porque esta escena, la explicación que dio Jesús de su acción, y el proceso mismo de la cena, conforman lo que ahora es la estructura del rito mayor de la Iglesia: la eucaristía, la misa pues.

Es más, a pesar de que la eucaristía es el rito de más importancia, los evangelistas le dedican a la última cena apenas unos cuantos versículos.

Incluso, la festividad misma de la Pascua tenía una importancia primordial en la vida de los hebreos. Iniciada como una fiesta agrícola-pastoril con que se celebraba el reflorecer de la tierra con sus frutos, principalmente la vid y el trigo, en sus orígenes arcaicos, más adelante se convierte en la conmemoración de la huida de los hebreos de Egipto, encabezados por Moisés.

La propia etimología de la palabra Pascua, que viene del hebreo Pesah, significa Fiesta por Excelencia, lo que da idea de la importancia que tenía, así es que dedicarle sólo unos cuantos versículos al suceso es hartamente raro.

Si recordamos que las acciones de Pablo, y los primeros organizadores de la Iglesia, eran proclives a modificar los textos a la conveniencia de la nueva comunidad, puede ser interesante remitirnos al texto primitivo del Códice de Beza sobre el evangelio de Lucas en el que se lee:

“Cuando llegó la hora, El se puso a la mesa y los apóstoles con El. Y dijo: Vivamente he deseado comer esta Pascua con vosotros; Puesto que os digo que no la comeré más hasta que venga el Reino de los Cielos. Y habiendo tomado una copa dijo: Tomad y repartíoslo entre vosotros. Pues os digo que de este jugo de la vid no beberé más hasta que venga el Reino de los Cielos. Tomando entonces el pan lo partió y dijo: Hacedlo también vosotros en mi memoria”

-Y qué diferencia hay con lo que se dice ahora?

-Mucha, en el sentido de hacer misteriosa una acción que de por sí era clara. Jesús, a más de hacer de la cena pascual una acción de gracias a Dios por los bienes recibidos, señala su ya pronta partida y su resurrección al decir “no la comeré más hasta que venga el Reino de los Cielos”

La Iglesia, hasta no hace mucho, no permitía que la misa se dijese en otro idioma que el latín, lo que rodeaba de misterio el rito. Hacerlo ahora en todos los idiomas, y conforme al correspondiente al país en que se celebra, es uno de los grandes cambios generados. Y yo pregunto: ha perdido por esto el misticismo?

-No! señaló enfático Jorge. Para mí la misa sigue siendo tan solemne como cuando se decía en latín, con la diferencia de que ahora sí entendemos lo que se dice, comprendemos su importancia y estructura...

-Entonces... son positivos los cambios... o no?

-Naturalmente, exclamó Doña Elvia, ese tipo de cambios sí...

-Pero hubo quien satanizó el cambio...aclaró Ricardo. Hubo quienes dijeron que era una blasfemia...

-Pero, entonces, de dónde viene el celebrar la misa? preguntó Carlos.

-A la muerte de Jesús, los primeros cristianos tomaron la costumbre de celebrar el fractio panis -fracción o partida del pan- comiendo juntos y principalmente el sábado circa domos, es decir, en sus propias casas y a veces en casas de uno u otro. Esos primeros cristianos llamaban a esta celebración agàpe, que significa acogida afable, fraternidad. El término eucaristía es muy posterior.

Es más, es Irineo, y más adelante Tertuliano y Cripriano, quienes hacen el juego de palabras y cambian el significado de la etimología de Pascua, que como ya dijimos en Pesah o Pasja, cambiando el vocablo por el similar griego Pasjein, que significa Pasión, llevando así la misa de una muy respetable acción de gracias a ceremonia conmemorativa de la pasión de Cristo. Por otro lado, si bien al principio los fieles hacían la comunión por doble vía, es decir con el vino y con la hostia, es en el siglo XV cuando el Concilio de Constanza suprime esta forma y la reduce a la comunión con la sola hostia, considerando que en ella están contenidos cuerpo y sangre de Cristo.

Las ceremonias se realizaban por la noche, y la primera descripción del rito ya en forma matinal nos la da Justino hacia el año de 150; finalmente, en el siglo V aparece la palabra Misa, derivada de la fórmula de despedida: Ite, missa est que quiere decir Idos, el rito se ha acabado. Es con Constantino Emperador que se convierte en solemne y fastuosa, el clero viste ornamentos multicolores y hay profusión de luces e incienso, y poco después aparecen las separaciones del iconostasio, que separa al altar de los fieles. Hoy -otro de los cambios- prácticamente han desaparecido de nueva cuenta.

-Y qué otros cambios de importancia hay ahora, preguntó Gustavo.

-Bueno, el de la propia comunión, que ha sufrido varios cambios substanciales. Hasta el siglo V a los flentes, es decir a  los pecadores, sólo se les permitía el acceso al atrio de los templos, forma en que cumplían su penitencia. Más tarde se les aceptaba como audientes junto con los catecúmenos como se llamaba a los que aún no habían recibido el bautismo, y se les permitía llegar hasta el vestíbulo, desde donde podían escuchar las lecturas y los sermones, pero no participaban en el rito. Finalmente, pasado algún tiempo, se les aceptaba como consistentes y podían asistir al rito junto con los demás, pero no podían recibir la eucaristía, es decir no podían comulgar.

Después del siglo V se empezó a popularizar el uso de la penitencia privada y “auricular” -escuchada de viva voz por el sacerdote- que se hace obligatoria en 1215 por el Concilio Laterano IV. En el siglo XV aparecen los primeros confesionarios abiertos por los cuatro lados, y es Carlos Borromeo, en 1565, quien ordena en su diócesis que estuvieran cerrados por dos lados, de modo que el sacerdote escuchase las confesiones a través de una reja, costumbre que se generalizó hasta la fecha.

Luego viene una libertad casi abierta en la que bastaba el bautismo para que cualquiera pudiese comulgar, incluso los recién nacidos. Ya en el siglo XII se desata una polémica sobre a qué edad se puede y debe administrar la eucaristía, dejándose definida a aquellos que tuviesen edad “ de discernimiento”.

Junto con todo esto, la severidad del ayuno persistió prácticamente hasta 1953 en que el Papa Pío XII hace algunas concesiones y en 1964 el Papa Pablo VI le reduce a sólo una hora antes de la comunión. Con todo, aún hay quienes consideran que sería un espantoso sacrilegio acercarse a comulgar sin una pureza espiritual absoluta y sin haber purificado el cuerpo con el oportuno ayuno.

Otro de los cambios sobre el mismo tema es que al principio, cuando la celebración era más una reunión familiar que colectiva y pública, Cipriano afirma -y a ver qué les recuerda esto- que los trozos de pan eran ofrecidos sobre la palma de la mano, y a los fieles se les permitía, incluso, llevarse a sus casa trozos más grandes del pan consagrado. Después, cuando se mistifica la misa, la hostia -el cuerpo de Cristo- no podía ser tocada por nadie, sólo por el sacerdote.

Hoy, y hasta no hace mucho yo también lo comprendí, la hostia sagrada es tocada por todos, desde el sacerdote que le consagra, hasta el fiel que le recibe en la propia mano, pasando por diáconos e incluso monjas que le reparten a la horas de la comunión. Yo también me sentí alarmado. Cómo era posible que el cuerpo de Cristo fuese tocado por las manos de cualquiera! Pero ahora comprendo que es, precisamente, el cuerpo de Cristo que debe estar al alcance de todos, sin elitismos, sin canongías. Porque El fue de todos y todos pueden tocarle, pedirle y llorarle, no sólo unos cuantos dejando al pueblo los cantos y lloros. Todo esto, naturalmente, con el respeto debido, con la sinceridad total de quien quiere acercarse a Jesús.

-Entonces no es cosa de los de la Teología de la Liberación? cuestionó Alfonso dudoso.

-No, es parte del camino a la verdad, a la hermandad, a la comunión que, como tal, significa participar todos en todo en forma comunitaria y unida.

 

 

Julián entró de puntillas al estudio de Ricardo para no molestarle. El escritor se había quedado dormido leyendo. Estaba en bata y sandalias. Sin embargo, la presencia del sacerdote fue notada.

-Y tú... qué haces?

-No quería despertarte... te vine a dejar unos libros que me encontré por ahí...

-Oye, pues qué horas son?

-Las siete de la mañana... qué? te levantaste temprano?

-No hombre, que va! No he dormido... bueno, al menos hasta las cinco y media que fue la última vez que vi el reloj...

-Y eso?

-No sé... me sentía inquieto...

-Y ahora?

-No, ya estoy bien... creo que la dormidita me asentó...

-Bueno, yo voy a ver a Gerardo porque hoy deciden si se queda definitivamente en el seminario y me pidieron estar presente.

-Yo me voy a la cama otro rato... me avisas cuando regreses para saber qué pasó?

-Sí, no tengas cuidado.

 

El regreso del sacerdote fue alegre. Al entrar, daba voces anunciando a todos que Gerardo había sido aceptado.

-Hey familia... ya tengo un nuevo ahijado... vengan... vengan todos...

-Qué te pasa? preguntó Norma entre asustada y curiosa.

-Que Gerardo ya fue aceptado en el seminario...

-Pues felicidades a ambos, expresó contento Ricardo.

-Esto merece un cafecito, dijo convenenciero el cura.

-Y los que quieras, aceptó Norma de buen grado.

-Cuenta... cuenta... urgió Rafael.

-Nada, así de simple. La reunión se hizo en el rectorado y los asistentes, tras las lecturas en pro y en contra llegaron a un veredicto: unánime!

-Que bueno... pronto tendremos un nuevo cura entre esta curiosa comunidad, dijo sentencioso el escritor.

 

La noticia alegró a todos por la tarde. Carlos salió apresurado a comprar galletas y unas sidras para brindar por el acontecimiento.

Copa en mano, se unió a la celebración la próxima boda de Silvia y Abrahám, y la graduación de las hijas de Jorge y Lupita.

-Tengo ganas de decir algo, indicó Julián muy serio.

-Adelante querido amigo...

-Quiero que a estos brindis se agregue uno más... por ti, querido amigo, por tus palabras que en todas estas almas han tenido eco, por tus conceptos que sin duda alguna son los de todos los que queremos una vida nueva... por que la semilla sembrada rinda sus frutos y porque cada uno de los presentes se convierta en un nuevo difusor de esa palabra...

Porque en cada rincón del mundo exista un hombre que esté dispuesto a dar un poco de su tiempo en beneficio de los demás, de sus prójimos, de la humanidad misma. Porque el mundo que heredamos a quienes nos vienen pisando los talones encuentre la paz y la hermandad.

-Salud por ello, corearon todos.

 

Poco a poco fueron tomando sus asientos y Ricardo empezó diciendo:

-No quisiera referirme a la prisión, pasión y muerte de Jesús narrando cada uno de los episodios, pues considero que de la historia sagrada son estos precisamente los más conocidos. El teatro primero, las representaciones populares, y después la radio, el cine y la televisión, han dado profusa difusión a ello.

Por esto, más que platicarles la historia, sí quisiera ahora referirme a las consecuencias de su muerte, es decir, cómo vemos nosotros la muerte de Cristo.

Ya vimos, en algún momento, porqué vino Cristo al mundo. Ahora yo pregunto: para qué sirvió su muerte? De qué sirvió su sacrificio? Tuvo realmente el resultado que El mismo esperaba? O la humanidad se encargó de hacerle un sacrificio inútil?

Es verdad que la religión cristiana proliferó, llegando a alcances impensables para aquellos once que quedaron con la titánica tarea de hacer entender a millones de necios que el amor es la clave de todo. También es verdad que Jesús cambió la forma de pensar y de ser de la humanidad en menos de mil días... pero... si a El mismo tuviésemos la oportunidad de preguntarle si valió la pena... qué contestaría?

Hoy por la mañana me preguntaba Julián por qué no había podido dormir, le contesté que no sabía. Ahora lo sé. Esa pregunta que les acabo de hacer me la hice un millón de veces anoche.

La doctrina que presenta a Jesús como víctima expiatoria, introducida por Pablo, confería a Jesús una misión salvífica universal que rebasaba por completo el carácter étnico-social que le atribuyen los apóstoles. Resumiéndola, podemos decir que por un solo hombre, Adán, el pecado entró al mundo, y por un solo hombre, Jesús, el pecado debió haber sido perdonado. Así fue?

Antes de contestar, yo quisiera escuchar lo que ustedes piensan al respecto. Hablará quien quiera hablar, con excepción de Julián que, como sacerdote que es, tiene la respuesta clerical que puede influir en ustedes. Sí le dejaremos hablar, pero al final y como persona, como hombre, no como sacerdote, si me lo permite mi querido amigo.

Empezaremos por Jorge.

-Bueno, dijo el aludido revolviéndose en su asiento, creo que nos tomas por sorpresa, pero... yo pienso que Jesús hizo su parte. Su sacrificio, indudablemente, tuvo una repercusión. Sin embargo, creo que es la necedad de la humanidad la que le ha vuelto a hacer caer en un mundo de pecado -dicho sea esto sin que parezca mojigato o mocho, como dijera Carlos- en una degradación que nos lleva al borde del abismo.

Siento que esa lucha por retornar a la verdad, que tanto has citado, es signo de que la maldad no ha campeado por completo en la raza humana y, por lo mismo, el sacrificio de Cristo no ha sido en vano...

Fidel levantó la mano pidiendo la palabra, lo que le fue concedido a una seña de Ricardo.

-Yo no sé expresarme muy bien, pero considero que es como en una familia. Hay hijos buenos e hijos malos o descarriados, pero en su momento las cosas retoman su camino y aquel joven inquieto se vuelve serio y formal. Así con la humanidad. Ha tenido sus altibajos, la historia nos lo dice, pero ni son todos los que están, ni están todos los que son... o como se diga... hay gente buena y mala, pero creo que todavía hay más gente buena que mala... además, todas las religiones y hasta las sectas pregonan el amor y la hermandad... así es que... yo también creo que el sacrificio de Jesús no fue en vano...

-Si me permiten, dijo Rafael, la muerte ha estado muy cerca de mí por muchos años, y he visto de todo. Familias enteras que lloran a mares la noche de la velación de su muertito, y al día siguiente los veo muy campantes por la calle. No todos, obviamente, pero eso sólo indica que uno de los males de la humanidad es la indolencia; nos vale gorro todo. Yo pienso... si no les duele la muerte de su madre, o de su padre, o de su hermano, por qué demonios les va a doler la muerte de Jesús, un tipo al que ni conocieron y del que, si acaso, les platicaron de El un poco cuando eran niños.

Todavía recuerdo mi obligado catecismo, al que tiene uno que asistir para hacer su primera comunión. No fue de más de una semana, cuatro días a lo sumo, y de los cuales la mayor parte se la pasaban enseñándonos juegos para entretenernos. Lo único que recuerdo relacionado con Cristo es que “murió por nosotros” pero ni siquiera nos dijeron porqué!

De ahí mi falta de amor por El a lo largo de mi vida. Sin embargo, durante estas pláticas he llegado a conocerle más que en el pasado y ahora sí entiendo la magnitud de su obra, de ese sacrificio que yo sinceramente no calificaría como tal, sino como ejemplo, y puedo afirmar -como lo hace Ricardo- que su paso por la tierra, no sólo su muerte, modificó la conciencia de millones de seres. Pero el tiempo es inexorable y, con él, el olvido. Creo que si el sacrificio de Jesús no se refleja en la actualidad, no es por culpa de El, sino de quienes han sido los responsables de continuar su labor: la Iglesia misma, que no ha atendido con atingencia la profusión de su palabra...

-Bueno, intervino Doña Elvia, si no le falta razón a Rafael, creo que también somos culpables nosotros mismos por no interesarnos en el conocimiento de nuestra propia religión. Ya acabamos de ver el caso de Abrahám al que repudiaban Fidel y Gloria por no tener el cuidado de informarse. Debió interesarles, pues se trataba de su hermana, y sin embargo fueron indolentes hasta que se supo la verdad. Así con la religión. Todos tenemos la obligación de saber más sobre la historia sagrada, sobre los antecedentes de nuestras creencias, vamos, hasta del significado de la misa. Yo francamente, con todo y que me considero una católica apostólica y re-mona, no sabía a ciencia cierta el significado de la misa. Creo que así están millones de supuestos cristianos. Pero el sacrificio de Jesús no fue en vano, nos dejó la semilla y, como El mismo nos dijo, somos nosotros los que debemos cuidar que dé frutos...

-Pues es que la vida misma nos lleva de la mano, afirmó Celerino tomando la palabra, y a veces no nos deja espacio para cuestiones religiosas. Ya ven, hasta no hace mucho un político no podía decir siquiera que era católico, o ir a una iglesia. Ah, pero eso sí, cuando se trataba del bautizo del hijo, el mismo gobernador iba a misa cuando le llevaban de padrino y, de ahí, al guateque que en realidad era lo que importaba. Cuántas y cuántas fotos hemos visto en las páginas de sociales de los periódicos, en las que aparecen funcionarios de etiqueta flanqueando a la quinceañera o a los recién casados? Para eso si no se condena el culto, verdad? Pero así es esto. Sin embargo, ahora ya podemos ir a misa. Cómo demonios no si el propio presidente se arrodilla ante el altar de la Guadalupana. Podemos presumir de ateos, o de librepensadores como aquí Alfonso, pero por dentro todos tenemos la semillita de la religión. Es cosa de dejarla salir. Pero si no conoces a tu Dios, o a su hijo, como en el caso de Jesús, cómo puedes quererlo? Se ama a quien se conoce... o no? pero me estoy desviando... sí, yo pienso que el sacrificio de Jesús sí valió la pena... al menos por mí y por mi vieja...

-Gracias por la pedrada, dijo Alfonso al hacer uso de la palabra. Con todo, debo reconocer que el ensotanado tenía razón. No puedo considerarme ya librepensador pues busco saber más sobre muchas cosas, incluyendo la religión. Y las he sabido. Sé que falta mucho por saber, pero lo que aquí he aprendido es de mucho provecho para mis inquietudes. Todavía no podría valorar si valió la pena el sacrificio de Jesús, pero admiro y respeto su decisión, su valor, su entereza. Quiero catalogarme entre los audientes aún, pues mis conocimientos sobre la religión son muy austeros, pero puedo confesar que creo en un Dios que conozco ahora benevolente, no amenazante. Que quiero conocer más sobre El y ya no por curiosidad, sino por convicción, pues me interesa sobremanera. Espero que me den la oportunidad de hacerlo junto a ustedes...

-A los jóvenes nos llama la atención que ustedes los adultos no se molesten por hablarnos de Cristo, señaló Sonia con cierto tono de reclamo, si conocemos a Cristo es por las películas -como bien decía mi suegro- pero no por ustedes o los sacerdotes. La cantidad de jóvenes que “abarrotan” las iglesias, forman coros, dan catecismo, y hasta ayudan en misa, no se compara con la cantidad que no practica la religión. Somos católicos porque nos bautizaron, pero fuera del catecismo preparatorio, jamás hablan en casa de cuestiones religiosas. Nos llevan de chiquitos a misa sólo cuando bautizan a alguien o se casa un pariente, pero ni siquiera nos enseñan a comportarnos en un recinto sagrado. De lecturas, ni se diga, familiares y amigos nos hacen la roncha cuando ven que leemos la famosa revistita de los Testigos de Jehová, la Atalaya, que por cierto reparten por miles y en todas partes, o la del seminario, calificándonos de santurrones o mochos, cuando ni siquiera alcanzamos con ello a satisfacer nuestra curiosidad. Si alguien quiere que el sacrificio de Jesús no haya sido en vano, debe buscar la forma de hacerle conocer por los jóvenes que -aunque suene trillado el estribillo- somos el futuro del mundo...

-Es verdad, intervino Norma, tiene razón Sonia. Como maestra puedo decirles que a los niños los educan los padres. Nosotros les damos la preparación académica, sí, pero quienes los educan son los padres. Como madre, debo reconocer que estamos faltos de esa conciencia social y moral que nos debe llevar a preparar a los hijos en todos los caminos, incluyendo la religión. Si es cierto que ahora se argumenta que ellos deben escoger cuando tengan uso de razón, también es bien cierto que somos los padres los que estamos obligados a encaminarlos. Hablarles sobre sus creencias no es necesariamente obligarlos a seguirlas, pero sí darles la base moral en la que sustentarán, más adelante, su propia elección.

Es también co-obligación de los sacerdotes esta enseñanza, pero los padres nos alejamos de los sacerdotes por todo lo que vemos o la forma en que nos tratan. Con el debido respeto a nuestro amigo Julián, vemos a los sacerdotes como seres interesados más en el dinero que en servir o guiar. Ya no son los consejeros espirituales que eran. Por eso siento que ese camino en busca de la verdad que sigue la Iglesia debe ser fomentado. Cambiar para bien. Que diera yo porque todos los sacerdotes fueran como Julián!

Pero el sacrificio de Cristo sí valió la pena! quien si no es El que nos ha guiado hasta ahora? el problema es que no todos, incluyendo sus discípulos actuales, siguen sus enseñanzas...

-Pues me van a perdonar, dijo Carlos con su infaltable cotorreo, pero sus puntos de vista tienen un hueco gigante.

-Por qué? preguntó su padre.

-Porque si Chuchito regresara a este méndigo mundo se muere del susto y del coraje. Nada más hay que ver cómo está el mundo para darse cuenta de que somos una bola de jijos de la fregada... De qué sirvieron todas sus palabras, sus consejos, sus ejemplos? De nada! De los diez mandamientos, no hay uno que se respete. No dudo que hay gente buena, pero buena comparada con quién? Aquí el más pelón se hace trenzas.

Reconozco que yo mismo no soy un dechado de virtudes, pues tengo mis asegunes... pa’que no vayan a empezar a echar de pedradas. Pero también me he preguntado muchas veces: vale la pena portarse bien cuando nadie lo hace? Ya mi jefe me regañó el otro día y me dijo que debiera pensar al contrario, que no debo hacer algo malo por que los demás lo hacen, sino lo debo hacer bueno precisamente porque todos lo hacen malo... bueno, ustedes me entienden, verdad?

Pienso igual que Sonia -por algo es mi vieja- en el sentido de que se debe hacer algo para que los jóvenes -y creo que empezando por los mismos niños- conozcan a Cristo, sus enseñanzas, sus consejos, su ejemplo como decía al principio. Quién? Quien sabe! Los papás, los curas, los maestros.... no sé! Pero alguien debe hacer algo para que si viene Chucho... no se vuelva a morir.

-No dejas de ser un muchacho del demonio Carlitos, pero me caes bien, dijo Julián. Tu socarronería guarda mucho de verdad, tanto como las que los demás han dicho. Pero si me permiten hablar como hombre y no como sacerdote -lo que pidió Ricardo al inicio- les diré que en cada uno de nosotros existe parte de esa misma responsabilidad. He escuchado a algunas personas decir: “Ay Señor Cura, si yo también quisiera regar la palabra del Señor, pero cómo? si se pitorrean de uno en cuanto empieza a hablar!” Pero no se pitorrean de nosotros cuando contamos el último capítulo de la telenovela del momento, verdad? entonces sí ponen mucha atención. Pues es lo mismo! Ustedes, que han escuchado a Ricardo a lo largo de sus charlas, que han aprendido algo de ellas, tienen la obligación de difundir esos conocimientos. Primero será a sus cuates, después a otros, tal y como ha sucedido con estas pláticas a las que se fueron sumando todos ustedes poco a poco. Qué sucedió con Carlos y Fidel en un principio? No acaso Fidel le comenzó a gritar burlándose “mocho... mocho....”? Y no terminó viniendo él mismo a las pláticas? Bueno, pues de esa misma forma en que convenció Carlos a Fidel -sin invitarlo- de que las pláticas de su papá eran diferentes, de que eran interesantes, así pueden encontrar el momento y el argumento para con otros. No digan que no, porque todo se puede.

Claro que si hablan como los que tocan a nuestras puertas y empiezan una perorata hasta cantadita... pues la gente lo primero que piensa es “ya viene otro de esos mochos a dar lata!”. No, ustedes pueden participar de otra forma, más íntima, quizá más familiar, en pequeños grupos sociales o comunitarios.

Los mismos apóstoles no predicaban a grandes multitudes como hacía Cristo -El era excepcional- sino a pequeños grupos que fueron creciendo más y más.

Dejemos de buscar en otros la responsabilidad, y asumamos la nuestra, que no es la carga sólo de los padres de familia, o de los maestros, o de los sacerdotes, aunque en este sentido somos los más obligados.

Además, si dejamos de verlo como una obligación -que toda obligación pesa a la larga- sino como una distracción o la satisfacción de un anhelo, otra cara tendrá nuestra labor.

Nadie les paga por venir a escuchar a Ricardo, verdad? Vienen por gusto. Tampoco les van a pagar por enseñar a otros, pero tendrán la satisfacción de ver como sus grupos crecen al igual que este.

No les estoy pidiendo a todos que lo hagan. Lo harán aquellos que quieran, se sientan capaces, o tenga la buena intención. Los que no, bien pueden ayudar a los otros cediendo su casa para las charlas, o comprando las galletitas, incluso haciendo el café... y ya que hablamos de cafecito... a qué horas vamos a cenar?

La seriedad con que se estaba tomando todo se rompió con la ocurrencia de Julián. Pero de eso se trataba, de que no pesara el compromiso.

-Un momento, dijo reclamando Carlos, no dijo usted si el sacrificio de Jesús valió la pena o no...

-Eso me gustaría contestarlo como sacerdote, y como ahorita ya vamos a cenar... pues será mañana! o no es así, mi querido Ricardo?

-Tus deseos son órdenes, como siempre, mi querido amigo, contestó solícito el escritor.

-Pues ahora, de puro coraje, agregó Carlos, nos invitan a todos a cenar...

-Ya estará potentado, dijo Norma... tú pones los tamales?

-Juega! Y nomás para que se arme la chorcha por lo de Gerardo...

-Pretextos quiere la muerte... sentenció Julián.

-A ver Don Alfonso, preste su carcacha -que la mía está desconchinflada- para que vayamos a comprar tamales y unos taquitos al pastor... vale?

-Pero manejo yo, y si tu papá acepta que nos quedemos a cenar en verdad...

-Ya saben que esta es su casa mis queridos amigos....

-Sonia, dile a Normita que te preste una bolsa...

-Yo pongo los tacos, dijo Rafael sacando dinero.

-Huy no! ese dinero todavía huele a muertito... Dios nos salve! exclamó Carlos haciendo reír a todos.

-Pero vale canijo muchacho....

-Ora pues, todo sea por el hambre...

Mientras los demás preparaban todo, Jazmín se acercó a su padre.

-Sabes qué Jefe?... me voy a Canadá... quiero estudiar inglés...

-No te digo que estás loca? Y qué vas a hacer a Canadá? porqué no estudias aquí...?

-Es que se van tres amigas mías, y vamos a vivir con la tía de una de ellas...

El escritor sabía que no había argumentos para pararla. Así era ella, independiente, valerosa, arrojada... y eso le gustaba a él, le hacía recordar su propia juventud.

 

 

Eran cerca de las once cuando Ricardo abrió los ojos. Se estiró perezosamente y vio el reloj.

-Jesús, si ya es cerca del mediodía! exclamó tomando su toalla y se metió al baño.

Norma, que por enésima vez se asomaba a la habitación, le preguntó si le preparaba algo de desayunar.

-No gracias mi vida, sólo dame mi cafecito, por favor... oye, y Julián?

-Salió con Lucía. fueron a comprar algunas cosas.

-Rafael no ha venido?

-Si, está en el estudio leyendo...

-Y porqué no me despertaron? Que falta de atención la mía...

-Es que estabas bien dormido...

-Dile por favor que ahorita salgo..

 

-Buenos días dormilón... se te pegaron las sábanas?

-Buenas Rafael... perdón, pero me quedé dormido...

-Vamos, no te preocupes... me entretuve leyendo y escuchando uno de tus discos de música clásica...

-Cómo vas con tus hijos?

-Pues parece que las cosas se componen.

-Y aquella? dijo el escritor sin querer mencionar el nombre de la mujer que fue su pareja por tantos años fuera del matrimonio.

-Pues... dejó de ser... así... simplemente...

-Y cómo te sientes?

-Francamente?... en paz... muy en paz...

-La armonía regresa a t... y que bueno pues es al final de la vida cuando debe buscarse esa tranquilidad, esa paz.. La juventud se hizo para el empuje, para la lucha desaforada; la vejez para la meditación, la paz, la tranquilidad, la sapiencia... y la enseñanza. Porque de qué sirve que hayamos aprendido tanto si no lo desparramamos entre los nuestros?

-Así es... tú, al menos, ya lo haces de muchas formas...

-Y tú también puedes hacerlo, mi querido Rafael. Te retiraste, sí, tienes derecho a descansar y disfrutar, pero noto una pequeña señal de aburrimiento en t... y tú eres un hombre muy preparado; conoces de literatura, sobre todo clásica, al igual que de música y, por tu propia carrera, eres un buen diseñador -al fin arquitecto- a más de un buen empresario. Tienes mucho que enseñar a los demás.

-Sabes? Creo que tienes razón... ya sabes que el Rector de la Universidad Nicolaíta es mi amigo, creo que hasta un libro suyo te envió hace mucho, y me haces pensar en que bien puedo, con calma, sin exageraciones que rompan esta paz y tranquilidad, hacerme cargo de un par de cátedras...

-Pues no lo pienses más...

En es momento entraban Julián y Lucía cargados de paquetes y muy sonrientes.

-Hola a todos... dijo festivo el sacerdote.

-Hola, contestaron los amigos.

-Nos fuimos de compras y creo que me gasté el peculio de un año...

-Y...? No tienes derecho a gastar de vez en cuando? señaló Ricardo sabedor de la austeridad con que Julián y su hermana vivían.

-Creo que sí... pero me remuerde la conciencia.... pero que demonios... estoy contento!

-Mira al curita echando demonios por la boca...! exclamó Rafael.

-Perdón Señor, se me salió... y es que con todos estos pecadores lanzando demonios a diestra y siniestra... pues se contagia uno Señor, dijo bromista Julián mirando al cielo.

-Comemos? invitó Norma asomándose al estudio.

-Sí, vamos todos...

 

-A ver curita, dijo Carlos haciendo gala de memoria, ahora nos dice que piensa del sacrificio de Jesús, porque ayer se comprometió y ahora cumple o nos deja como estábamos...

-Yo siempre cumplo lo que prometo. Ahí les va, pero que conste que hablo como sacerdote y no en nombre de la Iglesia, pues luego dice uno algo y dicen que la Iglesia dijo. Así es que, a cualquier reclamo, respondo yo y nada más yo.

Bien, dicho esto, entremos en materia. Desde que empecé a ayudar al padre Gervasio allá en la iglesia de El Roble, lego tanto como cualquiera en materia de religión, me llamó poderosamente la atención un Cristo doliente que estaba parado a un costado del templo, vestido de morado y con una faz de sufrimiento que estremeció mi alma.

Una tarde, al terminar la misa, le pregunté al padre Gervasio sobre la imagen, y me empezó a contar la historia de Cristo. A la clásica narración del “murió por nosotros” agregó toques muy personales que le dieron un colorido muy especial a sus pláticas -porque deben saber ustedes que también lo hizo tipo cristonovela, es decir, por etapas- y mantuvo mi interés y el de otros tres acólitos por varias noches.

En ese corto espacio aprendí a amar a Jesús. Si bien no pensaba todavía en hacerme cura, si pensaba mucho sobre Cristo y, como ahora, comparaba su sacrificio con nuestras propias penurias. Sufrimiento y pobreza era lo único que había conocido, aún dentro de mi alegre vida de niño. Y sufría; sufría porque ese pobre señor, al que habían matado por nosotros, para salvarnos a nosotros, había muerto en vano... “Ya ves, decía yo ante su efigie, para qué te dejaste asesinar si aquí todo sigue igual o peor?”

Pero mi interés por El me hizo leer mucho sobre su palabra, su vida, su obra. Yo me volaba libros que el padre Gervasio tenía sobre su escritorio. Una inmensa casualidad hacía que, mero cuando terminaba uno, ya había otro abandonado por ahí. Años después comprendí que el noble sacerdote me los dejaba bien colocados y programados para que me fuese adentrando en Jesús. El mismo, años después, ya en el seminario y durante una de mis visitas a El Roble, me dejó, en el mismo lugar que años antes, un librito que se llamaba Iniciación a los Apócrifos... y ahí es donde conocí estos.

Conforme avanzaba el tiempo, mi amor por Cristo se hacía más grande. En cada palabra, en cada acto, bueno o malo, encontraba yo la aplicación de una de sus enseñanzas. La reflexión se venía en el momento mismo en que sucedía.

Un día, alguien me preguntó exactamente lo mismo que nos preguntamos hoy: valió la pena el sacrificio de Cristo? Sin pensarlo dos veces contesté lo que ahora contesto: Sí! Sí valió la pena y no sólo para El, que con eso se nos mostró, sino para nosotros mismos como raza humana. Decía Ricardo que Adán fue el hombre que trajo el pecado a la humanidad y Jesús el que la salvó mediante la redención de ese pecado, pero yo recuerdo a cierto padre que, enérgico, castigaba al hijo por un desliz cometido y, poco tiempo después le levantaba el castigo perdonándolo. Sin embargo, el hijo aquel más adelante caía en nuevos errores y el padre se veía obligado a aplicar nuevos castigos. Pero jamás, en ese hombre, decayó un segundo su amor por el hijo. Le amaba con todos sus errores, con sus defectos, con sus arrebatos.

Así es Dios y así es Cristo. Nos aman a pesar de todo. El sacrificio de Cristo no vino a traernos el perdón inmediato y total, porque al fin somos pecadores, sino a ser un recordatorio permanente de la existencia de ese pecado y de la posibilidad de elevar una plegaria de perdón en caso de caer en él, con la primigenia intención de ser un freno ante ese pecado y no por amenaza, sino por remordimiento. Cuántas veces dejamos de cometer una acción porque, en el preciso momento en que vamos a cometerla, recordamos a Cristo!

Por eso, su muerte, su sacrificio, sí valió la pena. Es El el freno, la conciencia viva que nos pide ser mejores, considerados, consecuentes, firmes, entusiastas, amorosos, agradecidos, a pesar de ser humanos!

Es el camino a Dios, ahora y siempre, porque su intervención es permanente. Basta recordarlo, evocarlo a El, para recordar a Dios. Y Dios no quiere que le pidamos, si acaso que le agradezcamos lo que nos da con el simple hecho de recordarlo. Un Dios mío! vale un millón de veces más que un perdóname Señor!

Y si hemos dejado de verlo en las flores, en el viento que mece nuestra cabellera, en la lluvia pródiga que abona el campo y la mies, le llevamos siempre en la mente con su simple nombre: Dios!

El no se siente celoso, como dijera en algún momento Ricardo, de que los hombres recuerden más a Cristo o a la Virgen María que a El mismo como padre bondadoso y dador de todo, no, precisamente para eso envió a su hijo, para ser recordado, y seguramente se siente orgulloso, más que celoso, cuando exclamamos Jesús Mío! o Madre mía!

La semilla de Cristo está en todos los corazones, incluyendo en los de Alfonso o Gustavo, o Fidel o Celerino, de cuyos dientes para afuera se duda o niega, pero en cuyas conciencias existe siempre pendiente de lo que les suceda.

Amarlo a El es amarnos a nosotros mismos y, amarnos a nosotros mismos es amarlo a El. Somos una sola esencia, sus hijos, su creación que, imperfecta no por su obra sino por nosotros mismos y nuestra debilidad, tenemos la posibilidad de redimirnos para seguir siéndolo.

En el más malo de los hombres hay una migaja de amor, y con eso basta para que esté en él presente la esencia divina.

Sí, el sacrificio de Jesús valió la pena, y la mejor prueba es que, a dos mil años de distancia, con todo y que su palabra no se riegue como se debe, no hay un rincón en el mundo en que no se cite, diariamente, por millones de bocas, su bendito nombre.

 

El silencio entre el grupo duró unos segundos más allá de las palabras del sacerdote. Las caras de todos reflejaban una serenidad absoluta. Habían llegado al fondo de sus almas.

-Bendito sea Dios, dijo serena y casi murmurando Jazmín.

-Bendito sea, contestó también por lo bajo Carlos.

-Ahora me gustaría escuchar a Ricardo, dijo Julián retando a su amigo.

-Caray, después de tus palabras es harto difícil decir algo, señaló el escritor.

-Anda viejito, no le saques... espetó Carlos volviendo a su jocosidad.

-Bueno, yo quisiera cerrar estas charlas con una reflexión. Al principio, decía que el hombre siempre ha buscado algo que vaya más allá de sus propias fuerzas, que le ayude en momentos desesperados, que le conforte en los de sufrimiento, o a quien agradecer los de éxito o felicidad. Por eso creó los dioses. Pero no los creó para su satisfacción meramente; era esa semilla que traía en el alma, ese conocimiento escondido del Todopoderoso que, siendo su padre y creador, le permitió vivir la vida a su modo, con aciertos y errores.

Poco a poco, el hombre se dio cuenta de su existencia ante las manifestaciones naturales y las divinas. Le conoció y le respetó, pero constantemente se olvida de El. El, sin embargo, no le abandona, está presente siempre, a su lado, pendiente de su proceso de vida.

Es pues el hombre el que debe darse cuenta de esto y definir su camino. Qué quiere? Seguir en el fango, durmiendo a medias por el remordimiento... o cumplir con las reglas y estar en santa paz?

Es la decisión de cada uno de nosotros. Decía el poeta: Cada quien es el arquitecto de su propio destino. Y no andaba tan errado, lo somos!

No somos malos, nos hacemos nosotros mismos influenciados por el medio en que vivimos, así es que hay que luchar por cambiar ese entorno, empezando por nuestra propia actitud.

Reconozco que yo me he refugiado en la soledad como un medio de protección ante tanta barbaridad, y tras luchar contra ella por muchos años. Pero también reconozco que recluirme no ayuda a los demás. Quizá me da una paz personal buscada por mucho tiempo, pero mi trinchera es esa, y la uso para lanzar mi opinión al mundo desde mis escritos. Mas quizá haría mejor, y estas reuniones con ustedes me lo han enseñado, en salir y hablar a muchos otros. No soy perfecto, tengo poco de bueno y muchos defectos, pero si puedo enseñar a los demás lo poco de bueno que tengo, ayudaría a cambiar ese medio que perjudica a muchos.

Ustedes, por el contrario, gozan de una juventud pujante, desinhibida aún rayando en la exageración como la de Carlos, que puede ser canalizada en beneficio del mundo.

Si una manzana puede echar a perder a las demás de un canasto... estoy seguro de que una buena enseñanza puede cambiar la de un puño de errados. Una sola palabra ha bastado para cambiar la vida de mucha gente. Muchas palabras pueden cambiar más vidas.

Nosotros, los viejos, vamos de salida, quizá seamos culpables de la tragedia del mundo, pero ustedes tienen la oportunidad de cambiarlo y hacerlo mejor para ustedes mismos... y para sus hijos. Tienen el buen ejemplo de Cristo. Conózcanle, síganle, y si no creen que Jesús fue el hijo de Dios, que no fue de origen divino, no importa! Veanlo como ser humano porque, al fin y al cabo, siguiendo su ejemplo de hombre, ya cumplen con la gracia divina.

Tras hacer una breve pausa, Ricardo terminó diciendo:

-Yo quiero agradecer a ustedes el haber venido a estas pláticas. Si algo bueno les dejaron, bendito sea Dios! Si no, el placer de su compañía fue de todos modos muy grata. Sé que nos seguiremos viendo... pero cada uno tiene su vida y su forma se vivirla. Con todo, creo que todos estaremos siempre para todos. Mil gracias por que también ustedes me enseñaron mucho. Les quiero. Que Dios les bendiga a todos!

-Mucho por el viejito! gritó Carlos entusiasmado y todos aplaudieron.

-Una foto....una foto... pidió Sonia.

-Aquí, junto a su Cristo, dijo Norma mientras todos se juntaban a los pies del hermoso ejemplar tallado por artesanales manos michoacanas.

-Quietos todos que la pongo en automático, exclamó Gustavo.

El flash deslumbró al grupo que de inmediato se desperdigó tras las botellas de sidra que habían quedado.

-Suegro, dijo Sonia conmovida, ya supimos que va a ser niña...

-En verdad? pues felicidades hija!

-Le podríamos poner... Xaviera?

Ricardo no dijo nada, sólo soltó el llanto.

 

 

La parroquia de Costa Azul estaba engalanada. Familiares y amigos de Silvia y Abrahám esperaban nerviosos a los novios.

Julián, flanqueado por Narciso y Gerardo, salieron a recibirles. El cortejo entró encabezado por Sonia, Jazmín, Adriana y Cristy. Norma y Ricardo ya estaban ubicados en el lugar de los padrinos de velación.

Silvia entró del brazo de Fidel, a quienes veía orgullosa Gloria desde su ubicación en el lugar de los padres de la novia.

En las primeras bancas, sonriendo, estaban Celerino y Doña Elvia a la izquierda de Gustavo, Alfonso y Rafael. Del otro lado, Jorge y su hijo completaban la fila con Carlos y Sonia, padrinos de lazo.

Arriba, presenciando la ceremonia en el anonimato, estaba Edmundo Barrenechea, el arzobispo, que mostraba una leve sonrisa.

Lucía hizo las lecturas junto con Norma. Al dar la bendición, Julián roció agua bendita sobre todos los presentes y colocó amoroso la mano sobre la cabeza de Ricardo.

 

El festejo duró hasta bien entrada la noche. Don Eustorgio, el ricachón del pueblo de Julián, se dejó venir con toda su comitiva de ayudantes y cocineras, luciendo su bonhomía de siempre.

Se bailó hasta cansarse. La felicidad de todos era manifiesta. Los padres de Abrahám se sentían satisfechos y departieron amablemente con Norma, Ricardo y los sacerdotes.

Cuando el escritor se retiraba, Silvia pidió un brindis por él.

-Por el hombre que hizo posible mi amor por Cristo! dijo emocionada.

-Y porque siga con sus pláticas, urgió Alfonso.

-Oye, viejito! grito Carlos haciéndose escuchar entre el barullo. Y... quién demonios es Juan Diego?

Todos aplaudieron.

 

 

Al día siguiente, a muy temprana hora, Ricardo entró al estudio, encendió la computadora y empezó a teclear:

“Carlos se quedó viendo el maravilloso Cristo, casi de tamaño natural, que colgaba sin cruz de la pared principal de la sala. Su padre lo había adquirido, semidestrozado, en un bazar de Pátzcuaro hacía muchos años...

 

 

 

 

NOTA ACLARATORIA DEL AUTOR

 

Las observaciones de algunos amigos y familiares me guían a cumplimentar para usted, caro lector, algunas explicaciones pertinentes.

Mi incursión en la historia me ha dejado como experiencia que la mejor forma de llegar a los lectores, cuando de historia se trata, es novelando el suceso histórico. Así es pues que tomé la decisión de relatar, y analizar, la vida de Cristo en forma novelada.

Sin embargo, debo dejar en claro que si bien los personajes que forman parte de las charlas, incluido Ricardo, los sacerdotes Julián y Narciso, y el arzobispo Edmundo Barrenechea, son ficticios, y por ende no reflejan en sí actos, opinión, o postura oficial de la Iglesia en sus conceptos, sí los personajes históricos citados, sus hechos, y las citas relativas a autores y estudiosos bíblicos e instituciones son absolutamente reales y producto de la investigación realizada para la estructura de esta obra, cuya bibliografía principal se encuentra reseñada al final de la misma.

Del resto de nuestros personajes ficticios puedo decir que en verdad me inspiré en algunas personas reales, pero jamás reflejan igualmente ni su propia forma de pensar ni sus conceptos religiosos o morales, por lo que si alguno se identifica con cierto personaje, no se sienta agraviado pues la identificación sólo quiso ser un pequeño homenaje a mis cercanos y no a sus personalidades.

Con esta obra tampoco pretendo consituirme en un erudito de la religión que, acepto y reconozco, profeso desde niño con sus muy reales altibajos. Mi intención ha sido únicamente un intento porque la vida de Cristo pudiese llegar al vulgo mismo en palabras llanas, sin atavismos, misterios de fe o dogmas; sin ese rebuscamiento a que nos tienen acostumbrados. Si lo logré, sea por Dios! Si no, mis disculpas.

Finalmente, hubo quien sancionó el que citara yo a estudiosos e investigadores de tendencias detractoras, o contrarias, en sucesos tan respetuosamente protegidos como la virginidad de María, la infancia de Jesús, o su difundido matrimonio con Magdalena. Sin embargo, considero que era necesario dar a conocer las diversas corrientes -unas a favor y otras en contra- de los preceptos religiosos o dogmáticos, para permitir al lector su propio análisis.

Citar esas opiniones no significa tampoco que esté de acuerdo con todas ellas, sin embargo, comparto algunas como las que, tras los descubrimientos de Nag Hammadi -Biblioteca en donde fueron encontrados los apócrifos- y de Qumram, con su archivo esenio, confirman muchas de las versiones apócrifas, tanto como ratifican la verdad histórica que, si bien era difundida por la Iglesia, no tenía más sustento que el misticismo.

Puedo reservarme como opinión personal la de Ricardo, el personaje central.

 

                                     Agradeciendo su deferencia.

                                  Dr. Ltt. Fco. Xavier Ramírez S

 

 

 

 

BIBLIOGRAFIA

 

En el acervo bibliográfico del autor:

 

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-Antiguedades Judías.- Flavio Josefo. Editorial Iberia. Barcelona. 1949

-Barrabás.- Par Lagerkrist. Editorial Zarco. México. 1950.

-Biblia Latinoamericana.-

-Constantine Porphyrogenitus and his world.- Arnold Toynbee. Oxford University Press. London. 1973.

-El Apostolado de la Opinión Pública.- Felix A. Marlión O.P. Editorial Excelsa. 1946.

-El Estudio Comparado de las Religiones.- Joachim Wach. Editorial Paidos. 1967.

-El Libro Eterno.- Yekutel Klein

-El Orígen de la Vida.-  A. I. Oparin. Ediciones Quinto Sol. México. 1988.

-El Periodista Evangélico.- Ismael Amaya. Publicaciones de Las Américas. San Diego, Ca. 1963.

-El Legado Mesianico.- Michael Baigent-Richard Leigh-Henry Lincoln. Ediciones Martínez Roca. 1987.

-Evangelios Apócrifos.- Charles Michael y P. Peeters. Edicomunicación. 1998.

-Fenomenología Histórica de las Religiones.- Cármen Cecilia Hernández. Editorial Jus. México. 1975.

-From Adam to Noah.- V. Cassuto. The Magnes Press. The Hebrew University. Jerusalem. 1972.

-Guerra de los judíos.- Flavio Josefo. Editorial Iberia. Barcelona. 1961.

-Guerrero 1849-1999. Autores varios. Gobierno del Estado de Guerrero. México. 2001.

-Háblame de Jesús.- Hector Tassinari. Editorial Diana. México. 1993.

-Hebraísmos Españoles.- J. Winiecki. UNAM. Dirección Gral. de Publicaciones. México. 1959.

-Introduction to the Apocrypha.- Bruce M. Metzger. Oxford university Press. 1969

-Jesus Now.- Malachi Martin. E.P. Dutton & Co. Inc. New York. 1973.

-La Arqueología y el Nuevo Testamento.- James B. Pritchard. Editorial Universitaria de buenos Aires. 1970.

-La Confesión.- R.P. Felix S.J. Librería Religiosa. Barcelona. 1923.

-La Iglesia y el Estado en México.- Joaquín Márquez Montiel. Editorial Jus. 1978.

-Lettere.- Pablo de Tarso/G Ricciotti Roma 1949

-Los Anales.- Tácito. UNAM. Dirección Gral. de Publicaciones. México. 1975.

-Los Rollos del Mar Muerto.- Edmundo Wilson. Fondo de Cultura Económica. México. 1995.

-Los Santos Paganos del Antiguo Testamento.- Jean Daniélou. Ediciones Carlos Lohlé. 1959.

-Martín Lutero.- Lucien Febvre. Fondo de Cultura Económica. 1966

-Oxford Bible Atlas.- Herbert G. May. Oxford University Press. 1962.

-Para Comprender la Misa.- Dom Gaspar Lefebvre O.S.B. Editorial Difusión. Buenos Aires. 1951.

-Plinio Segundo el Joven.- Epístolas

-Razones del Subdesarrollo.- Rafael Catalán Valdés.

-Sanación de la Familia.- Blanca Ruiz. Publicaciones Kerygma. México. 1986.

-The Apocrypha and Pseudepigrapha of the Old Testament in English. R.H. Charles D. Ltt. D.D. Oxford. At the Clarendon Press. 1971.

-The Ancient Historians.- Michael Grant. Charles Scriber’s Sons. New York. 1970.

-The Bible as History.- Werner Keller. William Morrow and Co. Publishers. New York. 1956.

-The Crucible of Christianity.- Arnold Toynbee. World Publishing Co. Ney York. 1969.

-The Gigalmesh Epic and Old Testament Parallels.- Alexander Heidel. The University of Chicago Press. 1946.

-The Gnostic Gospels.- Eliane Pagels. Random House. New York. 1979.

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-The Worls of the Part.- Alfred A. Kopf. New York. 1963.

-Vangeli Apocrifi.- G. Bonaccorsi 1948

-Vie de Jésus.- Ernest Renan. París 1928.

-Vida de Jesús.- Francoise Mauriac. Ediciones G.P. Barcelona. 1966.

-Vida de Jesús.- Marcelo Craveri. Biografías Gandesa. 1968.

-When Jerusalem Burned.- Gerard Israel-Jaques Lebar. Vallentine Mitchell. London. 1973.

 

 

Consultadas por otros medios:

 

-Carta de Lentulo a Roma.- Segundo Galilea. Religiosidad Popular y Pastoral. Ed. Cristiandad. Madrid. 1980.

-Directorio Franciscano.- Miguel Payá Andrés.

-El Arroyo de Kerith.- Moore F.George. Bari. 1916.

-Jesús El Mesías.- P. José Pérez Frutz. Publicaciones Kerigma. México. 1990.

-Jesús de Nazaret, Son Temps, Sa Vie, Sa Doctrina.- Klausner J. Jerusalem. 1922.

-La Folie de Jésus.- Binet Sangle C. 4 Vol. París 1908-1915.

-Nuevo Testamento y Mitología.- Bultmann R. Ed. Kerygma. Hamburgo. 1951.

-Storia delle Religioni.- Moore F.George. Bari. 1922.

-Tres Años con Jesús.- Enrique Cases. Ediciones Internacionales Universitarias.

-Portal de la Madre Trinidad. Internet.

-Vida de los Santos.- Butler , S. Londres. 1913.

 

 

 

 

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